TRANSCRIPT
Que lindo se oye cantar esas palabras, quebranta mi corazón, quebranta mi vida, te entrego mi voluntad a ti. Que lindo se oye. No le da ganas de cantarlo otra vez?
Pero saben por qué lo digo, mis hermanos? Se oye bien lindo cantarlo pero qué difícil es hacerlo. Que difícil es hacerlo. Señor, yo solamente te pido ahora que estas palabras que fueron cambiadas en mi corazón a última hora, Señor, tu me ayudes a poder ser fiel a lo que tu quieres decir, Jesús, y que sirva de edificación a tu pueblo y a tus hijos e hijas en esta noche. Te lo pido, Jesús, me pongo como un instrumento en tus manos hoy más que nunca, Señor, y te ruego que por favor me ayudes a estar tan en sintonía contigo, Señor, que pueda escucharte bien para saber cómo comunicar esta palabra y que todos nosotros podamos tener un corazón abierto para recibirla y actuar de acuerdo a ella. Lo pido en el nombre de Jesús. Amén.
Sí, hermanos, digo que es bien difícil poder hacer eso. Y yo creo que esto es parte de nuestra vida como creyentes, que nosotros podemos orar de una forma, podemos cantar algunas cosas, pero como dice ese refrán, del dicho al hecho hay un largo trecho. Es el mero hecho de cómo verdaderamente nosotros dejamos que la palabra de Dios obre en nosotros y nos alinee cada vez más a los deseos del corazón de Dios. y lo que quiero compartir hoy es algo que está basado en una palabra que el pastor Miranda compartió con nosotros en estos dos domingos pasados, que se me ha quedado ahí en mi cabeza pero es como que me hizo eco, se me prendió otra vez.
Y tiene que ver este hecho con nosotros saber lo que está verdaderamente en nuestro corazón. El nosotros poder verdaderamente conocer nuestro carácter de tal forma que nosotros podamos decir delante de Dios, guau, Señor, mira yo soy quien soy delante de ti no puedo esconder nada. Y yo sé que de las personas a nuestro alrededor, nosotros podemos esconder muchas cosas, pero que bueno sería tener el valor de ser totalmente claro y pleno con la gente a nuestro alrededor y de no tener máscaras, y de poder verdaderamente decir, mira, este es mi corazón, así soy yo, no te lo voy a esconder.
Pero que difícil es poder hacer eso. El salmo 139, quisiera que vayan conmigo al salmo 139. Muchos de nosotros lo conocemos, dice el verso 1:
“Oh Jehová, tu me has examinado y conocido, tu has conocido mi sentarme y mi levantarme, has entendido desde lejos mi pensamientos, has escudriñado mi andar y mi reposo y todos mis caminos te son conocidos…”
Yo quiero que brinquen ahora al verso 23:
“… Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón, pruébame y conoce mis pensamientos…”
Espérate, déjeme darle pausa un momentito, déjeme parar aquí. Léalo primero en su mente y después decida si lo va a leer en voz alta. Léalo primero en su mente, ese verso nada más. Piense bien en lo que le va a decir a Dios. Yo mismo estoy pensando [inaudible] esto es una petición bien descabellada, lo que estoy pidiendo a Dios. Así que piense bien lo que usted va a hacer o cómo va a leer esto. Porque usted le está dando aquí permiso a Dios de que lo siente en una mesa de evaluación y que le examine.
Cuántos de ustedes han ido al médico, a la oficina del médico de familia o cosa así? Y cuando usted entra que le van a hacer un examen físico, que le dicen, quítate la ropa y ponte esta bata, ¿verdad? Y esos son los momentos que más vulnerable uno se siente porque te van a examinar, de arriba abajo, y no lo estoy diciendo en una mala forma, sino que el médico que te chequea a ti, que te hace un examen físico es la única persona que verdaderamente… bueno, la única persona aquí en la tierra que te puede examinar tu condición física y te puede decir dónde en tu nivel de salud estás, te puede decir dónde deberías estar o si estás por debajo de donde debes estar.
Cuando usted va al médico usted puede decir, ah, me duele aquí o me duele aquí o tengo los chichitos un poquito más fuera de sitio, qué puedo hacer para bajarlos y muchas veces nosotros tratamos de darle instrucciones al doctor. Cualquier tipo de medicina, es más hasta cuando vamos a un dentista, me atrevo a decir esto, que le queremos decir al dentista, me duele esta muela pero no me toques porque me duele. Tengo que bregar con la muela.
Queremos darle instrucciones a los médicos, pero no sabemos que si vamos a ir a evaluar nos tenemos que dejar como que ellos traten con nosotros como ellos entienden que mejor tienen que tratar, y nosotros callarnos la boca y aguantarnos que nos hagan lo que van a hacer.
Y así pasa en nuestra vida de fe, que cuando nosotros le decimos a Dios, Señor examíname y conoce mi corazón, ahí tu te estás tirando sobre la mesa del fisiatra para que él verdaderamente te chequee y te diga cómo está la condición de tu vida.
Sabes que Jeremías tiene un pasaje muy interesante que hago un paréntesis y me desvío a ese pasaje ahora. Jeremías Capítulo 17, el verso 9 miren cómo dice, esto Dios hablando, Dios está hablándole al profeta Jeremías y él le está diciendo esto:
“Dios que conoce todas las cosas, él dice, engañoso es el corazón más que qué?”
Oiga, yo he leído ese texto varias veces, pero hoy cuando lo leí hubo algo que me paró, porque yo leo, “engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso quien lo conocerá.” Pero hoy yo paré en esa frase que dice, más que todas las cosas.
Cuántos de nosotros hemos conocido algún engaño en algún momento en la vida? Que alguien nos ha engañado, que nosotros hemos engañado a otros y son experiencias que son bien horrorosas, dejan un mal sabor, no en la boca sino en toda la vida.
Y cuando Dios mismo está diciendo que nuestro corazón es más engañoso que todas las cosas, está poniendo el corazón de uno por encima de cualquier cosa que pueda provocar un engaño, que en cierta forma esos engaños provienen del corazón, y perverso.
Hay veces que a mí los oídos como que me trinen cuando yo oigo que a alguien le dicen, ah, tu eres un perverso porque lo dicen con un sentido tan malo y tan ofensivo que es como que, guau, Dios mío, mira eso. Esta persona que perversa es.
Y Dios aquí le está diciendo a uno que el corazón es perverso. Tu corazón, mi corazón es perverso. Muchas veces nosotros podemos llevar una doble vida que nos acostumbramos tanto a ella y pensamos que estamos totalmente bien, que eso es algo totalmente normal, que me tienen que aceptar así tal y como soy. Pero a Dios no se le escapan esas cosas.
Y hay veces que hasta buscamos la forma de cómo justificar esa doble vida que podemos tener. Llegamos aquí a la iglesia y todo es como, ah, santo gloria a Dios, ¡Aleluya! Tiramos dos o tres lenguas y para afuera, estamos santificados. Llegamos a la casa y es como una historia totalmente distinta.
Hay veces que yo mismo oigo unas historias que es como que Dios mío, pero en qué cabeza cabe! Como a un hombre se le puede ocurrir hacer cosa igual? O cómo a una mujer se le puede ocurrir hacer cosa igual? Pero me da a entender que el corazón es engañoso, en nuestra naturaleza humana, nuestro corazón, nuestro carácter son tantas las debilidades que tiene que me gusta como Dios hace la pregunta, quién lo conocerá?
Óigame si yo les pregunto a usted, usted se conoce bien? quién me puede decir aquí que usted se conoce súper bien. Porque si usted se conoce súper bien, entonces yo quiero tomar una consejería con usted, yo quiero aprender a cómo hacer eso. Solamente Dios es el que lo conoce. Y el verso 10 dice:
“Yo, Jehová, que escudriño la mente y que pruebo el corazón para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras…”
Sabe lo que usted le está pidiendo a Dios cuando usted le dice ‘examíname’, le está diciendo a Dios, “Tu que vez más allá de lo que yo puedo ver, yo necesito que tu hagas algo en mi corazón.”
Sabe, lo que me gusta mucho de ese salmo es que ese salmo se está bajando como quien dice del trono del corazón y está diciendo, mira, yo no puedo hacer esto yo solo. So, me gusta porque ese salmo de alguna forma u otra indica que para yo poderle decir que Dios que me examine mi corazón, es porque yo he reconocido que yo he tratado de hacerlo por mí mismo y no puedo. Yo mismo me he engañado a mí mismo tratando de examinar mi corazón. Me creo que encontré algo que lo conocí y al próximo día vuelvo a visitarlo y es como que, ven acá, pero tu eres distinto, qué pasó?
Estoy aquí un domingo en la iglesia, oigo la palabra de Dios. Guau, que lindo. Salgo de aquí con cosquillas y llega el lunes y se me olvidó esa palabra y sale otra persona que es como wow! Pero qué pasó aquí? qué pasó con tu venir y tirarte de rodillas y llorar y orar por ti o algo? Qué pasó con todo eso?
Examíname oh Dios. Vuelvo de nuevo al salmo 139.
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón, pruébame y conoce mis pensamientos, y ve si hay en mí camino de perversidad y guíame en el camino eterno…”
Miren, mis hermanos, para mí yo puedo decir que en estos últimos dos domingos que he escuchado al pastor predicar en estas líneas, yo he salido de la iglesia con un reto totalmente nuevo. Y yo les puedo decir que no va a ser fácil. Ese reto para mí no va a ser fácil. Y es el mero hecho de yo poder entender que si yo quiero que Dios me encamine en su camino eterno, yo voy a tener que dejar que él me examine a mí, que él extirpe cosas de mí que tiene que sacar, cosas que para mí tal vez son como, pero Señor, yo creo que esto está cool, yo creo que esto está bien. He vivido con esto y hasta aquí me ha permitido llegar, pero que tal vez a los ojos de Dios son cosas que van a decir como que, hay algo que yo quiero trabajar ahí aún más.
Y yo creo, mis hermanos, que en la misma forma Dios quiere trabajar con cada uno de nosotros. Yo creo que con un propósito Dios nos está llevando a nosotros como iglesia a meditar sobre la condición de nuestro corazón. El pastor ha estado predicando acerca de este pasaje de Jueces, donde Dios le dice Gedeón, mira, los que cojan agua de la mano y la laman, versus, los que se tiren así de rodillas y metan la cabeza en el agua, esos son los que yo quiero que tu dividas. Dios estaba buscando hacer algo ahí. Dios estaba buscando algo mucho más profundo. Que tal vez esos hombres en el momento quién sabe si hubo hasta algunos que se quitaron la ropa y se tiraron al agua a bañarse y refrescarse como lo hubiese hecho yo si hubiese tenido calor y me dieron un break en medio de la batalla, okay, un break, vamos a bañarnos y limpiarme la sangre que tengo por ahí.
Quien sabe si yo me hubiese tirado, Dios hubiese dicho, ese es el primero para afuera, no. se quitó la armadura demasiado rápido. Sácalo de ahí, mándalo para la caseta otra vez. Pero hay algo que Dios está mirando.
El mismo Gedeón en ese momento quien sabe si él ni lo entendía, pero Dios sabía lo que él estaba haciendo. Y ahí es donde viene de nuevo este elemento de la fe. Que Gedeón tuvo la fe, tuvo la valentía de confiar en lo que Dios estaba haciendo para ver el milagro que Dios iba a hacer después. Cuando nos atrevemos a exponernos a que Dios nos pruebe, a que Dios nos examine en nuestro corazón, prepárese para lo que Dios le va a mostrar.
Ahora, un punto bien importante. El que Dios nos examine no significa que Dios nos examine de acuerdo a nuestros propios términos sino que significa que Dios nos examina de acuerdo a los términos de él.
Ah, Señor, yo dejo que tu me examines y si lo haces así y así y así, y se me dejas seguir haciendo esto y esto, toca esta parte de mi corazón pero no esta. Eso es poniéndole términos, condiciones a Dios. Pero si verdaderamente queremos seguir este patrón bíblico de dejar que sea él que nos examine a nosotros, entonces tenemos que decir como que, no, Señor, mira, sin reservas, sin condiciones aquí estoy.
Yo no sé, mis hermanos, si estas palabras les están llegando, si estas palabras están calculando allá. Yo hasta me ponía a pensar en Santiago Capítulo 3, si no me equivoco, dice que nosotros no tenemos que ser solamente oidores sino también hacedores de la palabra de Dios. Y yo les digo, mis hermanos, si hay una razón por la cual yo puedo orar en esta noche, es pedirle a Dios que nos de tanto el valor como el deseo y la disposición de dejar que él trate con nosotros.
Muchas veces, mis hermanos, yo no sé si yo estoy hablando proféticamente aquí a alguien, pero muchas veces nosotros queremos que Dios bregue por nosotros pero en nuestros términos, nosotros mismos le ponemos condiciones y le decimos, no, quiero que esto pase así y así y así.
Y mire, yo entiendo que hay veces en nuestra vida que nosotros sí podemos como quien dice, cuando estamos orando por alguna bendición, buscando confirmación o algo de parte de Dios, mira, Señor, yo necesito ver esto y esto suceder. Y esas veces Dios permite que eso y eso y eso sea a su nivel cronológicamente de acuerdo al tiempo que nosotros enumeramos.
Acaso el mismo Gedeón no dijo, ah, tu me quieres llevar a la batalla, pues mira, este pedazo de piel que se moje el pedazo de piel y alrededor todo esté seco. Ah, fantástico, tu lo quieres así? Sucedió. El próximo día, okay, ya estás convencido? No, no, espérate, vamos a hacer otra prueba. Ahora que se moje todo alrededor pero que este canto de piel se quede seco. Ah, también lo quieres así? Vamos a hacerlo así. Cuando viene al otro día, es como que okay, ya estás convencido o quieres que ahora haga que bajen las estrellas y bailen alrededor tuyo para que te convenzan de que soy yo el que te está llamando a hacer esto? No, no, ya me convencí.
So, yo creo que hay momento en los cuales Dios permite que nosotros pongamos esos términos. Pero cuando estamos hablando de nuestro corazón, tu sabes por qué nosotros no le podemos poner términos a Dios? precisamente porque nuestros términos están contagiados por el pecado, son perversos, son engañosos.
Mire, hoy usted se puede sentir de una forma y mañana usted se va a levantar pensando en otra forma. Qué es lo que va a ocasionar que su moods cambien así tan rápido? Las hormonas? Fine, está bien. Las hormonas pueden causar eso. A quien le apliquen las hormonas, bueno, aunque eso va para hombres y mujeres también. Eso le va a todos, pero en algunos le pasa más que en otros, tengo que decirlo así.
Pero miren, mis hermanos, detrás de esas hormonas hay un corazón, hay un carácter también. Hoy usted puede salir pensando, este pastor Omar, botó la bola, es tremendo. Este pastor Omar está primero en mi lista. Y mañana si yo no lo llamo, el pastor Omar bajó al último lugar en mi lista, olvídate. Qué es lo que va a ocasionar que yo suba y baje en la lista de preferencia de su vida? Es el corazón de uno, mis hermanos, quién sabe si lo mismo pasa de ustedes hacia mí también. [Inaudible] hoy la tengo allá arriba, mañana se fue de mi lado.
Pero así es, mis hermanos, todo está aquí dentro. Proverbios 4 lo dice, sobre toda cosa guardada, y lo hemos estado escuchando en estos domingo pasados, sobre toda cosa guardada, guarda tu qué? Tu corazón porque de ahí es que mana todo lo que tu eres, todo lo que tu dices, todo lo que tu piensas emana de ahí.
Todas las cosas a las cuales yo me expongo van, de alguna manera u otra van a llegar a mi corazón. Jesús dice que los ojos son la lámpara del cuerpo. Todo lo que yo reciba por mis ojos, todo lo que yo me ponga en mis oídos a escuchar, las palabras que yo oiga de alguien, la música que yo oiga, videos que yo veo, las conversaciones en las cuales me meto que si aquel me manipuló mejor que el otro, todas las cosas que oiga, es más, hasta las predicaciones que Dios te oiga va, de alguna forma u otra a infundir sobre su corazón. Y entonces usted va a tener que poner a prueba otra clase de examinación que es la que sale en Tesalonicenses Capítulo 5, verso 22 que dice:
“Examinadlo todo retened lo bueno y deshecha lo malo.”
No dice probadlo todo, dice, examinadlo todo. Quieres que lo busques? Vamos a buscarlo por si acaso, no me quiero inventar la Biblia. Si yo estoy mal, yo quiero ser corregido. Primera de Tesalonicenses Capítulo 5, versículo 21, dice… a no ser que sea otra versión que dice, pruébalo todo… oye, cualquiera diría que te llevaron a un buffet y te están diciendo, ‘prueba todo lo que tu quieres aquí’ y de repente te comes algo que después sales con una alergia y se te hincha la cara, la nariz, las orejas y ahí tu querías probarlo todo? Coge.
Examínalo todo. Cuando tu estás examinando algo, recuerda que el proceso de examinación, el objeto está allá y tu estás acá. Tu estás examinando, levantas por aquí, por allá y antes de metértelo a la boca entonces, examínalo primero, reten lo bueno y deshecha lo malo. Y quién sabe si a eso yo le añadiría otra parte que dice, y deja en standby algunas cositas porque no sabes cuándo las vas a tener que volver revisitar otra vez.
Pero así es. Cuando Dios nos examina a nosotros y él prueba nuestro corazón y nos deja saber cómo estamos nosotros, nosotros tenemos que ejercer la misma medicina concerniente a las cosas que tenemos a nuestro alrededor, porque esas son unas cosas que van a probar cómo está nuestro corazón delante de Dios, cómo estamos funcionando.
Cuando nos enfrentamos a la tentación. Mira qué lindo. Hoy estaba leyendo, me estoy preparando para el mensaje del domingo y me crucé con una lectura que decía, cada tentación es una oportunidad para hacer el bien. Se ha puesto a pensar en eso? Usualmente nosotros lo leemos como que cada tentación es una oportunidad para meter la pata, para hacer lo malo. Porque nosotros asociamos la tentación con lo malo. Pero en esta lectura lo que decía es, cada tentación es una oportunidad para hacer el bien. Por qué es una oportunidad para hacer el bien? porque si tu respondes de acuerdo a lo que Dios quiere, lo que Dios pide de ti, para evitar el caer en tentación, si tu evitas caer en la tentación, qué estás haciendo? Estás haciendo el bien?
Yo tengo que examinar esas cosas a mí alrededor. así que mis hermanos, no los voy a seguir dando el canto esto, yo creo que entendemos el mensaje de hoy ¿verdad? cuántos pueden ahora verdaderamente atreverse a decir las palabras del salmo 139? No me digan amén por favor. Si hay un momento en el cual yo como predicador no quiero oír un amén es hoy. Y lo estoy diciendo en serio. Porque son palabras duras, mis hermanos. Yo mismo tengo que pensar, meditar esto y dejar que Dios verdaderamente trabajo en mí para yo poder decir, okay, Señor, mira, examíname. Yo sé que me voy a enfrentar a cosas feas que tal vez están ahí, que tu las ves y te hacen llorar y yo me he acostumbrado a ellas pero tu las ves y a ti no te gustan. Yo voy a tener que hacer algo al respecto.
Así que si yo quiero que tu me examines yo voy a tener que dejar que tu me muestres cosas que están en mí que a mí no me van a gustar. Pero para que se cumplan tus propósitos en mí, yo me voy a tirar en tu mesa de operaciones para que tu hagas conmigo lo que tienes que hacer.
Así que, Señor, mira, yo te pido que esta palabra, Señor, no se quede en el aire, por favor, Jesús, yo reprendo cualquier cosa que quiera causar que esta palabra se quede en el aire y que no llegue verdaderamente a nuestro corazón.
Jesús, yo sé que ahora mismo hay fuerzas del enemigo que van a tratar de impedir el que estas palabras lleguen, en cualquier forma que se pueda manifestar, pero yo te pido, Jesús, que la eficiencia de tu palabra, la eficacia de la misma llegue bien profundo a nuestro corazón y que nos de verdaderamente la disposición que necesitamos, el valor que necesitamos, Señor, para poderte decir, Señor, examíname, conoce mi corazón, pruébame, Dios, por más difícil que eso pueda sonar, pero el atrevernos a decir, Señor, ponme a prueba y yo no sé si me cuelgue en el examen o si pase con una C o si tal vez tenga una A pero, Dios, pruébanos.
Mira bien lo que está en nuestro corazón, hay cosas que tu quieres hacer en nuestros corazones, Señor. Yo te pido que por favor nos ilumines, Jesús, que nos ayudes a conocer en medio de todas las cosas tu gracia y tu misericordia que está ahí para levantarnos, para sostenernos, para llevarnos a través de esos caminos tan oscuros de nuestra vida, Jesús. Tu estás ahí para llevarnos.
Así que, Jesús, yo te pido que a medida que nosotros nos preparamos para salir de aquí de este lugar, regresar a nuestros hogares, yo te pido que por favor esta palabra pueda seguir haciendo eco en nosotros y que nosotros no ignoremos los principios que esta palabra quiere verdaderamente traer a nuestro corazón.
Son cosas que se aplican a muchas áreas de nuestra vida, no tan solamente en nuestra relación contigo, sino que también se aplica a nuestra relación con nuestro prójimo.
Señor, guíanos a través de ese proceso, aunque nos coja tiempo, pero como bien dice ahí, encamínanos en ese camino eterno. Si es un camino eterno es porque no tiene fin, Señor, y el fin de este se verá en la eternidad y aún en la eternidad seguirá adelante.
Así que, Señor, nos ponemos en tus manos. Has con tu pueblo como quieras, bendice, Señor Jesús, a mis hermanos y hermanas en esta noche. Llénales con tu amor, llénales con tu paz, llénales con todo lo bueno que hay en ti Jesús y permite, Señor, nosotros podamos alinearnos cada vez más y más a los deseos de tu corazón, Señor. Gracias te doy por este tiempo, gracias por tu palabra, Señor. Gracias por cada uno de mis hermanos y hermanas, y sobre cada uno de ellos yo declaro tu bendición.
Por tu hijo Jesús oramos y te damos las gracias. Amén, Señor. Amén, Jesús.