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Quisiera que me acompañaran al libro de Hebreos capítulo 11, voy a comenzar a hablar de una temática que para muchos puede ser muy conocida, pero Dios me ha dirigido a meditar en ello. Hebreos capítulo 11, en el verso 1, esto es un texto que muchos de nosotros conocemos. Y Señor antes de seguir solamente te pido que estos breves minutos que voy a estar meditando en Tu palabra con mis hermanos y hermanas Señor, que esta palabra cobre vida, que cobre un sentido nuevo, refrescante sobre cada uno de nosotros Señor, y que, de alguna forma u otra Tú la uses para afirmar nuestros corazones, para afirmar nuestra convicción, nuestra fé en Ti Señor. Así que, nos lanzamos mi Dios creyendo que toda semilla que se lanze va a caer en buen terreno, y que Tú la vas a usar para producir buen fruto en los corazones de mis hermanos y hermanas. Gracias te damos en el nombre de Jesús.
Dice así Hebreos 11, verso 1, si lo podemos leer todos juntos conmigo: "es pues la fé la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se vé". Dos palabras claves relacionadas con la fé, certeza y convicción, aunque las dos son más o menos lo mismo, es como una es la prima de otra por así decirlo. Pero todas tienen que ver con este sentido de seguridad. Y yo quisiera meditar hoy con ustedes acerca, al menos comenzar, un inicio, porque varias cosas me gustaría hablar que yo sé que no las voy a poder cubrir todas hoy, pero al menos comenzar a hablarles acerca de estas dimensiones de la fé, dimensiones de la fé en nuestra vida, y tal vez a algunos le pueda sonar familiar esto porque es algo que yo hablo en mi clase de discipulado de nivel cuatro cuando estamos hablando del fruto de la fé, pero hoy quisiera abarcar este tema con todos ustedes y comenzarlo, compartirlo también con aquéllos que nos ven por el internet y que pueda ser de bendición.
Pero hay algo que yo he estado meditando concerniente a esta dinámica de fé, y es que nuestras vidas mis hermanos y hermanas, en nuestras vidas la fé se puede decir que tiene cuatro dimensiones principales, hay cuatro tipos de fé que están en nosotros pero que siguen siendo fé, sea como sea. Y estas cuatro que he podido identificar obviamente desde el contexto bíblico son cuatro áreas que a mí me gustaría conversar, meditar con ustedes, reflexionar con ustedes, para más bien usarlo como una forma de reforzar aquellas cosas en las cuales nosotros creemos. Y hay cuatro áreas. Una es la fé que tiene que ver con nuestra salvación. La fé que dirige a salvación. La segunda es la que tiene que ver precisamente con convicción. La tercera es la fé que tiene que ver con fidelidad, un sentido de fidelidad, de ser fiel, y la cuarta dimensión es el don de fé. Cuatro cosas distintas pero que todas están relacionadas a lo que es la fé.
Habían ustedes pensado esto antes, se les había cruzado por la cabeza, que la fé tiene esas cuatro dimensiones en nuestra vida, está la fé que dirige a salvación, y eso lo voy a explicar un poco hoy, está la fé que tiene que ver con esta certeza, como bien dice este texto de Hebreos 11, la certeza, algo que uno espera, que tal vez no lo vemos pero que sabemos que está ahí, está la fé que tiene que ver con el don de fé que se habla en primera de Corintios 12, que es yo diría que es un nivel más allá de certeza, y entonces está la fé que tiene que ver con el fruto del Espíritu que tiene que ver con fidelidad. Esas cuatro áreas yo las voy a discutir, pero hoy yo quisiera comenzar a hablar acerca de la fé que dirige a salvación, si no está esa dinámica de salvación, se puede decir que no tenemos fé, solamente es como esperanza así a nivel general.
Miren como dice Romanos otro verso muy familiar para nosotros, Romanos capítulo 10 dice empezando en el verso 8: "y esta es la palabra de fé que predicamos, que si confesares que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación". Miren que interesante mis hermanos, ese sentido de fé original, yo diría que es la fé más esencial, la fé fundamental, es la fé que inicia toda esta jornada de nuestra relación con el Señor Jesús. Cuando nosotros no le conocíamos, cuando nosotros estábamos en esas nuestras andanzas del mundo, yo me atrevo a decir que no estaba activada en nosotros. Sí nosotros vivimos muchas veces con un sentido de esperanza, y hay muchas personas que no tienen al Señor que ese sentido de esperanza las distintas experiencias de la vida le han robado su esperanza, so andan por ahí en otras palabras desesperanzados. Personas que viven como quien dice del plato a la boca, y no tienen ningún sentido de cosas a las cuales mirar o aspirar en el futuro. Están como quien dice dando cantazos por ahí todo el tiempo. Es el tipo de persona que dice pues lo que venga le echamos mano. Y fine eso está bien. Pero que triste es vivir una vida sin una esperanza clara, sin una esperanza que sea de ánimo, sin una esperanza que sea como tu motor que te levanta todas las mañanas y te impulsa a hacer lo que tienes que hacer.
Ese nivel de esperanza es lo que cobra una vida nueva cuando el Señor Jesús activa ese sentido de fé en nosotros. Y esto se puede decir que es debate teológico, porque hay personas que dicen que nosotros somos los que producimos esa fé, esa fé de creer en Dios, y hay personas que dicen que es Dios el que activa esa fé en nosotros, yo soy del que pienso que es las dos funcionando a la misma vez, nunca me gusta decir que es uno o el otro, las dos, por qué, obviamente este pasaje de Romanos dice que si yo lo creo y lo confieso, ahí es donde se activa la salvación, pero a la misma vez para yo creer eso y confesarlo, es porque algo se tiene que activar, como quien dice, algo externo a mí tiene que activar eso en mi vida, en mi corazón.
Cuantas personas no nos hemos cruzado a lo largo de nuestras vidas. Yo puedo hablar de muchas personas que se acercan a mí y me dicen ay pastor haga algo con mi hijo mi hija, y hálele las orejas y yo me digo dentro de mí wow, si usted en los 15, 16 años de su vida no ha logrado hacer nada que diferencia voy a hacer yo. Lo más que yo puedo hacer es escucharlo, hablar con él, hablar con ella, orar por él, orar por ella, pero si no está en él, si no está en el muchacho, la muchacha de recapacitar, hacer algo, no se va a dar. Y yo entiendo mis hermanos de que hay etapas en la vida en que nosotros sembramos en la vida, nosotros estamos sembrando una semilla de fé en esos corazones. Pero no es hasta que Dios diga como que ya, ahora es Mi tiempo en tu vida. Ahí es cuando yo entiendo que cuando Dios pone la yema de su dedo en el corazón de esa persona esa persona no lo va a poder resistir.
Si les hago una ilustración, yo no se cuantos de ustedes vieron la película de La guerra de los mundos, de Tom Cruise, que es de estos supuestos marcianos que vienen, caen como un rayo y llegan a la profundidad de la tierra y de repente salen estas máquinas y así, empiezan a destruir todo, y así, ok ya veo que a muchos de ustedes no les gusta la ciencia ficción, voy a tener que pensar en otra ilustración. Pero bueno, imagínense que debajo de la tierra hay una máquina, escondida, que nadie sabe que está ahí, y de repente se forma una tormenta de rayos y centellas como la que había hoy, y en uno de esos rayos llega algo diminuto que penetra hasta lo más profundo, se mete en esa máquina, la activa y la hace funcionar. Imagínense algo así. Que en nosotros muchas veces que yo digo que en nosotros está esa esencia de Dios, esa imagen de Dios, que por causa de nuestra naturaleza pecaminosa esa naturaleza de Dios está como que, dormida, adormecida, insensible, pero está ahí, y la gente ora, viene, imponemos manos, le predicamos la biblia de tapa a tapa pero nada funciona.
Le decimos cómete la biblia que va a saber como a miel a tu paladar, y se la queremos meter ahí por la garganta, pero nada funciona, ni fu ni fa, no se mueve para ningún lado. Pero de repente cuando menos usted se lo espera, usted está así con sus ojos cerrados alabando a Dios, y cuando abre los ojos la persona por la cual usted estaba orando durante años está aquí en el altar llorando quebrantada delante de Dios y es como que wow, de donde salió eso. Ese esposo por el cual estaba orando de repente llegó a su casa del congreso de hombres este fin de semana y llegó ahí llorando, ay mi amor perdóname por todo lo que te he hecho, Dios me ha tocado y yo voy a ser un hombre distinto, gloria a Dios por eso, ese joven o hija adolescente que te ha estado dando dolores de cabeza por años y años y años de repente después que se fué de la casa y dijo que iba a vivir su vida pasaron dos, tres, cuatro años, y tú ahí orando fielmente por ese hijo hija, de repente llega tocando la puerta de tu casa diciendo mami papi, necesito volver, perdónenme, Dios me ha hablado, Dios me ha tocado, yo quiero enderezar mis pasos con el Señor, miren eso es algo que solamente Dios lo hace.
Usted puede, ay yayay, Dios sabe lo que hace así que si la gotita de agua le está cayendo que le caiga y que se moje. Pero miren aquí yo creo que está lo bello del Señor. Nosotros entendemos que el mismo Jesús dice, o la palabra del Señor dice mejor dicho que la razón por la cual Jesucristo vino al mundo es para que todo aquél que en Él creyera no se pierda, mas tenga vida eterna, ahí hay una promesa de esperanza, una promesa de vida eterna que si yo pongo mi confianza en esta persona, en este ser divino, yo sé que voy a tener una vida que está por venir, que va a superar a todo lo que yo estoy viviendo ahora, ese sentido de esperanza, a mí me lo puede predicar hasta Billy Graham, pero no es hasta que Dios verdaderamente infunde sobre mi corazón que esa palabra cobra vida y me hace entonces recapacitar y decir como que ok, Señor, ya ha pasado mucho tiempo.
Hay algunos que a temprana edad dicen si Señor, haz conmigo como Tú quieras, hay otros que ya cuando están ahí al borde de la muerte, a punto de estirar la pata y ya y decir no doy a más, que alguien viene y le dice mira acepta al Señor Jesús te va a tocar, te va a transformar, y tú vas directito pal cielo con todo y botas por así decirlo, y ahí en su último suspiro Señor, te acepto en mi corazón, y ya, expiró y se fué, hay veces que hay preguntas que me dicen pero como va a ser que ese man cansón, que ese sinverguenza, después que hizo todo lo que hizo que ahí en su último suspiro que se va a ir con el Señor, hey, eso es la gracia de Dios. Para algunos podrá sonar injusto pero hey, que pasó con el ladrón que estaba al lado de Jesús, ahí justamente en la cruz el mismo Jesús le dice: hey, de cierto te digo que hoy estarás donde? en el infierno pudriéndote, no, vas a estar conmigo en los reinos de los cielos. So Él es el que tiene misericordia, el que tiene que tener misericordia, pero Él es el que lo activa en la persona.
Y yo creo mis hermanos que esa dimensión de fé es clave que nosotros la entendamos. Yo no puedo fabrica una fé, como diría, artificial, gracias. Yo no puedo fabricar una fé artificial para como quien dice entrar en esa dinámica de salvación. Yo sí creo en el hecho de que cuando Dios activa algo en mí, cuando ya Dios empieza a decir como que mira, te has dado contra una pared, dos tres cuatro veces, ya recapacita, yo estoy aquí, algo tú tienes que hacer conmigo. Cuando Dios trae ese sentir a mi corazón, ese sentido de convicción, ahí es cuando se activa esa otra parte que estaba en romanos donde entonces yo puedo creer algo, en mi corazón y porque lo creo entonces lo confieso. Y al yo confesar eso se activa una dinámica de fé totalmente revolucionaria en mi vida y en la vida de cualquiera que así lo declare. Así es como yo lo creo mis hermanos.
Y yo quiero invitarlos a ustedes a que podamos meditar en esto. Yo quiero que ustedes me acompañen en una jornada en estos próximos miércoles así que vamos a estar compartiendo la palabra de Dios. Vamos a meternos en una jornada de fé, porque la fé tiene muchas dimensiones que están basadas en esas cuatro áreas de las que estabamos hablando. Y mira así, muchas veces como bien decías uno se desespera wow tres cuatro años tengo que esperar, ish, cuánto han tenido que esperar las personas que nos han precedido a nosotros. Cuánto esperó Dios también por nosotros. Oiga si yo me pongo a hacer una encuesta de cuánto ha esperado Dios por usted aquí saldrían historias bien interesantes, bien interesantes. Yo no sé cuántas veces yo he compartido esto, pero si no se recuerda se lo digo otra vez. Imagínese esto. Imagínese como ese sentido de fé se activa. Imagínese que usted es un pez en un lago, y Dios está sentado en un botecito, pescando, y Dios escoge uno de sus anzuelos que Él sabe que a usted le va a gustar, que cuando ese anzuelo caiga al agua usted va a ir hipnotizado de ese anzuelo. Y cuando ese anzuelo cae ahí usted lo coge que es lo que hace el pez cuando siente el anzuelo en la boca, se vuelve loco y lo que hace es alejarse del barco, o del botecito del pescador, empieza a halar en distintas direcciones, tratando de escapar tratando de irse, pero ese anzuelo está ahí, y el pescador ahí dándole línea dandole línea ah no te apures, pelea todo lo que tú quieras, y sigue dándole línea línea línea, hasta que llega el momento donde el pescador ya vé que el pecesito se ha cansado y que ya no está halando mucho y él dice ok ahora me toca a mí halar, y empieza a halar, y el pescadito vuelve y pelea de nuevo pero él vuelve otra vez y sigue halando sigue halando, así mismo es la fé.
Así mismo es esa fé que dirige a salvación. Es algo que Dios lo tiene impregnado en nosotros, por qué, porque esa fé está cimentada sobre lo que es Dios sobre nuestras vidas, está ahí cimentado sobre nosotros, está en nuestro ADN espiritual por así decirlo, y ya Dios nos ha marcado y nosotros estamos como parte de ese lago ahí el mundo, la creación de Dios, y Dios nos marca y nos tira ese anzuelo poco a poco, poco a poco, y ese anzuelo está ahí, está aquí agarrado en nuestro corazón ya, y nosotros peleamos, bandeamos en la vida de muchas formas, hacemos muchas cosas que no tenemos que hacer, o dejamos de hacer cosas que se supone que hagamos, y cuando llega el tiempo de Dios, pac, empieza a traer, empieza a traer, empieza a traer, y que es lo que hace el pescador, se tira una foto con él, algunos hasta le dan un beso al pez, y que hacen lo tiran de nuevo al agua porque sigue siendo parte de su lago. Pero ya cuando ese pez cae en las manos del pescador, es un pez totalmente distinto, no es un pez igual.
Ahora ese pez empieza a vivir una vida totalmente nueva, porque ha experimentado lo que es estar en las manos del pescador. Así que mis hermanos, esas cuatro dimensiones las vamos a estar experimentando, explorando, la fé que dirige a salvación, la fé que tiene que ver con certeza, la fé que tiene que ver con fidelidad, y la fé como don. Vamos a ponernos de pie y vamos a orar.
Padre yo te doy las gracias por la oportunidad que me concedes de haber iniciado esta meditación con mis hermanos y hermanas en esta noche. Los que están aquí y los que están viendo por el internet Jesús, yo te pido que los próximos días, estos próximos miércoles que vamos a meditar sobre esta dimensión de lo que es la fé, sobre estas dimensiones de lo que es la fé Señor. Que nuestros corazones y nuestras mentes puedan estar abiertos a ti Señor. Que no nos creamos que lo sabemos todo acerca de la fé sino que podamos acercarnos a ti con un corazón humilde y digamos hasta de volver a aprender algo nuevo Señor. Cosa de que nuestra fé en ti Señor pueda ser avivada, pueda ser afirmada Jesús para las cosas que Tú quieres que nosotros experimentemos de ti en estos tiempos, en estas temporadas de nuestra vida Señor. Llévanos a una nueva dimensión de fé Jesús. Esa es mi petición.
Que a través de estas meditaciones Tú nos lleves a una nueva dimensión de fé, de certeza, de confianza, de esperanza en ti Señor. Así que Padre yo te pido en esta noche que seas sobre mis hermanos mis hermanas, los que han venido sobre todo los que no pudieron llegar, sobre cada uno de ellos Jesús yo pido que tu gracia, tu bondad, tu favor sea sobre cada uno de ellos Señor. Que Tú les alcanzes, que Tú les hables, que Tú reveles tus propósitos a ellos, que Tú intervengas en sus vidas Jesús, y que Tú hagas grandes proezas en medio de ellos. Bendícenos ahora a medida que nos preparamos para ir a nuestros hogares Señor, llevanos con bien hacia nuestras casas, y que esta noche Tú nos permitas un sueño tranquilo para que mañana si así Tú lo permites, podamos echarle mano a un nuevo día y poder recibir de ti la bendición que Tú tengas para nuestras vidas, gracias te damos, por tu hijo Jesús oramos, bendecimos este tiempo, amén, y amén, gracias Señor Jesús.