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Quiero compartir con ustedes un pensamiento de la palabra de Dios para este año que siento que Dios me ha confiado. En el libro de Primero de Reyes, en el Capítulo 18, en el versículo 20. Esta es la palabra del Señor para todos nosotros en este tiempo, en este año, un llamado de Dios para nosotros como Congregación, para mi vida, para tu vida específicamente. Dice:
“… Entonces Acab convocó a todos los hijos de Israel y reunió a los profetas en el monte Carmelo. Y acercándose Elías a todo el pueblo dijo, ─ aquí comienza lo que yo creo que es la palabra del Señor para cada uno de nosotros ─ “Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle, y si Baal, id en pos de él.” Y el pueblo no respondió palabra…”
El llamado del Señor a nuestras vidas en esta noche y en estos meses que están delante de nosotros, se formula en términos de una pregunta, que es una pregunta pesada, hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? La implicación, la conclusión que nosotros debemos asumir de esta palabra es que no queremos continuar claudicando. Qué quiere decir la palabra claudicar? Quiere decir como debatirse entre dos cosas. Quiere decir como titubear, hasta cuándo titubearéis vosotros?
Claudicar tiene un tono también como de insinceridad, falta de definición, falta de determinación. Es como que quiero hacer una cosa pero algo me aguanta y entonces hago otra cosa. Oscilo, me debato, me muevo entre dos pensamientos. Hay una indecisión en mi vida, hay una falta de claridad y de definición.
Yo estaba fregando platos hace un par de días, y el Señor me habló, yo estaba pensando, Señor, dame una palabra para tu pueblo, para nosotros, este año, dame una palabra también para mi vida y para lo que yo debo enfocar las cosas en este año futuro. Y me vino esa palabra definición.
Y yo creo que este año mi petición delante de Dios, mi petición delante del Señor para mi vida y para mi Congregación, yo quiero que tu te lleves ese llamado para tu vida. Si tu estás involucrado en un ministerio, si estás en una situación en tu vida en que tienes que tomar una decisión, en tu matrimonio, en algo que Dios ha puesto en tu vida, yo te suplico que le pidas al Señor, Padre, ayúdame a definirme. Quiero definición en mi vida.
Porque Elías le está hablando a un pueblo que está indeciso y que se debate entre dos, él dice pensamientos, pero no son pensamientos solamente, son dos sistemas, son dos visiones del mundo, son como dos convicciones, dos religiones, dos posturas de vida y Elías confronta al pueblo de Dios y le dice, hasta cuándo van ustedes estar entre dos aguas? Y van a estar jugando con Dios y con el diablo? Ustedes tienen que definirse y adoptar una postura clara en su vida.
Elías les dice, si Dios es Dios entonces comprométanse con Dios y abracen todo lo que es de Dios en su vida y asuman el llamado de Dios, la responsabilidades de Dios, las demandas de Dios para su vida. Ahora, si Baal es el dios de ustedes, pues mire, váyanse con Baal y métanse en ese abismo, pero no estén queriendo estar con Dios y con el Dios, con Dios y con el mundo. Dios es mi rey, mi soberano, mi Señor, mi dueño, vivo para él, confieso a través de los himnos que canto, los coros que canto cuando voy a la iglesia, pero en mi mente no hay una definición, en mi estilo de vida no hay una definición, en mis prioridades no hay una definición, en mi corazón no hay una definición. Yo estoy en la iglesia pero la iglesia no está dentro de mí. Yo cargo la palabra de Dios pero la palabra de Dios no me carga a mí. Yo leo la Biblia pero la Biblia no me lee a mí, no me escudriña a mí?
Y entonces estamos como estaba Israel, estamos como están tanta gente por ahí, el domingo van a la iglesia, se persignan, hacen esto y lo otro y el lunes van a donde el curandero, donde la bruja, el santero, por si acaso Dios no está tan seguro como ellos piensan, pues cubrirse con una segunda posibilidad. Y así vivimos, entre claudicando entre dos pensamientos.
Una y otra vez yo veo en la palabra del Señor un llamado a definirnos. Israel tenía que definirse, porque eso Dios no lo bendecía, por esos sus enemigos se apoderaban de ellos y hacían lo que querían, por eso venían las plagas, por eso venían los sufrimientos, por eso la bendiciones que Dios había prometido a Israel cuando los trajo a la tierra de Canaán que dijo que las enfermedades de los egipcios no se manifestarían en ellos, que Dios bendeciría su salida y su entrada y que Dios le daría paz y protección de sus enemigos, que no habría mujer estéril entre ellos, que ellos disfrutarían de esta tierra que fluía leche y miel, que él les daría esa tierra para siempre y que nadie se la podría quitar.
Y muchas otras bendiciones que registra la palabra del Señor, pero esas bendiciones no se habían podido cumplir perfectamente en la vida del pueblo de Israel. Por qué? Porque amaban demasiado las modas espirituales de las tribus que estaban alrededor de ellos. No fueron capaces de servir y de consagrarse al Dios verdadero, y entonces seguían el ritual religioso pero no servían de todo corazón a Dios.
Y llega un momento en que hay que tomar una decisión. Y por eso Elías confronta al pueblo y les dice, hey, defínanse de una vez por todas, de quién son ustedes? Para quién viven y quién es su Dios y quién es su Señor?
Yo creo que en la vida de cada uno de nosotros tiene que venir ese momento. Y sabe, una de las cosas que también fortaleció mi convicción de que Dios nos estaba dirigiendo en esa dirección de definición, como un punto de meditación para este año. Estos últimos sermones que yo he compartido antes de los sermones navideños que compartimos, estábamos hablando acerca de qué clase de iglesia somos? Por qué nosotros somos como somos?
Por qué nosotros manejamos el espíritu, aunque el espíritu nos maneja a nosotros evidentemente también, pero Dios le da a su pueblo unas verdades en la Escritura y cada pueblo maneja esas verdades en maneras sutilmente diferentes, por qué nosotros conjugamos el espíritu en la manera en que nosotros lo hacemos como iglesia?
Somos un pueblo pentecostal, creemos en los dones del Espíritu Santo, creemos en las manifestaciones del Espíritu Santo, creemos en una vida energizada y potencializada por el poder del Espíritu Santo, pero también somos una iglesia un poco más compleja que eso, y creemos también en otras cosas. Porque creemos, por ejemplo, que la medicina es una bendición de Dios. Y creemos en los dones pero también yo creo que a veces Dios obra a través de la medicina también.
Hay veces que Dios quiere sanarte a través de un milagro radical, sobrenatural, incontrovertiblemente sobrenatural, y a veces Dios te va a decir, ¿Saben qué? Ve al médico y yo voy a obrar a través del médico y voy a darle fuerza a esa intervención y a esa medicina le voy a poner poder y ella te va a hacer más provecho que lo que te haría normalmente, y Dios nos sana también a través de la medicina. Y yo creo en eso. Hay muchas iglesias pentecostales que niegan completamente y yo creo que somos unos malagradecidos con los médicos.
Vamos donde los médicos, nos bendicen con sus artes, que Dios les ha dado, y luego decimos, no, yo no le doy créditos a los médicos, Dios fue quien me sanó. Amén. Dios te sanó pero también el médico tuvo que ver, dale gracia a Dios por el médico. Yo creo en esa complejidad de la vida cristiana.
Entonces Dios me llevó este año y me va a continuar llevando en los próximos sermones también acerca qué somos nosotros como iglesia? Porque tenemos que definirnos y que la gente sepa quién también les he hablado acerca de mi fe porque yo espero que para bien, yo soy el pastor principal de esta iglesia, y mi fe y mi forma de ver las cosas del espíritu, va a determinar en gran medida lo que esta iglesia es y cómo se manifiesta. Y yo he querido delante de ustedes definirme también y abrir mi corazón para que ustedes vean muchas veces las diferentes fuerzas con las cuales yo lucho dentro de la fe y las verdades diferentes y las cosas, para que ustedes entiendan mi corazón y por qué yo hago las cosas que hago y por qué no hago las cosas que no hago, y por qué soy de esta manera en mi trato pastoral con ustedes y por qué no lo soy así.
He querido exponer ese aspecto de mi vida delante de ustedes. Y entonces todo eso me llevó a que estamos definiéndonos. Yo he luchado mucho con muchas de las cosas que he compartido con ustedes porque siempre digo, Señor, yo no quiero diluir la fe de mi pueblo. Cuando yo hablo de la complejidad de la Escritura y de que no podemos estar ciento por ciento seguro muchas veces de todas las cosas que tenemos que estar abiertos a otras interpretaciones, otras visiones dentro del pueblo de Dios. no quiero tampoco decir como que no hay verdad, como que todo es igual, como que no podemos tener convicción. Claro que no, pero nosotros tenemos que creer ciertas cosas y pararnos y decir, esto es lo que yo creo. Amén.
Y muchas veces ustedes va a escuchar decir ciertas cosas y usted va a decir, bueno, pastor, en su corazón va a decir, sabe qué? Yo voy a coger eso y lo voy a rumiar, voy a dejar que el Señor me esclarezca si es verdad lo que usted dice o no. y usted tiene el derecho de hacer eso. Muchas veces yo podré decir ciertas cosas y yo creo que ustedes son gente madura y yo espero que ustedes conocen la palabra y ustedes podrán juzgar en el espíritu si el pastor Miranda tiene razón o no, y si usted puede abrazar eso que él ha declarado. Amén.
Porque tenemos que ser gente definida también. yo no sé todas las cosas. Sin embargo, yo creo en expresar lo que Dios pone en mi corazón pero como que nos ha estado llamando en una manera, a definirnos ante el mundo y Dios me ha estado a mí obligando en este tiempo a definir qué es lo que yo creo. Y a veces he agonizado de Dios, le digo, Señor, ayúdame porque yo quiero creer lo que tu quieres que yo crea. Yo quiero ver la palabra como tu la ves. Yo no quiero caer en una vida cristiana mediocre y tibia. Yo quiero un pueblo que sea fogoso, un pueblo de convicciones, un pueblo lleno del Espíritu Santo, que podamos adorar al Señor como lo hemos hecho en esta noche.
Pero también soy una persona compleja y Dios me ha estado hablando, defínete, y define delante de tu pueblo tus creencias. Y yo creo como que Dios nos está llamando porque yo siento que Dios tiene un propósito grandioso para esta comunidad y que nosotros no hemos entrado todavía en nuestra madurez espiritual. Nosotros no hemos entrado en todo lo que quiere hacer a través de este pueblo. Pero primero, antes de que Dios nos pueda usar como él quiere, nosotros tenemos que definirnos y saber por qué confesamos lo que confesamos, saber lo que creemos, saber lo que somos y vivir lo que somos.
Y yo pienso que quizás Dios ha querido que entremos en este tiempo de reflexión acerca de lo que creemos como una forma de prepararnos también para lo que viene adelante. Y que es importante que ustedes sepan por qué nosotros permitimos ciertas cosas, por qué no permitimos ciertas cosas, y que ustedes sepan de dónde partimos bíblicamente y lo que Dios quiere de nosotros.
Es decir, que yo creo que Dios nos ha metido en un proceso de definirnos, de definición en ese sentido. Qué creemos, qué somos y esto yo creo, que debe continuar más adelante. Pero definitivamente ese definirnos va más allá de simplemente de una definición teológica bíblica y nos habla también de definirnos en términos de nuestra actitud, nuestra posición delante del Señor.
Tenemos que definir como individuos, definirnos como individuos, asumir una postura clara concerniente, por ejemplo, a cómo vamos a vivir, si vamos a consagrar nuestra vida al Señor o si seguiremos claudicando entre dos pensamientos, viviendo entre dos aguas. Nosotros somos una Congregación de gente muy diversa, tenemos personas sencillas, de poca educación, que aman al Señor, que han dado sus vidas al Señor y que son una bendición muy especial. Tenemos gente también altamente educada, profesional. Tenemos personas intelectualmente muy desarrolladas también entre nosotros. Y tenemos personas que son nuevas en la fe, están apenas comenzando en los caminos del Señor.
Esta es una iglesia muy evangelística. Si usted mira, aquí hay muchas familias nuevas, gente que viene a través de nuestro programa de radio, a través del internet, son invitados por otros. Esta es una iglesia donde hay una buena porción de gente que siempre está entrando a la iglesia. Y Dios está haciendo obras en sus vidas. A veces se retiran por un tiempo, Dios les da un primer choque, los debilita, los marea pero vuelven y se paran y siguen otra vez, y vuelven otra vez, y hay que darle otro fuetazo más hasta que finalmente entran. Y se toma a veces años y meses.
Y yo creo en una iglesia de proceso también, una iglesia que permite un poco de espacio. A mi me decía, a mí me gusta esta iglesia, una pareja de gente bien preparada, jóvenes adultos con dos niñas, y me decía, pastor, una cosa, nosotros venimos de un trasfondo católico y una de las cosas que a nosotros nos gusta de esta iglesia es que no obligan a la gente. Yo sé que eso es un problema para otra gente de la iglesia que quisiera que fuéramos un poquito más duro con la gente. Pero para bien o para mal, y yo creo que es para bien, nosotros somos una iglesia que le permite a la gente un poco de espacio para que pueda Dios hacer su obra en ellos.
Pero, con eso, viene también el peligro de que la gente piensa como que no estamos definidos, en términos de los valores. No, yo creo que nosotros estamos claros acerca de los valores de la santidad, del compromiso con Dios, de una vida moral, ética, conforme a la palabra de Dios que afecta todas las dimensiones de nuestra vida. Pero, hay diferentes personas en diferentes estados de búsqueda del Señor y están aquí, esto es un enjambre de diferentes individuos, en diferentes etapas de su crecimiento y de su definición, pero dentro de todo eso, el Señor les dice, dondequiera que tu estés, en ese caminar con Dios, en tu etapa, Dios te dice, mira, defínete. No alargues el tiempo demasiado tampoco. No claudiques demasiado tiempo entre dos aguas. Tu tienes que zambullirte de lleno en las cosas del Señor porque si no tu corres el riesgo de pasar toda tu vida que no eres, como dicen los guatemaltecos, ni chicha ni limonada, no eres ni una cosa ni la otra. Y eso no es bueno tampoco.
Hay que definirse. Tienes que llegar un momento en nuestra vida que decimos, sabe qué? Basta, me voy a tirar de lleno en las aguas del Señor y bueno, soy evangélica y qué? Amén. Y ya hace una definición. Deja de estar jugando al agente encubierto. Muchos de nosotros somos así, como el agua, metemos el pie, el dedo gordo primero, y después lo otro, a ver si está fría. No, no, llega un momento en que tienes que zambullirte, tirarte y Dios te llama también a definirte en tu vida.
Yo quiero que sepan que nosotros estamos claros en eso. Como iglesia, nosotros tenemos que definirnos y el Señor te llama en este año a definir tu vida de una vez por todas, porque nos permitimos muchas libertades con el Señor y yo creo en un Dios misericordioso, un Dios de gracia, un Dios perdonador, pero también creo en un Dios que es fuego consumidor, un Dios que para tener trato con nosotros él necesita que nos purifiquemos, nos limpiemos y que cada día nos acerquemos más a él y vivamos más dentro de sus mandamientos.
Y hermanos, eso afecta todas las áreas de nuestra vida. La manera en que nos vestimos, la manera en que nos divertimos, nuestras conversaciones, nuestra vida de trabajo, la sinceridad con que nos tratamos unos a otros, la transparencia, la verdad con que hablamos, el decirle no a la mentira, el decirle no a la hipocresía, el decirle no a la murmuración, el ser trabajadores y obreros y profesionales honestos, y también dejar saber en lo que nosotros creemos. No estar por allí disimulando. Esta es una sociedad corrupta con unos valores terriblemente corrosivos para la salud del alma y nos ponen mucha presión en nuestros lugares de trabajo para que no tomemos una posición, una postura clara.
Y nosotros tenemos que decir, no, Señor, cuando me demanden qué es lo que yo creo, yo voy a estar listo para decir lo que yo creo, salga pato o gallareta, como decimos nosotros. Y que pase lo que pase, pero yo no voy a mentir, no voy a disimular. Hay tanta gente que yo veo haciendo eso, hermanos. Para no ocasionarse problemas con los demás, no toman una posición clara.
Entonces, hermanos, lo que quiero decir es que vivimos en una sociedad en que lo más fácil es la línea de menor resistencia. Es no declararnos, pero tenemos que declararnos, y muchos decimos, no me voy a declarar porque si yo ofendo al Señor, pues entonces no quiero desprestigiar el Evangelio. Pero yo creo que cuando tu te declaras, eso te obliga entonces a portarte mejor. Yo tengo dos stickers en las ventanas de mi carro que dicen, Congregación León de Judá y como tengo un mini van son unas ventanas grandes y se ven bien claro. Y a mí eso siempre me hinca, cuando yo estoy manejando, porque yo sé que si hago algo malo, de los dos lados ven Congregación León de Judá y yo tengo que dar buen testimonio y tengo que honrar eso que está allí.
De vez en cuando se me olvida que tengo los stickers y ya usted sabe. Digo, ay, espero que no lo vieran. Y he pensado hasta quitarlo, pero no, lo voy a dejar allí porque imagínese, si con ellos como soy, qué sería si no los tuviera allí. A veces hay que definirse en la vida, hermanos. Si tu estás en la guerra muchas veces tu tienes que tomar posiciones radicales porque en la guerra, si tu no estás bien claro, por qué estás peleando y contra quién estás peleando, te van a pasar por encima y se van a servir contigo.
Uno tiene que estar definido y estamos en guerra. Yo pienso en Ester y estos son tiempos muy parecidos donde el diablo, como estaba en la forma de este hombre que odiaba al pueblo de Dios, Amán, como nosotros odiados por Satanás y quiere destruirnos, y quiere destruir la iglesia. Y Ester era una mujer muy especial que Dios había puesto en una posición de mucha influencia y estaba en una posición que tenía acceso directo al rey. Ella podía interceder por su nación judía, contra la cual había un decreto de muerte y de exterminio. Y Ester, estaba dentro del palacio, potencialmente tenía acceso al rey para interceder por su pueblo pero no se atrevía, no quería definirse porque ella era judía también, y el rey no sabía, nadie sabía que ella era judía en el palacio. Y si se definía podía costarle a ella también la vida y su posición privilegiada. Y ella no estaba segura si el rey iba a acceder o no a su petición.
Entonces, no quería definirse. Y ustedes recuerdan la historia, que su tío, Mardoqueo, vino a donde ella y la retó a que se definiera. Dice, aquí en Capítulo 4 de Ester, dice:
“…Todos los siervos del rey, ─ eso fue lo que le dijo ella a Mardoqueo que le dijera ─ y el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él, ha de morir, salvo aquél a quien el rey extendiere el cetro de oro el cual vivirá, y yo no he sido llamada para ver al rey estos 30 días…”
Ester le está diciendo, mira, es peligroso lo que tu me estás pidiendo, que interceda por el pueblo. Hay que tener un permiso especial para entrar en la presencia del rey y yo no he tenido ese permiso y él no me ha llamado en mucho tiempo. El rey tenía muchos diferentes concubinas. Ella decía, yo no tengo un permiso legal y el decreto es que si uno se aparece ante el rey sin autorización, tiene que morir. Era una excusa válida.
Nosotros a veces en la vida tenemos muchas áreas de nuestra vida que no hemos definido. Hay situaciones, hay relaciones, hay prácticas, hay costumbres, hay prioridades, no nos hemos definido. Por eso es que digo, que una iglesia como la nuestra que se caracteriza por eso, por no ponerle presión.
De paso, sabe por qué yo no le pongo tanta presión? Hay una presión que es como meter a la gente en una camisa de fuerza. Mire, usted puede crearse gente artificialmente santa, pero por dentro se están comiendo vivos, así mismos y están quemándose por dentro. Pueden tener un vestido que les llega hasta la planta de los pies, pero por dentro, están comiéndose. Y yo creo que las cosas tienen que ser genuinas, tienen que ser de adentro.
Ahora, el peligro con eso, como digo, hermanos, es que hay mucha gente que continua sin definirse y en nuestra iglesia yo creo que hay mucha gente, en una iglesia donde el pastor no está siempre dándole la cabeza a la gente con santidad, santidad, santidad, y a veces yo hablaré en algún momento acerca de mi definición y la complejidad de la santidad, pero el peligro está en que muchas veces yo me temo, que no hay una suficiente claridad en el llamado a esa convicción y a esa definición.
Ester amaba a Dios, era una buena muchacha, tenía un carácter especial, pero no se había definido como judía, como miembro del pueblo de Dios, no había tomado una postura, no había decidido usar la posición y los dones que Dios le había dado para hacer una intervención decisiva y muchos de nosotros tenemos oportunidad para hacer algo decisivo en nuestro lugar de trabajo, con un amigo, una amiga, cosas que tenemos que hacer para definirnos.
Entonces, Ester le daba una excusa, mira, que no puedo, las circunstancias no están propicias. Miren lo que le responde Mardoqueo, dice que le dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester ─
“…Entonces le dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester, “No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío, porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación de alguna otra parte para los judíos, más tu y la casa de tu padre pereceréis y quién sabe si para esta hora has llegado al reino…”
Hay que definirse, lo que le dice Mardoqueo. Dios te ha llamado, Dios nos ha llamado como pueblo. Gracias al Señor Ester tomó las palabras en serio de su tío, Mardoqueo, y dio un paso de fe y Dios la honró mucho más de lo que ella jamás se hubiera imaginado. Y Dios la usó.
Y yo creo que para que Dios nos use en este año para que las bendiciones de Dios corran a través de mi vida, para que Dios pueda hacer algo. Yo veo esta pareja aquí, Dios está definiendo sus vidas. Que buena tu oración. Tu has pagado un precio y eso es una bendición para que Dios pueda cumplir sus propósitos. Hay que definirse, hay que dejar de estar claudicando entre dos aguas. Y la bendición se deja sentir.
Hay que pagar un precio. En el matrimonio hay que pagar un precio. Yo he escuchado de gente, aún en la iglesia, lo que es el compromiso, cuando usted le da una palabra a alguien. Hoy en día hay gente que se cansaron de su compañero, su compañera, y comienzan a claudicar y usted los ve meses antes, ya usted sabe para donde van. Están buscando la manera de zafarse del compromiso que hicieron, mayormente los hombres pero también las mujeres hoy en día. De los dos lados. No, cuando usted da su palabra, usted da su palabra. Los matrimonios hoy en día no van a prosperar y no van a permanecer a menos que no sea muchas veces por palabra, porque la pasión barata física, muchas veces no va a estar ahí todo el tiempo, o va a estar y no va a estar, o va a haber otra cosa por ahí fresca que te llame más, si tu no haces un compromiso de fidelidad a largo plazo y para toda la vida, hay que definirse.
Dios nos está llamando a la definición para que su poder pueda fluir en nuestra vida, para que esta pueda ser una iglesia como Dios quiere que sea, una iglesia de poder. Todavía nos falta definirnos más. Yo tengo que definirme más, todos tenemos que definirnos más. El peso del Señor está sobre nosotros diciendo, iglesia, Congregación León de Judá, pueblo de Dios, pon tu nombre allí, defínete, defínete. Definámonos. El tiempo se acerca ya para las 12 de la noche y yo sé que tengo que terminar dentro de un par de minutos más, pero yo quiero tu vida y marcar la mía.
Este año yo deseo ardientemente que sea un año de definición, también concerniente a nuestro santuario, que este año terminemos ese templo. Amén. Yo le digo, Señor, tenemos que definir, porque eso es una carga bien grande que yo llevo emocionalmente sobre mis hombros, sobre mi cabeza, y les pido que oren por mí, porque es una batalla. Yo tengo que estar continuamente alerta, y tengo que estar animando a los ingenieros y los arquitectos y todo el mundo, y a veces llamándolos a capítulo y me toma a veces conflicto con gente que amo, y hablar claramente en maneras que me son dolorosas muchas veces. Y eso es un sufrimiento que, no lo digo para que me tengan pena, porque eso es el privilegio que yo tengo, ser un guerrero delante de Dios, eso es un privilegio. No rehúyo de ello, pero es una carga. Y mi deseo es terminar con eso también.
Y ustedes, hermanos, Dios les dice, miren, defínanse porque yo les hice ciertas aclaraciones durante estas campaña y esas aclaraciones están valederas, todas. Lo que yo prometí que íbamos a hacer, lo hemos cumplido. Ustedes tienen un compromiso delante del Señor. Dios ha hecho su parte, el banco está haciendo su parte, nosotros estamos haciendo nuestra parte en la construcción. Hemos reducido costos, hemos hecho muchas cosas tremendas. Yo creo que ahora ustedes tienen que definirse.
Pero saben, hermanos? Miren, dependiendo de cómo usted se defina en el ámbito mayor determinará cómo usted se defina en las cosas específicas. En otras palabras, para quién tu vives? De quién es tu dinero? De quién es tu tiempo? De quién es tu propiedad? De quién es tu cuenta de banco? De quién es tu trabajo? Para qué tu vives en esta vida? Porque según tu definas eso, entonces eso te permitirá a ti ser generoso para con Dios y para con su obra y para con sus planes y las visiones del pueblo y la iglesia de Dios.
Cuando a ti te llamen para dar y para ser generoso, porque hay una necesidad legítima, tu no vas a estar allí diciendo, cuándo van a dejar de estar hablando de dinero? Ya estoy cansado. No. esto es la familia, me están hablando a mí, yo soy parte de la familia. Yo no soy un cliente allá afuera, yo soy parte de este trabajo. Y no me voy a ofender sino que todos estamos implicados en esto, y nosotros vivimos para el Señor.
Y la respuesta está dentro de ti. yo le pido al Señor, ayúdanos este año terminar con este santuario, terminarlo y poder tener nuestro certificado de ocupación. Defínenos. Ayúdanos a definirnos de este proceso y esta carga. El Señor me trajo las palabras de Romanos, dice:
“…Y si vivimos para él vivimos, si morimos para él morimos, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos…”
Eso es definición. En otras palabras, mi vida es simplemente lo que Dios quiere. Si yo vivo, yo vivo para el Señor, si trabajo, para el Señor trabajo, mis talentos son del Señor, mi profesión es del Señor. Mi dinero es del Señor, mi matrimonio es del Señor, mis hijos son del Señor, mi tiempo es del Señor, mi cuerpo es del Señor. Si yo vivo, para él vivo, si muero para él muera. Todo es de Dios. Yo estoy definido, yo estoy claro.
La última palabra del Señor está en Romanos Capítulo 12, donde Dios dice;
“…Os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es nuestro culto racional…”
Dios dice defínete, pon tu cuerpo, vive tu vida como un sacrificio delante de Dios, consumiéndose diariamente, continuamente. Cómo estas tu viviendo tu vida? Preservando tu vida o dispuesto a entregarla por Dios? es tu vida un continuo consumir delante de Dios? eres tu como una carne que está sobre las brazas y esas brazas a fuego lento la están cociendo poco a poco? Porque esa es la vida de un cristiano, es un sacrificio vivo.
Yo no he llegado a ese nivel, yo creo. Quisiera llegar a él, yo te invito a vivir de esa manera, queriendo que tu vida sea un sacrificio vivo. Defínete.
Dice como un sacrificio santo, agradable a Dios que se nuestro culto racional, dice, no os conforméis a este siglo sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que podáis comprobar la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
En otras palabras, de acuerdo a nuestra definición será nuestro provecho. Para poder confirmar la buena voluntad de Dios, para confirmar las promesas de Dios a nuestra vida, tenemos que definirnos, tenemos que vivir como un sacrificio vivo. Tenemos que escoger no conformarnos a este mundo. Se entiende? Ese es el llamado de Dios en esta noche para nosotros.
Pueblo de Dios, defínete. Hasta cuándo claudicaremos? Yo me canso de mí mismo, francamente, hermanos, a veces me impaciento conmigo mismo y me canso de decirle al Señor las mismas cosas, pedirle al Señor las mismas cosas, confesar las mismas cosas. Dios dice, defínete. Definámonos.
A quién vamos a servir? De qué reino vamos a ser ciudadanos? A quién le vamos a dar nuestra lealtad? Pueblo de Dios, yo les digo en este año ojalá que sea un año de definición y Dios te dice, defínete. Quiera Dios que este sea un año de definición para muchos de nosotros. Amén.
Que entremos a otro nivel. Yo quiero ser más apasionado con Dios. Quiero más de los dones del Espíritu Santo. Quiero pensar menos y creer más. Quiero moverme más en el poder del espíritu de Dios. Quiero vivir una vida más cerca al Señor y reflejar más el carácter de Jesús y deseo ardientemente una iglesia ejemplar, una iglesia que refleje los mejores valores del Reino de Dios, una iglesia radicalmente comprometida.
Por qué estamos aquí esta noche? Sabe cuánta gente dice, que ustedes están teniendo un culto de despedida de año cuando mañana es domingo; recuerdan eso. Cuántos saben que mañana es domingo? Usted sabe, hubo un momento en que tenemos el servicio este o lo cancelamos? Yo dije no, vamos a tenerlo. Y mire, que bueno ver ese pueblo lleno. Hay iglesias que han cancelado el de esta noche y el de mañana. El Señor reprenda al diablo. Yo me gozo en el Señor de que hay un pueblo que ¿Saben qué? En vez de estar viendo televisión ahora mismo vamos a la casa de Dios a darle gloria al Señor. Eso es radical. Amén. Hay que vivir radicalmente delante de Dios. Hay que buscar la gloria de Dios en nuestras vidas. Y Dios se goza de un pueblo así, hermanos.
Vamos a ser radicales para el Señor. Dale al Señor lo mejor de tu vida. Entrega tu vida al Señor. ¡Aleluya! Dale gloria al Señor. Dile, Señor, me entrego a ti de nuevo. Me entrego a ti de nuevo. Quiero vivir radicalmente delante de ti, Señor. Glorifica el nombre del Señor. Reconságrate ahora mismo al Señor, reconságrate al Señor. Yo me entrego al Señor ahora mismo. Digo, Señor, me consagro a ti. entrego mi vida a ti.