Agradecer la misericordia de Dios en el desierto

TRANSCRIPT

Salmo 63, en el verso 1. Yo quiero que se fijen en el titular de este salmo, el titular de este salmo. Yo no sé si su Biblia lo dice, pero, así mismo como está en la pantalla dice, Salmo de David cuando estaba en el desierto de Judá.

Voy a explicarles un poquito esto. Dice:

“… Dios mío eres tu de madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria así como te he mirado en el santuario. Porque mejor es tu misericordia que la vida, su labios te alabarán…”

Vamos a detenernos ahí. Miren esto, mis hermanos, cuando yo leo, si yo hubiese leído este salmo sin haberle prestado atención al título, yo lo hubiese leído como que guau, que lindo, lo más seguro David estaba caminando por el palacio y reflexionando en cuan bueno ha sido Dios con él. Porque decir una palabra como esa, guau, mejor es tu misericordia que la vida. Esas son palabras grandes, profundas, y eso usualmente uno puede asumir que esas son palabras que vienen de una persona que está bien. Ah, Señor, estoy experimentando tu bondad en mi vida y puedo decir que tu misericordia es mejor que cualquier cosa. Estoy en el Seventh Heaven, por así decirlo.

Y mis labios te alabarán, miren eso, o sea, el hablar de la bondad de Dios usualmente, de nuevo, uno asume que puede venir de una persona que tiene como quien dice, entre comillas, su vida all set, que todo lo tiene bien, lo tiene todo bajo control. Pero cuando nosotros le prestamos atención al título de ese salmo ya la historia es otra. El contexto es uno totalmente distinto porque cuando yo leo que estas palabras fueron inspiradas en el corazón de David cuando él estaba en el desierto de Judá, mis hermanos, no fue que salió del palacio y con su ropa real se fue a caminar por el desierto. No, no, no, esa no fue la época. La historia dice que él cuando escribió esto era el tiempo donde él todavía estaba siendo perseguido. Es verdad que no está claro si era perseguido por el rey Saúl o si era perseguido después de su reinado que fue perseguido por sus propios hijos, como Absalón que fue uno de ellos.

El asunto es que el hombre estaba en el desierto pero estaba en un estado de estrés por así decirlo, estaba en un estado de ansiedad, estaba en un estado de inquietud, estaba en un estado de inseguridad, porque no sabía que era lo que iba a acontecer con su vida. Más sin embargo, en medio de esa búsqueda yo quiero que usted se imagine una persona caminando por el desierto con sed, con sus labios que se están rompiendo por el sol y la sequedad y la deshidratación, y una persona en medio de esa ambivalencia en la cual se puede encontrar, de repente, sale de su boca el decir, Dios mío, tu eres mi Dios y yo te busco intensamente, mi alma tiene sed de ti y todo mi ser te anhela.

Si yo lo pongo a usted en el desierto de Sahara usted va a decir, mi boca tiene sed, y no es de ti sino de agua. Eso es lo que yo diría. Pero él en medio de esta situación, lo que le da por decir, mi alma tiene sed de ti, o sea que la sed de justicia que él tenía en su corazón era más que la sed que él podía estar sintiendo en su cuerpo físico. Es más, quién sabe si la sed de su cuerpo físico era un reflejo de lo que verdaderamente estaba pasando en su interior. Y en medio de todo eso, él puede decir estas palabras, todo mi ser te anhela.

Y él de repente, Señor, yo te he visto en el santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. En otras palabras, en medio de esa ansiedad él lo que está diciendo, ah, yo sé quién tu eres, yo sé lo que tu puedes hacer, yo te he visto en acción en mi vida. Yo sé que tu eres el Dios de los imposibles y en medio de todo eso poder decir entonces al final, Señor, tu misericordia es mejor que la vida.

Mis hermanos, yo quiero hacer hincapié en esa frase. Porque hay veces que nosotros llevamos la vida como si no le prestásemos atención verdaderamente a cuán bueno y cuán misericordioso es Dios con cada uno de nosotros.

Miren, el mero hecho de que nosotros estamos aquí ya es una expresión de la misericordia de Dios. Yo escucho testimonios como el de Daniel, o recuerdo muchos testimonios de sus propias vidas, o sea, yo veo sus propias caras y sus propias caras ya es un testimonio de la misericordia de Dios. De cómo nosotros en una forma sobrenatural podemos sacar fuerza de donde no las tenemos, podemos sacar ánimo de donde no existe ninguno, podemos tener una perspectiva distinta de la vida cuando las circunstancias a nuestro alrededor nos están apuntando a otra realidad y aún así poder decir, Señor, tu misericordia, tu amor, tu bondad, todo lo que tu tienes es mucho mejor de lo que me pueda pasar a mí en esta vida.

Y eso se manifiesta en tantas formas que cuando uno está alerta de esa bendición de Dios uno entonces puede decir, mis labios te alabarán. Esa expresión de que mis labios te alabarán, sabe lo que están diciendo? Es que mis labios van a testificar de todo lo que has hecho, de todo lo que tu haces.

Por eso fue que yo sentí hoy invitar a personas que pudiésemos testificar que Dios está haciendo. Porque esos testimonios mis hermanos, edifican nuestras vidas en tal forma que nos animan y nos ayudan, y nos impulsan a seguir adelante. Mira, tu vida no tiene que estar al cien por ciento perfecta para que tu puedas testificar de lo que Dios está haciendo en ti. Tu vida no tiene que estar en la perfección.

Yo me puedo parar aquí ahora mismo y yo les puedo decir, mira, mi vida no está al cien por ciento perfecta, como yo desearía o como Dios quisiera, pero aún así Dios me da la fuerza, me da el ánimo para yo poder hablar en fe de lo que Dios ha hecho, de lo que Dios está haciendo, y de lo que Dios va a seguir haciendo.

Yo les digo, miren, el yo escuchar estas cosas así, ver la gente orando por mí, y yo le doy gracias a Dios por eso. Hoy he celebrado mi cumpleaños ya tres veces. El staff aquí en la iglesia, me cogieron de sorpresa, rompieron una reunión que teníamos los pastores y llegaron con un pastel y cantamos. Ahorita los muchachos del grupo de alabanza de oración también tengo un pastel que me está esperando ahí ahorita. Es para mí. Para mí. Dice mi nombre. Y ahora el mero hecho de que estamos aquí en este tiempo de oración, eso es algo que bendice mi vida. Y yo no sé, bueno, yo estoy seguro que todos nosotros tenemos esos momentos donde de repente nos detenemos y paramos y reflexionamos y es como que, guau, Señor, dónde está mi da? Qué he logrado hacer? Qué estoy haciendo? En qué dirección voy? Qué nuevo tu quieres que yo haga? Qué puedo corregir?

Ustedes me entienden, es esa jornada de reflexión interna donde uno se dice, ok, Señor, vamos a hacer un maintainance check. Dónde estoy ahora mismo? Cómo están las cosas? Y hay algo que yo he logrado reflexionar en estos tres días pasados, y es el mero hecho, mis hermanos, que yo estoy más que agradecido con el Señor. Y de nuevo, mi vida no está al cien por ciento perfecta como yo quisiera, y yo sé que usted se puede identificar con eso, pero aunque no está al cien por ciento perfecta, mire, yo veo todo lo que está a mi alrededor y yo tengo que decir que realmente hay un Dios que está en los cielos y que se está moviendo aquí en medio de nosotros.

Yo anoche mientras estábamos celebrando en mi casa, a mi esposa le dio fiebre con hacer bizcocho ahora, con hacer pasteles y ayer estuvimos preparando el bizcocho, poniendo el frosting, ¿verdad? El suspiro? Eso es nuevo para mí. A lo dominicano, el suspiro, el frosting, lo dulce. El supiro.

Pero el asunto es que de repente ponemos el bizcocho en la isleta de la cocina y de repente yo tengo a mi esposa, que está agarrando a Sebastián, Lucas se enganchó en la pileta, y mi suegra por otro lado, y el mero hecho de yo poder escuchar a todos ellos cantando así sapo verde todo you, como nosotros… Happy Birthday, miren para mí yo estaba contemplando ese panorama y me decía, guau, Señor, la verdad es sin yo merecer esto, tu me has dado estos regalos. Una familia bella, preciosa.

Y entonces hoy en el tiempo que he estado aquí, cuando yo vengo y me paro de frente a ustedes y yo los veo a cada uno de ustedes yo me digo, Señor, qué mejor regalo yo puedo pedir, o sea, cada una de estas personas, en el nivel en que yo los pueda conocer a ustedes, a unos más a otros menos, pero cada uno de ustedes significa un regalo de Dios por que ustedes son una familia aquí, y yo sé y reconozco que uno está aquí en capacidad pastoral, pero yo los miro y yo veo una familia que Dios me ha permitido tener aquí.

Yo aquí ahora mismo veo cumplido lo que dice Jesús en Lucas, cuando él dice, si alguno dejare a madre o padre o hermano o hermana, o hijo o hija, o perro o gato, cotorra, por mí, por el Evangelio, recibirá cien veces más cada una de esas cosas. Y yo solamente tengo un perro, no tengo gatos ni tengo cotorras, pero sí yo puedo decir, como he dicho otras veces, tengo muchas madres, tengo muchos padres espirituales, tengo muchos abuelos y abuelas espirituales, y tengo muchos hermanos y hermanas, primos, primas, tíos, tías, puedo seguir ahí dando la lista.

Y todo eso, mis hermanos, es bendición de Dios, todo eso me permite a mí decir, Señor, tu misericordia es mejor que cualquier otra cosa que uno pueda desear o querer en la vida. El mero hecho de que tu provees este ambiente aquí y de nuevo, yo no estoy diciendo que este grupo sea un grupo de personas cien por ciento perfectas, porque yo sé que hay momentos en los cuales nos pisamos los cayos y rozamos hombros y hay veces que uno dice cosas que tal vez al otro le cae mal. O usted dice cosas que a mí pueden caer mal, y es como que, y ahora qué? Pero como quiera, acaso eso no es parte de una familia? Acaso eso no es parte de una familia? Como dice el verso 5, por favor, hablando de supiro, de frosting, ahora es de meollo. Qué es meollo, by the way? Lo que se mueve en la olla, ¿verdad? Yo voy a averiguar bien qué es lo que significa meollo, es que aquí lo estaba leyendo en otra versión.

En mi versión dice: “… mi alma quedará satisfecha como de un suculento banquete…”

Si suculento banquete significa meollo, yo creo que el que escribió esa versión de la Biblia tenía algo de hispano en su corazón. Creo que lo sacaron de Santo Domingo o algo.

“…Como de meollo y de grosura será saciada mi alma y con labios de júbilo te alabará mi boca. Cuando me acuerde de ti en mi lecho, cuando medite de ti en las vigilias de la noche porque has sido mi socorro y así en la sombra de tus alas me regocijaré…”

Miren, yo cierro con esto, mis hermanos y hermanas, yo no sé cuántos de ustedes se han levantado por la noche porque la ansiedad no los deja dormir. Cuántos le ha pasado eso? Que la ansiedad no los deja dormir. Y se levantan y están como que jalándose los pelos, qué va a pasar con esto. Ahora, escúchenme bien, yo no sé, aquí sí que yo no sé, porque esto no es muy usual, pero yo no sé cuántos de ustedes se levantan por la noche porque la satisfacción, el gozo, el deseo es tan y tan grande, y tan inmenso que uno no puede dormir. Le ha pasado? A mí me ha pasado también.

Mire, y de nuevo, de nuevo, estoy poniendo esto en contexto mis hermanos y hermanas, no significa que la vida tenga que estar cien por ciento perfecta, pero sí hay algo que… se recuerdan hace dos miércoles atrás que le estaba hablando acerca de ese momentum divino, de ese momentum espiritual que cuando Dios está haciendo algo, si uno no está alerta te va a pasar, y se fue la guagua, olvídate, te dejó a pie. Pero si uno está alerta, sensible a lo que Dios está haciendo, cuando viene ese momentum uno se queda como que, espérate, esta ola la tengo que surfear.

Pues, mire, así a veces pasa, hay veces que hay situaciones alrededor que vienen y amenazan, son duras, son fuertes pero en medio de todas esas cosas, se siente algo de Dios que es sobrenatural. Y es ese algo de Dios que es como mantiene a uno con una adrenalina arriba y uno siempre está a la expectativa, guau, que amanezca ya, yo quiero saber qué va a pasar en este próximo día, o qué puedo hacer nuevo en este próximo día.

Miren, mis hermanos, esas son las cosas, ese verso que decía en las meditaciones de la noche pienso y estoy conectado contigo. En mi lecho me acuerdo de ti. Mira cómo dice, me acuerdo de ti y pienso en ti toda la noche. Eso es una expresión de amor. Cuando usted conoció a su primer amor, su novio, su novia, cuantos de ustedes, vamos a confesarnos aquí y ahora, voy a poner una cortinita para que se confiesen conmigo, dígame hijo, dígame hija, cuántos de ustedes no enganchaban el teléfono a la una de la mañana y media hora después ya estaban pegados al teléfono de nuevo, porque es como que, papito, mamita, no puedo dormir, te tengo que escuchar otra vez. Mira allá están los dos ahí atrás, como eso parece que todavía pasa, ¿verdad? Te levantan a media noche, están durmiendo, están uno al lado del otro y se levanta a medianoche, como papito, te extraño.

Eso es lo que está diciendo David aquí, es como que, está a este nivel de emoción que, ok, me voy a dormir ahora Dios, pero no, no es que me haces falta. Tengo que despertarme de nuevo. Pensar en ti, hay algo que pasa.

Y miren, mis hermanos, eso es parte de ese momentum, de ese ímpetu, de esa fuerza que Dios pone en nuestras vidas y cuando eso sucede, miren, hay que aprovecharlo, porque uno nunca sabe lo que Dios pueda revelar a nuestras vidas en esos momentos.

Así que, mis hermanos y hermanas, piensen, mediten en estas palabras. Yo les estoy mirando las caras y mira sí, puede ser que usted tenga una necesidad bien crasa, bien fuerte. Hay algo que está ahí bien apremiante en su corazón, pero asumamos la actitud de David, que en medio de esos desiertos de la vida, cuando las cosas aprietan, y uno se siente que está en persecución, esa ambivalencia, esa inseguridad, qué va a pasar, qué me van a decir, o qué me van a hacer o qué yo voy a hacer, o qué yo voy a decir, y uno está así como que, mire, encuentre las fuerzas para poder decir eso, Señor, de madrugada, a las 9 de la mañana, a las 12 del mediodía, a las 3 de la tarde, el tapón, tomando café, tomando te, comiendo un hamburgher en Mc Donalds, sea donde sea, te voy a buscar, Señor.

Te voy a buscar, voy a estar en contacto contigo y ver cómo tu puedes inspirar mi vida de tal forma para que yo entonces pueda decir, tu misericordia es mejor que la vida, y mis labios te alabarán.

Vamos a ponernos de pie y vamos a orar. Gracias te damos, Señor Jesús, tu misericordia es mejor que la vida, Señor Jesús. Y por eso nuestros labios te alaban, nuestros labios te bendicen, Jesús, porque tu eres el que hace todas estas cosas posibles en medio de nuestras vidas, Señor Jesús.

Padre, yo te doy las gracias por cada uno de mis hermanos y hermanas, Señor, yo bendigo sus vidas dondequiera que estén, dondequiera que se encuentren, Señor Jesús, sea cual sea su necesidad, su situación particular, yo te pido que tu les visites donde ellos están ahí ahora mismo, Señor Jesús, y que ellos puedan recibir de ti ese aire que los levanta, Señor, ese aire por debajo de sus alas que los levantan a nuevas alturas. Señor que puedan experimentar esa misericordia tuya que los satisface, que los llena, que sacia su sed, que sacia su hambre y que aún en las meditaciones de la noche los mantiene despiertos. Pero es un despertar que trae energía, Señor, que trae fuerza, que trae nuevas perspectivas, nueva visión.

Señor, no dejes que nosotros nos endurezcamos hacia ti, Señor, sino permite que nuestro espíritu, nuestro corazón se mantenga sensible a escuchar tu voz y a obedecerla sobre todas las cosas. Te damos las gracias por lo que tu haces, por lo que tu has hecho y por lo que seguirás haciendo, Señor, gracias por cada uno de mis hermanos y hermanas, Señor, que han llegado hasta aquí en esta noche. Sobre cada uno de ellos declaramos tu bendición. En el nombre de tu Hijo Jesús, lo decimos así Padre, gracias te damos. Amén.