TRANSCRIPT
Vamos a la palabra del Señor en Primera de Tesalonicenses, Capítulo 3, en el versículo 12. Dice allí la palabra del Señor: “…Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros… – Ese es el Apóstol Pablo, como yo lo hago con ustedes, háganlo ustedes también sentir con todos los demás y unos con los otros en la iglesia. – … para que sean afirmados vuestros corazones y reprensibles en santidad delante de Dios, nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos…”
Uso este texto como un punto de partida para lo que quiero hablar en esta tarde. El tema de la santidad y cómo la definimos. Quiero hablar con ustedes en esta serie de sermones donde tratamos de aclarar y especificar las creencias de nuestra iglesia, cuáles son los distintivos de nuestra congregación. Quiero hablar de un tema que es tan importante para las iglesias, el tema de la santidad.
Yo creo que nuestra iglesia tiene una interpretación un poquito compleja de lo que es la santidad y yo creo es algo que es importante que ustedes entiendan, cómo es que nosotros lo interpretamos este tema. Y por eso quiero tomarme este tiempo ahora.
Qué es la santidad según lo describe la Biblia, según lo entendemos nosotros? Cómo la definimos? Por eso escogí este pasaje como punta de partida, donde el Apóstol Pablo llama precisamente a ese pueblo de Tesalónica a una vida de santidad delante de Dios, una vida de ser irreprensibles delante del Señor. Pero no solamente eso, sino que también antes de él hablar de esa cualidad de ser irreprensibles y santos, él habla de que crezcamos en amor uno para con los otros y para con todos.
Entonces, vemos aquí esta doble vertiente de la santidad donde no es solamente santidad como la entendemos, de ser irreprensibles delante de Dios, vivir una vida recta y todo lo demás, sino también de expresar el amor de Cristo, de expresar las cualidades del carácter de Jesús unos para con los otros.
Y esa va a ser la manera en que yo voy a acercarme a este tema, porque yo creo que nuestra iglesia debe hacer todo lo posible por mantener un balance en esas dos dimensiones de la santidad. Yo voy a hablar un poco más acerca de eso.
Entonces lo primero que quiero decir es lo siguiente, el llamado a la santidad de parte de la Escritura es algo muy real, muy presente, muy continuo, no es algo que se le ocurrió a Dios a último momento sino que desde Génesis hasta Apocalipsis hay una insistencia sobre el hecho de que el pueblo de Dios debe vivir una vida santa.
El ser santos no es solamente como se ha interpretado a veces en la iglesia católica, y lo decimos esto con respeto, discrepamos, de que los santos son como esta gente súper desarrollada que hay que pasar a través de un proceso exhaustivo de determinar si pueden calificar para esa categoría de santos. Y muy poca gente, menos de un 1% si acaso, llegan a ese nivel exaltado. La Biblia espera que todos los hijos de Dios vivamos en santidad. Pueden decir amén a eso.
Es un llamado universal y la Biblia una y otra vez habla de los santos que están en esta ciudad o en esta iglesia en tal sitio, y es algo que es parte integral del llamado de la vida cristiano. Dios llama a su pueblo en Israel a ser santo, y ahí comienza el llamado de Dios hacia la santidad, no comenzó con el Nuevo Testamento sino que comenzó con el pueblo de Israel.
Por ejemplo, en Éxodo, Capítulo 19, en el versículo 6, en los comienzos mismos de la Escritura uno ve este llamado de Dios a través de Moisés al pueblo de Israel, le dice:
“…Y vosotros seréis un reino de sacerdotes y gente santa. Estas son las palabras que les dirás a los hijos de Israel…”
Es decir, en el mismo momento en que Dios estaba fundando esta nación de Israel, ya había un llamado hacia la santidad. Israel tenía que ser un pueblo santo para con Dios y ¿Sabe qué? Eso es algo que nos debe a nosotros siempre sobrecoger en nuestra identidad como pueblo cristiano. Es que Dios nos dice a nosotros también, ustedes también tienen que ser un pueblo santo para mi gloria.
Y para el pueblo de Israel ese llamado a la santidad quería decir que el pueblo de Israel tenía que ser diferente. Cuando Dios nos llama a ser santos, nos llama a ser diferentes. Diferentes moralmente, a las naciones perversas que había alrededor de Israel en esos tiempos en que la nación de Israel fue fundado. Era naciones que, como vamos a ver, vivían sobre unos valores que Dios desaprobaba. Y entonces Dios les decía al pueblo judío, ustedes tienen que ser diferentes a esas naciones, a los amalecitas, a los amonitas, a los filisteos, a todas esas naciones que estaba alrededor de ellos, el pueblo de Israel, se suponía que fuera diferente.
Y hoy en día, en nuestros tiempos nosotros también Dios nos llama. Porque nosotros estamos rodeados, yo no voy a decir que vamos a ver el mundo como perverso, como gente que no merece la misericordia de Dios. Dios nos está llamando que nos veamos a nosotros mismos como mejores y aquella gente allá afuera, como lo veían los fariseos. Bueno, nosotros, gracias a Dios que estamos aquí en la verdad, y los demás que se vayan para el infierno.
No, pero sí tenemos que entender mientras aún miramos con una gran misericordia y compasión al mundo de ahí afuera, tenemos que entender que mucha gente hoy en día vive en tinieblas, vive sin el conocimiento de lo que Dios quiere para ellos. Hay mucha gente que está practicando cosas que son contrarias a la voluntad de Dios y que están convencidos que ellos están bien, o se han convencido y se han auto hipnotizado para creer que lo que están haciendo está bien, y entonces Dios nos dice a nosotros, ustedes tienen que vivir una vida diferente. Como yo le pedí a mi pueblo de Israel que fuera diferente a esas naciones alrededor de ellos, ustedes en el siglo XXI, en el año 2012, tienen que vivir una vida con valores diferentes a los que vive el mundo alrededor de ustedes.
Ahora, cómo vivían esas naciones? Cómo eran esas naciones para que nosotros podamos hacer una claridad acerca de cómo nosotros tenemos que ser. Bueno, esas naciones eran naciones paganas y vivían entre otras cosas, uno de los problemas que tenían con Dios era que vivían una vida sexualmente desenfrenada. Sus valores sexuales eran valores completamente sin disciplina alguna. Había mucha inmoralidad sexual. Había cultos a dioses completamente impuros y contrarios a la santidad de Dios. Por eso yo creo que en el Antiguo Testamento Dios resalta tanto su santidad y su pureza, porque los dioses que esta gente adoraba eran dioses que promovían más bien el desenfreno sexual. Había los cultos a las sacerdotisas, que eran prostitutas sagradas. Había dioses fálicos, y una cantidad de otras cosas. Eran comunidades que practicaban la homosexualidad, practicaban las orgías, este tipo de cosas, y se veían como algo muy normal. Y dice la Biblia que Dios, por esas cosas, sacó a estas naciones de las tierras donde estaban y le entregó esa tierra a un pueblo que él esperaba y quería que viviera en una forma diferente.
Otras cosas, esas naciones adoraban a dioses falsos. Dioses que en realidad eran demonios y que reclamaban una adoración que solo el Dios verdadero, Jehová, Yavé, merecía. Otro punto también, esas naciones practicaban sacrificios humanos, sacrificios de bebés, niños, supuestamente para ganar poder, para acarrearse la aprobación de esos dioses y sacrificaban a personas, como vemos hoy en día en muchas naciones todavía paganas, que hacen estos sacrificios, a esos dioses que son en realidad demonios sedientos de sangre humana. Y entonces Dios decía, ustedes tienen que ser diferente a esas naciones.
Hoy en día, en el mundo en que vivimos uno ve a través de la televisión, a través del internet, a través de los valores que se practican en esta sociedad, una cultura que se parece mucho interesantemente a esa cultura de hace 3 mil, 4 mil años, cada día más y más, en un sentido, el hombre se hace más complejo, más avanzado cultural, intelectualmente pero a la misma vez, en un sentido como que vamos hacia atrás, pareciéndonos más y más a las prácticas que estas naciones llevaban a cabo hace miles y miles de años.
Entonces, Dios le decía a Israel, ustedes, mi pueblo, tiene que vivir en una manera diferente. Eso quiere decir entre otras cosas, que en vez de adorar a dioses falsos, yo requiero que ustedes me adoren solamente a mí.
Cuál es el primer mandamiento de los 10 mandamientos? Amarás al Señor. En otra versión dice, no tendrás dioses ajenos delante de mí. Y entonces habla de amarlo a él por encima de todas las cosas.
El distintivo principal era eso, una consagración total. Hermanos, cuántos de nosotros, los que estamos aquí sentados, y yo mismo, aquí de pie, podemos decir, yo amo al Señor con toda la fuerza de mi alma, mi mente, mi ser? Francamente, yo les digo y gloria a Dios por esa reacción tan entusiasta de parte de ustedes, pero yo les digo, cuando yo me miro a mí mismo, yo me digo, todavía me falta mucho camino. Sinceramente hay muchas cosas que yo todavía podría hacer para ejemplificar una vida completamente entregada al Señor y lo que el Señor pide de mí.
Yo creo que todos podemos mejorar en eso. Pero definitivamente una de las cosas que distingue a un pueblo santo es una vida dedicada al Señor. Todo lo que tenemos, nuestra familia, trabajo, dinero, tiempo libre, diversiones, intelecto, sueños, todo está dedicado al Señor.
Otra cosa, cuando Dios le decía al pueblo de Israel, quiero que sean santos, había toda una serie de leyes que tenía que ver con las comidas, el vestido, todas estas cosas. El pueblo de Dios tenía que mantenerse limpio porque el cuerpo era importante. Entonces, vamos a ver más adelante que esa área de comidas y de rituales, cambió un poco con el tiempo. En el Nuevo Testamento se hace más compleja esa dimensión, pero definitivamente en el Antiguo Testamento la santidad estaba acompañada de esa idea de las comidas cosher y de guardar ciertas restricciones.
Porque a Dios le importa la materia y por eso también otra de las áreas que a Dios le preocupaba mucho, era el cuerpo humano. Cómo los israelitas trataban sus cuerpos, y debieron tratar el cuerpo conforme a las leyes de Dios.
Una de las cosas interesantes acerca de las culturas primitivas, por ejemplo en el África, en Asia, hasta cierto punto también, usted notará que las naciones paganas, que no conocen al Dios verdadero, hay como una glorificación de la naturaleza. La naturaleza es extremadamente dominante. Hay un culto al sol, a la luna, a las fuerzas de la naturaleza. Dioses que tienen que ver con la naturaleza. El cuerpo tiene control, los apetitos humanos.
Cuando Dios llama a Israel a ser santos y nos llama a nosotros también a ser santos, le está diciendo, miren, su cuerpo es bueno, yo he creado el cuerpo, y por lo tanto ustedes tienen que tratar su cuerpo no conforme a como si el cuerpo y la materia fuera Dios, sino conforme a lo que yo establezco como valores acerca del cuerpo.
Ustedes tienen que relativizar el cuerpo en cierto sentido, pero no tampoco denigrarlo. El Evangelio, el Antiguo Testamento valora el cuerpo humano y nos dice, ustedes son el templo del Espíritu Santo, Dios mora dentro de ustedes, por lo tanto cuiden sus cuerpos.
Israel tenía que cuidar su cuerpo. Miren, yo le decía esta mañana a los hermanos, y me curo en salud, diciéndole que si usted tiene un tatuaje en su cuerpo, no se preocupe, yo no estoy atacándolo con lo que voy a decir ahora mismo, pero sabe que en el Antiguo Testamento Dios le decía a los israelitas, ustedes no deben marcar su cuerpo. No deben sajar su cuerpo con navajas y cosas por el estilo. No deben penetrar sus cuerpos. Y es lo que digo, lo interesante es que la cultura moderna, a pesar de que se hace tan avanzada en muchas cosas, pero hoy en día, cuánta industria hay para los tatuajes. Hay programas de televisión dedicados a tatuarse el cuerpo.
Las naciones paganas primitivas se tatuaban el cuerpo. Y de nuevo, hermano, por favor baje la guardia, no lo estoy diciendo a nadie, no estoy atacando a nadie. Solamente estoy hablando de lo que dice la palabra del Señor.
Si usted se hizo un tatuaje antes de conocer al Señor o en otro tiempo, mire, no salga de aquí huyendo ahora, no lo estoy atacando, pero solamente le estoy diciendo algo para que entendamos cuán compleja es la cosa. Por qué? Porque Dios dice, ese cuerpo que yo creé es un cuerpo santo. Yo quiero que ustedes lo usen para cosas buenas, no le hagan daño, no lo traten como si fuera una pared donde usted pinta cualquier cosa. Ese cuerpo refleja mi acto creador y usted tiene que cuidarlo.
Y así tenemos que hacer con las demás cosas. Por eso es que no podemos abusar de nuestro cuerpo. No podemos usar sexualmente nuestro cuerpo de manera que le hagamos daño, que lo expongamos a virus y plagas y cosas dañinas. No podemos glorificar tampoco el cuerpo y convertirlo como la meta de nuestras vidas, glorificarlo.
Hoy en día, como en el tiempo de Grecia y de Roma, el cuerpo humano se ha convertido en un Dios y usted ve que la televisión ya no se ve gente normal, gente como nosotros, sino todos tienen unos músculos que se le quieren salir de la camisa, las mujeres todas son bellas, los varones tienen los cuerpos bien cuidados y bien tratados y son perfectos. Ya lo que la serie de televisión son eye candy, todo el mundo está mirándolos allí para saliéndose la baba… no importa tanto lo que está diciendo, simplemente uno está viendo gente preciosa y hermosa, con colores lindos. Es la glorificación del cuerpo humano.
Y también es como que vamos hacia atrás en un sentido, como estas naciones. Y la santidad nos llama sí, a ver el cuerpo es de Dios, es hermoso pero usarlo dentro de las normas que Dios ha establecido, cuidar de nuestro cuerpo, vivir una vida sobria.
Yo creo que también eso tiene que traducirse a la dieta. Yo creo que los cristianos, si verdaderamente vamos a entender lo que es la santidad con respecto al cuerpo, mire, hermano, tenemos que cuidar lo que comemos, menos chuletas y un poquito más de pescado.
Hay personas que no pueden comer pescado, es porque no se acostumbraron a ello. En el Caribe, por ejemplo, lo que se come es chuleta y carne de res. Y una dieta así es dañina para el cuerpo, usted necesita vegetales, necesita frutas. Estoy sonando como su mamá ahora pero es cierto.
Por eso es que tanta gente latina y afroamericana, esto pasa en todo el mundo, esta nación se está convirtiendo en una nación obesa, increíblemente. Tenemos que cuidar nuestros cuerpos, porque es el templo del Espíritu Santo.
No es solamente no fumar, por eso yo digo que tenemos que tener un entendimiento amplio de lo que es la santidad. No es solamente no fumar, no beber, pero qué de no comer tanta carne roja, qué de comer menos, qué de descansar nuestros cuerpos más, qué de no estar trabajando, trabajando y sacar un día para estar con la familia para meditar en la palabra del Señor, qué de variar nuestra dieta, qué de hacer ejercicios, qué de dar una buena caminata cuando llegamos del trabajo e ir a un parque, aspirar un poco de aire fresco, caminar con nuestra esposa tomados de la mano. Qué te parece Ruth, y decirle que te va a ser siempre fiel. Son cosas lindas, hermanos, eso es parte de esa santidad y ese cuidado del cuerpo humano.
Es decir, había este llamado a ser diferente. Otra área en que Israel se suponía que fuera santo, es sostener una vida sexualmente pura, monógama. Dios llama a su iglesia a una pureza sexual dentro de un matrimonio entre un hombre y una mujer. Hoy en día, el mundo desgraciadamente, se va en otras direcciones, donde hay un desenfreno sexual terrible, donde hay esfuerzos por normalizar inclusive hasta la poligamia, donde el matrimonio se ha convertido simplemente en una conveniencia y cuando no funciona, se desbarata y se busca otro. Pero es una poligamia disfrazada, eso es todo. Múltiples matrimonio, indisciplina en esa área.
Hoy en día, también el concepto del matrimonio se ha cambiado y hoy en día un hombre o una mujer, mujer con mujer, hombre con hombre, y hasta hay esfuerzos por hombre con niños, todo eso está pasando en una cultura que cada día se desenfrena más y más. En ese contexto, Dios le dice al pueblo de Dios, yo quiero que ustedes sean diferentes, que ustedes sean un pueblo santo, apartado para mí, que refleje los valores de mi reino.
Ahora, eso es en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento ese tema de la santidad continúa. Vemos algo y es que en el Nuevo Testamento la parte ritual, la parte de la ropa, el vestirse, las fiestas, los festivales sagrados, lavarse las manos, el que si se comía langostas o conejo u otros animales o no, estas cosas cambian en el Nuevo Testamento, a la luz de lo que Cristo ha hecho en la cruz del calvario, de su sacrificio en la cruz que nos ha liberado de una cantidad de cosas que a la luz de lo que Cristo dice, no son tan importantes, no son tan necesarias, pero que tienen un valor también importante para considerarlo, pero no tienen la fuerza que tenían antes en el Antiguo Testamento.
Pero la ley moral del Antiguo Testamento se transfiere al Nuevo Testamento y continúa ese llamado hacia la santidad. Por ejemplo, en Primera de Tesalonicenses 3:12, lo cual leí al inicio,
“…Para que sean afirmados vuestros corazones irreprensibles en santidad delante de Dios, nuestro Padre, en la venido de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos…”
Otro pasaje acerca de santidad, Hebreos 12:14:
“…Seguid la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá al Señor…”
Es un llamado fuerte que hay en el Nuevo Testamento a vivir vidas santas, vidas agradables al Señor. Es decir, que vemos que desde Génesis hasta Apocalipsis esa insistencia de la palabra es bien clara.
Así como mi pueblo Israel, yo esperaba que fuera santo, así yo espero que ustedes sean santos. La gracia que caracteriza el Nuevo Testamento, la salvación por gracia no por obras, no nos exime de ese llamado a la santidad.
Y sabe por qué no nos exime? Porque la santidad cristiana está vinculada al carácter de Dios, a la persona de Dios, y Dios nunca cambia ni cambiará. Dios es totalmente santo. Qué quiere decir que Dios es santo? Quiere decir que Dios es diferente a toda cosa creada. Dios nunca miente. Dios nunca explota a nadie. Dios nunca abusa de su poder. Dios no es un Dios sensual. Dios es un Dios puro, limpio, él no tolera nada corrupto, nada torcido, nada falso, y nosotros que buscamos comunión con ese Dios necesitamos ser como él.
Entonces, vemos que Dios es único, Dios está totalmente separado de toda cosa creada, aunque también una parte interesante que además de Dios estar separado, Dios también está involucrado en su creación. Dios no existe allá en la estratósfera completamente separado de nosotros, Dios es diferente a nosotros, es completamente separado de lo que nosotros somos, pero él está involucrado en su creación, en la historia y no solamente eso, sino que encarnó en la persona de Jesús y vino a ser como uno de nosotros también.
Que maravillosa idea. Dios perfecto, y hombre perfecto unidos en la persona de Jesús simbolizando ese Dios que se comporta en una manera muy diferente a cualquier ser humano, pero que también está involucrado, tratando de llevar la creación a su estado original de perfecta santidad, de total perfección.
Y nosotros también, hermanos, somos llamados a como Dios ser separados también, reservarnos únicamente para Dios y para los valores de su reino. El pueblo de Dios se supone que exista en esa separación, en esa distancia santa de los valores del mundo. Como cristianos nosotros somos llamados a dos cosas, hermanos, somos llamados a ser separados de las prácticas y los valores de un mundo que no conoce de Dios, pero también somos llamados para servir al Señor. Somos separados del mundo, Dios nos separa para servir al Señor y ser sus instrumentos.
Es decir, que en un sentido nuestra santidad es igual a la santidad de Dios. Dios está aparte del mundo, está separado del mundo, pero no se queda separado, sino que se involucra con el mundo. Nosotros somos iguales. Nosotros somos separados del mundo, en nuestros valores, nuestra forma de comportarnos, pero Dios espera que estemos metidos en el mundo, que seamos la sal de la tierra, seamos la luz del mundo.
¿Sabe qué? Tu santidad no es para que tu no toques, no te relaciones con la gente, andes por allí con temor de que te vayan a mancillar si tu te metes en un autobús o en un tren. No, Dios quiere que mientras nosotros vivimos una vida santa, estemos totalmente involucrados en el mundo. Si usted es un ama de casa que tu vecina y tus vecinos sepan que hay algo diferente en ti, pero tu también eres una persona simpática, agradable, accesible.
Si tu trabajas en una escuela, trabajas como enfermera en un hospital o como médico, eres un maestro, eres un chef en un restaurante, lavas platos en ese mismo restaurante, si tu eres un hombre de negocios, una mujer de negocios, si tu dirigieses una agencia social, eres un político, lo que sea, sí, en un sentido tu identidad debe ser muy diferente a los valores del mundo, pero también tu estás metido en el mundo y eras una presencia. Tu estás siempre enseñándole al mundo cómo es que Dios quiere que vivamos la vida, y tu vida provoca interés en la gente. Guau, por qué él se comporta de esa manera? Por qué él no está maldiciendo como los demás de la fábrica? Por qué ella no está criticando a los jefes en la manera en que lo hace la demás gente y quejándose? Por qué no se esconde en el baño para fumar a las 10:00 de la mañana? Y por qué él está ahí dando 8 horas de trabajo por 8 horas de pago?
Es decir, Dios quiere que tu seas santo, que seas puro, que tus valores sean valores maravillosamente diferentes, pero Dios te quiere también metido en el mundo siendo sal, siendo levadura, siendo un agente de transformación y de cambio en el mundo. Y ese es el llamado difícil de la santidad que Dios quiere ambas.
Así como él es diferente pero también está en el mundo trabajando, que tu también lo seas. Primera de Pedro, Capítulo 2, versículo 9, dice:
“…Más vosotros sois linajes escogido, real sacerdocio, nación santa…”
Ve usted allí ese aspecto de que ustedes son algo diferente? Ustedes son algo especial, pero miren lo que dice:
“…Pueblo adquirido por Dios para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable…”
Yo creo que uno de los problemas muchas veces con la definición de santidad en mucho evangélico es que como que creen que la santidad solamente es para apartarse de, pero no apartarse para. Entonces hay un pueblo como místico, separado que no interactúa con el mundo, no se mezcla con el mundo, y entonces ese pueblo, dice la Biblia, que si la sal pierde su sabor no sirve para nada.
La sal tiene que estar mezclada con la sustancia que va a salar, no hay tal cosa como una sal teórica, si usted va a salar una carne, usted no se la echa a la madera de la mesa, usted se la echa a la carne para que la sale y le de influencia.
Cómo vamos nosotros a ser un pueblo influyente en el mundo si no nos mezclamos con el mundo? Ahora, eso plantea unos peligros tremendos, yo entiendo eso, pero no hay alternativa. Tenemos que invitar gente a nuestros hogares, tenemos que ser trabajadores que la gente conoce.
Saben que lo que dicen por allí los sociólogos? Que una vez que un cristiano ha sido cristiano por dos o tres años, ya pierde su efectividad evangelística. Sabe quiénes son los mejores evangelistas? La gente nueva. Porque todavía tiene contacto con los familiares y con los amigos y todo esto. Tristemente una vez que ya los cristianos, los evangélicos tienen un tiempo en la cultura evangélica, ya pierden el contacto con los incrédulos y dejan de ser sal, ya no invitan gente a la iglesia.
Cada vez que viene una nueva persona y se convierte en la iglesia, yo no veo solamente a esa persona, yo veo a 4 ó 5 ó 6 que vienen con ella también. Su papá, su mamá, sus amigos, sus hermanos porque esa persona quieren que otros conozcan al Señor. Nunca dejes de tener contacto con los incrédulos. Que tu santidad no te impida ser un agente activo. Amén. Dios te ha llamado para que anuncies las virtudes del Señor.
Otro asunto acerca de la santidad. Por qué es importante la santidad? Mire, si usted no ejemplifica santidad, usted no puede, ni yo podemos tener comunión con Dios. Un Dios santo, un Dios puro, requiere gente santa y pura para relacionarse con él. La Biblia dice que Dios no puede ni siquiera mirar el pecado. Cómo nosotros vamos a tener intimidad con Dios? Mucha gente se siente separada de Dios y aún en la iglesia, oran pero no se sienten en contacto con el Señor. Adoran pero no sienten pasión por Dios. No sienten como que Dios les habla. Puede que una de las razones sea que tu vida no está lo suficientemente consagrada al Señor, porque sin santidad nadie verá al Señor. Sin santidad no podemos tener comunión con él.
No podemos recibir nada de Dios tampoco. Te gustaría a tu recibir poder de parte de Dios? Te gustaría a ti recibir revelación de Dios? Tienes que limpiar tu vida, cada día pedirle al Señor más y más, Señor, hazme un instrumento tuyo, hazme un hilo, un conector a través del cual pueda correr tu gracia a mi vida.
Y finalmente, sin santidad no podemos ser usados por Dios. Dios no va a usar un instrumento impuro. Los utensilios en el templo, los muebles del templo, el templo mismo era un lugar sagrado, santo. Eran cosas dedicadas al Señor y no podían ser usadas para propósitos profanos. Y por eso es tan importante que nosotros también, que somos instrumentos de Dios, somos templos del Dios viviente, vivamos vidas santas para que Dios pueda usarnos a nosotros.
Dice el Apóstol Santiago que una fuente no puede producir agua dulce y agua amarga. No puede producir veneno y también jugo que calme la sed. Tiene que producir o una cosa o la otra. Cuántos de nosotros podemos decir, no, yo soy una fuente que produce agua dulce solamente? Qué sale de nuestra boca? Cómo es nuestro trato con los demás? Cómo son nuestras acciones alrededor de nosotros? Verdaderamente producimos nosotros energías que están consagradas a producir cosas positivas, cosas buenas para el Señor?
Yo llamo a la santidad, el gran prerrequisito. La santidad está en la base de toda cosa buena que un cristiano puede recibir. La santidad es el sinequanon, para usar una expresión fancy, en latín. Es aquello sin lo cual usted no puede recibir ninguna cosa buena de parte del Señor. Ser santo, buscar la santidad, santificar nuestras vidas, mejorar cada día la manera en que nosotros vivimos la vida, y lo que somos delante de Dios y de nuestros hermanos, les aseguro hermanos, es la mayor bendición que usted se puede dar a su vida.
Mucha gente piensa como que el llamado a la santidad, nosotros lo hacemos porque somos santurrones, porque queremos aguarle la fiesta a la gente. Mire, al contrario, es el amor lo que nos llama a llamar a la gente a la santidad. Cuántas veces escuchamos por ahí esta idea de que porque nosotros exigimos la pureza sexual, de que porque exigimos la disciplina en la vida cristiana, lo hacemos porque somos self righteous, somos como santurrones, nos creemos mejor que los demás, no tenemos misericordia, no tenemos amor. Eso es lo que usa el mundo secular hoy en día para acusarnos a nosotros cuando insistimos en cierto tipo de pureza en la vida.
Pero sabe que es todo lo contrario. Lo que nos impele, lo que nos obliga muchas veces a insistir a la gente a aceptar los valores de la palabra de Dios como normas para la vida, es que los amamos a ellos, es que sin esos valores ellos no van a poder ser felices. El diablo quiere que tu vivas como a ti te da la gana, y que tu creas que esa es la manera de vivir, pero al final te jala la soga y te parte el cuello en un momento. A él no le importa que tu te desboques a través de los placeres. Pero un día, un sida, un día, una bala en una discoteca, un día un accidente mientras estás drogado o borracho, un día un matrimonio que se desploma, un día unos hijos que ya no quieren saber de ti y que se van por el mundo de la perdición, un día te encuentras deprimido, te encuentras lleno de ansiedad, no puedes dormir, necesitas pastillas para todo, te fuiste detrás del dinero, te fuiste detrás de los placeres del mundo, pensabas que el mundo era tuyo, pero a la larga, los cobradores vienen y te piden con intereses lo que tu les tomaste prestado.
Entonces, Dios dice, mira, vive la vida bien desde el principio, controla tus apetitos, disciplina tu vida, entra en la verdad de Dios, rígete por los mandamientos del Señor porque en esa vida hay bendición, hay eternidad.
El diablo quiere que tu experimentes placeres que te quemen el sistema nervioso. En una discoteca todas las luces brillando por dondequiera, el interés de esa mujer si se va ir contigo en la noche al final de la fiesta, y sin embargo al otro día, qué pasa? Tu sistema está quemado totalmente. Te sientes deprimido, te sientes vacío, no sabes por qué, y cuando tu practicas eso una y otra, y otra, y otra vez viene la destrucción en tu vida. Y un día te encuentras a los 50 años prematuramente viejo y deprimido. Tus hijos se fueron, no quieren saber de ti, la mujer se fue con otro hace tiempo. Qué pasó? El diablo se cegó, te engañó, te entretuvo para que tu le entregaras tu vitalidad.
Yo veo mujeres y hombres cuando vengo a veces a la iglesia, parados allí en esa calle de Alban Street con Massachusetts, a los 30,40 años, todavía uno ve a veces mujeres y hombres que les queda todavía un poco de vitalidad. En algún momento fueron gente bella, atractiva, llena de vida, pero ya usted lo ve, el cable se está secando ya. Les queda poco tiempo. Usted lo ve en la piel reseca, la mirada caída, la boca que refleja amargura, el cuerpo que ya no camina de la misma manera. Esa gente está viviendo a tarjetazo puro, se drogan, tienen sexo desenfrenado, se emborrachan, hacen lo que les da la gana, viven como chivo sin ley, pero hay un precio que pagar y Dios dice, no hijo mío, entra dentro del marco sano de mi santidad y vas a vivir una vida feliz todos los días.
Quizás no vas a tener esos apetitos desenfrenados, pero lo que yo te doy es maná, es vida eterna, algo que no te quema, no te destruye, no te seca, sino que se renueva dentro de ti cada día.
Qué cree usted que es mejor inversión? Dos hora y pico aquí en la iglesia, recibiendo palabra de Dios, adorando al Señor, con gente que tiene valores sublimes, que están persiguiendo, o cuatro, cinco horas en una discoteca o haciendo cosas que son indebidas? Cuál de esas dos vidas cree usted que está invirtiendo para el futuro? No falta mucho decirlo.
Por eso es que tenemos que vivir esa vida disciplinada. Esa es la santidad a la cual Dios nos llama. La santidad nos asegura el bienestar espiritual y emocional. Cuando usted vive dentro de los valores del Señor, usted tiene paz en su corazón, aún cuando viene la tormenta, usted puede decir, paz en medio de la tormenta.
Aún cuando vienen las dificultades y las pruebas en la vida usted dice como el salmista, aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno porque tu estarás conmigo, tu vara y tu callado me infundirán aliento.
Hermanos, cuando uno vive una vida que agrada al Señor, nadie lo puede tocar, aunque cuando el diablo viene y te ataca y tu sufres, tu sabes que a la larga tu Dios va a venir y te va a salvar y te va a sacar de la prueba.
Tu sabes que tus espaldas están cubiertas, la vida de una persona que ha aceptado los valores del Reino de Dios, es una vida segura y también sabe que cuando usted tiene una vida santa y agradable al Señor, eso le asegura la bendición y la prosperidad de Dios material, también. Dios bendice a un pueblo que vive en santidad.
Por eso yo les digo, yo no puedo esperar a ver lo que Dios va a hacer con esta comunidad en los próximos años, cómo ustedes van a cambiar, cómo sus hijos van a ser bendecidos, cómo sus hijos van a ser prosperados. Yo deseo que nosotros abramos esta pared, la echemos para atrás, para adelante y que esto se llene de familias que busquen refugio en la casa de Dios.
Solo de esa manera se va a detener el derramamiento de sangre en nuestras calles. Solo de esa manera se va a detener la muerte prematura de nuestros jóvenes que se meten jeringuillas que les envenenan la sangre y los matan prematuramente. Nuestras hijas que se convierten en madres antes de ellas mismas ser hijas como debieran serlo. La iglesia es el único refugio para el mundo y tenemos que anunciar esta vida que Cristo nos llama a vivir, para que muchos vengan.
Yo creo que la iglesia es el único refugio para una comunidad que aspira tener la bendición y la prosperidad de Dios. Así que yo quiero, y nosotros tenemos que asegurarnos de que todo el mundo que podamos atraer a los caminos de Dios. Y entonces tenemos que vivir esos valores, tenemos que ejemplificar esos valores. Yo te llamo a ti y a mí, cada día a pelear esa buena batalla de la fe, porque no es fácil. Hay que pagar un precio, hay que eximirse de muchas cosas, hay que batallar contra el grito de la sangre y de la carne dentro de nosotros.
Pero cuando usted lo hace así, la vida se ordena, la vida se arregla, la vida asume su curso y vale la pena, ciertamente, vale la pena. Tenemos que hacer todo lo posible. La santidad nos asegura la protección divina.
Cuando usted vive conforme a los valores del Reino de Dios, Dios le protege de los ataques del diablo. Y si el diablo viene, el Señor se para y dice, tiene que pasar a través de mí primero. Y aún si Dios permite que tu seas probado, Dios te saca brillando como el oro, dice la palabra del Señor.
Dios a veces permitirá que venga la prueba a tu vida, pero si tu lo pasas con Dios, eso redundará en bendición para tu vida. Serás un hombre, una mujer más como Dios te quiere. Sabes que sin pruebas no puede haber en última instancia verdadera santidad. Es una paradoja. Pero la verdad es que necesitamos que Dios a veces mate un poco la carne dentro de nosotros para que podamos entonces ser como Cristo nos quiere.
Muchas veces el grito de la carne está tan grande dentro de nosotros que tiene que ser apaciguada un poquito. Y por eso a veces vienen los sufrimientos, vienen ciertas enfermedades, ciertas luchas, porque Dios nos está metiendo una jeringuilla y nos está sacando un poco de esa sangre extra que tenemos, nos está debilitando un poco.
Sabe que es necesario que a veces seamos debilitados? Hay hombres que tienen demasiada testosterona dentro de ellos, por ejemplo, y necesitan que le saquen un poco de testosterona, un par de buenas enfermedades, resuelve ese problema fácilmente. Es la verdad, hermanos.
Mire, el quebrantamiento del yo, el quebrantamiento de la carne es parte de la forma en que Dios usa para hacernos más como Cristo. El Señor Jesucristo dijo, si el grano de trigo no cae a tierra y muere, queda solo, pero si muere lleva mucho fruto. No es el Señor quien dice también, llevad mi yugo sobre vosotros porque mi yugo es fácil y ligera mi carga? Dice, así hallaréis descanso para vuestras almas.
Muchas de las cosas que nosotros sufrimos, los padecimientos, las luchas, los sinsabores de la vida, es porque la carne está demasiado viva dentro de nosotros. Y Dios tiene que venir un poco y aplacarla a través de situaciones difíciles.
Dios usa todo, hermanos, para crearse un hombre, una mujer santa. Pero sí, yo te digo una cosa, que el estado normal, normativo de un hijo de Dios, es protección de la prueba, protección de las dificultades, y si vienen Dios las usará para beneficio tuyo, en vez de para destrucción tuya.
Finalmente, amarrando cabos, quiero introducir este punto que es tan importante para nosotros como iglesia. Esto nos distingue a nosotros como congregación, aunque no somos los únicos que enseñamos esto.
La santidad es mucho más que abstenernos de la impureza sexual. Yo creo que hay muchas iglesias que limitan la santidad a como decía la hermana García, de lo que se da de la cintura para abajo. Y creemos que la santidad es puramente lo que tiene que ver con impureza sexual, pero la santidad en la Biblia es mucho más que eso.
Yo quiero, en esta tarde, extender el concepto de santidad en el cual nosotros vivimos. Quiero extenderlo a la dimensión ética, la dimensión social, la dimensión de nuestras relaciones unos con los otros. Por eso yo escogí ese pasaje de primera de Tesalonicenses 3, donde el Apóstol Pablo habla de que tengamos esa actitud de generosidad unos con los otros, y para con los demás allá afuera. Porque también eso es parte de la santidad que Dios quiere.
Yo creo que hay muchas iglesias que todo es el aspecto externo de la santidad. Y hay mucha gente que yo creo que por esa razón, no ha entrado en una vida más poderosa y más usada por Dios, porque se han limitado solamente a mirar ese aspecto de la vida cristiana. Yo hablo cada vez más y más acerca de santidad vertical y santidad horizontal. Si hubiera tenido tiempo en mi preparación de esta presentación, hubiera puesto una cruz ahora mismo allí. Una cruz tiene una dimensión vertical y una dimensión horizontal. Y en la parte vertical de la cruz hubiera escrito santidad vertical, es decir, santidad para con Dios. Yo y Dios. Y mucha gente piensa que santidad es eso solamente, lo que se da entre yo y Dios, como Dios es santo, puro, yo también tengo que ser así.
Si yo estoy bien con Dios, pues, eso es lo que se necesita. Pero se olvidan de la otra dimensión de la cruz, la santidad horizontal. Vamos a hacer un experimento esta mañana. Lo hice con los hermanos de las 9, cautelosamente extienda su mano hacia los lados. ¿Verdad que está tocando a alguien? ¿Verdad que está afectando a alguien? Y usted ve, esa es la parte de la vida cristiana que tenemos que nosotros cuidar mucho, porque muchos cristianos solo piensan en esto, la santidad mía y Dios.
Pero muchas veces no nos preguntamos, bueno, y qué de mi relación con mi esposa o mi esposo? Cómo está mi relación con mis hijos? Cómo me ven mis hijos, mis hijas? Qué piensan de mí mis amigos y mis amigas? Si yo pudiera pararme en una esquinita del salón, sin que nadie me viera y se le hiciera una pregunta, oye, qué tu piensas de fulanito? Qué palabras vienen inmediatamente a tu mente? Qué dirían? Quisquilloso, rencoroso, murmurador, guarda rencor, si la hace la paga, ten cuidado, no se le olvida una sola, chismoso, no paga lo que debe, calculador, manipulador, dominante. O dirían, uf, una persona generosa, llena de amor, trabajadora, tu le dices un secreto y ese secreto va a la tumba con ellos, tolerante, ve lo bueno en ti antes que lo malo. Es una persona amorosa, da de sí misma, generosa con sus bienes, es una persona confiable, tiene misericordia de la persona caída.
Son preguntas importantes. Cómo nos ve el mundo y cómo nos ve la gente con la cual nos relacionamos? Eso también es santidad. Yo creo que uno de los problemas con tanta gente en las iglesias es que en la iglesia nos pasamos el tiempo hablando de santidad solamente en la dimensión vertical, moralidad, y otro tipo de cosas. Pero no se enfatiza lo suficiente de cómo nos relacionamos unos con los otros.
Y ¿Sabe qué? Yo diría, hermanos, que en el mundo lo que más convence a la gente a entrar en los caminos del Señor es a veces la moralidad horizontal, aún cuando decimos lo importante que es la moralidad vertical también. Pero yo encuentro que lo que más llama a la gente a los caminos del Señor es cuán atractivos somos, cuán amables somos, cómo nos tratamos unos a los otros, el amor que tenemos.
Cómo dijo Jesucristo? Dijo, Padre, para que ellos sean unos como tu y yo somos uno, para que el mundo crea que tu me enviaste. Cuál es la mayor apologética del señorío de Cristo ante el mundo? El amor que nos tenemos unos con los otros, la manera en que nos tratamos, cómo nosotros tratamos a nuestros colegas en el trabajo, cómo nos conducimos, la gentileza.
Hay una palabra que a mí siempre me persigue del Apóstol Pablo, cuando él dice, vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. Gentileza quiere decir en el griego original, vuestra generosidad, vuestro amor, vuestra capacidad para ver el oro escondido en la persona, la oportunidad que le das al caído. Esa es la santidad horizontal que es tan importante como, en mi opinión, la moralidad vertical. Las dos cosas son importantes.
Yo creo que uno de los problemas, hermanos, con el cristianismo a través de los siglos, y por eso se han cometido tantos errores a través de la historia, es porque los pastores, los maestros de la iglesia no le hemos dado igual importancia a la moralidad horizontal que le damos a la moralidad vertical.
Entonces el mundo se ha quedado una cantidad de gente que dice, bueno, gracias a Dios porque ya yo sé quién Jesucristo es, he entregado mi vida a él, me he abstenido de matar gente, de hacer esto, de hacer lo otro, pero sus corazones todavía están duros, no están tratados por el maestro del amor, y entonces por eso vemos las grandes guerras religiosas en el siglo XVI, la persecución de los judíos, las cruzadas donde se mataron tantos cientos de miles de personas. Vemos la esclavitud en Estados Unidos, en Inglaterra, países cristianos. Vemos la discriminación del negro en las ciudades de Estados Unidos en el siglo XX todavía.
Vemos todas estas cosas que se dan en el cristianismo, vemos iglesias que hay gente supuestamente muy santa, pero examine la calidad de la vida de esas iglesias, y pregúntese si a usted le gustaría vivir en esa iglesia y estar allí mucho tiempo. Porque no se trató con esa dimensión.
Dios quiere una santidad que refleje un carácter verdaderamente cristiano, que refleje la generosidad, la ternura y la compasión de Jesucristo. Es lo que la Biblia llama el fruto del Espíritu Santo. Usted ha escuchado el fruto del Espíritu Santo en Gálatas, Capítulo 5, bondad, benignidad, amor, templanza, esperanza, fe, todas estas cualidades hermosas del Evangelio. Esas cualidades, dulce y mansas del Evangelio, entonces el fruto del espíritu es muy importante para una santidad completa. No es solamente ser puro sexualmente sino también ser generosos.
Nosotros somos una iglesia de gente generosa. Yo pienso que estemos en vía a ser, que amemos a los demás, que perdonemos al ofensor, que nos toleremos. León de Judá tiene que ser conocido por ser una iglesia de tolerancia uno para con los otros, de amar a nuestros enemigos, de ayudar al pobre, de no mentir, de no murmurar, de ser honestos y trabajadores.
Cuando yo oigo de hermanos que están diciendo cosas falsas de otros hermanos, a mí eso me duele en el corazón. Hace poco oí a alguien que dijo que aquel hermano tiene sida, y dijo, pastor, yo no tengo sida, he cometido muchos errores en mi vida, pero gracias a Dios no tengo sida. Pero esta hermana anda por ahí diciendo que este hermano tiene sida en nuestra iglesia.
Usted cree que eso es santidad? No. Yo digo eso para sacar esa espina, hermanos, no lo digo para atacar a nadie. En una iglesia cristiana nunca debe haber murmuración, nunca se le debe dañar el carácter a un hermano. Si usted sabe algo dañino y vergonzoso de un hermanos, llévese ese secreto a la tumba, ore por ese hermano, que no sea usted la causa de que esa imagen de ese hombre, esa mujer sea rebajada, porque es una persona de amor, de misericordia, de mansedumbre, usted refleja la gentileza de Jesucristo.
De nuevo, Dios nos llama a las dos cosas, ser puros, ser sexualmente disciplinados, cuidar nuestro cuerpo, portarnos bien en la sociedad pero también reflejar el carácter de Dios, la pureza de su reino, ser diferentes a las cultura que no se someten a Dios y a sus valores.
Que hay en el mundo allá afuera? En el mundo allá afuera hay manipulación de la gente, usar el dinero para oprimir, usar el control de la información para formatearle la mente a la gente, usdar los medios de comunicación, el marketing, el mercadeo, la publicidad para uno servirse de la gente y hacerse rico y hacer dinero.
Los cristianos decimos, nunca usaremos nuestro poder para manipular a nadie, nunca usaremos el conocimiento que tenemos para sacar ventaja de ello. Seremos gente de amor, gente de bien, gente que las personas puedan voltearnos las espaldas y saber que nunca le haremos daños, porque lo que nos controla es el amor de Jesucristo, la generosidad de Jesús.
Terminando, lo más difícil de ejecutar y fácil de ignorar para muchos de nosotros, es precisamente esa dimensión horizontal de la santidad, porque requiere un largo y doloroso proceso de trato y perfeccionamiento de parte de Dios.
Si tu quieres abrazar esa santidad, mi hermano, mi hermana, tienes que resignarte a que Dios te va tener que poner unos braces en los dientes y te va a apretar de vez en cuando los braces. El hombre o la mujer de Dios que quiere llegar a ser como Cristo, tiene que resignarse a una vida de disciplina y trato del Espíritu Santo. De vez en cuando Dios te va a llamar al gimnasio y te va a decir, estás un poquito gordito, métete en el rodillo y comienza a correr unas 10 millas. Te voy a poner a dieta. Te voy a apretar.
A veces tenemos que ir a la clínica de Dios. Yo le temo a esos días de clínicas de Dios, cuando Dios me llama y dice, ven acá, Roberto, tengo que sacarte un poquito de sangre para que seas más como yo te necesito. Y eso es una disciplina continua.
Si tu eres un hijo de Dios, una hija de Dios, tu meta debe ser, yo quiero ser más como Cristo cada día. Y eso quiere decir que la vida cristiana es una vida de ciertas incomodidades también. Es como la vida de un atleta. Un atleta no puede hacer lo que le da la gana. Un atleta no puede comer lo que le da la gana. Un atleta no puede acostarse a dormir a la hora que quiere. Es una vida de privaciones, pero ¿Sabe qué? Que hermoso es un atleta, que bien se siente, que orgulloso se siente de su cuerpo, de su vida.
Asimismo somos nosotros. Tenemos que pagar un precio pero vale la pena el resultado. Y por eso muchas veces como es tan difícil y tan doloroso, no queremos, pero es necesario. Dios quiere formar un pueblo que refleje la santidad de Dios en todas las dimensiones y no solamente en el aspecto tradicional y básico, mucho en el inventario de la santidad que mucho no conocemos.
Voy a terminar con esta idea. León de Judá, nuestra iglesia, siempre insistirá en las dos dimensiones de la vida cristiana. Si usted se pregunta, bueno, por qué la iglesia de León de Judá no habla tan insistentemente de la santidad como la iglesia donde yo iba? De vez en cuando, hermanitas me sacan a parte, también a veces los hermanitos, pero son como las hermanitas sobre todo que vienen de la iglesia pentecostal y me llaman a capítulo porque no hacemos ciertas cosas, porque yo no llamo a las hermanas a que dejen las pantallas y que se vistan un poquito con más soltura, que hagan esto, que hagan lo otro.
La verdad es que el vocabulario que nosotros usamos para la santidad es más complejo que eso. No quiere decir que no creemos en la santidad, pero tratamos de ver la totalidad de la santidad. Y yo espero que con el tiempo nuestra iglesia inclusive refleje en el vestir, en las cosas externas la santidad que conviene al pueblo de Dios, pero también las cosas internas.
Hay un pasaje que a mí siempre me persigue, por ejemplo, el Apóstol Pablo que dice a las hermanas, dice que vuestra apariencia no sea la de peinados ostentosos y de mucho oro, y de vestidos costosos, sino el ornato de una vida santa, de una vida ordenada, una vida bendecida.
Hay mujeres y hombres en la medida en que les aplique también, porque hoy en día también a los hombres, creemos que la hombría es andar con los 6 botones de la camisa abiertos y una cadena de oro en medio para llamar la atención, las pectorales bien desarrolladas, pantalones estrechos que revelen la anatomía que Dios nos ha permitido desarrollar o lo que sea. Y el Apóstol Pablo nos dice, miren mis hermanos, mis hermanas, que su belleza no dependa de esas cosas, sino que dependa…
Yo creo que lo que atrae a una mujer a un hombre, no es tanto las pectorales, los bíceps desarrollados, es su carácter. Yo creo que la mayoría de las mujeres son generalmente bastante razonables, y lo que quieren es un hombre que tenga sus 10 dedos en las manos y que sea esencialmente saludable, que sea limpio, se bañe todos los días, que sea trabajador. No están buscando cosas del otro mundo, están buscando un hombre feo, formal y fuerte, eso es lo que dicen los mexicanos.
Y les digo la verdad, yo no he encontrado más hermoso en una mujer que un carácter afable, espiritual, inteligente, saludable, una salud emocional en ella. Esas son las cosas que adornan a un hombre, a una mujer, y que lo hacen atractivo. Porque la belleza física se va en cualquier momento. Pero el ornato de una vida bien vivida, eso nunca se despeja.
Un hombre, una mujer, mientras más crece, más se puede hacer muy atractivo. Porque dice la palabra que mientras el ser exterior va decayendo, el interior se va renovando de día en día, y la belleza interior brilla a través de la belleza exterior y la transforma.
Esos son los valores y por eso es que nosotros insistimos en esas cosas, porque eso es lo más importante. Yo espero que nosotros entendamos eso, que las mujeres no sientan que tienen que anunciar toda la mercancía de un solo tirón, porque sino están en desventaja. Hermana, lo importante es que tu reflejes la gracia del Señor en tu vida, eso es lo más atractivo de todo.
Y por eso es que yo digo, que yo espero que con el paso del tiempo nuestra iglesia también vaya mejorando en esas dimensiones. De paso, no engañemos tampoco. Porque hay hermanas que dicen, no voy a poner pantalones estrechos, pero se ponen una falda más estrecha que los pantalones. Mejor ponte el bendito pantalón, esa es la hipocresía pentecostal. No usan pantalones, pero usan una falda que le dan gangrena a veces a las pobres mujeres. No, no, tiene que ser algo verdaderamente honesto.
Tenemos que luchar legítimamente. Pero yo espero que con el paso del tiempo nuestra iglesia sea una iglesia que refleje esa pureza, esos valores. Eso viene de adentro. Eso no lo puede imponer el pastor, eso no lo puede imponer una ley externa, eso cuando Cristo trata contigo y va mejorándote y tratándote, tu vas a sentir aquello de lo cual yo estoy hablando. Eso es algo que sale de adentro.
Y para nuestra iglesia esos valores de santidad van a determinar cómo escogemos a nuestros líderes principales. Si usted se pregunta, por qué hay como una… cuál es la selectividad que gobierna quién enseña en nuestra iglesia? De nuevo, no somos perfectos tampoco en determinar eso, porque hay errores y cosas que pasan. Pero en todo lo posible nosotros vamos a escoger líderes, sobre todo al nivel principal, que reflejen, y le vamos a poner presión y si no se conforman a eso, a la larga van a tener dificultad en esta iglesia, que reflejen esos valores balanceados. Ese va a ser el marco en el cual usamos los dones, el amor, la misericordia.
Por eso decimos, si tu uso de los dones en el medio de la congregación escandaliza, crea incomodidad, crea confusión, entonces tu no estás usando los dones conforme al marco del amor de Dios, no lo estás usando conforme a la santidad de Dios.
El uso de los dones tiene que estar gobernado por la misericordia, la consideración con los demás, el amor para con los demás. Ese entendimiento de la santidad determinará cómo nosotros medimos la madurez espiritual de la gente en nuestra iglesia, si estamos creciendo, si estamos mejorando.
Yo siempre me lo pregunto, no es cuántas faldas largas vinieron el domingo a la iglesia, sino cómo estaba el amormetrómetro de la iglesia? Dónde estaba el nivel del amor hoy? Dónde estaba la gentileza? Dónde estaba la gracia? Dónde estaba la misericordia? Dónde estaba la amistad entre nosotros? Cómo se sentía el aire? Se sentía despejado o pesado? Esos son los valores, lo que enseñamos y predicamos, cómo discipulamos a nuestra gente, los valores de los discipulados, cómo medimos el éxito de nuestra iglesia, si estamos progresando o no, cómo invertimos nuestras energías para formar el carácter de nuestra feligresía.
Quisiera tener más tiempo para cerrar estas cosas. Pero yo espero que por lo menos el tono esencial de mi mensaje se haya hecho claro a ustedes. Queremos ser un pueblo balanceado, un pueblo santo, 360 grados. Queremos reflejar la santidad de Dios, pero también queremos reflejar su misericordia, su amor, su gracia, todo junto.
Quiera Dios que esos sean los valores de nuestra iglesia. Bajemos nuestra cabeza un momento. Vamos a imitar el trato de Dios en nuestras vidas. Si tu sientes que algo de lo que yo estoy diciendo toca tu vida y te habla, yo pido que el Señor Jesús permita ahora que haya una medicina que entre a tu corazón.
Yo quiero que esta gracia de Dios entre a tu matrimonio, que tu casa sea una casa de orden, de armonía y de paz, porque los valores del Reino de Dios estén en ti, en tu esposa, en tus hijos, que haya amor de los padres para con los hijos, de los hijos para con los padres, que nuestros vecindarios sean lugares donde cada día se pongan mejores porque haya tres o cuatro familias proféticas en las 4 esquinas de una calle que misteriosamente vayan ejerciendo una influencia positiva en ese vecindario, porque el amor de esa familia se manifiesta.
Y que nuestros trabajos, nosotros seamos pacificadores. Que bueno es cuando hay un agente de paz en un trabajo. Esas personas son como levadura que van cambiando la atmósfera alrededor de ellos. Yo le pido al Señor que en la escuela, donde nosotros estamos, los vecindarios donde estamos, los trabajos donde estamos, nuestra gente se distinga por ser un pueblo transformador, un pueblo contagioso.
Yo le pido al Señor, Señor, hazme a mí un agente de tu paz y de tu misericordia. Sé que estoy lejos de llegar a ser todo lo que Dios quiere que yo sea, en ese sentido, pero digo, Padre, hazme un hombre puro, un hombre limpio, un hombre sano y también un hombre de misericordia, de amor y de gracia, un hombre de una buena sonrisa. Y tu quieres lo mismo también para ti, para tu familia, para tu vida, queremos reflejar el carácter de Jesús.
Yo quiero ser como Cristo. No te gustaría a ti también ser como Cristo? Pidámosle al Señor que nos haga como Jesús, puro, santo, limpio, misericordioso, gentil, generoso, perdonador, afirmador del débil, veraz en todo lo que él dice, así queremos que esta iglesia sea, Padre. Te la ofrecemos, te ofrecemos nuestras vidas. Gracias por tu palabra, gracias por todas las cosas buenas que hemos recibido en este día. Te damos el honor y la gloria en el en el nombre de Jesús. Y el pueblo de Dios dice, amén, amén. Gloria al en el nombre del Señor. Amén.