19 de julio del 2010 - Por Raquel De Jesús
Vosotros sois la sal de la tierra; Mateo 5:13a
¿Cuántas veces hemos escuchado este términos y nos ha gustado? Pero ¿sabemos cuáles son las implicaciones de ser sal de la tierra? En Santo Domingo donde yo nací, me pongo a pensar en cuando mi mama estaba cocinando y una de las primeras cosas que hacia al preparar el sazón era agarrar las piedras enteras de sal y echarlas en el pilón y comenzar majarlas hasta que quedaran en granitos tan pequeñitos que parecía polvo.
Cuantas veces no nos hemos sentido como una de esas piedras de sal que hemos sido machacadas y machacadas una y otra vez y cuando pensamos que el proceso termino entonces viene el cocinero y encuentra que todavía hay en nosotras aun un pedacito que no ha sido pulverizado y comienza el proceso nuevamente.
Muchas veces le hemos dicho al Señor que queremos ser sal de la tierra pero para que la sal sea usada tiene que primeramente ser pulverizada antes de este proceso no puede ser usada. Hay procesos de pruebas que parecen que nunca van a terminar o que simplemente parecen que van a terminar con lo que somos y tal vez ese es el propósito que salgamos transformados a una nueva vida. Una nueva vida que pueda ser usada por el Señor y que pueda usar esos procesos y esas pruebas por los cuales ha atravesado no solo para publicar sus heridas sino para levantar a otros que en el camino van atravesando por el mismo proceso de ser pulverizados. No desmayemos que el que la buena obra empezó El es fiel en completarla.