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Quiero hablarles un poquito hoy día acerca de algo que ha preocupado mi vida porque es una manera muy doméstica de nosotros de estar viviendo. Cuántos se han quejado alguna vez? No estoy hablando de esas quejas de dolor, porque a veces por la enfermedad, pero quejarse de insatisfechos, o quejarse de llenos, o quejarse de tener mucho, o quejarse de tener poco, o quejarse de no tener nada. Es una habitualidad en nuestra vida quejarnos. Nos quejamos hasta por si acaso, para ver si agarramos algo.
El capítulo 10, en el versículo 1 del Libro de Job, hay un versículo muy interesante, siempre Job, el Libro de Job uno no le puede hablar muy mal del Libro de Job, pero yo voy a hablar mal de Job hoy día. Sí, cuando uno saca un ejemplo de depresión, de enfermedad uno va a Job, pero mire el versículo que nos presenta Job aquí en el libro de Job, capítulo 10, versículo 1 dice:
“Está mi alma hastiada de mi vida…., alguien ha dicho eso alguna vez? No levante la mano, no diga amén tampoco. “…. Daré libre curso a quién?, a mi queja. Hablaré con amargura de mi alma….”
Que levanten la mano los amargados, los quejumbrosos. Yo creo que en un momento… este sermón no es como predicarlo antes de la adoración, no es cierto? Porque después de la adoración es muy difícil que alguien pueda levantar su mano. Ay, pero esto estaba calculado así, para no caer en problemas de conciencia.
Quejarse es una manera habitual hoy día en nuestras vidas de poder conseguir cosas o de poder creer que nos faltan cosas. Mentalmente nuestra sociedad el que no se queja no tiene. Por eso por muchos años supóngase en los Estados Unidos se abusó mucho de los sistemas de ayuda social y hoy día el sistema de ayuda social está en la banca rota. Cada vez se hacen más recortes. Hay gente que se quejaba teniendo y todavía recibía. Eso provocó que a través de los años muchas cosas fueran cambiando y muchos beneficios se fueron reduciendo y como yo no vivo hace muchos años acá me imagino que ya muchos beneficios de los que había hace 20 años atrás ya no existen.
La queja es parte de nuestra conducta humana. La queja viene desde allá, desde el huerto del Edén. Por qué no podemos comer de ese arbolito? Era el `más bonito, de colores, de frutos, era el que el Señor había cuidado, pero había una queja. Este término queja lo vamos a denominar como murmuración, es más común esa palabra, murmurado. Alguien ha murmurado alguna vez? Fueron muchos los amén, yo creo que fue poca adoración la que tuvimos hoy día.
La murmuración es parte de este concepto de la queja. La murmuración refleja nuestro descontento. La murmuración y la queja, o la queja que es lo mismo, vamos a tomar el mismo concepto para la idea, trae en nosotros muchas veces dudas, falta de fe. La queja en nosotros provoca el enojo de Dios. La queja en nosotros provoca la ira de Dios. Y vamos a ver algunos versículos en esta hora y media que nos queda de servicio…. Cuántos ya tienen sueño? Hay gente que se acuesta a las 9. Quién se acuesta a las 9? Y para qué vino a la iglesia? Aquí vamos a terminar después de las 9. Ya puede irse a dormir a las 10.
Cuando el Señor quiere hablarnos nos habla después de la hora en que nos acostamos, no es cierto? Cuantos han recibido un mensaje por sueño? Señor, por qué no me dejaste dormir, me tuviste que dar ese sueño ahora? Bueno, la murmuración traer ciertas consecuencias a nuestra vida. Yo sé que esta iglesia no está acostumbrada a murmurar y la mía tampoco, por si acaso. Pero para otros que murmuran quiero decirles que partamos de una base: fuimos creados para darle honra y gloria y alabanza al Señor. Cuantos dicen amen a eso? Fuimos creados para rendirle todo honor, todo imperio y toda majestad en su presencia. Fuimos creados para dar gloria, para dar gracias siempre en todo momento, en las épocas buenas, y en las épocas malas. Cuantos han aprendido a dar gracias al Señor en las épocas malas? Ahí hay bendición también. Ahí el Señor no se olvida de sus hijos. Ahí el Señor los toma y los lleva en sus brazos y dice, no te preocupes, esto es un tiempo, sigue agradeciéndome y yo te voy a dar todavía más. Se fiel en lo poco porque lo mucho te voy a poner.
Pero la queja es un hábito y yo quiero que salga de aquí estudiando la conducta, no solo suya, sino de los que lo rodean, y se va a dar cuenta mañana en su trabajo, con sus compañeros de trabajo, o de la escuela, o donde usted esté, y usted comience a enumerar las quejas de cada uno de ellos y se va a dar cuenta de que realmente la gente se queja mucho. Y eso traer una actitud a nuestra vida.
Job nos presenta este versículo y yo tomé este versículo porque creo que es interesante cuando el alma de uno, cuando la personalidad de uno comienza a definir el rumbo de su vida en torno a quejarse siempre. Yo voy a decidir, aquí Job está diciendo, yo voy a decidir libremente quejarme. Eso es lo que dice. Voy a murmurar de todas esas cosas que se supone yo debiera haber tenido para bien pero no me han salido para bien. Es una conducta recurrente en cada uno de nosotros, el quejarnos. A veces no nos damos cuenta. Es tan habitual en nosotros quejarnos que no nos damos cuenta que nos estamos quejando. Es parte de nuestra idiosincrasia. Es parte de nuestro vocabulario, pero una iglesia que entiende que el quejarse trae maldición, comienza a dejar de quejarse.
En el libro de Números, capítulo 11, y capítulo 14, y capítulo 17, hay una serie de historias y habla de las quejas del pueblo de Israel. Pero Job dice, daré libre curso a mi queja. En Job capítulo 7, versículo 13, si usted tiene un lápiz anótelo porque no vamos a tener mucho tiempo de buscar, “…la queja trae depresión…”, el quejarse continuamente trae depresión. La depresión es un síntoma normal de estos tiempos. La depresión no es una enfermedad, es la consecuencia de una serie de acontecimientos en nuestra vida que nos llevan a un punto que se llama depresión.
La queja puede ser una de esos caminos que nos llevan a la depresión. Si usted lee Job, capítulo 7, versículo 13 y si usted lee Job, capítulo 7, versículo 11, nos hace hablar con pesimismo, la queja nos hace hablar con pesimismo. No encontramos valor en nada, no encontramos nada interesante. No encontramos nada entretenido. No encontramos nada que pueda ser de bendición. La queja comienza a tener forma de pesimismo.
Cuántos son pesimistas aquí? En el Libro de Números, capítulo 17, versículo 5 y versículo 10, estos son versículos clave: la queja nos hace que nos revelemos contra la voluntad de Dios. La queja hace que nos revelemos contra la voluntad de Dios. Y hace que cada vez que Dios quiere hacer algo nosotros comencemos a cuestionarnos, comencemos a preguntarnos, será de Dios? Será de Dios eso? Dios estará haciendo esto bien o querrá una ayudita de nosotros?
Cuando nuestro corazón y nuestra mente se llenan de quejas, comenzamos a dudar de lo que Dios ha determinado para nosotros. Y ¿saben qué? Dios ha propuesto un plan, ha diseñado un plan para nuestras vidas, un plan perfecto, un plan donde tu y yo entramos perfectamente. Aquí no es que el Señor hoy día te llamó y mañana se olvidó de ti. O ayer te llamó y hoy día ya no te quiere tener en su camino. El Señor tiene un plan, ha trazado un plan en tu vida, y no es a base de las quejas, es a base de fe. Es a base de creer en el Señor.
Cuando nosotros podemos leer estos versículos y podemos llenarnos de lo que él realmente quiere de nosotros, nos podemos dar cuenta de que Dios no quiere que nos quejemos. Dios quiere que seamos siempre insistentes con él porque él tiene todavía muchas cosas para nosotros.
Quiero invitarlos a abrir su Biblia en el Libro de Números, capítulo 14, versículo 2. Dice, “.. y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel y les dijo toda la multitud, ojalá muriéramos en la tierra de Egipto o en este desierto, ojalá muriéramos…”
La queja nos lleva a ser conformistas. Nos conformamos, nos conformamos con lo que teníamos, nos conformamos con la mediocridad, nos conformamos con el estilo de religiosidad que llevábamos, nos conformamos con el estilo de vida que llevábamos. A veces encontramos que era mejor, nos enojamos, porque parece que en el mundo nos iba mejor. Cuantos han dicho eso alguna vez?
Yo llegué a Cristo y desde que llegué me han ido una cantidad de cosas en mi vida… sabes, cuando la luz llega a tu vida, todo se alumbra. Lo que no veías antes, lo ves ahora. Y esa es la gracia de tener un Dios poderoso que nos va llevando de victoria en victoria. ¿Saben qué? La queja puede traer el enojo de Dios.
En el Libro de Números, capítulo 11, versículos 1 en adelante, habla cómo el pueblo se quejó y la ira de Dios se encendió y él mandó como un rayo, como una muestra a un rincón del pueblo, de la ciudad, y la gente se asustó.
Cuando nos quejamos provocamos la ira de Dios. Las quejas traen consigo otros pecados. ¿Saben qué? El pecado de la queja o la murmuración son un pecado? La murmuración y la queja son impedimentos para entrar en el Reino de los Cielos. Así que no hay que quejarse, pensemos. Las quejas traen consigo envidias, mentiras, descontento, duda, amargura, tristeza, trae soberbia, traer avaricia, trae enojo, trae maldición.
Cuantos quieren en maldición? Si alguien quiere vivir en maldición comience a quejarse. Eso es bien cortito se los digo, comience a murmurar contra Dios, comience a murmurar contra lo que el Señor ha hecho por usted, contra las obras maravillosas, dice incomparables, incontables. Yo no las puedo enumerar, dice el salmista. Si usted quiere vivir en maldición comience a desconocer lo que Dios ha hecho en su vida y se va a dar cuenta de que la mano de Dios puede que se aleje un poquito.
Cuantos quieren vivir en bendición? Seamos hijos agradecidos del Señor. Seamos una iglesia agradecida del Señor. Reconozcamos todas las cosas que él ha hecho por cada uno de nosotros, ha hecho cosas el Señor por usted? Como qué cosas? Salvarnos, qué más ha hecho el Señor por usted? Perdón? Perdonó nuestros pecados. Qué más ha hecho el Señor? Murió por nosotros. Algo más contemporáneo? Somos libres. Provee hoy día, provee. Él es la fuente. No es solamente el banco, él es el dueño del banco. No es solo el banco celestial, es el dueño del banco celestial y es muy distinto a que sea el banco. De él proviene, de él nace toda obra de bondad, toda obra de grandeza, toda obra de milagro, de él proviene. Él es la fuente de nuestra provisión. Él es la fuente de nuestra sanidad. Él es la fuente de nuestra transformación. Él es la fuente de nuestra regeneración. Él es la fuente de la vida eterna. Él es la fuente de la salvación. Él es la fuente de vida.
Ese es el Señor. Así que si usted o yo tenemos la costumbre de quejarnos, quiero invitarle a que dejemos esa actitud de lado y poder ser agradable a los ojos de Dios. En el salmo, capítulo 77 versículo 3, … la queja hace que nuestro espíritu desmaye, hace que nuestro espíritu flaquee, hace que nuestro espíritu se tambalee. Y yo no quiero desmayar. Yo no quiero desmayar.
En Hebreos, capítulo 13, versículo 17, dice que la queja no trae provecho, no trae satisfacción. En Santiago, capítulo 5, versículo 9, dice que la queja trae condenación. El murmurar, el quejarnos delante del Señor trae condenación. No cree usted que es una actitud que deberíamos cambiar?
En el salmo 77, un salmo de Asaf. Asaf estaba enojado con Dios porque él quería tener muchas posesiones, que otros tenían, y solo él le tocó ministrar en el templo. Y a mí me gusta el salmo 77, versículo 10 al 15, dice así: “… dije enfermedad mía es esta, traeré pues, escuche bien, traeré pues a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Me acordaré de las obras de Jehová, sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas. Meditaré en todas tus obras y hablaré de tus hechos. Oh Dios santo es tu camino, qué Dios es grande como nuestro Dios? Amén.
Leo de nuevo la pregunta: ¿Qué Dios es grande como nuestro Dios? Tu eres el Dios que hace maravillas, hiciste notorio en los pueblos tu poder. Con tu brazo redimiste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José….”
Si usted lee todo el salmo 77, se va a dar cuenta cómo este salmista comienza a reconsiderar su posición frente al Señor. Así que el quejarnos delante del Señor trae para nosotros condenación y estoy seguro que aquí ninguno de nosotros quiere vivir en condenación. Amén.
En Abakuc, vamos a ver el Libro de Abakuc, en el Antiguo Testamento, el último versículo, Abakuc, capítulo 2, versículo 1, dice, “… sobre mí guarda estaré y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá y qué he de responder, tocante a mi queja…”
Podemos estar firmes en la roca que es Jesucristo y cuando uno está firme en el Señor no hay motivo de queja, no hay motivo de murmuración, no hay motivo de condenación, no hay motivo de maldición. Al contrario, hay motivos de bendición, de agradecimiento, hay motivos de alegría porque Dios no nos dejará abandonados.
Cierre sus ojos un momento. La palabra de Dios nos dice que él es nuestro guardador en todo momento. Es nuestro ayudador. Es nuestro proveedor. Es nuestro sanador. Dice que aquel que quiere ver días buenos refrene su lengua del mal. Dios quiere bendecirnos y sus bendiciones están esperando por cada uno de nosotros. El quiere abrir los cielos sobre nosotros y bendecirnos sobreabundantemente.
Señor Jesús, tu conoces nuestros corazones, Señor, tu conoces que cada día tratamos de seguirte y obedecerte y cumplir tu palabra de la mejor manera pero a veces nuestra naturaleza humana, Señor, hace que nos quejemos, que nos olvidemos de lo grande que tu eres. Señor, enséñanos a reconocer tus obras por sobre nuestras circunstancias porque tu nos declaraste que somos tus hijos, tu nos pusiste nombre, tu nos dijiste mío eres tu, tu nos guardas, tu satisfaces cada una de las áreas de nuestra vida, yo oro por esta iglesia, Señor para que se haga un ejemplo, Señor, allá afuera, hombres y mujeres gozosos y agradecidos de Dios, aunque sea en los peores momentos, que la circunstancias no sean motivo de olvidarnos de las cosas grandes que tu has hecho por nosotros. Las circunstancias pasan, pero tu te quedas para siempre, tus promesas son eternas. Tu permaneces con nosotros.
Gracias Señor, por este tiempo. Gracias Señor, por tenernos en tu casa de adoración. Gracias por estos tiempos de oración y de fe que pudimos experimentar hoy día. En el nombre de Jesús, Señor, condensamos todo eso en una expresión de gratitud, reconociendo que tu eres Dios todopoderoso. Amén.
Guárdanos al regreso de nuestro hogar. Con tus bendiciones, Señor, en el nombre de Jesús. Amén. Amén. Que el Señor les bendiga. Que el Señor les bendiga. Dele un buen abrazo a su hermano y bendígalo con todas las bendiciones espirituales.