13 de septiembre del 2010 - Por Myrza Marilys Lassús
“Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas”. Isaías 40:11
Mi hermano y yo íbamos camino a la escuela. Yo tenía 11 años y él tenía 10 años. El cargaba un violín porque tenía un concierto ese día. De momento paró un carro grande, de color rosa pálido y salieron dos hombres grandes. Uno de ellos comenzó a preguntarme por direcciones, mientras el otro se acercaba a mi hermano. Yo en par de segundos le grité: “Corre, corre y olvídate de mí”. Mi hermano tan chico corrió con su violin y el hombre se le fue detrás. Había nieve y mucho hielo en la carretera. El hombre logró alcanzar a mi hermano. Lo tiró al suelo y tomó el violín. Yo me había escapado del otro y corrí tras mi hermano. Los hombres se olvidaron de nosotros y se fueron en el carro. Mi hermano y yo asustados, llegamos a la escuela. Llamaron a la policía y lograron recuperar el violín. El ladrón “inteligente” le estaba robando a una anciana con el violín en la mano. Eso fue una de las tantas cosas que nos sucedieron al principio de llegar a este país.
¿De cuantas cosas Dios no te ha librado? ¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a pensar en el accidente que tuviste y no te pasó nada; en la vez que te caíste de la escalera y no te pasó nada; en la vez que te operaron y no se infectó la herida? Dios nos cuida en todo momento. El nos tiene refugiados en sus brazos guardándonos del mal.
En aquel entonces, mi hermano y yo no nos percatamos del peligro que nos amenazó. Pero algo nos libró; las oraciones que mami hacía todos los días por nosotros.
No temas. El está contigo. Levanta tus ojos y mira quien creó los cielos y la tierra y llama a todas las estrellas por su nombre. El grande en fuerza y poder. El que da fuerza al caído y multitudes de fuerzas al que no tiene ninguna. Ese es el gran Dios que te protege y cubre como un gran pastor hace por sus ovejas.