Vamos a ir a Lucas13, vamos a leer dos pasajes: Mateo 5:16 y Lucas 13, versículos 18 al 21. Allí dice la palabra del Señor en Mateo capítulo 5, versículo 13: “Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? No sirve más para nada sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder, ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud sino se pone sobre el candelero y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Lucas capítulo 13 versículos 18 al 21: “Y dijo ¿a qué es semejante el reino de Dios? Y ¿con qué lo compararé? Es semejante al grano de mostaza que un hombre tomó y sembró en su huerto y creció y se hizo árbol grande y las aves del cielo anidaron en sus ramas”. Y volvió a decir: “¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que todo hubo fermentado”.
Hermanos, este pasaje, en realidad yo quería exponerlo durante la noche de despedida de año y quiero hoy sin embargo compartirlo con ustedes porque creo que el Señor quiere hablarnos a través de él como Iglesia. Estos pasajes me impactaron mientras los meditaba recientemente porque nos habla acerca de lo que nosotros somos en Cristo Jesús. De la nueva naturaleza que nosotros hemos recibido como hijos de Dios.
Jesús quiso en varias ocasiones que sus discípulos, sus seguidores, entendieran su verdadera naturaleza. No la de Él sino la de ellos. Y por extensión la de nosotros como seguidores de Jesucristo. Que nosotros entendiéramos el carácter especial que nosotros tenemos en Cristo Jesús. La nueva naturaleza que nos ha sido dada, lo que nosotros verdaderamente somos, como dice la palabra: ‘Somos un real sacerdocio. Una nación santa, un pueblo apartado por Dios para cosas muy especiales’.
Cuando nosotros entramos en el reino de Dios, cuando recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, cuando el espíritu santo viene a morar a nuestra vida y hace obras de transformación interior, nos es imputada, nos es dada una nueva naturaleza.
Y es una naturaleza entre muchas otras cosas, de poder, es una naturaleza de influencia, es una naturaleza de gracia y por eso Jesús le refirió estos diferentes pasajes, estas diferentes ilustraciones o parábolas acerca de la iglesia, lo que es la iglesia y el reino de los cielos.
Es como una radiografía de lo que somos nosotros en el mundo espiritual.
Entrar al reino de Dios, hermanos, es algo excelente. Es algo excepcional. Cuando nosotros entramos al Reino de los Cielos, se nos imparte la misma vida de Dios y el poder de Cristo comienza a moverse, se activa dentro de nosotros.
El apóstol Pablo dijo: “Qué el mismo poder –en Efesios- que levantó a Cristo de los muertos, es el poder que habita en nosotros”. Y quizás tú te miras y dices ‘pero yo soy tan común y tan corriente no veo nada nuevo. Yo no brillo en la oscuridad, yo no soy radioactivo’ y sin embargo la palabra me dice que Dios se mueve con todo su poder dentro de mi y que eso me da razón para yo vivir la vida confiado y seguro y para tener ciertas expectativas de cómo Dios se va a manifestar a través de mi vida.
Hay una nueva naturaleza que habita dentro de ti aunque parezca que nada ha cambiado y que todo es como siempre.
Hace un par de días veía un documental en la televisión acerca de cuatro niños. Tres de ellos Filipinos y uno Vietnamita. Estos niños hasta cierta edad habían vivido una vida común y corriente, pobre, sus madres –tres de ellas prostitutas- reconocidas en la comunidad. Una de ellas simplemente una moza en un restaurant y estos niños vivían la vida de cualquier niño pobre de países eminentemente pobres como son Vietnam y las Filipinas.
Pero estos niños sin que la comunidad supiera mucho acerca de ellos, tenían algo muy especial. Aunque jugaban en las calles y en la tierra como cualquier otro niño dentro de ellos había algo muy excepcional.
Y es lo siguiente: estos niños tenían un papá norteamericano que era un hombre de negocios, dueño de aerolíneas, de grandes empresas en el mundo y este hombre viajaba mucho por el área del Oriente y parece que tenía una preferencia especial por mujeres asiáticas y procreó cuatro niños con estas mujeres y quien sabe que otros niños por ahí que no saben que tienen un padre de esa índole. Estarán, quizás, padeciendo de miseria, como tantos cristianos también que tienen un padre muy especial pero no lo perciben, no se dan cuenta de ello.
Pero estos niños, como les digo, eran hijos de un hombre eminentemente rico, multi-, multi-millonario. Y este hombre murió y dejó establecida una fundación. Murió inesperadamente, se ahogó, y dejó una fortuna valorada en más de 600 millones de dólares. Y dejó todo ese dinero a una fundación que se suponía que todo ese dinero simplemente se distribuyera a universidades para propósitos de investigación médica, etc.
Las madres, no lentas ni perezosas, supieron de la muerte de este hombre y buscaron buenos abogados. Los abogados pusieron demandas de paternidad. Establecieron en una forma bastante convincente que estos niños –y uno les ve las caras y es evidente que son hijos de este hombre- pero también por una pequeña muestra de sangre que quedaba en un sitio por un accidente que él había tenido antes de avión, se pudo constatar con mucha seguridad de que estos niños eran hijos de este hombre.
Y después de muchos años de pugna y meses y meses en que la Fundación y los abogados de él no querían soltar el dinero, ni querían que un centavo les tocara a ellos trataron de negociar para darle aunque sea un poquitito. Porque dijeron, “Nosotros queremos todo lo que nos toca”.
Y el caso fue, escuchen esto, hace poco resolvió el asunto y los abogados de este hombre, después de resistir mucho llegaron a un acuerdo con estas cuatro familias, estas cuatro mujeres –tres de ellas prostitutas como digo y una de ellas una mujer muy, muy humilde- y estos niños, hermanos, probablemente van a recibir cada uno 90 millones de dólares. ¿Okay? Cada uno 90 millones de dólares.
Creo que es como un 60 por ciento de toda la fortuna de este hombre. Tenían algo increíble dentro de ellos y no lo sabían. Llevaban los genes de un hombre multi-, multi-millonario y tremendamente poderoso. Y ellos reclamaron sus derechos, los hicieron valer, pelearon contra las fuerzas que no querían reconocerles sus derechos y ganaron.
Y hoy son multi-, multi-millonarios. De la miseria a la riqueza inimaginable para muchos de nosotros de ser multi-, multi-millonarios. ¿Por qué? Porque tenían una naturaleza excepcional dentro de ellos. Algo se movía dentro de ellos, era invisible pero estaba allí dentro de ellos y ese algo se hizo reconocer y se convirtió en algo entonces externamente reconocible.
Hermanos, se me ocurre si la aplicación de la ilustración ya no le es obvia, usted necesita despertarse y tomarse un café. No lo haga en el Santuario.
Pero, la idea es que nosotros al entrar en comunión con el espíritu de Dios, al recibir a Cristo como nuestro Señor y salvador, al venir a ser parte de la familia de Dios, nosotros tenemos en nuestros genes espirituales la herencia de un Padre multi-, multi-, millo-, billo-, trillo- millonario: es el creador del Universo, el dueño de todo lo que existe. Él tiene todos los recursos del universo a su disposición y nosotros somos partícipes de los recursos del cielo.
Quizás no lo parecemos externamente pero dentro de nosotros está implantada la naturaleza divina. Ha sido activada, esa naturaleza de Dios que había sido opacada por el pecado Adánico, hace miles de años atrás. Ahora recuerda que tú eres hijo y tú eres parte de una estirpe excelente. Tú eres parte de una empresa y de una energía conquistadora.
El padre nos ha inseminado con una nueva vida interior, un nuevo poder. Eso es lo que yo creo que la Biblia quiere expresar cuando habla de un nuevo nacimiento. Hay una nueva naturaleza que le es dada a cada hombre, a cada mujer que entra en comunión directa con el espíritu de Dios a través de Cristo Jesús.
Y ¿usted sabe cual es el problema, hermanos? Que muchos de nosotros no estamos consientes de eso, no cultivamos esa conciencia. No pasamos tiempo meditando en ella, no la activamos por medio de la fe, no la confesamos verbalmente, no nos atrevemos a emprender cosas en el nombre de esa naturaleza nueva que tenemos que es de nosotros. Y nos quedamos como esos niñitos antes de recibir su reconocimiento de paternidad pobres, miserables, como todos los demás. Cuando Dios nos ha llamado a ser una fuerza conquistadora en el mundo.
El brazo de Dios no se ha acortado, la mano de Él no ha sido retirada. La iglesia es la que tiene que despertarse a su nueva naturaleza pero las formas en que Cristo compara a la iglesia dice que es “la sal de la tierra,” dice que “es la luz del mundo,” la compara con una semilla de mostaza que es pequeñita pero que cuando crece se hace un árbol inmensamente frondoso y muchos pájaros encuentran nido y habitación en ese árbol frondoso.
Lo compara a la levadura que usted le echa unas cuantas semillitas o polvitos de levadura y ¿qué pasa? Esa levadura se esparce por toda la masa y la expande y la penetra y la hace algo grande. Algo mínimo deja sentir su fuerza en algo grande y tú quizás te consideras muy pequeñito pero en Cristo Jesús tú eres un gigante porque no eres tú sino Cristo dentro de ti. El poder de Dios dentro de ti. Esa es la nueva naturaleza que Cristo nos ha dado.
Tú y yo, hermano, la iglesia, los que somos miembros de la raza redimida en Cristo Jesús estamos hechos, estamos creados, estamos reconstruidos para reconquistar, para embellecer el mundo, para llenarlo todo, para establecer dominio, para ser agentes de vida, para ser una levadura.
¿Saben lo qué es una levadura? Una levadura le da vida. Si una masa de harina no tiene levadura, ¿sabe qué? Es como una galleta: flat, completamente plana. El pan no se levanta. ¿Qué es lo que permite que un pedacito de harina se haga algo grande y esponjoso? La levadura que está dentro de ella, es la vida, es lo que expande, es lo que da posibilidad de vida.
Y eso es lo que nosotros somos. Nosotros somos como computadoras humildes que se le han metido más memoria. Hacemos las cosas más rápido, procesamos más las cosas.
Yo tengo una computadora por allí que comenzó bastante limitada en sus posibilidades. Le compramos unos componentes pequeñitos, pero le inyectamos, cerramos la computadora. La computadora parecía la misma por fuera, pero cuando yo apretaba los botones, las cosas funcionaban bien rápidamente. Podía procesar mucho más porque dentro de ella tenía algo nuevo, un poder diferente.
Eso es lo que nosotros tenemos, el poder de Dios dentro de nosotros. Es la vida de Dios, nos ha dado Dios una nueva naturaleza. Hemos heredado como esos niños asiáticos, la naturaleza de nuestro Padre celestial, todo su poder, su honra, su prestigio, sus posibilidades, su promesa, su capacidad para influir y para cambiar la materia. Todo eso, tú y yo lo hemos recibido y todo está en que nosotros nos atrevamos a hacerlo, en que nosotros cultivemos la conciencia de que “yo lo tengo, yo lo puedo” y que nosotros creamos en el nombre del Señor.
¿Saben qué? Va a haber fuerzas que no van a querer permitir que nosotros entremos en esa nueva naturaleza. Esa es la inercia natural de tiempo y del espacio de este mundo en que nosotros vivimos. Este mundo Adánico, penetrado por el pecado. Como esos abogados de este hombre, no querían soltar el dinero a estos niños que le pertenecían por paternidad.
Hay en este mundo fuerzas diabólicas, fuerzas de la oscuridad y tal vez simplemente parte de la misma materia en que nos movemos que no va a querer que tú entres en el uso de tu poder. Y por eso es que no somos gigantes todos en una forma espontánea y natural.
Hay que luchar, hay que arrancar al diablo la naturaleza que Dios nos ha dado. Hay que ir contra el viento y contra la marea, hay que pelear, hay que batallar, hay que estar dispuestos a luchar porque el diablo no liberta ninguno de sus cautivos así por así, a menos que venga una fuerza mayor y lo obligue a soltarla.
Dice Jesucristo que “el hombre fuerte, a menos que no venga alguien más fuerte que él y lo ate, entonces no puede saquear su casa” pero cuando viene alguien más fuerte viene y ata al hombre fuerte que gobierna la casa y entonces hace lo que quiere con su casa.
El diablo es ese hombre fuerte que no quiere que tú entres en tu herencia y él va a hacer todo lo posible porque tú no lo hagas. Y van a venir pruebas a tu vida, van a venir luchas a tu vida, pero en el nombre del Señor si tú persistes tú vences, tarde o temprano.
Dios nos dio la visión pero no crea, hermano, que usted va a ir como quien pasa por un bosque lleno de flores simplemente recogiéndolas y metiéndolas en su cesto. Hay serpientes, hay lobos, hay fieras terribles que no quieren que tú entres en las bendiciones de Dios. Pero lo que tienes que hacer es persistir, en el nombre del Señor. Él que llamó y Él hará que tú entres en lo que Él ha declarado para tu vida. Fiel es el que prometió.
La vida no se abre para nadie, hermanos, este mundo no le cede a nadie nada a menos que uno no guerree y no batalle. Por eso cuando hablamos de victoria y de poder y de triunfo no se crea que le estoy prometiendo un lecho de rosas. Hay luchas en la vida, va a venir tribulación porque vivimos en un mundo que está penetrado por el mal y dice la Biblia que Satanás sólo sabe matar, robar y destruir. Sus poderes quieren que tú te mantengas pequeñito, tú te mantengas en la miseria, pero Dios quiere que tú tengas vida y la tengas en abundancia.
¿Quién va a ganar, Dios o el diablo? La Biblia dice: ‘Resistid al diablo y huirá de vosotros’.
Si tú te mantienes firme en lo que Dios ha declarado, si tú persistes en la visión que Él ha puesto en tu corazón, tarde o temprano, tú tendrás que entrar en ella.
Todo está en que tú creas en el Señor y cuando vengan los primeros que hayan de mentirte y a decirte “No, no lo puedes hacer” que tú simplemente no te vayas con la colita entre las piernas. ‘Okay, bueno, si me dijeron que era así, pues está bien’. Tú tienes que seguir resistiendo, tocando a la puerta: ‘Tocad y se os abrirá, pedid y se os dará, buscad y hallareis’, dice el Señor.
Hay un elemento de insistencia, de persistir hasta que la puerta se abra y venga la bendición a tu vida. El reino de los cielos se hace fuerte, los valientes lo arrebatan, aquellos que se mantienen firmes en las cosas del Señor, esa es la naturaleza.
Hermanos, mi visión del mundo, mi concepto del mundo es una visión conflictiva. Este mundo en que vivimos es un mundo de conflicto y de lucha. Y ¿sabe qué? Mi concepto del reino de Dios, es el concepto de un ejército. Nosotros somos guerreros, somos soldados en un ejército.
Cuando tú entras al reino de Dios tú entras como un soldado. Tú entras como un guerrero y muchos de nosotros no hemos entrado en esa mentalidad guerrera, muchos de nosotros todavía nos falta pasar por el boot camp, por la introducción al ejército, estamos allí afuera, tenemos el uniforme de soldado pero nos queda grande y la pistola nos baila porque no hemos podido en realidad entrar en la plenitud de la actitud que Dios quiere para nuestras vidas.
Y Dios, hermanos, desea que cada uno de nosotros cultive, cultive continuamente a fuerza de meditación a fuerza de visualización, a fuerza de verbalización, a fuerza de lectura, continuamente y de conversión positiva esa naturaleza guerrera del reino de los cielos. Jesús dijo: “Yo no he venido a traer paz, sino -¿qué?- a traer espadas” y Pablo compara una y otra vez al cristiano con un guerrero. ¿Por qué? Porque este mundo es inherentemente conflictivo, y si tú entras a este mundo sabes que vas a tener que guerrear, vas a tener que luchar y Dios te ha dado una naturaleza conquistadora.
La naturaleza de la iglesia de Jesucristo es una naturaleza conquistadora. Yo les digo, hermanos, no hay lugar de mayor paz que en el medio de la lucha para el creyente.
Yo siempre he dicho que si yo fuera pintor y me dijeran: “Pinta un cuadro que exprese la paz” yo pintaría el cuadro de la tormenta bíblica esa, cuando estaban Pedro y Jesús en la barca y los discípulos durmiendo allí en la barca y las olas azotando la barca. Y Jesús allí tranquilo en paz con su Dios.
Y ¿sabe qué? Esa gente estaba también segura porque Jesús estaba también en la barca. La barca no se podía hundir porque Jesús estaba en ella. Había tribulación, había lucha, sí pero había seguridad.
Muchos de nosotros como cristianos creemos que la paz está en escapar del conflicto. No hacer nada para el reino, no envolvernos en nada porque el diablo va y se molesta conmigo. Entonces mejor me quedo calladito allí para que no sepa que yo existo ni siquiera.
¿Sabe qué, hermano? Ese no es el lugar de la seguridad. El lugar de la seguridad es siguiendo al Señor, el lugar de la seguridad es dándole al Señor. El lugar del gozo es invirtiendo en el Señor, el lugar de la Gloria es sacrificándote para el Señor. El lugar de la gloria es sufriendo y batallando y sangrando y llorando para el Señor. Allí es donde está el gozo.
Donde está la paz, donde está la altura de vida. No viviendo la vida arrastrándonos por el piso. Deshonramos a nuestro Padre, porque nuestro Padre es un guerrero.
Nuestro Padre celestial es un soberano, es un rey. Él gobierna y él quiere que nosotros gobernemos también. Por eso el Señor quiso que nosotros entendiéramos eso y nos hace esas comparaciones de ser la sal de la tierra. La sal le da sabor a todo lo que toca. La luz del mundo, la luz conquista las tinieblas.
¿Usted ha visto alguna vez que se prenda una luz y que las tinieblas se queden iguales? La luz donde entra alumbra y establece su naturaleza. Nosotros somos así, hermanos, eso es lo que Cristo quiere que nosotros entendamos y por eso Él le dijo a la iglesia.
Hermanos, una y otra vez uno ve pasajes que nos invitan a ser militantes como cristianos. Cristo dijo: “Id por todo el mundo. Predicad el evangelio y haced discípulos a todas las naciones”. ¿Qué quiso decir con hacer discípulos? ¿Qué hace usted? Cuando usted tiene un discípulo ese discípulo le obedece, ese discípulo le sigue, ese discípulo adopta su mentalidad, ese discípulo ve a través de sus ojos, ese discípulo se convierte en una reflexión de su maestro.
No hay discípulos si no hay maestros.
[Audio de conclusión]
Entonces Cristo dijo “Conviertan a las naciones en sus discípulos como iglesia” es decir conquisten a las naciones. Impártanle a las naciones su fe, impártanle su creencia, impartan a las naciones la visión del reino de Dios. Dominen sobre las naciones. Establezcan los valores del Reino de Dios. Inseminen la cultura en la sociedad con los valores y la visión del Reino de Dios. Haced discípulos a las naciones”. Eso es lo que Cristo quiso decir.
Y el apóstol Pablo –yo recordaba- lo que dice en Segunda de Corintios, capítulo 10 versículo 4 y 5 donde dice el apóstol Pablo: ‘Porque las armas de nuestra milicia no son carnales’, es decir nuestras armas, hermanos, no son armas limitadas. No son esas pistolitas que usan por allí que aunque tienen mucho poder, no. Las armas del cristiano son armas mucho más poderosas.
Dice: ‘son poderosas en Dios para destrucción de fortalezas. Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo’.
Eso ciertamente se aplica al nivel humano, individual de que yo tengo que llevar mis pensamientos, mis emociones, los impulsos de mi ser a obediencia a Cristo, pero ¿sabe qué? También se aplica al nivel macro cósmico. Al nivel de las naciones y de la cultura y de la sociedad. Como cristiano y como siervo de Dios yo me siento comprometido, hermano.
Yo sé que todo lo que yo haga aquí en la tierra, sea orientado a llevar cautivo todo pensamiento y toda altivez rebajarla a reverencia a Cristo. Yo voy a hacer todo lo que esté de mi parte y de parte de esta iglesia, mientras nosotros estemos aquí para que esta iglesia sea una influencia en la cultura y en la comunidad para llevarla al conocimiento de Jesús y a la obediencia de los principios de Cristo.
Nosotros tenemos que ser una iglesia guerrera. Tenemos que ser una iglesia agresiva, tenemos que ser una iglesia visionaria, tenemos que ser una iglesia que entienda que estamos aquí no para ser dominados y para meternos en una esquina para que nadie nos veas, sino que para alumbrar a toda la comunidad y que la gente sepa que esta iglesia está en esta comunidad.
¿Qué dice el Señor ahí? Dice que la si uno coge una luz y la pone debajo de la cama, por ejemplo. Usted coge una vela y la pone debajo de la cama. Cuando viene a ver está saltando de la cama porque se ha quemado. Dice que una ciudad está en una colina, todo el mundo cuando viene y la ve.
Uno de mis recuerdos es la ciudad de Acapulco. Una noche íbamos viajando un grupo de estudiantes, hace veinte y pico de años, más de lo que quiero recordar, en un van lleno de colchones. Estábamos viajando por México y a las millas pudimos en medio de la oscuridad, pudimos ver las luces de la ciudad de Acapulco, por donde quiera. Las luces de Acapulco, precioso, habíamos estado caminando por entre las montañas y no estábamos seguros donde estábamos, si íbamos a llegar o no. Pero nos llenó el corazón de ánimo cuando vimos a la distancia todas esas luces de una gran ciudad. La ciudad de Acapulco. Y eso fue lo que Cristo quiso decir. Una ciudad asentada en un monte nadie puede dejar de verla.
Dice: ‘Una luz no se coge y se mete debajo de la cama o debajo de un escritorio sino que se ponen en un lugar desde donde extienda su influencia e ilumine todo lo que está alrededor de ella’. ¿Sabe qué, hermano? La iglesia de Cristo ha sido llamada a ser así también. Hemos sido llamados a que nuestra luz alumbre a todo lo que está alrededor de nosotros y que el mundo sienta nuestra influencia.
Dios nos ha llamado aquí a esta ciudad a establecer el dominio de Jesús con otras iglesias que lo están tratando de hacer. Pero, por lo menos nosotros tenemos una parte que nos toca a nosotros. Yo no se que porción les toca a otras iglesias, pero a mi me preocupa lo que a nosotros nos toca como pueblo de Dios.
Usted y yo venimos aquí a Boston a establecer la luz de Cristo. Nuestra luz no la vamos a poner debajo de la cama, la vamos a poner bien alto para que todo el mundo sepa donde está la Congregación León de Judá. Que puedan venir aquí y ser sanados, que puedan venir aquí y declarar las bendiciones de Dios, que puedan recibir esperanza, que puedan hacer su paz con el Señor Jesucristo.
Todas esas cosas nosotros queremos que nuestra iglesia pueda hacer porque ese es el llamado de la iglesia. El llamado de la iglesia es a ser agresiva. El llamado de la iglesia es a ser una fuerza de conquista. El llamado de la iglesia a ser un animal de presa, de cacería que vaya que tome la presa, que ponga la visión y se tire sobre la presa y conquiste en el nombre de Jesús. Y yo quiero que ustedes y yo cultivemos esa mentalidad agresiva en el nombre de Jesús.
Tú eres creyente, tú eres seguidor de Jesucristo, tú tienes un llamado sublime. Tu llamado es para conquistar y para establecer tu influencia, no para glorificarte tú sino para traer bendición y vida a los que necesitan el conocimiento de Jesús. La iglesia fue llamada a establecer con poder y con sabiduría el dominio de Dios sobre la tierra. Ese es el llamado.
Y cuando Cristo se fue de aquí fue bien claro en que le dejaba a la iglesia una encomienda: “Conquisten, negocien entre tanto que yo venga. Inviertan, esfuércense, trabajen duro porque yo quiero que este mundo sea sometible y que el mundo conozca que yo soy Señor de Señores y Rey de Reyes”.
Ese es nuestro llamado, hermanos, y para eso nosotros estamos aquí. No es para crear reputación y echarnos a dormir. Es para vivir nuestra vida para que el reino de los cielos sea establecido aquí en la tierra y las naciones conozcan el nombre de Jesucristo.
¿Sabe qué? La iglesia llegó hasta cierto punto a establecer su dominio sobre la cultura. Política, social, culturalmente en los primeros siglos de esta era pos cristiana. Cuando Roma a través de Constantino reconoció el señorío de Jesucristo, en el cuatro siglo después de Cristo. El poder más grande de toda la tierra se humilló ante la cruz y reconoció a Jesús como Señor. Pero lo reconoció imperfectamente. Pero de ahí comenzó un proceso en que la iglesia cristiana llegó a ejercer dominio.
A la iglesia de la Edad Media, en todo Occidente, era una iglesia tremendamente poderosa, el Papa Católico llego a obligar al Rey más fuerte del imperio occidental a humillarse en su patio y estar allí todo un día de rodillas y él dándose el lugar de ver si lo recibía o no para que reconocieran que el soberano era en realidad el poder religioso.
Pero ¿sabe qué? La iglesia se corrompió porque el poder corrompe. Y como Israel se corrompió y se enamoró del mundo, y el mundo le impartió su naturaleza porque la serpiente es la cosa más sutil que hay en el universo. Y poco a poco fue cooptando y subordinando y enamorando a la iglesia y la iglesia se enamoró del poder y entonces los hombres de Dios comenzaron a vestirse con ropas lujosas y a tener mansiones y a llenarse de una soberbia y un orgullo de que dominaban.
Y usted sabe bien, dice la Biblia que antes de la caída viene el orgullo y si Dios lo hizo con Israel, no es verdad que iba a dejar de hacerlo con la iglesia.
Y como la iglesia se enardeció y perdió su verdadera naturaleza, pues se convirtió simplemente en un poder más y con el tiempo fue decayendo, decayendo y con el tiempo vino la Ilustración en el Siglo 18, siglo 17 y la iglesia fue perdiendo poder.
Y mire hoy en día, por ejemplo, lo que es la iglesia en Europa, es irrelevante, ni siquiera es una fuerza de conflicto. No excepcional. En este país, la iglesia ha perdido tanto poder. Porque es que, hermanos, cuando la iglesia se mueve en la naturaleza que le pertenece, la iglesia es irresistible. Cuando usted y yo nos movemos en el poder de Dios nadie nos puede ganar. Yo le aseguro eso.
Si la iglesia de Cristo se despierta a su poder que tiene y se mueve en la forma en que Dios ha establecido que se mueva y se guarda de las tentaciones del mundo, la iglesia fácilmente en poco tiempo, vuelve otra vez a subir y a establecer el poder. Por eso es que a mí no me preocupa tanto esta cuestión de los problemas que hay hoy en día: la influencia del grupo homosexual o el crecimiento del aborto o las actitudes humanistas y seculares. Hermanos, cuando la iglesia está en el ring y está contra la esquina es cuando más poder tiene.
Si la iglesia se rebota y establece formas bíblicas de guerrear nadie la puede detener. La iglesia vuelve otra vez naturalmente a su actitud de poder.
Y eso es lo que nosotros tenemos que estar cultivando, que el Señor nos ayude a entrar en eso que Dios quiere que entremos y que querremos como guerrearon esos primeros creyentes primitivos que eran como dice Pablo: “ustedes no son nada. No hay entre ustedes gente muy conocida, muy exaltada, muy profesional”. Sin embargo esa gente, unos poquitos después habían conquistado al imperio Romano porque el poder de Dios estaba con ellos porque eran la sal de la tierra, porque eran la luz del mundo.
La sal es una imagen preciosa y no vamos a detenernos mucho más tiempo, pero mucho podríamos decir acerca de la sal. La sal entre otras cosas se usa para preservar, la sal preserva. ¿Ustedes han comido un buen bacalao con tomate y cebolla y todo esto? Y lo han comprado en la tienda salada, ese bacalao no tiene que estar en una nevera ni nada, porque la sal lo preserva. La sal se usaba en los tiempos antiguos en los barcos cuando no había neveras para preservar las carnes y las comidas.
En el mundo antiguo la sal se usaba mucho para preservar. En otras palabras la sal impide los procesos naturales de corrupción de la materia. La sal los atrasa, mejor dicho. El deterioro, el decaimiento natural de las cosas muertas, la sal tiende a detenerlo y a preservar la vida que queda en ellos. Lo podemos visualizar de esa manera.
Hermanos, y cuando Cristo dijo ‘vosotros sois la sal de la tierra’ estaba aludiendo a la iglesia como ese agente preservador. Ese agente que preserva la cultura, ese agente que mantiene, que impide que ese proceso natural de deterioro que hay en la humanidad.
Todo lo existente tiende a deteriorarse, esa es una de las leyes termodinámicas. Creo que es la segunda ley termodinámica y dice que todos los sistemas van hacia un proceso de creciente desorden e incoherencia. El mismo universo dicen los físicos está poco a poco perdiendo energía.
Pero no se preocupe porque va a tomarse entre 5 a 10 billones de años para que se termine la gasolina que tiene. Yo creo que Cristo viene mucho antes de eso, así que no pierda sueño. Pero sí han hecho experimentos y las mismas galaxias y el mismo universo dicen que está perdiendo energía poco a poco.
La sal es lo que detiene, lo que impide que el mundo se vaya deteriorando. Si al hombre se le dejara en sus procesos naturales de decaimiento, ya esta sociedad estuviera completamente destruida. Demonios –que no falta mucho- ya estuvieran caminando por las calles y gobernando en una manera total. Los hombres se hubieran corrompido totalmente.
¿Sabe lo que ha impedido que la cultura se deteriore completamente? La iglesia de Jesucristo que todavía está aquí en la tierra. Mientras la iglesia de Cristo esté aquí en la tierra es sal. Sal que penetra el ámbito del espíritu e impide que los poderes del diablo se posesionen completamente de la humanidad.
Nosotros, hermanos, preservamos este mundo. Sépalo. Nosotros somos los que mantenemos este mundo ahí aguantado. Que las bestias que están en el corazón del hombre no se vayan completamente de sus casillas, la iglesia, la influencia de la iglesia.
Y eso, hermanos, históricamente, la iglesia hay jugado ese papel. Cuando el imperio romano fue atacado por las ordes que venían del norte –estas tribus tremendamente primitivas pero muy poderosas, llenas de fuerza bélica- y esas tribus invadieron a Roma, muchos lo han comparado con una noche que se tiró sobretodo el occidente. Tenían mucho poder belicoso simplemente y Roma con toda su fuerza pero ya había decaído mucho no pudo resistir el embate de todas esas tribus poderosas que venían y fue conquistada.
¿Sabe quien mantuvo los conocimientos de la cultura griega y romana que se habían acumulado durante cientos y cientos de años anteriores? La iglesia. Los monasterios que surgieron en la Edad Media.
¿Quiénes eran los que mantenían la cultura a través de los manuscritos ilustrados, la investigación científica –la poca que había- la preservación del conocimiento, los experimentos y otras cosas que se hacían en los Monasterios? La iglesia cristiana mantenía el conocimiento, la iluminación.
Muchos monjes fueron sacados de sus monasterios para ser consejeros de Reyes, porque había sabiduría. Todavía se preservaba algo de la palabra de Dios y la iglesia fue la que mantuvo la cultura occidental durante su gran noche de siglos viva.
La vitalidad cultural, intelectual, espiritual estaba en la iglesia y de ahí salía lo que mantenía la cultura viva en occidente. Buena parte de la música, del arte, la literatura clásica de ¿dónde viene? De motivos bíblicos.
Váyase usted a cualquier museo, váyase aquí al museo de Bellas Artes de Boston y mire las grandes pinturas de los siglos de la Edad Media y usted verá que sus motivos eran casi exclusivamente, inclusive, motivos sagrados extraídos de las páginas de las escrituras. Juan Sebastián Bach uno de los grandes músicos de toda la historia, un genio como pocos genios, que la humanidad ha producido. Un hombre que dedicó toda su producción musical a Cristo Jesús.
La iglesia, hermanos, Occidente ha desarrollado el método científico que ha permitido a la humanidad mandar hombres a la Luna y al espacio y descubrí los secretos de las bacterias y de los viruses y hacer grandes inventos científicos, avances en todas las áreas de la tecnología. ¿Dónde se han dado esos grandes avances? En Occidente donde el Evangelio, donde el cristianismo ha imperado.
Ni en la India, ni en la China con todos los avances que tuvieron y todos los avances que inventaron en el área de las matemáticas y de la filosofía y todas esas cosas.
Pero la tecnología, la ciencia donde ha avanzado es en el Occidente donde el cristianismo ha tenido influencia. Y muchos filósofos de la ciencia dicen que lo que ha hecho que Occidente monopolice prácticamente el avance científico es el hecho de que detrás de las investigaciones científicas hay una verdad que el Evangelio siempre ha predicado y que la palabra de Dios dice que el universo fue creado por un Dios coherente que puso sistema que puso diseño en el universo y que se reveló a la humanidad y entonces esa creencia de que el hombre puede descubrir esta razón que Dios infundió en el universo es lo que ha alentado a los hombres en el Occidente ha investigar los secretos de la naturaleza y de la materia y que nos ha permitido crear esta cultura que nosotros conocemos científicamente.
En la India con todas sus investigaciones y todo su gran genio que tiene la India filosóficamente pero la ciencia allí arraigó ni los árabes que inventaron el cero y ciertas áreas de las matemáticas, no.
En Occidente donde el ánimo de creer Dios creó el universo y Dios quiere que nosotros conozcamos. El salmista dice: los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Esa creencia nos ha animado hermanos para bendecir el mundo con las investigaciones científicas.
La iglesia, la palabra de Dios, es una fuente preservadora. La palabra de Dios es una fuente que ilumina, fortalece, que bendice, que alimenta. Y tú eres parte de esa herencia gloriosa, mi hermano, tú perteneces a esa tradición que ha preservado la humanidad. Tú eres parte de esa sal de la tierra y nosotros tenemos que vivir con esa agresividad, cuando otros elementos han huido de los lugares que se están decayendo, la iglesia ha permanecido porque la Iglesia ha sentido ese llamado de ser sal en la tierra.
Yo estaba leyendo hace poco la historia de esta comunidad aquí de Rockberry y South Boston. ¿Saben ustedes hermanos que hace apenas 30, 40 años estos lugares de aquí eran lugares florecientes? Había muchas familias. Viaje usted, métase por esas calles, por allí y usted va a ver grandes edificios cerrados todavía con los nombres y los afiches de grandes factorías y fábricas que había en esta área hace apenas 30 años, 40 años por aquí. Hay edificios grandísimos que están ahora mismo clausurados donde hace unos cuantos años se oía todavía el choque de las maquinas y la vida de la industria.
Pero ¿qué pasó? Comenzó el deterioro y comenzó la huida a los suburbios y todos los elementos que preservan una comunidad comenzaron a fugarse de South Boston y Rocksberry sólo quedaron los lugares huecos donde había vida antes.
Y las familias de clase media desde que los hijos ya estudiaban, iban a la universidad ¿qué hacían? Se mudaban para los suburbios, no querían ya permanecer aquí con la gentuza del área. Y se compraban su casita por allá por donde fuera y ¿qué pasaba? El vecindario se fue deteriorando poco a poco. Se fue la industria, se fueron los servicios, se fueron las familias estables.
La gente trabajadora, la gente profesional y toda esta área se convirtió en un pueblo fantasma, un ghost town. Porque se fue la sal, se fue la luz, en desobediencia. Y aún la iglesias, desgraciadamente se unieron a esa fuga desobedeciendo a su llamado de ser sal y de ser poder preservador, de ser un agente de vida. Huyendo del llamado, huyendo de la naturaleza.
Las iglesias no se hicieron para huir del deterioro, las iglesias se hicieron para venir a donde está el deterioro e inseminarlo y poner la vida de Dios y decir: “Detente” a los poderes de las tinieblas y de la muerte. Porque aquí entró la sal y la sal tiene que estar donde está lo desabrido, donde está lo que no tiene sal.
Necesitamos un poquito de lucha para mantenernos vigorosos. Nuestra naturaleza es una naturaleza guerrera. El guerrero tiene que mantenerse haciendo ejercicio, guerreando para que su espada no se abote. Su espada tiene que mantenerse siempre afilada, su mente, sus ojos, su visión, su entendimiento, todo, tiene que estar con la postura del guerrero.
Por eso hemos venido aquí para ser sal de esta comunidad de Boston. Para ser sal aquí, para preservar. Porque nuestra vida no está en lo cómodo, nuestra vida no está en la inercia. Las iglesias se mueren ¿saben por qué? Porque llegan a cierto nivel de prosperidad, porque Dios las bendice. Si se mueven conforme a principios bíblicos una iglesia inevitablemente va a ser bendecida, va a llegar a cierto nivel de vida y de bendición.
Pero ¿qué pasa? Nos enamoramos, nos enamoramos de la prosperidad que Dios nos ha dado, entonces la prosperidad se convierte en nuestro Dios. La prosperidad ya no es un resultado sino es un objetivo. Entonces ya las iglesias se enamoran, llegan a cierto punto y ya nos miramos unos a otros bien vestidos y bonitos y nos decimos “¡Ah! Aquí tenemos que quedarnos. ¡Qué nadie cambie esto! No se mueva nadie. No hagan nada, no cambien nada.”.
Todo así. Tomamos una foto y nos quedamos ahí para siempre.
Pero ¿saben qué? En el momento que se tiró la foto comienza el decaimiento. La curva comienza ya a descender. Porque la iglesia no está hecha para quedarse en un punto dado. La iglesia es un animal vivo que está en proceso, dinámico, cambio continuamente tiene que estar haciendo algo nuevo. Continuamente tiene que estar buscando áreas nuevas de conquista, nuevas áreas de lucha, nuevos incentivos, nuevos retos y no puede amar su vida porque Cristo dice que ‘el que ama su vida la pierde’.
¿Sabe usted eso? Si usted ama su comodidad la va a perder. Usted tiene que despreciar su comodidad para usted tener comodidad. Eso es lo que dijimos al principio: las paradojas del reino.
Si una iglesia quiere crecer y prosperar y ser bendecida y llegar a nuevos niveles de vida, tiene que aborrecer su vida, aborrecer todos los logros, aborrecer su comodidad, aborrecer su prestigio, aborrecer su seguridad y lanzarse al abismo en el nombre del Señor.
En el nombre de aquel que ha dicho ‘No dejará que tu pie tropiece en piedra pues a sus ángeles mandará cerca de ti que te guarden en todos tus caminos’. Cuando usted se lanza en el nombre del Señor creyendo en el Dios que ha prometido, olvídese de todos los amarres de seguridad.
Si Dios le llama láncese en el nombre del Señor. Sea como Abraham, que el lema de su vida sea como Abraham: ‘Donde el Señor me mande allí yo iré. Deja a tu tierra y a tu parentela y vete a una tierra que yo te he de enseñar’. Ninguno de nosotros sabe que Dios tiene para nosotros en este lugar.
En realidad yo no lo sé. En términos específicos yo no lo sé. Ahora yo si sé una cosa que es bendición. Lo que sea y como venga es bendición porque Dios fue quien nos mandó a salir de nuestra tierra y de nuestra parentela y venir a una tierra nueva con nuevos retos, nueva savia, tierra que fluye leche y miel.
Hay por ahí unos cuantos gigantes pero ya a esos gigantes les han sacado los dientes y las uñas. Con una buena pedrada en la frente van a caer. No hay que temerles porque el Señor está con nosotros.
Yo les digo: Nunca había sentido, hermanos, que nosotros habíamos venido aquí a Boston a padecer. Yo nunca me he visto como un chivo allí amarrado con las cuatro patas con una soga que nos han tirado aquí a Rocksberry a padecer y a ser víctimas y ser mártires. Yo vengo aquí a disfrutar de este lugar que Dios nos ha dado.
Yo vengo aquí a ser bendecido, yo vengo aquí con gran expectativa de que Dios nos va a cuidar, nos va a guardar, nos va a bendecir. Porque cuando Dios da una cosecha, cuando Dios da una pesca milagrosa la barca amenaza con hundir de tanto que se cosecha y tanto que se recoge. Y hay que llamar a otros para que nos ayude porque es tanto lo que Dios nos da.
Esa es la expectativa, hermanos.
¿Sabe qué? Dios ya ha comenzado a mostrar su poder y su influencia positiva en este lugar. Cuando nosotros llegamos aquí, ese callejón allí, nosotros trabajábamos y usted veía allí drogadictos inyectándose drogas y prostitutas haciendo su negocio, ahí detrás en ese callejón. Pero, ¿sabe qué? Hace meses y meses y meses que ahí no se ve nadie. Porque cuando entró la Iglesia de Jesucristo entró el orden, entró la vida, entró la gracia, entró la coherencia de Dios.
Y este lugar ha ido mejorando y se ha ido levantando porque la iglesia es orden. Los vecinos de aquí al lado dijeron ‘que bueno que ustedes vienen, porque yo se que con ustedes esto se va a arreglar’.
Mire, alguien que no cree en Jesucristo sabe más a veces que nosotros los creyentes. Yo he visto en este tiempo, este lugar comenzar a respirar la paz de Dios, hermanos. Y yo oro continuamente que este lugar sea un lugar de paz y de bendición. Que los cristianos no tengan que entrar a este lugar con zozobra en su corazón, mirando para todos los lados, a ver quien le da la pedrada. ¡No! Vamos a entrar, vamos a disfrutar, vamos a gozarnos, vamos a celebrar lo que Dios nos ha dado.
Yo no vengo aquí a padecer, yo vengo aquí a conquistar en el nombre de Jesús. Nuestras oraciones, yo creo que ya cuando hemos estado aquí, hemos orado, hemos intercedido, hemos pasado horas en oración en este lugar, hemos bendecido a la comunidad. Yo creo que ya hay principados, hay potestades que ya empacaron sus maletas y ya se fueron a otro lugar de Boston, quizás fuera del país.
Ya le dijeron por ahí ‘Huye porque hay una comunidad que viene por ahí. Esa gente no se quiere enfanado. Fíjate, se comen hasta los niños crudos’ y ya ellos empacaron y se fueron para otros lugares un poco mas favorables para sus actividades. Yo espero que con el paso del tiempo, veamos que Dios honra a los que creen en Él y se atreven a emprender cosas grandes.No podemos atemorizarnos, hermanos.
Déjenme decirles: el diablo solo respeta al que lo mira a los ojos. A los demonios no les gusta mirar a un hijo de Dios a los ojos. ¿Sabes? Yo por experiencia propia se lo digo. Detestan porque ven la gracia de Dios en los creyentes y odian ver la gracia de Dios y el nombre de Jesús en sus ojos. Pero si usted le coge miedo se le monta encima y olvídese, que nunca lo van a dejar tranquilo.
Son como los perros. A los perros hay que mirarlo a los ojos, porque si usted los mira a los ojos, ellos se mandan corriendo y huyen… algunos, por lo menos.
Le aconsejo que no trate eso en su casa ¿Okay?
Hermanos, el mundo está hecho, aún a nivel de la naturaleza, para aquellos que se atreven a emprender cosas en el nombre del Señor y si usted tiene cualquier lucha en su vida, a mi no me importa cual sea la lucha que usted tenga, puede ser una lucha familiar, puede ser una lucha de salud, puede ser una lucha a nivel de las emociones, hermanos, yo les quiero decir que en Cristo Jesús hay plenitud de vida.
Después de este bautizo de fuego de estos años que he estado aquí yo puedo decir eso con la boca llena: En Cristo hay victoria. En Cristo hay poder, en Cristo hay triunfo y los problemas son simplemente peldaños que llevamos para llegar más cerca a la presencia de Dios.
Eso es todo. Dios permite que nos ejercitemos.
¿Cómo vamos a crear músculos si no es a través de ejercicios? La prueba es ejercicio, la prueba es simplemente una adivinanza que Dios te da para que la resuelvas y te sientas contento al resolverla.
Si estas pasando por pruebas dale Gracias a Dios en la seguridad de que la victoria es inevitable porque dice Cristo que más ante estas cosas somos “más que vencedores”. Gloria al Señor y en eso confiamos. Esa es nuestra fe, esa es nuestra confianza, nuestra confesión en este día.
Tú eres la sal de la tierra, tú eres la luz del mundo, tú eres levadura que leuda toda la masa con la vida de Dios. Tú has sido llamado a ser un agente de luz, de gracia, de vida, de bendición. Vive como un hijo del Rey. Vive como un hijo de uno que tiene todo el poder y que en sus manos están los reyes, en sus manos están las puertas de este mundo y Él se las abre a los que lo temen y a los que bendicen su nombre.