Cada crisis es una oportunidad

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Anoche yo estuve compartiendo en la Iglesia del Pastor Alan Juárez, la Iglesia Cristiana Nueva Vida allá en East Boston. Anoche estuvo predicando el Hermano Rigoberto Rojas, que no sé si se recuerdan, él estuvo aquí predicando en el mes de noviembre, él es este Hermano de allá de Costa Rica, que Dios usa grandemente a ese nivel profético y mientras estábamos allí yo me impacté mucho con las primeras palabras que él usó para comenzar su mensaje porque él estaba diciendo que hay algo que Dios está haciendo con la Iglesia alrededor del mundo entero, hay algo que Dios está haciendo con su pueblo alrededor del mundo y sí obviamente se oye en términos de un gran avivamiento que Dios va a traer en medio de las vidas, pero los medios a través de los cuales ese avivamiento se dará, es lo que Dios está trabajando en particular, y Dios se está valiendo de cada una de las necesidades, de cada una de las circunstancias, de cada una de las situaciones que sienten y padecen sus hijos alrededor del mundo entero para glorificar su nombre.

Y eso anoche fue algo que resonó tanto en mi corazón, porque viendo yo el tiempo el cual nosotros estamos viviendo, yo puedo decir con una gran fe y certeza de que algo Dios tiene en sus planes para la Iglesia suya hoy Día… Algo Dios tiene en sus planes para usted que está aquí sentado hoy, algo Dios tiene en los planes que tiene para usted que me está viendo a través de esa computadora, algo Dios tiene para los planes en la Iglesia en España, en Italia, en Roma, en Argentina, en Costa Rica, sea donde sea, Dios tiene planes para su pueblo.

Ahora hay una clave bien esencial para nosotros verdaderamente recibir ese tipo de Palabra, y eso es el elemento de la fe. Si no tenemos fe mis hermanos, esa Palabra va a sonar como una bobada a los ojos- a los oídos de muchos, si yo no tengo fe mi experiencia cristiana se queda corta, si yo no tengo fe yo puedo estar escuchando por mil y una formas de que Dios quiere traer un avivamiento pero si no tengo la fe para creerlo, ese avivamiento no va a llegar a mi vida, podrá llegar a otro pero a mí no. Si yo no tengo la fe para creer que Dios tiene todas las cosas bajo control y que todas las cosas obran para bien de aquellos que aman a Dios, esa Palabra no va a funcionar para mí. Por lo tanto, mis hermanos, yo puedo comprender y yo puedo entender, que hoy más que nunca Dios está llamando a su pueblo a que pueda vivir en una dimensión de fe sobrenatural. Que sí podamos tener nuestros pies en la tierra pero que nuestra cabeza, nuestra mente, nuestro corazón, nuestro espíritu, estén enfocados en la Gloria de Dios.

Yo quisiera hablarles hoy acerca de un tema que para mí, me está, como diría, quemando mucho en mi corazón. Y eso es la idea de vivir con una fe sin límites. Vivir con una fe sin límites. Tengo la presentación allí, gracias. Esto es algo que el Señor a mí lo ha puesto en mi corazón y yo entiendo que él me está retando tanto a mí como a cada uno de nosotros como pastores aquí en la Iglesia, muchos de los líderes en la Iglesia están recibiendo este reto de parte del Señor y nosotros creemos firmemente aunque las circunstancias parezcan ser adversas a nosotros, nosotros creemos que Dios va a hacer algo en estos días en medio de la Iglesia. Que no tan solamente va a hacer algo a nivel de los procesos de construcción por los cuales nosotros estamos pasando como Iglesia, sino que Dios va a hacer algo en cada una de sus vidas. Porque ustedes son la Iglesia, ustedes componen la Iglesia. Cada uno de ustedes con sus altas y sus bajas, con sus pros y sus contras, con sus buenas sonrisas, y su mala sonrisa, ustedes son parte de la Iglesia. Y algo Dios quiere hacer en medio de nosotros. Y para probarles esto yo les quiero contar la historia de un niño que se llama Juan Sebastián de Sidón. ¿Ustedes han escuchado la historia de Juan Sebastián de Sidón? Me imagino que no.

Como se lo traen al Pastor pues, me aprovecho yo y bebo yo un poco.

Miren, Juan Sebastián de Sidón es un personaje bíblico. Lo que pasa es que no le ponen nombre, yo le tuve que poner nombre a Juan Sebastián de Sidón. Y la historia de este niño para mí es bien particular, porque aunque muchos no le prestan atención, esta vez yo me enfoqué en la historia de este niño. Y este niño vivía con su mamá, una mujer viuda, y en aquél entonces diría yo que este niño tal vez tenía como unos 10, 11, tal vez 12 años. Este niño vivía con su mamá, y en el lugar donde estaban viviendo estaban pasando una gran necesidad. Había una gran sequía por ende si no estaba lloviendo los terrenos no estaban dando su fruto, y si los terrenos no estaban dando su fruto, eso significa que había una gran hambruna ocurriendo en el área también. La gente estaba viviendo en una escasez total. Y aquí yo me encuentro con la historia de este niño, de como él podía ver a su mamá que día tras día se levantaba, buscaba atenderlo, buscaba satisfacer sus necesidades más esenciales como poderle proveer un techo, poderle proveer alimento para que él pudiera comer, y a lo largo del tiempo, mientras que esta madre se iba dando cuenta que sus recursos se iban reduciendo, reduciendo y reduciendo, esta mamá ya iba pensando como que llegará el momento en que no vamos a tener suficiente ni para mi hijo Juan Sebastián ni para mí, sin embargo, poco a poco, ella iba racionando sus porciones. Y tal vez habían noches en las cuales Juan Sebastián le decía, “mamá, mamá puedo comerme una tortita de pan porque tengo hambre," y tal vez la mamá le decía, “Juan sabes qué hoy no te puedo dar esa tortita porque la vas a necesitar mañana.

Así que tomate un poquito de agua y trata de controlarte durante la noche y mañana entonces nos comemos la torta de pan.” Y así este muchacho, y él iba creciendo y con todas esas cosas, y yo me imagino que hay veces que él sí apreciaba los gestos de su mamá, pero que tal vez a veces los resentía porque tenía hambre, “hello mamá, quiero comer.“ Pero un día, llegó un hombre a la casa de esta mujer. Este hombre yo me lo imagino ya un hombre entrado en edad, su cara tal vez arrugada, tostada, por el sol candente del desierto, él lo más seguro llega con una capucha así tratando de cubrirse, con su bastón para poder caminar y llega a donde esta mujer y este niño comienza a ver la interacción entre su mamá y este hombre. Y tal vez desde su cuarto o del lugar donde este niño esté sentado él empieza a escuchar la conversación que se da entre ellos dos.

Primero él escucha que el hombre viene así bien confiado se quita su capucha y le dice, “mujer puedes traerme un vaso de agua.” Y ella, “sí como no,” va y le busca su vaso de agua. Mientras va caminando, el niño escucha que el hombre dice “oh, by the way, me puedes traer un pedazo de pan también, que tengo hambre.” Yo me imagino que este niño como que… “pero, ¿qué se cree éste? Si es un extranjero, viene aquí y pasa y no se da cuenta que nosotros la cocina está casi vacía ya y no tenemos suficiente y viene y se atreve a mi mamá que le dé, no tan solamente un vaso de agua sino que le de también una torta de pan. ¡Caray! ¿Qué se cree este hombre?” Y yo me imagino que este niño salió y fue donde su mamá y le dijo, “Mamá, ¿tú no estás pensando darle mi porción de pan a ese hombre verdad?” La mamá no le responde nada, y el niño como que se queda perplejo, “Okay, mamá no me respondió. ¿Por qué?” Y mamá sigue allí trabajando, en la cocina preparando la torta de pan, y vuelve y le dice, “mamá, ¿tú estás segura de lo que vas a hacer?”

Y yo me imagino que la mamé en ese momento dejo de hacer lo que estaba haciendo y miró a su hijo, y le dijo, “hijo, ¿sabes qué? Esta mañana yo me levante con una impresión en mi corazón, de que alguien iba a venir y yo tenía que hacer algo por esa persona. Yo no sé por qué, pero a mí me está, que este hombre que ha llegado es la persona a la cual nosotros tenemos que ayudar.” “Pero mamá, ¿por qué le vas a dar la torta de pan que queda para nosotros? Si eso es para nosotros, lo hemos estado racionando, no me dejaste comer anoche porque no tenías suficiente y, ¿se lo vas a dar ahora a él?” “Hijo, tranquilo. Vamos a hacer esto.” Y yo me imagino que el chico se quedó refunfuñando allí en la cocina y la mamá fue donde este hombre que si ustedes no han entendido todavía, les voy a decir su nombre, su nombre es Elías. Y la mamá va donde Elías, y le entrega no tan solamente el vaso de agua sino que también le entrega la torta de pan. Y yo imagino que este niño de repente se queda así asomado en la puerta y ve a Elías saboreándose la torta de pan. Y tal vez el niño se quedó salivando... “la torta de pan que yo me iba a comer”

Quién sabe si de repente se empezó a llorar y como que no puede ser posible y va y se encierra en la cocina y cuando el niño va a la cocina se encuentra con algo que él jamás se había esperado. De repente la tinaja de harina que estaba vacía estaba repleta desbordándose. La tinaja de aceite que solamente quedaba una gotita estaba también llena hasta el tope. Y el niño sale y grita, “¡Mamá, mamá! ¡Pasó algo!” Y yo me imagino la señora, “guau, pero, ¿qué pasó?” Y viene y trae a la señora, “mamá, ¡mira, las tinajas están llenas!” Y allí fue donde este niño reconoció que hubo una visitación de un poder sobrenatural sobre ellos dos como familia por la visita de este hombre. ¿Por qué? porque había una promesa de Dios en medio de todo este panorama.

Ahora la historia no se queda allí. Porque tal vez dos meses después a este niño le pasó algo. A nuestro querido Juan Sebastián le dio un dolor de barriga, que empezó a contaminarse con dolor en su pecho, de repente se estaba quedando corto de respiración y en cuestión de par de horas el chico expiró. Y nuestro querido Juan Sebastián dejó de respirar. Y allí va esta mujer, y va al aposento donde estaba Elías recostado, y le dice Elías, tenemos un problema y no se lo dijo tal vez así de calmado, lo más seguro estaba super desesperada. Y va y le dice a Elías, “Elías, qué he hecho yo contigo. O sea me pediste una torta de pan y sí hubo un milagro, se repartió ahora hasta le he podido dar a mi familia, y hemos podido comer. Pero mira, mira a mi hijo ahora, se me ha muerto,” y mira al muchacho allí tendido en la cama. Y yo me imagino que Elías, se compungió en el momento, lleva agarra este muchacho y se lo lleva arriba a su aposento y allí empieza a hablar con Dios.

Y dice, “Dios, ¿qué tú tienes con esta mujer? ¿Qué tú tienes con esta mujer que en media necesidad sí tu le proveíste, pero ahora su hijo, qué hizo el muchacho?” Pero Elías sabía en la dimensión en la cual él se estaba moviendo, que era una super, sobrenatural, y Elías hizo algo que tal vez para muchos de nosotros será algo raro, pero el texto dice que él se tiró tres veces sobre este muchacho llorando por él, a medida que se tiraba sobre este muchacho, el muchacho de repente… cogió aire, abrió sus ojos, y “ujh, ¿qué pasó?” “Nada, Juan Sebastián, no te preocupes, tú estás superbien, nada ha pasado, otro milagro, ven acá. Déjame llevarte donde tu mamá y vamos a hacer otras tortas de pan y nos las vamos a tomar con agua.” Y hubo un gran fiesta en el momento.

Saben qué mis hermanos, con una historia como esa, yo puedo decir que cosas así son las que Dios quiere hacer en medio nuestro ahora y aún mucho mejores. Hay muchos Juan Sebastianes en medio de nosotros, que Dios quiere ver y demostrarse en medio de ellos para que puedan ver el poder de Dios obrando en acción en medio de sus vidas. Pero para esto hace falta un elemento de fe que no podemos pasar por alto. Saben que hay algo bien interesante de esta historia. ¿De dónde era Juan Sebastián? ¿No es que dice el nombre de él? Juan Sebastián… ¿de dónde? De Sidón. El pueblo de Sidón. ¿Saben otro personaje bien importante que salió del pueblo de Sidón? Si nosotros leemos el capítulo anterior, de Primera de Reyes, Capitulo 16, ustedes se van a dar cuenta que hay un personaje que tal vez muchos cuando oyen el nombre de esa persona tiemblan, pero este personaje salió de allí. Primera de Reyes, 16, yo lo puedo leer, empezando en el verso 30, dice “Y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo ante los ojos de Jehová, más que todos los que reinaron antes de él. Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer…” ¿A quién? A “Jezabel, hija de Et-baal rey de los…” ¿Rey de quién? De los sidonios.

Jezabel era del pueblo de la tierra de Sidón también. Y a mí me está tan interesante, que mientras que Jezabel se estaba dando la tarea de eliminar por completo a los profetas de Jehová, Dios por otro lado estaba enviando a uno de sus profetas a bendecir la tierra de donde ella misma salió. Cuando yo trato de pasar esta historia el contexto en el cual nosotros estamos, yo puedo pensar en un Estados Unidos de América que día tras día está buscando la forma de eliminar todo lo que tiene que ver con Dios, sin embargo, yo sigo viendo que Dios sigue escogiendo sus siervos y siervas para traer bendición sobre esta nación. Mientras que otros no están reconociendo el rol de Dios, Dios está reconociendo su rol con ese pueblo, con esa nación para seguir trayendo bendición aún cuando ellos no lo reconozcan. Y en el jamón del sándwich aquí se encuentran usted y yo. Porque usted y yo somos esos instrumentos de Dios para traer bendición en medio de esta nación. Amén.

Miren algo Hermanos, esta historia que yo les conté me da tres cosas. Que yo aprendí. Y las quiero compartir con ustedes. Lo primero que yo veo es que no importando las circunstancias de nuestra vida, las circunstancias que nos rodean, Dios es soberano, poderoso, y Él está en control. Podrá sonar bien simple, podrá sonar bien sencillo, pero estas son palabras que son bien profundas. Porque para yo poder declarar eso, significa que hay un nivel de fe interior, que me permite decir precisamente esas palabras. Saben qué, anoche mientras el hermano Rigoberto predicaba, a mí me gustó algo que él dijo en un momento, y lo voy a coger los créditos de él y lo voy a compartir con ustedes. Pero él anoche, él estaba diciendo que en ningún momento de su predica el mencionó la palabra crisis. En ningún momento. Y cuando la mencionó la mencionó para decir lo siguiente.

Él dijo que en el vocabulario de Dios la palabra ‘crisis’ no existe. Y él hizo una ilustración que me pareció tan particular, él se imaginó que Dios estaba así en su trono porque él está escuchando muchas oraciones de gente, “Señor estamos en crisis, ¡ayúdanos!” “esta crisis, esta crisis, y crisis, y crisis aquí y crisis allá, y crisis debajo de la bocina, y crisis debajo del asiento, y crisis con la nieve,” y el Señor como turbado, sale y dice, “pérate, pérate, déjame buscar mi diccionario un momento.” Y Dios coge y abre su diccionario... y Él empieza a buscar, “la C, Cr…“ y como que Dios tiene esta cara así perturbada y de repente llama al Arcángel Gabriel, “Gabriel, ven acá un momento, yo necesito que me ayudes aquí, ¿dime tú, si en este diccionario, tú ves la palabra ‘crisis’?

Y Gabriel se asomó, y “es que Dios, ¿tú sabes qué es lo que pasa?” le dice Gabriel, “lo que pasa es que como tú eres soberano, esa palabra no existe.” Pero, entonces, a ese relato yo le quiero añadir otra cosa, y el asunto fue que entonces a Dios se le ocurrió, “perate, déjame buscar mi libro de sinónimos,” y va y se saca su libro de sinónimos y lo abre… y él empieza a decir: “Crisis, crisis, crisis; no encuentro la palabra ‘crisis’” pero de repente se encontró con un sinónimo para Dios de crisis.” Y ese sinónimo significa, ¿sabe qué? Oportunidad. Y yo confundí el español de ustedes allí, bien feamente, pero en el vocabulario de Dios, crisis significa oportunidad.

Eso es lo que una crisis significa para Dios, y ¿saben qué? Yo quiero explorar algo con ustedes, porque yo entiendo que hoy más que nunca Dios nos está llamando a nosotros a vivir en ese nivel de fe, que donde nosotros podamos percibir una crisis que se nos ha designado a nuestras vidas, o que estemos en medio de una, que podamos decir: No, es todo lo contrario, es un sinónimo perdón, es una oportunidad. Miren, muchos de nosotros o algunos de nosotros tal vez nos hemos enfrentado o nos vamos a enfrentar a que tal vez cuando usted llegue a su trabajo le digan, “no podés trabajar aquí más.” Y usted se encuentra con eso y a usted se le va a caer el mundo, le van a arrancar la alfombra debajo de los pies y va a caer en el piso. Tal vez algunos de ustedes, y me voy a asegurar de que no repita lo mismo que dije esta mañana, algunos de ustedes, puede ser que mañana usted tenga una cita en el médico y cuando le vienen a dar el diagnóstico le dicen, “mira hemos encontrado un nódulo en tu pulmón y te tenemos que hacer una biopsia,” lo dije esta mañana fue una autopsia. ¡Ya maté a la persona! dije… exacto, sí, ya estaba poniendo a la persona allá como que muerta. No, no, no, no. “…le tenemos que hacer una biopsia para asegurarnos de que no sea nada malo,” y usted recibe esa noticia, y ya usted se pone en un ámbito de crisis, así como, “guau, espérate, aquí está sucediendo algo que yo no me esperaba.”

Va por allí en la calle y Dios no lo permita y yo reprendo al Diablo, pero de repente usted pega los frenos y su carro resbala y va a parar en contra de un poste y lo digo de nuevo reprendo al Diablo eso no va a suceder, no va a suceder, pero eso puede ser una crisis que de repente usted diga, “yikes, ¿y ahora qué hago?” Lleva tanto y tanto y tanto y tanto y tanto tiempo, tanto tiempo, esperando para que sus papeles de inmigración se cuadren de una vez y por todas y cuando usted va a su próxima cita le dicen, “guau, tienes que esperar 3, 4 años más porque ahora no tenemos solución.” Arrgh, una crisis allí en la cara de nosotros. Pero Dios lo que nos está diciendo es que en vez de ver una crisis que veas una oportunidad para que su poder se pueda manifestar en medio de tu vida.

Miren mis hermanos ustedes me ven que yo estoy hablando bien animado de esto pero a mí se me está haciendo bien difícil compartir este mensaje, porque yo mismo tengo mis luchas muchas veces con esos mismos principios de la Palabra de Dios. Suena bien bonito, suena bien inspirante, pero cuando, como se dice en inglés, ‘when the rubber hits the road,’ cuando el fuego quema, por así decirlo, uno se dice, guau, o sea, ¿qué puedo hacer para poder vivir en ese nivel? Y yo quiero animarte diciendo, mis hermanos, que esta dimensión de fe no se puede vivir en tus propias fuerzas, las tienes que vivir con las fuerzas que te da el espíritu de Dios, porque cuando estamos hablando de una fe sobrenatural, es precisamente sobrenatural. No estamos hablando que es una fe natural que, que sale de nosotros, digo, sale de nosotros pero sale a través de la fuerza y el poder el Espíritu Santo obrando en nosotros.

Y miren qué interesante porque a Dios le da con moverse en esos niveles cuando más feas se nos ponen las cosas. Cuando todo estaba de color rosa, peaches and carrots, todo está bien, ah pues estamos tranquilos, pues sí yo tengo fe, la vivo y todo tranquilo pero cuando las cosas se ponen difíciles, entonces es cómo que “argh, Dios, ¿por qué estás tú trayendo esto a mi vida ahora? Yo soy un hijo tuyo. Yo soy una hija tuya, ¿por qué tu me permites vivir esto ahora? Mi esposo me dijo que se quiere ir de la casa porque no me soporta más, ¿por qué después de 8, 10, 15 años de matrimonio? ¿Por qué esto tiene que salir ahora? Y allí es mis hermanos, es allí en ese punto, es allí en ese nivel, es allí donde uno se cree que ya no hay esperanza, que esa fe, que esa fe sobrenatural, que emana del corazón de Dios tiene que tomar acción en nosotros. Es allí cuando uno se está sintiendo que está siendo abarrocado con todas estas presiones que uno tiene que sacar la fuerzas de donde uno no las tiene, y poder decir Señor esto es lo que me dicen las circunstancias pero yo creo en lo que tú me dices a mí.

Y esto me lleva a mi segundo punto, mis Hermanos, porque Dios se mantiene fiel a sus promesas y él se va a encargar de proveer a cada una de las necesidades de sus hijos e hijas. ¿Sabes qué? A mí me gusta que cuando yo digo que Dios se mantiene fiel, es como si Dios se atreviera a retarnos a nosotros, bueno, no se atreve, él lo hace, nos reta. Si usted ve el pasaje, Malaquías 3, 10. Que es un pasaje que nosotros conocemos muy bien. Malaquías 3, 10… se me perdió Malaquías. ¡Ay, mirá! Okay. Malaquías 3,10. “Traed todos los diezmos al alfolí y hay alimento en mi casa,” y, ¿qué es lo que dice después? “Probadme mis Hermanos.” Miren esa palabra del mismo Dios, pruébame, es como si Dios te dijera ‘provócame, tú quieres ver, do you want to see if I'm from real, go ahead, make my day.’ ‘Tú quieres ver si yo soy real, ven provócame, hazme el día.’ Es como si Dios trazara una línea en el piso y se para en esa línea, y te dice de aquí yo no me muevo, yo te di una promesa y yo voy a cumplir con esa promesa.

Ahora, pero es bien interesante mis hermanos, que cuando Dios da una promesa yo no puedo encajonar a Dios en mis propios parámetros mentales y humanos que son tan limitados, tan chicos y tan imperfectos. En mi capacidad humana, yo no puedo concebir el que Dios se limite a lo que yo quiero y en la forma en que yo lo quiero, y cuando yo lo quiero. Si yo hago eso yo estoy ofendiendo a Dios. Digo yo, yo le puedo decir a Dios sí me gustaría que hicieras esto, y esto, y esto, pero en último caso él es el que tiene la última palabra no soy yo. Así que yo debo de reconocer mis hermanos, que cuando yo me acerco a él y cuando yo veo que mi capacidad humana ha llegado a su límite, que es cuando ya no logro entender por qué de las cosas, el por qué de las cosas, allí entonces es donde la fe sobrenatural, esa fe que no tiene límites se activa. Y empieza a llevarte a ti a otro nivel.

Esa es la fe que cuando tú te encuentras delante de esas crisis, que yo mencioné hace un minuto, o tú te enfrentas delante de ellas es que tu fe entonces puede decir, tengo esto delante de mí, estoy bien claro al respecto, no estoy siendo irrealista si las ignoro. Yo las reconozco, pero yo también reconozco que yo tengo un Dios que se mantiene fiel, yo tengo un Dios que tiene control de todas las cosas, yo tengo un Dios que aunque yo tenga que pasar por un período de prueba por un momento, yo sé que tengo un Dios que me va a sacar de allí y me va a poner en un lugar que es más alto que yo mismo. Me va a poner en esa roca que es más alta que yo. Saben qué mis hermanos, hoy más que nunca, el Señor quiere que nosotros aprendamos que no podemos ponerle límites a nuestra fe, ¿saben qué? Aunque cueste, esa es una de las partes más difíciles.

Si queremos ver a Dios obrando en nuestras vidas como nunca antes lo habíamos visto vamos a tener que pasar por episodios donde va a costar, donde va a costar tener que tener que sacrificar de lo nuestro para que Dios verdaderamente se pueda manifestar. Como la mamá de Juan Sebastián, que ella reconoció en su corazón que algo estaba ocurriendo y estaba tomando un sacrificio bien grande de dar todo lo que tenía para entregarlo a este siervo de Dios, porque de alguna manera u otra Dios iba a proveer. Hubo una palabra que Elías le dio a esta mujer, y ella decidió creer esa Palabra. En la misma forma Dios nos da a nosotros una Palabra de que él se va a mantener fiel y de que él va a proveer, usted tiene la opción si va a creer esa Palabra o no, si no la cree pues se va a perder la aventura, si decide creerla, get ready for the ride. Yo lo digo una vez más, mis hermanos, Dios está haciendo, ha hecho y va a seguir haciendo cosas grandes en medio de su pueblo. Y nosotros nos tenemos que preparar para verlo.

Pero para poderlo ver nos vamos a tener que preparar y hacer sacrificios. Sacrificios no por hacer un sacrificio, sino un sacrificio de fe para ver a Dios obrando en una forma poderosa. Yo lo creo mis hermanos, que a nivel de iglesia nosotros como iglesia, como cuerpo de Cristo, yo estoy seguro que nosotros vamos a ver a Dios obrando en una forma grande y poderosa en medio nuestro. Que tal vez cuando el mundo está diciendo esa iglesia está loca en tirarse a construir un edificio ahora, sabes qué nosotros nos reímos delante del mundo porque es una promesa que se nos ha dado y nosotros nos estamos moviendo al nivel y al estándar de esa promesa. No nos movemos al estándar de este mundo, sí maquinamos y hacemos las negociaciones que se tienen que hacer pero sabemos que nuestra fe esta puesta en otro nivel, y es a ese nivel en donde nosotros nos movemos.

Te dicen te quedaste sin trabajo, Okay, tú reconoces que vas a tener un tiempo de presión, que vas a tener que buscar otro pero tú sabes que tu fe está puesta acá arriba, y es esa fe que te mueve. Tuviste una pelea con tu esposo, con tu esposa, sea como sea y tu sabes, reconoces el trauma, reconoces el problema, pero también sabes que por encima de esas cosas hay una fe que te está moviendo. Puedes tener una persona por la cual tu hayas estado orando por años y no ves ningún cambio todavía y tu reconoces eso que está delante de ti pero también tenemos que poner nuestra fe acá arriba, de que Dios, Dios, Dios, Dios va a obrar algo en medio de esa persona, en medio de esa vida, en medio de esa circunstancia.

Dios no quiere que le pongamos límites a nuestra fe. Dios quiere que nosotros veamos... que lo que podrá parecer imposible, para Dios es bien chévere, que posible. Saben qué mis hermanos, hay algo que yo quiero hacer, una de esas locuras que se me ocurren a mí a veces, bueno no se me ocurren, sino yo entiendo que Dios pone en mi corazón. Lo hice esta mañana y lo quiero hacer con este grupo otra vez. Esta mañana cuando yo me desperté, que estaba repasando mis notas, Dios puso una impresión en mi corazón, que yo me quedé como que, “guau, Señor, ¿tú estás seguro?” Esto podrá parecer algo ilógico para muchos si lo hago, pero el Señor lo seguía poniendo allí en mi corazón. Y yo sentí que el Señor me dijo, mi Dios- mi pueblo quiere ver milagros, y yo lo quiero dar, pero ellos tienen que tomar acción, ellos tienen que tomar acción. Así que haz, y yo, “fine.”

¿Cuántos de ustedes tienen su celular con usted ahora mismo? ¿Tienen su celular? sáquenlo por favor. Y ustedes que nos están viendo por el internet también saquen su celular. Y si los músicos pueden pasar por aquí también que me ayuden por favor, venid. Saben, hay algo, si usted lo cree hermano dígame, ¿usted cree que Dios está haciendo algo en medio de esta iglesia? ¿Usted cree...? Ahora, exacto. Si lo tiene apagado, préndalo, porque lo vamos a usar. Si lo tiene en vibrador, quítele el vibrador, sea lo que sea, sáquelo. Saque su celular. Y yo quiero que usted vaya pensando en una persona que usted sabe que las palabras que hemos discutido, que hemos hablado aquí, que esa persona necesita escuchar esas palabras. Yo quiero que usted piense en una persona que necesita escuchar. Por favor, si me pueden poner la computadora de nuevo. Una persona que necesita escuchar que alguien le diga lo siguiente: “que Dios está en control, que Dios va a proveer y que esa persona no le ponga límites a su fe.” Así que yo quiero que ahora mismo usted tome un momento para pensar en esa persona, piense en esa persona, y vamos a orar antes de hacer esa llamada. Yo quiero que de aquí hagamos esa llamada ahora mismo.

¿Saben por qué lo estoy haciendo así? Porque el Señor puso en mi corazón esta impresión, que de aquí es como si fuera el efecto de una bomba, que cuando explota algo aquí se riega, su efecto va a llegar a donde quiera que esas llamadas se estén enviando. Y esa llamada la vamos a hacer en fe, la vamos a hacer en fe, aún si usted tiene que gastar minutos de su plan, bueno no minutos, le voy a pedir 30 segundos nada más. Bueno es domingo, verdad, so no se preocupen por los minutos. Miren se lo voy a poner en la pantalla para que no se les olvide. Por favor no me miren con caras como que a Omar se le fue un tornillo de la cabeza, no, no, no, no, no voy a aceptar esa mirada, reciba esto con fe mis hermanos. Porque usted va a hacer una llamada a una persona que necesita un toque, una visitación por parte de Dios, y yo creo que a través de esa llamada Dios va a tocar el corazón de esa persona. Si usted no lo quiere hacer, si usted no se siente seguro, segura, fine no lo haga, piérdase la bendición de no ser parte de algo que Dios quiere hacer con esa persona, pero si usted cree que Dios tiene el poder para conmover el corazón de una persona por algo tan simple y sencillo como una llamada de teléfono, agarre ese teléfono entonces.

Yo quiero que usted haga lo siguiente, llame a esa persona, si la persona le contesta hable con la persona y dígale, mire estoy en medio de la iglesia, estoy en medio de servicio, y tal vez la persona, “peor y tú estás loca, me estás llamando en medio de un sermón,” sabes qué, dile, “mira te quiero decir algo rapidito. Dios está en control, Dios te va a proveer. No le pongas límite a tu fe. Te quiero mucho, bye bye” enganchan, ya. Si te sale la máquina del mensaje, le dejas el mensaje. Le dejas el mensaje, que esa persona reciba el mensaje después. Pero el asunto es que nosotros en fe vamos a expandir Bendición a esas personas que usted tiene en su mente ahora mismo. Así que coja su teléfono en su mano y ore conmigo, ore conmigo ahora mismo.

Padre yo estoy haciendo esta acción en fe, Señor Jesús, porque hay personas que necesitan un toque tuyo, y esas persona, Señor Jesús, las tenemos como un contacto aquí en nuestros teléfonos pero tu las tienes en el contacto de tu corazón, así que Padre ahora mismo, esta llamada que vamos a hacer, yo la consagro a ti Señor Jesús. Que estos próximos 30 segundos, estas palabras, este mensaje que vamos a enviar a estas personas, Señor, lleguen a lo más profundo de su corazón, Señor Jesús, y que puedan hacer un cambio grande señor, que traigan un sentido de esperanza, que traigan un sentido de paz a sus corazones. Así que bendice a mis hermanos y hermanas, a medida que marcan esos números, Señor Jesús, y que tu gracia y tu poder esté en medio de esa conversación. Por tu Hijo Jesús. Amén. Y amén. Hermanos, hagan esa llamada. Yo me voy a mantener aquí orando, haga esa llamada en fe.