16 de mayo del 2011 - Por Carmen Samano
¿Cuál es nuestra motivación para prácticar la hospitalidad? La hospitalidad debe ser muestra de la obra de Dios en nuestra vida. Él suplirá todas las necesidades en el desierto de esta vida cuando practiquemos las siguientes pautas: que nuestro amor sea verdadero y sincero, que odiemos el mal y retengamos lo bueno; que nos amemos unos a otros con amor fraternal; que nos excedamos en honrarnos unos a otros, recordar que tenemos el Espíritu de Dios, servir al Señor, regocijarse en la esperanza, ser pacientes en la tribulación, constantes en la oración, colaborando para suplir las necesidades de los santos, y practicando la hospitalidad.
Cuando Job estaba quejándose de su enfermedad, una de las virtudes que él dijo que nunca descuidó fue la hospitalidad. En Job 31:32, dice: “El forastero no pasaba fuera la noche; Mis puertas abría al caminante.” Y eso no es de sorprendernos porque Dios mismo dijo que Job era un hombre de bien, temeroso de Dios y apartado del mal (Job 1:1) Uno de los deberes señalado por Dios para los justos es la hospitalidad—y con eso me refiero a estar dispuestos a darles la bienvenida a las personas a nuestra casa o a nuestra iglesia.
Romanos 12:13 dice: "Compartiendo para las necesidades de los santos, practicando la hospitalidad." Literalmente dice: "Ejercer la hospitalidad." Así que el mandato en Romanos 12:13 es que seamos hospitalarios no solamente una vez al año durante el día de Acción de Gracias o la Navidad, sino que sea una actitud y práctica constante. Nuestras casas e iglesias deben estar siempre preparadas para la hospitalidad--con la disposición de acoger y aceptar a las personas.
Seamos éste tipo de persona:
1 Pedro 4:8-9 dice: “Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.
¡Sin murmuraciones! ¡Eso quiere decir, que debemos ser el tipo de persona que practica la hospitalidad y lo hace amorosamente! En otras palabras, el mandato de ser hospitalarios no es sólo un mandato para hacer algo. Tampoco es un mandato que se puede cumplir con una cuota de invitados. Es un mandato a que seamos éste tipo de persona, es decir, que no le molesta tener que ser hospitalario. Es el tipo de persona a quien no le molesta ir la extra milla y es amable sin quejarse. "Practiquen la hospitalidad sin murmurar unos de los otros.” Como el siguiente versículo (1 Pedro 4:10) implica, permite que tu hospitalidad sea una extensión o un desbordamiento de la hospitalidad de Dios hacia ti.
Sea una buena administradora de la gracia de Dios y de su amor.
Que Dios les Bendiga