Dice la palabra del Señor, Génesis, 22: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
“Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos, y volveremos a vosotros. Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo; y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos.
“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y le puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano, y tomó el cuchillo, para degollar a su hijo. Entonces el ángel del Jehová le dio voces del cielo, y dijo: Abraham, Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque yo conozco, ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único; entonces alzó Abraham sus ojos, y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero, trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham, y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
“Y llamó Abraham el nombre de aquel lugar, Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy: En el monte de Jehová será provisto. Y llamó el ángel de Jehová á Abraham segunda vez desde el cielo, Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y como la arena que está á la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos: En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.”
Bendiga el Señor su Santa Palabra. El domingo pasado comenzamos con el pasaje que yo considero el pasaje lema de estas meditaciones, Romanos 8, versículo 28 al 39. Y allí hicimos un recuento de unas ideas básicas que nos van a servir como trasfondo para estos estuDios que vamos a hacer, y el Apóstol Pablo, recordarán allí ustedes, es que dice, “y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan a bien. Esto es a los que conforme a su propósito son llamados.”
También el Apóstol Pablo dice, “¿quién nos separará del amor de Cristo?” Y enumera una serie de posibles dificultades que podría el cristiano encontrar, y a esa serie de dificultades podríamos añadir un sinnúmero de otras situaciones difíciles en las cuales nos podríamos encontrar. Nuestras vidas están continuamente retadas por todo tipo de situaciones negativas y siempre vamos a encontrar dificultades porque Cristo mismo decía, en el mundo hallaréis aflicción. Pero el Apóstol Pablo dijo, después de numerar esa serie de crisis en las cuales se puede encontrar un hijo de Dios, dijo, “antes, en todas estas cosas, somos más que vencedores.”
Y eso, yo quiero hermanos, que se plasme y se fije en nuestra sensibilidad. Vivimos en un mundo de aflicción y de dificultades pero tenemos un Dios mucho más poderoso, y por eso el Señor Jesucristo dijo, “en el mundo hallaréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo.” Y Cristo lo venció en la carne, Cristo lo venció en forma de hombre y él nos ha transferido su poderoso espíritu para también nosotros vencer al mundo en cualquier situación que nosotros podamos confrontar. Entonces, el domingo pasado establecimos que vivimos en un mundo de aflicción, que vivimos en un cosmos -en un universo caído, que anhela el día de su liberación dice el Apóstol Pablo.
Como nosotros también anhelamos vestirnos de la gloria que Dios tiene para nosotros, pero mientras estamos en este mundo tendremos que batallar con las condiciones negativas que confronta a todo ser humano, además de que tenemos un acusador y un atacante, un enemigo, que es Satanás y sus poderes tenebrosos que están también jurados en contra de nuestro bienestar. Y que van a hacer todo lo posible por deshacer nuestra vida. Pero, decíamos también que Dios ha provisto un plan detallado. Dios ha llamado, Dios ha tocado corazones, Dios promete preservar a aquellos que reciben el llamado de Él. Dios ha provisto a su hijo Jesucristo, que ha muerto y ha resucitado, y que ahora está a la diestra del padre -dice el Apóstol Pablo- y que intercede por nosotros.
Es un plan muy elaborado que Dios ha preparado con una estructura muy clara, cuya meta es preservarnos y redimirnos en toda situación posible, sea aquí en el mundo del tiempo y del espacio y de la historia, o en la era venidera de la eternidad. Pero, en toda posible circunstancia, el cristiano está completamente cubierto y seguro. Esa es la seguridad que tiene el hijo o la hija de Dios. Y, por lo tanto, podemos salir… la tercera verdad es esa, primera, un mundo en aflicción, segundo, un Dios que ha provisto un plan detallado, tercero, hombres y mujeres redimidos que podemos salir airosos de toda situación negativa, debido a ese amor feroz de Dios.
Romanos, 8, trae toda esas ideas en una forma teórica, hay unas declaraciones allí que el Apóstol Pablo hace. Pero ahora yo quisiera entrar en detalles y estudiar la vida de algunos hombres y mujeres en la escritura, y estudiar algunos textos que nos van a enseñar cómo esa declaración maravillosa y abarcadora del Apóstol Pablo se hacer real en condiciones específicas, en situaciones específicas, que confrontaron hombres y mujeres a través de la historia -como tú y como yo.
Ahora, no queremos quedar allí, simplemente un estudio histórico de lo que pasó a hombres y mujeres hace 2,000-3,000 años. Sino que la clave está en que lo que Dios hizo para aquéllos también lo va a hacer para nosotros. Y que al nosotros estudiar las situaciones que ellos confrontaron, nosotros podemos extraer de ese estudio, verdades y principios fundamentales que podemos usar como leyes espirituales que van a regir nuestra vida en toda situación en la cual nosotros nos podemos encontrar. Porque para eso estudiamos la Biblia. No es simplemente para llenarnos de teoría, sino es para extraer de ella esos principios eternos que se aplican a través de toda la historia. La Palabra del Señor dice, Jesucristo es el mismo ayer, hoy, por todos los siglos.
La metodología de Dios para bregar con la humanidad es la misma, sea en el Génesis, sea en el Apocalipsis. Y, nosotros simplemente queremos anclarnos y meternos en esos principios universales que rigen la vida de la humanidad a través de toda la historia y por eso es que yo quiero entrar en ese detalle y ver esas ideas cómo se concretizan.
Hay dos cosas que tenemos que tener en mente hermanos, tenemos que tener a Dios por una parte y al individuo por otra, porque esto es una combinación. Son como dos pedazos de una moneda que al unirlos hacen una totalidad. Dios tienen propósitos para nuestras vidas, Dios tiene planes. Dios tiene una metodología, una forma de Él obrar y Él ha garantizado la victoria en toda situación que nosotros podamos confrontar. Pero la cosa no se queda allí, porque nosotros no somos elementos pasivos. Yo no soy un parásito que Dios simplemente hace lo que quiere con él y no tiene valor, no tiene nada que aportar al trato de Dios con la humanidad.
No, Dios me ve a mí como un ser –y a ti también,– como un ser, como un individuo, como una entidad… libre y el propósito de Dios tiene que unirse a la fe tuya y a la reacción tuya y a la actitud tuya para que ese propósito divino de Dios pueda entonces realizarse en tu vida. De nada le sirve a Dios tener grandes propósitos para ti y buena voluntad y buenos deseos y buenos planes si tú no activas esa buena mente de Dios por medio de tu fe y de tu conocimiento de la palabra de Dios.
Yo creo que en el mundo hay millones y millones de gente que Dios quiere bendecir, Dios quiere prosperar y que Dios quiere hacer de ellos grandes triunfadores, pero, su fe no les da. Y entonces Dios envía sus rayos de bendición, pero cuando llegan los rayos no hay nadie para recibirlos. Y, entonces tenemos que meditar cómo nosotros jugamos un papel importante para que las bendiciones de Dios se cumplan en nuestras vidas. Y, Abraham es un ejemplo de esa dinámica de Dios teniendo motivos y propósitos firmes y del hombre que por fe se afirma y cree en lo que Dios tiene y entonces puede pasar la prueba exitosamente.
Vendrán pruebas a nuestras vidas como en el caso de Abraham. En este caso la aflicción viene a Abraham de una fuente totalmente inesperada, de Dios mismo. Abraham a los 75 años recibe la promesa de parte de Dios de que va a tener un hijo, hasta entonces su esposa Sara había sido estéril. A los 75 años, ya un anciano, Dios le dice, yo te voy a dar un hijo. Y la descendencia tuya que va a venir a través de ese hijo va a ser más numerosa que las estrellas del cielo y más que las arenas del mar.
En otra ocasión, le dice. Y a los 75 años, Abraham recibe esa promesa, y a los 100 años la promesa se cumple -25 años después de recibir la promesa. Unos 20, 25 años después Dios le dice a Abraham, “Abraham… ahora…,” esencialmente lo que está diciendo es, esa promesa que yo te hice, anúlala… olvídate de ella y ese hijo precioso que tú has acurrucado durante tantos años y que tu esperanza de descendencia está toda vertida en ese hijo. Y todas las promesas que yo te hecho… olvídate de eso, echa todo eso a la basura, y coge a tu hijo y sacrifícamelo, mátalo. Tú mismo coge un cuchillo y degüéllalo, y Dios ni si quiera tiene la delicadeza ni la cortesía de decirle a Abraham ni siquiera donde tiene que sacrificar a su hijo, sino que le dice, en el lugar que yo te diré, y cuando yo te diga que lo hagas.
Entonces, lo pone allí a cocerse a fuego lento en su propio jugo y lo envía para que pueda buscar el sitio donde tiene que sacrificar a su hijo. En este caso, Abraham tiene por lo menos la ventaja de saber que la crisis viene de parte de Dios. Pero muchos de nosotros padecemos y no sabemos de dónde viene la crisis. A veces nos preguntamos, será que Dios está molesto conmigo, será que Dios me está castigando, será que Dios me está preparando para algo… será que Satanás… usted sabe que en la Iglesia de Jesucristo hay mucha confusión, hay muchas gente que cree que las cosas malas que pasan en su vida solamente viene de Satanás. Y todo se lo achacan a Satanás, Satanás, Satanás.
Pero, hermanos, ¿sabe usted que muchas veces Dios puede mandar aflicción a su vida en una forma soberana? ¿Que Dios puede a través de una voluntad inescrutable hacer que vengan situaciones difíciles en tu vida? La palabra de Dios lo dice así, pero muchas veces nosotros vivimos en agonía preguntándonos, ¿qué propósito tendrá Esto, de dónde vendrá? ¿Qué puedo yo hacer para enfrentar esta crisis por la cual yo estoy pasando?
Pero yo quiero subrayar una de las posibles fuentes y en otras ocasiones veremos otras posibilidades. En este caso, y en muchas ocasiones de nuestra vida, Dios, va a estar probándonos y trabajando con nosotros a través de la aflicción. Váyase a las Lamentaciones, capítulo 3, y usted verá allí que a veces Dios podría ser como cruel, uno podría decir, en su forma de traer aflicción a nuestras vidas.
Mire cómo Jeremías, el profeta Jeremías, ve una crisis por la cual él está pasando, dice en el capítulo 3, “yo soy el hombre que ha visto aflicción, bajo el látigo de su enojo. Me guió y me llevó en tinieblas y no en luz. Ciertamente contra mí volvió y revolvió su mano todo el día.” Dice más adelante, en el versículo 10, fue para mí, “como oso que acecha, como león en escondrijos. Torció mis caminos y me despedazó; me dejó desolado. Entesó su arco y me puso como blanco para la saeta. Hizo entrar en mis entrañas las saetas de su aljaba. Fui escarnio de todo mi pueblo, burla de ellos todos los días. Me llenó de amarguras, me embriagó de ajenjos. Mis dientes quebró con cascajo, me cubrió de ceniza. Y mi alma se alejó de la paz, me olvidé del bien.”
Así es como ese hombre visualiza la obra de Dios de prueba y de aflicción en su vida. Hermanos, yo creo que tenemos que entender, tenemos que ser un pueblo entendido y saber que no todas las situaciones que vamos a pasar negativas en nuestra vida vienen necesariamente de Satanás. Muchas veces Dios va a tener un propósito en esa aflicción y en esa crisis y en esa dificultad que tú estás pasando. Nosotros los evangélicos somos los que siempre estamos pidiendo disculpas por Dios, tratando de cubrir a Dios y defenderlo cuando Él no necesita ser defendido. La palabra de Dios es bien claro que muchas veces Dios se da sí, la libertad, de entrarnos en períodos de aflicción y vamos a ver por qué y para qué.
En ese mismo capítulo de Lamentaciones, capítulo 3, versículo 37 y 38, dice el profeta, “¿Quién será aquel que diga, que sucedió algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y bueno?” Ahora, hermanos, aquí quiero aclarar algo. Si Dios permite que permite aflicción y sufrimiento y prueba a tu vida es porque Dios tiene un propósito positivo en eso. Recuerda eso siempre. Satanás nos tienta para hacernos caer y para destruirnos, para matar, robar y destruir como dice Jesucristo. Dios nos prueba para fortalecernos y edificarnos y purificarnos y llenarnos de bendición, y pasamos la prueba con integridad cristiana. Esa es la diferencia.
Cuando Dios nos prueba él tiene un propósito hermoso en nuestras vidas y generalmente Dios se estará dirigiendo su acción de aflicción hacia algún área de debilidad y de necesidad en nuestra vida espiritual o física, en algún área que nosotros a veces no entendemos pero Dios nos va a meter en el horno de la prueba para extraer esas impurezas de nuestro carácter, de nuestra mente, de nuestro ser para que podamos ser felices y vivir vidas productivas. Para apertrechar los muros caídos en nuestro ser.
Entonces, en ese caso, la aflicción por la cual Dios nos pasa, esa realidad es una bendición en disfraz. Es una bendición encubierta que viene en una envoltura un poco amarga pero su interior es dulce como la miel. Busquemos en Primera de Pedro, después del libro de los Hebreos y Santiago, en una de esas pequeñas epístolas pero ricas en enseñanzas, la primera epístola de Pedro, versículo del 3 al 7.
En los versículos 3, 4 y 5, Pedro habla de todas las bendiciones, dice que Dios nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos. Entonces, dice en el versículo 6, “en todo lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo…” -dice- “si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, ¿usted ve? Es necesario que ustedes tienen que ser afligidos en diversas pruebas en lo que esperan la realización de esas promesas eternas que Dios ha dado. “Está bien,” -dice,- “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro el cual, aunque perecedero se prueba con fuego, esa fe de ustedes sea hallada en alabanza, gloria y honra, cuando sea manifestado Jesucristo.”
¿Usted ve? El Apóstol Pedro aquí está diciendo que una de las razones por las cuales Dios a veces nos prueba y nos mete en situaciones difíciles es para que un día, ya en la eternidad; cuando el Reino de Dios sea manifestado y el pueblo de Dios se reúna, y los Principados y las Potestades y los impíos y los justos, estén todos reunidos allí ante el trono de Dios; allí la obra de los Santos aquí en la tierra que padecieron en fe, y que salieron victoriosos de las pruebas a cuales Dios los sometió, sea encontrada en alabanza para Cristo Jesús.
Y en Gloria también para nosotros que nos sentiremos orgullosos de que padecimos como hombres y mujeres de Dios. Pero cuando Dios nos prueba, hermanos, es siempre porque tiene un propósito sublime. Y entonces por eso podemos entender lo que Pablo dice en Romanos, 8: 28, porque a los que Dios aman todas las cosas ayudan para bien, aún las situaciones de prueba. Porque en esas cosas de aflicción, Dios o está Él mismo soberanamente trayendo la aflicción o permitiendo que venga la aflicción para un propósito positivo en nuestras vidas.
Miren la aflicción de Abraham, era una aflicción terrible -muy, muy difícil. Primero, su descendencia biológica, de momento, se le está pidiendo que él mismo la destruya. En segundo, su descendencia espiritual. Dios le había dicho que él iba a ser padre de una nación inmensa y que a través de él, Él bendeciría a mucha gente. Y Abraham ya se veía como un patriarca espiritual de una nación grande y poderosa, y a hora Dios le pide que eche eso también a la basura. En tercer lugar, su imagen misma de Dios como un Dios justo, como un Dios de amor, un Dios coherente en sus propósitos se ve destruida porque Dios que le ha dado su hijo, ahora arbitrariamente como un dictador, como un déspota, le dice que destruya a su hijo.
La imagen de Dios… -y muchas veces, hermanos, cuando estamos pasando dificultades, lo que más agonía trae a nuestras vidas es esa duda que viene a nuestro corazón. ¿Será Dios tan bueno y tan fiel y tan justo y tan coherente en sus propósitos, como dice la Biblia? Esas promesas que yo creía que eran tan inconmovibles, verdaderamente podré yo creer en ellas y tendré yo verdaderamente que alabar a Dios en la forma en que lo hago si Dios ahora mismo se muestra como un Dios inconsistente. Mira lo que estoy pasando, mira lo que estoy sufriendo, ¿dónde está Dios?
Y eso a veces nos causa una agonía terrible, a veces más grande que las agonías de la prueba por la cual estamos pasando. Cuantos de nosotros hemos pedido, 'Señor, sáname.' Y pasan los día, y no viene la sanidad, y entonces comenzamos a dudar. ¿Será Dios verdaderamente un Dios sanador como dice la Palabra? Se lee eso, ¿no me han enseñado en la iglesia que Él así es? Y esa agonía…
Y aquí vemos a Abraham, que Dios está metiendo en cuestión, su propia justicia y su propio amor, y su propia coherencia. Y sobre todo el dolor terrible de él tener que sacrificar su propio hijo, y todas estas cosas del padecimiento de Abraham –algo terrible. Y así podemos nosotros encontrarnos muchas veces, en tiempos de grandes pruebas. En que somos atacados en un área central de nuestra vida, puede ser en nuestro hogar, nuestros matrimonios o un hijo rebelde, o en ese trabajo que habíamos anticipado que nos íbamos a quedar allí toda nuestra vida hasta que nos retiráramos y de momento nos dicen que se acabó el trabajo.
Y hay áreas así, a veces clave en nuestras vidas, que pasamos por situaciones de crisis. Y hay veces que en esos momentos las promesas de Dios para nosotros parecen decaer, quizá hemos recibido una seguridad del Señor de que nuestros hijos serán siervos del Señor y de momento vemos que todo eso comienza a desmoronarse y la fidelidad de Dios parece que comienza a sufrir ante nuestros ojos. Y, aún así, Dios pide que seamos obedientes y que sigamos sirviéndole y alabándole.
Yo creo que nos podemos identificar todos con ese padecimiento de Abraham. Ahora, ¿qué transforma, qué es lo que hace posible que esa crisis terrible que está confrontando Abraham termine en una nota de victoria y una nota positiva? ¿Qué permite que se cumpla esa declaración futura, en el caso de Abraham? De Romanos 8:28, “a los que Dios aman todas las cosas ayudan para bien.”
Vamos a ver dos perspectivas. Desde la perspectiva de Dios y desde la perspectiva del hombre, Abraham. Deuteronomio, capítulo 8, que allí usted encontrará algunas ideas. Mire cómo Dios está obrando en el pueblo de Israel para probarlo, y cómo Dios tenía propósitos para esa prueba por la cual estaba pasando Abraham. Y aquí en Deuteronomio, capítulo 8, versículos del 2 al 5, yo veo por lo menos 5 cosas que Dios estuvo tratando de bregar con el pueblo de Israel con las cuales muchas veces brega con nosotros también a través de la prueba.
Dice, Deuteronomio 2, “Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová, tu Dios, estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.”
Y dice aquí en Deuteronomio, y “Te afligió, te hizo pasar hambre y te sustentó con maná…” Mire más adelante, vamos al versículo 2 mismo. Allí vemos dos cosas por las cuales Dios probó al pueblo de Israel en el desierto.
Dice, para afligirlo, para probarlo y para saber lo que había en su corazón. Y más adelante en el versículo 3 dice, y “Te afligió, te hizo pasar hambre y te sustentó con maná, comida que ni tú ni tus padres habían conocido, …” Y aquí está la cuarta cosa, “… para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.” Y entonces en el versículo 5, dice, “Reconoce asimismo en tu corazón, que, como castiga el hombre a su hijo, así Jehová, tu Dios, te castiga.” Una quinta cosa.
Ven ustedes, hermanos, probando a Israel para que ciertas verdades y ciertos procesos se dieran en la sensibilidad del pueblo de Israel. Dios de nuevo, subrayamos, está probando a Abraham pero con un propósito positivo para traer ciertas cosas a la luz. Yo creo que Dios quería sacar a la luz lo que había en el corazón de Abraham, quizás
Abraham había idolatrado a Isaac y había echo de Isaac un ídolo porque era su esperanza.
Y Dios quería que Abraham se hiciera consciente de que Dios tenía que ser lo primordial en su vida. Y Él quería llevar a Abraham a ese punto de crisis en que Abraham estuviera dispuesto inclusive a sacrificar a su propio hijo para que Dios fuera el único digno de alabanza y adoración que Abraham podía tener.
Hola, Dios te bendiga, te habla el Pastor Roberto Miranda. Gracias por escuchar nuestros mensajes y nos da mucho gozo saber que este programa está siendo de bendición para tu vida. Quiero dejarte con las palabras de bendición de Moisés al pueblo de Israel, “Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer su rostro delante de ti y tenga misericordia. Jehová alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz.” Es un privilegio para mí ser parte de tu vida, espero que sigas sintonizado a nuestro programa “Una Cita con Cristo.” Te bendigo en el nombre de Jesús.
Y cuántas veces nosotros hemos endiosado sin darnos cuenta, a un hijo a un novio, a una novia, a una esposa, un trabajo, una carrera, nuestra salud física, la cuenta de banco o algo en particular y no nos damos cuenta que hemos puesto eso por encima de todo lo demás. O, ¿cuántas veces en nuestra vida de servicio cristiano el orgullo ha crecido en nuestro corazón? Y estamos tan confiados en nuestros dones, tan seguros de lo que estamos haciendo que nos olvidamos de quién ha hecho posible ese trabajo; y Dios, entonces, permite que pasemos por crisis, situaciones difíciles, para que esas cosas se hagan luz a nuestra conciencia, porque Dios no necesita saberlas, Él ya las sabe.
Si nos prueba es precisamente para que esas cosas surjan, para disciplinarnos, para fortalecernos, para obligarnos a entrar en nuevas dimensiones de poder y todo esto Dios lo está usando en la vida de Abraham, Dios quería destronar yo creo el ídolo de Isaac en la vida de Abraham.
Mire lo que dice, Primera de Pedro, otra vez –capítulo 5. Porque Pedro habla mucho acerca de la prueba. Capítulo 5, versículo 10. Dice, “mas el Dios de toda gracia...” Aunque usted no lo pueda buscar… y lo pueda buscar mejor todavía, escúcheme, “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que halláis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.”
Mire todas las cosas, los buenos propósitos que Dis tiene para nosotros. Después que hemos padecido y hemos pasado por la prueba, Dios tiene propósitos, y aún a través de la prueba, de perfeccionarnos, de afirmarnos, de fortalecernos y de establecernos. Dios quería hacer de Abraham un hombre más fuerte todavía, un hombre más conciente, más lúcido en términos de por qué él servía al Señor.
El plan que Dios tenía para Abraham era un plan grande y por lo tanto Dios tenía que cavar hondo en la vida de Abraham para él poder establecer ese edificio grande y alto que Dios quería establecer en la vida de él. Es decir, esos son los propósitos que Dios tiene, recuerda siempre que Dios nunca te va a hacer pasar por más de lo que tú puedes soportar. Dios va a estar en control, Dios va a estar allí calibrando y midiendo las fuerzas negativas que van a entrar en tu vida; y Él va a traer quizás unos venenos en pequeñas cantidades para inocularte y hacerte fuerte contra ellos. El diablo querrá matarte con esos venenos, pero Dios te los dará en pequeñas cantidades y controlados por su amor y por su poder y su sabiduría para que tú te hagas fuerte y para que tú puedas ser entonces un siervo más útil al Señor.
Pero todo eso va a requerir que tú estés claro en que Dios está en control de ese proceso y que su propósito es bueno y que tú debes por fe aceptar eso. Dice el Apóstol Santiago, “hermanos míos, tened por puro gozo cuando os halléis en diversas pruebas, porque las pruebas de vuestra fe produce paciencia.” Entonces, en todo momento Dios va a estar calibrando eso y trabajando aunque tú no lo puedas ver pero en tu mente tú tienes que entender que Dios está trabajando por uno de tantas diferentes razones positivas que Él quiere traer a tu vida. Recuerda eso y eso te va a permitir, entonces, pasar la prueba con mayor fortaleza y salir victorioso.
Ahora, miremos del otro lado a Abraham, cómo Abraham funciona y trabaja en esta prueba porque de nada hubiera servido que Dios tuviera ese buen propósito de purificar a Abraham y de confrontarlo acerca de ciertas cosas y de darnos a nosotros un ejemplo de fe que durara por todos los siglos. Abraham asume una postura y un comportamiento que tú y yo podemos emular.
Yo tengo aquí unos principios que quiero dejar con ustedes. Lo primero que Abraham hace es que en todo momento, Abraham muestra sujeción y obediencia. Y nosotros, hermanos, cuando estamos pasando por la aflicción y por la prueba debemos mostrar esa sujeción a la voluntad divina. Abraham fue un hombre que siempre, a través de su vida, cuando Dios le pidió que hiciera cosas raras y escandalosas, dijo, ‘Señor, estoy disponible.’ Cuando él en Urd, de los caldeos, Dios los sacó de allí, de toda su prosperidad, le dijo, ‘Abraham, vete de tu tierra y tu parentela, una tierra que yo te diré.’ Abraham dijo, ‘Amén, Señor, me voy si eso es lo que tú quieres.’
Y Abraham cogió a su familia y sus pertenencias y se fue sin saber ni siquiera a dónde iba. Y ahora aquí Dios le dice, ‘Abraham.’ Y, ¿qué responde Abraham? Heme aquí. Y cuando Dios le asigna su tarea terrible, Abraham simplemente obedece; y esa expresión es un símbolo de esa postura de obediencia de Abraham, que no le pregunta a Dios, ¿cómo te atreves si yo te he servido? ¿Por qué me pasa esto a mí? Sino que simplemente dice, ‘Señor, hágase tu voluntad, yo estoy a tu disposición.’
Cuando el Ángel le dice a María -soltera, virgen por casarse-, María tú vas a quedar en cinta, y no le puedes decir a nadie lo que hay allí porque no te van a creer quizás. Y María enseguida habrá pensado en José, ‘¿qué pensará mi marido y qué pensará mi familia y qué pensará mi comunidad? Yo saliendo en cinta sin haber conocido varón.’ Pero, ¿qué le dice María al Ángel que anuncia que ella va a ser la portadora del hijo de Dios? María simplemente dicen en el capítulo 1, versículo 38, “hágase conmigo conforme a tu palabra, he aquí la sierva del Señor.”
Hermanos, y eso es lo que Dios quiere de nosotros, -si estamos pasando por pruebas- a mí no me gusta pasar por pruebas ni a ti tampoco. Pero si tú tienes que pasar por dificultades en tu vida, baja tu cabeza y di, ‘Señor, yo estoy abierto a lo que Tú tengas, yo no sé por qué Tú estás trayendo esto a mi vida, pero yo me someto bajo Tu mano poderosa. Y yo voy a dejar que Tú cumplas Tu propósito en nuestras vidas.’
¿Qué es lo que hace mucha gente cuando pasa por pruebas y situaciones difíciles? Lo que hacemos es que nos endurecemos, rebelamos o calladamente -tan calladamente que aún a veces ni nuestro propio ser lo sabe-, hacemos una promesa de que después de que pasemos de eso y ya salgamos, no vamos a servir más al Señor. Y yo digo muchas veces que yo me preocupo más por los hermanos y las hermanas cuando yo los veo pasando pruebas, no tanto en el momento que están pasando por ellas sino que después que salieron de la prueba porque muchas veces se queda en ellos un sentido de fracaso y de abandono, que después pasan las semanas y entonces decae su ánimo y decae su celo para con el Señor, porque como que secretamente se están diciendo Dios me falló en el momento de mi prueba.
Y entonces nos rebelamos y lo que Dios quiere que hagamos entonces es que digamos, ‘Señor, cúmplase Tu propósito y Tu voluntad. Yo voy a mover mejor los hombros para que Tu voluntad se establezca sobre mi vida. Haz de mí como Tú quieras, Señor.’ Eso no quiere decir que tú no le pidas que te saque de la prueba, mi hermano, entiende bien. Esto no quiere decir que tú no traigas día y día, queremos señalar eso, día y día lo que tú deseas en tu corazón.
Pero como Jesucristo tiene que decir, ‘Padre, pasa de mí esta copa pero no se haga mi voluntad sino la Tuya’. Tú puedes pelear como un centurión para que Dios bendiga tu vida y quite esa prueba de ti, tú puedes orar y puedes ayunar y puedes pedir, pero tienes que reservar un espacio para que el propósito de Dios se cumpla en tu vida. El Apóstol Pablo le pidió a Dios tres veces que le quitara su aguijón, y ¿qué le dijo el Señor Jesucristo tres veces? ‘Bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad.’ Y ¿qué dijo Pablo? ‘Bueno, Señor, si eso es lo que Tú quieres entonces me gozaré en mis debilidades, porque cuando soy débil entonces soy fuerte.’
Porque habrá momentos, hermanos, que tendremos simplemente como Abraham decía, ‘heme aquí Señor, ponme sobre el altar y haz de mí como Tú quieras.’ Y muchas veces, hermanos, cuando llegamos a ese momento de crisis y de entrega al señor, será el momento en que la liberación vendrá inmediatamente. No hay oración más poderosa que podemos decir al Señor, que decirle, ‘Padre, yo estoy aquí, sea lo que sea, llueve, truene o ventee, yo te voy a servir, yo voy a seguir adelante.’
Y cuando tú te prometes eso y haces ese propósito firme, Dios no se cansa de bendecirte y de fortalecerte y de darte más y más de su gracia. En segundo lugar, yo veo a Abraham mostrando una buena disposición durante la prueba. No solamente obedece, no solamente se pone como un mártir, que, ‘okay, bueno, si no tengo más nada que hacer, pues bien, ¿qué más me queda? Voy a tener que degollar al pobre muchacho.’ Sino que Abraham dice, en el versículo 3, ‘Abraham se levantó muy de mañana.’ Yo trataría de levantarme a las 11 o a las 12 y quizás ya para entonces a Dios se le ha olvidado lo que me pidió.
Pero, Abraham madruga, Abraham se levanta de mañana, dice, y enalbardó su asno. Usted puede imaginarse a Abraham levantándose de madrugada, tomándose su café y de una vez como una hormiguita comenzando a hacer los preparativos para irse. Porque el Señor le ha pedido algo y él tiene que hacerlo, “enalbardó a su asno, tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.”
Me recuerda de Jesucristo cuando dice la Biblia que iba a Jerusalén en el frente de sus discípulos, y él sabía a lo que iba a Jerusalén, iba a ser crucificado. Hermanos, los verdaderos hijos de Dios cuando pasan por la prueba, no se hacen los mártires, sino que entonces se ciñen el lomo y dicen, ‘Señor, te voy a servir más que nunca, hasta que tú me quites esta prueba de encima.’
¿Qué dice Primera de Pedro, 4:19? Dice, “de modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel creador…’ Y, ¿qué? ¿Échense a morir? ¡No! Dice que, “hagan el bien.” Hermanos, el tiempo más difícil para tú hacer el bien y para tú glorificar al Señor y para tú mostrar una cara alegre, y para tú hacer obras que glorifiquen a Dios e interceder por otros, es cuando tú estás preocupado por tus propias cargas y tus propias necesidades.
Pero en esos tiempos, Dios espera que tú seas más que obediente, que tú seas de buena voluntad y dispuesto para todo lo que Dios te necesita. Muchos de nosotros cuando estamos pasando por la prueba, es el tiempo en que dejamos de orar, dejamos de leer la Biblia, dejamos de ir a la iglesia, dejamos de buscar del Señor, dejamos de testificar, dejamos de interceder por otros; y eso es exactamente lo que el diablo quiere para que nos deprimamos más, para que caigamos más hondo en el hoyo de la depresión y para que dejemos de ver el rostro de Dios y de recordar las promesas de Dios.
Hermanos, cuando estamos pasando por la prueba, es cuando más dispuesto debemos estar a dar prueba de ser soldados de Jesucristo. Y es cuando más debemos, entonces, llenar nuestra vida espiritual de fortaleza y de vitaminas y de buscar más el rostro de Dios y por fe confesar las bendiciones y la grandeza y la fidelidad de Dios. Y si usted quiere, como una acción contra Satanás y contra la prueba misma, ore por otros hermanos, porque usted no querrá… lo que usted querrá hacer es centrarse en su propia necesidad y en su propia carencia y olvidarse de los demás. Después de todo no tiene usted derecho de preocuparse por usted mismo. En ese tiempo como disciplina debe buscar orar por otros, por la necesidad de otros.
Y es una forma de usted profética de combatir la adversidad y decirle, ‘Señor, aún en la prueba yo te sirvo, y aún en la prueba yo confieso que Tú eres grande y eres poderoso.’ Por eso es que tanto Pedro como Santiago hablan de tener por sumo gozo, de gozarnos en las pruebas, de gozarnos en las aflicciones, Primera de Pedro, 4: 12-14. “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.”
Dice aquí, “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.” Hermanos, eso es razón para usted por fe erguirse y trabajar y servir al Señor y buscar más de la gloria de Dios en su vida y mostrar una buena cara por fe, porque sus emociones los van a traicionar.
Dice Cristo que el espíritu siempre está dispuesto pero la carne es débil. Y usted tiene que escuchar lo que su espíritu está sintiendo y está diciendo. Usted tiene que decirse, ‘sí, pero yo sé que dice la palabra que si yo padezco por la voluntad de Dios el glorioso espíritu de Cristo está reposándose sobre mí más que nunca.’ Y usted encuentra en eso razón para seguir adelante. En tercer lugar, hemos mencionado ya primero sumisión y obediencia. En segundo lugar hemos hablado de una buena disposición y en tercer lugar quiero señalar la paciencia.
Dice Abraham que al tercer día… dice en el versículo 4, que “al tercer día alzó Abraham sus ojos y vio el lugar de lejos.” Hermanos, ¿qué le parece a usted pasar tres días y tres noches, usted sabiendo que le espera el sacrificio de su hijo que usted mismo va a tener que meterle puñalada o degollarle el cuello? Tres días. Y a veces para un examen de manejar perdemos el sueño. Tres días, Abraham allí con esa angustia, con esa agonía que él sabía lo que le estaba esperando y no hay respuesta de parte de Dios ni nada que supiera que Dios se va a olvidar de lo que le ha pedido que haga.
Yo quiero decir, hermanos, que la prueba en nuestra vida puede durar poco tiempo o puede durar mucho tiempo. Pero, en todo lo que dure, nosotros tenemos que confiar en que Dios no nos dejará ni nos desamparará. Job, ¿cuántos años habrá pasado? No estamos seguros. Podemos leer el libro de Job en un par de horas, pero Job pasó años, habiendo perdido hijos, habiendo perdido riqueza, habiendo perdido prestigio, habiendo perdido su salud física, su matrimonio estaba deshecho, sus amigos lo acusaron y sobre todo ese Dios en el cual él confiaba y creía, había desaparecido del escenario.
Y Job allí solamente podía decir, ‘yo sé que mi redentor vive. Yo confiaré en Él y aunque esté muerto mis ojos le verán,’ dice Job. Y nosotros tenemos que tener esa paciencia, yo quiero decir algo, inclusive, hermanos. Yo no me atrevo a decirle muchas veces a todo el mundo, mira esa prueba por la cual tú estás pasando, un día va a desaparecer. Yo no me atrevo en ocasiones a hacer esa declaración. Porque yo quiero decir en que habrá ocasiones en que Dios traerá cambios a tu vida, tan radicales que serán dolorosos, muy dolorosos, pero serán cambios permanentes. Pero, ¿sabes qué? Que yo creo, sí puedo asegurar una cosa, y es que si tú por fe eres paciente y permaneces pegado del Señor, con el paso del tiempo tú verás y podrás entender que Dios ha tenido un propósito sublime en ese cambio radical y trágico que has experimentado.
¿Cuántas ocasiones nosotros hemos pasado por situaciones y decíamos ya se acabó mi mundo? Imposible yo poder resistir esto más de un día o dos días. Y después pasa el tiempo y hemos descubierto que lo que pensábamos era una maldición fue una tremenda bendición para nuestras vidas. Ese hombre o esa mujer que nosotros idolatrábamos y amábamos y creíamos que el sol salía a través de sus ojos, un día nos es quitado y nosotros pensamos no vamos a poder vivir más, pero después con el paso de los años entendemos que esa no era la persona para nosotros, que nos hubiera causado tremenda tragedia.
Ese trabajo que nosotros idolatrábamos, un día descubrimos que a través de la pérdida de ese trabajo fue que Dios usó para que viniéramos a los caminos del Señor. Ayer mismo hablaba con un hermano en el desayuno y le preguntaba cómo fue que llegó a conocer al Señor Jesucristo. Este hombre había padecido de dolores, una enfermedad de la espalda durante muchos años, dice, tan grande que se retorcía cuando lo padecía. Y fue a una campaña de Guille Ávila, allí fue sanado total y completamente, y entonces, ahora ese dolor de tantos años se ha convertido en la forma en que él fue a los caminos de Dios.
Si no hubiera padecido ese dolor, quizás no estaría en los caminos del Señor. Y, ¿cuántos de ustedes aquí pueden asentir conmigo que su manera de llegar a los caminos del señor fue a través de una dificultad, un padecimiento bien grande? Y, ¿no le da usted gracias al Señor por ese padecimiento? Claro que sí. Entonces, muchas veces Dios no quitará la prueba y el costo que esto pagará será un costo permanente, pero aún allí tú vas a ver la gloria de Dios manifestada.
Pero, tenemos simplemente que con paciencia mantener y decir, ‘Señor, día y día, yo vendré delante de Ti. Quita de mí esta carga. Pasa de mí esta copa y todos los días lo haré, pero mientras tanto cúmplase tu voluntad. Yo no voy a maldecirte, yo no voy a renegar de Ti, yo no le voy a envenenar la vida a mis seres queridos ni a mis amigos, yo voy a dar prueba de que tengo un Dios fiel, un Dios firme en su propósito.’
En cuarto lugar, hay algo muy importante, hermanos, que yo quiero dejar con ustedes, acerca de cómo pasar la prueba victoriosamente. Y esto es algo que puede ser controversial, hay que matizarlo. Pero, mire lo que dice Abraham en el versículo 5. “Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperaos aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos, y…” ¿qué? Y, “volveremos a vosotros.”
“Yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos, y volveremos…” –en plural– “… a vosotros.” ¿Qué está diciendo Abraham? Que él por fe sabe que Dios de alguna manera va a permitir que su hijo sea regresado a él vivo. Y el Apóstol Pablo, cientos de años después dice que Abraham sabía que Dios era fiel aún para levantarlo de entre los muertos, si tenía que hacerlo, y por eso dijo, ‘iremos y volveremos con vosotros.’
Y, ahora yo creo que cuando Abraham dijo eso, no es como si él estaba en la luna, ya contento y feliz. Él está diciendo eso con agonía en su corazón, con duda, hay una lucha en su pecho que se está debatiendo. ‘¿Qué pasará, Señor, cómo tú me vas a sacar de este aprieto?’ Y por otra parte, todo indica que sí, que va a tener que continuar y él ya está dispuesto, lo vemos allí, para enterrar el puñal en el cuerpo de su hijo cuando el Ángel lo detiene.
Es decir que, Abraham está allí haciendo una confesión que él mismo no está seguro de que se va a cumplir y él no sabe ni siquiera cómo se va a cumplir. Pero está confesando con su boca una realidad que él quiere ver realizada por fe. Y déjenme decirles, hermanos, la boca es una cosa muy poderosa. Confesamos que Dios levantó a Cristo de los muertos, y creemos en nuestro corazón será salvo. Se dice que con el corazón se cree para justicia y con la boca se confiesa para salvación.
El Apóstol Santiago dice que la lengua es la cosa más poderosa que existe en el mundo. Se pueden domar caballos poderosos, una nave grandísima se puede manejar con un pequeño timón, pero nadie puede dominar ese pequeño órgano que se llama lengua. Con la boca se han comenzado guerras, se han matado gentes, se han destruido naciones y familias y matrimonios. Pero, esa boca también puede ser usada para que la verdad y el poder de Dios sea manifestado en nuestra vida.
Si nosotros por fe declaramos y confesamos y expresamos que Dios es fiel aún cuando no lo sentimos –yo quiero aclarar algo aquí, hermanos. Hay confesión positiva, que puede ser neurótica y mecánica, yo no me refiero… hay una confesión positiva que es simplemente como la cotorra, habla y dice cosas sin que esté unida a una experiencia de fe, a un proceso de convicción de qué es lo que uno está haciendo. Hay mucha gente que habla positivamente y usted siente que detrás de eso hay como algo compulsivo y psicológico, y yo no me refiero a eso.
Yo me refiero a aquel hombre, aquella mujer, que ha meditado en la profundidad y en los misterios de cómo Dios obra y que sabe lo que es el mover de fe y que aunque reconoce la situación por la cual está pasando, aún así, por un acto de fe proclama lo que entiende espiritualmente que es la verdad aunque sus emociones no lo sientan. Eso es una confesión, para mí, saludable.
Porque yo veo muchos hermanos carismáticos que tratan de desterrar de su conciencia todo lo que pueda ser negativo y no quieren saber nada y lo que están haciendo es reprimiendo psicológicamente una verdad y hay gente también que cree que con simplemente confesar positivamente ya eso es todo y viven vidas que no responden a la integridad que Dios quiere de ellos.
Y Dios demanda obediencia además de fe. La fe no sustituye la obediencia. Muchas veces tú vas a estar pasando por pruebas, y no creas que simplemente por confesar positivamente el cuco se va a ir. No, tiene que estar unido a una vida de obediencia y de conocimiento de Dios y de saber quién es Dios, y entonces sí, tú debes con tu boca aunque te sientas mal, ‘gloria al Señor. Dios está poderoso, Dios está glorificando en mi vida.’ Y al nosotros expresar por fe lo que Dios va a hacer en nuestra vida, hermanos, eso tiene gran poder.
Juan Wesley, creo que fue, que le preguntó una vez a un misionero inglés, que cómo él mostraba ese poder y esa fuerza tan grande que él tenía en su ministerio. Y Juan Wesley era un joven todavía, había venido de un fracaso tremendo misionero, su primero atentado misionero había terminado en el fracaso. Juan Wesley después iba a ser usado nuevamente por Dios para comenzar todo movimiento que arropó toda Inglaterra. Pero en ese tiempo Juan Wesley era una joven todavía débil en la fe y le preguntó a este gran hombre de Dios, ¿qué tu has hecho para adquirir toda esa fuerza y cómo puedo yo adquirirla también?
Y entonces, este hombre le dijo a Juan Wesley, Wesley lo que tú tienes que hacer es predica por fe aunque no lo creas y aunque no lo sientas. Simplemente habla confiadamente aunque tú no lo sientas y después cuando la fe se haya echo real en tu vida y Dios haya echo grandes cosas a través de esa confesión, ya tú no predicarás para obtener fe sino predicarás porque tienes fe. ¿Usted ve?
Y muchas veces nosotros esperamos para confesar las grandezas de Dios y el poder de Dios y la realidad de Dios en nuestra vida, a sentirlo en las emociones, pero no puede ser así. Nosotros tenemos que hablar por fe y tener un lenguaje lleno de poder y de autoridad, que tomemos de la palabra de Dios. Y entonces, poco a poco, ese lenguaje se irá haciendo parte de nuestras emociones y de nuestro espíritu y podremos, entonces, hablarlo con autoridad y con seguridad porque todas las partes de nuestro ser estarán unidos a esta confesión de fe.
Y eso es lo que nos saca muchas veces de la prueba en que estamos. Hay muchas gentes derrotistas. Ustedes preguntan, ¿cómo esta? Y le da una letanía de aflicciones. Más larga de cualquier catálogo que se puede inventar la gente. Y ya uno tiene miedo de escucharlo porque uno sale más deprimido que ellos mismos, cubren a uno con una especie de sabana fría y pesada y, hermanos, eso yo creo que no es conveniente para el pueblo de Dios. El pueblo de Dios tiene que ser un pueblo que aunque sí reconozca el terreno que están pisando, que a veces puede ser negativo, pero que también tenga ocasión para decir, ‘pero yo creo en un Dios poderoso, Dios está completando su propósito en mí, y yo sé que yo soy un vencedor y voy a salir adelante. Yo voy a salir al camino de esta prueba. No sé cuando, pero Dios es poderoso conmigo.’
Y si nos acostumbramos en todas las áreas de nuestra vida a evidenciar ese lenguaje positivo, no de nuevo como el papagayo sino como gente de fe, como un pueblo de fe, Dios va a levantar en nosotros un sentimiento poderoso de fe que nos ayudará a vencer.
Lo último que hace Abraham es, tiene una confianza total que Dios va a proveer específicamente. Dice en el versículo 8, cuando Isaac le pregunta, ‘y ¿cómo vamos a conseguir el cordero papá?’ Él le dice, ‘bueno hijo mío, yo no sé pero Dios se proveerá de cordero.’
‘Dios se proveerá de cordero.’ De nuevo allí está esa parte de la confesión positiva. Cuando es esa intención bondadosa de Dios, se combina con la confianza firme del cristiano que padece aflicción, hermanos, la victoria, el gozo, el crecimiento, la bendición no se van a dejar esperar.
Primera de Pedro, 5:10-11. Leámoslo todos. “Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, firme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.”