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Es un privilegio tener a la Dra. Emma de Sosa con nosotros y su esposa, el hermano Rigoberto de Sosa y yo quiero invitar a la Dra Emma de Sosa que pase por aquí. Denle un gran aplauso de bienvenida, una mujer de Dios que nos ha bendecido con sus enseñanzas y que yo sé que tiene algo muy especial. Yo creo que le podemos pedir a ella que se tome el tiempo que ella necesite para exponer la palabra. Amen. Hermanos, el tiempo es del Señor, ok. Venimos a la casa de Dios y venimos a que el Espíritu Santo se posea y glorifique en nosotros. Olvídese de las habichuelas, los frijoles que dejó allá en la casa, si se queman, eso es asunto de ellos, que los bomberos lleguen allá a tiempo y hagan lo que tienen que hacer, pero nosotros vamos a escuchar la palabra del Señor. Vamos a seguir, que privilegio tenemos de escuchar la palabra de Dios.
Dios nos ha bendecido hoy con una alabanza poderosa, con un tiempo, satúrese, que sus baterías estén full cuando salga de aquí hoy, gloria al Señor. Denle de nuevo a nuestra hermana Ema de Sosa, en el nombre del Jesús la bendecimos. Gracias, hermana.
¡Aleluya! Amados estamos pero bien agradecidos con el Señor porque él siempre es bueno, él es bueno en gran manera. Ha sido muy bueno con nosotros en este tiempo aquí con ustedes. Yo quiero agradecer a cada uno su fineza, su detalle, sus atenciones directa o indirectamente. Unos nos han llevado a casa, otros a comer, regalitos especiales que hemos recibido. Hemos sido tan bendecidos en este tiempo y yo quiero declarar una bendición sobreabundante a su vida. Yo quiero añadir algo que el pastor decía sobre la importancia de diezmar y ofrendar.
Sabe, cuando viene a nosotros la revelación de que todo es de él, como Vilma a David dijo, todo es tuyo y de lo recibido de tu mano es que te damos. O sea, realmente todo es de él. Y aun cuando le das el diez pues le estás devolviendo diez que es de él pero aún el 90 que te quedas tu es de él también. O sea, ahora que hemos sido comprados con precio de sangre, todo lo nuestro le pertenece, todo es suyo: la casa, el auto, los hijos, todo, el futuro, el presente, todo es de él. Él es Señor de todo en nosotros, ¿verdad? Y yo espero que la revelación venga a sus vidas de la importancia de sembrar en abundancia, generosamente darle al Señor porque ciertamente que los diezmos abren las ventanas de los cielos y te da alimento, pero la ofrenda generosa te lleva a una mayor prosperidad, no solo la ventanas se abren sino que las compuertas de los cielos vienen sobre ti con bendición.
Así es que es muy importante darle al Señor porque estás ahorrando en el banco del cielo y los intereses ahí no bajan, no fluctúan como la bolsa de valores. Y cuando tu tienes necesidades espirituales o materiales, tu puedes sacar de la cuenta de ahorro que tienes en el cielo, en una necesidad de salud, de trabajo, lo que sea, cuando tu siempre estás ahorrando en los cielos.
Yo espero que tu seas de los que ahorra en el Reino de los cielos, ¿verdad que sí? Yo quiero que pedirte que un momentito te levantes para ejercitar tu circulación, tus huesos, tus músculos. ¿Estás de acuerdo? Porque todo lo que respira tiene que alabar a Jehová y aún tu puedes alabarle con un grito, con un aplauso, con un gloria a Dios, con un respirar para él. Tu puedes alabarle porque él vive, porque él reina, porque él es poderoso, porque él es santo, él es milagroso, no hay otro como él. Yo bendigo tu vida esta tarde. Puedes sentarte si gustas.
Solo quería que se te activara la circulación, hermano, ¿verdad? No te vayas a quedar adormecido. Yo tengo así como una percepción del espíritu que él quiere sanar físicamente algunas personas hoy. Estaba percibiendo que hay una unción de sanidad. Sabes el espíritu de Dios siempre es el mismo, pero según la necesidad de la asamblea él se mueve como él quiere.
Yo meditaba, cuando me pidieron si estaba bien predicar o ministrar en las dos reuniones y le dije a la pastora, sí, claro que sí, no hay problema, pero yo no le terminé de decir algo. Claro que sí pastora, pero yo nunca he pedido predicar dos veces el mismo mensaje, así es que en el nombre del Jesús vamos a ser obedientes al Señor a lo que él quiera hacer hoy, ¿verdad?
Yo quisiera que abriéramos las Escrituras en el libro del profeta Malaquías en el Capítulo 4. Malaquías es el último profeta que aparece en nuestra Biblia en el antiguo pacto antes de la época del silencio. Muy fácil de encontrarlo ahí, antes de Mateo, ¿verdad? Antes del Nuevo Testamento.
En el Capítulo 4 yo voy a leer nada más tres versos para ustedes, verso 4, 5 y 6 del Capítulo 4 de Malaquías. Dice:
“… Acordaos de la ley de Moisés, mi siervo, al cual le encargué en Oreb ordenanzas y ley para todo Israel. He aquí yo os envío el profeta Elías antes que venga el día de Jehová grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres no sea que yo venga y era la tierra con maldición…”
Hasta ahí nada más, esos tres versos. Aquí vimos a través del profeta Malaquías está llamando a recordar algo, dice, acordaos de la ley de Moisés, mi siervo, el cual encargué en Oreb ordenanzas para Israel. Pero dice, he aquí, yo os envío el profeta Elías, está hablándonos de dos parámetros: uno, recordar la ley que fue dada a través vamos a decir del Apóstol Moisés. Moisés aunque fue un profeta en su inicio, un profeta al cual Dios le habló cara a cara, a diferencia de los demás profetas que les hablaba por parábolas y por señales, él fue en el inicio un profeta pero cuando le fue comisionado el sacar al pueblo de Israel de manos de los egipcios, él se convirtió en un Apóstol, él tuvo una comisión apostólica, un Apóstol del antiguo pacto que hizo una labor muy particular que era libertar al pueblo de Dios y llevarlo durante 40 años por el paso del desierto.
Ahora, Moisés representa proféticamente al Señor Jesucristo. Jesucristo fue nuestro libertador, es y sigue siendo el libertador para sacar a su pueblo del cautiverio, o de la esclavitud y llevarlo a una tierra que fluye leche y miel. Entonces, aquí dice que nos acordemos de la ley que Moisés enseñó al pueblo, que le fue dado por Dios en el monte Sinaí, o en el monte Oreb, y allí le dio leyes, mandamientos, ordenanzas, etc. Pero inmediatamente después dice, yo envío al profeta Elías.
Si nosotros vemos un poquito, meditamos un poco, vemos que después cuando viene el Señor Jesucristo en su ministerio hubo un momento que él llamó a los tres más cercanos a él para ir a un monte, al monte Carmelo. Recuerda que Jesús tenía 3 niveles, ¿verdad? Tenía los 70, a los cuales él envió a sanar leprosos, a limpiar leprosos, sanar enfermos, etc., a predicar el reino. Luego tenía los 12 que fueron sus discípulos pero los constituyó en Apóstoles, los comisionó para ir y hacer discípulos a las naciones. Pero tenía un círculo más pequeño que eran los tres, Pedro, Juan y Santiago, a los cuales le contaba las cosas más íntimas, más secretas, misterios del reino, y a ellos tres llevó consigo para ir al monte Carmelo y dice la Escritura que cuando estaban allí se transfiguró Jesús y se aparecieron precisamente estos dos de los cuales habla Malaquías: Moisés y Elías. Y cuando entendemos y leemos a la luz del Espíritu Santo qué fue lo que ocurrió en el monte de la transfiguración, Moisés representaba la ley y Elías representaba lo profético, o sea la ley y los profetas.
La Escritura nos dice que el Señor Jesucristo vino para cumplir la ley y lo que dijeron los profetas. O sea que en Jesús se conjugaba o se consumaba el cumplimiento de la ley, de lo dicho por los profetas, o sea, lo que estableció Moisés y lo que dijo también Elías.
Ahora, aquí nos dice que nos acordemos de la ley de Moisés y que él envía al profeta Elías. Ahora, Malaquías está escribiendo muchos años después de que vino Elías. O sea, cientos de años de que Elías ya vino. Entonces uno dice, bueno, cómo es que está diciendo que va a enviar al profeta Elías, si Elías ya vino y si ustedes recuerdan, hubo un momento en que vinieron unos carros de fuego y subió en un torbellino Elías y dejó caer un manto que lo tomó Eliseo. Eso había ocurrido cientos de años después. Entonces de qué está hablando el profeta si dice que va a enviar a Elías? No está hablando de Elías, está hablando del espíritu que estuvo sobre Elías, o sea, del espíritu profético. Tampoco estamos hablando de reencarnación porque hay quienes han usado esto para decir que el espíritu de Elías viene para reencarnar en otro cuerpo. No, no, no, la palabra de Dios dice que el hombre viva solamente una vez y después el juicio.
Está hablando del espíritu profético que estuvo sobre Elías, que sería enviado nuevamente pero dice que ese espíritu que va a ser enviado nuevamente va a tener una particularidad, o una característica que hará volver el corazón de los padres a los hijos, y los hijos a los padres. Esa es la consigna o la insignia o esa es la comisión por la cual será enviado.
Ahora, si nosotros nos vamos un poquito atrás y revisamos qué fue lo que hizo el profeta Elías, obviamente era un profeta confrontativo. Era un profeta que hablaba con la verdad y hacía mover el corazón de la gente para definirse. Elías era un profeta radical. Él su sí era sí, su no era no, daba la palabra como tenía que ser dada. Era un profeta de fuego, un profeta muy definido en lo quería hacer. Él confrontó al rey Acab, ustedes recuerdan en el tiempo del rey Acab dejó de llover por la palabra del profeta y volvió a llover hasta que el profeta lo dijo.
Jesabel que era la esposa de Acab quiso exterminar al profeta Elías y Jesabel se constituye no en un espíritu sino en un sistema demoníaco que persigue a los profetas, porque luego lo vemos también persiguiendo a Juan el Bautista. Pero, acá si leemos un poquito, Primera de Reyes 18 nosotros vemos cuando está Elías confrontándose con los profetas de Baal. Israel estaba en una crisis tremenda, parte del pueblo adoraba a Baal y parte del pueblo creía en Jehová, Dios. Pero aún los que creían en Jehová Dios no estaban como muy definidos, tenían un pie aquí y un pie allá, decían amar al Señor pero siempre estaban en idolatría, en paganismo, haciendo rituales y costumbres que estaban alejadas de la verdad de Dios o de la ley de Dios.
Y fue necesario que viniera el profeta Elías para confrontar al pueblo, no era tanto el confrontar a los profetas de Baal, sino que los que se tenían que definir no eran los profetas de Baal. Esos ya estaban definidos con el enemigo. Los que se tenían que definir era el pueblo de Dios que estaba en ambivalencia, en ambigüedad, que no se sabía con quién estaban, ¿verdad? Un tiempo con uno, otro con otro. Así que fue necesario que ese espíritu profético tomara a Elías, el profeta, para confrontar al pueblo de Dios.
Y sabemos que hubo una cita, un enfrentamiento precisamente en el mismo monte, en el monte Carmelo, donde después es la transfiguración y dice que lo primero que Elías hizo fue arreglar el altar que estaba arruinado. Eso usted lo puede ver después en el verso 30 del Capítulo 18, dice que arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.
Si usted quiere ir un poquito más, cuando arregló el altar lo que hizo fue poner 12 piedras. Qué número apostólico. Él lo que está es estableciendo proféticamente que se arregla el gobierno de Dios en la tierra, pero no vamos a entrar en eso. Elías arregla el altar, pone agua en la zanja del altar, pone el holocausto y comienza la competencia, ¿verdad? Los profetas de Baal están ahí sajándose con cuchillos, derramando sangre, etc. a ver cuál era el Dios que respondía.
Ya sabemos lo que ocurrió, que el Dios de Elías, o sea, Jehová Dios fue el que respondió, y respondió con fuego. O sea, Dios honró el corazón de Elías y respondió con fuego quemando el holocausto donde había fuego, y aún a pesar de que le habían puesto agua. El fuego consumió el holocausto para que el pueblo de Israel que estaba presente fuera convencido de que verdaderamente Jehová era Dios.
Y sabemos lo que ocurrió después. Elías degolla a los 450 profetas de Baal, a los profetas de Acera, etc., pero fue establecido que el verdadero Dios de Israel era Jehová y no Baal. Entonces, ese espíritu que estuvo sobre Elías para hacer volver el corazón de los hijos a los padres, es lo que Malaquías está hablando que volverá.
En Primera de Reyes 18:37 habla Elías y dice, “.. respóndeme Jehová, respóndeme para que conozca este pueblo que tu, oh Jehová, eres el Dios y que tu vuelves a ti el corazón de ellos…”
Una de las características del ministerio profético, del espíritu profético, de la unción profética, es que hace volver el corazón del pueblo a Dios. Donde se para un profeta tiene que haber restauración, donde se para un profeta tiene que provocarse un movimiento del corazón del pueblo a Dios. Los profetas de Dios siempre hacen que la gente se consagre más a Dios o que haya un volverse al Señor.
Porque muchas veces podemos practicar un cristianismo de fórmula, podemos hacer las cosas que normalmente se hacen, podemos cantar, podemos diezmar, podemos ofrendar, podemos asistir, podemos congregarnos, pero quizás el corazón no esté plenamente consagrado al Señor. Pero el ministerio profético tiene la capacidad o la habilidad de Dios de atraer los corazones al Señor para que haya una consagración, para que haya una entrega, para que haya una pasión por el Dios de Israel y el Dios de Boston y el Dios de América.
Entonces, Malaquías está diciendo que enviará otra vez al espíritu de Elías. Y nosotros vemos que esto se cumple cuando viene Juan el Bautista. El mismo Señor Jesús al empezar su ministerio dijo, yo les dije que les enviaría al profeta Elías otra vez y él era Juan el que vino antes que yo, pero ustedes no le quisieron recibir.
Ahora, Juan el Bautista venía con el espíritu de Elías, tenían algo muy similar y es que Juan el Bautista también fue un profeta confrontativo, y si usted quiere verlo del punto de vista natural, ambos vivían en el desierto. Juan el Bautista creció con los esenios en el desierto aprendiendo la palabra, ambos habitaron en el desierto. Ambos se alimentaban de cosas silvestres, sabe que a Elías lo alimentaban los cuervos y mientras que Juan comía, dice langostas silvestres y miel silvestre. O sea, tenían una dieta más o menos parecida. Dice que ambos, si usted estudia, se vestían con piel de camello, o probablemente túnicas tejidas de pelo de camello. No se sabe a ciencia cierta pero tenían muchas similitudes. Pero lo más importante es que los dos fueron profetas confrontativos que vinieron de parte de Dios para hacer volver el corazón del pueblo a Jehová Dios.
Ahora, antes de ir a lo que quiero ir, quiero que una vez más veamos en Malaquías algo importante en el último verso. En ese verso 6 del Capítulo 4 de Malaquías dice, “… él hará volver el corazón a los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres…” ¿verdad? Como hizo Elías, pero después hay una coma y dice, “… no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición…”
Esa palabra a mí me ha conmovido, me ha estremecido cada vez que la leo, porque la primera vez que veo a Dios maldiciendo la tierra, es cuando el primer hombre, el primer Adán, o el primer varón y la primera mujer pecaron. Y Dios le dice, la tierra será maldita por tu causa. ¿Se acuerdan? Le dice, y la tierra ahora solo producirá espinos y abrojos por causa de tu pecado.
Quiere decir, que cuando el corazón de Dios se pone triste por causa de hombres que pecan, que desobedecen, Dios maldice la tierra y la tierra deja de ser fértil, la tierra es maldita. Y ahora Dios dice que él enviará el espíritu profético otra vez para que volvamos nuestro corazón a Dios y que se vuelva el corazón de los hijos a los padres, y los padres a los hijos porque Dios no quiere volver a maldecir la tierra. No es el deseo de Dios por eso nos está dando una provisión para que no tenga él que destruir o maldecir la tierra otra vez.
Ahora, esta promesa, o esta profecía tiene varios aspectos. Cuando habla de volver el corazón de los hijos a los padres, y los padres a los hijos tiene una connotación espiritual y una connotación natural. En el caso de Elías, él dijo, te doy gracias Dios porque tu vuelves el corazón de ellos, del pueblo, a ti. Está hablando de que el pueblo vuelva su corazón al Dios Padre. En la primera reunión hablamos de la importancia de la paternidad de Dios. Entonces, el espíritu profético vino en Juan el Bautista para hacer volver el corazón del pueblo a Dios Padre.
Recuerde que la predicación de Juan era arrepiéntete, arrepiéntete que el Reino de los cielos se ha acercado. Juan vino como la voz que clama en el desierto. Él vino para allanar el camino, para abrir la calzada, vino para declarar arrepentimiento al pueblo y prepararle al Mesías un pueblo dispuesto.
Y entonces su predicación toda fue confrontativa: arrepiéntete, arrepiéntete, el Reino de los cielos se ha acercado, vuelve tu corazón al Padre. Y Juan los bautizaba en agua, en el bautismo de Juan, pero cuando Jesús vino cambió y el bautismo fue diferente, pero Juan vino para cumplir una comisión, un designio, un diseño de Dios para preparar la calzada, preparar el camino para la venida del Mesías. Y él hizo lo que tenía que hacer, confrontó al pueblo con su pecado, hizo que se volviera el corazón de ellos al Padre.
Pero yo quiero hablarte en esta tarde de lo que está por venir. Todo lo que está en el antiguo pacto se cumpliría en el tiempo del Señor Jesucristo pero también es hombre y figura de lo que viene ahora en la era del Espíritu Santo. Por el Espíritu Santo sabemos que también vendrá un movimiento profético en el último tiempo para preparar la segunda venida del Señor, un pueblo con un corazón bien dispuesto para recibir al Señor.
Ahora, fíjate que en el tiempo de Juan el Bautista, era un solo profeta, Juan. Pero cuando Jesús murió y resucitó, era necesario que muriera y resucitara, el Espíritu Santo vino y vino para quedarse y vino ya no solo para estar alrededor nuestro y darnos convicción desde afuera, de error de pecado, de justicia y de juicio, sino que vino para ser Dios mismo en el corazón del hombre y hacer de nosotros una morada del Espíritu Santo. De manera que el Espíritu Santo de Dios que un día habitó en el Señor Jesucristo en la tierra, hoy está en el corazón de los hombres que han creído en Jesús, hoy él vive y mora dentro de nosotros. Es decir, que el espíritu profético que estuvo sobre Elías, el espíritu profético que estuvo sobre Juan el Bautista, el espíritu profético que es el Espíritu Santo que está dentro de ti, dentro de mí estará operando y funcionando como un día lo hizo con Elías y con Juan, para provocar que el corazón del pueblo se defina con el Señor, para atraer el corazón de los hijos a los padres y los padres a los hijos. Tenemos una comisión como iglesia del Señor Jesucristo para provocar una reconciliación entre las generaciones.
Dije que esta palabra tiene diferentes aspectos, tiene que ver uno con que el corazón del pueblo se vuelva a Jehová Dios, tiene que ver dos, con que Israel se vuelva a Yahvé y tiene que ver tres, con que haya una reconciliación entre las generaciones: padres con hijos, hijos con padres; tiene que ver con reconciliación transgeneracional porque una de las cosas de las cuales está adoleciendo nuestra sociedad y las naciones de la tierra es que los muchachos dicen, mis padres no me entienden. Los muchachos dicen, no, es que el viejo no sabe de qué estoy hablando. Ellos están obsoletos ya, nosotros somos ya de otra época, otra onda, y no me entienden.
Pero por el espíritu profético habrá una reconciliación milagrosa porque no será por cuestiones mentales de entendimiento ni de modas, sino que será por el espíritu de Dios atrayendo los corazones, para provocar una reconciliación transgeneracional y agradar el corazón de Dios para que no sea destruida ni maldita la tierra. Amen. Apláudale fuerte al Señor.
¡Aleluya! Quiero comentarte algo, quiero compartirte: cuando yo llegué al Señor yo llegué apasionadamente al Señor, porque yo estaba pensando en quitarme la vida, que no tenía sentido vivir y Dios llegó justo a tiempo a mi vida. Cuantos saben que él no llega ni antes ni después. Él llega en el momento exacto, todo está fríamente calculado. Así es que él llegó a mi vida y me tomó, y yo me entregué con todo y zapatos, calcetines y todo lo que andaba. Y tan apasionadamente yo vine al Señor que yo lo que quería era pasar con el Señor alabándole, adorándole, estudiando la palabra. Yo comencé a ver la Biblia de una manera diferente, ya no era un libro de literatura, como antes había sido, ahora las palabras cobraban vida para mí, el Espíritu Santo me las traía, me las mostraba, como que salieran del libro y cobraban vida. Yo sabía que sabía que sabía, que esta Biblia, estos libros y las cartas de amor habían sido escritos para mí, yo les ponía mi nombre en todo, yo me sentía como que era la única salva en la faz de la tierra, como que Dios era mío solamente. Yo no sé cuántas han sentido eso.
Pero tan enamorada del Señor y obviamente se comenzó a ver el cambio en mi vida. Yo era una persona tremendamente prepotente, altiva, orgullosa, egoísta, rencorosa, amargada, todo lo que se pueda imaginar, eso era yo. Pero el Señor, porque nada bueno hay en mí todavía, lo único bueno es lo que él ha puesto, y yo sé que él sigue trabajando con mi vida y le falta largo rato todavía. No ha terminado conmigo. Pero cuando empezó a verse el cambio mi familia toda se empezó a convertir al Señor, estoy hablando de la familia inmediata, nuestros hijos, las mujeres que estuvieron ayer escucharon la manera como Vigo y yo nos casamos y mis hijos estaban pues muy mal, muy heridos, muy dolidos, eran adolescentes, pero cuando vino el cambio y yo me convertí al Señor y ellos se empezaron a convertir al Señor, y mi esposo después como un año después, llegó a Cristo y fue maravilloso porque toda la familia estaba en el Señor, íbamos y como familia predicábamos, ministrábamos, compartíamos, y los hijos pequeños, la hija mayor, que en ese tiempo tenía 14, 15 años, yo me acuerdo que testificaba y predicaba por la radio y los CDs todavía están andando por allí, gente se sigue convirtiendo.
Y ella era tremenda, tremenda para predicar. Y luego el otro hijo, dos años y medio más joven que ella, tenía como 12 años por allí, maestro de la palabra y él solo tenía, le regalamos un tecladito marca Cascio, que casi parecen calculadora, bien chiquitos que salieron en ese tiempo, de baterías, y él se ponía a escuchar lo que nosotros cantábamos y así por la gracia del Señor comenzó a aprender a tocar el teclado y tenemos fotos por ahí, entonces él dirigía la alabanza con aquel tecladito. Y el otro más pequeño, dos años y medio menos, tenía como 9, 10 años, entonces él comenzó a tocar la guitarra, una guitarra eléctrica y Dios lo usaba poderosamente desde que tenía 9 años, él imponía manos a los niños, caían bautizados con el Espíritu Santo, bueno era una gloria tremenda. Estábamos todos como familia realizados con lo que Dios estaba haciendo.
Pero a los poquitos meses empezaron las luchas a ocurrir. Y entonces la hija mayor se fue a estudiar a la capital, comenzó a estudiar psicología, y allí le comenzaron a decir, que no, que el hombre no tiene espíritu, que solo es alma y cuerpo. Comenzaron a decirle que la virginidad era un mito y una tontera, que el lesbianismo era totalmente aceptable. Por supuesto, ella no creyó, no aceptó eso, pero comenzaron a moverla y la circunstancias la hicieron alejarse un poco del Señor.
Luego el siguiente hijo, yo notaba, él ha sido así como muy taciturno, muy solitario, y yo notaba que cuando iba a estudiar, llevaba una mochila que no sospeché qué era lo que estaba pasando. Después me enteré que cuando él salía de la casa iba donde un amigo y se cambiaba de ropa, entonces se ponía ropa de cholo, así bien ancha y toda rota, o sea, tenía como una doble personalidad. En la casa todo era muy recto, todos cristianos, a tal hora tal cosa, se hace así, todos bien vestiditos. Pero entonces cuando salía era otra cosa, porque la presión social era muy fuerte sobre él y era un muchacho.
Y luego comenzó a estudiar, cuando terminó su octavo grado, se fue al colegio a San Pedro Sul, la ciudad más importante que está cerca de done nosotros, y allá vive su papá, un hombre profesional y tiene alguna facilidades económicas, tiene su casa ya, él ya estaba casado de nuevo. Y entonces cuando salía del colegio me decía, me voy a ir directo a casa de mi papá y allí me voy a quedar de ver con unos amigos que vamos a estudiar y después que vaya Rigo a recogerme por la noche. Está bien. Pero luego me dice, no, que no venga a recogerme, me voy a quedar porque tengo mucho estudio. Está bien, y ya luego se hacían más prolongadas las estadías y cuando yo me vine a percatar él cada día se iba llevando ropa de la casa, y cuando me enteré su guardarropa, su closet estaba vacío, él se había mudado a la casa de su papá prácticamente. Y obviamente con esa mudanza lo que significaba era que se alejaba de un caminar en el Señor, se alejaba del ministerio, porque en casa las reglas eran o sí o sí, y allá él podía llegar a la hora que quería, podía andar con los amigos que quería, podía fumar, beber, hacer lo que él quisiera. Así es que inadvertidamente él se fue de la casa.
Y dije, bueno, me queda el pequeño, aquel que cuando ponía manos los niños eran llenos del Espíritu Santo. Yo dije, bueno, me queda este pequeño, con este vamos a estar ministrando y Dios sabrá. El día que se graduó de octavo grado, el tercer hijo, me dijo, mamá ya tengo todo listo para mudarme hoy mismo a la casa de mi papá, o sea, a penas terminaron los actos de clausura, él se fue de casa.
Entonces nos quedamos sin los muchachos, quedamos nada más con la nena, la de milagro que Dios nos dio, Rebeca, y claro, imagínese la intención de toda madre, sin el Señor, es sentarse a llorar y sentirse rechazado y sentirse todo lo que usted se imagina, ¿verdad? Pero, en Cristo las cosas son diferentes, y yo empecé a inquirir en el corazón del Señor, Señor, cómo voy a hablar de un Dios que restaura familias, mira el desastre que tengo.
Porque imagínense, nosotros hablamos de la restauración familiar y Dios dijo a mi corazón, solamente se fiel y obedece. Nada más. Está bien, Señor. Y en aquella intimidad con el Señor nada más recibí que es lo que hay que hacer, qué es lo que no hay que hacer, ser obediente, ser fiel, etc. y fueron muchos años, bastante tiempo, llegó el momento que los varones también fueron a la universidad, se mudaron a la capital, y los tres vivían juntos en una casa allá en la capital. Y fue tremendo como a veces el espíritu de Dios nos movía a ir donde ellos, a pelear una batalla literalmente contra el ángel de la muerte que los quería destruir. Y cuando llegábamos nos encontrábamos con cosas que eran aterradoras. O sea, yo sabía que ellos estaban fuera del Señor, pero no me imaginaba que tan hondo andaban.
Y uno de ellos hasta hacía tatuajes a otros amigos y calaveras, y pitones, y cosas grotescas, después de haber caminado en el Señor. Y recuerdo que en varias ocasiones el Espíritu Santo nos movía a orar por protección y cobertura. En una ocasión recuerdo que uno de ellos, el segundo que se llama Elías, él estudió arquitectura, es arquitecto de profesión, y él venía de la universidad de sus clases, y en ese tiempo no tenían auto, viajaban en autobús, y él venía con su regla de arquitectura y todos sus utensilios, sus cuadernos y dice que vio 3 hombres que se acercaban y él empezó a temblar con mucho miedo, era oscuro, y era una calle muy fea, y entonces dice que uno de ellos se quedó y dos se cruzaron a la calle para enfrentarlo y él no supo qué hacer. Dice, que él comenzó a pensar en el Señor, este hombre sacó su revolver y le apuntó, pero en el momento que le apuntó, algo sobrenatural ocurrió. Se abrió el tambor del revolver y cayeron las balas. Y este hombre no pudo disparar. Y entonces el otro hombre que iba con él, peleó y le dijo… sí, apláudale al Señor porque él es bueno. Santo Dios.
El otro hombre se peleó y le dijo, eres un tonto, inútil lo que hiciste, y el otro empezó a gritarle y se confundieron todos y en eso pasó una amiga de él, que nunca jamás había pasado por esa calle y solo le abrió la puerta del carro para que él entrara y él salió ileso. Por supuesto, inmediatamente todo nervioso fue a llamarme y él vio la mano de Dios como lo guardó.
Hicieron una banda musical, porque como ya traían la habilidad musical, los dos hermanos una banda musical, con otros muchachos, satánicos todos, unas cosas que cantaban y que componían que ustedes no las quieren oír. Pero era terrible y aparecían en la primera plana del periódico. Ahora, usted se imagina cómo yo me sentía cuando iba a hablar del Dios de toda restauración de la familia, y la gente había visto eso en los periódicos y los veían tocando en el parque, y cuando yo me bajaba, algunos me preguntaban irónicamente, ¿y sus hijos? Yo les decía, andan dando la vuelta en el mundial, pero ya van a regresar. Porque yo estaba convencida de lo que Dios iba a hacer.
Mira, mi amado, esos hijos que un día decían que yo no los entendía, que la manera de pensar que yo tenía que ellos estaban en otra época, etc. etc., yo no te voy a hacer tan largo el testimonio pero te quiero comentar que un día, cuando se graduó el que es arquitecto, el segundo de ellos, Dios nos había dicho que vendiéramos la casa que teníamos a la que nos pasamos el día que nos casamos, ayer lo comenté, y estábamos alquilando un lugar hasta esperar la dirección de Dios, el dinero estaba en el banco aguardando. Y cuando él terminó su carrera de arquitectura Dios me dijo que él les haga los diseños de la nueva casa. Y yo le dije a mi esposo, recibí la voz de Dios que Elías nos haga los diseños de la casa y mi esposo es un hombre muy prudente y muy temeroso de Dios y me dijo, si Dios te lo dijo, que así sea.
Así es que yo hablé, porque era difícil, estaba en el mero mundo, uno normalmente buscaría un arquitecto muy cristiano que le diseñe su casa, pero Dios me estaba diciendo que fuera él, porque sabe, Dios no es legalista, él tiene una manera de trabajar muy diferente a la nuestra. Cada vez lo conozco más y me sorprendo de las barbaridades que yo he hecho.
Y entonces le dijimos, Elías, tu estarías dispuesto a hacer los diseños de nuestra casa? Te vamos a pagar como a cualquier arquitecto. Sí, está bien. Y ya los hizo, nos los entregó y cuando nos iba a entregar los planos Dios me habla y me dice, que él construya la casa. Y otra vez Rigo, imagínese, es arquitecto, no ingeniero civil, no es constructor sino arquitecto, y además pues no estaba en el Señor todavía. Yo le digo, Rigo, el Señor me dice que él construya la casa. Y una vez más me dice, si el Señor te lo dijo, que así sea.
Y yo pues le dije, Elías estás dispuesto a dirigir la construcción de nuestra casa? Y él no tenía trabajo entonces, dice, está bien. Le dije, vas a cobrar igual tus honorarios como si fuera otra persona. Así es que lo acordamos, él llega a tomar levantamiento y niveles del terreno, se le queda con llave su carro, y han tenido que romperle la chapa del carro y todo ¿verdad? Y entonces él estaba bien molesto y bien incómodo, mira lo que me pasó. Ay, hijo, le digo, es que te has metido a terreno minado. Cuando alguien entra aquí cosas empiezan a pasar. Y yo dije, de estar bien arrepentido de lo que está haciendo, pero bueno, se fue. Mire, a la semana me llaman por teléfono, él vivía con una muchacha, no era su esposa, ni es su actual esposa, vivían así esas cosas tan modernas que compartía casa con una muchacha. Y entonces, me llaman y me dicen, acaban de meterse los ladrones a la casa, al apartamento de su hijo. Ay, dije yo, qué es lo próximo, dice, le robaron todo, le llevaron teclados, sintetizador, computadora, vhs, colección de CD, bueno, yo ya no quería oyendo. Gracias, le dije. Y luego le comenté a mi esposo, le digo, Rigo, pasó tal y tal cosa, yo me atrevo a decírselo, yo no sé cómo decírselo, pero yo solo voy a orar.
Estaba un hombre de Dios de Guatemala allí y le dije, hermano, pasó esto y esto, él tomó mis manos, me dice, vamos a orar y el piso de ese lugar de madera, pero no así una madera tan pulida, tan linda, tan finita. No, era una de esas que usted puede ver un poquito hacia abajo, no estaba tan… y aquel hombre que pesa más de 200 libras, oró con una vehemencia que yo no me podía concentrar pensando que él iba a caer abajo ahí, porque está como a un metro del piso. Allá construimos así por las inundaciones que eran frecuentes, por la gracia de Dios ya no serán. Pero si todo lo construimos a un metro de altura, pero este hombre no oró para que devolvieran las cosas los ladrones. Él solo oró por la salvación de Elías y yo bien complacida, era un día viernes. No lo voy a olvidar.
El día sábado yo dije, aunque no quiera enfrentar a Elías tengo que verlo. De todas maneras cuando él llegó a su casa se enteró de todo lo que pasó, creo que mi esposo le dijo, pero yo no me atreví a verle la cara porque yo sabía lo que estaba pasando: juicios de Dios sobre la tierra, ¿verdad? Así es que al día siguiente que llega, que era sábado había que pagar planillas, yo tenía que darle el dinero que le iba a dar a los empleados, a los trabajadores. Teníamos que vernos. Llega a la oficina, y sin que yo dijera nada, me dijo, mamá, he sido un necio, he sido un tonto hasta ahora, reconozco que todo lo que soy y lo que tengo se lo debo a Dios. No me importa si aparecen o no esos sintetizadores, y si aparecen son para el ministerio, pero quiero decirte que a partir de este día puedes contar conmigo para lo que quieras en el ministerio. Alábenle a Dios porque él es Dios de toda restauración. Amen.
Y bueno, empezó a llegar, claro, imagínense, tenía que pasar por el dry cleaning, la lavandería y todo, con todo lo que traía, ¿verdad? Empezando por la música que oía, y con toda la vida que tenía. Hay que cuidar mucho a los músicos. Y luego, el otro estaba trabajando en Nicaragua, él era gerente ejecutivo de una empresa multinacional. Le pagaban en dólares, viajes, buenos carros, buena ropa. Ese de los que todo lo que se pone es de marca, muy diferentes los dos. Y llega en una de esas a visitarnos y estaba leyendo un libro como de espiritismo y le dijo, hijo, ¿por qué estás leyendo eso? No sé, me parece interesante. Y le dijo, oro a Dios que te muestre que hay error en ese libro. Pero veo que hay inquietud en ti en buscar del Señor y oro que busques de la manera correcta. Se regresó a Nicaragua y yo comencé a orar fuertemente porque sentí que era la hora, que era el tiempo, y Dios empieza hablarle y un día él me llama y me dice, voy a renunciar a la empresa y quiero a trabajar contigo al ministerio. Le dije, pero vas a venir a trabajar ganando una octava parte de lo que tu ganas, me dijo, no me importa, sé que el Señor va a suplir. Y le dieron bendito sea Dios, le dieron sus prestaciones y dijo, mamá lo último que voy a hacer en este trabajo es ir a Israel, quiero ir a conocer Israel, voy a regresar por Europa y después estoy listo para trabajo.
Así que lo hizo, y como yo lo conozco que es bien acelerado o al menos era, hasta antes de que me viniera yo de Honduras hace unos días, le mandé una carta porque cuando él llegó nosotros estábamos en alguna misión en algún lugar, y le mandé un correo, una carta y le dije, hijo, como te conozco te suplico que antes de tomar cualquier decisión de irte a vivir a cualquier lugar, te quedes con nosotros un tiempo, que te quedes en casa un tiempo mientras Dios dirige. Y fue algo tan de Dios porque él había salido tan chico de casa, que necesitaba ese calor de hogar, necesitaba ese calor de mamá en la casa. Yo solo quiero decirte, yo sé que te comparto esto, porque aquí hay madres, padres, que quizás están sufriendo por la condición de sus hijos. Yo quiero decirte que nuestro Dios es el Dios de toda restauración y que el espíritu profético que está sobre la iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo provocará que haya una reconciliación de las generaciones.
Yo me gozo ahora, porque aunque hay tanta diferencia de años entre ellos y yo y sus hijos, podemos ver en la casa, en el ministerio aquella restauración de todas las generaciones. Es tan lindo que está abuelos, papás, hijos, nietos, todos sentados allí en el ministerio del Señor. Quiero decirle que esos hijos de los cuales le estoy hablando, uno es ahora el pastor de la iglesia que nosotros fundamos hace 11 años, él y su esposa. Dios le regaló una esposa que no pudo ser mejor. Dios es tan maravilloso, él actúa por caminos tan sorprendentes, y el hijo que es un profeta, aunque es joven, él es el rector del colegio cristiano bilingüe que fundamos hace 9 años. Nosotros ya estamos delegando a la siguiente generación. Ellos hacen una labor mejor que la nuestra, nos han superado. Pero lo lindo, Dios ha puesto que cada domingo que nosotros estamos en casa, toda la familia salimos a comer. Hemos comprado, Dios nos bendijo, como yo les dijo todo obra para bien, y aunque me robaron la camioneta, el seguro nos dio 70% de ello y compramos una mini van, un poquito más grande, y entonces todos vamos ahí como familia apretados, con los bebés y todos los domingos comemos juntos, hablamos el mismo idioma. Ya no hay un gap generacional, porque el espíritu de Dios es profético, está juntando las generaciones y está trayendo la reconciliación porque ese es el deseo del corazón de Dios.
Yo quiero decirte, mi amado, no importa cómo tu viniste a Cristo, qué tan despedazada está tu familia, el Dios que yo conozco es un especialista en restaurar, es especialista en hacer volver los corazones, porque el amor de él está por encima de toda diferencia y de toda distancia. El espíritu profético está sobre la iglesia del Señor Jesucristo y esa debe de ser nuestro mensaje, eso debe de ser nuestra palabra en nuestra boca, el provocar, el producir que los corazones de nuestras diferentes generaciones se vuelvan a Dios y cuando se vuelvan a Dios se volverán los unos a los otros.
Yo quisiera hacer algo esta tarde antes de despedirnos, si aquí hay padres e hijos o abuelos, padres e hijos, que están aquí juntos, si pueden unirse, acercarse un poquito donde están, busque usted, si usted es el más joven, busque a la abuela, o al abuelo si están aquí por favor, o si están juntos pues gloria a Dios, pónganse en pie, si están juntos las diferentes generaciones y si no, si no están juntos pues, búsquelo. Yo quiero declarar una palabra de restauración para las generaciones a través de esta iglesia, de esta comunidad de fe, yo quiero declarar que ustedes van a ser agentes de reconciliación.
Mire, que lindo ahí hay tres generaciones ¿verdad? Precioso, Dios bendiga a Caleb. Padre, yo quiero por tu gracia declarar que en ti es posible que se reconcilien las generaciones. Yo declaro que el espíritu profético se moverá más poderosamente en esta iglesia, en esta congregación, más todavía, provocando que el corazón de los hijos se vuelva a los padres. Si hay familias, amados, que han tenido dificultades o conflictos, y necesitan una oración especial pueden ponerse al frente. Padre en el nombre del Jesús yo declaro hoy por tu palabra una reconciliación en las familias, una reconciliación en las generaciones, aún si los padres de mis amados se encontraran en otra nación, que por tu Espíritu Santo hoy tu provoques esa restauración generacional, yo declaro Señor familias fundamentadas en ti, familias unidas, donde el abuelo puede hablar con el nieto el mismo lenguaje porque es el lenguaje del espíritu. Yo hablo restauración, yo declaro bendición, yo hablo bendición a las familias en el nombre poderoso de Jesús, declaro que lo que estaba muerto resucita y lo que estaba seco reverdece, por tu palabra Señor, yo te suplico que tu avives el amor en el corazón de los esposos, aviva el amor en el corazón de los esposos, de marido y mujer, Señor, que puedan verse a los ojos como no se veían antes y que puedan, Señor, ser llenos y plenos del amor tuyo. Yo hablo restauración a las vidas en el nombre poderoso de Jesús.