8 de febrero del 2010 Por Meche López-Miranda
“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos….
I Tesalonicenses 3:12
Hace unos días aparté un tiempo para reorganizar mi joyero. Era una tarea que seguía postergando porque muchas otras cosas parecían mas importantes. Pero ese día me propuse no posponerlo más.
Mi joyero tiene un contenido que podríamos llamar humilde. No se hayan en el joyas de oro y mucho menos piedras preciosas. Se encuentran en el prendas sencillas que he comprado yo misma o que he recibido como regalo de muchas personas especiales para mí. Al organizar, separando por categorías: prendas doradas, prendas plateadas, prendas de diferentes colores, descubrí tres prendas que había olvidado.
Una de ellas es un collar corto de pequeñas cuentecitas rojas y negras. Ha estado en mí posesión por casi 27 años. La otra prenda es un brazalete que consiste de cuentecitas multiformes y multicolores con varios diseños de animalitos. Las cuentecitas están ensartadas en un hilo elástico. Esta prenda ha estado en mí poder por casi 22 años.
La última prenda que redescubrí la he tenido por 20 años. Es un pequeñísimo brazalete de hospital con el nombre y fecha de nacimiento de una personita.
Cada una representa un ser a quien amo con todas las fuerzas de mi corazón. El sencillo collar es un regalo que mi esposo de solo dos días me regalo durante nuestra luna de miel. El brazalete con cuentecitas ensartadas en un hilo elástico me llegó por las manos tiernas y llenas de emoción de mi hijita mayor a los 4 años. Aún recuerdo que con su mirada me preguntaba si su regalo de verdad, de verdad, me había gustado. El brazalete de hospital es el recuerdo del nacimiento de mí segunda hija.
El valor monetario de cada una de estas prendas es mínimo. Para otras personas no tendrían ningún significado. Sin embargo, para mí son un tesoro. Son un tesoro porque me recuerdan la riqueza de una vida compartida. Me recuerdan comienzos y etapas diferentes de mí caminar sobre esta tierra. Más que nada me recuerdan que la mano de Dios ha estado sobre mi enseñándome a disfrutar a mi familia y dándome la sabiduría para ser instrumento de Su amor en la vida de cada uno de ellos. ¡Qué increíble privilegio! ¡Qué tesoros maravillosos ha depositado Dios en el joyero de mi vida!
Oración:
Amado Dios ayúdame a disfrutar a mis seres queridos. Que pueda apreciar a cada uno como una joya de valor incalculable y que pueda ser yo un instrumento que tú uses para ministrar a cada una de sus necesidades.