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Isaías capítulo 40, versos 25 al 31. En el contexto histórico de este pasaje, ya no existía la nación de Israel, el reino del Norte había desaparecido, solamente habían quedado las dos tribus que conforman el reino del Sur. Y de esa realidad para este pueblo del reino del Sur, es bien consistente con una tristeza, con una oscuridad, porque ellos se cuestionan ¿cómo es posible que siendo el pueblo de Dios, solamente quedamos dos tribus?. Solamente queda el reino del Sur.
Y cuando las cosas no nos ván bien, lo primero que nos ataca, que se nos pega, que se nos ocurre, que nos viene a nuestra cabeza, es la duda, y cuestionamos dónde está Dios. Muchas veces con nuestras voces, con nuestras bocas, declamamos, decimos, no, nunca hemos pasado por un momento de duda. Nunca hemos cuestionado dónde estaba Dios. Y muchas veces, como este pueblo, podemos estar en el desierto, podemos estar en el valle, podemos estar en la montaña, podemos estar en la arena, y cuando las cosas no nos ván bien, la duda hace centro de nuestras cabezas. Cuando tenemos dudas, estamos cuestionando si Dios sigue siendo Dios. Cuando tenemos dudas, no pensamos, en que no importando cómo seamos tú y yo, nos ocurre nuevamente esa pregunta dónde está Dios, porque en el desierto, a usted no le ha pasado que está ahorrando un dinero, y cuando usted cree que ya tiene ahorrado el dinero para lo que quiere hacer se le rompe la bomba de agua del carro y ahí se fué el ahorro.
Y cuestionamos dónde está ese Dios, y ahí es cuando nos tiene que recordar lo que dice Isaías, al pueblo Judío, cuando les dice con quién ustedes me están comparando, le dice ¿quién es igual a mí?, ¿con quién ustedes me están comparand, y quién que ustedes conocen es igual a mí?. Así que en el pasaje les dice a ellos, alzen sus ojos y miren a los cielos. No es solamente que alzemos nuestros ojos y nos miremos los unos a los otros, o miremos las estructuras, el principio bíblico es que no solamente estamos alzando los ojos como que estamos contentos, alzamos los ojos porque sabemos que nuestro socorro viene ¿de donde?, aleluya, estamos en el desierto que esté en el valle, en el desierto, ¿de dónde viene mi socorro?.
Aún cuando yo crea que soy la única persona en el desierto y nadie ha permanecido conmigo, cuando alzas tus ojos y miras a los cielos puedes ver al lado tuyo al caballero de la Cruz, que está junto a ti, que no te ha abandonado. Dice Jehová, a ellos: "Pueblo, ¿quién ha creado todo esto?", el que ordena la multitud de estrellas una por una y llama cada una por su nombre, Isaías dice: "Es tan grande su poder y tan poderosa su fuerza que no falta ninguna de ellas". Pero el pueblo Judío en este contexto se había olvidado de esto, porque ellos estaban viendo que sus hermanos habían sido destruídos, Señor te he dado todo y no prospero. Señor vengo a tu casa todos los días que tengo que venir y no consigo trabajo, Señor te he dado mi vida y mi familia está perdida, Señor te he sido fiel y no te puedo sentir, Señor estoy rodeado de gente pero me siento solo o me siento sola, ¿dónde estás Tú?, ¿dónde está ese Dios?. ¿Nunca ha pasado por esa situación?.
A veces creemos que lo que nos pasa a nosotros es la prueba más grande. Lo mío, hah, es la prueba más grande, la tuya no, la mía es la que es más grande. Escuchaba en una ocasión cuando estaba en Puerto Rico, escuchando el programa PTL en Español, entrevistaron a este ministro de Venezuela y él decía que estando abriendo una iglesia en unos campos, llegó una guerrilla, y cogió a su hija de dos años, y le dijo a este ministro: "mira, deja de predicar, o te matamos tu hija". Él siguió predicando, qué hicieron la guerrilla, le tomaron su hija, se la tiraron para arriba, y la niña cayó en la bayoneta, y se la mataron. ¿Dónde está Dios cuando pasan esas cosas?. Dios estaba ahí, ahíiii, hay mil maneras teológicas de entenderlo, ¿cómo es posible que siéndole fiel a Dios permitió que le mataran a su hija?.
Este ministro dice que tomó su niña y le dijo a la guerrilla, para que esta niña muriera había un propósito, porque muriendo esta niña ahora ustedes me tienen que escuchar a mí, ahora esta niña vá para el cielo, y yo tengo al que tiene la llave que me vá a permitir a mí verla a ella en el futuro en el cielo. Si yo te dijera esta noche decíle a este pastor, decíle a esta guerrilla, yo te ofrezco al Dios que vá a levantar a esta niña en el momento de la resurrección, que aunque yo estoy en un desierto porque me duele perder mi hija, pero no puedo dejar de decirte que al Cristo que yo le sirvo, sigue siendo Dios aunque las cosas estén oscuras, aunque las cosas estén cerradas, aunque no se vea la luz a través del túnel, aunque yo esté abandonado, aunque yo esté sin dinero, aunque yo esté triste, Dios sigue siendo Dios, aleluya.
Tú sabes la historia cuando el pueblo de Israel estaba en el desierto, que estaban sufriendo que comenzaron a criticar, a murmurar, ¿por qué nos sacaste de Egipto?, nos trajiste aquí para matarnos, ellos eran esclavos, ellos eran esclavos, no tenían libertad, y lamentablemente en el siglo XXI nosotros no somos diferentes, cuando las cosas ván mal, sacamos el don, el talento del dedo, alguien tiene la culpa, alguien ha hecho algo, algo no huele bien. En alguna parte de la biblia yo creo que yo leí que Jesús dijo: "El que quiera seguir en pos de mí niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame." Toma tu cruz, no la del hermano, ni la del primo, ni la del vecino, toma tu cruz. Decía en la palabra de Isaías: "¿por qué murmuras?", estoy leyendo la versión internacional, dice: "¿por qué refunfuñas Israel?". Mire lo que dicen ellos, como no veían a nadie decían: "Mi camino está escondido del Señor", en otras palabras: "Dios se ha olvidado de mí", mi Dios ignora mis derechos, ¿dónde está ese Dios?.
Isaías entonces le dice al pueblo: "Acaso no lo sabes, acaso no te has enterado, que el Señor es el Dios eterno, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni se fatiga, y su inteligencia es insondable". Cuando estemos en ese valle o ese desierto, recuerda lo que dice el Señor, el Dios eterno. ¿Por qué hace este énfasis?, porque había otros dioses, pero éste del que está hablando Isaías es el eterno, el que no cambia, el que no desaparece de la escena, y eso es lo grande de mi Señor, que no importa que estemos en el desierto, o estemos en la montaña, o estemos solos, o tengamos problemas en la familia, o problemas en la comunidad, cuando ese Señor eterno llega a nuestra vida, la escena de vida cambia porque llegado el Señor eterno que tiene el control de todas nuestras escenas en nuestra vida.
¿Cuántos lo creen así?. Ay hermano pero dígalo que usted lo cree, ¿cuánto ha gritado el sábado en Nochebuena?. ¿Cuánto gritó cuando los Pétreos ganaron ah?. Gózese, gózese, ya se vá este año, ¿cómo lo comenzamos?, no importa, ¿cómo lo vamos a terminar?, sí importa, hacia dónde vamos, hacia donde tú estés, no importa donde tú estés, no importa donde tú estés, nuestro Dios es Dios del desierto, es Dios de la montaña, es Dios de la altura, es Dios de lo bajo, aleluya. Dice que Él fortalece al cansado, acrecienta las fuerzas del débil, ¿cuántas veces te has sentado, te has acostado a comer y estás solo?, ¿tú has pensado en eso?, estoy comiendo rodeado de personas pero estoy en un desierto. Estoy trabajando con compañeros de trabajo y tengo tantos problemas, y estoy solo. Estoy en la clase de discipulado, pero nadie sabe mi problema, so estoy solo, estoy sola. He venido el domingo a la iglesia, otros se gozan, yo no me he gozado y me siento solo, me siento sola, como que nadie se dá cuenta, de que yo estoy solo, de que yo estoy sola, de que estoy en el desierto.
Iglesia, iglesia, no estamos solos, no estamos solos. Díle al hermano que está a tu lado no estás solo, no estás solo, Dios no se ha olvidado de mí, Dios no se ha olvidado de mí, el Salmista decía, si Dios no hubiera estado presente, vivos nos hubieran tragado los enemigos, pero como Dios está presente los enemigos no nos han tragado todavía, y aunque si yo estoy en el desierto, por qué, o si estoy en la montaña, por qué, o si estoy en el valle, por qué, o si estoy solo, por qué, estés solo, desierto, montaña, como estés, yo en todo momento digo Señor, oh Señor Tú eres el Dios eterno, y si Tú estás conmigo no necesito a nadie más porque te tengo a ti, y si te tengo a ti lo tengo todo.
Quiero terminar leyendo los últimos dos versos al revés como lo leen los judíos ortodoxos. Caminarán y no se cansarán, correrán y no se fatigarán, volarán como las águilas, renovarán sus fuerzas, ¿por qué?, porque esperamos y confiamos en el Señor que es Dios eterno. Dice que la gente joven se cae y tropieza, se cansan y fatigan, pero Él acrecienta las fuerzas del débil, Él fortalece al cansado, ¿por qué?, porque aunque yo no lo sienta, aunque yo no lo vea, aunque mi fé me esté fallando, aunque no tenga el deseo de adorarle, Dios sigue siendo eterno, sigue siendo poderoso, autosuficiente. Cuando regreses a tu casa, ya sea el desierto, ya sea la montaña, ya sea el valle, ya sea tu soledad, acuérdate, no estás solo. El Dios eterno está contigo, está contigo, está contigo, créelo, aunque los tiempos digan una cosa diferente créelo, al Dios eterno hay que creerle.
Si no le creemos a Él ¿a quién le vamos a creer?. Vamos, Dios le bendiga, Dios le guarde.