7 de marzo del 201 - Por Gloria Marroquín
El libro "Pies de Barro" escrito por el pastor Roberto Miranda, es un caudal de conocimiento y profundas enseñanzas, muy valiosas para crecer como personas, como cristianos y como hijos de Dios, si no lo ha leído no se pierda esa valiosa experiencia.
En su libro Pies de Barro el Pastor Miranda nos habla sobre la forma en que Dios trató con el rey Josafat y a través de este poderoso relato descubre profundas enseñanzas para nuestras vidas y el trato de Dios para con nosotros a través de los tiempos.
El pastor Miranda nos recuerda lo que Dios espera de nosotros cuando enfrentamos crisis en la vida, a veces solamente debemos adorar al Señor reclamar sus promesas declarar con nuestros labios su fidelidad y esperar confiadamente la salvación de Jehová pero otras veces debemos hacer nuestra parte poner nuestro esfuerzo para que Dios lo convierta en victoria.
“ceñirnos los lomos, remangarnos la camisa y lanzarnos a trabajar y Dios obrará milagros y pondrá sobre nosotros su gracia ante las personas que tendrán los recursos que necesitamos y nos proveerá de oportunidades que parecieran inaccesibles a no ser por un milagro”
Y cuanta verdad hay en esta declaración.
Hace unos años una vecina se apropió de varios pies de tierra de una propiedad de la que yo era condueña y no hubo un diálogo por el cual se entrara en razón y eso nos ocasionaba entrar a duras penas al espacio destinado al parqueo. Muy preocupada lo consulté con el Pastor Miranda y su consejo fue ora y si estás en tu derecho lucha por lo que Dios te ha dado y después de aconsejarme y asesorarme empecé una lucha que duró un poco más de cuatro años en los que milagrosamente Dios proveyó abogados que pelearon mi causa con gastos mínimos ahorrándome varios miles de dólares. Lo primero que recuerdo es que busqué citas bíblicas que hablaran de la justicia de Dios y las pegué en los gabinetes de la cocina que justo daba al frente de esa tierra.
Hubieron días de recopilar documentos, sacar muchas copias de documentos de varios años, permisos, muchísimas citas, buscar y llenar documentos y solicitudes, pasaban los meses y empezaron a pasar los años, y no se veía solución, incluso los abogados dudaban pero siempre alimentaba mi propia fe, les decía que Dios haría justicia.
Hubo desánimo (mis pies de barro), pero seguía la batalla, orando, declarando, llorando, clamando ayunando, ungiendo con aceite la propiedad con los linderos reales, y aunque no nos daban buenas noticias, todas las noches sin faltar una yo me ponía frente a mi ventana y por fe declaraba que yo iba a ver la justicia de Dios hecha a favor de mi causa y declaraba que aunque no veía nada en ese momento un día ese deck iba a ser removido y que mis ojos lo verían, declaraba que esa tierra estaba bajo la jurisdicción de mi Señor.
En otra oportunidad ungí con aceite el deck que habían construido en esa fracción de tierra y le hablé a la madera ordenándole en el nombre de Jesús que se moviera porque, ese lugar no le pertenecía, y lo visualizaba quitándose de esa tierra y un día fue removido, la vecina firmó aceptando que la tierra nos pertenecía y renunció a todo derecho y hoy hay una cerca nueva y un parqueo amplio. Y cada vez que tengo una prueba me detengo a ver la fidelidad de Dios en cada detalle, en cada pie de tierra, Dios es grande y poderoso.
Quien como el Señor no hay nadie, poderoso y fuerte así es él.
Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Salmo 84:4