23 de mayo del 2011 - Por Myriam Díaz
Una lupa es un instrumento óptico cuya parte principal es un lente convergente que se emplea para obtener una visión ampliada de un objeto.
Por mucho tiempo me preguntaba: ¿Por qué Dios manda a dar gracias aún cuando estamos en medio del dolor, o de gran necesidad…?
Por mucho tiempo le pedí al Señor por paz entre mis hijos varones. Me agobiaban sus desacuerdos y pedía sin cesar a Dios mi suplidor. Ayer, desde el momento en que pisé el umbral de mi cuarto de oración las palabras que salían de mi boca eran: “gracias Señor por mis hijos”. Una y otra vez se repetían esas palabras. No habían más palabras, solo esas. No sé cuánto tiempo pasó. La presencia del Señor era fuerte y tan real que penetraba hasta mi vientre.
Cuando terminó el Espíritu Santo de interceder, me di cuenta de que, por tiempo había mantenido una lupa en mi mano que apuntaba específicamente el mal por el cual mis hijos pasaban para darme una perspectiva magnificada. Este lente ampliaba los desacuerdos entre ellos y mis errores del pasado. Magnificaba que no hice y lo que hice mal.
Mientras repetía "Gracias Señor por mis hijos", pude ver más allá de la magnificación de lo negativo. Pude ver la inmensa cantidad de veces que besaba a mis hijos, que les tomaba en mis brazos, que les di amor, que les recogí del suelo, que me desperté para atenderlos. Recordé todos los instantes que junto a mi esposo les acompañamos a la escuela, que los defendimos, que les amarramos los zapatos y les pusimos el cinturón de seguridad. Recordé cuando los llevamos a comer mantecado, cuando el camión de helados pasaba por la casa y salíamos apresurados a comprarle su sabor favorito. Recordaba cuando no quisieron comer arroz y le dimos una lata de espaguetis. Recordaba cuántas veces limpiamos sus pañales sin ningún asco. Recordaba cuántas veces logramos que se sonrieran cuando querían llorar. Era tanto, tanto y tanto lo que sí hicimos, tanto y tanto, que se quedó bien pequeño lo que la lupa de Satanás intentaba enfocar para mi mal. ¡Qué alivio tan grande y precioso! Lo que Satanás magnificaba eran gérmenes que el plantó y que se ven sólo a través de su lente. Ya conozco su estrategia de desánimo y división. Y he decidido por la luz del Espíritu Santo no sólo soltar la lupa, sino no volver a sostenerla en mi mano.
En esto pensad:
Filipenses 4:8 (Reina-Valera 1960)
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
Esto es lo que Dios quiere que hagamos cuando nos dice: dame gracias, estando en medio de una mala situación. Cuando la lupa del enemigo está sobre nosotros Dios quiere que nos miremos a nosotros mismos y el uno al otro a través de todo lo bueno.
Una iglesia que mira todo lo bueno, lo amable, lo verdadero y lo honesto en los hijos y los hermanos y hermanas en Cristo y el vecindario y la escuela y la iglesia y en los esposos/as y en fin; la vida entera es una iglesia unida que piensa como Cristo así lo manda. Como dice este versículo: “En esto pensad” Amén.