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El salmo 103 es un salmo de gratitud y es uno de mis salmos favoritos porque como que cubre tantas cosas acerca de por qué tenemos que ser agradecidos al Señor, por qué tenemos que darle gracias al Señor. Y voy a solamente leer los primeros versículos y luego quizás tengamos ocasión para tocar algo más del resto del salmo. Dice el salmo 103, versículo 1, por qué no lo leemos juntos, la versión Reina Valera de 1960 y léala conmigo.
“…Bendice, alma mía, a Jehová, y a todo mi ser, su santo nombre. Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias, el que sacia de bien tu boca, de modo que te rejuvenezcas como el águila…”
Gloria al Señor. Qué lindo, ¿verdad? Eso se lo entregamos a nuestro Padre Celestial en esta noche en gratitud de todas las cosas que él hace. El salmista siempre, especialmente David, siempre está llamando su alma, su ser interior, su espíritu a adorar al Señor. Cuando él está pasando por situaciones difíciles él siempre le habla a su alma. En realidad, el alma es muchas cosas a la vez, puede ser… la Biblia no tiene una sola palabra. El alma se refiere a veces a la parte humana de los sentimientos, la voluntad, la inteligencia, las emociones, todo este tipo de cosas, pero también puede ser esa facultad más alta del ser humano, aquella facultad es nobleza que hay en nosotros, la parte espiritual de nosotros.
Hay un pasaje que yo recuerdo también, uno de los salmos donde él dice, por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios porque aún he de alabarle, salvación mía, y Dios mío.
Es como que hubiera algo dentro de él que él quiere animar a hacer algo noble y bueno e importante. Y entonces dice, alma mía, otra vez dice, alma mía alaba a Jehová. Entonces, una de las cosas que nosotros tenemos que hacer siempre es animarnos a nosotros mismos a bendecir al Señor y darle gracias al Señor.
A veces eso no es algo que nace naturalmente. A veces estamos abatidos, con problemas en la vida, a veces estamos cansados y no nos huelen ni las azucenas, puede venir el coro más bello y la música más hermosa y no nos… porque estamos tan agotados, cansados, atribulados.
Y en momentos así lo que uno quiere hacer es simplemente tirarse en una cama y arroparse con la frazada más gruesa que uno encuentre, apagar las luces y cerrar las ventanas, y que nadie me hable hasta que me pase esto. Y hay momentos en que uno tiene que decirle a su alma, Alma mía, alaba al Señor.
Sabe que a veces la adoración y la alabanza y la expresión de gratitud no es algo que sale de la carne, sino que tiene que salir de algo dentro de nosotros, del espíritu. El Señor Jesucristo en otra ocasión cuando estaba contemplando la cruz en Getsemaní, le habló a los discípulos y le dijo, El espíritu está dispuesto, la carne es débil.
Entonces hay una parte de nosotros que es la parte que más se afecta por las circunstancias de la vida, por las situaciones difíciles, cambiante, un día quiere otro día no quiere, y si nosotros nos dejamos llevar por esa parte de nuestro ser, nunca adoraríamos al Señor, nunca lo alabaríamos.
De paso, si alguien fuera tan generoso, y me da un poquito de agua, se lo voy a agradecer. Gracias, Antonio, hay que darle una medalla por servicio siempre. Está elegante también.
Si uno se lleva de la carne, hermanos, la carne va y viene. Hay algo interesante porque muchas veces cuando nosotros nos dicen que alabemos al Señor, nosotros pensamos como que, sabes qué? Yo no me siento con ganas de alabar al Señor, estoy deprimido, estoy triste. Si alabo a Dios ahora o le doy gracias es una hipocresía. Porque pensamos como que nosotros tenemos que sentir algo para hacerlo, algo noble.
Los hijos de Dios no vivimos conforme a nuestros sentimientos. Los hijos de Dios vivimos conforme a lo que sabemos que es verdad y lo que hay que hacer. Y hacemos las cosas porque hay que hacerlos y porque es bueno, y porque es apropiado, y no hacemos algunas cosas porque no es bueno, no es apropiado, no es de Dios. No vivimos esclavizados a los sentimientos y a la carne.
El hombre natural, la persona no tratada por Dios, la persona que no tiene esa altura espiritual que viene de estar en continuo trato con la palabra del Señor, meditar como nosotros hacemos día tras día, continuamente las cosas del espíritu, cuando venimos aquí a la casa del Señor. Sabe usted lo excepcional que es esto que nosotros hacemos de venir a la casa del Señor y ser instruidos moralmente, éticamente, espiritualmente, vez tras vez, los domingos, los miércoles, las clases de discipulado? Déjenme decirle que esto no lo hacen todos los seres humanos.
Esta instrucción que ustedes y yo recibimos como miembros del cuerpo de Jesucristo, instrucción moral acerca de cómo comportarnos, cómo tratar a los demás, cómo relacionarnos con Dios, la eternidad, la naturaleza del cielo, del infierno, de los demonios, de los ángeles, ese tipo de material que nosotros consumimos y procesamos día tras días, es un privilegio increíble que usted está recibiendo enseñanza que no se recibe en Harvard o en las grandes universidades de este mundo, mi hermano. Sabe que los hijos de Dios si verdaderamente aprovechamos lo que se nos da, tenemos una educación moral, espiritual y ética, como muy pocos seres?
Y una de las cosas que uno aprende como hijos de Dios es eso de no depender de la carne, de los instintos, de la naturaleza animal, carnal, terrenal, como dice el Apóstol Santiago que nosotros tenemos, y de conectarnos con una dimensión y una facultad más alta, que es la facultad del espíritu, la facultad moral, la facultad ética. No actuar por lo que nos dicta la carne, sino actuar por lo que nos dice el espíritu, por lo que sabemos aquí arriba.
Como dice el Señor Jesucristo, no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces, los hijos de Dios vivimos por lo que Dios ha declarado, no por el apetito del estómago o de los sentidos carnales humanos. Nosotros tenemos que pedirle al Padre cada día, Señor, ayúdame a vivir conforme a las facultades más altas de la humanidad. Y una de ellas es adorar y glorificar y bendecir el nombre del Señor.
Así que no podemos depender de lo que la carne nos dice. Por eso yo creo que el salmista dice, bendice alma mía, a Jehová, en otras palabras, usted tiene que aprender que bendecir al Señor es necesario, es bueno, es provechoso, es inevitable. Dice el Señor Jesucristo, si los hombres no me adoraran, las piedras lo harían. Dios tiene que ser adorado. Dios tiene que ser exaltado, tiene que ser bendecido y si yo solamente me quedara en eso en esta noche sería ya suficiente para nosotros.
Mientras estábamos cantando uno de los cantos, fue como el segundo o el tercero, pero era un canto eminentemente de adoración, de alabanza al Señor, y yo decía, si algunas personas que entraran a la iglesia sin saber nada de adoración, y es más, muchos que están en la iglesia, no entienden qué es esto de cantar al Señor. Por qué nosotros venimos a la iglesia y adoramos y cantamos y le decimos al Señor, tu eres bueno, bendito seas, gracias por tus bondades? Una cantidad de cosas que nosotros decimos al Padre, usted piense, por qué hay que hacer eso? A menos que usted no haya sido educado en lo importante, por qué hay que adorar al Señor? Por qué hacemos eso? Qué raro.
Uno le canta a un ser que nunca ha visto y le dice gracias, tu eres todopoderoso, santo, justo, bueno, y uno está cantando esas cosas, y a menos que uno no entienda por qué hay que hacer eso, y por qué es importante, uno es entonces como un papagayo que simplemente está haciendo las cosas porque así es que lo hacen los evangélicos y yo soy evangélico y entonces hay que hacerlo.
Pero yo quiero que en esta noche tu entiendas por qué es importante darle gracias al Señor, bendecir su nombre, exaltarlo y glorificarlo a él. Y es porque Dios es un creador, Dios es un espíritu creador, creativo, él ha creado todo lo que existe, nos ha creado a nosotros, ha creado la tierra, los peces, la diversidad de seres que puebla la tierra, la increíble riqueza de los planetas y las galaxias, el átomo, la lombriz que se arrastra sobre la tierra, el elefante con su tamaño inmenso, el águila que vuela por los aires, el germen que está metido debajo de un pedacito de hoja en un bosque, debajo de una roca que nadie ve. Todo eso lo ha creado Dios.
Y él lo ve todo, y él conoce la estructura de cada una de esas cosas íntimamente, él conoce los detalles más pequeños y él puede ver las galaxias con su belleza. Ha visto usted una foto de una galaxia tomada a miles y miles de años luz? Lo raro que es eso. Parece animales muchas veces, tienen formas raras. Esas cosas solitarias que están en lo perdido de la inmensidad del universo, por allá, estrellas, planetas, meteoros, hoyos negros que los cosmólogos y los físicos solamente entienden. Todo eso lo creó Dios.
Él es el espíritu eminentemente creador. Ahora, escúcheme esto. Es el primer punto, la naturaleza misma de Dios es crear, hacer cosas. Él crea como ningún otro creador. Por qué el hombre crea? Por qué es que el hombre tiene ese apetito de creatividad? Por qué el hombre le gusta hacer pinturas, esculturas, escribir piezas de música, hacer edificios preciosos, una bufando como la que tiene mi hermana puesta con diferentes colores? Por qué las mujeres se adornan con un collar, un aretito? De dónde viene ese apetito que tiene el ser humano de creatividad? Viene de arriba, del Padre, Dios nos hizo a su imagen y semejanza.
Entonces, así como a Dios le gusta crear, a nosotros nos gusta crear. Sabe por qué a nosotros nos gusta crear? Porque nuestro Papá, que nos hizo y nos dio su genética espiritual, nosotros somos un reflejo de él. Así como Papá crea por naturaleza, así el hombre crea, le gusta crear naves que surcan el espacio, submarinos que se meten en la profundidad del mar, rayos laser que cortan la carne finitamente para hacer una operación, penetrar un ojo.
Y cada persona que crea hay algo que le gusta que hagan y es que alaben lo que él ha creado, y que alaben su creatividad. Sabe por qué los artistas crean y los arquitectos crean, los científicos descubren cosas, y los astronautas arriesgan la vida? Por la gloria que viene de eso. Sabe por qué un astronauta va a la luna? Porque él quiere que para el resto de la vida, él pueda decirle a sus nietos, yo estuve en la luna, y leer un día un periódico y decir, ah, el astronauta tal estuvo en la luna. Por qué un soldado se tira en un momento dado y se pone enfrente del enemigo y coge y tira 10 granadas y salva a sus amigos de la muerte segura? Porque hay una medalla. Por qué da el ejército medallas? Porque el hombre le gusta el crédito. Eso es natural en nosotros.
A qué ama de casa no le gusta cuando hace un buen plato, la gente se lamba los dedos de lo bueno que le quedó y le diga, oye, qué bueno está ese sancocho! Qué bueno está cualquier cosa, lo que sea! A nosotros nos gusta que nos digan cosas buenas de lo que nosotros hacemos. Esa es la naturaleza del creador y dónde heredamos nosotros eso? Del creador por excelencia, el Padre.
Entienda esto, es que lo que justifica la creatividad de un ser es que haya testigos que lo vean y lo admiren y se asombren de la creatividad que hay en ese ser que está haciendo eso. Cuando usted escucha un pianista ejecutar una pieza con una destreza absoluta, ese pianista mientras toca él deriva un cierto gozo y placer de saber que la gente lo está mirando a él y diciendo, guau, qué destreza tan grande tiene.
La gente quizás no lo diga en el momento pero mientras él toca él siente los ojos acariciando su cuerpo diciendo, qué bello! Y él recibe un poquito de cada persona y después cuando lo aplauden o se pone de pie porque ha hecho algo extraordinario. Y eso no es malo, depende… ahora, lo bueno es cuando el pianista que hace eso, dice, Señor, eso viene de ti y a ti te doy el crédito final. Qué bueno que yo lo tengo, tu me has dado ese don, qué bueno, pero finalmente ese don viene de ti, es un don, es un regalo.
No importa que pase por ti y se quede un ratito allí y te acaricie y luego siga directo al Padre, lo malo es cuando los hombres se lo agarran y como la gente que se fuma un cigarrillo y se traga el humo, en vez de botarlo y dirigírselo al Señor, ese es el problema. La mayoría de los hombres se quedan con la gloria ellos. Pero qué lindo es cuando te toca, te hace cosquillitas y luego sigue para el Padre.
Lo que quiero decir, hermanos, es eso, todos nosotros tenemos ese instinto creativo dentro de nosotros y nos gusta que nos digan, lo has hecho bien, tienes algo especial dentro de ti. Eso nos viene… por eso es que yo entiendo por qué a Dios le gusta que lo alaben. Ahora, alabar a Dios no es como alabar un artista humano, alabar a Dios es la suma de ese acto de alabar aquí y de decirle, qué bueno, qué bien, cuando se aplica a Dios es multiplicado por mil y por mil y por mil, y entonces tiene todo su significado cuando se aplica al Padre. Aquí es simplemente una muestra pequeña de eso que nosotros hacemos en forma total y absoluta con respecto al Creador por excelencia que es Dios.
Entonces, cuando nosotros bajemos otra vez a la iglesia, cuando nosotros estamos diciéndole al Señor, mi corazón entona la canción, cuán grande es él, cuando usted dice eso, usted está poniendo en palabras ese sentimiento, tu eres grande, tu eres hermoso, tu eres inconmensurable, no hay palabras que puedan abarcar lo que tu eres. Y el creador por excelencia, que nos ha enseñado a nosotros a deleitarnos con nuestras propias creaciones pequeñitas, él recibe eso.
Y se goza, porque eso es lo que hace un creador. Eso es lo que hace un artista. Pero cuando Dios lo hace, no hay un ápice de orgullo carnal ni nada, es simplemente que es un misterio de la creación que Dios sea alabado por sus criaturas y que le digan, a él le gusta eso. Es que nosotros… todo lo que existe es porque Dios lo ve, y porque Dios le da significado a eso. Entonces cuando nosotros alabamos al Señor, le damos gracias por todo lo que él hace y lo bendecimos, estamos haciendo aquello para lo cual todo lo que existe ha sido creado. Y nosotros seamos esa criatura, de todas las criaturas que Dios ha hecho, que lo podemos adorar casi con la misma lucidez con que él lo haría acerca de sí mismo, porque no hay otra criatura, un león, quizás cuando ruge está adorando al Señor, no sabemos, pero imagínese la riqueza cuando un hombre o una mujer adora con toda su complejidad mental, emocional, espiritual, cuando adora a Dios esa adoración tiene un valor que no la tiene ninguna otra criatura lo adora o lo alaba.
Y por eso él nos creó a nosotros. La única razón por la cual tu y yo existimos en último caso, es para adorar al Señor y para glorificarlo. Entonces, yo creo que el acto más poderoso, más potente, más significativo que cualquier ser humano puede ejecutar en toda su vida, es adorar al Señor. Lo que nos hace a nosotros eminentemente humanos y valiosos es poder adorar al Señor. Todo lo demás es secundario, por eso el científico más exaltado, el intelectual más desarrollado, si no reconoce a Dios y no lo alaba y no lo adora, y no lo sirve, y no le da el lugar que él se merece, es como un bruto, una bestia del campo. Con toda su grandeza intelectual… esa grandeza intelectual no pasa el techo.
Ahora, nosotros cuando adoramos al Señor traspasamos el tiempo, el espacio, llegamos hasta la eternidad, hasta lo absoluto, hasta el ámbito del espíritu y nuestra adoración viaja las distancias más grandes, llegar al trono de Dios. Y entonces realizamos nuestro verdadero destino, de ser adoradores para lo que fuimos creados. Entonces, cuando usted adora al Señor usted está entrando exactamente en aquello para lo cual Dios lo creó, para su gloria y su honra y para adorarlo a él.
Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Todo lo que existe glorifica al Señor de una manera u otra, y cuando Dios lo mira, cuando mira la lombricita metiendo su boquita entre los granos de tierra, y metiéndose en lo hondo, él se ríe y se deleita de eso. Hay algo en la lombriz insignificante, que nosotros la miramos y nos da asco, pero al Señor, al verlo desde su trono, desde su eternidad, él le gusta eso porque la inventó para que hiciera eso. Y la lombriz tiene su lugar, tiene su razón de ser y tiene su función, no se crea. Hasta los mosquitos, uno se pregunta para qué, Dios mío, por favor. Pero yo creo que hay algo en el mosquito que si nosotros pudiéramos verlo como Dios lo ve, lo justificaría.
Ahora, nosotros [inaudible] quizás Dios, en su sentido del humor, nos dio los mosquitos para que nos mantuviéramos ocupados en una noche aburrida en un campo de Santo Domingo, para que no te duermas. Todo tiene un significado y todo existe para glorificar y alabar el nombre del Señor. Por eso es que cuando nosotros venimos a la casa del Señor, cantamos un himno, cantamos un coro, levantamos nuestras manos, damos gracias al Señor, recuerde eso, estamos haciendo lo que hacen los ángeles, lo que hacen los 24 ancianos, cuando se postran y ponen sus coronas a los pies. Son 24 ó 12, si son 12, debieran ser 24. Son 24 yo creo. 12 es perfecto pero se necesita como doble perfección.
Cuando los 24 ancianos, estos seres increíbles y que no sabemos quiénes son exactamente, si son humanos, si son una creación especial de Dios, son ángeles, no sabemos, 24 ancianos, con sus coronas de autoridad, la postran a los pies del todopoderoso. Todo existe para eso y en la eternidad toda rodilla se doblará, toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. La naturaleza de la eternidad redimida es poder adorar al Señor en diferentes maneras, todo lo que haga la humanidad en toda su creatividad, en la eternidad será para adorar y glorificar el nombre del Señor.
Ahí nadie se quedará con la gloria, siempre se la tiraremos otra vez al Señor, se la daremos a él. Y cuando nosotros estamos aquí en la tierra, recuerde eso bien, cada domingo que usted viene a la casa del Señor, cuando usted canta un himno, cuando usted le dice algo al Padre, recuerde bien por qué usted lo hace, porque para eso usted fue creado.
Y cuando una congregación como la nuestra se deleita, yo le doy gracias al Señor porque domingo tras domingo, nuestro apetito por la adoración crece. Nos deleitamos y la única razón por la cual yo detengo a veces la adoración, es porque como pastor sé que hay muchas otras cosas que hay que hacer también, como ama de casa tengo que hacer muchas otra cosa, hay tiempo para la palabra, adoración, que recoger los diezmos y las ofrendas, definitivamente, hay que dar anuncios, hay que poner las manos sobre las cabecitas de los bebés cuando los presentamos. Hay muchas cosas que hay que hacer, pero a mí me encantaría que nos quedáramos simplemente adorando al Señor, alabando, levantando nuestras manos, glorificándolo, orándolo, pero uno piensa que en las visitas, que en la viejita que está ruidosa la alabanza, que el nuevo que tiene corta paciencia para la duración del servicio, lo que sea, uno como pastor sus antenas están en 20 mil lugares y hay que hacer un poquito de todo. Y eso también es adorar al Señor.
Cuando mucha gente se molesta, oh, que el pastor cortó la adoración, debíamos haber seguido porque si hubiéramos llegado ya al trono de la gracia, y qué sé yo qué? Mire hermano, yo creo que Dios se goza con todo lo que nosotros hacemos, hasta los anuncios adoran al Padre y lo glorifican porque el Padre los oye y dice, guau, qué ocupado está mi pueblo haciendo cosas buena por mí. Dios se glorifica en todo, el niño que recibe la enseñanza del maestro, el ujier que es solícito, porque todo esté bien y que muestra amor llevando a alguien a la silla, aspirando todo eso, glorificándose en todo eso.
El hermano Roberto Naranjo que coge su cinta de medir y se asegura que las sillas estén todas bien alineadas, el Señor está siendo glorificado con eso. La hermana, el hermano que trae su plato de comida para los almuerzos y los que arreglan eso y lo preparan, el Señor es glorificar. Usted cree que glorificar al Señor es solamente cantar? Glorificar a Dios por todas las cosas, de nuevo, la lombriz adora al Señor y lo glorifica porque es una creación de él. El león cuando ruge en la selva, el tigre cuando se tira sobre un siervo o un antílope y lo desgarra, aún en eso tan raro y tan terrible, está glorificando a Dios, porque Dios puso un instinto en eso.
Y hasta el animal cuando se descompone en la selva y vuelve y se mete a la tierra y sirve como fertilizante para que nazcan matas y todo, ese proceso glorifica al Señor. Y asimismo cuando nosotros nos reunimos, todo lo que hacemos, glorifica al Señor, los pensamientos que están allí mientras estamos sentados, la confesión nuestra silenciosa y muda que nadie escucha, nuestra humillación delante de Dios, la mano que ponemos alrededor de alguien porque Dios nos dio una palabra de consuelo que queremos compartir con él o con ella, la moneda o el cheque que ponemos en el cesto de las ofrendas, el estrechón de manos que le damos al visitante, cuando nos paremos del asiento para que otra persona se siente en él, todo eso está glorificando al Señor, no es solamente cantar.
Es bueno y precioso y debemos hacerlo, pero entiendan hermanos, que todo lo que nosotros hacemos en ese momento sagrado de preparar el ambiente y de adorar al Señor, todo eso Dios lo está recibiendo, es parte de la adoración. Tenemos que ampliar, me dice el Señor, el sentido de la adoración, no crea que cuando se dejó de cantar ya se terminó la alabanza. La alabanza continua y después cuando usted va a su casa y usted sigue allí en su propia devoción o cuando se acuesta y su última palabra es para el Señor, cuando usted se levanta a hacer la obra de un padre amoroso, un esposo, o un miembro de algún equipo de la ciudad que mantiene la ciudad funcionando, está alabando al Señor.
Si usted entiende lo que está haciendo y se lo entrega al él, le dice, Padre, esta es mi ofrenda para ti, usted puede transformar su vida de trabajo en adoración, usted puede transformar su vida pensante en adoración y en oración y por amor al Señor. Usted puede, todo lo que usted hace puede tornarse en una sinfonía de alabanza, su vida misma puede ser adoración al Señor, si usted en todo momento tiene consciencia de que usted existe y usted es y tiene porque todo viene de Dios y usted debe retornárselo a él en alabanza.
Y usted es una continua vibración. Las células que se mueven dentro de su cuerpo dicen, alma mía, glorifica y alaba al Señor. Entonces, yo les animo e iba a hablar de otra cosa pero yo creo que ahí tenemos ya más que suficiente. Por qué alabamos? Y qué quiere decir adorar al Señor? Y qué entendimiento tengo yo de la complejidad y lo abarcador de la adoración y que adorar es la cosa más importante que yo puedo hacer, que una iglesia puede hacer, una comunidad puede hacer, la humanidad puede hacer, porque para eso fuimos creados. Y la naturaleza misma de Dios como creador, como artista infinito es deleitarse en cada una de sus creaciones.
Cuando usted escribe un poema, aunque nadie lo vaya a leer, no se deleita usted leyéndolo de nuevo? Y dice, guau, mira qué bien me quedó? Verdad que sí? Algunos se sonríen porque saben de qué estoy hablando. Y eso es lo que pasa, cuando Dios mira sobre su creación y los ve funcionando como él los diseñó, él no se cansa de examinarnos y decir, yo creé esto y entonces cuando esa creación se hace consciencia de eso, y magnifica ese acto de adorar, añadiéndole reflexión y consciencia, entonces es como un espejo mirándose a otro que se multiplica infinitamente.
Cuando nosotros adoramos al Señor conscientemente lo que hacemos, sin darnos cuenta, ahora lo estamos haciendo multiplicado y por eso cuando venimos a la casa de Dios, eso tiene una capacidad increíble, cuando un pueblo se une, cada uno con su consciencia de que adorar al Señor es bueno, eso es entonces infinitamente multiplicado, espejo tras espejo, tras espejo reflejándose uno a otro en una forma infinita, cada uno de nosotros elevándole al Señor un cántico de alabanza y adoración.
Por eso es que esta noche venimos y decimos, Padre, gracias, todo lo que tenemos viene de ti. Eso qué hermoso es lo que dice el salmista, bendice alma mía, a Jehová y bendiga todo mi ser, mente, alma, cuerpo, corazón, espíritu, voluntad, memoria, bendiga todo mi ser su santo nombre, bendice, alma mía, a Jehová.
Y no olvides ninguno de sus beneficios. En esta noche no queremos olvidar ni uno solo de los beneficios que él nos ha dado, ni una sola de las recompensas que nos ha dado, ni uno solo de los tratos que él ha tenido con nosotros. Todo lo que Dios hace en nuestra vida es bueno y merece ser señalado, merece ser halagado, reconocido. Mi hermano, mi hermana, que esta noche se renueve en tu corazón el propósito de ser un adorador, un alabador, que tu vida siempre sea un aplauso continuo al Padre, al creador por excelencia, por todas las cosas buenas que él hace en tu vida. Adóralo con una consciencia de que al tu adorar estás metiéndote en el eje mismo, el centro mismo de tu naturaleza y del propósito para el cual tu fuiste creado.
No hay nada que tu puedas hacer que tenga más significado, más importancia, más sublimidad que adorar al Señor y darle gracias y reconocer lo que él es, y señalar sus atributos. Que el Señor nos bendiga, mañana, que continúe esta dinámica de adoración y de alabanza.
Ese salmo está en un coro que yo no sé si John lo conoce, dice: Bendice alma mía, al Señor, y… quizás lo puedes conseguir. Vamos a cantar ese salmo y lo cogeremos cuando podamos.
Bendice alma mía al Señor y bendiga mi ser, su santo nombre, bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, y quien te corona de misericordia. Sí, bendice alma mía al Señor, y bendiga mi ser, su santo nombre. Bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, y quien te corona de misericordia. Sí, bendice alma mía al Señor, y bendiga mi ser, su santo nombre. Bendice alma mía al Señor y bendiga mi ser, su santo nombre, bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias, el que rescata del hoyo tu vida, y quien te corona de misericordia. Sí.
Gracias, Señor, te adoramos, este pueblo te adora, Padre, en esta noche, te rendimos tributo, Señor. Exaltamos tu nombre y reconocemos tu grandeza, Señor, tus muchos favores, tus beneficios, tu misericordia. Gracias por sacarnos del hoyo cuando nos metemos en el aprieto nosotros mismos, tu nos sacas.
Gracias por perdonar todas nuestras iniquidades, gracias porque tu eres nuestro sanador de todas las dolencias, del dolor de cabeza hasta el cáncer, Señor. Tu sanas todas nuestras dolencias, de modo que nos rejuvenezcamos como el águila, Señor. Gracias por todos tus beneficios y tus bondades.
Glorifícate Señor en nuestras vidas, glorifícate en esta congregación, Padre, que nunca nos olvidemos de lo importante de alabarte, que nuestros corazones estén siempre llenos, Padre, de un apetito insaciable de adoración y que siempre caminemos humildemente delante de ti.
Gracias por tu misericordia, como el padre se compadece de los hijos, tu te compadeces de nosotros. Como están distantes el oriente del occidente así hiciste alejar de nosotros todas nuestras rebeliones, Padre. Qué bueno, no las retuviste, las botaste, Señor, lejos. Gracias por tu amor en esta noche, te bendecimos, te glorificamos.
Bendice a tu pueblo, derrama tu espíritu sobre ellos y Padre, en esta noche danos un sueño tranquilo, mañana ayúdanos a estar tranquilos, cualquiera que sea nuestra condición, nuestra situación, estemos solos, estemos con mucha gente alrededor de nosotros, tu nunca nos dejas, siempre estás con nosotros, nos amas. Te amamos. Gracias porque tienes un destino excepcional para cada uno de nosotros, no te has olvidado, tienes buenas cosas para tus hijos, te amamos, te bendecimos.
Thank you, Father, we are so grateful to you, Lord, for all your mercies, your grace, your love, incomparable unending, without limit, Father, you are so gracious to us, and tonight we are so grateful to you. Receive our prayers, receive our worship.
Glorifícate, Señor, nuestras vidas. Te amamos. Te bendecimos. Gracias Señor, en el nombre de Jesús, el pueblo de Dios dice. Amén. Les bendigo, mis hermanos. La gracia del Señor sea con ustedes.