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Seguimos adelante. Qué fue lo que yo estaba diciendo el miércoles pasado? No hay vocación perdurable que no sea antes sacudida, en otras palabras, no hay vida cristiana que no tenga sentido de sí sin que antes sea zarandeada. Estábamos leyendo en Lucas, capítulo 22, si pueden ir conmigo una vez más para refrescarle su memoria. Lucas, capítulo 22, el verso 31, es el suceso en el cual Jesús está en el proceso de instituir la cena y está identificando a la persona que lo iba a traicionar y de repente se dirige a Pedro, en el verso 31 y le dice:
“… Simón, Simón, he aquí que Satanás los ha pedido para zarandearlos como a trigo, pero yo he rogado por ti – perdón, estoy en Lucas 22, verso 31, a los que no me oyeron antes, dice - … Simón, Simón he aquí que Satanás los ha pedido para zarandearlos como a trigo pero yo he rogado por ti para que tu fe no falte y tu una vez vuelta que puedas confirmar a tus hermanos…”
El miércoles pasado obviamente yo estaba hablando acerca de esta idea de cómo muchas veces nosotros tenemos este ideal de que si entramos a una vida cristiana, si entramos a una relación con Cristo, yo no sé por qué pero muchas veces tenemos este ideal utópica, que ah, bueno, si me hago cristiano que todo me va a salir bien, y no necesariamente es así. Es más, yo diría que es todo lo contrario. Cuando uno entrega su vida al Señor las cosas se ponen aún más duras y tal vez alguien allá afuera, oye, pero ustedes son unos masoquistas entonces que se tiran al sufrimiento de pecho. Pero no, es un sufrimiento que vale la pena, es un sufrimiento que edifica la vida, por así decirlo, edifica el ser, edifica el corazón.
Y claro está, mis hermanos, ese zarandeo, esas sacudidas que se dan en nuestro ser, pueden venir por muchas formas y yo estaba reflexionando el miércoles pasado en el personaje de Pedro, de cómo él a través de la experiencia que él tuvo, la cual fue también medida por Jesús, ya Jesús sabía que iba a suceder. Esa negación que se vio de Pedro, cuando el mismo Pedro se tiró como quien dice, de pecho, ah, Jesús aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré, yo estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y hasta morir contigo si es necesario. Y ahí fue cuando el mismo Jesús le dice, ay, Pedro, si tu supieras que ya mismito dentro de un par de horas tu me vas a negar 3 veces antes de que cante in quiquiriquí. El asunto es que así se dio.
Y saben, es bien interesante porque justamente el miércoles pasado cuando yo terminé de hablar, la hermana Clara, no sé si la hermana Clara está por ahí, no, no la veo, pero la hermana Clara se me acerca y me dice, oye pastor Omar, que interesante lo que usted dijo. Y ella me empezó a mencionar como quien dice, caso tras caso en la vida de Pedro de todas las cosas que Pedro experimentó con el Señor de cómo primero que nada Jesús lo identificó a él de la nada, un hombre que estaba destinado a ser un pescador triste en la esquinita. Jesús lo identificó y lo escogió a él y empezó a hacer de él un gran hombre. Pedro empezó a ver milagros de parte de Jesús, empezó a ver la multiplicación de panes, la multiplicación de peces, la sanidad de enfermos, la liberación de personas poseídas, endemoniadas, encadenadas de alguna forma u otra mental, emocionalmente, físicamente, sanidad de enfermos, no tan solamente eso, sino que estaba escuchando una enseñanza de el Maestro más importante en la historia y no tan solamente estaba escuchando la enseñanza de un Maestro más importante a nivel público sino que también tenía la oportunidad en la intimidad, como quien dice, de hacer un debrief de todas esas cosas y recibir una enseñanza más nutrida que le llegara al corazón .
Ese fue el Pedro mira que interesante, que en el monte de la transfiguración, no tan solamente vio a Jesús que sus vestiduras se cambiaron a un blanco que resplandecía y su rostro también le resplandecía, sino que también pudo ver a dos personajes adicionales que nunca antes había visto, a Moisés y a Elías. Se recuerdan que estaba haciendo referencia a ese pasaje donde él mismo, Jesús, estaba preguntando, y quién dicen ustedes que soy yo? Y nadie se atrevía a decir nada, y de repente, Pedro recibió esta revelación y dijo, Tu eres el Cristo, tu eres el Hijo de Dios”.
Así que con todas esas manifestaciones del poder de Dios que Pedro vio ocurrir, no tan solamente en Jesús sino a través de él también, con todo y eso, miren este secreto, Pedro lo negó, Pedro dudó de quién él era. Pedro no tuvo la fe suficiente para dar ese paso adicional. Y ¿saben qué? Yo me puse a reflexionar en esto porque yo me decía que nosotros somos bien similares a ese personaje también en muchas formas. Hay tantas cosas que nosotros hemos visto de parte de Dios en medio de nuestras vidas de cómo Dios se ha movido en nosotros, de cómo Dios nos ha dado palabras para animar nuestro ser y tal vez no estamos diciendo que Dios mismo nos hable así con una voz audible, que Dios pueda usar a otras personas en momentos claves y específicos para decirnos algo que nos prenda en el volvillo y nos ayuden a seguir adelante, que de repente no encontramos que estábamos en un aprieto y no sabíamos qué íbamos a hacer y se abrió una puerta y llegó la provisión en una forma milagrosa. Y con todo y eso que vemos esa forma de Dios obrar en medio de nuestras vidas, con todo y eso nosotros también le negamos en distintas formas, nos olvidamos de quién él es, de lo que él ha hecho y de lo que puede hacer.
Pero ¿saben qué? A mí lo que me da paz de esto que estoy diciendo por más oscuro y morboso que pueda sonar, lo que me da paz es que ya Jesús lo sabía y Jesús sabía que eso tenía que pasar. Si tenía que pasar en la vida de Pedro, yo me atrevo a decir que también él sabe que cosas como esas tienen que pasar en nosotros, para que nosotros verdaderamente podamos comprobar quién es la persona de Jesús en medio de nuestras vidas, para que nosotros verdaderamente podamos comprobar, como decía el pastor Greg el domingo pasado, que nos estamos pegando a una gloria, a un fuego, a un shekina que es peligroso, que tiene poder, sí para fortalecernos, para edificarnos, pero también tiene poder para aniquilarnos a la misma vez.
Y eso es lo que Dios quiere que nosotros podamos conocer de él. Y conste que yo no estoy diciendo que Dios quiera que nos eliminemos nosotros. No, no, no, pero hay algo que sí Dios quiere eliminar, y es lo que pasaba con el zarandeo que yo les estaba hablando el miércoles pasado. Lo que hace el zarandear es separar lo desechable de lo deseado, separar lo malo de lo bueno, lo que se puede comer de lo que no se puede comer. Eso es lo que hace el zarandeo.
Y Dios para poder usarnos a nosotros, para el verdaderamente poderse mostrar en medio de nuestras vidas él sabe que nosotros tenemos que ser tratados, tenemos que ser zarandeados en alguna forma u otra. Y yo miro aquí a lo largo de este salón, y es bien interesante porque algunos de nosotros ese zarandeo se da por circunstancias de la vida externas, pero para muchos de nosotros ese zarandeo viene de las personas que más amamos y más queremos, los más cercanos a nuestra vida.
Hay veces que viene así también y eso fue lo que le pasó a Jesús con Pedro. Uno de los discípulos más cercanos a él fue el que hizo esta fechoría, no necesariamente, pero que cometió esta… la fregó, okay, me entienden, la fregó bien mala y cómo lloró. No fue que lloró de poquito, oh, bendito, traicioné a Jesús y después se fue. No, la Biblia dice que este hombre lloró amargamente. Usted ha probado un dulce de esos que son amargos? Ustedes que tienen hijos que tal vez su hijo viene con esta bola que es así de grande y le dice, toma, prueba esto. Y cuando usted se lo pone en la lengua la cara se le arruga completa. Pues un llorar así fue lo que Pedro vivió. A él no se le arrugó la cara, a él se le arrugó el ser completo porque había traicionado a un hombre que él mismo había jurado que iba a estar ahí con él hasta el final.
Pero era necesario. Es bien interesante, mis hermanos, mientras yo pensaba en esto, hay algo que el Señor puso ahí en mi cabeza. Y lo voy a decir bien brevemente y es el mero hecho de que cuando parece que algo ha terminado, no significa que Dios haya terminado con usted. Déjenme decirlo de nuevo: cuando parece que algo haya llegado a su final, que haya terminado, usted no se puede detener, porque Dios no ha terminado literalmente con usted. La conclusión de una época, de una temporada en su vida no determina cuál es su destino, lo que Dios ha establecido ya para usted.
Y yo quiero que usted se grabe esto porque para Pedro en ese momento podía haber parecido que todo se acabó para él. Yo me imagino que parte de ese lloro angustiado que él tenía era que fíjate, ya, aquí Dios me descartó por completo, yo no sirvo, no me va a usar, aquí se acabó todo. Más sin embargo Dios tenía otros planes y bien grandes que eran esos planes, bien grandes.
Y para mí esto fue algo muy revelador, mis hermanos, porque hay veces que nosotros nos apegamos tanto a la situaciones que nosotros estamos viviendo, o temporadas en las cuales nosotros nos podemos encontrar que cuando parece que esas cosas han llegado a su final es como si nuestra vida completa se hubiese acabado y decimos, ya aquí, se acabó mi razón de ser, se acabó mi propósito. No hay nada más que buscar.
Y eso se da en muchas formas, o sea, hay muchas formas, gente lo experimenta en muchas formas, algunos lo experimentan tal vez cuando una relación matrimonial llega a un punto de divorcio y tal vez una de las partes dice, aquí ya se fue todo, no hay más nada que buscar. O cuando muere un ser querido, de repente, que la gente como que se dice, ah, esto me ha cogido de sorpresa, yo no me esperaba esto y pensamos que la muerte de esa persona ya, ahí se acabó mi vida y ustedes ven que la gente se deprimen, se encierran y es como que ya se desconectan del mundo, porque piensan que su vida entera se fue con esa persona.
Cuando alguien pierde un trabajo o que le den layoff o que se retire o lo que sea, que llega el final de una temporada y ya hay personas que dicen, y ahora qué voy a hacer? Yo que era un hombre, una mujer tan activa y ahora me encuentro sin hacer nada, pues, ya se acabó todo. No, lo que implica es que una temporada en la vida se acaba y otra comienza. Hay veces que hay temporadas que terminan en formas bien tristes y bien dolorosas porque son parte de la vida también. Pero aún con ese sentido de tristeza va a comenzar otra temporada también que va a traer sus gozos, va a traer sus alegrías como también va a traer sus nuevos llantos y sus nuevos sufrir y querenderes también.
Pero lo que yo veo en esto, mis hermanos, es que ese momentum de Dios, si se recuerdan que todo esto lo estoy hablando dentro de ese tema del momentum de Dios. Todo esto ocurre en nuestras vidas de alguna forma u otra. Es bien interesante porque yo estaba escuchando una ilustración de algo que sucede muchas veces en el aeropuerto. Ustedes se dan cuenta en el aeropuerto cuando usted va a cruzar del parking central a usualmente a la Terminal donde está Delta o American, ustedes saben que está esa.. no son las escaleras que van así, sino las escaleras que son flat completas, que se van moviendo de un lado para el otro. Yo no sé si a usted le ha pasado, pero a mí me pasó una vez que, obviamente cuando usted viene parado en esta correa, y usted se va moviendo y es entonces cuando usted para el otro lado, se siente como que si uno para de cantazo, pero no sabe que uno tiene que seguir caminando. Yo no sé si le ha pasado a usted que usted viene en esta correa, y usted viene con un grupo de personas detrás de usted y de repente cuando usted se va a bajar, la persona que está frente suyo, cuando llega al otro lado para en seco, y yo no sé si ha visto que entonces es como que… el momentum que traen las otras personas como que se van con esa persona y le caen encima también. Eso yo lo vi una vez pasar. Fue bien cómico pero fue una viejita la que estaba al frente y como que… toda la gente le cae encima a la señora y yo ahí, Padre, por favor.
Pero es bien interesante porque eso es una muy buena ilustración para entender esto que les estoy diciendo, que muchas veces nosotros en la vida podemos llevar un momentum y de repente que si parece que hay algo que llegó a su final, que uno como que lo corta y corta ese momentum y asimismo le cortamos el momentum a otras personas que están a nuestro alrededor o a otros planes que Dios tiene para nosotros, porque pensamos que todo se acabó ahí, cuando no necesariamente se acaba.
Tu sales de sales de la correa y te paras, pero tienes que seguir caminando. So, muchas veces el zarandeo puede causar eso en nuestras vidas, que nos provoque detenernos, perder la perspectiva, pero no es lo que Dios quiere. Lo que Dios quiere es que nosotros podamos proseguir, que podamos seguir moviéndonos hasta que quede un último aliente de suspiro en su vida, no se detenga.
Miren, déjenme ir resumiendo con esto. Cuáles son algunas áreas en las cuales nosotros podemos ser zarandeados en nuestra vida? Les voy a mencionar solamente algunas de las cientos que hay. Y una de las primeras que yo puedo mencionar es en el área del carácter. Ustedes saben que yo hablo mucho de esto, del carácter de uno, la integridad que uno pueda tener, lo que uno es delante de algunas personas, lo que uno es delante de otras personas, lo que uno es cuando uno está solo o sola, ahí es donde se mide mucho el carácter.
Y yo creo que Dios muchas veces permite que la situaciones de nuestra vida nos zarandeen en ese ámbito de nosotros. Hay veces que decimos, por qué a mí me pasa lo que a mí me pasa. Cuántos se han dicho eso alguna vez? Por qué a mí me pasa esto? ¿Verdad? Sean sinceros conmigo, yo lo he dicho, por qué a mí me pasa lo que me pasa? Por qué yo? A mí nada más me pasa esto, a nadie más, a mí nada más.
Y miren, muchas veces lo que nos pasa porque a nosotros mismos nos lo buscamos, damos y caballeros. En un momento de la vida que se nos fue el momentum, paramos, perdimos el enfoque, perdimos la visión y la fregamos nosotros mismos con las decisiones que tomamos, y mucho de eso está arraigado a ese sentido de carácter que nosotros tenemos.
Muchas personas, no ustedes que son bien duros de servicio, que son bien testaduras, que es como que no, una vez que yo me decido a hacer algo, me meto por ahí. Y mira que interesante, esto se ve también en la historia de Pedro. Que era como que aún después que se atrevió a decir, no, Señor, yo me tiro de pecho, que yo no te voy a negar, yo hasta puedo morir por ti. Después de haber dicho una confesión como esa, fue tan… que yo no sé cómo rayos se le olvidó que negó a Jesús, y es más, el nuevo Evangelio dice que él hasta maldijo cuando le dijeron, tu, tu te pareces a él. Tu hablas como él, tu hueles como él. Y él…. Yo no sé que palabrota le salió en hebreo a él de su boca pero maldijo, la palabra dice que él maldijo, en hebreo o en arameo, yo no sé en qué lengua, en uno de esos maldijo. Si en español se oye feo, imagínense como se oye en arameo.
Pero el asunto es que son cosas que están ahí en el carácter, y Dios necesita tratar con eso, mis hermanos. Y miren, ¿saben qué? Un secreto, miren que se los estoy advirtiendo. Una de las mejores formas que Dios zarandea, bueno no, perdón, rewind, delete. Una de las formas en que Dios permite que ese zarandeo se de en nuestras vidas, es que él lo hace a través de las personas más cercanas a nosotros, mis hermanos. Póngale el sello, que sea su esposa, su esposo, su hijo, su hija, su mamá, su papá, su abuelo, su abuela que en paz descanse, su hermano, su hermana.
Hay veces que las personas más cercanas a uno son los que más bregan allá adentro. Porque de alguna forma u otra son las personas que saben lo que hay ahí, y uno hay veces que lo quiere tratar de esconder pero mira, no lo escondan muchacho, muchacha, si te lo están diciendo. No seamos testarudos, y me incluyo en esto, no seamos testarudos sino aceptemos como Dios nos trata a través de esas personas también, cómo Dios nos trata a través de otros líderes en la iglesia.
Mire, si un líder en la iglesia le dice a usted con mucho respeto de su persona, le dice, mira, yo no sé tu pero yo me fijo que tu tienes esto y esto y esto, que yo creo que tu deberías trabajar. Pero qué se cree el pastor Omar para decirme eso? A mí nunca nadie me había dicho algo así. Ahí es donde sale el orgullo y se interpone. Y precisamente Dios pone esas personas a su alrededor para que poquito a poquito le aprieten como quien dice, sus botones, para que usted pueda despertar a esa realidad de que, espérate hay cosas en las cuales yo tengo que trabajar.
Así que el carácter es un área bien importante. Yo podría abundar más ahí, pero déjenme moverme. Obviamente el área de la familia también es otra de las cuales se da el zarandeo, que uno quisiera que su familia, su hogar, que todo esté perfectamente bien culiclean, como quien dice, que todo esté ahí a la perfección. Pero muchas veces las cosas no se dan a la perfección como uno quisiera. Hay veces que los cónyuges por más que se amen, siempre se van a estar jalando las greñas en alguna forma u otra, siempre va a suceder.
Por más que uno quiera que sus hijos se comporten en la forma más adecuada, siempre van a hacer algo que le va a hacer perder la paciencia. Por más que uno trate de mantener la cuenta de banco ahí, con un balance de 3000 dólares para arriba o algo, aquí yo pensando utópicamente también, pero siempre va a causar algo, siempre va a haber algo que va a poner los números en color rojo y yo uno se las va a tener que ver negras y uno va a tener que decir, okay, tenemos que ajustar el presupuesto. Y miren si me asusta que hasta se me va la voz cuando hablo de esto.
Es duro, Señor. Pero son cosas que nos trabajan. Y aún cuando hablamos a nivel de matrimonio también, yo no sé si yo mencioné esto el miércoles pasado pero a veces que esto también se da mucho a nivel del matrimonio cuando una de las dos partes no está satisfaciendo las necesidades del otro o de la otra, las expectativas que se tienen. ¿saben qué? La naturaleza humana de nosotros siempre va a tener la tendencia de empezar a pensar como que guau, que lindo se ve el pasto más verde al otro lado. Y les voy a hablar bien honestamente y bien sinceros, yo podría decir que habría un puñado bien diminuto de matrimonios que se atreverían a decir, no, yo nunca he pensado así, y aún si me dijeran eso, yo me diría, bueno, yo no lo sé pero Dios lo sabe, pero yo mantendría mi sentido de duda ahí. Y conste no es que estoy dudando de la gente, pero yes, lo hago.
Pero el asunto es que cuando eso no se da, miren, mis hermanos, la mente empieza a trabajar, dice ah, mira aquel muchacho, mira a aquella muchacha. O empezamos con el what if? Y que? Qué hubiese sido mi vida con fulano o con fulana? Y si nosotros dejamos que ese fantaseo en la mente se corra demasiado millaje, mire, ahí el zarandeo no está viniendo por cosa externa, ahí el zarandeo está viniendo porque uno mismo lo permite que entre. Y uno tiene que cuidar esas áreas en la vida a nivel natural.
Si yo le pongo otra área, su área de trabajo, en su vecindario, cosas así, miren, se pueden presentar personas que lo van a cucar por así decirlo. Y tal vez le sea una palabra o sea una mirada o sean un mover de pelo, o sea una muestra de brazos o algo, qué se yo, lo que sea que hagan los hombres o las mujeres para llamarse la atención. Son cosas que si uno no está bien claro en su vida, en su vida cristiana, en sus valores, en su relación matrimonial o en cualquier otro aspecto.
Es más, yo voy a llevarlo al nivel de los negocios, o sea, si usted está en su trabajo y usted está tratando de hacer una buena labor para que superiores estén contentos con su labor, y de repente hay otro que está ahí cuchicheando, mira, lo que está lambiéndole los ojos al jefe, como quien dice, para llegar más arriba, y si uno se deja llevar por esos comentarios, mira, pierde uno la perspectiva.
Y es por eso, mis hermanos, que uno tiene que estar bien pendiente cuando se da esos tipos de zarandeo, esos tiempos de situaciones que pueden poner a uno en situaciones un poco medio comprometedores, uno tiene que entonces evaluarse a sí mismo y entonces decir, okay, espérate, qué es lo que está pasando con esta situación? Qué es lo que yo estoy haciendo? Qué está provocando esta situación? O qué yo no estoy haciendo que debería estar haciendo? También. Y cómo esta situación puede sacar de mí lo que no es necesario a nivel de carácter, a nivel de pensamiento, a nivel de proyección, a nivel de personalidad. Qué cosas se tienen que sacar de mí para que entonces yo me pueda convertir en el tipo de hombre o en el tipo de mujer que Dios desea que nosotros podamos ser.
Obviamente, esto muchas veces se da a nivel, el zarandeo se da a nivel de la salud. Mire cuando uno recibe una noticia mala de que mira, te diagnosticaron con algo y es como que, híjale, y ahora qué? Cuando se dan esas cosas así, mire eso puede ser una situación que estremecen nuestra fe y como que crees o no crees? Qué es lo que va a pasar ahora?
Y asimismo, mis hermanos, también se da aquí en la iglesia. Aquí más todavía en la iglesia. A mí me da gracia porque hay veces que decimos, ay, ese pastor tan bueno que se ve, pero a la primera que el pastor le pise un callo, ya es como que ese pastor me cae mal. No quiero hablar con ese pastor, voy a habar con el otro, prefiero al otro. Y nos vamos con el otro pastor, pero cuando el otro pastor le pise el callo usted también, ah, no, es que tienen un compinche esos pastores, me voy a ir con otro pastor.
O sí, exacto, me voy para otra iglesia. Y cuando llega a la otra iglesia usted le pisa los callos a otra persona en esa iglesia, entonces lo tienen que botar de ahí para que se vaya a otra iglesia.
Miren, cuál es el propósito final de todo esto, mis hermanos, yo entiendo que cuando se dan esas oportunidades, o esas situaciones donde nuestras vidas son sacudidas de una forma u otra, yo entiendo que Dios lo que está provocando es pulirnos, sacar de nosotros lo que es desechable, lo que apesta, lo que es feo, lo que es sucio, lo que Dios no quiere que esté ahí.
Se me viene a la mente la imagen del alfarero trabajando con el barro que cuando lo está preparando y mete sus dedos ahí, esos dedos lo que están haciendo es sacando esas piedras sucias, pedacitos de madera de raíz que están en el barro, y hay que sacarlos para que esa vasija tenga la forma necesaria y que no se rompa. Eso es lo que Dios hace con cada uno de nosotros. Así que miren, mis hermanos, si ustedes en algún momento de ahora en adelante, yo espero que esto sea así. Esta va a ser mi oración, si usted en algún momento de ahora en adelante se encuentra en una situación donde usted pueda decir, como que mi vida está siendo zarandeada, piense lo siguiente: que ya el Señor lo sabía que iba a suceder. Y que a través de esa situación el Señor está sacando lo mejor de usted para que usted se pueda convertir en la persona que Dios quiere que usted se convierta. No piense que la persona o la situación a través de la cual está viniendo ese zarandeo no vaya a pensar, ese es el diablo, es una diabla que me está atacando la vida. No lo piense así. Porque rápido le echamos la culpa al diablo, y aunque el diablo puede ser que tenga algo que ver en esto, pero mire, enfóquese, mantenga su enfoque, su mente, su corazón, su espíritu pensando, okay, Señor, qué puedo sacar de esto? O qué tu quieres sacar de esto?
Y esto requiero un esfuerzo bien intencional, mis hermanos, porque nuestra tendencia va a ser lo mismo que hizo Pedro, que cuando llegue el zarandeo, salgamos corriendo como a las millas de cuchiflán. Le cogemos miedo a la situación. Nuestra fe se esconde, como decía el pasaje que leía el miércoles, seguimos a Jesús de lejitos para que no me identifiquen, pero no, ese no es el tipo de discípulo que el Señor quiere. Él quiere aquellos que verdaderamente van de cerca de él, que están ahí conectados con él. Y aunque sí pasen por esos tiempos de zarandeo, con todo y eso se mantienen firmes porque saben que esa situación los va a sacar a algo mayor.
Así que recuerden que si ustedes creen que esa situación está trayendo algo a su final, piensa lo siguiente que después de ese final algo nuevo va a comenzar. Como yo aprendí una vez, de hecho de parte de Miguel Pérez yo aprendí esto, que cuando uno se cree que una situación ha terminado los sueños de Dios con uno no terminan, los sueños de Dios con uno continúan, me gusto eso.
Dios tiene sueños contigo y él tiene un momentun donde está bregando en cada uno de nosotros. Así que ya saben, mis hermano, mi hermana, que me escuchan, llévate esto esta noche. No hay llamado, no hay vocación, no hay ministerio, no hay una vida cristiana sólida y perdurable que antes no sea sacudida. Así que cuando su vida sea sacudida, no se quede sacudido, no se deprima, no sea achongue ni nada. Párese firme y diga, me caigo pero tengo alguien que me puede levantar, y que me puede afirmar para yo seguir adelante y que pueda enseñar a mi vida cómo debo proceder.
Así que vamos a ponernos de pie, y vamos a orar. Padre, te damos la gloria solamente a ti Señor, porque tu eres el que está en control de toda nuestra vida, Señor, tu eres el que nos dirige, tu eres el que marca nuestro caminar, Señor, tu eres el que permite que lleguen situaciones a nuestra vida que nos puedan moldear y que nos puedan acercar más a ti, Señor.
Tu deseo no es que nos alejemos, al contrario, tu deseo es que nosotros nos alleguemos más a ti. Y Padre, yo te pido por cada uno de mis hermanos y hermanas en esta noche que han llegado aquí que estas palabras sobre las cuales hemos estado meditando, Señor, que animen nuestro caminar contigo, que animen y fortalezcan nuestra fe y que nos permitan saber, Señor, que aún a pesar de las circunstancias negativas que puedan llegar a nuestra vida, Señor, que tu estás ahí también. Y que tu permites, Señor, que nuestro ser, nuestro espíritu, nuestra mente en varias ocasiones pase por momentos difíciles pero es para sacar algo mejor de nosotros, Señor, para nosotros convertirnos en alguien mucho mejor, mucho más deseable delante de ti.
Así que, Padre, sigue trabajando con nosotros, Señor, yo afirmo lo que dice la Escritura, que tu no permites que llegue tentación alguna a nuestra vida que nosotros no podamos soportar. Así que si hay algo o alguien que trata de acusarnos o de tentarnos en una forma que no viene de ti, Señor, mira, libéranos de eso, pon ángeles que nos protejan en todo momento, Señor, y líbranos de esas situaciones.
Pero si son cosas que provienen de ti, que son permitidas por ti, Señor, entonces ayúdanos a tener el discernimiento y la sabiduría para poder saber cómo tu estás trabajando en esas cosas y poder confiar en ti, Señor. Afirmo esta palabra, poder confiar en ti, Señor, en tu persona, en tus propósitos para nuestras vidas de que tu sabes mucho mejor que nosotros lo que necesitamos.
Bendecimos tu nombre en esta noche, Señor. Gracias por cada uno de mis hermanos y hermanas que han llegado aquí en esta noche. Declaro sobre ellos tu bendición y Padre, que tu nos permitas un descanso profundo, reparador en esta noche y que mañana si es tu volunta podamos levantarnos, Señor, y echarle mano al día con todo lo que pueda traernos.
Bendícenos a medida que salimos de aquí en el nombre de Jesús.