1 de febrero del 2010 - Por Gloria Marroquín
Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Lucas 24:32
Cuando leemos la palabra o escuchamos un mensaje, cuando sentimos al Espíritu de Dios hablando a nuestras vidas ¿no debería de ser esa nuestra reacción, que nuestro corazón ardiera en deseo de su presencia, no deberíamos de sentir necesidad por escuchar su voz?
Llegamos a nuestros hogares y a la primera oportunidad, chequeamos nuestros mensajes, en el teléfono, la maquina contestadora, los e-mails, queremos saber que nos dicen los que nos rodean, cual es la última noticia del día, tenemos doble línea en caso que estemos conversando con alguien y entre otra llamada, no nos queremos perder la comunicación de quien nos llama, en caso que sea más importante que la llamada que estamos respondiendo en este momento.
Se nos pasa el día y respondemos nuestros mensajes, pero no hablamos con nuestro Padre Celestial, no le agradecemos, por cada bendición que nos regala, por cada detalle que suple nuestras necesidades, por cada amanecer nuevo que nos bendice, por la bendición que nos envía en una sonrisa, en un abrazo, en un techo sobre nuestras cabezas. Él nos envía bendición en su amor, en sus promesas, en su palabra.
Antes de todo, tomemos tiempo para meditar en la Palabra de Dios, en agradecerle por su bondad y su gran misericordia, cuéntale de tu día, de lo bueno que te alegra y de lo que te entristece, toma tiempo para enviarle un e-mail espiritual. Su número nunca está ocupado para ti, nunca pagaras gastos por larga distancia, en el cielo la señal siempre llega sin interferencia. Pídele que ponga fuego en tu corazón para que arda como una ofrenda grata y agradable para él.
Oración:
Amado Dios ayúdanos a manejar nuestro tiempo de tal manera que sea un depósito de confianza en ti, que acumulemos la riqueza de una confesión agradecida, que afirme nuestra fe, que aprendamos a comunicarnos a diario, contigo, antes que el mundo nos confunda, tráenos a memoria tus promesas, tus milagros tu resurrección, tu esperanza , tu sabiduría. En el nombre de Jesús. Amén