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El domingo pasado hablamos acerca de cuando Dios no hace sentido, cuando Dios hace cosas que no computan en nuestra mente, no parecen que concuerdan con el Dios justo, generoso, bondadoso, fiel que hace las cosas cómo él promete en su palabra. Cuando suceden cosas en nuestra vida, en nuestra nación, nuestra sociedad en que vivimos, cuando el mundo se torna un poco raro y no sabemos cómo interpretar lo que está pasando, y no estamos seguros dónde está Dios en ese momento. Cuando hay momentos de adversidad y de prueba en nuestra vida, puede ser a nivel de una situación colectiva, social, mundial, como cuando hay situaciones de guerra en nuestros países o criminalidad desaforada o una enfermedad, una plaga que se distribuye. Puede ser a un nivel colectivo bien grande, pero también a nivel personal, cuando suceden cosas en nuestra vida que decimos, guau, por qué, yo no me merecía esto, y dónde está el Dios fiel y el Dios justo que bendice a los que lo sirven, y por qué entonces me está pasando esto.
Cuando hay momentos que Dios no hace sentido y vimos que Dios está presente, Dios está hablando, Dios está moviéndose, a veces el Señor se mueve en formas inesperadas y se toma tiempo para hacer las cosas. Tenemos que ser como Habacuc que cuando el Señor responde y dice, yo voy a mandar una horda, una plaga de gente violenta, maligna, pecaminosa, y voy a ajusticiar a mi pueblo, y Habacuc le dice, Señor, pero cómo es posible? Yo te hablé diciendo que había injusticia en la nación pero tampoco era para que tu mandaras una destrucción tan terrible por medio de manos terribles.
Y vimos que Dios es un Dios complejo, un Dios que brega a veces en formas inesperadas pero él siempre tiene un propósito y él siempre hace sentido al final, pero en el momento muchas veces no sabemos entender y por eso es que tenemos que mirar las cosas a través de los lentes de la palabra y a través del espíritu. Tenemos que pedirle al Señor que nos de discernimiento para entender el por qué de lo que nos está pasando muchas veces en nuestras vidas.
Dios usa todas las cosas, dice, para bien para aquellos que aman al Señor, pero hay momentos cuando tu estás pasando por el trapiche y te tienen en el lugar de la prueba, tu no sabes por qué Dios está haciendo eso, no te mandan un manual diciendo, busque en la página 32, capítulo 4, versículo a, b, c y allí va a encontrar. No. muchas veces Dios hace cosas y tu tienes que, mientras estás sin aliento, tratar de interpretar.
Y vimos que muchas veces lo que parece una maldición es más bien una bendición en disfraz. Lo que parece una situación que es un callejón sin salida muchas veces resulta ser algo que va a glorificar al Señor grandemente y que va a edificarte y bendecirte a la postre. Es decir, Habacuc es un libro escrito para nuestros tiempos, un libro para tiempos de premura, de dificultad, de crisis como estamos pasando en nuestra nación y en todo el mundo, donde Dios está haciendo cosas que nos vuelan las tapas de los sesos, por así decirlo muchas veces, donde hay rumores de guerra, el mundo está patas arriba. La revista Time que es una de las grandes revistas del mundo salió con un artículo de primera plana – ayer recibimos la revista por correo – dice ‘ha muerto la verdad?’ hablando de esta nación donde hay tanta mentira, tanta manipulación en muchos diferentes niveles y la ha habido ya, porque eso no es ahora. La mentira y la manipulación de parte de los políticos llevan ya muchos años pero sobre todo hace un tiempo.
Entonces como Habacuc a veces nosotros nos encontramos en situaciones así y Habacuc es un libro que nos da un ejemplo de cómo un hombre lidió con una situación donde Dios no parecía hacer sentido. Vamos a ver que mucho de ello depende de la perspectiva que nosotros adoptamos como hemos dicho.
Y yo quiero hablar hoy, como conclusión de estos sermones, acerca de cómo actuar cuando Dios no hace sentido, cómo conducirnos, cómo comportarnos, qué consejo nos da la Biblia cuando pasa algo en nuestra vida que Dios no hace sentido. De Habacuc podemos aprender unas bellas lecciones acerca de ello, cuando estamos confundidos y perplejos.
Porque Habacuc comienza de hecho con una expresión de confusión y de perplejidad. Los dos primeros capítulos nos muestran a un hombre en agonía, preguntándole a Dios por qué esto, por qué lo otro, y Dios contestándole en maneras que a él no le gusta. Y de ese diálogo aprendemos mucho. Habacuc comienza diciendo, en el versículo 2:
“Hasta cuándo oh Jehová, clamaré y no oirás, y daré voces a ti a causa de la violencia y no salvarás? Por qué me haces ver iniquidad y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí y pleito y contienda se levantan.”
Y así continúa. Esos primeros 4 versículos son devastadores. Este hombre está confundido, está perplejo, él está viendo cosas en su nación, injusticia, la ley no es respetada, Dios no es adorado y servido como es debido y él está confundido y dice, Señor, hasta cuándo voy a tener que soportar tanto pecado alrededor mío? Era un hombre justo.
Ese diálogo que se da, Dios le contesta, entonces Habacuc le vuelve a contestar y Dios le vuelve a decir otras cosas y hay ese encuentro entre Dios y Habacuc que nos muestra algo bien importante y es que una de las primeras cosas que tenemos que hacer cuando Dios no está haciendo sentido en nuestra vida es hacer lo que Habacuc hace que es ir delante de Dios y buscar una respuesta de parte de él.
Van a venir situaciones a nuestra vida individual, personal, que nos van a hacer cuestionar. Por ejemplo, yo pienso cuando una madre pierde un hijo, ya sea una madre que está encinta y su bebé lo pierde en un séptimo mes o en un sexto mes, o a los 2 años, o un hijo ya mayor. Nosotros conocemos situaciones en que hemos orado por un hijo descarriado y hemos pedido, Señor, rescátalo y nunca viene a los caminos del Señor o sucede algo, perdemos un hijo. Y hemos hecho todo lo que estaba de nuestra parte, orado, ayunado, buscado consejo, aconsejado y Dios no se muestra como que escucha nuestras oraciones.
Qué pasa cuando tu diezmas y ofrendas y sirves al Señor y tu crees que Dios te va a bendecir y te va a prosperar financieramente pero viene un reverso, pierdes tu trabajo, pierdes la casa, te quitan el carro, pasa algo financieramente. Dices, Señor, el pastor dijo que tu ibas a multiplicar mis bienes y me ibas a dar bendición, qué pasó? Dónde está el disconnect? Qué pasó? Yo te he servido, Señor, he sido fiel, durante muchos años tu me has bendecido y ahora todo se me viene abajo. Qué pasa?
Qué pasa cuando usted vive un estilo de vida sano? Come bien, se ejercita, hace lo que tiene que hacer, cuida su cuerpo y a los 50 años le diagnostican una enfermedad incurable o algo que usted va a tener que tomar por el resto de su vida, o una situación de enfermedad fuerte, dice, Señor, pero yo he hecho todo lo que he podido, me he portado bien, he cuidado mi cuerpo, he declarado sanidad y salud en mi vida, por qué me viene eso?
Yo sé que muchos de ustedes pueden hacer eco de esto y cien otras cosas que yo no he mencionado, donde gente justa y buena padece adversidad en su vida. Cómo reaccionamos en ese sentido? Cómo nos comportamos cuando Dios no hace sentido?
En el caso de Habacuc la pregunta es más amplia porque tiene que ver con algo a nivel de su nación, como en estos tiempos. Señor, yo te he estado orando por mí estatus legal durante mucho tiempo. Yo trabajo duro, yo pago mis impuestos, yo soy un miembro de mi comunidad fiel y yo he sentido que tu me has dicho que esto se va a resolver pero no hay respuesta, ya estoy cansado de esperar. Cómo reaccionamos en esas situaciones? Y parece como que la cosa se pone peor en vez de ponerse mejor. Cómo reaccionamos cuando no sabemos poner nuestro cerebro alrededor de una situación?
Y de nuevo, lo primero que hace Habacuc es él va ante el Señor. Él trae su perplejidad, él trae su confusión delante de Dios. él lucha con Dios, él pide una respuesta de parte de Dios y en los tiempos de aflicción, de prueba, de dificultad lo primero que tenemos que hacer es dirigir nuestra angustia hacia la fuente de toda la sabiduría y toda las soluciones que es nuestro Dios. En vez de quedarnos en esa mazmorra de la depresión, la confusión, el resentimiento contra Dios, podemos escoger eso. Podemos hacer de nuestra situación un pozo altísimo del cual no podemos salir y no queremos salir, porque muchas veces queremos quedarnos allí en ese lugar de auto conmiseración.
Habacuc nos muestra que en vez de revolcarnos en la ira y la desesperación debemos dirigir nuestras energías hacia el Señor. Qué hace Habacuc? Él toma su energía negativa, lo que siente, confusión, ira, perplejidad, algo que es diferente a lo que él espera, y toma esa energía y en vez de dirigirla hacia sí mismo, que es lo que constituye la depresión. Dicen los psicólogos y los psiquiatras que la depresión es ira dirigida hacia adentro.
Él toma la ira y la vuelve hacia Dios, no en el sentido de venir ante Dios en una forma irrespetuosa, pero en su carga. El Señor dice, traigan sus yugos, venid a mí si estáis tristes y cargados. Yo os haré descansar. Muchos de nosotros lo que hacemos es que cogemos nuestro yugo y lo seguimos… Dios te lo quiere quitar y dices, no, no, yo quiero continuar con él. Dios dice, pero entrégamelo. Háblame, trae tu necesidad a mí.
Hay una película “The Mission” – parece que tenemos muchos años de casados Meche y yo – este es como el show de los matrimonios, dice algo uno y el esposo o la esposa tiene la respuesta rápidamente. Cuál es su color favorito? El amarillo.
The Mission es una película muy bella y tiene una de las escenas más hermosas de descanso de carga que yo he visto, donde este sacerdote misionero que ama a Dios, ama a la gente, pero… no es un sacerdote, es un hombre que tiene una carga de culpabilidad bien grande y está llevando allí ese bulto de culpabilidad y alguien viene con un cuchillo ya canso de ver a este hombre cargar esa carga física en este caso que él se ha autoimpuesto, y con una espada corta la soga y eso se le cae a este hombre.
Y así es que Dios nos pide, trae tu ira, trae tu confusión, trae tu dolor y háblame a mí, yo me voy a poner unos guantes de boxear contigo. Ven, vamos al ring y dame todo lo que tu quieras. Yo quiero escuchar tu dolor. Yo quiero hablar contigo. Quiero que tu me hables, que seas honesto conmigo.
Habacuc toma su dolor, lo transfiere al Señor y eso es lo que es la oración muchas veces. La oración es tomar nuestra carga, nuestra confusión y a veces nuestra ira y decirle, Señor, yo necesito una respuesta de ti porque no me gusta lo que has hecho y Dios está dispuesto a escuchar nuestra oración.
Pablo en Filipenses, capítulo 4, versículo 6 y 7, yo me he referido muchas veces porque es un pasaje que merece repetición, nos dice lo que nosotros tenemos que hacer:
“Por nada estéis afanosos – digan nada, finanzas, salud, matrimonio, familia, situación política o documental – por nada estéis afanosos – afanosos quiere decir ansiosos.
Ahora, déjenme decirles que nuestra primera reacción y a veces hasta nuestra segunda reacción en tiempos de dificultad puede ser de afán o ansiedad. Yo creo que es legítimo cuando uno tiene una situación difícil sentir ira, angustia, ansiedad. Ahora, lo importante es no quedarse allí. Lo importante es no quedarse chapaleando en la ira, en la ansiedad, en la depresión, sino salir, huir por su vida. Nunca deje que la depresión se convierta en una condición. O mejor dicho, la depresión es algo que hemos dejado que se convierta en una condición.
A veces podemos sentir ira y perplejidad en un momento, pero lo que tenemos que hacer lo más rápido posible, antes de que eso se convierta en una costra dura y difícil de arrancar, transfiérasela al Señor. Vaya en oración, clame a Dios, ore.
Para mí, como he dicho tantas veces la oración es un proceso psiquiátrico donde yo me descargo delante de Dios. la oración no es solamente una lista de compras, dame, dame, dame, el valor de la oración es aparte de eso, es donde yo dialogo con Dios y me descargo y le hablo a mi Papá celestial que conoce ya lo que yo necesito y lo dejo que él escuche. Toda esa basura sale. Es una forma terapéutica. La oración nos cambia a nosotros. Recuerden lo que les he dicho? La oración nos cambia primero porque al venir ante el Señor es como un proceso terapéutico de soltura de las cargas que tenemos.
Y cuando un aprende y se entrena en esa dirección, uno recibe cada vez más y más descanso de la oración. La gente por ejemplo que consulta psiquiatras o psicólogos por muchos años, ya se entrenan y cada vez sacan más provecho porque se han acostumbrado al proceso y ya entonces les aprovecha mejor. así pasa con la oración. Al principio quizás no te da tanto provecho pero según tu vas ejercitándote en ella, más y más bendición tu recibes de ejercerla. Ya es como el aire que respiras, no puedes estar sin ella.
Entonces, Pablo dice, “sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias…”
Después vamos a hablar acerca de esa parte, de que muchas veces tenemos que darles gracias a Dios por fe y alabarlo por fe porque en el momento quizás no vemos la razón para hacerlo pero al hacerlo por fe se convierte en una realidad más adelante.
“… con acción de gracias y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento…”
Algo sobrenatural sucede cuando traemos nuestras cargas al Señor. Hay una paz, hay un descanso. No es una paz humana, no es una paz fácil de entender ni de explicar, no es una paz psicológica, es una paz – yo la llamé esta mañana – una paz objetiva. Es una paz que es una paz del espíritu.
Sabe usted que es posible muchas veces estar triste y a la misma vez tener paz en su corazón? Sabe usted que es posible uno saber que cuando uno va a buscar el azúcar en la mañana por el café, no hay ni un granito siquiera, usted dice, qué pena, caramba, pero también dice, pero el Señor es mi fortaleza y yo sé que me lo voy a tomar así y me va a saber como si fuera de azúcar en el nombre del Señor.
Es posible estar en situaciones, yo sé que nunca nadie aquí ha pasado por esa situación de que no haya azúcar en la casa, pero qué bueno es saber que en medio de eso el Señor está con nosotros también. Es posible. Esa paz que sobrepasa todo entendimiento, uno aprende a habitar en esas dimensiones donde las emociones dicen una cosa pero nuestro espíritu dice otra. Y yo creo que gran parte de la madurez cristiana es aprender más y más a habitar en esa dimensión del espíritu y desconectarnos de las emociones y de los sentimientos y habitar en ese lugar donde la paz de Dios entra a nuestro corazón y mantiene nuestras mentes y nuestros corazones enfocados en Cristo Jesús.
Y yo entiendo por qué Pablo más adelante en el versículo 8 dice, “por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, lo honesto, lo justo, lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Sabe por qué? Porque él dice aquí, “… y mantendrá vuestra mente y corazón en Cristo Jesús. Y después dice, piensen en estas cosas buenas. Sabe que cuando usted se enfoca en Cristo en vez de en la serpiente que le está mordiendo el calcañar, usted recibe paz y recibe descanso del Señor y fortaleza. Cuando en vez de estar escuchando a Lady Gaga usted escucha a un adorador, José Luis Reyes, Nancy Amancio, qué pasa cuando usted escucha adoración, algo que le bendice, le edifica, cuando usted mantiene su mente en la palabra de Dios, en los principios de Reino de Dios, usted va a la iglesia, escucha buena palabra? Su mente está siendo formateada en los principios del Evangelio y su espíritu está fuerte y por lo tanto sus emociones también van a estar fuertes.
Si usted mantiene su mirada puesta en Cristo Jesús, usted recibirá la paz que sobrepasa todo entendimiento. Así que una de las cosas que tenemos que hacer es tornar nuestra mirada hacia Dios, tornar del lugar de la crisis y de la situación difícil, buscar una buena conversación, buscar un hermano que le va a bendecir, le va a fortalecer, porque es una persona que habla positivamente. No busque a una persona sangrigorda y murmuradora para usted recibir descanso. Busque gente fuerte en el Señor, que le van a bendecir, le van a animar, le van a fortalecer, porque sino van a terminar los 2 saltando de un puente. Busque gente que le edifique, le fortalezca, le anime en el Señor. Busque espacios como este donde Dios habla a nuestra vida.
En vez de quedarse en la casa con la sábana hasta la cabeza, venga a la iglesia, aunque no se ponga pintalabios pero venga y busque del Señor acá, si está deprimido arrástrese, venga en pijama, le damos permiso, venga con las medias, pero busque esa fortaleza. Mire hacia el Señor.
Eso es lo que hace Habacuc en su tiempo de dificultad, de confusión, de gran premura, él va al Señor y dirige su carga al Señor y se queja delante de él. Y eso es algo que nosotros tenemos que aprender. La oración es la gran válvula de escape, la gran válvula de descanso cuando se abre la llave para que no esté todo metido y explote la estufa, suéltela en oración, en alabanza, llene su mente de las promesas del Señor. Hágalo como una cuestión higiénica aunque no sienta el deseo de hacerlo. Pero si usted lo hace la matemática va a funcionar y se va a dar el descanso y la transformación.
Yo recordaba esta mañana el himno hermoso, ‘Dulce oración.’ Cuántos lo conocen a ese himno? Fue escrito en 1845 por un hombre ciego de nacimiento que reusó ceder a la depresión y la auto conmiseración y usaba su mente para recordar… la gente que lo conocía pensaba que él se había memorizado toda la Biblia porque tantas partes de la Biblia se memorizó porque no podía leerla. Y él entonces dejaba que la palabra de Dios corriera a través de su vida y compuso himnos y uno de los himnos que él compuso fue este himno ‘Dulce oración’ dice, dulce oración, dulce oración, de toda influencia mundanal elevas tu mi corazón al tierno Padre celestial. Oh cuántas veces tuve en ti auxilio en ruda tentación y cuántos bienes recibí mediante ti, dulce oración.
Dulce oración, dulce oración al trono excelso de bondad tu llevarás mi petición a Dios que escucha con piedad. Creyendo espero recibir divina y plena bendición y que me ayudes a vivir junto a mí, dulce oración.
Qué bello, ¿verdad? Tiene 3 estrofas y búsquelo en Google ahí está, y use eso como una meditación. La oración es eso, es un lugar que nos lleva al trono celestial y que permite que encontremos descanso en nuestros tiempos de gran ansiedad. Estos son tiempos desgastadores, los tiempos que vivimos. Los periódicos, las noticias nos llenan de ansiedad, lo que vemos en nuestras comunidades, jóvenes muriendo de sobredosis por dondequiera, violencia, actos terroristas, un gobierno totalmente trancado y dividido, un mundo con guerra y rumores de guerra, fluctuaciones migratorias de grandes proporciones, masas humanas de cientos de miles de seres humanos moviéndose como animales perseguidos de un lugar a otro no encontrando descanso.
Y todas esas imágenes las vemos en la televisión, las oímos en la radio, las vemos en el cine, las escuchamos en los lugares de trabajo. Es un tiempo de gran ansiedad y no encontramos descanso. Y el único lugar donde podemos descansar verdaderamente es en el lugar que Habacuc encontró, el lugar de diálogo con Dios. La oración debe ser eso, una parte de nuestra vida.
Lo segundo precisamente que Habacuc nos enseña en el capítulo 3 sobre todo y en todo el libro en realidad, es que uno puede escoger. Y aquí el énfasis es escoger, la libertad que tiene el cristiano para escoger cuál va a ser su reacción cuando viene el tiempo del sufrimiento o de la aflicción o de la prueba, cuando Dios no hace sentido. Usted puede escoger cómo usted va a reaccionar.
Y eso es un concepto revolucionario para muchos de nosotros, porque nosotros estamos acostumbrados a pensar que somos como animales entrenados, si aprietan un botón hay una reacción, si me pasa algo malo yo voy a reaccionar con depresión o tristeza. Y muchos de nosotros vivimos nuestra vida pensando así, cuando viene el sufrimiento, la dificultad, nos desplomamos y nos metemos en la cama hasta que pase el problema. No vamos a la iglesia por un tiempo, cogemos unas vacaciones de Dios y hasta que ya nos olvidamos de lo que pasó.
Pero hay otra manera de ver las cosas y es lo que Habacuc nos enseña. Y esto quiero que te lo aprendas, tu puedes escoger cómo reaccionar cuando viene la prueba y el sufrimiento a tu vida. Tu no eres un animal simplemente automáticamente condenado a una reacción pabloviana sino que tu puedes escoger.
Es como yo les decía a los hermanos esta mañana, cuántas veces usted ha abierto la despensa arriba y se le cae una lata y le cae en el mismo dedo gordo que todavía usted no se había puesto los zapatos, y le cayó la lata en el pie, y usted sabe lo que pasa? El cerebro, ese estímulo que cae sobre el pie se toma un microsegundo para subir del pie al cerebro y que usted diga, me duele, y entonces usted suelte el grito. Hay un microsegundo porque es una cuestión física, hay una señal que el pie le dice al cerebro, ahí te va un dolor, interprétalo.
Y a mí me ha pasado, me pasa algo y yo digo, esto me va a doler. Y se toma un microsegundo y bum me explota entonces el dolor. Bueno, entre el momento en que se dio el estímulo y el momento en que el cerebro supo lo que había pasado y lo interpretó, ese microsegundo usted puede decidir cómo usted va a reaccionar, con una maldición de tamaño industrial, con una bendición forzada o con un simple auch o una danza macabra en un solo pie o lo que sea. Pero usted puede decidir lo que va a hacer en ese momento, sí o no?
Nosotros pensamos, no, si usted está acostumbrado a maldecir y a decir palabras soeces eso va a venir en una cascada. Pero usted puede entrenarse poco a poco para que esa reacción sea una reacción aceptable delante del Señor. No le digo tampoco que comience a reírse porque entonces hay que llevarlo a un psiquiatra. Pero por lo menos que sea una reacción…
Yo digo asimismo que entre toda situación de la vida y nuestra reacción a ella hay un espacio donde nosotros podemos escoger. Es el espacio de la libertad que tenemos en Cristo Jesús para decidir si vamos a deprimirnos, vamos a maldecir a Dios, vamos a hacer cualquier otra cosa, o si vamos a decir, Señor, a pesar de todo, yo creo en ti y yo voy a esperar y yo sé que estoy molesto pero voy a ir a ti.
Si usted ha vivido una vida donde se deprime, se llena de ira, se llena de resentimiento cuando algo adverso le sucede, crea que Dios puede cambiar ese programa en el nombre del Señor. Muchas veces nosotros ni siquiera tratamos y hemos vivido en familias donde corre la depresión, donde corre la ansiedad, donde corre el alcoholismo, la drogadicción, la sensualidad desaforada, una cantidad de cosas, y nosotros creemos, bueno, así es mi familia, así fueron mis tíos, así soy yo, así fue mi papá, así fue mi mamá, yo estoy condenado a lo mismo. En Cristo Jesús hemos roto esas cadenas, hermanos, tenemos libertad en Dios para nosotros decidir cómo vamos a reaccionar.
Y parte del proceso de santificación de la vida cristiana es aprender a cambiar el programa sobre el cual nosotros operamos. Muchas de las reacciones que nosotros tenemos son producto de una grabación que nosotros tenemos allí funcionando dentro de nosotros que nos dice, mira, esto pasó, esto es por esta razón, y así es que tienes que actuar.
Pero dependiendo de cómo nosotros reprogramamos el mundo y cómo nosotros nos vemos a nosotros mismos, nosotros podemos ir cambiando poco a poco las reacciones que tenemos a la vida. Y una de las cosas que tenemos que decir es, Señor, dame discernimiento para descubrir esos programas invisibles que ni yo mismo conozco que están dentro de mí y que me llevan a actuar de esta manera cuando algo negativo pasa en mi vida, a maldecir, a criticar, a revelarme, a responder mal, a contra atacar, a deprimirme, a lo que sea, y enséñame la manera en que un hijo de Dios puede obrar y puede actuar en tiempos de dificultad y de premura.
Pídele al Señor. Tu no tienes que vivir en una condenación generacional. Tu tienes el poder en Cristo Jesús. Lo que Cristo hace es romper la inevitabilidad del pecado. Entonces cambia el programa, cree que hay maneras creativas de uno relacionarse con las situaciones adversas de la vida. La santificación es la reprogramación de nuestra biología, de nuestra neurología. Tenemos que aprender más y más a movernos no en la carne sino en el programa del espíritu, los principios del Reino de Dios, aprender a hacer las cosas por lo que Dios dice.
La Biblia dice, no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, queriendo decir, el hombre no vive de sus apetitos, de sus emociones, de sus impulsos materiales, el cristiano vive de los principios que salen de la boca de Dios. Sustituimos las acciones negativas, carnales por las reacciones positivas espirituales. Podemos elegir. No estamos en cautiverio a nuestras emociones. Cristo nos da libertad para actuar y reaccionar en formas positivas.
Habacuc hizo eso. Habacuc hubiera podido llenarse de amargura y decir, cómo es eso, Señor, que tu vas a traer una horda de gente violenta y maligna y van a destruir nuestra nación? Se van a llevar cautivos a nuestros hijos? Tu estás tirando una bomba atómica donde quizás lo que debieras hacer es una intervención de disciplina y nosotros vamos a sufrir de esa manera. No, yo mejor reniego de ese Dios. yo no quiero servir a ese Dios.
Pero Habacuc controla su reacción y la gira en una forma constructiva. Y tu puedes hacer lo mismo. Yo te aseguro que si tu lo crees en el nombre del Señor lo vas a hacer. Llénate de esa fortaleza en Dios y di, todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Yo puedo salir de la depresión, yo puedo salir de la ansiedad, yo puedo salir del resentimiento, yo puedo salir de ese recuerdo de violación o de lo que sea, o de abuso del pasado y puedo entrar a vivir una vida de bendición y de esperanza porque Dios me da ese poder para hacerlo. Entonces, entrénate a creer en el poder de Dios para libertarte de tus deformaciones del pasado.
El tercer principio que Habacuc nos muestra es que tenemos que ejercer paciencia a veces hasta que Dios haya completado sus procesos misteriosos. Dios a veces se toma tiempo para cumplir su palabra, para cumplir su promesa. Dios es un Dios de misteriosos procedimientos y si uno es de corta mecha y de corta paciencia, cuando Dios está elaborando una obra maestra que se toma tiempo y lo que vemos es solamente la parte fea del proceso, vamos a echar un pie y vamos a perdernos la oportunidad de ver la gloriosa obra de Dios en nuestras vidas. Dios se toma tiempo a veces para cumplir una bendición.
Y a veces antes de tu llegar a la bendición que Dios tiene para ti, tienes que pasar por mucho tiempo de callejones sin salida, de ir por acá y no encontrar la solución, ir por otro lado hasta que Dios termina el proceso. Y Dios se glorifica en todo. Dios puede hacer de un montón de basura una bella obra de arte, de todas las situaciones que tu has pasado en tu vida, Dios puede coger esas materias feas y malolientes y hacer algo que cuando tu lo mires digas, guau, cómo pudo Dios sacar algo tan bello de esto?
Sabe que algunos de los grandes artistas han hecho obras de una cantidad de cosas. Andy Warhole, uno de los grandes artistas modernos, una de las obras más caras que él hizo es una lata de Campbell soup que pintó y cosas así, hermanos, donde muchas veces Dios hace obra a través de todas estas cosas.
Y nosotros tenemos que tener paciencia para dejar que el Señor complete su obra en nuestra vida. Habacuc dice esto, en el capítulo 2, ya yo lo leí el domingo pasado, cuando Dios le dice a Habacuc, yo voy a destruir y voy a traer una nación violenta para que ejecute mis acciones y mis juicios, Habacuc respira hondo, se toma dos aspirinas y mire lo que dice, “sobre mi guarda estaré y sobre la fortaleza afirmaré el pie.” A veces hay que afirmar el pie para ver lo que Dios nos va a decir.
El Apóstol Pablo en Efesios, capítulo 6, dice “cuando venga el día malo a tu vida párate firme.” A veces cuando viene el ventarrón usted tiene que agarrarse de una viga hasta que pase el ventarrón y cuando pase que lo encuentren firme. Cuando venga el día malo tenemos que tomar toda la armadura de Dios, dice la Biblia, toda la armadura espiritual y buscar las armas de la oración, el ayuno, la confesión positiva, el mantenernos en compañía de gente que crea en Dios y que sea fuerte en el Evangelio y hasta que haya pasado, hasta que el diablo haya tirado todos sus dardos de fuego, y cuando ya no tenga más nada que tirar, usted está firme todavía en su lugar. Y entonces Dios dice, ahora te voy a dar descanso, te voy a dar paz, te voy a dar bendición porque usted se mantuvo firme.
Entonces, dice, “afirmaré el pie y velaré para ver lo que se me dirá y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová le respondió y dijo, escribe la visión, declárala en tablas y aunque la visión tardará aún por un tiempo más se apresura al fin y no mentirá. Aunque tardare espéralo porque sin duda vendrá y no tardará.”
Muchas veces los procesos de Dios se toman tiempo para completarse. Usted tiene que esperarlo. Algo que el cristiano necesita de urgencia es la paciencia porque muchas veces Dios está usando ingredientes que usted no sabe por qué los está usando, pero tiene un propósito en ello y cuando Dios cocina él a veces cocina con sazones bien raros. Le echa un poquito de canela, jengibre, y nosotros estamos acostumbrados al ajo, a la cebolla y el ají, pensandos que eso de comino y otras cosas raras. El mundo tiene cientos de especias. Los indios cocinan con curry y otras cosas. Los chinos tienen sus propias especias y hay comidas preciosas. Una de las bendiciones que tenemos en Boston es que hay comida de todos los tipos y uno aprende a apreciar las comidas de diferentes naciones.
Nosotros muchas veces los caribeños, por ejemplo, en nuestro caso cocinamos con 3 ó 4 sazones, eso es todo, sal, ají, cebolla y pimienta en el mejor de los casos y un poquito de orégano de vez en cuando. Aprendamos a apreciar todas las sazones de Dios en nuestra vida. Dios usa diferentes procesos a veces, hermanos, y a veces trae cosas…y si nosotros decimos, no, esto no va a saber bien. Dale tiempo, espera, trata 2 ó 3 veces hasta que se te acostumbre el gusto.
Cuántas veces usted rechazó algo y después le gustó? Dios se toma tiempo y tenemos que tener paciencia y Habacuc dice, yo voy a esperar. Voy a ver qué Dios me va a responder tocante a mi queja.
A José Dios le prometió realeza, le dio un sueño cuando tenía como 14 años. El sueño lo que quería decir es que su mamá, su papá y sus hermanos iban a terminar arrodillándose delante de él. Imagínese en un contexto social hebreo que usted le dijera a su papá, papá y mamá, yo vi un día que ustedes van a terminar arrodillándose delante de mí. Mira muchacho, una tabanada que te voy a dar. Así reaccionaron los padres de José. Eso fue lo que yo me soñé, yo estoy reportándolo simplemente. Dios le habló de que había algo en su vida, Dios lo iba a levantar, lo iba a usar, lo iba a poner en autoridad, aún inclusive sobre sus padres y sus hermanos.
Dice la Biblia que a los 30 años, cuando tenía 30 años de edad, 17 años después, fue cuando él compareció ante faraón, después de 14 años de cautiverio. Desde que él pronunció esa palabra de bendición que Dios le había revelado, all hell broke loose, se desató el infierno. Sus hermanos comenzaron a criticarlo y a odiarlo, lo vendieron como esclavo. Llega a una casa y allí lo calumnian y lo meten a la cárcel después de un tiempo de bendición. En la cárcel hace unos milagros a favor de cierta gente y la gente se olvida de él en vez de bendecirlo cuando regresan a posiciones de autoridad. Y ahí está la bendición de Dios cociéndose a fuego lento. Por qué? Porque Dios estaba formando un hombre que iba a dirigir una nación en crisis, porque eso fue lo que hizo José.
Estaba formando un hombre que iba a ser el vicepresidente de la nación más poderosa del mundo en ese tiempo, Egipto, un hombre de estado que necesitaba fortaleza, aplomo, gravitas, peso, y eso no se consigue en un jardín de rosas. Y Dios lo puso ahí, lo apretó, lo soltó, lo formó en el horno. Sabe dónde nosotros nos fortalecemos muchas veces? En la prueba, ahí es donde uno crea humildad, paciencia, sentido de nuestras propias limitaciones.
Sabe que usted nunca puede hacerle bien a alguien hasta que Dios no lo haya descalificado y lo haya quebrado varias veces, hasta que usted no tiene los mocos saliéndose por la nariz llorando y recordando que usted no es la última Coca Cola en el desierto, Dios no lo puede usar. Así lo hizo con Pedro, así lo hizo con el mismo Elías, un hombre tan poderoso, lo puso a llevar al extremo hasta que Elías quiso morirse. Así lo hizo con tantos grandes hombres de Dios, a Moisés.
Y Dios se toma tiempo y Dios usa instrumentos que parecen instrumentos de tortura pero son instrumentos quirúrgicos que nos van formando y creando ese hombre de Dios. Yo creo que hasta que Dios no nos trata y no nos prueba y no nos mete sobre la mesa de operaciones, no podemos ser usados por Dios grandemente. Y por eso es que tenemos que tener la paciencia para esperar hasta que Dios haya completado sus misteriosos propósitos. Tenemos que armarnos de paciencia.
Cuando llegue el tiempo de la prueba en tu vida, amárrate bien los cinturones, tomate un café, descansa en el Señor, ponte la armadura de la fe y di, yo sé que el viaje va a ser un poquito tormentosos, pero yo voy a esperar en el Señor, y yo sé que saldré brillando como el oro cuando llegue ese momento. Así que tenemos que ser pacientes y esperar los momentos de Dios. Ármese de paciencia.
Un cuarto principio en este libro. Alabe al Señor. La alabanza de fe. La proclamación objetiva de la bondad de Dios y del Dios que está en control, a pesar de que parezca que no está en control. Cuando el mundo se pone caótico, cuando tu no tienes deseos de alabar al Señor, adora al Señor en ese momento. Ese sacrificio de alabanza que sale de parte espiritual de tu ser y que tu lo pronuncias simplemente porque tu sabes que es un arma contra el mal, en vez de tu maldecir, bendice al Señor, en vez de tu hablar de la injusticia de Dios, habla del control de Dios en tu vida y di, el diablo no es quien está en control ahora mismo, Dios está en control y él está haciendo algo que yo no entiendo pero yo lo alabo y lo glorifico.
Habacuc está lleno de momentos donde en medio de la declaración de aflicción y de dolor, también hay momentos bellísimos donde se da gloria a Dios. Mire por ejemplo, el capítulo 1, versículo 12, Habacuc dice:
“No eres tu desde el principio, oh Jehová, Dios mío, santo mío. No moriremos…”
Hay un momento que en medio de esa declaración de aflicción que viene, dice, no vamos a morir en el nombre del Señor.
Capítulo 2, versículo 4, dice, “He aquí que aquel cuya alma no es recta se enorgullece más el justo por su fe vivirá.” Esa es una declaración que impactó a Martín Lutero cuando estaba trabajando con el proceso de la Reforma, de que la salvación no es por obras sino por fe, por gracia, por creerle a Dios. y esa declaración de Habacuc en medio de la prueba, de que el justo vivirá por la fe, impactó la vida del gran reformador, impactó la vida del escritor de Hebreos que también habla de que el justo vivirá por la fe, no sé si en Gálatas, pero la idea es que en vez de obras es fe lo que salva.
Y nosotros tenemos que entender esta parte de que nosotros vivimos por fe, no por sentimientos, no por lo que experimentamos o lo que vemos, es por lo que Dios ha declarado. Son versículos que traen mucha paz al corazón. El versículo 14 en el capítulo 2;
“…Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.”
Sabe que eso es lo que nos alienta a nosotros en este mundo, saber que Dios todavía no ha terminado con la tierra y que todavía hay muchas bendiciones que vienen al mundo, todavía las naciones hay esperanza para que conozcan al Señor. La tierra será llena de la gloria de Jehová. Y llegará un día en que esto se cumplirá en una manera definitiva, cuando haya terminado este mundo y el mundo solo refleje la voluntad de Dios sin resistencia alguna y nosotros vivimos para ese día.
Hay un himno que dice, “yo solo espero ese día cuando Cristo volverá.” Otro himno precioso. Y nosotros esperamos ese día, esa gran redención, cuando toda la tierra será llena de la gloria de Dios, toda injusticia, toda lágrima será quitada de nuestros ojos.
Y esa esperanza nos mantiene muchas veces en medio de la… Una de las cosas que más nos ayuda es que un día todo esto va a terminar. Este mundo no es absoluto y muchos de nosotros solos vivimos en este mundo, en el tiempo y el espacio. El hombre que solo vive en la historia, en las circunstancias no tiene a dónde ir, pero el que conoce a Dios y sabe que hay un mundo de eternidad delante de nosotros, eso diluye las aflicciones de la vida.
Lamento poner en prueba a mi hermana Iris, pero mientras yo veía a Iris aquí arriba adorando al Señor esta mañana, Iris acaba de oficiar o de presenciar la muerte de su madre, una mujer hermosa de Dios, nuestra hermana Luisa a quien amamos tanto a través de muchos años, y yo veía a Iris que es la que más conozco de la familia con el ataúd de su madre en frente de ella, la veía con tanto aplomo, tanta paz, tanta dignidad, saludando a los hermanos que habían asistido al funeral, y hoy la veo aquí adorando al Señor hace apenas unos días de…
Yo digo, guau, eso es lo que Dios hace. Por qué? Porque ella sabe que su madre está con el Señor. Ella sabe que este mundo no lo terminó todo. Este mundo quizás puso un paréntesis en la vida de la hermana Luisa en la relación con nosotros, pero en algún momento saltaremos y la veremos allá en la patria celestial y eso nos consuela. Eso nos trae paz a nuestro corazón. Ese día en que la tierra será llena de la gloria del Señor. Ese día cuando podamos mirar y decir, sí, yo estoy pasando por una situación de prueba ahora pero yo sé que viene el momento de la redención, que viene el momento de la restitución de todo lo que se ha perdido.
En el versículo 20 también otra declaración de gran bendición, gran inspiración, 2:20, “Más Jehová está en su santo templo, calle delante de él toda la tierra.”
Una declaración del señorío de Dios sobre el mundo. Aunque el mundo parezca que se está yendo al infierno en un cesto, nosotros decimos, no, el Señor está en su trono. Dios está en control, no es el hombre, no es el presidente de Corea del Norte, el loco que está allí dirigiendo esa nación, tirando misil por dondequiera como si fueran cohetes en navidad. No, Dios está en control. No es Isis por allá matando gente, Dios está en su templo. Calle delante de él toda la tierra.
Qué invitación a estar en asombro del señorío de Dios sobre la historia. Son momentos en que el escritor en vez de maldecir bendice. Hermano, en vez de tu confesar negatividad, confiesa positividad. El Señor está conmigo, Dios me va a sacar adelante, yo sé que Dios es fiel y aunque yo no entiendo lo que está pasando él tiene control y él va a sacarme adelante. Eso es lo que hace Job cuando está en medio del gran sufrimiento de su vida y su mujer le dice, mira, maldice a Dios y muérete. Bueno, Job tiene dos momentos, un momento es cuando sufre y no entiende lo que Dios está haciendo y se pregunta qué es lo que está pasando en mi vida y él se queja delante de Dios. Ese es el primer momento.
Lo que no podemos hacer es quedarnos allí. Lo que tenemos que hacer es dialogar con Dios y traer nuestra amargura delante de él. Cómo dice Job? En el versículo 7:
“He aquí yo clamaré agravio y no seré oído, daré voces y no habrá juicio, Dios cercó de vallado mi camino y no puedo pasar y sobre mis veredas puso tinieblas. Me ha despojado de mi gloria, ha quitado la corona de mi cabeza, me arruinó por todos lados y perezco y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado,” y continúa.
Y uno diría, guau, este hombre se va a pegar un tiro en cualquier momento. Uno está casi cerrando los ojos para no verlo cuando lo haga. Pero qué pasa más adelante? En el versículo 25, pasa de una nota de queja delante de su Dios hablando, defendiendo su causa y dice:
“Yo sé que mi redentor vive.”
Hermanos, tiene que llegar el momento en que tu dejes de lamentarte, quejarte, acusar a Dios y tiene que llegar el momento de tu besarle la mano. Yo he tenido tiempos en mi vida en que me pregunto, Señor, por qué esa pedrada que tu me tiraste, de dónde vino? Por qué? Y uno está rascándose la cabeza y quejándose contra Dios. Pero en el momento mismo de mi dolor yo sé que ya sea mañana o dentro de una semana, yo voy a tener que venir donde Papá y besarle la mano, voy a tener que decirle, Señor, está bien, tu sabes lo que haces.
Usted puede pasar un tiempo de fiesta de auto conmiseración y está bien hasta cierto punto, pero sepa, dígase sí, pero en algún momento vas a tener reponerte, vas a tener que adorar a Dios otra vez, vas a tener que buscar del Señor, porque tu no estás hecho para vivir en la mazmorra. Tu estás hecho para volar y surcar los aires como un águila.
Job pasa por su lucha, él pasa por su aflicción, pero luego dice, “yo sé que mi redentor vive y al fin se levantará sobre el polvo. Y después de desecha esta mi piel en mi carne yo he de ver a Dios al cual veré por mí mismo y mis ojos lo verán y no otro.”
Él está declarando algo que él mismo quizás no está seguro, hermanos, pero lo está diciendo por fe. Y muchas veces lo que nosotros declaramos con nuestra boca por fe se convierte en una realidad. No espere a sentir alabanza para alabar. Alaba y sentirás alabanza. Escríbame eso allí. No esperes a sentir el gozo del Señor para alabarlo y declarar gozo. Declara gozo y el gozo del Señor se hará una realidad en ti.
Yo le decía a alguien los otros días que tenía un gran resentimiento hacia una persona y gracias al Señor había llevado a esta persona a través del diálogo de la consejería a un punto de estar dispuesta a considerar perdonar porque había sido ofendida esta persona en una manera muy seria, muy grave. Y una de las cosas más difíciles para una persona que ha sido violentada en su vida y agredida es perdonar.
Y muchas veces parte del problema es que la gente piensa que para nosotros perdonar tenemos que sentir perdón, pero en la historia de la consejería se ha aprendido que muchas veces el perdón comienza con una declaración objetiva de perdón aunque usted no lo sienta. Porque muchas veces si usted espera a sentir deseos de perdonar nunca va a perdonar. Pero lo que uno descubre es que muchas veces cuando dice con su boca, yo perdono, aunque se cometió una injusticia yo perdono y muchas veces cuando nosotros decimos, yo perdono, algo pasa dentro de nosotros que lo que es una declaración judicial, se convierte en un sentimiento íntimo y entonces sentimos el perdón.
Nunca espere a que venga el impulso noble antes de hacer algo noble. Hágalo como un soldado que está saludando ante su general y haga lo que Dios le pide y entonces usted verá cómo eso se convierte en un sentimiento, una convicción interna de bendición. Aprenda a declarar cosas con su boca en el nombre del Señor proféticamente. Háblele a su espíritu, háblele a las facultades más nobles de su ser y ordéneles que hagan algo en el nombre del Señor porque Dios lo dice y porque tengo que hacerlo y porque yo soy un soldado en el ejército divino, y entonces vendrá la bendición.
Si usted tiene algún resentimiento contra alguien, si hay algo en tu vida que te está cautivando en el nombre del Señor. Vamos a bajar nuestras cabezas. Tu tienes el control. El diablo no está en control. Tu pasado no está en control, tus atormentadores no están en control, tus experiencias terribles del pasado no están en control, tus violadores no están en control. No pueden vivir dentro de ti contaminando tu espacio interior. Sácalos. Déjalos irse. Libéralos. Escoge el lugar de la alabanza, escoge el lugar de la confesión de que Dios tiene sentido en toda situación.
Y si tu has ofendido al Señor, siento decir esto, de parte del Señor, aún si tu has ofendido a Dios y sientes que estás cautivo de tu pecado del pasado, en esta tarde yo te invito también a abrir la celda que tu mismo te has construido, quizás ya Dios te ha perdonado porque tu has confesado tu pecado, pero abre la puerta y sal en el nombre del Señor y declara libertad en el nombre de Jesús.
Perdona, alaba, confiesa positivamente. Di, yo estoy libre en el nombre del Señor, aunque no te sientas libre pero confiesa libertad y sentirás libertad. Confiesa poder y sentirás poder. Confiesa suficiencia y sentirás suficiencia. Confiesa que tu no eres una víctima y sentirás la victoria de Dios en tu vida. Confiesa que tu pasado no tiene control sobre ti y el pasado huirá como un demonio que se meterá por una rendija y tendrá que salir de tu vida en el nombre del Señor.
Adora al Señor. Espera en el Señor. Pacientemente esperé a Jehová y se inclinó a mí y escuchó mi clamor, me sacó del pozo de la desesperación, del logo cenagoso y puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos.
Y yo quiero llevarte a ese punto de un cántico nuevo. Puso en mi boca un cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Sabes que Habacuc termina con el bello capítulo 3 que es un hermoso salmo de adoración al Señor y de declaración de independencia total de toda circunstancia, de todo lo que pase. Hermosos versículos, yo quiero que tu vayas a ese lugar en esta tarde y si tu sientes que quieres pasar aquí para que hagamos una oración colectiva de liberación de toda situación que pueda estar en tu vida, yo te invito sin ninguna vergüenza porque estás aquí en familia, ponte de pie o como tu sientas en tu corazón, declara libertad en esta tarde, declara libertad en el nombre del Señor, declara liberación, Dios te libera todo complejo de inferioridad, toda herida del pasado, toda tendencia a ser el primero que te vas, te escurres porque sientes que no vales lo suficiente.
Habacuc dice, aunque la higuera no florezca ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento y las ovejas sean quitadas de la majada y no haya vacas en los corrales, con todo yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová, el Señor, es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de siervas y en mis alturas me hace andar. Gloria al nombre del Señor.