No hay vocación perdurable que antes no sea sacudida

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Yo los invito a ir al libro de Lucas. Y, hoy, he querido compartir con ustedes que está bien conectado al mensaje que estaba compartiendo el domingo. Dios me ha tenido reflexionando mucho en esa idea de lo que es el momentum… el momentum. El ímpetu del Espíritu de Dios moviéndose dentro de nosotros. Y yo les puedo decir, mis hermanos, hay tantas dimensiones, tantas variantes, tantas perspectivas que uno puede analizar de esto que yo podría seguir predicando de esto por lo menos dos semanas más. Amén.

Al menos a alguien le gusta ese mensaje. No le pagué, ¡válgame! Ah, verdad, si ustedes hablan, yo no predico, eso es así. Pero, miren, el domingo pasado después que yo terminé de predicar, que yo evalué mis notas yo me decía, ¡guau! Como que me comenzó a traer nuevas ideas a mi cabeza y anoche yo estuve compartiendo con el grupo de hombres en su reunión y estuve predicando también en una misma línea.
Y, después que terminé de predicar, el pastor Gilberto se paró y tuvo un momento para ministrar y él dijo una frase que estaba muy conectada con lo que yo estaba predicando que me prendió el bombillo aún más. Y yo me dije, pérate, yo creo que aquí hay algo. Si me perdonan voy a compartir mi corazón con ustedes, también. No es que me tengan que perdonar, o sea…

Pero, miren, qué tal si yo les digo lo siguiente… escuchen bien: No hay vocación perdurable que antes no sea sacudida. Ese es el tema que traigo en esta noche. No hay vocación perdurable – genuina – que antes no sea sacudida.

Voy a explicar esto. Yo les puedo decir que yo entendí la dolorosa verdad que estoy diciendo hoy. Y digo dolorosa porque la mayor parte del tiempo uno desearía que el envolvimiento que uno tenga en su vida cristiana sea libre de traumas o aflicciones o ansiedades. Pero obviamente eso sería un deseo utópico por así decirlo porque no es la realidad. Yo creo que uno tiene que aprender a hacer la paz con la idea de que en todo momento si uno quiere vivir genuina y honestamente como un discípulo de Cristo, tenemos que hacer la paz con la idea de que van a venir esos momentos en que nuestra vida va a ser sacudida en distintas formas.
Entonces, yo me pregunto cuál es la intención – ¿cuál es el propósito de esto? De esos momentos en los cuales nuestra vida es sacudida. ¿Por qué Dios a través de la persona de Jesús permite que el enemigo nos zarandee a nosotros? ¿Por qué Él permite que el enemigo nos zarandee?
Vamos a Lucas, capítulo 22. Lucas, capítulo 22; y vamos a leer en el verso 31. Y claro está, mis hermanos, estoy diciendo esto entendiendo el contexto en el cual lo digo. O sea, si nosotros anhelamos y deseamos ver un mover de Dios en medio de nuestras vidas, tenemos que hacer la paz con la idea de que con ese mover van a venir momentos de contienda, van a venir momentos de prueba – van a venir momentos de zarandeo por así decirlo. Pero sí, es una palabra bíblica.

Miren cómo dice el texto, Lucas 22, verso 31 dice: “Dijo también el Señor: ‘Simón, Simón, he aquí Satanás los os ha pedido para zarandearlos como a trigo, pero yo he rogado por ti que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.”

Déjame leer ese verso 31, otra vez, dice: Simón, Simón… o Juan, Juan… o Lucy, Lucy… Julia, Julia… o Miguel, Miguel… o Pedro, Pedro… o Mauricio, Mauricio… o Antonio, Antonio… puedo seguir diciendo nombres. O Felipe, Felipe. Omar, Omar, ¡válgame! ¡Por qué no voy a decir mi nombre, claro que sí! “… he aquí Satanás los os ha pedido para zarandearlos como a trigo, pero yo he rogado…” Mira cómo dice, “yo he rogado”. Rogado tiene una intensidad mucho más grande que decir el mero hecho que yo he orado.

Orar es como, Señor, sí, cuídalos. Sé con ellos. Pero, rogar es como: ¡Señor! ¡Pare! Hay una fuerza interna que sale del vientre de uno cuando uno ruega, por así decirlo.

Pero miren, ¿qué significa zarandear? Nosotros que hemos tenido familiares en el campo o algo así que zarandean muchas cosas. Básicamente zarandear es separar una cosa de otra. Sí, pero yo se que se hace a través del meneo. Es más, si yo les digo, demuéstreme cómo usted zarandea a alguien, yo sé que todo el mundo me va a bailar el twist aquí.

Pero, el zarandear lo que está haciendo es separar una cosa de la otra, ¿verdad? Los constructores cuando están zarandeando la tierra, ¿qué es lo que están haciendo? Están separando las piedras grandes de la tierrilla que necesitan para poder construir, o con el cemento. Otro ejemplo, se habla mucho del trigo, ¿verdad? Cuando se zarandea el trigo, ¿qué es lo que se está buscando hacer con eso? Se está buscando sacar el grano del caparazón que cubre al trigo.

Si usted coge una alfombra y usted la sacude, ¿qué es lo que está haciendo? Usted está separando el polvo y el sucio y la tierra de esa alfombra, para que la alfombra pueda seguir siendo usable y que no huela mal y que no afee la casa. So, el zarandeo se da de distintas formas y lo usamos nosotros también para distintas formas. Pero, en la misma forma – se me quedó la palabra forma… formados. En la misma forma – en el mismo modo, nuestras vidas pasan por distintos zarandeos.
Y, miren, vamos a… déjenme analizar este texto con ustedes un momento. Este texto de Lucas 24. Voy a hacer un pequeño estudio bíblico aquí con ustedes, en tres minutos. Miren, si usted se fija en los versos del 24 al 27 de este pasaje. Perdón, empezando los pasajes del verso 14 al 23, usted lo puede leer; pero le voy a contar, resumido. Los versos del 14 al 23, Jesús está instituyendo lo que hoy nosotros conocemos como la Santa Cena con sus discípulos.

Y fue en este instante donde Jesús identificó la persona que… ¿qué? Que lo iba a traicionar. En los versos del 24 al 27, Jesús empieza a darles a sus discípulos una cátedra acerca de quién es el mayor en el Reino de los Cielos. En otras palabras, Jesús les estaba dando una lección acerca de lo que es el verdadero liderazgo. Quién es el verdadero líder. Y Él estaba diciendo que el verdadero líder no es el que se sienta primero a la mesa y los demás le sirven, sino que el verdadero líder es el líder-siervo. Es el que sirve a otros.

Ahora, aquí es donde yo veo una clave bien importante. El verso 28, si ustedes lo leen; miren cómo dice el verso 28. El verso 28 dice: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas.” Ese verso para mí es clave en este contexto. Porque lo que significa es que Jesús está exaltando a sus discípulos por su fidelidad a Él a pesar de que ya se había identificado que había un traidor en medio de ellos.
Después de todos los traumas que Jesús había pasado enfrentándose a los fariseos, a los saduceos, a los mengueos y todos los demás que habían por ahí… después de todas las cosas que sucedieron; personas que lo rechazaban, personas que lo aceptaban, sus discípulos estuvieron allí, fielmente con Él. Y Jesús los estaba exaltando por eso.

Pero, en el verso 31, que es lo que acabamos de leer, yo digo que Jesús les vira la tortilla a los discípulos. Les dice algo que es como contradecirles. Porque después que los exalta diciéndoles, “¡Guau! Ustedes se han quedado conmigo hasta el final y yo estoy bien contento con eso.” Después viene y sale con eso, “pero, Satanás ha pedido zarandearlos como a trigo.” Óigame, yo no sé usted, pero eso a mí me parece muy particular.
Satanás los ha pedido para zarandearlos… en otras palabras aunque ellos estaban disfrutando de un mover de Dios en la persona de Jesús, en una forma bien tangible; no implicaba que ellos estaban libres de peligro o de tentación. ¿Me siguen por dónde voy?

Al contrario, ahora era que las cosas se iban a poner buenas. Después que Jesús fuera arrestado, allí era que las cosas se iban a poner de color de hormiga brava para todos ellos. Y es aquí, mis hermanos, donde yo entiendo que para poder tener un sentido de vocación – y con vocación me refiero a un sentido de llamado – vocación no es como que usted se va a una escuela vocacional y estudia para hacer secretario o carpintero. Esos son vocaciones; pero vocación, en este sentido, yo lo estoy usando como ese sentido del llamado.

Como esa razón de ser, ese propósito que Dios le da a nuestras vidas. Allí es donde yo me refiero, o ese es el uso que yo le estoy dando a la palabra vocación. Para nosotros poder tener una vocación, un llamado, un ministerio perdurable, hay que enfrentar momentos de zarandeo.

Miren qué fue lo que pasó con Pedro; qué fue lo que causó con él este zarandeo. ¿A qué se debió el fracaso de Pedro? Si ustedes recuerdan bien la historia, ¿dónde se dio el fracaso de Pedro? Si yo les sigo leyendo, qué fue lo que Pedro le dice: Dispuesto estoy, Señor, a estar contigo no solo a la cárcel sino también a la muerte. Pedro, te digo que el gallo no va a cantar hoy, antes de que tú me niegues… ¿qué? Tres veces que no me conoces.

Entonces, tú sabes, eso tiene que haber sido una cachetada en la cara de Pedro. O sea, es como que, “¡Válgame! Te estoy diciendo que estoy dispuesto a morir por ti o a morir contigo y a ir para la cárcel contigo y tú me estás diciendo que yo te voy a negar. Hello! ¿Qué es lo que pasa?” Sin embargo, Jesús sabía por qué lo estaba diciendo y se vio el fracaso de Pedro se vio en su negación.

¿A qué se debió el que Pedro negara a Jesús? Perdonen que les estoy haciendo tantas preguntas pero es que me gusta ponerlos a pensar. ¿Cuántos de ustedes – por muestra de manos – cuántos de ustedes creen que Pedro tenía miedo? Vamos a ver. Que la negación de Pedro fue por causa de miedo. Que él tenía miedo de lo que le iba a pasar. Okay. Les voy a dar otra opción. ¿Cuántos de ustedes creen que la negación de Pedro fue por falta de fe? Ah, no… Okay, la tercera opción, ¿cuántos de ustedes dicen que es la primera y la segunda?

Cubrí todas las bases entonces. Miren, no, no, no. Para mí la b) es la correcta. Saben que yo no creo que Pedro haya tenido miedo. ¿Acaso Pedro no le cortó una oreja a uno de los que vino a buscar – a arrestar a Jesús? ¿Tú crees que eso fue por miedo? ¡Ah, ya! Porque estaba al lado de Jesús se atrevió a cortarle la oreja. “Ah, sí, le voy a cortar…” Es un ímpetu, sí… un, pah. Allí se vio un momentum, le cortó un canto de oreja al soldado.

Pero no, mis hermanos, yo no creo que haya sido por miedo. Yo creo que fue más falta de fe. Y falta de fe en el sentido de creer en la persona de Jesús. Es interesante que unos capítulos antes, si ustedes leen esto en el capítulo 9 de Lucas. Miren esto, les estoy contando un secreto, una historia aquí.
Lucas, capítulo 9. Acaso en Lucas, capítulo 9, verso 18, ¿no se dio un momentum en la vida de Pedro? Miren cómo dice, Lucas 9:18, dice: Aconteció que mientras Jesús oraba aparte estaban con él los discípulos y les preguntó diciendo: ¿quién dice la gente que soy yo? Y ellos respondieron. Ah, unos dicen que Tú eres Juan el Bautista, otros dicen que tú eres Elías y otros dicen que tú eres algún profeta de los antiguos que ha resucitado. Y Él les dice, oye, y ustedes, ¿qué ustedes piensan de mí? ¿Qué ustedes creen que soy yo? ¿Quién ustedes creen que soy yo? Y allá se paró Pedro.

Yo me quiero imaginar ese momento. Yo me imagino a Jesús haciendo esa pregunta, y tal vez los muchachos estaban así sentados en el suelo, tal vez Pedro se estaba mordiendo un catito de trigo de esos así bien largos, estaba como que mordiéndolo y de repente oye esta pregunta de parte de Jesús: Y, ustedes, ¿quién ustedes dicen que yo soy?

Yo me imagino que él se quedó como que… Tú eres el Cristo, el hijo de Dios. Óigame, pero no me digo, ¡Gloria de Dios! todavía, ¿sabe por qué? ¿Qué fue lo que Jesús dice? Bienaventurado eres porque no te lo ha revelado carne ni sangre, sino que esto ha sido revelación de Dios sobre tu vida.
Miren esto, Pedro recibió esa revelación de parte de Dios. Sin embargo, la revelación no se hubiese cimentado o no se hubiese penetrado hasta lo más profundo del ser de Pedro, si él no hubiese sido zarandeado de la forma que fue. ¿Me entendieron o lo tengo que repetir?

Esta revelación que se dio en Pedro, no se hubiese cimentado en su vida si él no hubiese sido zarandeado de la forma que fue. Mire, esto para mí fue revelación, porque yo sé que nosotros podemos tener muchos profetas en medio nuestro. O que Dios pueda traer revelación en medio nuestro y yo amo eso, y lo deseo eso, que Dios hable pero el mero hecho de que haya una revelación en medio de nuestras vidas no significa que esa palabra se va a concretizar hasta que algo suceda entre nosotros que libere el poder de esa palabra. Amén.

¿Me están entendiendo o los estoy confundiendo? Yo creo que hay palabras que Dios trae a nuestras vidas, que en el momento suenan bien ricas, que en el momento suenan como que esto es gloria aquí en el monte de la transfiguración por así decirlo. Pero el mero hecho que usted haya recibido la palabra, no significa que usted vaya a experimentar el poder de esa palabra en su vida hasta que algo más abundante suceda en usted.
Hasta que algo más impactante no suceda en usted. Es como si decir que esa palabra que Dios le da lo mete a usted en una burbuja. Y usted está en esa burbuja, ¡guau! Qué palabra más linda. Y no es hasta que viene un suceso de la realidad, de la vida, que viene y le hace ‘pop’ y le explota la burbuja, que entonces cuando se explota esa burbuja usted entiende esa palabra de una forma totalmente distinta. Amén.

¿Dígame usted si eso no fue lo que sucedió en la vida de Pedro? Que Pedro con toda esa celebración que él recibió – y miren cómo se dio la revelación de Pedro, no fue solamente en ese instante que dijo, ¡Ah, tú eres el Cristo, el hijo de Dios! No, no, no. La revelación de Pedro se dio de muchas otras formas; el mero hecho que él pudo contemplar los milagros que Jesús hizo, es más que fue, como quien dice, copartícipe de esos milagros. Que también sanó enfermos, que echó fuera demonios, que anunciaba o decía unas cosas que tal vez antes él no pensaba que las podía decir, pero como estaba en presencia de Jesús estaba fluyendo ese poder a través de él.

Pero como que todavía no se había concretizado aún. Oh, sí, Jesús yo estoy dispuesto a morir contigo, a ir contigo a la cárcel. Pero él ni sabía lo que estaba diciendo.

¿Por qué? Porque él… Okay, se los voy a decir de esta forma: ¿cuántas veces Jesús no esta anunciando que él tenía que morir? Y, en cuántas ocasiones también Pedro, “Pero, Jesús, ¿qué estas diciendo? Tú eres el Rey de los Judíos. Tú eres el que vas a gobernar sobre nosotros.”

O sea, en varias ocasiones, en el instante bíblico se ve, que Pedro está persiguiendo a Jesús de la forma incorrecta. So, imagínense ustedes cuando le cogen a Jesús, que lo quitan, que lo arrestan. Él se queda como que… ¿y qué pasó aquí? No está tu poder, no están los ángeles que pueden venir y liberarte a ti. Y ahora te estoy viendo en el punto más vulnerable de tu vida. Te dan cachetadas, te escupen. ¿Quién no se va a confundir con eso? Obviamente cuando se da el momento de la negación, se pone más interesante la historia.

Pero, miren mis hermanos, déjenme ir avanzando porque son las nueve ya. Lo bello de este relato es lo siguiente. Y fue que el mismo Jesús se lo advirtió. En otras palabras, Jesús sabía que era necesario que esto aconteciese en Pedro. Es más, yo me atrevería hasta decir, que es por esto que Jesús mismo permite que nuestro enemigo se acerque a nuestras vidas y cause algún tipo de desajuste sin hacer estragos con el mero propósito de sacar lo mejor en nosotros.

Acaso la Biblia no dice lo siguiente: Por algo es que el Señor permite que el enemigo se acerque a nosotros y nos zarandee, pero sin causar estragos. Porque él quiere, como quien dice, usar al diablito este de conejillo de indias, lo voy a hacer como mi instrumento para sacar lo mejor que hay en ellos. Acaso la Biblia no dice lo siguiente, en Juan, capítulo 16, versos 33, que dice: “En el mundo ustedes van a tener aflicción…” Pero, ¿qué dice Jesús? Yo he vencido al mundo.

Romanos, capítulo 8, verso 31, nos dice: “Si Dios es por nosotros, quién contra nosotros.” Primera de Corintios, capítulo 10, verso 13 dice, “Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al ser humano; pero, fiel es Dios que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que…” ¿Qué? “… puedan resistir o aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, Él les va a dar…” ¿Qué? Lo va a hacer fácil: les va a dar la salida, también, con la tentación.
Y, en Primera de Juan, el favorito mío; en Primera de Juan, capítulo 4, verso 4 dice: “Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a estos falsos profetas…” ¿Por qué? “… porque el que está en ustedes es más…” ¿Que el que está dónde? Eso sí, puede venir a molestar nuestras vidas, pero no es que no nos va a destrozar o nos va a derribar. Es más, yo les puedo decir tantos otros versos bíblicos pero no tengo tiempo.
Miren, todos estos pasajes, mis hermanos, nos ayudan a entender que cuando Dios comienza a moverse en nosotros, hay otro que va a querer moverse también. Para que nosotros lleguemos a lo que Dios intenciona en nuestras vidas. Obviamente ese otro, ese enemigo, sabe que se va a quedar en desventaja si nosotros nos comenzamos a mover en la dirección de lo que Dios quiere para nosotros.
Déjame ir terminando aquí. Yo creo que esto se va a quedar, to be continued. Continuará la semana que viene. No, no, no. Déjame terminar aquí.
Yo es por eso digo, mis hermanos, que es importante reconocer cómo Jesús en su conocimiento infinito, sabe por dónde nos mete y a quién trae a nuestro camino. Déjame terminar reflexionando en esto concerniente a Pedro. Jesús sabía lo que iba a hacer con Pedro, y en la misma forma el Señor sabe lo que está haciendo con cada uno de ustedes. Aunque no parezca aquí, pero Él sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros.

Jesús sabía la capacidad y el potencial que tenía Pedro, así como también sabe y conoce el potencial y la capacidad que usted también tiene. Pero así mismo Él tenía que tratarlo. Jesús tenía que tratar con Pedro. Jesús, yo me atrevo a decir que Jesús mismo zarandeó a Pedro en muchas ocasiones. ¡Ay, se está haciendo tarde y hay mucha gente aquí! Vayan ustedes y denles de comer. Pero estas hablando de cinco mil personas y no tenemos nada. Vayan… ¿Acaso Jesús no está poniendo a prueba ahí mismo a sus discípulos? ¿Claro que sí!

Oh, no, déjame reírme.
Los voy a dejar en suspenso, los voy a dejar aquí. Allí mismo en ese capítulo de Lucas 22, verso 54 me encontré con algo que fue bien particular. Porque cuando Jesús fue arrestado, que se lo llevaron, miren lo que dice el verso 54: “Lo llevaron y lo condujeron a la casa del sumo sacerdote.” Y dice…. “Y Pedro le seguía…” Allí si que puedo decir que el hombre tenia miedo.

Mire, ¿usted cree que este es el tipo de discípulo que Jesús quiere? El discípulo que se esconde, el discípulo tímido. El discípulo que está intimidado por las cosas o que se deja amedrentar por las circunstancias de la vida. Por algo es que Él quiere tratar con nosotros. Porque Él sabe lo que Él está haciendo en usted.

A nivel individual Él sabe lo que Él está haciendo en usted. Y como usted es parte, no de cualquier iglesia, sino que usted es parte de esta iglesia; con más razón el Señor quiere tratar con usted y conmigo. ¡Válgame! Déjame ponerme yo también allí.

So, usted tiene doble carga. Perdóneme que le rompa la noticia así, pero usted tiene doble carga. No tan solamente el Señor quiere trabajar con usted en forma individual, quiere trabajar con usted porque usted es parte de esta iglesia. Para un tiempo así, como le dijeron a la Reina Ester, para un tiempo así… “Para un tiempo como este, Dios te ha levantado para estar aquí.”
Así que yo los quiero dejar en suspenso.

Tú vocación no va a ser perdurable antes que no sea sacudida. Si quieres escuchar más, no te lo pierdas el miércoles que viene.

Vamos a ponernos de pie, mis hermanos, y vamos a orar. Padre, en el nombre de Jesús, reconocemos que estamos delante de ti, oh, Dios. Reconocemos que Tú tienes un llamado sobre nuestras vidas, Señor. Tú nos llamas, deseas que nosotros podamos vivir acorde con los deseos que Tú tienes para nuestros corazón; para nuestra vida como iglesia.

Y, Señor, Padre, lo que yo estoy diciendo… yo sé que nos reímos pero es algo bien serio, Señor. Porque no se nos hace fácil lidiar con ese zarandeo que viene en nuestras vidas. Al menos por esta primera parte, en las cosas que he compartido, Señor, yo te pido que Tú nos ayudes a comenzar a reflexionar en nuestro interior, bien profundo en nuestro corazón, Señor.
Que así como Tú trataste con tus discípulos, aquellas personas… esos hombres que caminaron tan de cerca contigo, Señor, y vieron maravillas de parte tuya. Así también Tú caminas en el día de hoy Tú también. Y Tú quieres tratar con nosotros; Tú quieres sacar también lo mejor de nosotros. Tú quieres que a través de la vida nosotros podamos ser zarandeados para sacar lo más valioso que Tú buscas en medio de nuestras vidas.

Así que Señor, en medida que continuamos meditando en esta Palabra, Señor, que estamos escuchando todos estos mensajes de el mover tuyo en medio de esta iglesia, en medio de nuestras vidas. El mover en Tú espíritu, Señor, y de cómo Tú deseas que seamos una iglesia de poder y de autoridad; yo te pido que también nos ayudes a meditar concerniente a esto; cómo Tu quieres trabajar nuestro carácter, trabajar nuestra persona para que podamos ser siervos efectivos, discípulos radicales comprometidos contigo, con Tu reino.

Padre, yo te pido que Tú bendigas a mis hermanos y hermanas en esta noche a medida que ellos salen de aquí, de este lugar, Padre, que esta palabra pueda salir haciendo eco en sus corazones y que los provoque a seguir buscando, estudiando más de Ti, Señor. Para ver qué descubrimos en la riqueza de Tu palabra, Señor. Que sea de bendición a nuestras vidas.

Permite que esta noche podamos tener un sueño tranquilo, reparador, mi Dios. Y que mañana, si así Tú lo permites, ¡guau! Nos levantemos como si hubiésemos dormido toda una semana corrida, Señor.

Así que, Padre, bendice a mis hermanos y hermanas. Te damos la honra y la gloria a Ti, Señor. Celebramos lo que Tú haces en nuestras vidas. Y a Ti te damos las gracias, en el nombre de Jesús. Amén. Y Amén. Mis hermanos Dios les bendiga.