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Vamos a la palabra del Señor en el Evangelio según Isaías, y digo el Evangelio según Isaías porque el libro de Isaías es un libro extremadamente mesiánico y evangelístico, es un libro que cientos de años antes de que Jesús naciera ya estaba profetizando la venida de Cristo al mundo. Así que podemos decir que definitivamente es un Evangelio más, uno de los cinco Evangelios podríamos casi decir. Y ahí en el libro de Isaías, Capítulo 9, vamos los primeros versículos. Mi hermano y colega Gregory va a traducir, comenzando con los primeros versículos, y noten aquí mientras yo leo el tema de oscuridad, tinieblas, por una parte y luz y gloria por otra parte. Y ese el mensaje de la navidad. Las tinieblas son invadidas por la luz de Dios.
“…Más no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí, pues al fin llenará de gloria el camino del mar de aquel lado del Jordán en Galilea de los gentiles... ─ y aquí viene una de las partes más importantes de este pasaje ─ … El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz…”
En realidad ahí está toda la navidad contenida porque en el tema del pueblo tu puedes poner tu país, puedes poner tu sociedad, podemos poner diferentes épocas de la historia, diferentes naciones a través de la historia. Esa humanidad oprimida por las tinieblas, cuando Cristo vino al mundo vio una explosión de luz. Dice:
“… los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Multiplicaste la gente, aumentaste la alegría, se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tu quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro y el cetro de su opresor como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla y todo manto revolcado en sangre serán quemados, pasto para el fuego…”
Noten todas estas expresiones de victoria, de luz, de bendición, de gozo, de vida. Y la pregunta es qué hace toda esa bendición posible? Qué es lo que da cabida a esa esperanza de un cambio tan radical en la condición del pueblo al cual se refiere este pasaje? Cuál es el origen del triunfo de la luz sobre las tinieblas, de la vida sobre la muerte? El versículo 6 nos da la respuesta.
“… Porque un niño…”, uno se pregunta, uno queda sorprendido cuando uno lee después de todo eso un niño, porque un niño nos es nacido, de dónde viene eso? El origen de esa grandiosa y gloriosa transformación es un niño.
“…Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado y el principado sobre su hombro y se llamará su nombre admirable, consejero, Dios fuerte, Padre eterno, príncipe de paz…”
Como que la cosa comienza a cambiar un poco, ¿verdad? ese niño humilde, pequeñito, indefenso, impotente. Porque aquí se nos habla de que se llamará su nombre, es decir, su naturaleza se reconocerá como lo que sigue: admirable, consejero, Dios fuerte, Padre eterno, príncipe de paz.
Vemos aquí que ese niño mínimo contiene dentro de sí la misma deidad y un poder indescriptible casi. Y no es ese el misterio de la encarnación? Que Dios se despojó, se vació de su infinitud y se metió en el mínimo contenedor de un bebé y quizás de un feto, de una pequeña célula que se convirtió en el Hijo del hombre, el Hijo de Dios.
Y en él existían esas dos naturalezas incomprensiblemente contrarias una a la otra, pero estaba unida en un solo ser. La pequeñez y la fragilidad de un niño y el poder y la sabiduría infinitos de Dios mismo. Ese es el misterio de la navidad, y es el misterio que nosotros celebramos cada vez que decimos, Cristo ha venido al mundo.
“… Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrá límite sobre el trono de David y sobre su reino disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre…”
Qué es lo que hace todo eso posible ahora de otra manera? De dónde viene el niño, de dónde viene la transformación? De dónde viene la esperanza de gloria, de redención y de vida?
“…El celo de Jehová de los Ejércitos hará esto…”
Hermanos, eso es lo que nos dice la navidad, es que el amor de Dios, el celo de Dios por su creación ha hecho posible el milagro de la navidad. Este es uno de los pasajes más claros que jamás uno podría imaginarse, que validan el carácter mesiánico de Jesús.
Nosotros que hablamos de la deidad de Cristo, de su venida al mundo, que vemos los Evangelios hablar de un niño que nace de una mujer podemos entender, yendo hacia atrás, a Isaías, cómo este pasaje se aplica perfectamente a lo que había de pasar cientos de años después.
Cómo es posible que cientos de años después alguien escribiera estas cosas con tanta claridad y luego veremos que estas cosas suceden cientos de años más tarde. Y sabemos que históricamente son verdad porque hay tantas cosas que avalan, no tenemos tiempo para describir todas las cosas que confirman que lo que pasó en navidad es historia y no simplemente un mito.
En este texto se nos habla de que la venida de ese ser misterioso librará a Israel de sus padecimientos históricos y de la presión que ha sufrido históricamente. Si ese es el primer nivel de este pasaje, es un pasaje que le habla a Israel, le dice tus opresiones, tus sufrimientos debajo de la bota de tus conquistadores, vendrá un día en que todo eso va a terminar y vendrá un tiempo de paz y de victoria.
Pero, nosotros entendemos también que esta aplicación no es solamente para Israel sino que es para nosotros y para toda la humanidad a través de toda la historia.
Se trata de una profecía de aplicación universal, para todos los que quieran entrar en su efecto. Y es una promesa y una descripción de nuestra realidad también que conocemos a Jesús ahora, y que él ha venido a morar y a vivir en nuestras vidas también.
El elemento predominante que vemos en este pasaje es el elemento de la luz. En eñ versículo 1 también se habla de que la gloria del Señor también se manifestará.
Hermanos, esa es la cosa más clara acerca de la venida de Jesús, es que esa venida del mesías está asociada con gloria y con luz. Esa gloria, esa luz está en terrible contraste con la condición de la humanidad antes de la venida de Cristo, que es una condición de tinieblas, de muerte, de aflicción y de pobreza.
Nos dice que el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz, el pueblo que andaba en valle de sombra de muerte ahora luz resplandeció sobre él.
Hermanos, esa era la condición y es la condición no solo de Israel, sino de toda la humanidad antes de que Cristo se haga real, es una realidad de tinieblas, muerte, opresión, desesperación.
Si vemos por ejemplo, en Colosenses, Capítulo 1, versículo 9.
Lo que dice ese pasaje es que el Señor nos ha librado de las tinieblas y nos ha sacado a la luz.
Y Primera de Pedro, Capítulo 2, versículo 9 dice que el Señor nos ha sacado de las tinieblas a su luz admirable.
Entonces lo que vemos, hermanos, es esto, el hombre, la mujer, la creación sin Cristo está bajo opresión de tinieblas de muerte. Pero cuando Cristo entra a esa realidad, esa realidad es de momento iluminada y redimida y tornada en luz, en esperanza, en vida.
Sin Cristo el ser humano está en tinieblas, no importa cuán sofisticado, cuán avanzado, cuán iluminado parezca. Sin Cristo estamos bajo el dominio de un reino de tinieblas y muerte, de violencia y desesperación. Lo que estamos hablando para ser aún más directos, es el dominio, el ambiente del reinado de tinieblas que es Satanás mismo. El estado natural de la humanidad, del universo, a parte de Cristo es uno de tinieblas bajo la influencia del enemigo, de Satanás mismo. De ahí vemos la diferencia entre la concepción del estado de la condición humana entre los racionalistas y los cristianos.
El hombre racional dice que el hombre es en la esencia bueno pero es corrompido por sus experiencias en el mundo, por gobiernos malos, por situaciones malas y por eso se ha corrompido con problemas. Y la mentalidad racionalista cree que el ser humano va avanzando gracias a su propia inteligencia, sus propios avances de tecnología y de la sociedad que nos vamos mejorando poco a poco.
Pero la perspectiva cristiana es diferente. Cree que el estado natural del ser humano, aparte de Dios, aparte de Cristo, es uno de tinieblas, de muerte, de pecado y no de bien. y la razón para todo eso es que el pecado humano ha cedido al príncipe de este mundo, a Satanás, ciertos derechos de hacer de nosotros, de causar problemas a la humanidad por nuestro propio pecado que ha abierta la puerta a eso.
Así que aparte de Cristo, el movimiento natural del ser humano no es para bien, para arriba, es para abajo, es más y más corrupción. Pero gracias a Dios las buenas noticias del Evangelio es que Cristo ha venido al mundo para interrumpir ese proceso que va para abajo, de deterioro, para levantar la humanidad y para comenzar un nuevo proceso de vida y de esperanza.
Y eso es lo que nos dice el mensaje de la navidad, eso es lo que nos dice Isaías. En Primera de Juna 3:8 se nos dice,
“… para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo…”
Así que podemos entender entonces lo que dice Isaías, el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz. Los que andaban en sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. Por qué? Porque Dios ha enviado a Cristo al mundo y eso cambia nuestra situación natural.
Lucas 2 versículos 8 al 11 y voy a ser más sabio, ni siquiera voy a buscarlo, léelo tu y yo lo voy a traducir, por si acaso. Es la historia de los pastores, la historia de la venida de Jesús. Escuchen y miren cómo en una forma gráfica, en una circunstancia específica lo que predice Isaías se da en la vida de estos pastores.
Miren aquí como todos los elementos que Isaías describe se hacen realidad en esta escena navideña. Pastores en medio de la noche cerrada, totalmente oscura de una escena palestina. Y estos pastores son gente rechazada por la gente respetable, por los religiosos, porque son impuros, cuidan animales y no son gente que normalmente Dios tendría trato con ellos, en un sentido, según lo entendía en ese tiempo la religión.
Y en esa noche, en medio de esa noche oscura, la noche de Isaías, el pueblo que andaba en tinieblas, el que tenía cubierto por sombras de muerte, dice que vio una gran luz. Esos hombres viviendo una vida monótona, de ignorancia, sin esperanza, de momento reciben una noticia que literalmente está acompañada con una gran explosión de luz y de gloria, como dice la narrativa de Isaías.
Y viene una noticia que se dice va a ser de gran bendición para toda la humanidad. Y cuál es la noticia? Cuál es el origen de esa gran esperanza? Dice, porque un niño os es nacido.
Lo que más me convence de esto es que dice, porque un niño os es nacido. Les ha nacido a ustedes. Y aquí también en la narrativa pastoral se dice lo mismo, que ese niño le ha nacido a ustedes también. y ahí vemos la base de la esperanza, es que un niño es nacido pero no solamente en una forma genérica, sino os es nacido, para ti ha nacido.
Y de momento dice que hubo una explosión de gloria y los ángeles de Dios comenzaron a cantar y a celebrar el nacimiento de este precioso niño. La vida de esos pastores nunca volvió a ser la misma, como nuestra vida después de que Cristo nace en nuestros corazones, vuelve a ser la misma.
Y la razón por la cual eso no es posible, es porque es Dios mismo que está naciendo en nuestros corazones. la naturaleza de ese niño es que es admirable, es consejero, Dios fuerte, Padre eterno, es Príncipe de paz.
Cuando Cristo entra a tu corazón y el mío él entra para cambiar todas las cosas. Ya nunca volverán las cosas a ser iguales.
Voy a pedir que los músicos y los cantores pasen por aquí inmediatamente pero solo quiero decir esto, hermanos, todavía en un sentido hay grandes segmentos de la humanidad que viven en tinieblas y en sombra de muerte.
Aún en esta nación después de conocer la luz de Cristo, vemos que también como decía Meche al inicio, esta nación está queriendo como en un sentido, está gravitando hacia atrás, está queriendo volver a las tinieblas, volver a la opresión, volver al dominio de los poderes demoníacos que quieren destruir nuestra vida.
Y todavía hay naciones enteras que están absolutamente sumidas en la oscuridad, en la muerte y en la falta de esperanza. Yo pienso en Corea del Norte, por la cual, yo les pido que oremos en este año y en años futuros porque Corea de Norte es un país que está como describe Isaías, completamente parecería cubierto por las tinieblas, ignorante de Cristo, oprimida por dictadores que se pasan el mando como si ellos fueran dueños, de padre a hijo, como si ellos fueran dueños de millones de seres humanos inteligentes, brillantes, capaces de tener inclusive reactores atómicos e inventar cosas increíbles científicamente, pero oprimidos y otros son dueños de ellos.
Y una nación así, con sus grandes inventos científicos, con su gran cultura, su hermosa cultura, su hermosa gente, y una nación así tan científica, tan lograda en tantas maneras pero sigue bajo la opresión de tinieblas y aún del espacio, los satélites ven, hay luz en el sur de Corea y en China y en el norte de Corea, tu puedes ver todo tinieblas de los satélites. Se pueden tomar fotos, tinieblas en el norte de Corea.
Y Cristo quiere entrar en esas realidades. Cristo quiere cambiar esas naciones. Y Cristo quiere invadir Roxbury y el South End de Boston con toda su cultura también. Cristo quiere invadir, quiere nacer. La luz de Dios, la luz de Cristo quiere entrar en esas calles y en esos apartamentos, algunos de ellos muy lujosos, pero oprimidos por el diablo y por la muerte.
Y Dios quiere que nosotros cada día recordemos que Cristo tiene que mantenerse dentro de nosotros. Tenemos que invitarlo continuamente a mantenerse dentro de nosotros, tenemos que afirmar nuestra fe una y otra vez y recordar que nosotros somos hijos de la luz, y no de las tinieblas.
Si Cristo está en nuestra vida la luz tiene que gobernar. Y si Cristo no ha nacido todavía en tu corazón hoy es un día para que tu le digas, Señor, entra a mi vida e invade mi espíritu, invade mi vida y llénala de luz, y de esperanza y de salvación.
Yo quiero que bajemos nuestras cabezas un momentito todos. Yo quiero que ahora mismo tomemos un momento para reafirmar en nuestros corazones la vida de Cristo, la luz de Cristo, el poder transformador de Jesús en nuestras vidas y que le digamos a Cristo, si lo conocemos ya, Señor, gracias por tu vivencia dentro de mi.
Si tu tienes a Cristo en tu corazón ahora mismo tu vida ya no es la misma, porque aunque estés en lucha, quizás aquí en este tiempo hay gente que está luchando con una enfermedad, con situaciones financieras difíciles, dificultades familiares, estamos en el mundo y todavía no todo es luz completamente. Pero te quiero decir una cosa, es que la dirección de tu vida ha cambiado radicalmente. Ya tu no vas hacia las tinieblas o hacia la muerte, tu vas hacia luz creciente, luz mayor y mayor. Cada día te vas haciendo un ser más iluminado, más poderoso, más lleno de luz y un día esa luz te penetrará completamente y tu serás un ser totalmente de luz. Y mientras luchas aquí el Señor está contigo, el Señor ha cambiado la inevitabilidad de las tinieblas. Cristo reina en tu corazón.
Pero también quiero decir que si tu conoces a Jesús, si tu todavía no has dado tu vida al Señor, tu puedes invitarlo a nacer dentro de ti y a hacer real la navidad en tu vida. Así que si no lo has hecho, simplemente vamos a por un momento, abrir esas puertas de la historia de tu vida y decirte, Cristo puede nacer, la historia de la navidad, las profecías de Isaías se pueden hacer realidad en tu vida también simplemente recibiendo a Jesús en tu corazón como Señor y salvador.
Invita a Cristo ahora mismo a entrar a tu corazón, a tu vida y a hacerse el Señor, el salvador de tu vida. Si tu quieres levantar tu mano y hacerlo o si quieres simplemente hacerlo ahí en tu corazón, pero es bueno uno dar testimonio público de lo que Dios ha hecho en su vida. Te invito a levantar tu mano y decirle, Señor, te invito a entrar a mi corazón. Te invito a entrar a mi vida.
Si no lo has hecho antes, si lo has hecho antes tu estás cubierto. Manos que se levantan. Bendecimos tus vidas. Si alguien más quiere hacerlo, me dirijo en español ahora, alguna otra persona, si quiere hacerlo. Amén, este hermano aquí a mí izquierda también. Dios te bendiga, mi hermano. Alguien más?
Bendecimos esas vidas. Ponte de pie un momentito, hermano. Te bendigo en el nombre de Jesús. Vamos a ponernos de pie todos con ellos. Extendamos nuestras manos hacia uno de ellos. Te bendecimos, Señor, te damos gracias. Te damos gracias, te adoramos.
Nosotros levantamos también nuestras manos, Señor, y te decimos que reine en nuestros corazones y nos llenes de luz y de vida y que la vida de Cristo, que la misión de Cristo que cambia vida, cambia corazones, cambia naturalezas, cambia destinos se haga una realidad en la vida de mis hermanos y mis hermanas en esta tarde, Señor. Te amamos, te adoramos, te bendecimos, te damos gracias, Jesús y exaltamos tu nombre, Señor. Exaltamos tu nombre.
Gracias, Señor Jesús. En tu nombre, amén y amén.
¿Saben qué, hermanos? Antes de… yo he estado peleando porque yo sé que tenemos un programa aquí, pero hay un himno navideño que dice, tu dejaste tu trono y corona por mí. Yo quisiera, hay un himno que no sé si está allí, pero aunque sea una estrofa la vamos a cantar.
Al venir a Belén a nacer, ven a mí corazón, oh, Cristo, ven, pues en él hay lugar para ti.
Yo quiero que nosotros confesemos esto. Amén, que él dejó su trono y vino para nosotros para reinar en nuestras vidas.