Fe ¿para qué?

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¿De qué estuvimos hablando el miércoles pasado? De la fe. ¿Qué parte de la fe? Si se recuerdan, llevo dos mensajes; hoy es el tercero y el último. Hoy cierro, bueno, puedo seguir hablando muchas cosas más pero hoy le voy a dar –como quien dice- un cierre a esto. Hace dos miércoles atrás les estuvimos hablando de esta idea de que cuando nosotros caminamos, nosotros caminamos por fe y no caminamos por vista. Nosotros no dependemos de las cosas que nosotros vemos así en el mundo tangible a nuestro alrededor sino que nuestro caminar es por fe.

Por fe ¿en qué? ¿Qué fue el miércoles pasado? Fe en las palabras y en las promesas que Dios ha dado sobre nuestras vidas. Hay una palabra que Dios ha declarado sobre su iglesia y por ende es una palabra que llega a nuestras individuales también, que nos ministran, que nos bendicen y hoy yo quisiera hablarles de fe ¿para qué? No tan solamente fe ¿en qué? Sino fe ¿para qué? Y hay, el ¿para qué? Se puede dividir en tantas vertientes pero miren. Yo voy a responder a la inquietud de mi corazón porque ese pasaje de Efesios que yo estuve leyendo la vez pasada, Efesios Capítulo 2. Bueno, el miércoles pasado, perdón, yo estuve leyendo Efesios Capítulo 3 el verso 14.

Del verso 14 en adelante, pero más bien me enfoqué en el verso 16 que dice: ‘Para que Él les de –esto es Dios- conforme a su riqueza y gloria el ser fortalecidos con poder en el hombre o la mujer interior por su espíritu para que habite Cristo por la fe en sus corazones a fin de que arraigados y cimentados en amor sean plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea todas las dimensiones del amor de Dios’. De ese pasaje, mientras yo seguía leyendo y estudiando lo que Pablo estaba diciendo aquí, llegué entonces una vez más a ese Capítulo 2 de Efesios en el verso 10.

Leo desde el verso 8. Dice: ‘Porque por gracia nosotros somos salvos por medio de la fe’ y esto no es algo que salió de nosotros sino que es un don de Dios, es algo que Dios nos ha dado a nosotros. Es un regalo que proviene de Él aún cuando nosotros no lo merecíamos, el Señor le plació extendernos su gracia, extendernos su amor a través de su Hijo Jesucristo para restaurarnos y reconciliarnos con Él. Y eso nosotros lo recibimos ¿por qué? Por fe. No por obras para que nadie se gloríe. O sea aquí las obras no tienen nada que ver. Pero tampoco significa que vamos a descuidar esa parte de las obras.

¿Por qué? Aquí es donde está el verso 10: ‘Porque somos hechura suya’. En otras palabras, somos creación de Dios. Creados en Cristo Jesús, ¿para qué? Mira que interesante. Dice que esto de ser salvos por gracia es por fe no es por obras pero como quiera las obras son importantes. Somos creados para buenas obras. Las cuales ¿qué? ‘Dios preparó de antemano para que nosotros -¿qué? ¿Nos descarriáramos de ellas? No- para que podamos andar en ellas’. Por lo tanto cuando yo digo “fe, ¿para qué?” Lo que yo quiero compartir con ustedes hoy es “fe para poder aceptar y vivir las cosas que Dios ha determinado para cada uno de nosotros”.

Fe, ¿para qué? Fe para aceptar y vivir en las cosas que Dios ha determinado para cada uno de nosotros. Yo les pregunto ¿conocemos así a plano que es lo que Dios ha determinado para nuestras vidas? Alguno de nosotros podemos decir un “más o menos”, otros podemos decir “no”, hay otros que pueden estar tan convencidos que dicen “sí, esto es lo que Dios quiere para mí” y por ahí se tiran. Y a lo largo del camino puede ser que descubran otra cosa pero ellos entienden que están obedeciendo lo que Dios tiene para sus vidas y ahí van.

Pero el asunto es, que están desarrollando su vida de fe. Esa convicción de esa palabra, de esa promesa de ese llamado que Dios ha puesto sobre su vida lo está ahora desarrollando ahora en un “¿para qué?”. Están concentrándose en que su vida lleve a cabo un cierto tipo de obras que vayan en línea con las cosas que ya Dios había determinado para nosotros. Tenemos que confiar en esto. Filipenses capítulo 1, verso 6. Pablo sale y le dice a ellos los Filipenses: “Estando persuadido de esto que aquél que comenzó la buena obra en mi, será -¿qué?- fiel en completarla”.

Estando más o menos convencidos, no dice eso, dice: “Estando persuadidos”. Cuando dice ‘persuadidos’ significa que uno está totalmente convencido de, o convencida de. No hay nadie que te saque de ahí. Tú estás totalmente certero o certera. Tú tienes la seguranza en tu corazón de que hay algo que Dios inició en tu vida. En el momento en que tus ojos se abrieron a la luz de Cristo en medio de tu vida, hay algo que Dios desató en medio de ti y ahora es tu responsabilidad de comenzarte a mover en dirección para poder descubrir que son esas cosas que Dios tiene sobre tu vida.

Y tenemos que confiar que a través de todo lo que uno pase en medio de la vida, como dice Romanos capítulo 8, que dice: “Que aquellos a los que aman a Dios -¿Qué dice?- todas las cosas le ayudan -¿a qué?- a bien”. Y cuando dice “todo”, como yo siempre digo cuando dice “todo” es literalmente todo. The good, the better and the ugly, por decirlo así. Todo obra para bien, para el propósito que Dios tiene con tu vida. Y hay veces que nosotros no queremos aceptar esa realidad y por no querer aceptar esa realidad entonces, estamos viviendo con espacios huecos, vacios a lo largo de nuestra vida.

Y como que cojeamos de aquí, cojeamos de allá, porque no hemos aprendido a recibir y a aceptar el trato de Dios en medio de esas cosas que son un poquito medio incómodas pero que con todo Dios las usa para formarnos, para encaminarnos y para dirigirnos en la dirección que Él tiene en nuestras vidas. Por lo tanto hay que aprender a confiar que Dios que comenzó esa buena obra en nosotros la va a completar a través de todas esas cosas, a través de los callos que te pisen o de las jaladas de pelo que te den.

Mira, Dios va a completar su propósito en ti. Hay que aceptar, mis hermanos, que es lo que Dios se trae entre manos. Cuando nosotros leemos este verso que dice –en Isaías capítulo 55- cuando Dios dice: “Porque yo se que los planes que tengo para -¿quién?- ustedes, planes -¿de qué?- de bien y no de mal -¿para qué?- para darles el fin que esperan”. Okay, vamos a leerlo, como que nos quedamos ahí medio medio. Isaías 55, verso 8. Dice: “Porque mis pensamientos no son sus pensamientos, ni mis caminos tus caminos. Como son más altos los Cielos que la Tierra así son mis caminos más altos que sus caminos y mis pensamientos que sus pensamientos”.

Miren como dice: “Porque como desciende de los Cielos la lluvia y la nieve y no vuelve allá sino que riega la tierra y la hace germinar y producir y da semilla al que siembra y pan al que come; así será la palabra que sale de mi boca. No volverá a mi vacía sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para que la envié”. Tenemos esa certeza, mis hermanos. Eso es como quien dice, resumen del miércoles pasado. Esa palabra que Dios ha dado, nosotros la aceptamos y eso se va a concretizar en nosotros.

Ahora, pero aquí, hay veces que yo veo que hay un problema. Y esto para mi fue algo bien inspirador. Hoy estaba visitando a nuestro hermano Rafael Tejada, que estaba aquí en el hospital, estaba recibiendo unos procedimientos en su corazón. Pero a mí me dan ganas de reír con Rafael porque yo pensaba que él iba a estar ahí todo amotetado y no hice más que asomarme por la cortina y Rafael rápido me sacó un chiste. Y yo “pero muchacho ¿tú no tienes algo ahí que te están haciendo?”. Él sigue haciendo esos chistes así que Dios bendiga a Rafael.

Pero el asunto es que mientras él me estaba hablando llegamos a un punto en nuestra conversación donde él sale y me dice: ‘Fíjate, Omar, yo he aprendido que hay veces que la gente le pide a Dios que los bendiga para ellos poder bendecir a otros’. Escuchen esto, hay veces que la gente se la pasa orando diciendo ‘Señor yo quiero que Tú me bendigas para yo poder bendecir a otro’. En cualquier forma que eso se pueda manifestar. Y lo que fue revelador para mi fue que este hermano mío me estaba diciendo: “Mira, yo no tengo que esperar a que Dios me bendiga para yo bendecir a otros. Porque ya la bendición de Dios está sobre mi. Es más, al yo poder bendecir a otro eso devuelve bendición hacia mi vida”.

Y él de repente sale y dice “Hay veces que caemos en el error de compararnos mucho porque queremos la bendición que tiene otro para así nosotros poder sentir que tenemos la bendición de Dios. O que si fulano o fulana no ora por mi no voy a recibir la misma bendición que si este otro o esta otra ora por mi”. Tenemos que tener mucho cuidado, mis hermanos. ¿Saben qué? Miren, en ese proceder, en ese aprender como aceptar y vivir en esa fe que Dios quiere que nosotros nos desenvolvamos, hay que aprender algo acerca de lo que es la comparación.

¿Saben qué? La gente dice “nunca te comparares” y ¿saben qué? Mira, fine. Pero compararse en sí como tal no es nada malo. Si yo estoy aquí es porque yo he aprendido a comparar mi vida con la de otros. Donde está el error es si yo me comparo con un sentido de envidia. Si es que yo me estoy comparando con un sentido de que “¡ay! Yo no soy gran cosa porque no tengo lo que aquel tiene” o “¡Cuánto me gustaría tener aquello!” y estoy como que comparando mi vida con un sentido de codicia dentro de mi. Ahí sí que la comparación tiene algo medio, tiene algo erróneo.

Pero cuando uno se compara a la luz de “yo ver el ejemplo de otra persona y de yo aprender de ese ejemplo y saber como incorporar principios y verdades a mi vida, a mi situación, a lo que Dios está haciendo en mi”, entonces la comparación se convierte en algo educativo y que ayuda al desarrollo de nuestras vidas personales. Si yo estoy aquí, mis hermanos, es porque yo a lo largo de mi crecimiento yo vi a muchas de mis amistades que yo escuchaba a la gente diciendo “no bebas, no fumes, no te metas en drogas” y yo nunca probé nada de esas cosas.

Y como yo aprendí que eso era malo ¿por qué? Porque veía el ejemplo de mis amistades que sus vidas se deterioraban por completo simplemente por estar expuestos a eso. Muchos amigos que yo tuve en Escuela Superior que hasta llegaron a morir por tener ese tipo de vida. So yo, comparando esas cosas yo me decía “Bueno, yo no necesito probar eso para saber que eso me va a destruir. So, ya lo he visto ahí”. Obviamente me alejo de eso. Yo comparo mi vida con una persona que lleva un estilo de vida del espíritu sano, saludable, bien devoto. Qué tiene, como quien dice, sus cinco sentidos bien sincronizados. Digo, sus seis sentidos, para añadir el sentido espiritual.

Tiene sus seis sentidos bien sincronizados. Que yo veo que no es perfecto o no es perfecta pero es una persona de la cual yo puedo aprender y puedo comparar como quien dice ¡guau! Esta persona tiene esto así, así y así y yo puedo más o menos ajustarme así, así o así. Pero no significa que yo voy a terminar imitando el estilo de vida de esa persona. No el estilo de vida, sino el carácter de esa persona. Porque esa persona es quien es, esa persona es quien Dios intencionó para que sea quien sea.

Miren esta historia. Vayan conmigo a Juan 21. El libro de Juan capítulo 21 los últimos versos de este libro. Aquí está el relato donde Jesús se aparece a sus discípulos después de que resucitó. Sus discípulos están llegando de pescar y Él estaba en la orilla esperándolos, tenía un “barbacue” ahí con un par de peces y panes preparados ya para ellos comer. Y de repente se acercan y están así todos comiendo y le empieza a preguntar a Pedro, ‘Pedro, ¿me amas?’.

¿Se recuerdan de ese relato? ¿Por qué que era lo que estaba haciendo Dios? Dios, I mean, Jesús estaba como quien dice restaurando a Pedro después que negó a Jesús tres veces, entonces tres veces, como quien dice, Jesús le quiso preguntar si lo amaba o no. Él estaba ahí restaurando a Pedro y después de todo eso ¿qué es lo que termina diciéndole a Pedro? Termina diciéndole ‘Pedro-verso 18 del capítulo 21- de cierto te digo que cuando eras joven te ceñías e ibas donde querías, más cuando ya seas viejo extenderás tus manos y ceñirá otro y te llevará donde no quieres ir’. Esto le dijo dándole a entender con que muerte él iba a glorificar a Dios. Y dicho esto le dijo ‘Sígueme’.

Ahora miren lo que pasó con Pedro. Miren como dice el verso 20. Dice: “Volviéndose Pedro, vio que le seguía el discípulo a quien amaba Jesús. El mismo que en la cena se había recostado al lado de él y le había dicho ‘Señor, ¿quién es el que te va a entregar?’. Cuando Pedro vio a Juan, le dijo a Jesús ‘Oye, Señor, ¿y qué de este?’. Ya que me dijiste a mí como voy a morir, ¿cómo va a morir Juan, entonces? ¿Cuál es el chiste aquí entonces? Entonces Jesús ¿qué fue lo que le dijo?

Jesús le dice ‘Mira, si yo quiero que él siga viviendo hasta el día que yo regresa, así va a ser’. Pero entonces aquí es donde está el chiste de Jesús. Y entonces le dice a Pedro ‘Y a ti ¿qué?’ Eso no es problema tuyo. Pero vieron esta dinámica aquí, mis hermanos, yo me imagino. Aquí estoy infiriendo cosas, yo no estoy diciendo que esa sea la intención de lo que Juan escribió aquí. Pero yo me imagino que Pedro, tú sabes, así en su como que en su inseguridad, sí obviamente tuvo esa conversación con Jesús. ¿Me amas? Si, no, Jesús tú lo sabes todo. Mira yo me arrepiento. Te negué, lo se pero tú sabes que profundo en mi corazón yo te amo y lo que tú pidas de mi por ahí vamos.

Que tal vez lo dijo con ese sentido de incertidumbre, como que, aquí y allá y de repente ve a Juan y es como que uno se siente incierto de si mismo. Y es como que ¡Guau! ¿Qué va a pasar con este otro? O sea ¿Cuáles son tus intenciones con él? Déjame compararme a ver si estoy tan mal o tan bueno. A ver como es la cosa. Y ahí es donde yo veo esa respuesta de Jesús como que diciendo “Mira, si yo quiero que él haga esto, aquello o lo otro yo voy a permitir que él lo haga. Pero tú enfócate en lo que yo quiero que tú hagas”.

Fe, ¿para qué, mis hermanos? Es la fe para hacer lo que Dios quiere que nosotros hagamos. Para nosotros poder vivir y desarrollarnos y desenvolvernos en lo que Él tiene intencionado para nosotros. En yo poder conocer lo que Él tiene para mi, cosa de que al yo hacer eso no tan solamente glorificarlo a Él sino poder ser de bendición a otros. ¿Se recuerdan algunos domingos atrás cuando estábamos hablando de la dinámica del cuerpo? Que la mano tiene un propósito, el pie tiene otro, la cabeza tiene otro, el ojo, el oído, el corazón, el hígado, todos esos órganos tienen su propósito específico. Y el cuerpo no puede funcionar si uno de esos no está en su lugar.

Por lo tanto cuando hablamos acerca de nuestras vidas, el llamado que Dios tiene sobre nosotros yo tengo la responsabilidad delante de Dios de tener la fe suficiente para saber como aceptar eso, hacer las paces con eso, hacer la paz con eso que Dios tiene en mi corazón y así entonces poder vivir en una forma integra, honesta, genuina y abundante de acuerdo a lo que Dios intenciona para mi vida. Porque al yo hacer eso, mis hermanos, yo se que entonces yo me voy a convertir en un instrumento de bendición para otros.

Cuando yo cumplo con lo que Dios tiene intencionado para mi vida la bendición va a llegar al resto del cuerpo, al resto de la gente que está a mí alrededor. Y por ende cuando usted cumple con su función, lo que Dios tiene intencionado para usted, yo voy a ser bendecido también. Es algo que va en ambas vías. ¿A qué yo quiero llegar con todo esto? Mis hermanos todo esto que yo estoy diciendo se recibe por fe. Si usted trata de analizar esto con una mente meramente humana va a perder la mente. [Risas].

Esto se recibe por fe. Todas las cosas que uno vive con esta vida que el Señor intenciona para nosotros, mire si yo lo trato de razonar a mi capacidad, mi mente finita, humana no voy a poder conectar un cabo con el otro. Pero si yo lo creo por fe que Dios es el que hace todas las cosas posibles, que Dios a través de su palabra que Él ha hablado, Él inyecta vida, dirección a mi vida, a tu vida para nosotros entonces poder llegar a la altura de lo que Él tiene preparado para nosotros. Que solamente a través de esa fe en esas palabras que cuando yo me encuentro, me enfrento a las adversidades de la vida por más duras o difíciles que estas puedan ser, que esa fe me ayuda a continuar moviéndome.

Y no tan solamente eso sino que esa fe me ayuda a ver puertas que yo no había visto antes o me ayuda a encontrar la llave para abrir puertas que antes tal vez estaban cerradas. Pero que esa situación, Dios de alguna forma milagrosa permite que pueda como que encontrar otra dirección y por ahí Dios nos dirige. Fe ¿para qué? Para saber como responder al llamado de Dios en medio de nuestras vidas y ser íntegros con ese llamado, ser honestos, genuinos a lo que Dios intenciona para nosotros.

Fe para poder aceptar eso, fe para no estar peleando, como quien dice, ¡Ah! Sí, no, sí, no, me atrevo, no me atrevo, puedo, no puedo. Mira no pelees con eso. Recibe, acepta lo que Dios tiene para tu vida. Dile amén, dile sí Señor. Mira no lo entiendo ahora pero yo se que a medida que vaya progresando Tú me vas a dar la revelación que necesito para saber como proceder. Como cuando Jesús les dijo a sus discípulos “Miran, aún tengo muchas cosas que contarle pero si se las digo ahora los voy a volver locos. Ahora mismo no tienen la capacidad de recibir todo lo que yo quiero decirles a ustedes. Pero cuando llegue el Espíritu de verdad Él se va a encargar de revelárselas a ustedes porque Él es el que conoce las cosas que están en el corazón de Dios y se las va a dejar saber a cada uno en sus corazones”.

Dios va a traer ese conocimiento que necesitamos para saber como proceder, mis hermanos. Pero tenga la fe. Tenga la fe. Camine por fe no se base en las cosas que están a su alrededor. Camine por fe. Camine basado en las promesas de Dios, en la palabra de Dios. Dios no va a fallar a su palabra. Lo que Él ha hablado sobre usted, para usted, por usted y en usted, Él se va a encargar de cumplirlo. Su responsabilidad es aceptar eso, vivir y caminar en ello. Camine en ello. Y si llega al punto usted de compararse a ti ¿qué? Tú cumple con lo que Dios quiere que tú hagas.

Si a uno le toca ser presidente de la República de Guatemala y al otro le toca ser maestro de escuela elemental en la escuela de la esquina, que así sea. Si a uno le toca ser un abogado por allá en una oficina de una compañía de cinco estrellas y a otro le toca ser un atendiente de emergencia en una ambulancia corriendo por las calles de Boston, que así sea. Si a uno le toca aprovechar el beneficio de su ciudadanía y poder hacer con eso lo que Dios intenciona y a otro le toca tener que estar, como quien dice, padeciendo por un tiempo en lo que las cosas van cambiando, que eso no se convierta en un límite para poder cumplir con lo que Dios quiere que usted haga.

Si uno tiene carro y el otro tiene una bicicleta dele un ride particularmente en el tiempo de invierno [Risas]. Si uno habla lenguas angelicales y el otro habla un español de barrio, si Dios lo invita a usted a hablar, hable sea como sea. Vamos a ponernos de pie, mis hermanos, y vamos a orar. Gracias Dios. Me emocioné, me inspiré ahí hablando, me fui diez minutos más de las nueve. Perdonen. Pero Señor yo te doy las gracias porque sabemos que tu palabra es viva, tu palabra es eficaz, Señor y llega profundo, Padre. Tú sabes como tú nos mueves, Tú sabes como tú nos diriges, Señor y Tú conoces los tiempos en los cuales nos movemos.

Tú conoces el tiempo nuestro y también conoces Tu kairos. Tú conoces la palabra en la cual nos movemos y también Tú tienes esa palabra rema, Señor. Esa palabra que le llega un tiempo específico a cada una de nuestras vidas para darnos dirección y saber como movernos, Padre. Yo pido Señor que Tú sí nos mantengas alerta del tiempo en el cual estamos viviendo pero aún más, mantennos alerta de ese kairos tuyo, de esa rema tuya Padre. Ese tiempo y esa palabra tuya Señor Jesús y que nuestra fe pueda mantenerse arraigada por completo, Jesús. Precisamente esas palabras con las cuales Tú nos has dejado, Señor.

Que nuestra fe se cimiente cada vez más en esas obras que hemos podido experimentar en nuestra vida contigo, Señor. Y que eso produzca la esperanza para ver cosas aún mucho más grandes y poderosas sucediendo en nuestra vida y a través de nosotros a favor de otros, Señor. Yo bendigo a cada uno de mis hermanos y hermanas aquí en esta noche, Señor. Yo declaro sobre ellos un Espíritu de fe, Señor. Yo declaro sobre cada una de sus vidas un don de fe, Señor Jesús. Que cuando otros dicen que no hay alternativa ahí es donde ellos activan esa fe y pueden ver las imposibilidades que están en ti, Señor Jesús.

Tú eres el dios de los imposibles mi Dios. Tú eres el Dios que te encargas de abrir las puertas que otros han cerrado y Tú cierras puertas que otros están tratando de abrir, Señor. Todo por bendecir a tus hijos e hijas, Señor. Así que Papá nosotros nos afincamos a esas verdades, fortalecemos nuestra fe, Señor en ese llamado que Tú tienes sobre nuestras vidas y decimos que sí y amén a tus propósitos. Decimos que sí y amén a los pensamientos que Tú tienes para con nosotros. Decimos que sí y amén a las intenciones de Tu corazón con el nuestro Señor. Te damos a Ti toda la gloria y todo el honor, Jesús.

Bendice a mis hermanos, mi Dios a medida que nos preparamos para salir de aquí hoy, Jesús. Y que esta palabra pueda seguir haciendo eco en cada uno de sus corazones, Señor y que nos avive mi Dios nuestro espíritu y nuestro corazón para seguir viviendo a la luz de lo que Tú tienes para nosotros. Gracias te damos por tu Hijo Jesús, amén y amén. Gracias mi Dios.