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Jueces, Capítulo 8, hay un versículo allí que yo le decía a los hermanos esta mañana, que siempre he querido predicar sobre ese versículo. Y como que nunca se había prestado el momento para hacerlo, y nunca había encontrado el ángulo para entrarle a ese versículo. Pero yo lo tengo subrayado en mi Biblia de muchos años, y esta semana cuando estaba hablando con estas hermanas fieles que han sido parte de la elaboración de nuestra campaña financiera. Yo bendigo a Patty y a Damaris y Herenia y a Florecita y otros varones, Rupert y otros hermanos también que nos han ayudado en la elaboración de estas campañas. Gloria a Dios por esos hermanos.
Sabía que este domingo para ser consistente debía hacer un interludio de nuestras predicaciones sobre el libro de los Hechos y predicar algo que estuviera en consonancia con la campaña y me vino a la mente, como estamos a la mitad de esta campaña. De paso, no se si es posible poner la proyección de la gráfica esa de la campaña, para aclarar algo, para que ustedes estén claros, un momentito. Yo sé que no se ve tan bien la parte superior después de donde están los números de 1.141.000 dólares que es la promesa total, eso es simplemente el territorio desconocido de otras cosas que ustedes puedan dar. Pero de ahí para abajo, es donde más o menos, es lo que tenemos ya de promesas y si usted mira las rayitas, donde está la flecha, si usted subiera dos rayitas más de encima de la flecha es más o menos donde debiéramos estar ahora. Es decir, que estamos, no estamos ahí exactamente a la mitad, donde queremos, pero no estamos tan lejos tampoco. Dos rayitas más y estuviéramos más o menos donde queremos estar. Así que no es que… la otra parte simplemente extra, ese es el territorio de la fe extremada, donde Dios nos puede llevar también.
Así que estamos bastante cerca. No quiero que se descorazonen tampoco, pero podemos llegar más lejos todavía. Y quizás algunos hermanos quieran decir, ¿Saben qué? Quiero sacarme este mono de la espalda y voy a dar ya todo lo que tengo que dar y entregárselo al Señor ya. Si usted lo tiene ahí en el banco, saque esos dólares, los pobres que se están congelando en la cuenta, quién sabe lo que pueda pasar. Déselo al Señor. No se arrepienta después y diga, caramba, se lo hubiera dado al Señor mejor.
Así que, una manera de bendecirnos también. De todas maneras yo sé que algunos hermanos piensan, ¿Saben qué? Voy a esperar un tiempo más y entonces lo voy a dar al final. Eso nos bendice ahora, ahora podemos usarlo. Así que yo invito a algunos a concebir el reto. Después vamos a mostrarle ya, hay decenas de personas que ya cumplieron su compromiso y ya están tranquilitos por allá, echándose fresco y dando gracias Señor. Y algunos saben que han dicho? Yo quiero registrarme otra vez para seguir y darle más al Señor. No se ría. Quizás Dios le va a pedir a usted que haga lo mismo. Quizás Dios va a poner en su corazón, ¿Saben qué? Voy a ser atrevido o atrevida y le voy a decir al Señor, sabes qué, Padre? Cumplí mi promesa y me voy registrar otra vez para darte más. Por qué no? Dios les va a bendecir.
Hay ejemplos en la Biblia de esas ofrendas extremadas. La ofrenda de la viuda, yo lo llamaría, que Dios bendijo grande, grandemente. Yo le animo a romper el marco de su límite e ir a otro nivel de fe, de crecimiento espiritual, de atrevimiento en el Señor.
Cuántos pueden decir amén aunque sea por fe a lo que estoy diciendo? Amén, amén, atrévase. Anche su territorio, hermano. Yo siempre le estoy pidiendo al Señor y Dios siempre me está poniendo en áreas como más atrevidas para expandir mi territorio, y así tenemos que hacer nosotros también en nuestra vida espiritual. Ahí es donde se crece en fe, se madura y vienen las bendiciones más grandes de Dios. Porque no se trata solamente de dar dinero estérilmente a un templo, se trata de que tu vida sea bendecida y sea expandida para que tu vivas como un guerrero en todas las áreas de tu vida y experimentes la gloria de Dios en tu vida.
Entonces, yo les decía acerca de un versículo hace tiempo que yo les hablé que yo quería predicar sobre él. Quiero invitarles en el versículo 4 del libro de Jueces, y mire cómo dice aquí:
“…. Vino Gedeón al Jordán…”
Cuántos saben quién era Gedeón? Cuántos han oído hablar de Gedeón? Levante su mano. Están aquí. Están dormidos o están despiertos? Cuántos han oído hablar de Gedeón? Levante su mano y diga amén. Ok. Gedeón era un gran hombre de Dios, un guerrero, un juez que Dios escogió para libertar a su pueblo de la opresión de una nación o naciones que oprimían al pueblo de Dios. Y Dios llamó a Gedeón jovencito y Gedeón necesitaba expandir su visión también.
Recordamos que cuando el ángel se le apareció a Gedeón originalmente le dijo, el Señor está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le salió con una vocecita chiquitita diciéndole, pero si yo soy el más chiquito de mi tierra, y mi familia es la más chiquita de toda mi tribu, cómo es que tu dices que Dios está conmigo? El Señor le dijo, no, tu eres un varón esforzado y valiente. Yo te quiero llevar a la grandeza.
Cuántos de nosotros cuando vienen las visiones de Dios, las impresiones de Dios a nuestra vida solo miramos hacia acá y vemos a esta persona a medio cocer, y decimos, yo no puedo ser ese gran hombre, esa gran mujer que Dios tiene su mente. Dios quiere anchar tu territorio. Dios quiere que te atrevas en el nombre del Señor.
Y finalmente Dios le dijo a Gedeón, Ve con esta fuerza que yo pongo en ti, esa fuerza que tu tienes ya y haz lo que yo te mando hacer. Y Dios le dice a esta Congregación, yo tengo grandes metas para ti, tu eres una Congregación esforzada y valiente, tu eres una gran guerrera y yo quiero llevarte a lo máximo. Yo quiero que tu hagas mis hazañas. Yo quiero que un día la gente pueda ver en este pueblo inmigrante en su mayoría, una lanza escogida de Dios para edificar su reino aquí en Nueva Inglaterra.
En este lugar donde los peregrinos hace 400 años casi llegaron aquí, esa gente blanca de Europa, de Inglaterra, llegó aquí, hoy, ¿Saben qué? Nosotros somos los peregrinos nuevos aquí en esta nación, y Dios nos llama para bendecir a esta nación y renovar los propósitos que él concibió hace 400 años cuando fundó esta nación. Yo creo eso.
Y esa visión quizás suena demasiado exagerada para ustedes, pero yo creo que así es y Dios te dice, yo te he escogido para que hagas algo grandioso. No le respondas al Señor con una vocecita mínima de gato asustado. No, respóndele como un león, una leona. Amén, Señor, yo lo voy a hacer en tu nombre, lo voy a lanzar en tu nombre. Ni siquiera he leído el versículo este. Parece que tenía ganas de predicar yo hoy.
Quiero compensar por todas esas semanas en que no prediqué. Dice aquí el versículo 4:
“… Y vino Gedeón al Jordán y pasó él y los 300 hombres que traía consigo… aquí está el centro de este sermón y el tema de lo que quiero tocar con ustedes… 300 hombres cansados más todavía persiguiendo, cansados más todavía persiguiendo…”
Diga todavía. Diga cansados. Más todavía persiguiendo. Yo quiero oírlos a todos: cansados más todavía persiguiendo. Me gusta esa palabra, persiguiendo. Porque es una palabra como tiene intencionalidad, persiguiendo. Estaban cazando al enemigo, estaban comprometidos con una meta y no se iban a dar por vencidos hasta que no llegaran a esa meta, aunque estaban agotados.
En la traducción, en el inglés que leyó Gregory esta mañana cuando traducía dice exhausted, estaban exhaustos pero todavía, como el atleta maratonista en la milla 25 y medio, antes de llegar a la milla 26, que es el final de su carrera, ya no lo queda nada de fuerza a su cuerpo. Lo único que le queda es su fuerza de voluntad y su disciplina. Lo único que le queda es su espíritu que dice, yo no me voy cansar, no voy a terminar hasta que no llegue a la meta, porque me propuse 26 millas y las voy a alcanzar.
Y así pasa muchas veces en la vida, en proyectos que concebimos, visiones que Dios pone en nuestro corazón, que muchas veces ya han pasado los años y nos queda solamente un hilito de energía y de voluntad y tenemos que preguntarnos, me voy a cansar y voy o me voy a dar por vencido y voy a bajar los brazos y me voy a ir hacia atrás avergonzado y descorazonado o voy a dar un paso más de fe hasta que llegue a la meta.
Y de eso se trata, hermanos, la vida cristiana, aunque tu estés agotado, aunque estés cansado, aunque el mundo alrededor de ti te diga, baja la guardia, ya peleaste bastante por ese proyecto, esa visión, ese propósito en tu vida, ese sueño que tu concebiste hace 10 años, ya has tratado, se te han cerrado varias puertas. Tu le dices al Señor, tu has puesto esa visión en mí y yo la voy a terminar en el nombre de Jesús. Y tu sigues hacia adelante, esa es la clave para una vida victoriosa que alcanza metas.
Yo le doy gracias al Señor por tanta gente en esta Congregación que yo veo año tras año alcanzando sus metas. Y yo los he visto batallando durante muchos años a veces, pero un día llegan a su meta. He visto esas hermanita y hermanitos peleando contra el peso por ejemplo, de sus cuerpos, y a veces rebajan y otra vez suben un poco más, y rebajan y suben, pero yo los veo peleando. Y un día finalmente se estabilizan y tienen lo que estaban buscando. te puede parecer como algo banal esa ilustración. Pero ¿Saben qué? La vida está llena de pequeñas visiones así, que tu concibes en tu espíritu y tu te comprometes en el nombre del Señor y dices, ¿Saben qué?, yo no voy a despegar la mano de la espada hasta que no cumpla lo que yo me prometí. Porque yo soy un hijo de Dios y yo tengo de mí la genética de Dios y Dios nunca terminó una batalla avergonzado o derrotado.
Dios lleva miles de años batallando con su creación, la humanidad para que lleguen a ver la visión que él tiene para ella. Y todavía la humanidad no está convencida, pero Dios ha cejado en sus esfuerzos, él sigue trabajando a través de la historia, sigue trabajando a través de su iglesia, porque él sabe cuál es la meta. Cielos nueva y tierra nueva. Una creación redimida. Hombres y mujeres tocados por el espíritu de Dios, renovados y hasta que esa visión no se cumpla ante los ojos de Dios, Dios no va a dejar de trabajar en la historia y él nos ha escogido a nosotros para que llevemos a cabo la redención de esta tierra. Cada día nosotros aquí damos golpes de espada para cumplir la visión de Dios en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea.
Yo amo este pasaje porque habla de hombres que estaban cansados, habían emprendido una batalla pero todavía seguían persiguiendo. Es más, ni siquiera voy a mirar mis notas, porque simplemente me voy a concentrar en eso. A mí me gusta este pasaje, hermanos, porque ese es el lema de mi vida. Yo no quiero vivir conforme a mis emociones ni mi mente, ni siquiera lo que me dicte mi cuerpo. La mayoría de los seres humanos vive esclavizado a lo que siente su sistema nervioso, a si están cansados o no, si están animados o no. si están animados hacen algo, si están desanimados no lo hacen. Si están tristes no vienen a la iglesia, no alaban a Dios, no dan, no sirven, no evangelizan. Si están con adrenalina en el cuerpo entonces dan, alaban, escuchan a Marcos Sweet en el radio, sino lo apagan y lo ponen de castigo porque Dios no los ha bendecido. Cuando me bendiga entonces lo prendo otra vez.
Estamos viviendo a merced de las circunstancias y de las emociones, de los pensamientos, de la carne. Pero el hijo de Dios no es así, el hijo de Dios, la hija de Dios vive conforme a lo que Dios ha dicho a través de su palabra. A mí me persiguen las palabras de Cristo Jesús, él dice, “no solo de pan vivirá el hombre”. Ponga allí en vez de pan, ponga no solo de impresiones, emociones y cosas circunstanciales y materiales vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Para mí eso es lo que quiere decir. Yo no voy a vivir de emociones ni de circunstancias, yo voy a vivir de lo que Dios ha dictado. Si Dios ha dicho hazlo, yo lo voy a hacer. Si Dios ha dicho, ejecútale, yo lo voy a ejecutar. Si Dios ha dicho cámbialo en tu personalidad, yo lo voy a cambiar y yo voy a batallar no importa qué hasta que yo vea la meta de Dios en mi vida realizada.
Y eso me gusta, porque estos hombres ya su cuerpo, decía ríndete, ya hiciste bastante, pero ellos seguían, aunque estaban cansados seguían persiguiendo al enemigo. Qué había pasado? Dios le había dado una visión a Gedeón? Lo había llamado, liberta a mi pueblo de la opresión de Madián y de Amalek. Libértalo, ya ha llegado el tiempo de la liberación.
Gedeón concibió la visión de Dios. Yo creo que Dios ha llamado a esta Congregación a este Gedeoncito que es León de Judá, lleno de inmigrantes, gente que no hace mucho dinero. Nosotros no tenemos demasiada gente que hace millones de dólares. No los tenemos, punto. Pero ¿Saben qué? Con ese poquito, hermanos, con 5 panes y dos peces Dios nos permite hacer cosas que Congregaciones mucho más grandes y más ricas no logran hacer.
Y Dios sabe que no digo esto con orgullo en mi corazón porque somos precisamente, Dios nos ha escogido no porque seamos los mejores, sino quizás porque somos los peores, como escogió a Israel de esa manera. No hay orgullo en eso sino yo le doy gloria a Dios que él pueda hacer con lo pequeñito cosas grandes. Y mientras lo pequeñito concibe más cosas grandes, más cosas grandes puede hacer para el Señor.
Entonces, yo creo que como Gedeón Dios nos llama a liberar a su pueblo. Hay otras Congregaciones que quizás Dios también está llamando. No somos la única pero Dios dice, León de Judá yo quiero que ustedes sean un león aquí en Boston, en Roxbury. Yo quiero que ustedes rujan en mi nombre y hagan cosas grandes. Conciban mi visión. Hay tanta opresión demoníaca en esta zona. Esta zona se ha liberado económicamente. Aquí hay condominios y estudios al lado de nuestro edificio que valen 300.000 dólares, 350.000 dólares, del tamaño de una cocina de algunas casas. Pero sabe que así también la opresión se ha hecho más fuerte las tinieblas en esta región: más secularismo, más humanismo, más rebeldía contra los dictados de Dios.
Esta iglesia es una fortaleza espiritual del Reino de Dios aquí metida, como esos fuertes que había en los lugares en el oeste de Estados Unidos, en medio de áreas nuevas que estaban conquistando, estaban allí puestos para hacer acto de presencia. Nosotros somos aquí una fortaleza en el sentido positivo de la palabra, del espíritu. Aquí y no estamos atrincherados, estamos conquistando más bien. No es que estamos mirando a través de hoyitos para ver cuándo viene el enemigo. No, no, tenemos las puertas abiertas porque hay poder de Dios en medio de nosotros.
Y hermanos, yo sigo insistiendo en que los mejores tiempos están delante de nosotros. El llamado de Dios se ha dado a esta Congregación. Si nosotros estamos edificando un santuario, no es porque al pastor Roberto Miranda se le antojó edificar un mausoleo a su pastorado. No se trata de eso. Se trata de que Dios puso una visión, como la puso en Gedeón para edificarle templo al Señor y declararle a esta región de la ciudad que no estamos retrocediendo sino que estamos avanzando. El Reino de Dios avanza. El Reino de Dios no retrocede.
Muchos han declarado a Nueva Inglaterra una tierra inhóspita para el Evangelio. Y nosotros le decimos, no, lo mejor está por delante. La cosecha de Dios está por delante de nosotros. Hay que preparar nuevos lugares para que la gloria de Dios sea levantada. Dios no nos llama a guardar vasijas sino que nos llama a encontrar vasijas, no pocas, para que el aceite de Dios pueda caber en ella y Dios pueda hacer lo que él quiere. No estamos aquí siendo conservadores, sino que estamos levantando nuevos lugares para que los que vienen puedan encontrar lugar.
Si usted mira alrededor ahora mismo hay unas cuantas sillas, tristes todavía aquí vacías. Lo demás está lleno. Allá arriba hay ciento y pico de niños ahora mismo recibiendo la palabra de Dios en el tercer piso. Y esta mañana el lugar estaba lleno también, afroamericanos, anglosajones, asiáticos, africanos, latinos adorando al Señor en nuestro ministerio en inglés.
Dios está haciendo cosas grandes y necesitamos más vasijas para que la unción de Dios pueda ser más amplia, más grande. Edificamos para el futuro, no para el presente. Edificamos para lo que Dios tiene por delante. Y Dios necesita Gedeones que conciban la visión de Dios y se lancen entonces a ejecutarla.
Gedeón concibió la visión de Dios y Dios le dio una forma muy rara de derrotar al enemigo. Le dio 300 hombres solamente, contra un ejército de cientos de miles de hombres. Y las armas y la estrategia que Dios usó, se la deparó Dios a Gedeón de una forma que no tenemos tiempo para explicarles, pero esa estrategia loca y rara y diferente, esparció al enemigo, lo confundió. Se lanzaron a pelear unos contra los otros. Hubo confusión en el campamento de Madián y de Amalek y hubo una gran derrota y el pánico cundió en el campamento enemigo y todo ese gran ejército se mandó a correr y Gedeón tenía un compromiso con Dios que era completar lo que Dios le había dicho.
Si él hubiera dejado que se escapara ese ejército, hubiera tenido graves problemas, porque ese ejército hubiera podido quizás consolidarse de nuevo, recuperarse y volver otra vez a atacar y a oprimir al pueblo de Dios. Gedeón quería terminar con lo que se había comprometido.
Si usted mira las historias, por ejemplo de la Segunda Guerra Mundial, y usted ve que hubo momentos en la Segunda guerra Mundial en que los aliados hubieran podido terminar, derrotar al enemigo en un momento clave, en una batalla clave, pero desgraciadamente retrocedieron antes de culminar lo que habían comenzado. Lo mismo pasaba con el enemigo alemán. Hubieran podido derrotar a los aliados en una batalla clave, pero por formas inexplicables y errores de estrategia se retiraron antes de consumar lo que habían comenzado. No usaron el momento para realizar la obra totalmente.
Y así nos pasa muchas veces a nosotros. Nos conformamos con victorias parciales y después nos echamos a descansar y echarnos fresco porque… no, pero Dios quiere que lleguemos a la meta.
Entonces Gedeón se lanzó detrás del enemigo porque él quería cortarle cualquier posibilidad de recuperación al enemigo. Cuando entramos en el Capítulo 8 en este momento que yo leo aquí, es ese momento en que los hombres de Gedeón, después de ya haber barrido con la parte inicial del enemigo, están detrás del enemigo, lo quieren destruir completamente. Porque el pueblo de Dios cuando comienza algo, tiene que terminarlo. Y entonces vemos aquí a Gedeón y sus hombres cansados pero persiguiendo. Han pasado todo el día peleando pero tienen que completar la batalla.
Hermanos, no hay que elaborar mucho las comparaciones. Nosotros estamos más o menos a la mitad, un poquito más de la mitad de nuestra campaña financiera. Dios nos ha bendecido grandemente, comenzamos en julio a edificar y vamos exactamente donde queremos estar con la construcción allá afuera, pero ustedes están en la batalla. Quizás algunos de ustedes están cansados pero siguen persiguiendo. Mi meta es decirles, hermanos, sigan persiguiendo. Si usted se comprometió delante del Señor, no diga, ah, eso fue un sueño vano, un compromiso, no me necesitan. Todas las cosas parece que van bien por allá. Quién sabe si al final nosotros daremos algo. Pero no, no, usted concibió algo en su corazón, renueve, refresque su compromiso delante del Señor. Y aunque la economía esté mala y su trabajo quizás le hayan quitado horas, como decía hermana marroquí.
Mire, Dios no conoce de poquitas horas o poquitas horas. Dios puede coger 5 panes y 2 peces que están oliendo mal porque estuvieron todo el día en el sol y bendecir a toda una Congregación con eso, sabe? Bendecir una ciudad con eso. Necesitamos un depósito. Dios siempre obra a través de los depósitos que nosotros ponemos en la tierra.
Cristo tomó 5 panes y 2 peces, los levantó al cielo, los bendijo y dio para comer toda la multitud y sobraron 12 cestas llenas. Y si nosotros no ponemos 5 panes y 2 peces Dios no hace su parte, hermanos, esa es la clave de la vida cristiana. Si no hay un Gedeón que diga, sí, Señor, yo lo voy a hacer. Si no hay hombres que sigan persiguiendo a pesar del cansancio no se logran las metas de Dios. Y tu eres parte de ese milagro, tu eres parte de los 300.
Pido que los músicos pasen por acá rápidamente. Tu eres parte de los 300. Nunca vivas tu vida por emociones. Tu sabes por qué no te bendice más? Saben ustedes hermanos por qué no hay más familias prosperadas? Por qué no hay más jóvenes en nuestra comunidad estudiando? Porque a veces no han visto una ética de esfuerzo, persistencia y disciplina sobre las emociones en sus familias. Lo que han visto es gente más bien que se han acomodado a las circunstancias, se han acomodado a su pasado, están simplemente haciendo lo mismo que sus generaciones antiguas hicieron. Si mis padres no estudiaron y mis abuelos, por qué yo voy a estudiar? Si ellos fueron obreros, yo también voy a ser un obrero. Nuestros niños ven ese mensaje y entonces se quedan cortos también.
Qué sería si en cada familia hubiera padres y madres que aunque estuvieran tristes o aunque estuviera nevando, lloviendo van a ir a la casa del Señor a ofrecerle su sacrificio. Y esos niños vieran a esos padres siendo firmes en sus compromisos. Qué sería si esos niños vieran a sus padres leyendo la palabra de Dios regularmente, o leyendo un buen libro regularmente, o viendo documentales que alimenten su cultura y su inteligencia, en vez de verlos viendo cosas tontas que para nada los edifica.
Hay veces que yo veo cosas tontas en la televisión y al final me siento como que me comí 20 galletitas con el estómago lleno y digo, aaajj! Si no yo hubiera comida eso, si hubiera comido algo saludable en vez. Así somos a veces. Pasamos 3 horas en el televisor y al final lo que nos queda es un gran dolor de estómago.
Qué sería si nosotros en vez de hacer eso edificáramos, leyéramos, nos disciplináramos y nuestros hijos vieran esa disciplina, esa cultura de disciplina sobre las emociones, sobre la mente, el cuerpo. Nuestros hijos serían como nosotros. Dios quiere bendecir a su pueblo, pero el pueblo de Dios tiene sobreponerse al cansancio. Dios quiere ese templo edificado, hermanos, yo estoy seguro de eso. Cuando Dios me habló en ese edificio, ese cuarto número 208 allá arriba, con este lugar completamente lleno de polvo y de escombros, todavía ni siquiera habíamos apenas comenzado la edificación de este santuario, y este edificio, y Dios me dijo, un día allá afuera en ese estacionamiento yo quiero que tu me construyas un edificio con el estacionamiento debajo, pilotes que sostengan el edificio y encima un santuario con un balcón y encima de eso otro piso más. Hace, tiene que ser como 10, 12, 13 años, hermanos. Y esa visión me ha perseguido y yo he querido realizar, imprimir esa visión de Dios. Y yo no lo quiero hacer solo, ni Dios quiere que yo lo haga solo, porque las cosas de Dios se hacen en comunidad.
Yo quiero que el honor sea un pedacito para cada uno de ustedes, cada familia, cada casa. Dios quiere que así sea. Dios nunca hace nada solo, siempre lo hace en equipo. Si ustedes leen ese Capítulo, el Capítulo 8, Gedeón tuvo que pedirle ayuda a la gente mientras iba persiguiendo porque necesitaban ayuda de otros que vinieran a completar la tarea. Dios siempre trabaja en comunidad. Tu eres parte de esa comunidad. Cansados pero persiguiendo. Estamos a mitad de camino, todavía nos resta camino por andar.
Yo quiero invitarles en esta tarde a que renueven la visión de Dios, como iglesia vamos a decir, Señor, queremos seguir hasta completar la meta, queremos pulverizar esa meta y excederla, entrar en el terreno de lo imprevisto, lo incómodo y explotar aún las visiones ambiciosas que concebimos al inicio para gloria de Dios.
Y un día cuando veamos ese santuario totalmente edificado, nos deleitaremos cada vez que caminemos a entrar en él y cuando nos sentemos en esas bancas y adoremos al Señor y suene la voz de la gran Congregación que Dios va a levantar, podemos decir, yo fui parte de este milagro. Dios me usó para imprimir la visión de Dios. Y qué bueno ser parte de los milagros de Dios.
Así que, pueblo de Dios, en esta tarde yo te invito refresca la visión de Dios. Ponte de pie ahora, pongámonos de pie todos y Padre, yo me comprometo a darte más inclusive de lo que concebí al inicio. Y yo pido que tu pueblo sea refrescado, Señor, que el darte a ti no sea motivo de sequía ni de angustia ni agonía, sino que sea un deleite, Padre, y que veamos que lo que te entregamos a ti, tu lo haces rebotar para bendición de nuestras vidas.
Pedimos un pueblo prosperado. Pedimos un pueblo escandalosamente bendecido. Pedimos un pueblo que provoque la envidia de los que no te conocen porque tu los hayas bendecido como bendeciste a tu pueblo, Israel, cuando fue fiel a tu llamado. Queremos una iglesia, Padre, ejemplar, una iglesia que anuncie con su vida la fidelidad del Dios al cual servimos. Renovamos nuestro compromiso en el nombre de Jesús.
Y yo quiero invitar a esos hermanos y hermanas que son nuevos a la Congregación, quizás tu has venido en este último año, meses, semanas, si tu no has tenido oportunidad todavía, si el espíritu de Dios no te ha motiva todavía y ahora sientes que te motiva a renovar o a por primera vez comprometerte, a mí me daría mucho gozo ver hermanos tomar uno de esos ladrillos. Quizás tu necesitas hablar con tu esposa, tu esposo, y decir, mira, por cuánto nos vamos a comprometer? Quiero que lo piense bien para que así tenga tiempo de darle más al Señor todavía.
Se supone que es un chiste, pueden reírse. Pero la idea es que al final del servicio ustedes puedan venir por aquí y entregarle al Señor un compromiso. Si usted no lo ha hecho antes, puede entonces la semana que viene decir, por tanto, pero hoy me encantaría que ustedes simplemente dijeran por fe, voy a poner mi nombre y entonces le voy a dejar saber a los hermanos por cuánto me comprometo. O sino hágalo ahora mismo en el nombre del Señor. Pídale a Dios, pregunte, porque Dios habla, pídale a Dios que le de claridad al respecto. No se vaya de aquí siendo uno de aquellos que todavía no se ha comprometido, porque los gedeones de Dios necesitan la ayuda de otros que se unan para perseguir al enemigo hasta pulverizarlo y terminar lo que se comenzó.
Así que yo pongo esa visión en sus manos y en sus corazones. Hacia el final del servicio le invito a pasar por acá, si no lo ha hecho todavía y si usted quiere renovar, ya habiendo dado, vamos a ver dentro de un momentito los nombres de muchas docenas de personas que ya han dado su compromiso totalmente. Yo espero que esto sea de inspiración para su vida.
Ese coro me encanta, Te daré lo mejor de mi vida. Así que, Omar, ven por acá y vamos a decirle al Señor, te daré lo mejor de mi vida. Amén. Y entonces vamos a escuchar una cosita más de parte de los hermanos de la campaña y entonces nos vamos a ir a nuestras casas bendecidos. Amén.
Cuantos creen que Dios quiere bendecir tu vida? Cuántos creen que Dios quiere que tu imprimas su mensajes aquí en la tierra? Amén. Gloria al nombre del Señor. Así que vamos a traer ante el Señor y su altar nuestras coronas, nuestra autoridad, nuestros recursos y tendérselos a sus pies, y él estará más que contento de ver a su pueblo comprometerse con él. Amén y amén.
Traemos hoy ante tu alta
Nuestras coronas
Queremos darte lo mejor de nuestras vidas
Te entregaré mi amor entero
Los sueños que logré alcanzar.
Te daré lo mejor de mi vida
Te daré lo mejor cada día
Será mucho más que una canción
La obediencia es mi mejor adoración
Te daré lo mejor de mi vida
Te daré lo mejor cada día
Será mucho más que una canción
La obediencia es mi mejor adoración
Mis hermanos en este mismo espíritu de que realmente creemos, creemos que las bendiciones, si fuera fácil, no fueran bendiciones y porque atesoramos lo que estamos escuchando, que sí estamos cansados de no ver las soluciones, sí estamos cansados de ver esas cuentas en rojo. Sí, estamos cansados de no ver esas puertas abiertas, sin embargo, más todavía vamos a perseguir, vamos a continuar y queremos tomar este momento para agradecerle a usted, hermano, hermana, que solo su vida, solo con su testimonio, usted puede dar fe de que esto es cierto. Y aquí hay docenas de personas que tal vez se les ha hecho difícil pero ya cumplieron con su promesa para la gloria del Señor. Y miremos este slide.
Te daré lo mejor de mi vida
Te daré lo mejor cada día
Será mucho más que una canción
La obediencia es mi mejor adoración
Te daré lo mejor de mi vida
Te daré lo mejor cada día
Será mucho más que una canción
La obediencia es mi mejor adoración
Te daré lo mejor de mí,
Te daré lo mejor de mí,
Te daré lo mejor de mí.
Te daré lo mejor.
¡Aleluya!
Oh Señor, nos comprometemos a darte siempre lo mejor sabiendo que tu siempre nos darás lo mejor. Te bendecimos, Padre. Gracias en el nombre de Jesús. Amén y amén. Tomen asiento, hermanos, al celebrar la santa cena que nos toca este último domingo de mes, hacemos recordatorios que a través de estos símbolos somos fortalecidos y yo le pido a los hermanos que no se me quiteen demasiado rápido. Si usted tiene que irse, váyase con toda la reverencia que usted pueda, porque tenemos todavía que darle respeto a la santa cena que tenemos aquí delante del Señor y queremos decir. Señor, gracias, porque tu diste lo mejor.
Dice la palabra que el que no escatimó ni aún a su Hijo, fíjense eso, Dios no escatimó a su Hijo, si el Señor le pidiera, dame tu hijo, dame tu hija, como le pidió a Abraham, usted le daría a su hijo? Hermanos, a decir la verdad, yo no estoy seguro. Yo espero que sí, me gustaría pensar que sí. Dios no lo pensó dos veces. Cuando llegó el momento de redimir a su criatura, usted y yo, Dios dijo, la única solución es dar a mi Hijo, y lo dio. Por eso dice la palabra, el que no escatimó ni aún a su propio Hijo como no nos dará juntamente con él también todas las demás cosas.
Así que al nosotros celebrar la santa cena, recordamos que Dios nos dio lo mejor. Cómo podemos nosotros no darle lo mejor a él? Y nuestro mejor, no se comparará jamás con lo mejor de Dios, recuerde eso siempre. Dele lo mejor a Dios y usted va a ver cómo su vida va a ser transformada. Dele al Señor la mejor ofrenda, dele al Señor lo mejor de sus días, energías, talentos, dones, emociones, dinero, propiedad, profesión. Dele lo mejor a él, la parte escogida, la mejor parte désela a él, las primicias.
Y llámeme mentiroso un día si usted no ve la bendición de Dios explotar en su tierra, en su vida. Yo no he conocido a nadie que le de lo mejor a Dios y que después venga diciendo ¿Saben qué? Me vendieron un producto mentiroso. Yo siempre he visto gente que cuando le da a Dios lo mejor son bendecidos. Sí, pasan por tribulaciones, dificultades, pero siempre salen victoriosos, más fuertes que nunca, habiendo desechado la piel de bebé y una piel ahora de guerrero. Así es que se alcanzan las grandes victorias del Señor. Gloria al nombre del Señor.
Así que vamos a recordar ese Dios.