Nehemias 1 - Los que lloran y los que actuan

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Voy a pedir que abran sus Biblias en el Libro de Neemías en el Capítulo 1. Mientras tuve la oportunidad de participar en la convocatoria de ayuno, el Señor me instó a leer este Libro y también mientras he estado participando en los procesos de información y de charlas sobre el tema de inmigración, el Señor de este Libro me sacó un tema para eso.

Y yo pensé que era todo y el Señor estos días ha estado trabajando en mi una estructura en la manera de cómo muchas veces nos vemos. En este Capítulo de Neemías en el versículo que vamos a leer, versículos 3 y 4, Capítulo 1, versículos 3 y 4, nos da una estructura. Y vamos a leer en el nombre de Jesucristo estos versículos.

Y dice así: “... y me dijeron el remanente, los que quedaron de la cautividad allí en la provincia están en gran mal y afrenta y el muro de Jerusalén derribado y sus puertas quemadas a fuego. Cuando oí estas palabras me senté y lloré e hice duelo por algunos días y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.”

Gracias, Señor por tu palabra. Gracias, Dios por este tiempo, Señor de poder ser ministrados a través de esta, tu voz, Señor, en el nombre de Jesús, Señor, abre nuestros corazones, abre nuestra mente, abre nuestro entendimiento para poder, Señor, entender cuál es el mensaje apropiado para nosotros, en el nombre de Jesús. Amen.

Yo no se si usted ha tenido la oportunidad graciosa de mirarse en estos espejos que a uno lo desfiguran. ¿Han pasado por esos espejos donde a veces se ve chiquitito, a veces se ve bien largo, algunos se ven más gorditos? Algunos, en espejos normales nos vemos gorditos también, pero eso ya es la normalidad. Yo no se si usted ha tenido la impresión de estar ahí y que se ve gracioso, y se ríe, y sobretodo cuando uno anda con niños. Los niños ahí aprovechan a reírse de uno, de todo lo que no se pueden reír en la casa, se pueden reír ahí cuando nos ven al frente de ese espejo.

Y yo comencé a hacer una estructura de mi vida relacionada con cómo me estoy viendo, cómo me está viendo Dios a través del espejo de Cristo. Si me está viendo medio deforme o no. Si me está viendo muy chaparrito o muy gordito o muy largo, o me está viendo más o menos regular. Yo no se, pero cuando comencé a leer este libro y este Capítulo lo leía, lo leía y en estos versículos encontré paradójicamente tres características, vamos a llamarle así, de los cristianos.

Vamos a hablar hacia adentro, no vamos a hablar hacia fuera hoy día. Siempre hablamos del mundo y de lo mundano y de toda esa gente que anda por allá afuera, y nosotros ¿qué? limpiecitos. Estamos limpiecitos y salimos bien, bien orgullosos porque nuestra aureola crece más. Yo no se si hay cuerpo que aguante una aureola tan grande como la que tenemos nosotros aquí adentro. Pero lo único que se es que a veces esa aureola se nos va, a la primera que se nos cruza un automovilista en la calle. Se nos pierde, o la guardamos simplemente porque tenemos la necesidad de reaccionar.

Pero quiero meterme en tres características que yo veo aquí. La primera característica es acerca de nuestros hermanos, yo voy a usar un términos, los llorones, los llorones. Si analizamos el versículo 3, Neemías había recibido una noticia que no era muy agradable ¿no es cierto? Había recibido una noticia que era más triste. Había recibido una noticia que le había impactado en sus sentimientos y ¿qué dice? Dice, cuando oí esto me senté y lloré.

Esta es la primera rama de los cristianos, de algunos cristianos que están en las iglesias. Yo pensando esta semana en la manera como yo puedo aprender a definirme, pensando esta semana en la manera como yo puedo aprender a posicionarme en lo que Dios quiere para mi y quiere que yo esté, comenzaba de alguna manera a decir: Señor, cada vez que yo recibo una información acerca de situaciones o acerca de mi propia situación ¿qué hago?, ¿me siento y lloro? ¿Me siento y lloro?

Hay cristianos muy emocionalistas. Hay hermanos muy emocionalistas, que sienten una pena enorme por las cosas que están pasando y lloran y en las reuniones vemos gente que está llorando por la desgracia ajena y por su propia desgracia muchas veces. Y comienzan a tener una actitud pesimista, comienzan a tener una actitud negativa, comienzan a tener una actitud de cuestionamientos y siguen llorando sobre la desgracia. Siguen llorando sobre la mala noticia. Siguen llorando para poder de alguna manera ser vistos, es decir, bueno, pobrecito, ya lloró. Guau! Que le afectó la noticia. Que bueno que le haya afectado la noticia y lloró, que importante. Parece que tenía buen corazón.

Y hay algunos que quedan en el llorisqueo. Y al otro día ya no lloran, porque ya lloraron lo que tenían que llorar. Y de alguna manera, nosotros a veces nos vemos influenciados por una actitud emocional. El emocionalismo en nuestra vida siempre va a estar y muchas veces va a ser superior a nuestra espiritualidad. Lo importante es ir aprendiendo a controlar estas emociones y comenzar a hacer otras cosas que van de la mano con las emociones.

En la segunda estructura del texto dice que Neemías, cuando oí estas palabras, dice, me senté y lloré. Yo no se si usted es uno de estos llorones, pero después dice “e hice duelo por algunos días, y además dice, ayuné y oré”.

Aquí viene la otra características del otro grupo de cristianos, esos cristianos que no solo lloran, no solo se sienten afectados, sino que proclaman oración y ayuno. Y proclaman un día de duelo, y proclaman un día de espiritualidad y hacen hasta retiros, y ese día no toman desayuno, o ese día no almuerzan. Ese día leen la Biblia. ¡Qué bien! Estamos contentos porque eso necesitamos fortalecer esa parte espiritual de nosotros. Las iglesias, escúchenme bien, las iglesias hay un gran porcentaje de este tipo de hermanos, que no solo son sentimentalistas y emocionalistas, sino que además son espirituales. Esa es la espiritualidad evangélica, la espiritualidad de solo llorar, pero voy a orar por ti y voy a ayunar por ti. Pero mañana no. Es solo hoy para que veas mi espiritualidad.

Y estructuramos una segunda características de personas que estamos en un lugar común, en una iglesia. Pero ¿saben? Hay una tercera característica que nosotros debiéramos meditar en función de definirnos y en función de posicionarnos. A mi me gustó mucho esa palabra ‘posicionarnos’. Yo hace muchos años que no la escuchaba. Posicionarnos, me encantó esa palabra, de hecho la usamos no se cuántas veces esta semana.

En el Capítulo 2, en el versículo 4 y en el versículo 5 aquí están los que el Señor anda buscando. El Señor anda buscando los que lloran. El Señor anda buscando los que ayunan, oran y hacen duelo. Pero también anda buscando a aquellos que ayunan, oran, lloran, se sientan y actúan. Y comienzan a definir una manera de vivir, comienzan a posicionar una manera de estructurar que son guiados, instrumentalizados por Dios. Y en esa estructura veo un Neemías completo que nos enseña, de alguna manera, las tres características de cristianos que vivimos en una iglesia.

Hay algunos que saltan el día domingo y algunos de nosotros podemos conocernos y alguna vez nosotros saltamos el día domingo y terminamos cansados. Pero terminó la reunión y se nos acabó. Hay otros que les dura un par de horas más, hay otros que le dura algunos días. Pero hay unos que reciben este pan espiritual y comienzan a comérselo, a recomérselo, como la vaca dice que la....... rumiar, lo recomen y le sacan toda la estructura que tiene alimenticia y comienzan a ¿qué? A poner por obra, a actuar. Eso es lo que hoy día Dios está buscando: cristianos, hijos, hijos de Dios que actúen la palabra del Señor, que se posicionen en una estructura definida, que se posicionen presentando a Cristo por sobre cualquier cosa. Eso es lo que Dios está buscando. Me gusta mucho lo que Neemías dice en el versículo 4 y 5, dice: “.... me dijo el rey ¿qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, y dije al rey: ‘si le place al rey y a su siervo, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mi padre’, y dice ‘ y veo si la puedo reedificar’. No, dice “la reedificaré”.

El no andaba con cosas posibles. El andaba con cosas concretas. Déjame ir porque yo voy a ir a construir eso. El no se imaginaba cómo estaba, solo le habían contado la mitad del cuento no más. Solo le habían contado la parte afectiva, la parte familiar, la parte sentimental de amigos, pero no le habían contado que el muro estaba totalmente abajo. No le habían contado cómo habían quedado las puertas. No le habían contado cómo había quedado la ciudad en sí, detalle por detalle. Lo importante de esto es que Neemías nos representa hoy día un discípulo que está comprometido con la obra del Señor, no importando el precio que tenga que pagar para poder posicionarse en esa estructura de ser un instrumento del Señor.

Y cada uno de nosotros debe tomar ejemplo de esto. Cada uno de nosotros debe tomar ejemplo a la hora de poder presentar a Jesucristo como el estandarte. Nosotros somos los llamados a predicar el Evangelio de las buenas nuevas de salvación. Nosotros somos los llamados, no solo a creer en un Evangelio bonito y de un gran show, somos llamados a predicar un Evangelio verdadero, real, con acciones concretas, con acciones definidas, con un posicionamiento definido. No depende de cómo me levante, no depende de cómo esté la luna. No depende si llovió o no llovió.

Neemías no tuvo problemas, no tuvo una duda en ir ante el rey ....... y decirle: ‘mira, rey, necesito ir. Mira rey necesito ir a reedificar a mi pueblo.’

Mire, cuando en esta sociedad comiencen a ver cristianos posicionados y definidos en la palabra y en la estructura de Cristo, estoy seguro que el avivamiento comenzará a verse ahí afuera, no aquí adentro. Estamos esperando un avivamiento como el de Azuza. Olvídense. Es allá afuera donde el nombre de Cristo tiene que ser glorificado, no aquí adentro. Aquí adentro nos vemos todas las caras, ahí afuera es donde vemos cómo actuamos. Si no vamos al parking un día, no.... los invito al parking ahí un día. De verdad, es una crítica muy personal, es una crítica muy de nosotros. Vaya ahí, vaya a trabajar un día aparcando carros y van a ver a aquellos hermanitos que se sientan a sonreír y pobre que lo hayan dejado estacionarse al medio, porque eso es como un castigo. Eso es como se portó mal en la semana y ahí, pobre Francis, tuvo discernimiento y tu te pones al medio.

Posicionarnos en una manera de ser, contento. A nadie le gusta reírse cuando Francis lo manda a uno al medio, ¿no? Posicionarnos en una manera de ver cómo Cristo vería la situación. Posicionarnos en una manera de sentir cómo Cristo sentiría esto. Hay gente, ahí afuera, que ha sido destruida, sus muros han sido destruidos por el diablo, sus puertas han sido quemadas por el diablo, sus vidas han sido azotadas, destruidas y degradadas a lo más bajo por el diablo.

¿Saben? Y muchos de nosotros solo lloramos, a lo más llegamos a ayunar. Pero todavía no estamos actuando. Todavía no estamos llevando ese desafío de ir. Yo voy a ir y voy a reedificar esos muros.

Saben que cada persona afuera es una nación. Cada persona afuera es una nación. Cada persona afuera es un pueblo, un país, representado en su manera de ser, en su educación, en su cultura, en su manera de vivir, en sus hábitos. Muchas veces estamos llamados a reconstruir esas naciones, esas ciudades, pero estamos aquí y muchas veces no nos damos cuenta de que afuera .... solo nos lamentamos.

¡Qué pena! ¡Qué pena por él! ¡Qué pena por ella! ¡Qué pena por el borrachito de la esquina! ¡Qué pena por el drogadicto de la otra esquina! Es más, nos cruzamos de vereda para que no nos topemos con él. Aprendamos a posicionarnos con esa autoridad que Cristo nos ha dado.

Cristo nos dio una autoridad, la autoridad de ser hechos hijos de Dios y los hijos de Dios aman. Los hijos de Dios sienten como Dios. Los hijos de Dios miran como Dios. Los hijos de Dios viven como Dios. Los hijos de Dios van y reedifican. Los hijos de Dios no miran su posición física, económica, social ahora, miran lo que está pasando allá para poder hacer un aporte, ¿saben con qué? Con la palabra y la vida que Cristo nos ha dado.

Esa es la manera: iglesias prácticas, no iglesias teóricas. Hay iglesias donde hay muchos cabezones. Si, y cuando llegan se dan todos de cabezazo. Y yo prefiero iglesias con gente con unos pies grandes, porque significa que han caminado bastante y se andan pisando unos con otros, que han tratado, andan con brazos cansados de tanto actuar y de tanto hacer la palabra que han escuchado.

Dice, hay un texto del Nuevo Testamento, ‘no ser tan solo oidores sino hacedores de la palabra’.

Se nos olvida la última parte. Estamos recontentos con las predicaciones del día domingo y de las predicaciones de los días miércoles y de las enseñanzas de la célula el día viernes, y donde nos juntemos estamos súper contentos. ¿Cuánto de eso es lo que practicamos en la semana? ¿Cuánto de eso es lo que realmente tenemos efectivo en nuestra vida.

Quiero invitarte a hacer una reflexión personal en su vida. En Neemías 4:20 y 21 dice lo siguiente: “... en el lugar donde lleves el sonido de la trompeta reunios allí con nosotros, dice, nuestro Dios peleará por nosotros. Nosotros, pues, trabajaremos en la obra”.

Si está preocupado de su problema y que no le da tiempo para trabajar para otros en la obra, quiero darle una buena noticia. El Señor ya está encargado de su problema, el Señor está peleando sus batallas. No destinemos energías solo en lo de nosotros. Comencemos a destinar energía, otros necesitan también, sobretodo aquel que no han conocido la palabra del Señor todavía. Neemías es un ejemplo, qué tipo de cristianos somos, qué tipo de discípulos somos.

Somos llorones o espiritualmente evangélicos o estamos tratando de actuar, o estamos tratando de hacer lo que hemos aprendido. Una iglesia que actúa es una iglesia que realmente crece como Dios quiere que crezca y tu eres su iglesia.

Esto es una estructura pero tu eres la iglesia del Señor hoy día. Tu eres la iglesia que Dios está buscando hoy en día. Tu eres la iglesia que tiene que decir: ‘Señor, yo quiero ir a reedificar los muros y las puertas quemadas de las naciones y los pueblos que fueron destruidos y que están siendo destruidos por el diablo.’

Que les parece si cerramos nuestros ojos. Y ponemos nuestro corazón delante del Señor, y de alguna manera podemos reflexionar en esto. Solo nos vamos a sentar y llorar cuando tengamos que enfrentar situaciones externas o internas? ¿O vamos a asumir una religiosidad típica nuestra de arrodillarnos porque estamos ahí afligidos en ese momento? ¿O vamos a tomar manos a la obra y vamos a actuar?

El camino del Señor no es fácil, pero no lo tenemos que llevar nosotros. Es el Señor el que va con nosotros. El Señor a nosotros no nos pide más de lo que realmente podemos dar y no nos da más de lo que realmente nosotros podamos llevar.

Quiero hacerte un reto. Quiero retarte a mantener en tu corazón y en tu mente, no solo ser un oidor de la palabra del Señor sino ser un hacedor. Y aquel que la buena obra empezó será fiel en completarla en ti.