Hacer la voluntad de Dios y (aún) sufrir

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Hermanos, yo les digo algo con toda convicción y es que las cosas que Dios tiene para nosotros por delante ni siquiera nos las podemos imaginar. Yo creo que estamos al borde de una gran explosión, numérica y espiritual sobre todo. Y yo creo que Dios me ha hablado proféticamente también acerca de una visitación de Dios, no solamente para esta iglesia, sino para toda la tierra.

Y Dios tiene algo con este pueblo y por eso nuestra visión y nuestro compromiso tiene que estar al nivel de la visión de Dios para nosotros. En este tiempo que yo he estado recuperándome de mi enfermedad y he estado en caso, yo le doy gracias al Señor porque muchos de ustedes se han puesto de pie, han dicho presente, y no se ha sentido mi ausencia, gracias a Dios, inclusive las cosas yo creo que van mucho mejor que cuando yo estoy aquí.

Y no digo eso por modestia, sino porque he visto como Dios ha usado esto para darle a la iglesia un sentido de que, guau, somos un pueblo maduro y no dependemos de un hombre para nuestra salud y para continuar haciendo las cosas del Reino de Dios. Mi rol como pastor principal, yo les decía a los hermanos que estaban en el encuentro de sanidad interior ayer, mi rol es más bien simplemente mantener el espacio limpio para que el pueblo de Dios se pueda preparar para hacer la obra del Reino de Dios.

Y como les digo, Dios va a levantar cientos de ustedes como maestros, pastores, evangelistas, consejeros, siervos de Dios y siervas de Dios en todas las diferentes áreas del ministerio. Prepárense porque la cosecha es grande. Y Dios necesita hombres y mujeres radicalmente comprometidos con el Reino de Dios. Hombres y mujeres que han, y ya entré en mi sermón de paso, hombres y mujeres que han muerto al mundo y que viven para Dios y para el reino y para los propósitos de Dios.

Jóvenes que están preparándose para ser hombres y mujeres grandemente usados por Dios. Gente que ha decidido darle la espalda a la realización personal y los logros personales, y han dicho, ¿saben qué? Yo quiero que mi vida sirva para bendecir los propósitos del Reino de Dios.

Yo quiero que mi dinero, mi profesión, mis conocimientos, mis relaciones sociales, mis talentos, todo sea madera para el fuego que Dios quiere desarrollar en la tierra. Dios quiere, hermanos, que ustedes y yo, y todos los líderes de esta congregación nos santifiquemos. Dios quiere que nos consagremos y nos entreguemos totalmente para servirlo a él. Que nos purifiquemos totalmente adentro y afuera para que él pueda usarnos como instrumentos para su gloria.

Dios me ha hablado mucho a través de estos años, a través del libro de Zacarías en el capítulo 3, la visión que tuvo el sacerdote Josué. Yo sé que es la voluntad de Dios que estemos aquí juntos esta mañana, hermanos, estoy seguro de eso.

Ahí en el capítulo 3 de Zacarías Dios le dice a Josué simplemente:

“… Si anduvieres por mis caminos y guardares mi ordenanza también tu gobernarás mi casa y también guardarás mis atrios y entre estos que aquí están te daré lugar…”
Y hay otro pasaje, no recuerdo ahora mismo exactamente, pero dice que si entresacares lo precioso de lo vil serás como mi boca y te daré autoridad sobre mi iglesia, mi pueblo.

Mis hermanos, yo siento que Dios nos está diciendo a nosotros que nos prepararemos, nos purifiquemos como pueblo de Dios, que lo demos todo al Señor para que él pueda tener un pueblo preparado para estos últimos tiempos en que estamos viviendo. Y aunque yo estoy hablando en plural, yo quiero que tu pongas tu nombre en eso que yo estoy diciendo, que sientas el llamado personal de Dios a entregar todo lo que tu eres, y todo lo que tienes para servir al Señor.

Y entonces cierro todo lo que he dicho, regresando a lo que me motivó a decir esto, es la edificación de ese santuario. Sí, porque todo esto que yo he dicho es específicamente para eso. Porque yo creo que ese edificio tiene un propósito muy especial en avanzar lo que Dios tiene para nosotros. Y esa es la tarea inmediata de Dios para esta congregación, edifíquenme ese santuario porque yo lo voy a usar para mi gloria.

Entonces nosotros, como un ejército disciplinado y bien dispuesto, decimos, sí, Señor, amén te vamos a edificar ese santuario y vamos a hacer todo lo necesario para levantártelo. Y yo sé, hermanos, que vamos a ser bendecidos materialmente y espiritualmente en lo que contribuyamos para la construcción de ese santuario. Así que yo te digo a ti personalmente, no pierdas la oportunidad de ser bendecido y honrado participando en algo que está muy cercano al corazón de Dios. Amén, gloria al Señor. Gracias por escuchar esa parte, hermanos.

Ahora, quiero dirigirles al libro de los Hechos en el capítulo 6, rápidamente. Y este pasaje interesantemente se supone que yo lo predicara, probablemente, más de un mes, pero han intervenido diferentes cosas. Pero, ¿saben qué? Yo creo que Dios lo tenía reservado específicamente para este momento, porque este texto en realidad va desde Hechos 6 hasta Hechos 8, porque comenzando con el versículo 8 del capítulo 6, tenemos aquí el martirio de Esteban, el primer mártir de la iglesia. En el capítulo 7 tenemos el discurso muy largo, de hecho, que Esteban da ante el concilio en Jerusalén, que lo está acusando de violar la ley judía y de insultar el Reino de Dios, su defensa también. Un discurso que lo lleva a recorrer toda la historia del pueblo judío desde su fundación a través de Abraham hasta los mismos tiempos en que matan a Jesús por medio de la cruz.

En el capítulo 8, en los primeros 3 versículos vemos un detallito interesante y es que dice que mientras estaban apedreando y matando a Esteban, había un joven fariseo que estaba aguantando las vestiduras de los que estaban apedreando a Esteban y consentía en la muerte de Esteban. Y es gráfico ver esto, porque lo que Saulo estaba haciendo y sabemos que es Saulo el que más tarde sería el Apóstol Pablo.

Imagínese, Saulo estaba aguantando las vestiduras de estos hombres, me imagino para que pudieran apedrear a Esteban con más comodidad y con más efectividad. Antes de yo estar en el hospital y todo esto, Dios había puesto en mi corazón meditar acerca de cuando pasamos por tiempos de pruebas y de sufrimiento, y de en un sentido crucifixión, aún por el hecho de que estamos sirviendo al Señor.

Y por eso me parece sumamente apropiado que ahora que regreso a mis labores pastorales, por así decirlo, y de predicación, que me toque precisamente hablar sobre ese tema del sufrimiento y el martirio de Esteban. No es que yo me considere un mártir, entiéndalo bien, pero sí muchas veces en nuestra vida cristiana vamos a pasar por tiempos de persecución y de sufrimiento y de adversidad. Y tenemos que estar preparados para atravesar esos tiempos difíciles en una forma que glorifique a Dios y que nos permita salir victoriosos y aún mejores de esas pruebas.

Yo creo que muchas veces las iglesias fallamos en preparar a nuestra gente para los sufrimientos, y las pérdidas y las adversidades que inevitablemente vienen a la vida de todo creyente, y fallamos en eso. Particularmente las iglesias que enfatizamos el poder de Dios y que nos movemos en el mover pentecostal, hablamos de la victoria y de la guerra espiritual, pero no hablamos a veces de esos tiempos en que tenemos que sufrir y que simplemente lo que tenemos que hacer en ese caso, es encomendar nuestras almas a Dios hasta que pase la prueba.

Cuántas veces tu has pasado por una situación de dificultad en tu vida, enfermedad, carencia económica, dificultades en tu trabajo y en tu profesión? Quizás ha habido un tiempo de sequía espiritual, aún de depresión, problemas matrimoniales, y dificultades en la vida, y tu le has orado al Señor que pase de ti esa copa. Y tu has ayunado, y has confesado todos los pecados que te acuerdas y los que quizás podrías haber cometido sin darte cuenta y los que vas a cometer también. Te has reconciliado con toda la gente que te hizo algo y con los que tu les debes también, y has reprendido y declarado, has hecho todo lo que prescribe el manual pentecostal para salir victorioso de la prueba, y sin embargo todavía continua el problema, la enfermedad, la dificultad. Cuántos han estado ahí? Yo creo que todos, no?

Y muchas veces entonces nuestra tendencia es a dudar de la fidelidad y la misericordia de Dios. La verdad es que a nuestra vida van a venir situaciones que no las vamos a poder explicar de ninguna manera, y en esos casos tenemos simplemente que aceptar que Dios es soberano, Dios es Señor, que él no se equivoca, que él por definición no hace nada malo, que todo lo que él hace en la vida de uno de sus hijos es bueno por definición, y que aunque quizás en el momento que estamos pasando por la prueba no sepamos la explicación, el Señor sabe que eso es necesario y es para nuestro bien, y para bendición de los que están alrededor de nosotros.

Muchas veces nuestros sufrimientos no serán porque estamos fuera de la voluntad de Dios, sino precisamente porque estamos dentro de la voluntad de Dios. Como en el caso de Esteban que estaba haciendo la voluntad de Dios, estaba predicando su palabra, estaba defendiendo el señorío de Jesucristo, su martirio viene precisamente porque está declarando la verdad de Dios y moviéndose en integridad como ministro.

En un caso reciente, Dios había escogido librar a Pedro y a Juan del martirio, sacándolos milagrosamente de la cárcel y sin embargo en este caso, con un hombre lleno del Espíritu Santo, íntegro en su caminar con Dios, Dios escoge soberanamente no librarlo de una muerte dolorosa y cruel.

Por qué esas dos diferentes maneras de proceder con siervos suyos? Los designios y los caminos de Dios no son nuestros caminos. Y muchas veces cuando viene la prueba a nuestra vida si no tenemos una explicación, simplemente tenemos que decir, ¿saben qué, Padre, aunque que no entiendo, me someto a tu voluntad, tu eres Señor y tu eres bueno.

Sin embargo, a través del estudio de este texto uno puede ver un poquito de los misterios de Dios explicados en esta jornada de su siervo Esteban y nos resulta iluminador a nosotros. Vemos aquí, Esteban es llevado ante el tribunal y él hace un recorrido histórico de las Escrituras mostrando la dureza de corazón del pueblo judío a través de la historia contra los profetas de Dios.

A través de su largo discurso Esteban muestra lo fiel que ha sido una y otra vez llamando a Abraham, a José, a Moisés y cómo estos hombres tuvieron que sufrir por la infidelidad del propio pueblo de Dios.

En el caso de Moisés, por ejemplo, Esteban señala que aún mientras Moisés estaba en el monte recibiendo las tablas de la ley, el pueblo judío estaba allá abajo corrompiéndose, levantando ídolos.

Y allá en el versículo 51 finalmente Esteban concluye su sermón apasionado y no puede reprimir una palabra de acusación contra la dureza de corazón de los judíos y dice:

“… duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo como vuestros padres así también vosotros. A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del justo de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores? Vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles y no la guardasteis…”

Y cuando estos hombres escuchan eso, en vez de quebrantarse, lo que hacen es como que se llenan de una ira demoníaca, le crujen los dientes y se tiran sobre Esteban y lo arrebatan y lo sacan fuera del pueblo para matarlo y destruirlo.

Leyendo el sermón de Esteban y su largo recuento de la historia de los judíos, una de las cosas que yo concluí es la importancia de no ser sacos rotos, hermanos, de escuchar con reverencia y retener las experiencias y las enseñanzas del Espíritu Santo a lo largo de nuestra vida.

Porque lo que Esteban acusa a los judíos es, ustedes han recibido revelación una y otra vez, profetas que Dios les ha enviados, revelación a través de todos los siglos, y ustedes han seguido empecinados en su rebeldía y su carnalidad.

Y yo pensaba, hermanos, que muchas veces en las iglesias hay personas, en esta iglesia gracias a Dios eso no existe, pero en otras iglesias hay personas que pasan años y años y años, viniendo a la iglesia cada domingo, recibiendo palabras, sermones, discursos y simplemente se mantienen igual, estériles, no crecen, no entran en la revelación de Dios para sus vidas.

Y Dios te dice, no seas un saco roto, retén la palabra de Dios, atesórala y ponla en práctica en tu vida, abre tus oídos para escuchar la palabra, interactúa con la palabra de Dios, siente su llamado personal e individual para tu vida. Y pregúntate cómo tu puedes abrazar esa palabra y vivirla y ponerla en práctica cada día de tu vida, porque sino lo que pasa es que como con estos judíos nos endurecemos y ya nos hacemos insensibles a la palabra de Dios.

Entonces venimos a la iglesia y ya la palabra es como cuando uno tiene un cayo en una mano, de tanto trabajar esa mano o ese pedazo de piel se endurece y ya tu casi no sientes la aspereza de la superficie porque está endurecida la piel.

Mucha gente viene a la iglesia domingo tras domingo y ya se han acostumbrado tanto a escuchar la predicación que ya no la escuchan con el corazón. Entonces esa es una de las enseñanzas pero ese no es el punto principal de este sermón, pero es una cosa importante que se ve aquí.

Pero de lo que yo quería hablar es de eso del martirio y el sufrimiento en la vida del creyente. Yo decía que hay varias lecciones que podemos aprender de la vida y el padecimiento de Esteban.

Y una de las cosas que yo he aprendido es que, ya lo dije, en ocasiones precisamente por servir al Señor y serle fieles padeceremos los ataques del enemigo. Segunda Timoteo 3:12, dice:

“… Y también los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución…”
En ocasiones por hablar la verdad y tener una conducta ejemplar habrá gente que querrá perseguirnos y atacarnos. El enemigo tratará de destruirnos y de llevarnos a negar la fidelidad y la misericordia de Dios, querrá neutralizar nuestro testimonio que tanto bendice a las personas alrededor de nosotros.

Así que, como decíamos hermanos, no siempre el sufrimiento se debe a que estemos en pecado. A veces será todo lo contrario. A veces pensamos que como servimos al Señor todo nos tiene que salir bien siempre. No siempre será así. Tenemos que estar preparados para cuando viene el día malo, cuando la persecución viene a nuestras vidas, cuando viene la enfermedad, los problemas económicos, las pérdidas de seres queridos, los conflictos familiares. A veces la adversidad será la mayor muestra de que estamos agradando a Dios y que estamos en el centro de su voluntad, en vez de lo contrario.

Cuando viene la prueba, hermanos, el cristiano contraataca con las palabras y las promesas de Dios. El creyente poderoso usa las armas del espíritu pero muchas veces dura más tiempo de lo que queremos la prueba y la sequía. Y en esos casos lo único que podemos hacer es pararnos sobre la palabra de Dios, necesitamos ejercer fe y mantenernos firmes hasta que pase el día malo, y tendrá que pasar. Esa será nuestra mayor arma de pelea, simplemente resistir en la palabra de Dios.

Miremos el capítulo 6 de Efesios, los versículos 10 al 20 donde el Apóstol Pablo dice:
“…Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha contra sangre y carne sino contra principados, potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo. Por tanto, dice, tomad toda la armadura de Dios para que podáis resistir en el día y habiendo acabado todo estar firmes…”

Y entonces el Apóstol Pablo nos aconseja de estar firmes, parados mientras alrededor de nosotros ruge la tormenta y persiste el ataque del enemigo, simplemente mantenernos cubiertos con los elementos del Evangelio alrededor de nosotros.

Muchas veces, hermanos, cuando el huracán de la prueba y de las dificultades ruge alrededor de nosotros, lo que tenemos que hacer es coger nuestras ventanas, meterle una plancha de plywood de 4 por 8 por todas las ventanas, encerrarnos bien, y dejar que la tormenta se gaste alrededor de nosotros. Y cuando ya el huracán se cansó y se agotó, tu quitas las planchas de plywood y limpias los árboles que se cayeron, y los pajaritos cantando, tu vuelves a tu vida normalmente, protegido por la cobertura de la palabra de Dios.

Cuando pasamos por dificultades en la vida esa es la clave, hermanos, orar más, leer más la palabra, bendecir a Dios, mantenernos fieles en lo que tenemos que hacer y dejar que el diablo haga lo que quiera y amenace y ruja, y dice la palabra, resistid al diablo y huirá de vosotros.

Para mí esa es la mejor manera, cuando lo hemos dicho todo eso es lo que verdaderamente resulta en la vida del creyente, porque las dificultades y las pruebas van a venir a nuestra vida de una manera u otra. Y al final, definitivamente, como dice el Apóstol Pablo, en todas estas cosas somos más que vencedores.
En última instancia, hermanos, uno se tiene que armar preventivamente de esa actitud de que no importa lo que pase en mi vida, yo voy a glorificar y alabar y adorar a mi Dios, no importa lo que pase. Yo voy a armarme de las promesas de Dios y voy a creer que Dios tiene buenas cosas para mí, pero si viene el día del mal, aún ahí yo también voy a servir al Señor y voy a glorificar su nombre, no importa lo que pase.

Las palabras de Habakuk en el capítulo 3:17 al 19 son palabras inmortales que debemos grabar en nuestros corazones siempre:

“… aunque la higuera no florezca ni las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labradores no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales, con todo yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación. Aleluya! Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de siervas y en mis alturas me hace andar…”

Esa es la actitud que el diablo no sabrá jamás que hacer, un cristiano no podrá ser derrotado mientras mantenga esa actitud, esa postura en su corazón. Otra lección importante, y ya voy cerrando, que aprendemos del martirio de Esteban es que cuando sufrimos en Cristo generalmente Dios nos bendice con bendiciones espirituales que compensan por el sufrimiento a nivel físico, material.

Yo he aprendido que en los tiempos de prueba y de padecimiento, como que nos acercamos más que nunca al Señor. Estamos más sensibles a las verdades del espíritu. Hubo un tiempo de carencia en la vida de mi familia, muchos años atrás, cuando yo era pequeñito en la República Dominicana, y llegó aún a escasear la comida en mi casa y yo recuerdo que mi mamá que había conocido al Señor recientemente, ella decía que cuando no había tanta comida en la comida entonces ella se sentía más libre para adorar al Señor y buscar de Dios porque no tenía que cocinar, ella hasta le daba gracias a Dios por esos tiempos. Y nosotros, los niños pensábamos de una manera diferente, no éramos tan espirituales.

Pero sí, Esteban vio la gloria de Dios. Dice que mientras estos hombres se preparaban para apedrearlo los cielos se abrieron. Esteban vio la gloria de Dios y a Jesús sentado a la diestra del Padre.

Hermanos, yo estoy dispuesto a soportar unas cuantas pedradas para ver lo que Esteban vio. A Esteban le fue dado el privilegio excepcional de ver el señorío de Dios sobre la historia y sobre la creación. Es importante recordar ese señorío de Dios cuando pasamos por situaciones que nos parecen injustas e inexplicables.

Como Job tenemos que decir, Dios dio y Dios quitó, sea el nombre de Jehová bendito. El Apóstol Pedro, en primero de Pedro 4:12 dice:

“… amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo para que también en la revelación de su gloria os gozeis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo sois bienaventurados porque el glorioso espíritu de Dios reposa sobre vosotros…”

Ojalá que cuando nosotros estemos pasando por situaciones de prueba en nuestra vida física podamos cambiar de canal y sintonizarnos en el mundo espiritual y sentir y discernir lo que Dios está haciendo en nuestra vida para prepararnos para ver cosas mayores.

Sí, hermanos, en este tiempo de estar en la casa descansando tranquilo esperando a que mi cuerpo se reajuste de nuevo a la normalidad, yo he estado aprovechando este tiempo para buscar de Dios y preguntarle al Señor, bueno, Padre, qué tu me estás enseñando? Cómo puedo yo ponerme a tono con las bendiciones secretaras que tu estás trayendo a mi vida?

Y no me cabe la menor duda, hermanos, de que Dios ha estado cavando en mí para que más de la unción del Espíritu Santo quepa en mi vida. Mientras mi cuerpo estaba siendo apedreado, yo sé que mi espíritu estaba viendo la gloria de Dios. Y yo sé que Dios tiene propósitos mayores en mi vida y en la vida de esta congregación.

En las crucifixiones siempre el diablo está trabajando pero Dios está trabajando por encima del diablo, cumpliendo con el propósito de nuestra vida y preparándonos para ser más como Cristo.

Y no puedo reprimir una tercera lección, perdónenme si me extiendo un poquito más, y es que mientras Esteban estaba siendo apedreado, este hombre, este joven fariseo que no sabía que Dios tenía un propósito en su vida estaba allí participando en ese martirio de este hombre. Fíjese que Dios estaba usando el martirio de este hombre primero para desatar una persecución que llevaría a los cristianos a través de muchas diferentes pueblos para predicar el Evangelio, y quizás más importante y más estratégico estaba como poniendo una semilla de conversión y de convicción en la vida de ese joven fariseo que estaba viendo a este hombre morir en una manera tan ejemplar y perdonando a los que lo estaban apedreando.

No mucho tiempo después de ese momento el Señor tumbó a Pablo, a Saulo de su caballo y lo llamó a servirlo a él como el gran Apóstol Pablo. No solamente eso, sino que muchos años después el Apóstol Pablo ya habiendo él sufrido muchos padecimientos y muchas crucifixiones, él recordaba ese momento en que él participó en la muerte de Esteban y decía, solamente por la gracia de Dios soy yo un Apóstol del Evangelio de Jesucristo.

Yo creo que la conversión de Saulo comenzó en ese momento, mientras Esteban sangraba y derramaba su espiritualidad al aire, libertaba el poder de Dios de su cuerpo. Algo de la gracia de Dios en Esteban rozó el corazón de Pablo y lo preparó para llegar a ser el gran siervo de Dios que luego fue.
Por lo ranto recuerda, mi hermano, mi hermana, que cuando tu pasas por la prueba, conforme a los modelos de la palabra de Dios, tu vida va a bendecir a otros también. Dios usará tus padecimientos para bendecir a otros y te hará un instrumento de la gracia de Dios

Recuerda que tus sufrimientos nunca son en vano, siempre hay un propósito. Dios siempre está trabajando en la vida de sus hijos. Nada de lo que pasa en un siervo o una sierva de Dios carece de significado.

Vivamos la vida cristiana con ese sentido de que nada nos podrá separar del amor de Dios, ni la muerte ni la vida podrá separarnos del amor de Cristo. Que el Señor les continúe bendiciendo, amén, amén.
Vamos ahora a celebrar hermanos la santa cena y precisamente hablando de crucifixiones vamos a recordar el sacrificio de Cristo en la cruz del calvario. Padre, bendecimos estos elementos, los consagramos a ti, prepara nuestros corazones, nuestros espíritus para discernir el cuerpo de Jesús y para participar de este privilegio como hermanos en Cristo, un solo cuerpo en Cristo Jesús. Confesamos que no somos merecedores de este privilegio pero participamos con gusto de ello. Bendice este pueblo, Señor, derrama tu gracia sobre ellos y levántate una iglesia ejemplar para gloria de tu nombre. Fortalécenos ahora por medio de estos símbolos, en el nombre de Jesús. Amén.