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La palabra que quiero compartir va muy a tono con lo que nuestra hermanas Gloria estaba exhortando en esta mañana, y es simplemente un sermón que yo voy a llamar un sermón profético y se titula “Apriétanos las tuercas”, qué les parece? Vamos a ponerle así, Apriétanos las tuercas. Está en Segundo de Crónicas Capítulo 20, y digo que es un sermón profético, una palabra profética porque saben cómo yo a veces lo único que tengo, casi como un versículo, un par de frases en la mente y hasta escribí unas notas y no sé donde están. Yo creo que el Señor me las quitó para que simplemente confiara en él, lo que él quiere que yo diga. Está muy bien así.
Segunda de Crónicas, Capítulo 20, y ustedes saben la historia de Josafat. Yo he predicado sobre ello hace ya unos meses, varios meses atrás y vaya al versículo 13, Segundo de Crónicas, Capítulo 20, versículo 13 y déjenme darle el trasfondo a ese momento aquí en el versículo 13. Josafat rey de Judá recibe un reporte urgente, hay una crisis en Judá, la nación que él dirige. Recuerdan de Israel se había dividido en dos, había habido una guerra civil, estaba el reino de Judá y el reino que se llamaba Israel, aunque originalmente los dos eran Israel, pero ahora había dos reinos: Judá e Israel. El reino del norte se llamaba Israel y el reino de la parte sur se llamaba Judá y Josafat era rey en Judá, la parte sur del reino dividido.
Josafat era un hombre piadoso, un hombre temeroso de Dios, un hombre temeroso de la palabra de Dios, se había esforzado mucho porque el pueblo de Judá enderezara sus caminos, pero les llega una noticia de que viene un ejército en su contra, un ejército invasor ha entrado a Judá y se acerca para invadir y poseer toda la tierra y expulsar a los hebreo de su tierra, poseerlos, conquistarlos y le dan ese reporte al rey. El rey evidentemente se preocupa muchísimo y sabe que no tiene las fuerzas como ejército para poder resistir este inmenso ejército enemigo que viene en su contra, y que ya está dentro de la nación. Y entonces convoca una reunión de toda la nación, una reunión de crisis, una reunión para clamar a Dios porque es lo único que les queda. Su ejército no tiene la solución así que él convoca a toda la nación, los reúne en una gran plaza pública y se reúne todo el pueblo, dice con sus mujeres y sus niños, para clamar a Dios y para pedirle que haga un milagro y que los libere.
De hecho la oración que él hace, parte de ella, no la voy a leer toda, yo creo que sería bueno que la escucháramos porque es una oración muy bella, muy elocuente. Por ejemplo, en el versículo 10 del Capítulo 20 dice:
“…Ahora pues, he aquí…., él está orando al Señor públicamente, el rey está orando delante de toda esa inmensa multitud de su pueblo mientras ese ejército se va acercando, lejos, pero ya están dentro de la tierra y vienen a poseerlos. Entonces él clama, dirige al pueblo en una oración pública y dice: “…. Ahora pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que le dijiste que se apartase de ellos y no los destruyese. He aquí ellos nos dan el pago ahora, viniendo a arrojarnos de la heredad que tu nos diste en posesión….”
Y entonces él clama en versículo 12 “… oh Dios nuestro, no los juzgarás tu porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros….”
Miren que linda esa palabra que dice él, dice, “….no sabemos qué hacer….” Cuantas veces usted se ha encontrado en situaciones que usted no sabe qué hacer. Yo pienso que para un hijo de Dios, una hija de Dios a veces esa posición es la mejor de todas porque es cuando usted se rinde y usted dice, ¿saben qué? Ya yo he tratado todo y no me sale nada de posible respuesta. He hecho todas las diligencias que puedo hacer, no tengo la respuesta. Yo he hecho mi parte y cuando yo analizo esta situación está imposible de penetrar, no sé qué hacer. Cuando uno llega al final de sus fuerzas, no? Es un buen punto para el creyente porque entonces es cuando muchas veces Dios puede entrar en acción, cuando nos humillamos y reconocemos que somos débiles.
Entonces dice, no sabemos qué hacer…. Muchos nos quedamos allí desgraciadamente. No sé qué hacer y entonces nos deprimimos y dejamos de ir a la iglesia, dejamos de servir al Señor, nos ponemos rebeldes porque Dios no nos ama y no ha cumplido su promesa, pero Josafat dio un paso más. dice:
“… No sabemos qué hacer y a ti volvemos nuestros ojos….” Él lo dijo así, públicamente, Señor, yo estoy desesperado, esta nación está desesperada, no sabemos qué hacer en esta situación tan difícil y por lo tanto lo único que podemos hacer es voltear los ojos hacia ti y a ver si tu nos extiendes tu mano de socorro y de ayuda.
Entonces dice la palabra que cuando él terminó de orar, dijo, bueno, ya acabé, ya yo le dije al Señor no sé qué hacer, qué más voy a hacer. Dice, mire lo que dice en el versículo 13, “….y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños, sus mujeres, y sus hijos. Esa multitud estaba escuchando a su rey orar y es como que el escritor pone una cámara gigante y corre la cámara con esa película de cine en pantalla grande, corre la cámara y uno puede en ver la pantalla esa multitud de mujeres con sus niños, sus esposos a los lados, los jóvenes, los ancianos, todo el mundo está tenso, silenciosos y esperando a ver qué va a pasar. El rey ha terminado su oración, hay una expectativa, y hay un silencio.
Y yo me imagino que ese silencio estuvo por varios minutos. Yo me imagino que el rey Josafat se puso incómodo y toda la gente estaba incómoda también, que hacemos, nos vamos, nos quedamos, qué vamos a hacer. Es importante a veces uno esperar la palabra de Dios, esperar que Dios hable, tan importante. Muchas veces nosotros estamos hablando, hablando, hablando y orando, y orando y orando y tu dices, cállate un momento para yo poder decirte lo que yo quiero que tu hagas, para darte palabra. Es importante a veces estar en silencio y descanso en el Señor.
Dios me ha hablando mucho en este tiempo acerca de eso, de en medio de las crisis, las pruebas, las dificultades, las luchas, que tu alma no esté afanada porque uno se quema muchas veces por eso, por no esperar en el Señor. Uno puede trabajar mucho, puede hacer muchas cosas pero uno tiene que pedirle al Señor, Señor, déjame estar por dentro tranquilo, callado y a veces tomar tiempo para descansar y no hacer nada porque a veces lo más serio que uno puede hacer en la vida es no hacer nada. Eso cuesta más que hacer algo muchas veces. A veces la cosa más poderosa que una mujer, un hombre de Dios puede hacer es tomarse un día, no ir al trabajo y ese día quedarse en la casa esperando en el Señor y orando y clamando y ayunando y leyendo su palabra, y adorando al Señor, y teniendo una buena fiesta con Dios. Guau! Si nosotros hiciéramos eso de vez en cuando quién sabe lo que pasaría en nuestras vidas. Porque esa quietud en el Señor, ese descanso en el Señor, ese guardar un día de descanso poderoso en Dios, quietud poderosa yo llamo a eso. No es la quietud de no hacer nada, es una quietud simplemente de uno centrarse en Dios y concentrarse en él y adorarlo y hacer cosas que lo glorifiquen a él. Hay mucho que decir sobre eso pero no es el momento.
Pero ellos se quedaron de pie, esperando, entonces dice en el versículo 14, “…. Y estaba allí Jahaziel, hijo de Zacarías, levita de los hijos de Asaf, dice, sobre el cual vino el espíritu de Jehová en medio de la reunión, sobre el cual vino el espíritu de Jehová en medio de la reunión….”
Había un hombre, un sacerdote, parece que venía de un linaje bien específico de sacerdotes, tiene que haber sido un hombre bien especial y dice que el Espíritu Santo cayó sobre ese hombre en respuesta a la oración que hizo Josafat. Y ese hombre profetizó.
Es importante, hermanos, que nosotros le pidamos al Señor que nos ayude cada día más y más a cultivar la intimidad con el Espíritu Santo y que le pidamos al Señor que nos ayude a ser un pueblo unido por el espíritu y que aprendamos a fluir en los dones del espíritu. Escúcheme bien, es bien importante, este es el tiempo más que nunca de que nosotros nos llenemos de energía del espíritu, que seamos un pueblo que se mueva en el espíritu, que cuando le pidamos a Dios algo que creamos que él lo va a hacer, que si le oramos al Señor y decimos que tu presencia está en medio de nosotros, creamos que esa presencia va a descender, por que Dios ha prometido que si se lo pedimos él lo va a dar.
Entonces vino el Espíritu Santo sobre Jahaziel y él profetizó y dijo, “… oíd Judá todo y vosotros moradores de Jerusalén, y tu rey Josafat, Jehová os dice así, No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande porque no es vuestra la guerra sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos, he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis y los hallaréis junto al arroyo antes del desierto de Jeruel…”
Mire a ver si Dios no sabía, no estaba en control de la situación. Él sabía exactamente por donde venía esa gente, donde iban a esar mañana, le dio que ni el gps le podía decir con más exactitud dónde es que venía esa gente. Antes que hubiera gps el Señor ya lo había inventado allá arriba. Él tiene un gps que ese sí que no se equivoca. El mío me ha llevado a varios sitios raros a veces, pero ese… el Señor estaba en control. ¿Qué pasa? Muchas veces hay tantas cosas en la vida, hay tantas situaciones por las cuales uno pasa en la vida, hay tantos enemigos con los cuales uno lucha, tantos problemas que le vienen a uno en la vida y uno cree como que Dios se olvidó de mí, Dios no sabe lo que está pasando. Y si me está pasando eso quiere decir que Dios no sabe lo que está pasando porque él es bueno y no va a permitir…. Pero Dios sabe, Dios está en control. Dios tiene un plan. Lo que pasa es que a veces tenemos que buscar ese plan y tenemos que creerle a Dios y vivir una vida que sea capaz de desatar el mover poderoso de Dios.
Porque si vivimos una vida desordenada y diluida y tibia los propósitos de Dios no se van a poder cumplir en nosotros, es tan importante que vivamos vida de integridad delante de Dios y que en todo lo posible….
Josafat era un hombre que tenía sus errores, tenía sus defectos pero era un hombre que amaba a Dios que había pagado el precio. Y yo creo que por eso cuando clamó Dios lo escuchó y le dijo, mira, le dio a Jahaziel esa palabra profética, le dijo, mañana no se preocupen, salgan contra ellos. Es una multitud inmensa es cierto, pero van a subir por ese sitio, espérenlos allí porque yo tengo un plan. Dios sabe.
Nuestra iglesia tiene 25 años, 27 años ya en existencia. Yo he caminado con la iglesia desde que comenzó en sus primeros servicios y nuestra iglesia ha pasado por muchas diferentes etapas, muchos diferentes procesos y uno como que se pregunta, bueno, qué es lo que Dios tiene, qué plan tiene Dios para esta iglesia, con todas las cosas que han pasado y todas las situaciones y las mudanzas, y todo, Dios ha estado con nosotros y uno siente como que Dios tiene un plan bien específico para esta iglesia. Hay un propósito que él tiene con ella. Él sabe exactamente, y lo que nosotros tenemos que pedirle al Señor, Señor, enséñanos cuál es el plan que tu tienes, qué es lo que tu quieres hacer con Congregación León de Judá , danos una palabra profética, danos instrucción profética. No la instrucción que viene del pastor Miranda a hacer planes y sentar un grupo de gente y, ok, qué vamos a hacer, y hablar en la carne con la mente y la conjetura del cerebro humano. Sino, yo creo cada día más y más que nosotros tenemos que proceder conforme a la palabra profética, a las instrucciones que Dios da a su pueblo.
Eso es lo que el pueblo de Dios necesita, en este tiempo de la historia humana, lo que la iglesia de Jesucristo necesita es palabra profética, palabra de Dios. ¿Por qué? Porque la época que está viviendo la iglesia cristiana en la tierra es una época de gran crisis donde hay grandes enemigos que están en contra de la iglesia y hay todo un sistema, y este es en realidad, este es el punto de mi sermón. Hay aquí palabra para el individuo cuando está pasando por crisis, pero en realidad esto es para la iglesia nuestra, León de Judá, y también para la iglesia de Jesucristo en general, este sermón, esta palabra que Dios me ha dado es más bien en ese nivel que yo la predico.
Pero la iglesia de Cristo en EEUU, en Europa, en el mundo occidental, y en muchas otras partes del mundo está en crisis como estaba Judá. Hay un enemigo muy fuerte en contra de ella, los medios de comunicación, los gobiernos, mire esta nación con un gobierno secular, racionalista, que no tiene la sabiduría de Dios en él. Y hay cosas que están en contra de los valores, y los principios de la iglesia de Jesucristo en esta nación, en Europa, en muchas partes del mundo y yo creo que la iglesia de Cristo puede decir, como dijo Josafat, no sabemos qué hacer y hacia ti volvemos nuestros ojos.
Por eso es que en este tiempo de crisis y de presión sobre la iglesia de Jesucristo en el mundo entero no podemos depender de la palabra humana. En otros tiempos quizás la iglesia de Cristo puede avanzar solamente con una oración genérica y con cierta iluminación, pero Josafat no podía ir al libro de la ley y tratar de buscar allí una solución para esa crisis. Esa crisis requería una palabra directamente de la boca de Dios para resolver esa crisis, no podía depender de la otra palabra que es muy buena también, pero hay veces en su vida que usted necesita que Dios mismo le mande un mensaje directo del trono y le diga, esto es lo que tu tienes que hacer. Vas a ir a tal sitio, y vas a poner una solicitud y vas a tocar a esa puerta, y vas a hacer algo extremo y eso es lo que va a resolver tu problema.
Hay momentos en que usted no puede ir a la Biblia y decir, oh, Señor…. No, no, no, usted necesita una palabra de Dios, nacida en el espíritu, cultivada dentro de usted. Esa palabra que sale inédita de la boca de Dios. Y yo creo que en este tiempo de la humanidad la iglesia de Jesucristo necesita una palabra profética, una palabra clara que le diga por dónde tiene que ir para confrontar a ese enemigo y para descabezarlo y destruirlo y entrar en la efectividad y la prosperidad que Dios quiere que ella tenga.
Y eso fue lo que Jahaziel le dijo. Eso fue lo que Dios hizo, ¿no? Salir contra ellos. Mire, versículo 17, “…. No habrá para que peleéis vosotros en este caso, es decir, ustedes no van a tener que pelear directamente con el enemigo, en este caso en particular ustedes no van a tener que pelear, ustedes no van a tener que enfrentarlo directamente. Hay otros casos en que Dios te va a pedir, y se lo pidió, había que coger las espadas y pelear con el enemigo, y cortarle la cabeza directamente. Pero Dios dijo, en este caso no va a ser así, la pelea va a ser diferente. En este caso dice, no habrá que pelear ustedes en este caso, sino, qué le dice, mire “… paraos, estad quietos y ved la salvación de Jehová con vosotros…”
Ve lo que yo digo acerca de estar quietos a veces y pararse en lo que Dios ha dicho. Hay veces, hermanos, que cuando Dios te habla y te dice algo en tu corazón y te da una palabra profética, lo único que tu tienes que hacer es pararte en esa palabra. Esa palabra tiene que convertirse en una alfombra, una plataforma, la palabra que Dios te dio, tu tienes que pararte sobre ella y quedarte tranquilito sobre esa palabra, eso es todo lo que tu tienes hacer. Mientras tu estés parado sobre esa palabra y mientras tu te muevas en esa palabra, tu eres invencible. Esa palabra que vino de la boca de Dios tiene que cumplirse por obligación. El cielo y la tierra podrán pasar pero esa palabra se va a cumplir. Tu tienes que pararte sobre esa palabra, no te pongas a buscar otra cosa, no te pongas a hacer otra cosa porque si te sales de ella, entonces están en territorio ajeno, inseguro, incierto.
Ese pararse sobre lo que Dios ha declarado en tu vida tiene un poder tremendo y a veces uno tiene que ser obstinado. Si Dios te ha dicho algo en tu corazón y tu sabes que es de Dios verdaderamente, una palabra genuina de Dios, párate sobre ella.
Yo les podría decir que muchas veces en mi vida Dios me ha dado una palabra, a veces la ha activado un versículo de la Escritura y esa palabra es la que yo he usado y me ha aguantado ese versículo hasta pasar por la crisis. O me ha dado un pensamiento y yo me he tenido que parar sobre ese pensamiento y tengo que creer que eso es de Dios. Y eso es lo que me ha llevado. Esa ha sido mi bandera mientras yo he peleado esas batallas. Y Dios me ha sacado adelante. Paraos y estad quietos.
Ese estar quieto es como un estar quieto por dentro, respirar hondo y no estés buscando que te digan. No te estés buscando consejos de los demás, qué tu piensas de esto, y qué tu piensas de lo otro, qué tu crees de lo que estoy haciendo, eso es bueno en algunos momentos, hermanos, pero cada día Dios me dice más y más, si yo te he dicho algo, créelo y no estés consultando por allí para escuchar. A mi me gusta mucho el consejo general de los demás, yo trato en todo lo posible, pero hay cosas que Dios me dice cada día más, lo que yo te he dicho eso es lo que tu tienes que hacer. No andes por ahí buscando otras segundas opiniones.
Alguien ha dicho si Dios puso un punto, no pongas un signo de interrogación. Si Dios te dijo algo, créelo, estate tranquilo en eso y entonces espera que tu vas a ver la salvación de Dios. Tu vas a ver la salvación de Dios. Eso es lo que Dios me estaba diciendo acerca de la iglesia en este tiempo de Jesucristo y todo este tipo de cosas, no te afanes tanto, no estés….
Hace uno o dos años atrás yo estaba bien metido y bien activo en todas las cuestiones de Nueva Inglaterra buscando avivamiento, unidad de la iglesia, matrimonio homosexual, una cantidad de cosas, peleando por aquí, yendo de una reunión a otra, organizando cosas y ¿saben qué? Y me ha dolido tener que refirmar de todas esas cosas porque le digo sinceramente no me gusta decir estas cosas, cuando yo llegaba, oh, ahí llegó Roberto, ya está la solución. Vamos a hacerlo. Y me ha dolido, yo he tenido que humillarme y apartarme de muchas de esas cosas y la gente pensará, yo a veces me pregunto, pensarán que yo me desaparecí del mapa, que yo no fui consistente en lo que …., pero Dios me ha dicho, estate tranquilo, espera lo que yo voy a hacer. Y estoy quieto pero por dentro también es una quietud diferente, saben, yo estoy esperando en el Señor.
Y si Dios te dice estate quieto, no estés buscando otras cosas, no estés, te digan lo que digan, y hasta que tu mente diga lo que ella quiere decir, obedece lo que Dios te dice y espera en el Señor. Y entonces Dios veremos…. Él es Dios, él sabe el problema, él sabe lo que su iglesia necesita en esta región, él sabe lo que su iglesia necesita en esta nación, así que, es como que él se ha sorprendido de lo que está pasando.
Mi parte, yo lo que digo es que yo tengo que llenarme por dentro del poder de Dios, yo tengo que asegurarme de que mi vida esté bien con Dios, de que yo esté recibiendo palabra de Dios, que esté comiendo buena comida espiritual y entonces como atraer el poder de Dios desde mi postura de salud interior, jalar el poder de Dios y entonces cuando ese poder está dentro él sabe lo que tiene que hacer. Eso yo creo que es lo que uno tiene que hacer cuando está pasando por situaciones difíciles de la vida. Llénate del poder de Dios y atrae las cosas a ti, que tu te conviertas en un imán que atraiga las cosas hacia tu espíritu y eso es lo que es la quietud interior, de uno reposar en Dios.
Entonces, Jahaziel le dijo, ve la salvación de Jehová, oh Judá y Jerusalén no teman ni desmayen, salgan mañana contra ellos porque Dios estará con ustedes. Imagínese si uno escucha esa palabra, si usted es un pueblo con un ejército, si tiene un ejército, Josafat tenía un ejército, y hay otro ejército bien poderoso que viene contra usted, y usted le ha pedido al Señor una cosa que haga, y el Señor obedece a esa oración, y le da una palabra profética a alguien y le dice, aguanten su ejército, esta pelea no es así, pero salgan mañana contra ellos y pónganse enfrente y espérenlos cuando ellos salgan en tal sitio, porque ustedes no son los que van a tener que pelear.
Hermanos, la verdad es que a uno le puede pasar como le pasó a Gloria que uno dice ciertas cosas, compromete ciertas cosas y después cuando Dios le dice algo, uno se echa para atrás porque lo que dice es contrario a todo lo que le dicta su carne. Por eso yo creo que nosotros tenemos que aprender, hermanos, a movernos por fe y en obediencia estricta al Señor. No se lleve de sus emociones. No se lleve ni de su cuerpo porque el cuerpo es la cosa más malcriada que hay en el universo y a veces Dios le va a decir, yo quiero que tu vayas a tal sitio a orar y a clamar, ve a la iglesia, no solamente el domingo por la mañana, yo quiero que vayas a mitad de semana y vayas a esa reunión de oración especial, y quiero que ayunes. Y usted va a decir, yo estoy demasiado cansado, yo he trabajado demasiado, como dicen muchos aquí en esta iglesia y en otras iglesias. Confiéselo. Y estamos demasiado cansados, demasiado, el cuerpo no obedece, pero uno tiene que obedecer a la palabra de Dios.
Y cuando uno se mueve en la palabra de Dios ahí es donde viene la bendición porque ni el cuerpo ni la mente, ni las emociones se sujetan a lo que Dios quiere hacer. Son cosas caídas, son cosas que están penetradas por el pecado, no son buenos instrumentos para procesar lo que Dios quiere.
Por eso es que yo aprendo cada día más y más, yo tengo que dejarme llevar por mi entendimiento espiritual, no por lo que Roberto Miranda quiera, diga, tema, anhele, sino por lo que dice la palabra de Dios, qué dice el espíritu dentro de uno. Si el espíritu te dice, ve a la iglesia, mira, aunque te tengas que arrastrar, ve arrastrándote y entra a la iglesia. Si el espíritu te dice has esto, búscate una grúa para que te mueva el brazo y te lleve a hacer lo que Dios dijo, pero hazlo. No te dejes llevar.
Es una de las cosas que yo le digo a ustedes, mis hermanos, les hablo ahora en el espíritu profético, que muchos de ustedes y les hablo en el espíritu pastoral también, muchos de ustedes todavía no entienden lo que es vivir en el espíritu y en la palabra profética. No lo digo en ánimo de acusación y condenación, lo digo en una manera pero bien natural, pero lo digo en una forma profética, el Señor te está hablando. Y tu tienes que aprender lo que es vivir la vida en el espíritu, lo que es consagrarte verdaderamente al Señor y vivir para él y en él y por él. Y lo que es entrar en esa dimensión.
Yo mismo, en esta etapa de mi vida descubro que hay cosas todavía que yo tengo que moverme en otra modalidad para este tiempo de mi vida. Tengo que apretarme las tuercas yo mismo y ustedes también. Y esta iglesia también para que Dios pueda hacer lo que él quiere hacer, que podamos proceder con esa integridad, esa verticalidad, esa seguridad, esa firmeza, esa confiabilidad de la persona que marcha en la palabra de Dios y que no se deja llevar por sus emociones, sus apetitos, su cuerpo, su depresiones, su ansiedad, sueño, lo que sea, no, esa persona camina en la palabra de Dios. Toda la palabra, todo el consejo de Dios. Dios quiere una iglesia así. Dios quiere gente así. Y Dios nos está hablando y nos va a seguir hablando de esa manera.
Entonces, cuando, fíjese por qué yo estoy diciendo esto, porque en realidad yo ni siquiera he llegado todavía al punto central de esta palabra, estoy llegando a ella. Entonces, él le dijo, hagan esto y parecía contrario a lo que dictaría la razón. La razón dictaría, prepárense para aunque sea morir peleando, fortalezcan los muros en los que llega el enemigo, pongan gente en los muros para que puedan resistir. Pero Dios le dice, no, salgan y expónganse y espérenlos donde ellos van a salir mañana y no va a ser militar la batalla. Todo lo contrario de lo que dictaba la razón, el buen liderazgo, la estrategia militar, la buena administración, todo… la palabra que Dios les dio era completamente contra la razón, usted ve?
Y entonces miren lo que le dijo Josafat, bueno entonces dice, “… entonces Josafat se inclinó el rostro a tierra y asimismo todo Judá y los moradores de Judá se postraron delante de Jehová y adoraron a Jehová…”
¿Qué pasó? Ellos decidieron creer que lo que Jahaziel había dicho era cierto o provisionalmente porque usted va a ver lo que le dice Josafat más adelante. Se postraron, adoraron, dijeron bueno, Dios nos ha hablando y se fueron para sus casas.
Dice, “….y se levantaron los levitas, bueno, todavía no dice, y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré para alabar a Jehová, el Dios de Israel con fuerte y alta voz….”
Alabaron también, glorificaron al Señor, le dieron gracias por esa palabra que habían recibido. La recibieron, la consagraron, la sellaron como palabra de Dios. Ok, entonces dice que por la mañana llegó el día ahora de la verdad. El profeta les ha dicho lo que tienen que hacer, por la mañana bien temprano todo el mundo se levanta. Y yo me imagino que puede pasar lo que le pasó de nuevo a nuestra hermana Gloria; una cosa es cuando en la emoción del servicio eso está que arde, todo el mundo está saltando y gozando y danzando y gloria a Dios, una visitación, palabra profética por aquí, por allá, una cosa linda y cuando salimos a la calle, y ya vamos por el camino se nos pasó la emoción y volvemos otra vez el problema es exactamente que teníamos cuando llegamos a la iglesia y se nos enfrían los pies otra vez, comenzamos a dudar y a cavilar dentro de nuestra cabeza, preguntándonos, ah, eso fue emoción te dice el diablo. Se te cruza alguien en el camino y tu dices, dos o tres palabrotas y ya perdiste la bendición y ya se te olvidó todo lo que pasó en ese momento, ¿verdad? El diablo es así, es un cínico increíble. Porque le gusta y a veces en los tiempos de mayor bendición es cuando enseguida olvídate que ahí viene el latigazo en la espalda. Él es así.
Entonces, mire cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa y mientras ellos salían Josafat, estando en pie, les dijo “… oídme Judá y moradores de Jerusalén, aquí está, este es el centro de esta palabra, creed en Jehová vuestro Dios y estaréis seguros, creed a sus profetas y seréis prosperados….”
Eso es a donde yo quería llegar. Eso fue lo que les dijo Josafat a ellos, creed en Jehová, vuestro Dios y estaréis seguros y creedle a sus profetas y seréis prosperados. Si usted quiere todavía estar más en el centro del sermón, quite la primera parte y quédese con la segunda solamente por un momento. Creed a sus profetas y seréis prosperados. Esa es la palabra de Dios para nosotros en este tiempo y para la iglesia de Jesucristo en el lugar donde está la iglesia. Créanle a los profetas de Dios y ustedes van a ser prosperados.
A eso es lo que Dios nos está llamando en este tiempo. Y en este tiempo de la iglesia, la Congregación León de Judá, Dios le está diciendo a ustedes créanle a los profetas de Dios y van a ser bendecidos, van a ser prosperados. Ahora, uno no le puede creer a los profetas de Dios si no le cree a Dios primero, por eso fue que él dijo, creed a Dios, a Jehová y estaréis seguros y como consecuencia de ustedes creerle a Dios, créanle a los profetas que él envía, y entonces ustedes van a ser bendecidos y prosperados.
Como yo aplico eso, cómo yo desgrano eso? Hermanos, yo siento que este es un tiempo absolutamente en el destino de esta iglesia. Como digo, yo tengo 27 años caminando con esta Congregación, 25 de ellos como su pastor, y Dios siempre me habla en momentos como cuando nos movimos aquí a Boston, era una locura dejar un santuario que era nuestro, sin pagar un centavo, tranquilos allí, un vecindario exquisito y Dios nos dice, muévanse a Boston y venir uno a comer polvo y a derrumbar paredes y a pasar frío y malos ratos para hacer un santuario aquí en la ciudad, dejar uno su tierra y su parentela, literalmente casi, y dejarlo todo y venir, dejar eso y comenzar de cero otra vez porque Dios dio la palabra, Dios me dio una palabra. Yo la compartí con el pueblo, el pueblo recibió la palabra y con temor y temblor nos lanzamos ladrillo a ladrillo a construir un nuevo ministerio. Nos movimos aquí, nos mudamos en el 97 a este lugar, diciembre del 97 formalmente.
Y hemos estado aquí y yo creo que hemos visto la gloria de Dios, hemos visto la bendición de Dios. Dios no nos ha fallado. Hermanos, yo tiemblo a la idea de que podríamos estar todavía en Cambridge. ¿Qué sería de nosotros si nos hubiéramos quedado en Cambridge? Una iglesita allí todavía. Quizás bendecida, diciendo pero nuestro destino estaba aquí, y requería un moverse en fe. Y requería gente que creyera al Señor porque moverse de un vecindario tranquilo, elegante, seguro a la decrepitud que era este vecindario en aquel tiempo, eso tenía que ser de Dios. Y decir, vamos a cambiar nuestro nombre de Iglesia Bautista Central a Congregación León de Judá, como lo hicimos.
Porque yo sentí que el Señor nos dijo, cambien su identidad, y cambien su nombre también. Y tantas otras cosas. ¿Por qué? Porque procedimos conforme a una palabra profética. Y cuando yo he tenido el valor de escuchar. Yo recuerdo cuando comenzaba esta iglesia allá en Cambridge, la primera vez, quizás ya se lo he dicho antes, la primera vez que yo me paré en el santuario allí en Cambridge para dar la clase de escuela dominical con 12, 15 personas, no sé si eran 15, 20, no más adultos, y yo estaba, no era casado todavía, estaba todavía comprometido con Meche, y la primera vez tendría que haber sido noviembre porque noviembre fue que nos mudamos, noviembre del 82, y me paro yo detrás del púlpito pequeño ese a dar la escuela dominical a los adultos, y me viene esa sensación tan fuerte en mi espíritu de que Dios me dijo, esta iglesia ha sido fundada para que tu la pastorees y les digo, yo lo que no tenía la menor intensión ni deseo de ser pastor, feliz haciendo mis estudios doctorales en Harvard, contemplando una profesión académica, fumándome una pipa y ….. de profesor, ganando decenas de miles de dólares, elegante y feliz y escribiendo libros. Y Dios me dice, esta iglesia ha sido fundada para que tu la pastorees. Dios usó al reverendo Juan Vergara para fundar esa iglesia y yo no sé cómo lo puedan tomar, pero Dios fundó esa iglesia para que yo la pastoreara. Y Dios lo usó a él porque en ese tiempo yo no estaba preparado, era un estudiante graduado simplemente, nunca había desempeñado mi ministerio y Dios lo usó a él como el padrino. Y Dios me dijo eso, y yo me quedé calladito, cómo se lo voy a decir, cómo le dice usted al pastor de la iglesia que la iglesia fue fundada para que usted la pastoree.
Esa es una palabra profética. ¿Cómo yo la recibí? La recibí aquí adentro y después se transfirió a mi mente y yo la interpreté. Lo que yo sentí lo interpreté aquí en mi mente y me decía, esa es la traducción. Y yo se lo compartí a Meche después que fuimos a almorzar ese domingo y ella dijo, ¿sabes qué? Yo recibí que yo iba a ser la esposa de un pastor. Meche era católica apostólica romana en ese tiempo, y yo me enamoré de ella y la invité a ser mi esposa porque yo sabía que en el tiempo yo iba a hacer la obra antes de que nos casáramos, como lo hice. Ella no era una mujer dada a recibir pero ese día Dios le habló a ella también diciéndole la parte que le tocaba a ella. Comparamos notas y entonces entendimos que Dios estaba…. Yo me quedé tranquilo allí, no dije nada, yo mismo no estaba seguro si era palabra de Dios o no, una impresión fuerte que yo sentí una impresión. Como al año y pico el pastor Vergara dijo, me tengo que ir para Puerto Rico, regresar con su esposa. Nadie hubiera esperado jamás que él tuviera que regresar a Puerto Rico, nosotros no sabíamos que él tenía que regresar a Puerto Rico, quisieron quedarse, hicieron todo lo posible, hicimos todo lo posible porque amábamos al pastor Vergara y estábamos enamorados de él, su esposa Elsie, pero no fue posible y él tuvo que quedarse allá en Puerto Rico, trató de arreglar allá los asuntos con la Universidad de Elsie, la querían, la esperaban allá. Y entonces yo me tuve que meter a esas aguas y aprender a ser pastor poquito a poquito. Y todavía estoy aprendiendo a ser pastor, 25 años.
Pero el asunto es este, cuando usted recibe una palabra de Dios y entonces yo tuve que dejar mi doctorado, gracias a Dios, Dios me permitió terminarlo pero tuve que meterme a pastorear, cambiar mi sentido de identidad, de futuro, entregar algo que yo amaba tanto y que deseaba tanto por algo que estaba aquí, que Dios, que todavía bien podría decir, pero cómo sabe que fue Dios, si fue Dios o no. Yo no puedo decirle cien mil por ciento pero yo lo creo en mi espíritu, y hasta aquí no he visto nada que contradiga que fue de Dios. Y nunca me arrepiento de haberlo hecho, al contrario, me considero bendecido.
Pero cuando uno tiene que dar pasos de fe, de atreverse a hacer cosas, cuando usted cree que Dios… yo no estoy diciendo por ahí, todo el tiempo que Dios me habló, Dios me dijo…. No, no, no, hay momentos en que Dios me dice algo y cuando Dios me dice algo, yo lo creo y entonces tengo que luchar con eso. Dios me ha dicho, por ejemplo, yo siento que Dios me ha dicho, quiero un templo allí. Yo estoy luchando con esa palabra, pero yo tengo que dar pasos de fe en esa dirección. Y durante años yo he estado ahí, poniendo un pedazo de madera, un pedazo de ladrillo espiritualmente hablando sobre otro, para hacer eso posible. Y ha habido momentos difíciles como esta crisis económica que parecía desmentir todo lo que yo pensaba, pero gloria a Dios, Dios nos ha bendecido y nos ha afirmado.
Pero yo sigo en eso porque yo creo que Dios dijo eso, y yo, o creo o mejor será que me vaya de aquí y deje de predicar en que le creamos a Dios. Porque usted o créale a Dios o cállese la boca y no predique ciertas cosas. Entonces usted tiene que seguir con miedo y con temor, y con duda pero usted siga adelante, porque eso fue lo que usted siente que Dios le dijo y usted no ha recibido otra palabra, pues siga esa palabra. Párese sobre ella.
Y de un paso al día, un paso a la vez. Hermanos, lo que yo les digo es que esa palabra profética, cuando Dios le habla, cuando Dios le habla a una Congregación, Dios le haba a un hombre, a una mujer, tiene que pararse sobre esa palabra y seguirla, seguirla, seguirla.
¿Por qué yo digo todo esto? Hermanos, es que este es un tiempo, de nuevo, clave. Yo he estado, toda mi vida yo he estado esperando un momento, un tiempo en que Dios visite la tierra, Dios visite el mundo y me callo esas cosas porque son algo, son cosas muy personales y muy grandes y muy serias. Me las callo y yo creo que ya es el tiempo, y yo tengo que comenzar a hablar de estas cosas porque si no las hablo creo que estoy contristando al Espíritu Santo y contristando el llamado de Dios para esta iglesia y para mi vida. Entonces yo tengo que decir simplemente lo que siento en mi espíritu, lo que yo creo que Dios me está diciendo y entonces yo le voy a dejar al Señor lo demás.
Que puede hacer un hombre sino decir lo que siente que Dios le dice, y entonces tiene que dejárselo. Pero como yo soy tan conservador, tan cuidadoso de no decir cosas me quedo callado y entonces no quiero que la fruta se pase antes de cogerla del árbol. Y yo creo que este es el tiempo en que nuestra iglesia tiene que marchar conforme a una palabra profética de Dios.
Dios tiene un propósito para esta Congregación. Dios prepara una visitación sobre esta región y sobre la tierra. Y Dios necesita esta iglesia como un ejército bien preparado, bien organizado, bien disciplinado, con gente que marche conforme a las órdenes de Dios y que no esté cuestionando la palabra profética de Dios, que viene a través de su siervo.
Perdónenme que sea tan claro en estas cosas, pero Dios me ha dado una palabra profética. Yo soy un profeta de Dios, hermanos. Lo digo así, la primera vez en la vida que usted me escucha decir eso. Usted sabe que nunca digo algo así, pero creo que si no lo digo estoy deshonrando al Señor y entonces tengo que hablar las cosas porque creo que al decir eso puede que algo se libere que tiene que ser liberado, tiene que ser declarado, porque yo no puedo ser más santo que el Papa, no puedo ser más íntegro que Dios.
Y yo hasta aquí he marchado en mi identidad pastoral pero hay otra identidad, otra cosa que Dios me ha dado y la reprimo y la aguanto y no lo digo porque tengo tanto respeto a esas energías. Pero yo sé que Dios tiene un propósito, tiene un llamado, Dios tiene un mover en este tiempo de la historia y de esta nación y de esta ciudad, y de esta región y Dios quiere que sus profetas se levantes, sus Apóstoles.
Este es el tiempo en que la iglesia tiene que caminar por una palabra apostólica, no es por una palabra de hombre, Dios tiene que levantar sus apóstoles y sus profetas. Yo creo que el pueblo de Dios ha discernido que Dios está levantando el ministerio del Apóstol de nuevo y entonces todo el mundo hoy en día se denomino Apóstol. Pero es porque hay un sentido profético en las entrañas del pueblo de Dios de que sí, que es el tiempo de que los Apóstoles caminen sobre la tierra otra vez, que el Apóstol camine sobre la tierra.
Pero no todo el mundo que se llama Apóstol o profeta hoy en día es Apóstol o profeta. Hay que tener mucho cuidado con eso. Pero Dios sí está esperando en este tiempo que se levanten Apóstoles, que le den a la iglesia las órdenes que tiene que seguir y lo que tiene que hacer directamente de Dios, órdenes selladas que bajan del trono de Dios y la reciben los hombres que Dios ha puesto para que lleven a cabo su labor. Y esos hombres tienen que entonces darle esa palabra a la iglesia y la iglesia tiene que decidir si le va a creer o no.
¿Usted entiende por qué el mensaje? Ese mensaje, yo he predicado ese texto varias veces pero nunca he tocado ese punto y estos últimos meses Dios me está diciendo, predica eso. Creedle a sus profetas y seréis prosperados. Y yo lo he reprimido pero tengo que decirlo.
Y Dios ha estado haciendo unas cosas en estos días, hemos compartido con los líderes. Yo no sé a dónde lleva todo esto, no veo concretamente claro pero tengo que dar pasos de fe. Y yo les insto a usted buscarse por dentro, examínense, examinémonos, yo tengo que examinarme a mi mismo, yo tengo que pasar mi propio proceso y los invito a ustedes a hacer lo mismo. ¿Estamos nosotros preparados verdaderamente para hacer lo que Dios quiere que hagamos?
Hermanos, yo les digo, francamente nuestra iglesia no está preparada. Somos una iglesia linda, bella, preciosa, mucha gente nos admira y nos respeta pero yo les puedo decir con toda confianza, y con toda seguridad que esta iglesia no está preparada para ir a la guerra. Y no es porque seamos inferiores a otras iglesias, pero no estamos preparados para lo que Dios tiene para nosotros. Hay mucha gente que no son soldados en el Reino de Dios. No, no son, no son soldados. No tienen la mentalidad de un soldado guerrero y necesitan adquirir la mentalidad de un guerrero en este tiempo para que nosotros podamos marchar como un ejército, como Dios nos necesita, tiene que haber un cambio de mentalidad, tiene que haber un cambio de mentalidad. Tiene que haber una disciplina, tiene que haber una seriedad, tiene que haber una integridad.
Aquí hay gente que usted le dice, un ujier se le acerca y le dice, por favor, muévase una banca para que venga una visita y se siente, y le dan una mala cara. No saben lo que es ser un soldado de Jesucristo en un ejército. Hay gente que un encargado del estacionamiento le dice, mueva su carro allí, por favor, y le hacen la vida imposible a esa persona porque no saben lo que es ser un soldado en un ejército.
Hay personas que usted, le dice el pastor o alguien cualquier cosita y tiran una puerta, o dan una mirada fea, o se rebelan en su corazón, no saben lo que es caminar conforme a autoridad. El pastor les dice vengan a esta reunión, el Señor quiere bendecirle, hacer algo, y esa persona escucha y se da el lujo de venir o no porque eso es asunto de ellos. El pastor lo dijo pero eso no es… no saben lo que es caminar conforme a autoridad y por eso no son bendecidos, por eso no son prosperados, por eso no entran en la madurez espiritual en que Dios les quiere. Por eso la palabra les rebota de su mente y de su corazón y no reciben los nutrientes de la palabra de Dios. Por eso no ganan sabiduría, por eso nunca salen del atolladero, porque no saben lo que es obedecer la palabra profética, no saben lo que es caminar en disciplina, no saben lo que es caminar bajo autoridad.
Si Dios va a hacer algo en esta iglesia y a través de esta iglesia, a través de mi vida, tanto yo como ustedes tenemos que aprender lo que es caminar en autoridad. Ustedes recuerden, yo prediqué varios sermones, Dios me lo recordó, que uno predica cosas serias y le olvida. Y hace un año, exactamente yo estaba en medio de una serie sobre autoridad. Dios me habló, a veces uno hace cosas proféticamente pero no las entiende, y yo prediqué sobre autoridad porque Dios me inquietó a predicar sobre autoridad. Esos sermones están ahí en Internet, varios de ellos. Y yo mismo los leía y decía, guau, esto es lo que yo he estado sintiendo.
Y es así que Dios habla a veces. Dios nos habla y nosotros no entendemos ni siquiera lo que está diciendo. Búsquese su sermón están ahí en el Internet, es más, yo le pedí a Ernst si él lo hizo, están ahí al frente mismo de la página, usted puede, escúchelos de nuevo a la luz de lo que yo estoy diciendo.
Si la iglesia de Jesucristo en este tiempo de su historia en el mundo entero va a moverse como Dios quiere que se mueva en autoridad como nunca antes en toda la historia de la humanidad, necesita moverse conforme a la palabra apostólica profética. Y cuando los Apóstoles y los profetas de Dios digan algo, toda la iglesia tiene que unirse como un ejército y marchar conforme a las órdenes de los Apóstoles y los profetas de Dios, escúcheme.
El ejército no se puede poner a cuestionar y a cavilar en su mente, será esto, lo otro, oh, pero yo pienso que debe ser mejor de esta manera, que debe ser…. No, se obedece y se mueve y si se le cree a los profetas de Dios hay prosperidad y hay bendición. Si se le resisten hay estancamiento, y hay pérdida. No hay nada como moverse en la palabra llena del poder y el espíritu de Dios. Esa palabra está llena de nutrientes, si usted se la come, usted es fortalecido, usted es prosperado, usted es bendecido. Si usted no se la come usted no puede recibir los nutrientes que Dios está bajando, entiéndalo.
Cuando un hombre, una mujer se hace humilde, sencillo de corazón, como un niño y responde a la palabra profética, esa persona está comiendo del seno de su madre, está recibiendo la lecha directa que lo nutre y le da fuerza y le aumenta su resistencia. No tiene que ir a tomar leche enlatada o de una botella, lo toma del pecho de la madre directamente porque baja de la boca de Dios y va directamente a la persona. Y esa persona se mueve en todo el poder y toda la autoridad de Dios. Cuando está haciéndolo en su propia cavilación, en su propia mente, eso es palabra inerte, muerta. No hay bendición, no hay progreso, no hay autoridad. La persona que se sujeta a autoridad, tiene autoridad, se mueve y es prosperada y es bendecida. Mientras está allí creyéndose que es la gran cosa y que puede darse el lujo de creer o no creer, recibir o no recibir, cuestionar o no cuestionar, tiene el juicio de Dios sobre él o sobre ella.
Y este es el tiempo, hermanos, en que esta iglesia Dios le está diciendo, el tiempo es corto, no queda mucho tiempo, es tiempo de ir a la guerra, y tu no quieres que la guerra te sorprenda en esa condición. Prepárate y ponte bien y aprende lo que es ser un miembro de un ejército. Créele a los profetas de Dios y serás prosperado. Créele a Dios, cree en este Evangelio que tu dices que tu has recibido, créelo. Y vívelo y acéptalo en su totalidad. Créele a Dios y estarás seguro. Créele a sus profetas y vas a ser bendecido y prosperado. Esa es la palabra del Señor para esta Congregación. Este es el tiempo, no queda mucho tiempo para lo que Dios quiere hacer en la tierra. No queda mucho tiempo, escúcheme bien.
Y el pueblo de Dios necesita prepararse para lo que viene, para la batalla, para ir contra el enemigo, para marchar como un ejército, para usar la palabra profética, para usar las instrucciones espirituales que vienen de la boca de Dios. Se necesita un corazón preparado y sanado para moverse en humildad y obediencia.
Saben lo que dice, el Señor me ha hablado también, si usted no se hace como niños, dice el Señor, no entrarán al reino de los Cielos. Usted sabe que hay que ser como un niño, y muchos de nosotros somos tan adultos, se nos ha enseñado que tenemos que cuestionarlo todo, pensarlo todo, y decidir nosotros si queremos obedecerlo o no. Eso es rebeldía.
En otro tiempo quizás de esta iglesia, eso funcionaba pero ya no funciona. No puede funcionar. Hoy en día se necesita gente con corazón de niño. Usted tiene que medir si la gente que sirve, le sirve a usted como líder de esta Congregación son gente que escuchan de Dios y son gente que tiene un corazón de siervo. Y si tienen corazón de siervo y escuchan de Dios entonces escúcheles, obedézcales y muévase según la directiva de Dios.
Cuando le dicen tome discipulado, estudie la palabra, oren todos los días, busquen la unción del espíritu, hágalo. Lea la palabra todos los días, ore todos los días, busque la unción del espíritu. No esté allí pensando, lo hago o no lo hago, ah, lo dijo pero nada, eso fue un anuncio. Lo haré, no, no, hágalo. Obedezca. Si Dios le está diciendo a usted, este es el tiempo, prepárate, apriétate todas las tuercas si puedes, hazlo. Toma en serio.
Este es el tiempo dice el Señor. Es el tiempo. Es el tiempo de que la iglesia se mueva en autoridad, bajo autoridad, reglas de autoridad, disciplina, integridad, seriedad. Muramos al mundo, tomemos el Evangelio en serio, seamos gente que nos movamos conforme a los patrones de la palabra de Dios. Esa es la palabra. Mientras tu seas simplemente una persona mirando a ver si compran la mercancía como tantos en esta iglesia, nunca vas a entrar en la bendición de Dios. Compra la mercancía y asegúrate que la compres y métela en tu casa. No estés allí viendo si la compran o no. Esos tiempos ya están pasando, por no decir que han pasado.
Créele a los profetas de Dios y serás prosperado, dice la palabra del Señor para nuestra iglesia y nuestro tiempo. Vamos a ponernos de pie.
Tómese un momento para meditar en lo que usted ha recibido esta mañana. Tómese un momento y piense bien en lo que usted ha recibido y pídale al Señor que le de sabiduría para interpretar esto que usted ha recibido y pídale al Señor que usted pueda, que usted sea capaz de absorberlo todo y vivir a la altura de esa palabra y yo le pido al Señor que me de a mí la capacidad para vivir a la altura de lo que yo acabo de declarar, de predicar.
Esta palabra es para León de Judá, es para mí, y es para la iglesia de Jesucristo en general. Padre enséñanos a conocerte y a conocer tu camino y discernir tu voz y a caminar en obediencia, Señor, a ti, en sujeción a ti, en este tiempo clave y delicado, Señor, y arriesgado de nuestra vida como Congregación, como ministerio, enséñanos a discernir tu voz, que tu quieres de nosotros en este tiempo, Señor. Que tu quieres de nosotros. Tu nos has invitado a conocerte, dice tu palabra que no enorgullezca el que tiene dinero o fuerza, de su fuerza o su riqueza, sino que se enorgullezca de conocerte a ti y conocer tu corazón. Y si tu has dicho eso, Padre, nosotros que estamos tomando en serio eso, queremos conocerte, queremos conocerte, queremos discernirte, queremos saber por donde caminar y cómo caminar delante de ti, Señor. No sabemos qué hacer y hacia ti volvemos nuestros ojos, Señor. No sabemos en qué dirección ir y hacia ti volvemos nuestros ojos.
Creemos que tu nos vas a dar direcciones claras, tu nos vas a dar instrucciones, Señor porque tu no eres un Dios que dejas a tu pueblo en confusión o ignorancia, Señor. Cuando tu pueblo se humilla delante de ti, dice no sabemos qué hacer, no sabemos cómo caminar, no tenemos la próxima parte de este proceso clara. Nosotros confiamos en que tu vas a hablarnos y vas a darnos direcciones claras, Señor. Tu pueblo escucha, tu pueblo está atento a ti y deseamos, Señor, y necesitamos escuchar de ti en este tiempo para que la gloria sea solo tuya, Señor, porque no queremos andar en nuestras propias conjeturas, en nuestros propios razonamientos, no se trata de esto en este tiempo, Padre. Necesitamos una palabra segura de ti, Señor. Enséñanos a movernos en esa claridad, oh Dios. Bendice a tu pueblo, Padre. Protégenos del mal, protégenos de nuestras propias mentiras y engaños propios, personales, Padre. Ayúdanos a caminar rectamente en tu revelación, Padre, en tu palabra, no palabra de hombre, Señor, no cosas emocionales sino tu palabra; Padre, en este tiempo de la historia, Señor.
Tu pueblo dice no sabemos qué hacer, hacia ti volvemos nuestros ojos. Yo sé, Señor, que tu nos guiarás al lugar seguro. En ti todo es sí y amén, Señor. Gracias, gracias, Señor Jesús. Gracias, padre. Te adoramos, te bendecimos, amen, amen, amen.
Hermanos, vayan en la paz del Señor. Váyanse con la paz del Señor. Dios está con usted. Dios le ama. Tiene buenos propósitos para su vida. Medite en esta palabra, hermano, medite en lo que usted ha escuchado y guárdelo en su corazón. Amen. Amen.