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En la vida de todo predicador, yo puedo decir esto, no tan solamente porque lo he estudiado sino que lo he visto en muchos predicadores, siempre llega un momento donde cada predicador se encuentra con esta pregunta, la pregunta es, y de qué predico hoy? De qué hablo hoy? Más cuando uno se encuentra a un grupo de personas que tal vez han estado escuchando mensajes bíblicos por años y años y años. y en toda esta semana, no se crea que yo me saqué el mensaje esta mañana. No, no fue eso, o sea, me he estado preparando. Pero en toda esta semana en mi tiempo de oración, cuando estuve orando yo me digo, Señor, guau, qué puedo traer al pueblo? Qué puedo traer a la iglesia, a las personas que lleguen hoy aquí y las personas que nos ven por el internet?
Para contarles un poco de cómo yo hago mi tiempo de oración, yo casi siempre me siento afuera en el deck de mi casa y me siento, y al frente mío pongo otra silla vacía, es como que para imaginarme que tengo a Jesús ahí de frente a mí. Y así en mi conversación cada vez en esta semana, cada vez que estaba así hablando, es como si el Señor me dijera, “Habla de mí.”
Hablemos de Jesús. Qué mejor tema hablar que de Jesús? Y ¿Saben qué? Eso a mí me impactó tanto porque hay veces que nosotros nos enfocamos en muchos otros temas y nos olvidamos de la razón principal de cualquier tema de por qué nosotros predicamos, y eso es la persona de Jesús.
Y para mí eso me pesó mucho porque como creyente, mis hermanos, muchas veces nosotros nos podemos acomodar y conformarnos muchos a las experiencias que hemos vivido en nuestra fe, nuestra relación con el Señor Jesús. Es bien fácil. Y yo les estoy hablando, no tan solamente desde una perspectiva personal, sino que yo creo que esto es el sentir, tal vez, o no tal vez el sentir sino tal vez la realidad de muchas personas, que tenemos con nosotros a una de las personas, uno de los seres que más ha impactado y transformado la historia de millares de personas y con todo al día de hoy, nosotros nos comportamos como si eso no tuviera ningún tipo de efecto, como si no tuviera un poder eficiente todavía al día de hoy.
Y si alguno piensa así, yo le pido que por favor cambie su manera de pensar porque no es así. Yo creo que el Señor Jesús está muy en acción todavía en el día de hoy, en medio de las vidas, tanto de aquellos que le conocen como de los que no le conocen como los que no le conocen todavía, el Señor está en acción. El Señor no ha dejado su negocio de transformar vidas. Jesús no ha dejado su misión de reconciliar al mundo de vuelta con Dios como su Creador.
El Señor Jesús está en acción todavía. Pero el asunto es, mis hermanos, que hay veces que nosotros podemos aparentar que ya hemos alcanzado un nivel donde lo conocemos todo, hemos alcanzado un nivel como un plateau donde ya no hay nada más que experimentar, no hay nada más que cambiar, no hay nada más que transformar. Y entonces nos acoplamos, nos acomodamos a vivir nuestras vidas en el diario vivir, nos acoplamos al mero hecho de que yo tengo control de lo que yo hago, esto es lo que voy a hacer tal día, nos planeamos, esto es lo que voy a hacer en mis vacaciones, estoy es lo que voy a hacer por el mes de verano, y como que toda nuestra vida está totalmente planificada por nosotros y muchas veces dejamos fuera de la ecuación a la persona de Jesús y cómo Jesús pueda verdaderamente impactar cada una de nuestras rutinas.
Y tal vez usted me va a decir, “Ah, pastor Omar, eso es allá usted porque yo no.” he titulado el mensaje de hoy, “Encuentros con Jesús que cambian nuestras vidas.” Ese es el título de hoy, “Encuentros con Jesús que cambian nuestras vidas.”
Por qué les digo esto, mis hermanos? Por qué he querido meditar en esto? Y por eso es que digo que recibamos este mensaje con simpleza, porque tal vez cristianos maduros que estén aquí de muchos años me van a decir, “Ah, qué más me vas a decir de Jesús si ya yo conozco todo lo que tengo que conocer de Jesús.”
Si usted piensa así ya, mucho cuidado. Es imposible que usted pueda conocer todo lo que Jesús tiene para su vida. Yo creo que ni la persona más docta que verdaderamente haya conocido algo de Jesús se atrevería a decir cosa semejante. Siempre tenemos algo que aprender. Siempre tenemos algo que recibir de parte del Señor. Siempre tenemos algo que dar al Señor.
Y por eso es que he querido tomar el tiempo para meditar en estas cosas, mis hermanos, yo por un lado, yo le doy gracias al Señor Jesús de que él nunca se acomoda, nunca se conforma con tener una mera relación estándar con cada uno de nosotros. Yo le doy gracias al Señor porque él nunca hace eso.
El Señor Jesús siempre está queriendo, anhelando, deseando tener más conexión, más intimidad con cada uno de nosotros. Hay una infinitud de misterios en el Señor que él quiere dar a conocernos a nosotros, sus hijos, sus hijas, su iglesia, que aún nosotros todavía no hemos conocido. Y no las hemos conocido en gran parte porque no dedicamos el tiempo suficiente de tener esos encuentros donde podamos recibir algo de parte de él, no tan solamente encuentros donde sea yo el que esté tirando, tirando, tirando todo el tiempo, sino donde yo me pueda sentar a verdaderamente recibir algo de parte del Señor Jesús.
Cómo podemos alcanzar estos encuentros? Miren, yo quisiera hablarles de encuentros que nunca deberían terminar. En otras palabras, encuentros a los cuales nosotros nunca deberíamos acostumbrarnos a que sucedan así como algo cotidiano. Sino que al contrario, siempre tenemos que tener la expectativa, la emoción, la ansiedad en un sentido positivo, de guau, qué nuevo voy a recibir del Señor? Me siguen?
Hay un personaje en la Biblia que muchos de nosotros conocemos. En el libro de Lucas, Capítulo 19 se habla del personaje de Saqueo y todos nosotros conocemos muy bien esta historia, los que no la conozcan les voy a dar un resumen bien breve.
Pero Saqueo era un hombre que estaba encargado de recolectar los taxes en el pueblo de los judíos, el pueblo de Israel. Y para que ustedes entiendan, las personas que colectaban taxes es como decir el IRS hoy en día, eran personas que nadie le gustaba ese tipo de individuo, de ser misterioso. Al contrario, los trataban con rechazo, los trataban con distancia, hasta los consideraban como pecadores, por así decirlo, delante de Dios.
Y el relato bíblico dice que mientras Jesús iba de camino a la ciudad de Jericó, pasando por aquella ciudad se encontró con un varón llamado Saqueo que era jefe de todos los publicanos y era un hombre rico, era un hombre adinerado también, y él procuraba ver quién era este Jesús. Parece que había escuchado hablar de Jesús. Pero no podía verlo a causa de la multitud y porque también este hombre era chaparrito, era pequeño.
Puedo mirar a alguien específico, pero no lo quiero poner en el spot. Yo tengo mi ejemplo de Saqueo aquí, en cuestión de estatura, no de personalidad. Y dice en el verso 4 que Saqueo corriendo adelante se subió a un árbol sicómoro para verle porque había de pasar por aquel lugar. Cuando Jesús llegó a aquel lugar mirando hacia arriba…
Yo quiero que usted se ría visualizando esta historia. Jesús iba caminando por la calle y de repente así en medio de toda la multitud ve estos dos pies guindando así de un árbol, y eso le llama la atención y mira hacia arriba y de repente ve a Saqueo allá guindando de una rama. Y el asunto es que Jesús le llamó por su nombre.
Le dice, “Oye, Saqueo, qué tu haces ahí arriba trepado, muchacho? Ten cuidado que no te caigas. Así que hazme el favor y bájate de esa rama porque hoy me es necesario llegar contigo a tu casa.”
Miren eso. “Date prisa, desciende porque hoy me es necesario que yo pose en tu casa.”
Que lindo es que Jesús en su soberanía, aunque tenga toda una multitud a su alrededor, él conoce a cada cual por nombre y apellido. Así que te puedo hablar algo de Jesús es eso, que en medio de toda esta multitud, si Jesús se para aquí él puede llamar a cada cual por nombre y apellido, aún al que está allá atrás en la esquina, el Señor lo puede llamar por nombre y apellido, aún el que está sentado de frente a su computadora en el pueblo más recóndito de la Argentina, el Señor te puede llamar por nombre y apellido.
Él puede hacer eso. Y no tan solamente eso, sino que a la misma vez dice, “me es necesario que yo pase tiempo contigo.” Pero Jesús si tienes tanta otra gente a la cual puedes atender, por qué yo? En este momento me es necesario que yo pase tiempo contigo. Yo tengo que llegar a tu casa. Así que bájate de ese árbol donde estás vamos a cenar tu y yo.
Que lindo es saber, mis hermanos, que el Señor Jesús se interesa por cada cual. Él se puede interesar en multitudes, y puede ministrar a multitudes, pero a la misma vez como tiene ese alcance bien grande, también puede tener el alcance de llegar a un corazón en particular.
Saben lo que me gusta de este encuentro? Que este encuentro fue inesperado. Jesús se invitó sin invitación. Mira eso. Yo no sé si usted ha tenido alguien que usted está planificando un barbecue o algo así y alguien se enteró y como que ¿puedo venir? Y entonces usted se encuentra en la encrucijada de que si no lo invito se va a sentir mal porque no lo invité así que hey, una persona más, “Amor, incluye una boca más que vale por tres.”
En otras palabras, lo que Jesús estaba haciendo fue que interrumpió la rutina de Saqueo como él nunca antes se lo imaginaba, interrumpió su rutina. Tu te imaginas qué sería de tu vida si Jesús interrumpiera tu rutina cuando tu menos te lo esperas? Cómo responderíamos si Jesús de repente se mete en tu tiempo y te dice, “Oye, tenemos que hablar.” Qué sería, perdona que te coja de ejemplo Benjamín, estás a ley de 15 minutos de empezar una de tus clases en el seminario, estás ahí en tu oficina, y de repente tu sientes esta presencia que llena toda tu oficina y es como el Señor te está diciendo, “Necesito pasar tiempo contigo antes de que vayas a tu clase.” Cómo reaccionaríamos?
David, tu como un principal de escuela, llegas ahí por la mañana, acomodando cosas, viendo portones y de repente sientes en tu corazón que el Señor te dice, “Necesito pasar tiempo contigo.”
Oscar, estás llegando a tu oficina y vas ahí apurado, tienes muchas cosas en mente, cosas que las tienes que cumplir y de repente sientes esta impresión que el Señor te está diciendo, “Necesito pasar tiempo contigo.”
Mirra, estás haciendo tus quehaceres en la casa, tienes miles de cosas que hacer y de repente, cuando vas a poner una tanda en la lavadora sientes en tu corazón, “Mirra, tengo que pasar tiempo contigo.” “No, Señor, ahora no puedo, tengo que hacer muchas cosas, tengo que cumplir con esto, tengo que hacer aquello, tengo que hacer lo otro.” Lo cual es muchas veces la respuesta que nosotros damos. Yo he dado esa respuesta.
Pero piensa esto, el interés que Jesús tiene tanto en tu vida, es tanto que hay veces que él se atreve a no respetar nuestro tiempo sino que lo quiere interrumpir. Y aunque decimos que él es muy caballero, pero él tiene estos momentos que su caballerosidad la usa para interrumpirnos y dejarnos saber, “Necesito tiempo contigo.”
Y qué trajo ese encuentro? Qué es lo que dice? Cuando Jesús llegó a la casa de Saqueo, que Saqueo fue conmovido por la presencia de Jesús en una forma tan y tan profunda que él lo que dijo fue, “Jesús, mira, yo sé que yo he hecho mal. Hoy yo le voy a devolver a la gente todo lo que debo y si es necesario se lo voy a devolver cuadruplicado. No tan solamente se lo voy a… no, dijo, se lo voy a devolver con intereses, olvida los intereses, se los voy a cuadruplicar.
El hombre fue tan movido por el Señor Jesús que se atrevió a hacer algo extravagante. Y qué fue lo que Jesús dijo? Hoy ha llegado la salvación a esta casa. La salvación, no fue que ya entró al cielo. No significa eso. Cuando ese texto habla de salvación, lo que Jesús está queriendo decir es que llegó un sentido de bienestar no tan solamente al hogar, sino más bien a la vida de Saqueo que solamente Jesús podía dar. Llegó un nuevo comensal para la vida de Saqueo.
Y no tan solamente para la vida de Saqueo sino para todas aquellas personas que habían sido impactadas por él, en una forma negativa porque ahora sí Saqueo tenía una perspectiva nueva en la vida, eso significa que las personas que lo conocían iban a tener que empezar a ver de una forma totalmente distinta. Ya no es el publicano colectador de taxes, pecador, ahora es un hombre que está haciendo su labor pero lo está haciendo de una forma responsable y no tan solamente eso sino porque ha tenido un encuentro con el mismo Jesús que yo también he conocido.
So, ahora me tengo que relacionar con él en una forma distinta. So, ese aspecto de salvación que se produjo a la luz de ese encuentro con Jesús, ha traído un nuevo sentido, una nueva dirección a la vida. Encuentros inesperados.
Hay otro tipo de encuentro, que es el encuentro que es esperado. Lo contrario del primero, es el encuentro esperado o el encuentro programado. Miren, en Lucas Capítulo 10, hay otra historia que también nosotros conocemos pero quiero hacer hincapié en algo aquí.
Cuando Jesús visita a Marta y a María estas dos hermanas que Jesús las conocía muy bien y tal parece que cada vez que Jesús pasaba por Betania una de sus paradas era la casa de ellas dos. So, esa visita de Jesús era más o menos esperada, porque ellas cuando lo recibieron en la casa, que lo dice así, lo recibieron en su casa, empezaron a preparar una cena para Jesús, para los discípulos, y qué es lo que nos enseña el texto?
Nos deja saber que este es el tipo de encuentro donde nosotros nos ponemos al día con Jesús. En otras palabras, es lo que Greg y yo llamamos a nuestras reuniones con el pastor Miranda, son nuestras reuniones de check up, de mantenimiento por así decirlo. Así como usted lleva su carro a mantenimiento, cada 5000 millas, nosotros tenemos cada un día a la semana, no 5000 millas, cada un día a la semana nosotros tenemos estos tiempos donde nos reunimos con el pastor para hacer nuestro maintainance check, y dejarle saber al pastor, cómo estamos, qué hemos estado haciendo, para que él esté informado de todas las cosas que están sucediendo alrededor de la iglesia y que él nos informe también de las cosas que él ha estado haciendo. O sea, es algo que va de ambas partes.
Pero ese es el tiempo de encuentro, cuando yo pienso en la persona de Jesús que nosotros necesitamos constantemente. Ese encuentro planificado es ese encuentro en que nosotros nos ponemos al día con Jesús y que él también se pone al día de alguna forma u otra con nosotros.
Obviamente una parte de ese texto, de esta historia, de este relato de Marta y María es que muchas veces nos enfocamos que Marta estaba por allá enfocada, cocinando, sirviendo, y María, qué fue lo que hizo? Decidió sentarse a los pies de Jesús y escuchar lo que él estaba diciendo. Y obviamente todo el mundo dice como que ah, María fue la que hizo bien y Marta era la que estaba por allá ajetreada con todos los quehaceres.
Pero nosotros aquí en la iglesia, por muchas prédicas que hemos escuchado ese pasaje, lo que hemos aprendido es que lo que Jesús nos enseña aquí es la importancia de saber cómo mantener un buen balance entre lo que es servicio y lo que es devoción. Lo que es estar envuelto en algún tipo de acción en este caso, sea en la iglesia, o sea en su trabajo, o sea en su familia, de estar haciendo cosas que mantengan a su familia en una buena rutina, saludable, productiva, dinámica, versus, pasar tiempo de devoción, pasar tiempo de conexión con Dios, de sentarnos y decir, okay, vamos a hablar, déjame desahogarme yo y cuéntame tu también de lo que tienes.
Eso es lo que este texto está hablando. Y son encuentros, mis hermanos, que nosotros no podemos dejar pasar por alto en nuestras vidas. Necesitamos tener esos momentos planificados, esperados, donde lleguemos a un punto en el día, sea en la mañana, sea en la tarde, sea en la noche, sea cuando sea donde nosotros podamos touch base, donde podamos sentarnos con Jesús y escuchar lo que él tenga para nosotros.
Y tal vez ese aspecto de escuchar pueda ser difícil porque esos encuentros con Jesús no necesariamente es que hay un diálogo entre dos personas, sino que cuando usted está orando tal vez es un tiempo que se llena solamente de silencio y lo único que se oye tal vez, es su propio respirar o el palpitar de su corazón.
Pero tenemos que aprender, mis hermanos, que para nosotros una de las formas en que esto se aplica a nuestras vidas es que aún en ese tiempo de silencio que nosotros podamos aprender a escuchar la voz de Jesús en medio de nuestras vidas. Y esto es algo que no se le hace muy fácil a muchas personas porque tenemos nuestra mente tan llena de cosas que hay que hacer, cosas que tengo que cumplir, que aún si estamos en un tiempo de silencio, nuestra mente está a cien millas por horas pensando, tengo que hacer esto, tengo que hacer aquello, tengo que llamar a tal persona, tengo que comprar esto, tengo que contactar a aquella otra o tengo que llenar esta carta o tengo que hacer este pago. Nuestra mente está tan llena y tan llena de tantas cosas que aunque Jesús nos quiera hablar y estemos aunque sea 5 minutos de silencio, no le vamos a poder prestar atención porque estamos enfocados en muchas otras cosas.
Y nosotros tenemos que aprender a lo que es aquietar nuestra mente. Yo no voy a decir una práctica de meditación oriental de “oh, vacía tu mente, ohmmm.” Yo no voy a decir que hagas eso pero sí te puedo decir que pongas en práctica lo que dice uno de los salmos, “estad quietos y conoced que yo soy Dios.”
Y ese estar quietos significa que slow down, baja tus revoluciones, calla, presta atención a lo que el Señor quiere decir. Son momentos esperados, momentos programados, que no podemos pasarlos por alto sino que tenemos que estar muy presentes de ellos. Esos encuentros nos recuerdan donde tanto el servicio como la devoción son dinámicas de la vida que nosotros debemos fomentar continuamente en nuestra relación con el Señor.
Un tercer tipo de encuentro, que debemos siempre buscar y este encuentro lo podemos leer en el libro de Lucas, Capítulo 5, donde Jesús se encuentra con los primeros discípulos y los llama a servir. Este es el tipo de encuentro que yo llamo el encuentro que son determinantes o definitivos, en el sentido de que definen algo en nuestras vidas, son determinantes, son fulminantes por así decirlo. Que Jesús cuando se aparece nos deja saber lo que él tiene en su corazón para nosotros y nosotros tenemos una de dos opciones, o obedecemos o nos quedamos sentados y no hacemos nada.
Miren cómo dice, Jesús se aparece a los discípulos, después que los discípulos habían estado pescando y no pescaron nada, Jesús se apareció y les dice, “Boga mar adentro y echen sus redes para pescar otra vez”, y Pedro Simón le dijo, “Pero hemos estado pescando toda la noche y no hemos cogido nada.” Hey, hazme caso, en tu nombre, cómo fue que le dijo? En tu nombre lo haremos.
Entonces hicieron señales cuando echaron sus redes porque se habían llenado, casi se rompían e hicieron señales a sus otros compañeros que fueran a ayudarlos. Verso 8 dice:
“… Y viendo esto Simón Pedro cayó de rodillas ante Jesús diciendo, “ay, apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador.” Porque por la pesca que habían hecho el temor se había apoderado de él y de todos los que estaban con él. Pero Jesús entonces le dijo a Simón, “No temas, muchacho, porque desde ahora te haré pescador de hombres.” Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo le siguieron…”
Miren ese encuentro, mis hermanos. Miren ese encuentro tan definitivo en la vida de estos discípulos iniciales, de los primeros con los cuales Jesús se encontró que empezó a llamarlos, apartarlos para su obra, para su misión, para su ministerio. Jesús de nuevo, se puede decir que por un lado interrumpió de nuevo la rutina de estos muchachos, pero ese encuentro lo que trajo fue un sentido de definición en las vidas de esas personas.
Saben, aquellos que entienden lo que es ser un discípulo en ese tiempo de Jesús, miren qué interesante. Un joven que estuviera trabajando sea ya en la pesca, sea ya en los viñedos o sea en la carpintería, saben lo que significaba? Que esos muchachos no fueran lo bueno suficiente para poder estar con un rabino. No se aprendieron la Tora completa, no se aprendieron los libros de los profetas completos, no los pudieron recitar todos y no pudieron cumplir con esos requisitos por lo tanto, no pudieron dedicarse a uno de los llamados vocaciones de más alto nivel en aquel entonces, que era ser el discípulo de uno de los rabinos más reconocidos en el momento. Por lo tanto, se tenían que dedicar al oficio de sus padres.
En ese entonces los tildaban como que you were not good enough, no era lo suficientemente buenos para poder aspirar a lo mejor. No fuiste lo suficientemente bueno para ser un abogado, un doctor o un gran juez que fuera establecer leyes que transformaran la vida a una nación, así que te tuviste que dedicar a ser zapatero, te tuviste que dedicar a ser carpintero, te tuviste que dedicar a limpiar casas.
So, en los términos de esa sociedad no eras suficientemente bueno. Y mira lo que estaba haciendo Jesús. Jesús que era el rabino de los rabinos, interrumpió la rutina de esos muchachos y les dejó saber, “Tu sí eres bueno para mí. Yo te quiero usar a ti y lo que otros han desechado yo lo quiero usar.”
Miren lo que Jesús hace. Jesús estaba rompiendo estereotipos de aquel entonces con cada uno de esos encuentros, romper y cuando Jesús te quiere dar un encuentro a ti, Jesús lo que quiere hacer es romper un estereotipo en tu cabeza, en tu mente, en tu espíritu, en tu ser, porque se le ha enseñado cómo debe ser, o por las experiencias que tu has tenido y has entendido, ya tu sabes que Dios opera de esta forma, pues es esa es en la única forma en que Dios opera. Pero cuando Jesús quiere tener un encuentro contigo, lo que él quiere hacer es romper precisamente ese estereotipo que está grabado en tu cabeza. Y te quiere dejar saber, “No, no, no, yo obro en otra forma, yo opera las cosas en otra dimensión. Estás tu dispuesto, estás tu dispuesta a dejar que yo interrumpa tu rutina para dejarte saber las cosas que verdaderamente yo tengo para ti? o te vas a quedar acostumbrado, acomodado a tu vida tal y como está ahora? Te vas a quedar acoplado a tu forma de pensar que tienes ahora, tu forma de razonar, tu forma de justificar las cosas que pasan en tu vida? O te vas a atrever a empezar a ver las cosas de una forma distinta?
Esos son los encuentros que Jesús nos quiere dar todavía al día de hoy. Encuentros determinantes, encuentros definitivos donde él se mete en tu vida y te deja saber, las cosas no son como tu crees, yo tengo una perspectiva distintas. Estás dispuesto a aceptarlo? Va a dejar las cosas por mí o te vas a quedar ahí oliendo a pescado todo el tiempo?
Hay otros tipos de encuentros que yo les digo que son unos encuentros tanto de bendición como de conflicto. Encuentros de bendición y conflicto. Cuántos se acuerdan de la historia de Lázaro? Lázaro que fue resucitado de la muerte ¿verdad?
Me estoy quedando sin aire. En Juan Capítulo 11 se habla acerca de la resurrección de Lázaro, después de 4 días de muerto que apestaba y todo, Jesús lo llamó y lo resucitó. Un milagro que transformó a aquella vecindad por completo.
Pero en el Capítulo 12 sucede algo que es como que confunde a uno. Y yo los quiero confundir a ustedes un momento. Óigame están siguiendo, ¿verdad? Okay. En el Capítulo 12 habla acerca de otra visita que Jesús le hizo a Marta, María y a Lázaro. Llegó a la casa de ellos otra vez y cuando la gente se entera de que Jesús está en la casa de ellos, pues todo el mundo empieza a aglomerarse y a juntarse allí en la casa de Marta, María y de Lázaro. Y me interesa mucho porque el verso 9, miren cómo dice:
“… Gran multitud de los judíos supieron entonces que Jesús estaba allí y vinieron, no solamente por causa de Jesús sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos…”
Miren eso. No tan solamente querían ver a Jesús sino que querían ver el milagro, querían ver a Lázaro, querían ver al muerto vivo. Cuántas veces habrá gente que se ha querido acercar a ti, no tan solamente por lo que Jesús ha hecho o por la persona de Jesús viviendo en ti, sino más bien por lo que Jesús ha hecho por ti. tu has estado orando por una casa de 4 cuartos, dos baños y dos garajes bajo techo, y cuando tienes esa casa la gente te quiere visitar, no porque Jesús te la proveyó sino porque tienes la casa, y porque quieren ver tu cocina con counter tops y cosas así, y quieren ver qué es lo que se siente estar en una casa como esa.
Estuviste pasando por un tiempo que no tuviste trabajo, la cuenta de tu banco se puso en números rojos y tu decías, y ahora qué? Y el Señor hizo un milagro y proveyó lo que tu necesitabas y ahora la gente se te quiere pegar a ti, no por Jesús en ti, sino por los miles de dólares que tienes ahora, y te vienen con sus historias, mira, tengo una necesidad, me puedes ayudar? Un prestamito de 500 dólares, o algo así. Yo soy familia tuya, tu sabes, nos conocemos desde hace tiempo.
Encuentros que son de bendición y conflicto, ¿Saben por qué? Miren lo que dice el verso 10, dice:
“…Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, porque por causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús…”
Qué pasa cuando los encuentros que Jesús trae a tu vida por un lado sí son de bendición, pero a la misma vez causan conflicto, porque entonces otro a tu alrededor, por causa de envidia, por causa de rencores, por causa de celos quieren matar el milagro que Dios ha hecho en ti.
Me siguen? Que la gente reacciona de tal forma a las cosas que Dios ha hecho en tu vida que antes eras un malhablado de primera y ahora de repente tu hablar es tan dulce, tan poético que los amigos que tu solías tener, ahora se creen como que, oye, de dónde tu sacaste ese hablar ahora tan culto, tan proper, tan politically correct? Si tu eres el primer malhablado de la calle, tu eras el primero que si le tenías que decir a uno un piiiip, se lo decías, y ahora lo que le dices es, oye, que bien te ves. Que te vaya bien. en vez de mandarlo para buen sitio lo mandas para otro sitio.
Entonces al no entender eso que Dios ha hecho en ti, lo que empiezan a hacer es que empiezan a cuestionarte, empiezan a preguntar si verdaderamente lo que Dios ha hecho en ti es real o es falso. Empiezan a decir, ah, déjalo que dentro de un par de meses vuelve a empezar a mandar a todo el mundo para buen sitio. Y lo que quieren hacer es matar el milagro que el Señor Jesús ha hecho en ti. Es un encuentro que a tu vida ha traído bendición, pero otros porque no entienden la magnitud de lo que Jesús ha hecho en tu vida, lo que quieren hacer es tronchar todo lo que él ha hecho.
Y hay veces que puede ser el tipo de encuentro que nosotros como que, ah, no, por evitar el conflicto, pues, yo no quiero ese tipo de encuentro. Pero ¿Saben qué? Si estás con Jesús no lo vas a poder evitar, porque tarde o temprano lo que Jesús hace en ti va a chocar en las vidas de otros y va a traer un conflicto de alguna forma u otra.
Cuántas personas no están aquí que en sus familias ustedes son la primera generación de creyentes, y usted viene aquí, usted llora en el altar, se entrega a Jesús y usted dice, Jesús, yo quiero que mi vida sea para ti. Y llega a su casa y los primeros que quieren tronchar ese milagro de vida en usted son sus padres, porque no creen en lo mismo que usted. Y entonces usted tiene que entrar en una lucha, es como que ese encuentro de bendición que usted tuvo aquí cuando llega a su casa se convierte en un conflicto. Y usted tiene que aprender a cómo luchar, como pelear con eso, cómo defender de alguna forma u otra lo que Jesús ha hecho en usted.
Y fácilmente ese tipo de conflicto lo que puede hacer es apagar esa fe, ese ímpetu, esa pasión que uno siente por Jesús y si no estamos bien afincados, pues nos dejamos llevar por la corriente y es como que, okay, mira, está bien ya no voy a pelear más con ustedes, esto otro día lo considero.
Pero no podemos hacer eso. Si ese encuentro de Jesús ha sido uno de bendición, ha sido uno definitivo, ha sido uno determinante, tenemos que seguir luchando por eso. Si yo hice una confesión aquí en el altar, por qué cuando salga de la puerta me voy a olvidar de esa confesión. Yo tengo que llevar eso conmigo, si Jesús verdaderamente lo ha hecho en mí, yo lo tengo que llevar conmigo, y tengo que hacer que mi vida se amolde, se acople a eso. Y tal vez eso puede sonar como un mensaje para nuevos creyentes pero miren, no, esto para las personas que llevan 30 años viviendo en esta relación con el Señor Jesús. Porque aún en 30 años tu sabes qué? Voy a decir un secreto, aún en 30 años de tu servirle a Jesús, de tu ser un cristiano verdadero, en 30 años tu sabes cuál es una de las cosas que puede tronchar precisamente ese ímpetu? Lo que dije al principio, la comodidad, lo cotidiano puede tronchar eso.
Somos cristianos como quien dice, de la boca para afuera, pero no de corazón. Acá adentro como que la rutina de la vida se ha asentado en nosotros tanto y tanto, que le hemos perdido ese sentido de aventura a nuestra relación con el Señor Jesús.
Hay un último encuentro del cual les quiero hablar. En Mateo Capítulo 25 nos habla de una parábola que muchos conocemos también, Mateo Capítulo 25, la parábola de las 10 vírgenes o mejor dicho, las 5 vírgenes prudentes y las 5 vírgenes negligentes. Qué es lo que dice esta parábola?
Habían 10 vírgenes en un vocabulario más de hoy, 10 muchachas castas, puras, esta es la ilustración que está usando Jesús, y él está usando esta parábola para hablar acerca del Reino de los Cielos, de esa promesa de lo que está por venir. 5 de estas muchachas fueron prudentes en el hecho de que cuando fueron a esperar el retorno del rey se llevaron consigo sus 5 cántaros de aceite por si acaso sus lámparas se apagaban y poderlas mantener encendidas, y 5 de ellas no fueron lo suficientemente prudentes y se fueron solamente con sus lámparas y el poquito de aceite que tenían en ellas.
Llegada la medianoche, qué es lo que dice la historia? Empezaron a anunciar, viene el rey, viene el rey! Y las muchachas empezaron a prepararse, a vestirse de nuevo, pero se empezaron, empezaron a preparar sus lámparas y entonces las 5 imprudentes se dieron cuenta que su aceite se estaba acabando y le dijeron a las 5 muchachas que tenían, “Oye, muchachas, pueden compartir un poquito de ese aceite?” y ellas le dijeron, “Mira, para que no nos falte a nosotros y para que no les falte a ustedes, mejor vayan ustedes a comprar y así vamos a tener suficiente para las dos.” a medianoche quién va a comprar aceite?
So, yo creo que esas 5 muchachas tenían un plan medio maquiavélico detrás de todo esto. Se querían disfrutar al rey para ellas solas y no con las otras 5. No. ahí estoy leyendo demasiado en la historia. Pero sí dice que las mandaron a ellas a comprar aceite. Y mientras iban, qué pasó? El rey llegó, las 5 muchachas que estaban ahí entraron a las bodas con él y se cerró la puerta y cuando llegaron las otras 5 qué pasó? Rey, aquí estamos, perdónanos, es que tuvimos que ir a comprar aceite. Sorry. Pero no las conozco.
Oiga, son palabras bien tajantes, bien fuertes. No las conozco. Mas sin embargo así es como dice el texto. Qué es lo que dice Jesús después en el verso 13?
“…Velad pues porque no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir…”
Saben cuál es este último encuentro del cual les quiero hablar? Es un encuentro que está por venir. Y es el encuentro donde Jesús va a volver a tomar a toda su iglesia y la va a llevar a morar con él por toda una eternidad. Ese es el encuentro mis hermanos, que en nuestros corazones tiene que ser el más esperado por todos nosotros. Aparte de los primeros 4 encuentros de los cuales les hablé, aparte de tener encuentros inesperados con Jesús, que él interrumpe nuestras vidas, aparte de tener encuentros de mantenimiento, de chequeo, de cómo están las cosas. Aparte de tener encuentros que traigan bendición y conflicto a nuestras vidas, aparte de esos encuentros, tenemos que estar siempre anhelando y esperando el encuentro de todos los encuentros, que es el día en que él va a regresar por nosotros.
Óigame, si no todos dijeron amén, aquí hay un problema bien grande. Porque eso significa que si no podemos decir amén a eso porque hemos perdido perspectiva, el aspecto más importante y más definitivo de nuestra fe en el Señor Jesús. Y eso es tener la fe y la convicción de que hay un día en que él va a regresar por nosotros. Si yo no puedo decir amén a eso, yo tengo un problema bien grande.
Ah, por eso se está predicando desde hace siglos y siglos y todavía no regresa. Es la misma excusa que ha dicho mucha gente por muchos años, pero yo creo lo que dice la palabra, en el libro de Primera de Pedro, que el Señor Jesús es paciente para con todos porque no quiere que nadie se pierda sino que todos alcancen esa vida eterna y salvación.
Óigame, en algún momento en nuestras vidas, en algún momento en la rutina de nuestros días, de nuestras semanas, en algún momento cuando estemos durmiendo, en algún momento cuando estemos en el colmado o en la marqueta haciendo cualquier diligencia que estemos haciendo, en algún momento si decimos que somos cristianos, si decimos que somos fieles seguidores de Cristo Jesús, en algún momento por nuestra cabeza tiene que pasar el mero pensamiento de decir, “Señor, cuándo tu vienes por nosotros?”
Y no es solamente cuando estamos metidos en problemas. Si usted piensa en eso solamente cuando la tarjeta de crédito está a su máximo nivel y los intereses le han subido, y ahí entonces es cuando usted viene, “Ah, Cristo, regresa para que todas esas deudas se apaguen.” No, está pensando mal.
Si usted solamente piensa en eso cuando tiene problemas con su cónyuge, “Ay, Jesús, ven por mí para no tener que lidiar con esto ya.”
Si usted piensa en eso solamente cuando los traumas de su vida son tan y tan y tan graves que usted se atreve a tener este pensamiento suicida de decir, “Señor, llévame contigo porque no aguanto más este mundo.” Hay un problema.
En algún momento en medio de nuestras vidas nosotros tenemos sí que anhelar ese retorno de Jesús, pero no es que ese deseo sea inspirado por los problemas que yo tengo en mi vida, sino porque proviene de un sentido de convicción, de fe, de que es una promesa que el Señor Jesús nos ha dado a todos nosotros. Para yo mantener esa perspectiva viva tengo que estar bien al día con todos los otros encuentros de los cuales yo le hablé.
Yo tengo que esperar esos momentos inesperados. Yo tengo que orar por esos momentos, donde yo esté trepado en el árbol con los pies así guindando en una rama y que de la nada Jesús me diga, “Hey, Omar, tengo que pasar tiempo contigo.” Yo tengo que esperar esos momentos.
Yo tengo que esperar los momentos que son programados en mi agenda que yo me digo, “Okay, este es mi tiempo con el Señor”, ya los muchachos se acostaron a dormir, ya el esposo o la esposa está durmiendo, ahora me voy yo a comer un buen mantecado con el Señor, ese es el ejemplo que yo siempre doy, comer mantecado con el Señor.
Si usted no se puede comer un mantecado, pues tómese un jugo o algo pero la cosa es que usted está pasando tiempo con él, un tiempo intencional. Y cuando usted se siente ahí no venga tan solamente a llorarle, “Ay, Jesús,” sino que usted pueda sentarse, acostumbrarse a que aún en medio del silencio el Señor le pueda hablar.
Como me pasó a mí, que a través de una semana tan aforada, que cada vez que me sentaba a orar era como que Señor, esto, Señor, aquello, Señor, lo otro, y de repente, de qué voy a predicar el domingo? Cállate, habla de mí. Si yo hubiese mantenido mi mente tan ocupada en todas las cosas que tenía que hacer, no hubiese podido escuchar lo que Jesús quería verdaderamente que yo prestara atención.
Habla de mí. La gente necesita escuchar de mí. Hay veces que te enfocas en hablar en 5 benditos puntos para un buen matrimonio, pero hay veces que la gente necesita escuchar el único punto que puede verdaderamente bendecir ese matrimonio y soy yo. Habla de mí.
Cinco llaves para ministrar liberación en el espíritu. Habla de la única llave que puede hacer eso que soy yo. Cuatro pasos para tomarte un buen jarabe y cantar bien bonito delante del Señor. Habla de mí que soy el único jarabe que verdaderamente puede infundir en las voces de la gente para que verdaderamente pueda cantar.
En otras palabras, no prediques de todas estas cosas, predica de la esencia. El Señor quiere darnos esos encuentros, mis hermanos y hermanas. Esa es la razón por la cual nosotros estamos aquí. oiga, yo te pregunto, qué pasó con ese fuego, qué ha pasado con ese fuego que me impulsó al principio, qué ha pasado con esa pasión que un día nos llevó y nos motivó a decir, “Jesús, mira, aquí estoy te entrego mi vida, te entrego todo lo que yo soy, yo no puedo hacer las cosas y yo solo he intentado por mucho tiempo y te necesito a ti.”
Qué ha pasado a lo largo de los años que esa pasión, que ese ímpetu que nos movió al principio ahora está como adormecido? Ah, pastor, es que me he encontrado con muchos problemas, con gente en la iglesia y eso me ha enfriado. O que aquel hizo aquello, el otro hizo lo otro, y mira, qué has hecho tu? Siempre estamos apuntando a lo que el otro hace pero qué has hecho tu? Qué has hecho tu por buscar que esa pasión, que ese fuego se mantenga encendido en tu corazón, en tu espíritu, en tu mente? Ah, es que he leído mucho libro y lo mucho que he leído como que me ha hecho pensar en una forma distinta.
Mira, la letra mata, el espíritu vivifica. Si yo me enfoco demasiado en la letra y me olvido de lo que el espíritu de Dios verdaderamente quiere hacer en mí, estoy perdiendo perspectiva a lo que Dios quiere. Yo no estoy diciendo que no sea importante estudiar. Sí, estudia, por qué no? tenemos que hacerlo. Pero eso no debe ser la prioridad. La prioridad debe ser el que yo pueda mantener estos encuentros acá con el Señor, donde yo pueda venir y sentarme y que yo pueda decir, Jesús, mira, leí esto en tal libro y como que me estremeció mi mente, qué tu crees de esto? Qué tu crees de esta idea que se le ocurrió a esta persona, a este pensador, hace siglos de años atrás o ayer que lo escribió?
Hace poco estaba leyendo la publicación de un libro de un autor que se llama Groucho, no sé si lo estoy pronunciando bien, pero el libro se ha convertido en un hit, el libro se titula “It, have you got it?” Y suena bien popular, es como una frase bien cachi.
Pero este hombre se cree que ha encontrado la idea maravillosa de hablar acerca de que el It es el espíritu de Dios obrando en nuestras vidas. Y ese libro se ha regado como pólvora y yo me digo, “Pero qué es de diferente?” Qué nueva idea se ha inventado si ya eso se ha estado promulgando por tanto tiempo. La gente sabe que todos lo tenemos, todos tenemos el Espíritu Santo en nuestras vidas y que es algo que hay que nutrir, que hay que fomentar en nosotros y que viene a través de la persona de Jesús obrando en medio nuestro.
Mire, mis hermanos, yo quiero ir resumiendo ya. Pero si hay una carga en mi corazón que yo he querido compartir con ustedes hoy es lo siguiente, nunca se acostumbren a que su vida de fe sea lo que usted está viviendo ahora. En el momento que usted sienta que su vida de fe está fría, está estática, no hay cambios, no hay aventura, no hay emoción, no hay acción, hay algo que está pasando.
En el momento en que usted entienda que su vida cristiana, que su vida de fe, está siendo medida más por sus propios parámetros que los parámetros de la Escritura, tenemos un problema, porque entonces no estamos viviendo el cristianismo que Jesús quiere que nosotros vivamos.
Gracias, a Dios por otro micrófono. En el momento en que nosotros comencemos a convencernos con la idea de que Jesús solamente obra así, así, así y así, estamos perdiendo perspectiva de lo que Jesús verdaderamente puede hacer. Estamos metiendo a Jesús en una cajita, cuando Jesús es mucho más grande que esa cajita en la cual lo podamos meter.
Mire, él quiere encuentros con usted. Jesús anhela y desea tener encuentros con usted. Así que yo quiero hacerle un llamado hoy para todos nosotros. Hoy es el día de salvación. Hoy es el día, visualicen esto conmigo, hoy es el día en que todos nosotros estamos trepados en nuestro árbol sicómoro, nuestras piernas están guindando, buscando a ver dónde está Jesús. Ese es el día para todos nosotros. Ese es el día para que aquellos que no han entregado su vida a Jesús que lo puedan hacer hoy. Ese es el día. Ese es el día para todos nosotros que nos decimos ser cristianos, este el día para nosotros reavivar ese fuego y comenzar a anhelar y desear tener encuentros nuevos, refrescantes con el Señor Jesús. Este es el día.
Este es el día. Así que yo quiero orar. Quieres tu tener esos encuentros con el Señor Jesús? Ponte de pie y responde esta oración. Gracias Jesús. Gracias, Señor. Gracias, Jesús.
Habrá alguien aquí que no le ha entregado su vida al Señor Jesús? Sea que esté sentado por allá atrás en las esquinas donde yo tal vez no te veo, pero que el Señor Jesús sí te ve. Habrá alguien que se puede decir que se identifica con un Saqueo? Que haya escuchado hablar mucho de Jesús pero que no lo conoces todavía. Habrá una persona aquí que quiera decir, Señor, yo necesito que tu entres a mi casa, que traigas salvación. Habrá alguien que pueda decir hoy, sí, Señor, mira, yo quiero que tu entres en mi casa, por primera vez. Por primera vez entra a mi casa y has algo nuevo.
Si esa es tu oración, yo quiero orar por ti. Queremos como iglesia orar por ti. y asimismo esta otra oración es para todos nosotros, todos nosotros, mis hermanos, de verdad, y lo digo con mucho respeto, puede ser que usted haya sido cristiano por años, yo también, pero necesitamos renovar nuestros encuentros con el Señor Jesús. No podemos dejar que la rutina de nuestra vida siga ahogando ese ímpetu, esa fe, esa intensidad con la cual el Señor Jesús quiere que nosotros vivamos para él.
Amado Jesús, oh Jesús yo lo declaro una vez más que hoy es ese día de salvación. Hoy es ese día en el cual tu puedes traer un bienestar nuevo a nuestras vidas, hoy es el día en el cual un encuentro contigo, Señor, puede traer nuevo sentido de dirección, puede traer un nuevo sentido de propósito, puede traer un nuevo sentido de significado en nuestras vidas, y eso, Señor, es lo que yo pido para nosotros como iglesia en este momento, Señor.
Padre, por favor, yo te pido y desde hoy lo declaro en fe, que seas tu dándonos encuentros en los cuales tu interrumpas nuestras vidas, que tu interrumpas nuestras rutinas, Señor, y que nosotros nos veamos en la obligación de prestarte atención a ti y no a nuestras propias agendas, Señor.
Trae, Señor, esos encuentros que son esperados, que son programados, Señor, esos encuentros que son de bendición y de conflicto, Padre, esos encuentros que son definitivos en nuestras vidas, donde tu confirmas cosas en nosotros. Esos 4 aspectos, Señor, permite que cobren una nueva vida, Señor, en nosotros, que tu pongas un hambre en nosotros por estar en contacto, por estar en relación contigo, Señor, donde tan solamente nos podamos sentar y recibir de ti, Señor.
Y Padre, que sobre todas las cosas esos encuentros fomenten en nosotros un ardiente deseo por tener ese encuentro final de tu retorno, de tu regreso por la iglesia, de tener una vida eterna contigo, Señor Jesús. Y lo digo, Jesús, no porque estemos desesperados por salir de aquí, sino por mero hecho de nuestro ardiente deseo de vivir una vida completa contigo, de ver las cosas tal y como son, no a través de un espejo, Señor, no de conocer a medias sino de poder conocer en plenitud como tu nos conoces a nosotros, Señor.
Padre, yo te pido que a nosotros como iglesia, Señor, a todos, a todos nosotros, Señor, y aún a los hermanos que nos ven por el internet, Señor, que todos nosotros tu crees en nuestras vidas un ardiente deseo de anhelar, de buscar y de tener esos encuentros contigo, Señor Jesús. Llénanos, revélate a nuestras vidas, Jesús. Permítenos conocer cosas nuevas contigo, cosas nuevas de ti, cosas nuevas de nosotros mismos, Señor, que nos acerquen más a ti y que nos preparen aún más para poder reflejar ese amor que tu nos das a otros a nuestro alrededor.
Yo bendigo a aquellas personas que hoy están tomando esa decisión por ti, Jesús, que tu luz ilumine sus corazones, que tu luz ilumine sus vidas, sus familias y Padre, al resto de todos nosotros, los que te conocemos ya desde hace años, Padre permite que esa luz siga alumbrando en medio de nuestras vidas y que no permitas que las rutinas del diario vivir apaguen nuestra comunión contigo, nuestra devoción a ti. gracias te doy Jesús. Yo bendigo a cada uno de mis hermanos y hermanas en esta mañana, Jesús. Gracias por cada uno de ellos, Jesús. Que esta palabra siga haciendo eco en nosotros y nos lleve a una profundización más grande contigo, Jesús. En tu nombre oramos Señor. Amén. Amén. Gracias Jesús.