En estos días, hermanos, hemos estado pidiéndole al Señor algo especial para nuestras vidas y para la vida de toda la Iglesia en general. Y, hermanos, hace algunas semanas estando en una reunión con el Pastor Roberto, allí al lado de mi trabajo, platicando de las cosas de Dios y del futuro de la Iglesia y algunas cosas que el Señor me dio un pensamiento, una inspiración a lo que vamos a estar hablando en esta mañana y pido sus oraciones, hermanos, para que Dios sea el que nos dirija.
Quiero agradecer mucho también a Dios por las ciudades de hombres de Dios en crecimiento, como decía el Pastor Omar, estos hombres Dios los está usando y preparando, son los guerreros, son los soldados que Dios está levantando y, hermanos, ¿cuántos van a orar por los hombres de Dios? Todos. Amén. Y también las mujeres y los niños, porque en verdad estamos en necesidad de que Dios levante guerreros listos para pelear la buena batalla de la fe y acercarse a Dios.
También, hermanos, de nuevo agradezco que mi hermana y mi cuñado por voluntad de Dios se quedaron aquí. El avión que iba para San Diego no salió el jueves, y, hermanos, pues se tuvieron que quedar hasta el día de mañana y yo alabo y bendigo a Dios que mi hermana, Raquel, y mi cuñado, Juan, están aquí. Oren por ellos. También, hermanos, quiero saludar a todos los que nos están escuchando por el Internet y queremos, hermanos, decirles que abran también su corazón. Entre ellos, quiero saludar a los hermanos de Italia, de España y otros que escuchan y también, hermanos, a un amigo pastor que está enfermo en California, que pidió oración, el pastor David Murillo.
¿Cuántos saben que Dios todavía sana, hermanos? Me inspiré al escuchar al Pastor Omar decir que en esta última hora queremos ver sanidades, queremos ver milagros. Y yo sé que el domingo que viene Dios va a hacer algo grande y Dios va a preparar nuestros corazones. Hermanos, sin tomar más tiempo, les voy a invitar a abrir su corazón y abrir sus Biblias al primer libro de la Biblia, al libro de Génesis, capítulo 28. Y, hermanos, quiero en esta mañana leer dos escrituras y luego de allí estaremos trayendo el mensaje que Dios nos ha dado.
Génesis, capítulo 28. Y, rápidamente hermanos quiero leer el versículo 11 y 12. Pero estaré sacando de aquí de todo este capítulo. Cuando ya lo tengan, digan amén, hermanos. Génesis 28, versículo 11. Genesis, chapter 28, verse 11.
Y llegó a un cierto lugar, todos digan: y llegó a un cierto lugar como todos llegamos. Y durmió allí porque ya el sol se había puesto. Y tomó de las piedras de aquél paraje y puso a su cabecera y se acostó en aquél lugar y soñó. Y todos digan: y soñó. He aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, yd ice, su extremo tocaba en el cielo, y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella y a lo cual dijo, "Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre y el Dios de Isaac, la tierra en que estás acostado te daré a ti y a tu descendencia.” Nos brincamos al versículo 19, donde dice, y llamó el nombre de aquél lugar, ¿qué? Dígalo más fuerte. [Bet-el], aunque Luz era el nombre de la ciudad primero. Hizo Jacob voto diciendo, si fuere Dios conmigo y me guardara en este viaje en que voy y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa, ¿de quién? Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal será casa, ¿de qué? Todos digan: Casa de Dios. Y de todo lo que me dieres el diezmo apartaré para Él.
Quiero leer hermanos, y voy a ser un disclaimer. Voy a hacer una aclaración, no voy a hablar del diezmo. Nadie vaya a salir corriendo. Génesis 35, versículo 1 al 3 y luego entramos. Voy a pedirle también a mi cuñado, al Pastor Juan Araujo para que pase aquí al frente. Quiero pedirle que guíe la oración y que Dios me unja con una unción fresca. Capítulo 35, dice, dijo Dios a Jacob. ¿Quién dijo? ‘Levántate…’ y ¿cómo dijo? [Levántate.] Y, ¿sube a dónde? Y quédate allí, y ¿qué dice? Y… ¿has qué? Que te dice… que te apareció cuando huías de tu hermano. Y dice, entonces Jacob dijo a su familia y a todos lo que con él estaban. Quitad los dioses ajenos que hay entre vosotros, limpiaos y mirad entre vuestros vestidos. Levantémonos y subámonos, ¿a dónde? Y haré altar allí al Dios que me respondió en el día, ¿de qué? Y dice, ha estado conmigo en el camino que he andado.
Quiero para honra y gloria del Señor, predicar un corto mensaje, bueno digo corto porque el tiempo nos limita, pero se intitula el mensaje: Tenemos que regresar a Bet-el para ver la shikina de Dios. Haber, díganlo conmigo: Tenemos que regresar, ¿a dónde? [Bet-el] Para ver… la shikina de Dios.
Pase Pastor Juan, y yo les pido que ustedes oren para que sea el Señor el que nos hable a todos. Vamos hermanos a pedir que el Señor nos unja con una unción fresca. Yo quiero, hermanos, que…
Oremos: Padre, en esta mañana, Señor, estamos en este lugar, Señor, para poner en Tus manos, Señor, a tu siervo para que hable tu palabra, Señor, y esta palabra pueda llegar a un corazón necesitado, Señor. A un corazón que traiga el vacío, Señor, de esa esperanza que es Tu palabra, Señor, de esa palabra que es de salvación para las almas, Señor. Que pueda llegar a ese rincón a ocupar un lugar vacío, Padre, que pueda llenar de alegría, de gozo, de paz y de esperanza, y sobre todo de salvación, Señor. Que esta palabra pueda llenar, Dios mío, un corazón necesitado en esta mañana, bendice a tus siervos, Señor. Tu palabra ya es bendita y ha sido bendecido siempre, Señor, pero Tu palabra, Señor, llega a nuestros corazones a través de tus siervos. Bendice a mi hermano Gilberto, Señor, úsalo en esta mañana, pon esa palabra, Señor, de vida, que es Tu palabra hacia el corazón necesitado en esta mañana, Señor. Bendice esta Congregación, Señor, bendice a nuestro hermano Roberto, Señor, porque está fuera de este lugar. Ayúdalo, Señor, donde él esté.
Oh, Padre, en esta mañana, que toda Tu palabra pueda llegar a un corazón vacío, Señor, a un corazón necesitado, aún a nosotros que hemos creído en Tu palabra, que puedas llenarnos, Señor, de ese espíritu de vida que está sobre cada uno de nosotros, Padre. Bendice, Señor, a Tu pueblo en esta mañana y el nombre de Dios sea glorificado. Amén.
Un aplauso al Rey de Reyes, hermanos. Tenemos que regresar a Bet-el. Quiero, hermanos, decirles, que es importante entender que el mundo vive en crisis. ¿Cuando dicen amén a esto? Hay crisis en todas partes del mundo, sabemos el problema en Honduras, problemas en los países latinoamericanos, como en México, como en Centro América. Hay muchos problemas políticos y también hermanos, crisis económicas y sobre todo una crisis espiritual. Y, lo digo con todo respeto que hay una crisis espiritual, se ha llegado a entender que, hermanos, hay muchas personas que han llegado en su vida espiritual a llegar a un momento de sequía. Un momento de ya no avanzar, ni para atrás ni pa’ delante. Están en un lugar fijo, no se mueven, no para atrás ni pa’ delante, están allí, pero no han, hermanos, sentido lo que quieren sentir o lo que sentían...
No han podido, hermanos, llegar a esa dimensión que estaban anhelando que deseaban, que oraban, que ayunaban, y ha llegado en sus vidas una sequía. Ha llegado el deseo de hacer algo suficiente. Porque su vida se siente, digamos, con ese deseo de progresar pero como que algo no los deja progresar. ¿Cuántos dicen amén a esto? Y vemos aquí en este principio espiritual del gran hombre, Jacob. Jacob fue un hombre que, hermanos, como todo hombre tenía sentimientos, tenía deseos, tenía sueños y, hermanos, entre ellos él fue hermanos, dirigido por su madre a robarle la bendición a robarle la bendición a su hermano.
Y, hermanos, todos sabemos la historia, lo que hemos leído, él engaño a su padre, se metió por allí y recibió la bendición que no era para él sino que era para su hermano, sin embargo, Dios lo bendijo de igual manera porque era una bendición, una ley espiritual, el Padre lo bendijo, fue bendecido pero, luego el hermano, lo comenzó a perseguir, comenzó a huir, comenzó a escapar por su vida, porque el hermano estaba muy enojado que le había robado la bendición.
Comenzó a caminar, la Biblia nos dice en muchas partes del capítulo 28 en adelante que seguía su camino. Y, una de las cosas que yo quiero en esta maña establecer, es que esa bendición robada, era algo que no le pertenecía pero Dios se la daba en su grande gracia y misericordia. Y, quiero aplicar eso un poco a nosotros. Muchas veces nosotros vamos caminando, con bendiciones robadas o prestadas. No las merecemos, somos salvos por gracia. Un favor no merecido.
Así también Jacob le robó la bendición a su hermano, caminaba con esa bendición, pero es que Dios tenía otra bendición más personal que Dios quería dar a ese hombre. Hermano, hermana, la bendición que Dios te ha dado no debe ser robada, no debe ser algo que tú has recibido porque alguien más oró por ti, intercedió. ¿Saben que Dios quiere bendecirnos personalmente, individualmente porque Dios tiene más que darnos que lo que nosotros pudiéramos pedirle? Lamentablemente, muchos se conforman con las bendiciones robadas. No la merecemos, yo soy bendición porque mi madre, mi padre sembraron. ¿Cuántos son bendición porque alguien sembró por ellos? Levanten su mano. Alguna madre, alguna abuelita, alguien oró por nosotros… una esposa, alguien oró y la misericordia de Dios escuchó aquella oración. Y, hermanos, Dios nos ha bendecido. ¿Cuántos dicen amén? Amén.
A todos lo que Dios ha bendecido, den un aplauso de agradecimiento. A Él la gloria, a Él la honra.
Entonces… gracias, hermanos. Quiero, que entiendan algo, no es que somos ladrones, pero es que hemos recibido la gracia de Dios, un favor no merecido. El nombre de Jacob en pocas palabras significa ladrón, o suplantor, uno que toma del tobillo. En otras palabras, en mi español mexicano era uno que transó a su hermano, le robó la bendición, pero gracias a Dios que en su grande misericordia, los atributos de Dios, Dios lo bendijo de igual manera. Pero, quiero, hermanos, que ustedes entiendan que él caminaba con una bendición que no era propia, no era de él.
Y aquí es que quiero que entendamos, que él tuvo que regresar a ese Bet-el y ¿qué es un Bet-el? Esa palabra Bet-el significa Casa de Dios, era un lugar que, donde leímos allí en el capítulo 28, que Jacob cuando estaba huyendo de su hermano, se cansó, el sol llegó a un cierto lugar y cansado se durmió y allí Dios le habló por medio de un sueño, le enseñó esa escalera que descendía del cielo a la tierra y que unía el cielo a la tierra. Y luego le hizo una promesa. ¿Cuántos saben que Dios les hace promesas a sus hijos? Y Él cumple sus promesas. Le hizo una promesa a Jacob, ‘¡yo estaré contigo, tú no estarás solo, yo seré tu Dios, yo te voy a bendecir, yo te voy a levantar, yo te voy a sanar, yo tengo algo especial para tu vida!’ Entonces, Jacob estaba huyendo estaba cansado, ¿cuántas veces nos cansamos? Y, ¿cuántas veces estamos huyendo? Pero allí, en nuestra desesperación allí en nuestra angustia, en el momento que ya parece que no hay esperanza, no hay salida, de repente Dios nos habla.
A veces, pues, por un canto, a veces por una situación, a veces Dios nos tiene que hablar en su Palabra, en un mensaje, para que podamos entender que Él está con nosotros, que no estamos solos que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Cristo. ¡Que Él nos ama, que Él nos ama y que él nos va a ayudar en medio de la aflicción! Tuvo esta grande visión, este grande sueño, soñó esta cosa tremenda. Vio la escalera, vio los ángeles, hermanos, y luego después de este sueño tan tremendo, dice que despertó Jacob de su sueño y dijo, ciertamente, Jehová está en este lugar y no lo sabía.
Muchas veces, Dios está en la situación que estamos pasando y no lo sabemos. ¿Por qué? Porque el instinto humano, porque nuestros sentimientos, porque la pienso así, o yo creo así... Pero a veces, hermanos, no necesitamos ir a lo que yo siento, a lo que yo creo sino por fe caminamos y creemos que las promesas de Dios son verdaderas y son fieles. ¡Dios lo dijo, yo lo creo, yo lo recibo y Dios me va a levantar! Jacob, tuvo que hacer una… Dios le reveló y luego él confesó, y ‘tuve miedo y dije, ¿cuán terrible es este lugar?’
Porque cuando Dios aparece en nuestras vidas, nos damos cuenta que es tremendo nuestro Dios, o as we say in English, awesome God, a terrible God, a God that cannot be measured. Un Dios que no se puede medir en su grande misericordia y poder. Quiero, digamos que ustedes noten, Bet-el y luego el sueño, y luego tuvo él algo que hizo después del sueño, hizo un pacto con Dios. Dios le habló, hizo un pacto, se le apareció Dios y luego, hizo también, una señal, un monumento, dejó establecido. So, vamos a hablar de estas tres cosas, de Bet-el, del monumento y también de la gloria de Dios. Tres cosas rápidamente, comprendo que no hay mucho tiempo, pero quiero decir algo, hermanos.
Dios me ha impresionado y quiero decirles, a través de la predicación como el tiempo nos gana, he sentido de Dios que si usted durante la predicación siente regresar a Bet-el, el altar va a estar abierto ya. Dije que ya. Para que Dios comience a administrar tu vida. Y he invitado a estos hombres que nos ayuden a orar por aquellas personas que quieren regresar a su Bet-el. Todos tenemos un Bet-el. Un Bet-el es aquel lugar en tu vida cuando tuviste el primer encuentro con tu Dios. ¿Cuántos se acuerdan de aquel día? ¿Se acuerdan aquel día, aquel lugar? A lo mejor no fue aquí, fue en otro país, a lo mejor fue en un carro, a lo mejor fue debajo de un árbol, fue en un avivamiento, en una campaña en casa. No importa donde haya sido, fue tu Bet-el, fue mi Bet-el. Y ese Bet-el fue el encuentro que tuvimos con Dios, Dios apareció. Allí entra la shikina o shekina, hay muchas formas de pronunciarlo. Pero, hermanos, vemos allí que representa la gloria de Dios. Todos digan, la gloria de Dios.
Entonces, Jacob se cansó, tuvo un sueño, Dios se le apareció, él reconoció que aquel lugar era terrible, era tremendo, hizo un altar, tomó una piedra, dice que la ungió, la dejó como un monumento, como una señal y dijo, aquí este lugar se llamará Bet-el, Casa de Dios. ¡Porque Dios me ha hablado, yo he escuchado y he comenzado a caminar con la bendición de Dios! –aunque era robada–. Era robada totalmente, no le pertenecía, ¿a cuántos han salvado el Señor por gracia, hermanos? ¿Cuántos de nosotros no merecemos estar aquí, hermanos? Pero Dios nos alcanzó con su grande misericordia, y ahora, por gracia somos salvos.
Dije, por gracia somos salvos, Hermanos. Y tenemos algo grande en nuestras vidas. No lo merecemos, es una bendición robada pero gracias a Dios que Dios quiere darnos la bendición genuina, personal. Caminó Jacob y llegó un momento en su vida, después de haber caminado aproximadamente 20 años, y en ese camino de la vida de Jacob tuvo muchos problemas. ¿Cuántos conocen los problemas? Mueva la mano si usted conoce un problemita. Mueva dos manos si conoce problemotas. Esa palabra, problema, para muchos de nosotros es muy grande. Jacob también siendo humano, fíjese que tuvo problemas también familiares. Tuvo problemas personales, tuvo problemas con la sociedad y también tuvo problema con las mujeres. Benditas las mujeres. No se rían hombres, porque después van a tener que pagar la cuenta. Dios bendiga a las mujeres. No se puede vivir con ellas y sin ellas. Pero, Dios bendiga las mujeres, que Dios también las use y las ama.
Jacob tuvo un problemita allí grande que tuvo que trabajar y de allí trabajar otra vez. Y, hermanos, en verdad batalló. Y yo creo que Jacob tenía un poco de sangre latina porque tuvo los mismos problemas que tenemos nosotros, en su caminar, tuvo problemas familiares, por tierra por propiedad. Problemas económicos, y luego por allí con unas mujeres, y luego también con la familia. Su hermano… ¿cuántos saben que a veces hay problemas con la familia más cercana? Levanten la mano los que saben lo que estoy hablando. A veces aquellos que están más cerca son los que menos nos comprenden. No tiene que levantarla muy alto, hermano, Dios ya sabe.
Jacob tuvo problemas con su propio hermano cercano. Esaú era su hermano, sin embargo, lo quería matar. A veces hermanos, hay problemas familiares tan serios que hasta llega la amenaza, ‘te voy a matar’. Yo siempre les digo a mis hijos, nunca nos debemos de olvidar que traemos la misma sangre y ahora somos salvados por la misma sangre, la sangre de Jesucristo. Sigo adelante. Después de caminar por más de 20 años, Jacob, con problemas económicos, familiares, económicos, materiales… hubo problemas allí con sus hijos, sus ganados, sus posiciones. Llega un momento en su vida que Dios le habla otra vez a Jacob.
Yo espero, hermano, que en esta mañana Dios te esté hablando. Y, como dije, el altar ya está abierto. Cuando tú ya sientas el deseo de venir aquí a regresa a Bet-el, porque le dijo Dios a Jacob, levántate, sube a Bet-el y quédate allí y haz allí un altar a Dios, que te apareció cuando huías de tu hermano. Como que Dios le dice a Jacob, okay, yo te bendije en Bet-el primero, hubo bendición en tu vida, has caminado. Dios no lo dejaba, no lo abandonaba, pero llegó el momento en la vida de Jacob que Dios le dice, regrésate a Bet-el y has allí un altar. Pero ya había una piedra, ya había hecho un altar, ya había experimentado la presencia de Dios. ¡¿Por qué es que Dios le dice que regrese a Bet-el y haga otro altar?! Es que en el plan de Dios, Dios sabía que a través de los 20 años, su vida ya no era la misma cuando tuvo el primer encuentro con Dios.
Como que se había apagado el fuego un poquito, como que se había dormido por causa de los problemas, como que Dios le dijo, “okay, Jacob, basta, ya has caminado por 20 años, sí con una bendición robada, ¡pero yo tengo una bendición para ti más grande que la primera, yo tengo algo especial para tu vida, Jacob! ¡Yo quiero cambiar tu nombre, yo quiero hacer algo grande en tu vida! Pero, tienes que regresarte a Bet-el. Tienes que regresar a aquel lugar que tú tuviste un encuentro conmigo,” le dijo el cielo.
Hermanos, muchas veces se nos ha olvidado... ¿Cuántos se acuerdan de aquel día que aceptaron a Cristo? ¿Cuántos lloraron? Levanten la mano los que lloraron. Yo lloré y no avergüenzo de decirlo. El Señor me cambió, me transformó, a través de los años, a veces, hermanos, se nos olvida lo que Dios ha hecho por nosotros. Aunque digamos que no, pero ya no orábamos como orábamos, ya no leemos la Biblia, ¿se acuerdan, hermanos, como orábamos día y noche? Y estaban, hermanos, y la Biblia... Yo he sido Pastor por varios años, hermanos, y yo conozco los niños en el… a las 3 de la mañana estoy orando aquí, y me dijo que lo llamara. Y, ¿usted que estaba haciendo? Pues, durmiendo, hermano, pero levántese hermano, tengo algo que decirle. ¡Dios me ha hablado, Dios me ha dicho esto, porque hay una comunión con Dios íntima, estamos en el primer amor, hay bendición en nuestras vidas! Jacob había tenido un Bet-el como todos tenemos un Bet-el. Pero ahora, el señor nos dice regresa, regresa a aquel encuentro. A veces, hermanos, nos organizamos tanto, que nos olvidamos para qué estamos organizados. Amén.
Estamos, y yo voy a hacer esto y voy a hacer lo otro y hacemos mucho. Yo siempre he dicho hermanos, a veces hay que tomar tiempo para estar con papá y decir, papá… hacer una cita con Dios y decir, Señor, ¡yo necesito que me examines papá, un poquito, dime lo que está mal, dime lo que yo necesito. Necesito un físico, necesito un encuentro contigo, necesito regresar a Bet-el! Y dice que Jacob le dice a su familia, levántense, nos vamos a Bet-el. Pero, antes de ir a Bet-el le dice, hay que limpiarnos un poquito, porque a veces con el caminar nos enmugramos, se nos pega el polvo, se nos pega el polvo, las telarañas. Si se dice por aquí telarañas, no lo sé. Cuando se limpia un poco, qué se pone en las casas, hermanos, en las esquinitas… a veces, no se ve mucho pero si se prende la luz, allí, “mira, pensé que había limpiado.” Así nos pasa en nuestras vidas, pensamos que todo va bien, pero, por allá en una esquinita hay algo que necesitamos limpiar para regresar a Bet-el, para que Dios nos bendiga y cambie nuestro nombre.
Antes de esta experiencia, Jacob luchó con el ángel por una bendición. Pero no era la bendición que Dios tenía para él. Dios quería bendecirlo más. ¿Cuántos saben que Dios nos quiere bendecir más en esta mañana? Hermano, hermana, yo sé que tú estás pasando por muchas cosas, pero Dios te dice en esta mañana, regrésate a Bet-el que yo tengo algo especial para tu vida. Jacob, regrésate, levántate, regrésate a Bet-el. La obediencia de Jacob le produce una grande bendición en su vida, tan grande que cuando él le dice a su familia, límpiense, cámbiense de vestido, porque vamos a Bet-el, vamos a regresar a Bet-el, ¡allí donde Dios me habló por primera vez! ¡Yo quiero tener, otra vez, un encuentro con ese Dios maravilloso, yo quiero sentir su presencia, yo quiero sentir su amor, yo quiero sentir su poder, quiero sentir su Espíritu Santo! Dile a tu hermano, ¿estás listo para regresar a Bet-el? Dile a tu hermano, regrésate a Bet-el.
El altar ya está abierto, hermano, si necesitas regresarte, regrésate. No tengas temor, ven a Bet-el a ese encuentro con Dios. Jacob dice que regresó y cuando regresó, el Señor le habló una vez más. Y dice que llegó Jacob a luz, o Bet-el, que está dice en tierra de Canaán. Esta es Bet-el, y él y todo el pueblo con él estaba, y edificó un altar y llamó a aquél lugar, “el Bet-el.” 35, versículo 7. Ya no solo Bet-el, ya no solo Casa de Dios, sino que ahora él reconoció que era Dios que le había dado otra oportunidad de estar con su presencia. Hermano, hermana, Dios es un Dios de oportunidades, amigo que me escuchas, Dios es un Dios de oportunidades.
Lamentablemente, hermanos, muchos no obedecen el llamado de Dios y sufren las consecuencias, las consecuencias del pecado. En esta mañana, el Espíritu de Dios me enseña está administrando a alguien que dejó su Bet-el por mucho tiempo, pero hoy el Señor te dice regrésate, regrésate a Bet-el, yo tengo algo que te quiero decir. Muchas veces no escuchamos la voz de dios por estar tan ocupados en la obra de Dios y no le damos tiempo a Dios que nos hable. ¿Cuántos quieren escuchar la voz de Dios, en esta mañana? ¿Cuántos en verdad han venido y quieren ser cambiados? Entonces, Jacob hizo este altar, obedeció, regresó con su familia, a aquel lugar donde él había tenido su primer encuentro con Dios. Edificó un altar, lo bendijo, otra vez, vemos ese monumento, esa señal y luego otra vez se le aparece Dios a Jacob. Y se apareció otra vez, el versículo 9 dice, ‘apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Param a Canaán, y le bendijo.’
¿Cuántos quieren la bendición esta mañana? ¿Cuántos necesitan una bendición para su familia? Levante su mano si en verdad necesita una bendición. ¿Cuántos en verdad tienen necesidad de una bendición? Hay algunos, hermanos, que no piensan que necesitan una bendición. Todo va bien, parece que todo va bien, tu vida parece que todo está bien arreglado, te vas a casar, tienes familia, ya estás planeando la boda, está todo listo, tienes buen trabajo, tienes dinero en el banco, nos vamos a ir de vacaciones… ¡hay todo planeado! Pero acuérdate que en un segundo Dios puede cambiar los planes.
¿Cuántos dicen gloria a Dios?
Vamos para allá, pero Dios nos dice vente para acá. Queremos hacer esto, pero Dios nos dice, todavía no es el tiempo. Y tremendo es cuando Dios nos para nuestros planes. Jacob, regrésate a Bet-el, porque yo quiero hablar contigo una vez más. ¿Habrá alguien que ya quiere pasar a Bet-el? Aquí está la presencia de Dios, tú no la ves, pero se siente su Espíritu Santo. Y ya para administrar a alguien. Ahora quiero terminar, hablamos un poquito de regresar a Bet-el. Quiero terminar en hablar de esta shekina o shikina, gloria de Dios. La presencia de Dios.
Escúcheme, hermano, la presencia de Dios es algo tan tremendo que necesitamos reconocer que si en nuestras actividades no está Dios no es una actividad de Dios. ¿Me oyeron lo que dije, hermanos? Si en nuestras actividades no está Dios, se vuelve nomás otra actividad. ¡Amén! Pero cuántos saben cuando Dios aparece, suceden cosas maravillosas. ¿Cuántos saben que cuando Dios está presente, Dios nos habla, Dios nos bendice Levanta al caído, al enfermo, restaura a aquél que está sufriendo? Pero se necesita esa presencia de Dios, esa gloria. Algunos escritores han dicho que se llama, la gloria de Dios. Esta palabra, shikina o shekina quiere decir la presencia de Dios. Y viene de un verbo -shakan- que quiere decir la habitación de Dios. Que viene de la palabra de los nidos de las aves. El lugar donde habitaba, donde habita, o un lugar, quiere decir 'tomar residencia’ en el Arameo con el Hebreo.
Y vemos nosotros que desde el Antiguo Testamento, allá en el tabernáculo, en Éxodo, capítulo 24. El capítulo 40 de Éxodo, se manifestaba la presencia de Dios en forma de una nube… una nube que llenaba el templo, que cubría el templo o el tabernáculo. Después llegó el templo, que vamos a hablar un poquito más adelante. Pero, quiero enfatizar algo muy importante. Cuando nosotros podemos reconocer que la presencia de Dios está en medio de nosotros es algo tan tremendo que no hay enfermo que Dios no pueda sanar. Dije que, ¡no hay enfermo que Dios no pueda sanar!
¡No hay pecador que no se arrepienta cuando Dios está allí para administrar y para hablar! Pero, para que la presencia de Dios se pueda manifestar, tiene que haber dos cosas muy importantes. Todos digan: fe. Díganlo más fuerte: fe. Y la otra cosa es, adoración y alabanza a Dios. Reconocimiento a Dios. Muchas veces Dios no se aparece porque no lo invitamos. ¡Amén, hermanos! Hablamos de tantos programas y tantas cosas, pero a Dios no lo invitamos al culto. Él es, no es el… huésped de honor. ¡Él es el Rey de Reyes, Él es Dios, Él es el maravilloso, Él es el Alfa, Él es el Omega, Él es el Todopoderoso!
Sin embargo, muchas veces a Dios lo invitamos cuando ya no hayamos la puerta, estamos patinando… y, hermanos, se nos olvidó, 'vamos a alabar a Dios’ ¿Cuántos saben que Dios habita en las alabanzas de su pueblo? ¿Cuántos ya alabaron a Dios y sintieron su presencia? Entonces, si Dios está presente van a empezar a suceder cosas maravillosas. Fe, porque se tiene que creer que Dios está aquí, pero no lo veo, pero ¿cuántos lo sienten esta mañana? Todos lo que lo siente, denle un aplauso a Cristo.
Entonces, la presencia de Dios. A veces está aquí la nube de Dios. Pero hay resultados cuando la presencia de Dios está presente. Se ven, son palpables, son visibles. Muchos dicen, hay tuvimos un culto tremendo, ¿qué paso? Nada. Hermanos, si Dios está aquí, algo precioso tiene que pasar ahora. Haber, hermanos, ¿cuántos ya saben que algo precioso ya pasó y va a pasar, hermanos? No están convencidos. ¿Cuántos de verdad, ya saben que Dios está aquí, hermanos? ¿Cuántos sienten su presencia ya en sus corazones? No están convencidos, todavía. Pero, es que somos como Santo Tomás, queremos ver para creer. Nosotros los hispanos tenemos esa bendición de que le hayamos siempre el ‘pero,’ un tremendo ‘pero,’ hubiera sido más tremendo. Nosotros los mexicanos le echamos mucha crema a los tacos, y esto estuviera mejor pero, si le agregaras esto estuviera mucho mejor.
Pero, quiero decirles algo, ¿quién es el que está en control? ¿Quién es el jefe, quién es el capitán, quién es el que está aquí para bendecirte? ¡No soy yo, no es nadie más pero es el Señor que está aquí para bendecirte, para levantarte, para sanarte! Esa presencia, esa gloria de Dios, otros escritores han dicho que es la habitación de dual implantion God, the shekina glory of God que se llena la nube. Ahorita que estábamos adorando a Dios empezó a llegar la nube. ¿Cuántos la vieron o sintieron, hermanos? Porque Dios habita en medio de las alabanzas. Cuando nosotros reconocemos que Dios está presente, comienza el Señor a manifestar su gloria. Esa gloria es la que hace los milagros.
El domingo que viene se va a orar por los enfermos. Pero, yo quiero decirles que necesitamos que la gloria de Dios esté presente. ¿Cuántos quieren que la gloria de Dios esté presente? Yo ya siento que Dios está tratando con alguien, pero tenemos que regresarnos a Bet-el, quiere regresarnos un poquito. Jacob había tenido un problema grande con su hermano, pero él cuando se paró, descansó, Dios le habló, creyó y recibió las promesas de Dios e hizo un monumento. Puso una piedra, la bañó con aceite y dijo, este lugar se llamará Bet-el, Casa de Dios. Muchas veces el diablo nos roba las bendiciones, en vez de robarle nosotros las bendiciones, el diablo nos roba la bendición. ¿Por qué? Porque no nos regresamos a aquel encuentro.
Decía el hermano, Pastor Omar, tenemos mucho por qué estar agradecidos, hermanos. Dije,¡que tenemos mucho por qué estar agradecidos! ¿A cuántos ha salvado el Señor? ¿A cuántos ha cambiado el Señor? ¿A cuántos ha transformado el Señor? ¿A cuántos ha perdonado el Señor? ¡Hay motivo de haber agradecimiento en nuestras vidas! Alguien puede decir, gloria a Dios por acá. No desayunaron, hermanos. ¿Cuántos pueden decir gloria a Dios por acá? ¿Cuántos pueden decir aleluya aquí? ¡Aleluya!
¿Cuántos pueden decir hay poder en Jesús? ¿Cuántos pueden decir hay poder en Jesús? ¿Cuántos pueden decir gloria a Jesús? ¿Cuántos pueden decir aleluya? ¡Dios está aquí! Dije, ¡que Dios está aquí para bendecirte, para levantarte, para darte nuevas fuerzas! ¡Dale gloria, dale gloria, regresa a tu Bet-el! ¡Regresa a tu Bet-el! Para que Dios cambie tu nombre. “Jacob tú ya no te vas a llamar suplantor, ladrón… ahora te vas a llamar Israel.” ¡Qué experiencia! Le cambió el nombre. Algunos necesitamos que nos cambie el nombre y la personalidad también, porque estamos un poco rústicos pero cuando Dios viene y nos cambia, si alguno está en Cristo… las cosas viejas… he aquí… ¿Cuántos quieren ser nuevos en esta mañana?
Voy a invitar al pianista que pase, porque ya voy a terminar… porque si no le voy a seguir y seguir y hermanos, se me olvida cuando parar. Que pase el pianista mientras yo me preparo para la conclusión. Este mensaje es para toda la iglesia en general, iglesia de Dios en todas las partes del mundo: tenemos que regresar a nuestro Bet-el, a nuestras raíces, a esa experiencia que tuvimos con Dios y muchos de nosotros no entendemos en esta última hora, Dios está permitiendo que pasen cosas en nuestras vidas para que regresemos a Bet-el. Me voy para allá, me voy a mover, me voy para México, me voy para Texas, me voy para la Florida. Y Dios dice, no, no, no, regresa. Todavía no ha acabado, tú pensabas que ya pero no he acabado contigo. Tengo algo, quiero cambiar tu nombre. ¡Quiero darte más unción, quiero tratar con tu vida, te quiero usar para que otros conozcan mi amor!
Y, a veces, corremos pero cuando nos regresamos rendidos, “aquí estoy papá. Yo quería hacer esto pero hágase Tu voluntad no la mía, hágase Tu voluntad no la mía. Yo quiero esto, pero yo sé que tú tienes algo mejor para mí.” Mientras el hermano empieza a tocar algo, yo quiero, hermanos, que todos cierren sus ojos.
Cuando el Pastor Roberto y yo hablábamos allí cuando tuvimos esta reunión hace unas semanas atrás. El futuro de la iglesia Congregación León de Judá e iglesia en general, confesaba algunas cosas que él ha puesto en su corazón, y entre ellas me decía, 'Pastor Gilberto, yo sé que Dios está preparando la iglesia Congregación León de Judá para una etapa nueva.' Y me decía, yo quiero que Dios nos prepare y entre ellos dijo algo que llegó a mi corazón. Y me dijo, 'Gilberto, tú sabes que estamos haciendo un nuevo templo para la gloria de Dios, pero me dijo, Gilberto, yo, ese templo no es tanto importante para mí o para la iglesia, porque podemos tener otras maneras de tener cultos y tener actividades. Pero me dijo, ‘yo quiero que sea un monumento profético. Una señal que en medio de las crisis hay un lugar donde está la presencia de Dios. ¡Hay un lugar donde todavía Dios sana, un lugar donde Dios todavía salva, Dios todavía transforma vidas, Dios todavía es real!’
Hermano, hermana, tú que estás sintiendo el… pasa al altar, no tengas temor, ven e híncate aquí, Señor yo soy el primero que quiero regresar a Bet-el. Yo necesito que Tú trates con mi vida una vez más, yo te servía mejor, pero me he alejado, me he alontanado, no me estoy acercando como Tú quiere. Pasa, póstrate delante de tu Bet-el para que Dios cambie tu situación. Este monumento que se está orando, se está levantando fondos, se está construyendo es una señal. Dios te bendiga, hermana. Alguien más que comienza a sentir el llamado de Dios. Dios te bendiga, hermana.
Este monumento donde nosotros queremos que almas se salven, queremos ver… Dios les bendiga, hermanos, es tu Bet-el. Cuando tú lo sientas. Dios está hablando, hoy va a cambiar tu nombre, va a cambiar tu vida. Créelo, ten fe, comienza a hablar con Dios. Algo está pasando ya ahorita en el mundo espiritual. Jacob se regresó a Bet-el, ya no era Bet-el, era “el Bet-el.” Dios era primero en su vida. Hermano, hermana, tú que estás aquí en el altar has regresado a tu Bet-el. Es tú y Dios. Dios conoce toda tu vida, Dios conoce todo tu pasado, tu presente y tu futuro. Él sabe todo lo que tú has pasado, ‘no, pero si paso, van a decir algo…’ Dios ya lo sabe. De Dios no puedes esconder, no queda nada escondido delante de la presencia de Dios. Regrésate iglesia, it's time to return to Bethel.
Oh, hermanos, en unas vidas el diablo ha estado viniendo a destruir, pero hoy se regresan a Bet-el, y la shekina gloria de Dios está aquí. La nube de Dios ya ha llegado para llenar tu vida. Mientras comenzamos ya a administrar, hermanos, algo va a pasar en tu vida que tú ni te vas a dar cuenta. Pero vas a tener que hacer nuevos votos con Dios. Dónde está esa persona que dice, bueno yo no he pasado, pero yo sé que soy esa persona. Tengo temor, pero yo sé que yo ahorita estoy bien. Jacob por 20 años pensaba que estaba bien, porque andaba con una bendición robada, pero Dios tiene una bendición personal para ti. Dios quiere abrazarte en esta mañana y decirte, 'hija mía, aunque todos te abandonen, yo no te abandono’. ‘Hijo mío aunque tú has sido despreciado, yo no te desprecio, yo te amo. Yo te quiero bendecir.’ Hermano, hermana, Dios te quiere bendecir en esta mañana. Regrésate a Bet-el. Ten un encuentro con Dios, deja que Dios bendiga tu vida, ya no sufras más por andar por el camino con tu propia inteligencia, con tus propias ideas, regrésate a Dios. Regrésate a Dios. Dios está aquí en esta mañana tratando.