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Ya que estamos comenzando este nuevo año, la gente siempre se pone sus resoluciones de cosas que quieren alcanzar y muchas veces nosotros siempre vamos a la mesa de dibujo, como quien dice, y empezamos a trazar planes de cosas que queremos alcanzar. Puede ser que hayan algunos planes del año 2010 que nosotros todavía traemos y tenemos que seguir trabajando en ellos para este próximo año. Como también puede haber cosas nuevas que estamos alcanzando, metas que tenemos por delante.
Y algo que el Señor puso en mi corazón fue el hecho de que para nosotros poder alcanzar esas metas todo depende de la forma en la cual nosotros pensamos. Nosotros nos podemos trazar las metas más descabelladas que uno se pueda imaginar, pero si no tenemos la mentalidad correcta para hacerlo, nunca lo vamos a hacer. Y obviamente yo estaba meditando en ese pasaje de Romanos, Capítulo 12, verso 2 que dice que nosotros tenemos que cambiar nuestra forma de pensar para que así pueda cambiar nuestra forma de vivir.
“…Transformaos pues, por la renovación de nuestro entendimiento para que así seamos transformados en nuestra forma de vida…”
Y cada vez que nosotros nos enfrentamos a un nuevo año que pensamos en resoluciones y yo estaba hablando de 4 áreas primarias. Yo estaba hablando a nivel personal y eso tiene que ver mucho con nuestra salud, mucha gente que dice, pues este año voy a perder 30, 40, 50 libras o hay algunos como yo que tal vez decimos que me gustaría ganar aunque sea 5 ó 10 libras. Yo siempre trato pero no puedo. Algunos me dicen, ay, Omar, dame ese don que tu tienes. Pero ahí vamos.
Otra área tiene que ver acerca de nuestra familia, tal vez, uno quiere ser mejor esposo, mejor esposa, mejor padre, mejor hijo, mejor hija y nos trazamos nuestras metas a ese nivel también, a nivel de vocación profesional. Uno quiere ser o un mejor empleador o un mejor empleado y uno se busca la forma de poder funcionar en esas distintas áreas, y claro está, esa dimensión de nuestra relación con Dios, de cómo siempre podemos crecer, mejorar en nuestra relación con Dios.
Y por eso es que yo les estaba diciendo esto, mis hermanos, que nosotros nos atrevemos a creerle a Dios. Dígale otra vez a la persona a su lado, ‘atrévete a creer’. Y por qué yo digo, atrévete a creer? Eso suena como si nosotros no creyéramos ya, pero ¿Saben qué, mis hermanos? Hay veces que yo voy bien esto, obviamente yo siempre les hablo de mi corazón así que hoy estoy abriendo mi corazón a ustedes también. Pero yo me atrevo a decir que muchas veces las distintas circunstancias de vida por las cuales uno pasa, como que tronchan ese sentido de nosotros poder creer, de poder confiar, de que Dios puede hacer algo. Y tenemos la tendencia de tomar nosotros el control de las cosas porque como vemos que Dios está tardando en hacer algo, en obrar de alguna forma, pues, nosotros queremos intervenir en nuestra forma. Y muchas veces ese tipo de actitud puede tronchar también los planes de Dios.
Muchas veces eso puede tronchar esa forma de cómo Dios quiere obrar en medio de nuestras vidas. Y miren, yo los dirijo a un pasaje que para mí es clave. Está en Juan, Capítulo 14, si pueden ir conmigo. Juan, Capítulo 14 del verso 12 en adelante, dice:
“…. De cierto les digo que el que en mí cree las obras que yo hago, él las hará también. Y aún mayores hará porque yo voy al Padre y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo… ─ Verso 14 dice: ─…Si algo pidieran en mi nombre yo lo haré…”
Que bonito, ¿verdad? Son palabras claves para nuestra fe cristiana, para nuestra certeza, nuestra confianza en el Señor. Porque obviamente son palabras que no vienen de ningún hombre, son palabras que vienen de Jesús, es una promesa que viene de Jesús y nosotros depositamos toda nuestra fe en esas palabras.
Y claro está, mis hermanos, a lo largo de mi vida yo he visto momentos en los cuales yo he podido ver esas palabras en acción. Y yo estoy seguro que todos nosotros en alguna forma u otra, hemos visto estas palabras y las hemos visto concretizarse en medio de nuestras vidas. Que hemos pedido algo a Dios en el nombre de Jesús y Dios en su forma, a su manera, lo ha hecho. Como también yo puedo testificar que yo he tenido momentos en mi vida donde estas palabras se han desparecido, porque he pedido, he pedido, y he pedido y nada, nada sucede. Y yo no creo que no sea porque Dios no quiera, yo creo que hay muchas otras circunstancias en el mundo que impiden el que esas cosas se lleven a cabo.
Puede ser que hasta yo mismo esté pidiendo en una forma que no es correcta, y por eso es que Dios no lo permite. Pero lo que yo quiero enfatizar hoy, mis hermanos, es el asunto de que nunca podemos dejar de creer en Dios. Nunca podemos dejar de creer en Dios. Creerle a Dios. De que él se va a encargar de hacer lo que tiene que hacer en medio de nuestras vidas.
Yo miro aquí a lo largo del salón y yo me imagino la serie de novelas que se están llevando a cabo en medio de sus vidas. Y no estoy hablando de las novelas de Univisión, conste. Estoy hablando de las novelas de ustedes, de cómo ustedes se baten día tras día en todas las cosas que hacen, cómo ustedes lidian con sus alegrías, con sus gozos, con sus victorias, y cómo ustedes lidian también con sus dilemas, con sus frustraciones, y cómo yo me imagino, que Dios está en acción en medio de cada una de esas cosas. Situaciones que de repente salen que uno se queda como que, guau, espérate, y esto de dónde salió? Yo no me esperaba esto. Y uno tiene que enfrentar eso y echarle mano.
O hay veces que cuando sale uno se asusta tanto que entonces uno se echa para atrás, y dice, no, yo no voy a meter mis manos ahí. Pero sea como sea mis hermanos, estamos hablando que son circunstancias, situaciones que están ahí en la olla con nosotros y tarde o temprano vamos a tener que lidiar con ello. Son situaciones que o fortalecen nuestra fe o debilitan nuestra fe. Y está en nosotros el que una o la otra se de.
Claro está, si yo miro esas palabras que nosotros estamos leyendo es porque tenemos la certeza de que nuestra fe puede ser fortalecida en el Señor y que tenemos que creer a lo que él quiera hacer en medio de nosotros y cómo él quiere y cuándo él quiera. Si yo me dejo llevar mucho por ese aspecto de que mi fe se debilita, entonces es porque estoy quitando mis ojos de esa promesa que el Señor nos ha dado, de que todo lo que pidiéramos en su nombre él lo hará.
Saben por qué digo esto, mis hermanos? Yo hago referencia a este otro pasaje de Hebreos, Capítulo 12, que fue otro pasaje que usé anoche también. Hebreos, Capítulo 12, muchos de nosotros lo conocemos, pero para beneficios de aquellos que tal vez no están muy familiarizados con este pasaje, es el que dice:
“… por tanto nosotros también teniendo a nuestro alrededor una gran nube de testigos, despojémonos de todo el peso y del pecado que nos acedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante... ─ cómo dice después? ─… puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, pero yo diría de nuestra fe…”
Yo me imagino que cada uno de ustedes en las distintas resoluciones, metas, que usted se está trazando para este nuevo año, o las que usted está cargando del año 2010, las situaciones con las que usted se puede enfrentar porque póngale el sello de que van a salir circunstancias buenas que van a impulsar lo que usted pueda alcanzar esas cosas, como también van a salir circunstancias difíciles que lo van a poner perplejo y no va a saber cómo proceder. Pero en medio de todas esas cosas, mis hermanos, si hay algo que yo les puedo decir es que usted mantenga sus ojos puestos en el Señor. Mantenga sus ojos puestos en esas promesas que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros, promesas que de acuerdo a nuestras vidas, el Señor se encarga de cumplirlas en su debido momento, en su debida forma, en la forma que él mejor entienda para usted.
Mira, puede ser que tal vez a este caballero que está ahí atrás, el Señor decida hacer algo con él en una forma distinta a cómo lo haga con este joven que está aquí al frente, también. Puede ser que la forma en que Dios obre conmigo sea una forma distintas de cómo lo que va a hacer también con esta niña aquí.
Mis hermanos, pero en medio de todas esas cosas, lo más importante de saber es que si Dios ha dado una promesa él va a cumplir su parte del trato, del deal, como quien dice. Él se va a encargar de cumplir eso. Está de nosotros entonces que nosotros nos atrevamos a creerle al Señor.
Miren, ustedes se recordarán de este proverbio, libro de Proverbio, Capítulo 3, solamente voy a hacer referencia a algunos de estos pasajes. Proverbios, Capítulo 3, verso 5, miren cómo dice:
“…Fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus camino y él enderezará tus veredas. No te creas sabio en tu propia opinión, teme a Jehová y apártate del mal, porque será medicina a tu cuerpo y refrigerio a tus huesos…”
Este proverbio, cuando yo lo leo, para mí es clave. Al yo enfrentar un nuevo año, para mí esto es clave. Yo puedo hacer mucho planes y fácilmente dejar a Dios fuera de esos planes. Pero lo que estas palabras me están diciendo es que yo tengo que hacer esa acción intencional de reconocer a Dios en todo lo que yo hago.
Y ¿Saben qué? Esto yo lo puedo decir, ok, voy a escribir en esta libreta todos mis planes y después voy a decir, ok, Señor, qué tu crees de todo lo que escribí? Versus, primero decir, Señor, qué yo debería hacer en este nuevo año para entonces venir a la libreta y empezar a escribir en esa inspiración.
Y yo no estoy diciendo que una sea mejor que la otra, conste. No quiero decir eso porque yo creo que Dios honra también ese aspecto de que uno sea proactivo y que uno se trace sus planes y pedir el favor de Dios en eso. Pero muchas veces tenemos que aprender a irnos también por ese otro lado, aprender a buscar de parte de Dios, creer, miren cómo lo voy a decir, creer, creer que Dios tiene la capacidad de darnos revelación a nosotros de qué es lo que él quiere hacer en medio de nuestras vidas.
Y que no tan solamente creamos cuando Dios empiece a mostrarnos esas cosas, sino con esa creencia venga la sensibilidad de poder responder en una forma afirmativa a lo que Dios nos inquiete a nosotros a hacer. Que nosotros nos salgamos de nuestra comodidad un poco y podamos aceptar los retos que Dios traiga a nuestras vidas y alcanzar aquello para lo cual él nos está llamando a nosotros.
Y yo les soy honesto, mis hermanos, muchas veces nosotros queremos jalar a Dios a nuestros planes y decir, no Señor, esto es lo que yo quiero. Y de nuevo, está bien decir, Señor, mira, yo quiero esto, pero aunque que tengamos esa actitud, que nosotros también podamos ser lo sensible suficiente que si Dios nos dice a nosotros, tu quieres eso, pero que tal si consideramos esto? Me siguen por dónde voy?
Usted se quiere identificar como un verdadero hijo, una verdadera hija de Dios? Podemos ser una de dos clases de hijos: los que queremos amoldar a papá a nuestros planes, o podemos ser el tipo de hijo que si papá nos jala y nos dice, vamos a hacer esto primero, que lo hagamos. No a regañadientes, pero con un corazón sensible, humilde, dispuesto, obediente.
Yo no sé, mis hermanos, pero yo me atrevo a decir, es más, lo voy a decir para mí, si yo me atrevo a creerle a Dios que cuando él quiere hacer eso en mi vida las cosas van a ir bien, yo estoy seguro que voy a ver cosas grandes.
En la misma forma me atrevo a decir, que si usted se atreve a creerle a Dios cuando él empieza a hacer eso con usted, usted también va a ver cosas grandes. Podrá sonar sencillo lo que estoy diciendo, mis hermanos, pero yo sé que no lo es. A nadie le gusta que lo muevan de un lado a otro. A nadie le gusta, pero si entendemos que Dios es nuestro Padre, y tal vez algunos de nosotros venimos con un trasfondo donde la imagen paterna es medio turbia, esa figura de autoridad como que la resistimos a veces. Pero si esa es la situación, con más intención todavía Dios quiere agarrarnos, movernos, moldearnos, disciplinarnos para que entonces nosotros podamos ver lo él quiere hacer en nosotros.
Así que, mis hermanos, yo sé que solamente yo soy un poco más jocoso, pero hoy no es el momento de ser jocoso. Porque lo que estoy diciendo tiene un peso, lo que estoy diciendo lo estoy diciendo con temor y temblor. Porque yo sé que lo que estoy diciendo no es nada fácil de hacer. Muchos menos en el tipo de sociedad en la cual nosotros vivimos, donde se nos anima y se nos motivo, y se nos instruya a que nosotros asumamos control de nuestras vidas. Lo que yo estoy diciendo es que nosotros soltemos ese control al trato de Dios.
Y ahí es donde viene ese aspecto de atrevernos a creer que lo que sea que él quiera hacer en nosotros, es mucho mejor de lo que nosotros podamos hacer, mucho mejor de lo que nosotros podamos decidir o pensar. Fantástico, hagan sus planes, planeen su vida, sean proactivos, tomen acción, por favor háganlo. No se queden ahí sentados entonces esperando a que Dios haga algo. No, no, no, tome acción, haga las cosas que está haciendo o que planea hacer, reconozca a Dios en todos su camino, y él se va a encargar de enderezar sus veredas.
A eso es a lo que se refiere lo que yo estoy diciendo. Usted reconoce a Dios en su camino, y cuando él endereza… imagínese esa acción de enderezar algo. Usted tiene algo que está todo virado, torcido, que doloroso sería ese proceso de ponerlo todo en su lugar.
Miren, hay veces, yo no sé si usted se ha dado cuenta, pero hay veces que yo me jorobo y mi espalda se va para el frente y yo sé que eso puede ser un peligro para mí. Si yo mismo cuando yo trato de enderezarme, que yo mismo siento el dolor en mis vértebras cuando se acomodan otra vez, cuán más doloroso sería el que otra persona lo haga por mí, con la fuerza que necesita para poderme enderezar.
Suena bien bonito ese proverbio, “reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus veredas.” Ese punto de Dios es doloroso. Pero miren, a través de ese dolor viene algo nuevo, algo bueno, porque entonces uno se siente más derecho, más firme para poder enfrentar cualquier cosa que venga.
Así que, mis hermanos y hermanas, yo los quiero dejar con esta palabra en esta noche. Sea cual sea la meta, los planes que usted tenga, sea cuales sean los retos, las dificultades que puedan llegar a su vida en este año 2011, miren, atrévase a creer. Atrévase a creer como dice el Señor Jesús, que lo que usted pida al Padre en el nombre de él, él lo va a hacer. Tal vez no lo haga a su tiempo, pero lo va a hacer.
Y reconózcalo en todos sus caminos, y cuando usted sienta el dolor de que lo están tirando en una dirección que usted no pensaba, suéltese y deje que el Señor lo enderece.
Vamos a ponernos de pie y vamos a orar. Padre, te doy las gracias, Señor Jesús, en esta bella noche, Señor Jesús. Cada vez que tenemos la oportunidad de exponernos a tu palabra, cada vez que tenemos la oportunidad de escuchar, Señor, lo que tu tienes para nosotros, es un privilegio, Dios. Yo lo considero como un privilegio. Y Padre, asimismo, yo tengo que reconocer que lo que tu pides de nosotros no es nada fácil, muchas veces, quieres darnos sí una vida abundante, una vida bendecida, pero también tiene sus procesos dolorosos.
Así que, Señor, yo te quiero pedir por cada uno de mis hermanos y hermanas, a medida que ellos continúan adentrándose a este nuevo año 2011, Señor, yo sí declaro tu cobertura, yo declaro tu protección sobre sus vidas, Señor, que tu los libres de todo mal, Padre, líbralos de todo mal. Que tu cuides su entrada y su salida, su acostarse y su levantarse, Señor, pero aún después de haber dicho esto, Señor, si llegaran esos momentos duros y difíciles en la manera que se puedan manifestar, sí sabemos que no podemos evitar las dificultades, Señor, nosotros podemos controlar todo lo que sucede a nuestro alrededor, podemos tratar de cuidar nuestra salud, pero eso no impide que podamos enfermarnos en algún momento.
Podemos tratar de guiar con precaución pero líbranos, tu Señor, un accidente puede ocurrir en cualquier momento. Podemos luchar por tener familias sólidas y estables, pero eso no impide que haya momentos de roces, de corajes, de molestias. Pero no quiero enfocarme tampoco en esas cosas negativas, Señor, quiero también resaltar todas las bendiciones con las cuales nos vamos a encontrar. Quiero resaltar también esos momentos donde vamos a ver tu mano moviéndose con poder, Señor, donde vamos a ver peticiones que sean concedidas, Señor. Donde vamos a ver puertas que se abran de par en par, Señor, que nosotros no tengamos ninguna otra opción que decir, guau, Señor, esto definitivamente eres tu que te estás moviendo aquí! eres tu el que me ha dado la fuerza para hacer esta riqueza, o para escribir todas estas cosas. No ha sido la fuerza de mi propia mano, sino que has sido tu, Señor, el que lo has hecho.
Así que, mi Dios, yo te ruego, Padre, que a lo largo de lo que va comenzando de este año 2011, Señor, yo te pido que tu fomentes en cada uno de mis hermanos y hermanas, ese sentido de fe que todos necesitamos, Señor, para atrevernos a creerte a ti de que tu te encargarás de proveer las cosas.
Señor, mira, yo me atrevo a decir que van a haber personas aquí que van a tener que tomar decisiones riesgosas, van a tener que tomar decisiones donde si se dejan llevar por lo que pueda suceder, nunca lo van a hacer. Pero Señor, van a tener que tomar esas decisiones como quieran. Algunos van a tener que cambiar de trabajo, algunos van a tener que cambiar de localidad, algunos van a tener que cambiar de formas de pensar y concebir esa idea es bien difícil, pero, Señor, aún en medio de esos riesgos, yo declaro, Señor, que tu estarás ahí, que tu responderás a las oraciones de tus hijos e hijas, Señor, y que tu no los vas a dejar caer en vergüenza, Señor Jesús.
Padre, cualquiera sea el caso, Señor, desde lidiar con una persona difícil en el ámbito de trabajo, hasta lidiar con un cónyuge o una persona nueva que vayamos a conocer, Señor, yo te pido, por gracia, por discernimiento, Señor, nuestras palabras, atrevernos a creerte a ti, Señor, de que tu puedes infundir en nuestras mentes esa gracias para saber cómo hablar, para no ser tan rápidos de juzgar a otros, Señor, sino que sepamos ver a las personas como tu los ves a ellos primero, Señor.
Oh, Dios, mira, ayúdanos a enfatizar esta enseñanza que tu nos das. Que antes de quitarla la pajita que pueda tener otra persona en su ojo, que siempre podamos quitarnos nosotros primero las vigas que tenemos en nuestros ojos para poder ver mejor, Señor.
Padre, yo bendigo a tus hijos e hijas, Señor, en esta noche. Yo les bendigo, Padre, yo declaro sobre ellos, sobre sus familias, sobre todo lo que ellos hacen, sobre todo lo que ellos poseen, Señor, yo declaro tu bendición, yo cancelo cualquier obra del enemigo, Señor, que trate de destruir lo que tu estás haciendo en sus vidas, Señor, yo lo cancelo en tu nombre, y yo declaro que todas las cosas obrarán para bien, Señor, para todos aquellos que te aman, Señor, y yo sé que aquí hay un grupo bien grande de personas que te aman, Señor.
Sea cual sea la forma que tu quieras usar para llamarnos la atención, para enderezar nuestros caminos, ayúdanos a tener esa sensibilidad de espíritu y de corazón para poderte obedecer y responder en la forma que tu quieres que respondamos. A ti te damos toda la gloria y todo el honor, Señor, llévanos con bien hasta nuestros hogares, bendícenos, Señor, danos un sueño tranquilo, reparador, mi Dios, para las energías de nuestro cuerpo y que mañana si así tu lo permites, Señor, podamos echarle mano a un día más y poder lograr las cosas que estén a nuestro alcance y si tu nos das la oportunidad de hacerlo algo más por otra persona, Señor, mira, que nuestro brazo no se estreche, no se acorte, sino que podamos extender nuestras manos y servir a aquellos a nuestro alrededor.
Bendecimos tu nombre en esta noche, Señor, en el nombre de Jesús. Amén.