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Quiero invitarle a preguntarse si realmente en su corazón, siente el perdón del Señor. Yo decía que no soy profeta desde el punto de vista que se asume ser profeta en estos tiempos, porque la pregunta que voy a hacer o la observación que voy a hacer puede hacerse en cualquier iglesia, en cualquier lugar a cualquier hora.
Pero creo que aquí el Señor está poniendo en nuestro corazón, en alguien, en algunas personas, la necesidad de entender que hay falta de perdón en el corazón. Que hay una actitud de rencor, de raíces de amargura, que aún no han sido totalmente entregadas delante del Señor. Yo quiero que con sus ojos cerrados, y en una actitud totalmente honesta frente al que todo lo vé, todo lo sabe, frente al que nos creó, podamos discernir en nuestros corazones esas áreas que necesitan ser sanadas, porque alguiens nos hirió, porque alguien maldijo nuestras vidas, porque alguien abusó de nosotros. El Señor quiere que estemos libres.
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raíz de amargura os estorbe y por ella muchos sean contaminados. Hebreos capítulo 12 versículo 15. "Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios, que brotando alguna raíz de amargura os estorbe y por ella muchos sean contaminados". Señor, encomiendo esta palabra Señor a través de tu Espíritu Santo al corazón de cada uno de nosotros, que necesitamos hacer una revisión de las áreas de nuestra vida, de nuestro corazón, frente a ti, en el nombre de Jesús, yo te pido que tu Espíritu Santo traiga convicción, traiga discernimiento, traiga arrepentimiento, y traiga restauración, en el nombre de Jesús, amén, amén.
¿Por qué razón podemos quedar o tener raíces de amargura en nuestras vidas?. Y probablemente una de las causas más importante, tal vez más definida o definitorias por las que pueden quedar raíces de amargura es falta de perdón. Perdonar es una llave de sanidad y de sanidad interior, que abre paso a la sanidad del alma. ¿Sabe?, perdonar es una decisión, y la falta de perdón hace que quede en nuestro interior raíces de amargura. En Efesios capítulo 4 versículo 32 nos dice: "Más bien sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo". Sabe, hoy día hablar de perdón no es tan fácil, alguno dirá mira pastor, probablemente tú no has pasado las experiencias que yo he pasado, a ti no te han perseguido, no te han abusado, probablemente no has sufrido de violencia, probablemente no has sufrido de indiferencia, no te han rechazado, no has pasado necesidad por alguna causa física o mental, pero es interesante como el Señor no miró ni siquiera cada una de nuestras debilidades o de nuestros pecados para morir en la cruz del calvario por cada uno de nosotros, con cada una de nuestras diferencias, con cada uno de nuestros pecados y nos perdonó a todos por igual.
Probablemente no tengo la experiencia de las heridas profundas que puede causar la vida en algunas personas, pero no por eso la palabra del Señor deja de tener autoridad para poder recomendar que las raíces de amargura traen ansiedades, traen enfermedades, traen situaciones a nuestra alma que pueden provocar que muchos sean contaminados.
Sabe, yo estoy hablando a un corazón, a una persona, a un grupo de personas hoy día, que de alguna manera aún no han entendido que el perdón de Dios significa ya no me acuerdo más de sus pecados. A veces nosotros ni siquiera hemos recorrido el camino de perdonar o de sentirnos perdonados, ni siquiera nosotros nos hemos perdonado, sabemos que el Señor nos perdonó, sabemos que Él derramó su sangre en la cruz del calvario para perdón y remisión de pecados, no excluye nada, ninguna circunstancia, ni muy simple ni muy extrema, Él murió en la cruz del calvario para traernos sobre nosotros perdón, remisión de pecados, darnos salvación y entregarnos vida eterna.
Muchos de nosotros tenemos claro eso, pero aún así, muchos de nosotros aún no hemos sido capaces de perdonarnos nosotros mismos por esas cosas que quedaron en el pasado. La palabra del Señor nos dice que si no perdonamos Dios no nos perdona. Alguien dijo una vez que perdonar es recordar las ofensas en paz. Yo no creo eso. Podemos asumir perdonar a la persona que nos ofendió pero no me la nombren más en mi vida. Había una frase política del país de donde yo vengo que decía, "ni perdón ni olvido", eso era todo lo que había que hacer. No hay perdón sin justicia. Sabe, que bueno que nosotros podamos dimensionar esta necesidad de escudriñar, de discernir dentro de nuestros corazones, el perdón del Señor se muestra, se está mostrando a través de nuestro propio perdón por nuestras propias acciones.
Muchas veces personas que han practicado ciertas cosas como abortos y han sentido el perdón del Señor, aún no se han sentido perdonadas, no han sentido la convicción de sentirse perdonadas ellas mismas. Hombres que han sido de alguna manera crueles, violentos, y han sentido el perdón del Señor por su abuso, aún sienten que en su vida esos recuerdos vienen y los traen a sentirse mal. Pero si yo era así, pero si yo vivía así, pero si yo hice esto, yo sé que el Señor me perdonó pero yo no me puedo olvidar. Sabe, el Señor nos está llamando a que podamos entender que el perdón que captamos a través de haber recibido a Jesucristo, es un perdón completo que trasciende el cuerpo, el alma, y el espíritu, y cada uno de nosotros debe aprender a experimentar eso.
El perdón ante todo es algo que debe suceder en nuestro corazón. Cuando perdonamos, perdonamos dentro de nosotros, y no hace falta que esté la persona necesariamente a la que tenemos que perdonar allí, ¿por qué decimos esto?, porque a veces sólo podemos perdonar en el recuerdo. Probablemente la persona que le hicimos daño o nos hizo daño ya ni siquiera exista, aún así debemos buscar que el perdón tenga una vida en nosotros. El perdón es algo que está dentro de nosotros, surge desde nosotros hacia aquéllas personas que pasaron por nuestras vidas y nos lastimaron. Eventualmente en nuestro diario vivir siempre nos vamos a encontrar con personas que van a hacer algo que nos vá a hacer sentir mal, y cada día debemos practicar ese perdón.
Otra razón por las que se brotan raíces de amargura es la autocondenación. No debemos seguir autocondenándonos porque el Señor ya nos perdonó. No debemos seguir reprochándonos nuestra conducta anterior porque el Señor ya nos perdonó, y cuando tenemos esa convicción, entonces podemos decir que todo lo pasado ya es viejo. Segunda de Corintios capítulo 5 versículo 17 dice que: "De modo que si alguno está", ¿dónde?, en Cristo, no en la religión evangélica, no en una iglesia determinada, "De modo que si alguno está en Cristo", ¿y quién es Cristo?, la roca, la piedra angular, el lugar donde nosotros nos paramos y comenzamos a caminar firmes, el que dió su vida por nosotros en la cruz del calvario, "De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, y he aquí que todas son hechas nuevas", incluyendo las heridas del alma, incluyendo aquéllos que te maltrataron alguna vez.
Tengo un caso en mi iglesia, él contó su testimonio, este muchacho, venía de otra iglesia, él aceptó a Cristo hace algunos años, pero nunca le dijeron que tenía que entender que él no era culpable de su situación, y que tenía que perdonarse. A los cinco años lo echaron de su casa en Guatemala, a los cinco años le dijeron no te queremos y él se acuerda claramente cómo sus padres le dijeron no te queremos, desde los cinco años vivió en la calle, ya lleva unos doce o trece años que vino a EEUU, yo creo que su familia ni siquiera sabe que él está acá, y vivió introduciéndose en el alcohol, en la vida que a Dios no le agrada, hasta que un día entendió que el Señor Jesucristo lo llamó y lo perdonó, y también le dijo tampoco es tu culpa, perdónate, no te autocastigues, no te infrinjas heridas porque no te quisieron en tu casa, no sabes por qué no te quisieron, perdona, si no puedes ir y perdonar, perdona de aquí, con los ojos cerrados, y deja que el Espíritu Santo trabaje en tu vida.
Sabe, este muchacho ha cambiado, este muchacho ha entendido que ahora sintiéndose perdonado con la convicción del Señor, él puede perdonarse incluso de sus malas decisiones y puede decir las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas, así que, en Hebreos capítulo 8 versículo 12 dice que: "Yo les perdoné sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados". Este es un nuevo pacto, el Señor ya no vá a tener presentes nuestros pecados, nos arrepentimos y nos perdonó, estamos en una nueva etapa, iniciamos una nueva vida en Él y que Él nos está dando esta nueva vida a través de Jesucristo. ¿Hay alguno aquí que todavía no experimente esa vida en Jesús?. ¿Hay alguno aquí que aún necesite entender que su vida puede ser una vida total y absolutamente diferente?.
Sólo abriendo su corazón y diciendo Señor Jesús perdóname. Señor, lávame con tu sangre, Señor restaura mi vida, aún el autor en el libro de Hebreos dice que, no debemos permitir que alguna raíz de amargura se desarrolle en nuestro corazón. ¿Cuántos quieren permanecer en la gracia del Señor?, ¿cuántos quieren permanecer ahí en la presencia del Señor?.
Sabe, el Nuevo Testamento nos habla de un Dios misericordioso, Él está mucho más presente, y Él quiere que cada uno nos perdonemos, quiere que podamos llegar delante de Él con un corazón limpio, sin heridas, sin raíces, que nuestra adoración fluya poderosa delante de Él. En Mateo capítulo 6 versículos 12 al 14 dice esta oración: "perdonando nuestras ofensas como nosotros también perdonamos a nuestros ofensores, y no nos dejes caer en tentación, si no que líbranos del mal, porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro padre celestial también os perdonará a cada uno de vosotros". Hay una consecuencia, necesaria, debemos abrir nuestro corazón, si alguien nos hirió, si alguien nos maltrató verbalmente, si alguien abusó y sabes su nombre, si sabes cuál es su imagen, en el nombre de Jesús declara perdón, por sobre todas las cosas para que tu corazón, para que tu alma, para que tu vida esté libre y puedas adorar al Señor con todas tus fuerzas.
Sabe, aún el Señor quiere que lleguemos, nos recomienda que lleguemos con alguna de nuestras ofrendas, pero antes de llegar al Señor tengamos cuidado si tenemos que pedirle perdón a alguien, dice vé a donde tu hermano, pídele perdón y luego ven al altar y ofrenda. No estoy sólo hablando de dinero, tu adoración, tu alabanza, tu servicio, tu trabajo dentro de la iglesia, muchos de nosotros por años nos hemos identificado con estar presentes dentro de la iglesia y muchos de nosotros conocemos cómo se vive y cómo se trabaja, pero también muchas veces nos olvidamos que necesitamos estar con nuestro corazón sano cada día, si a alguien ofendimos, si alguien nos ofendió y nuestro corazón lo recibió, aún antes de presentar ofrenda, aún antes de presentar adoración, aún antes de presentar acción de gracias, vamos, pidamos perdón, perdonemos.
Ninguno de nosotros es perfecto, ninguno de nosotros. Ninguno de nosotros puede decir que no puede perdonar, ninguno de nosotros puede decir que no debe sentir perdón, cada uno de nosotros necesitamos ponernos a cuenta con la línea del amor y del perdón de Jesucristo. Aún Mateo capítulo 18 versículo 21 dice: "Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré?", nosotros decimos yo le aguanto una, a la segunda le cierro un ojo y a la tercera le cierro los dos probablemente. En un mundo donde los extremos son normales, o te amo o te odio, aún a la iglesia traemos esos hábitos, aún a la iglesia traemos esa manera de vivir, aún hay gente en la iglesia que necesita entender que ya el perdón de Jesucristo está en su vida, por lo tanto deshágase de todas esas cosas que a Dios no le agradan y que le están haciendo daño a su alma. Aún no sólo la palabra del Señor lo enseña, aún la ciencia enseña que el hombre que vive amargado, con falta de perdón, hasta enfermo pasa.
Hay personas que están amargadas, sufriendo, personas jóvenes, y usted las vé y les echa el doble de la edad que tienen, no voy a mirar a nadie. Aún necesitamos trabajar esas áreas de nuestra vida, el Señor quiere rejuvenecernos, el Señor quiere que nos renovemos, el Señor quiere darnos cada día su vida, su aliento de Espíritu, pero su alegría no puede morar en corazones que sólo viven en amargura, que sólo hablan amargura, que sólo se quejan, que sólo traen amargura al mundo. Yo quiero hablar a su corazón, y quiero decirle que deje de lado todo aquéllo que le ha puesto en problemas por causa de raíces de amargura, aunque sea difícil, aunque la acción de perdonar sea el último sacrificio en esta batalla, procure perdonar, procure abrir su corazón, y aunque haya sido mucho el daño, deje que el Señor Jesucristo restaure su vida, deje que Él le muestre su amor, deje que Él traiga su bendición sobre usted, no se atrase, deje que el Espíritu Santo corra con libertad, que cuando usted levante sus manos a pesar de todas esas heridas del pasado, el bálsamo que es la unción del Espíritu Santo venga sobre usted, esas heridas pasan, se van cicatrizando y van tomando otro color, otra forma, ya no hay infección, hay sanidad.
Así que no viva de los recuerdos. La palabra dice en Colosenses: "Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros, sobre todo tened entre vosotros un ferviente amor, porque el amor cubre multitud de pecados". La falta de perdón nos separa de Dios, no podemos alabar a Dios con libertad, nos afecta en nuestras relaciones personales, en la iglesia o en la casa, no somos de bendición, ¿sabe por qué?, porque sólo ver a una persona que tiene amargura en su corazón trae tristeza, trae murmuración, trae queja.
La amargura, la raíz nos enferma, trae problemas de salud, afectamos a nuestros hijos, a nuestros esposos o esposas, ponemos semillas de falta de perdón, todo se une en nuestra casa, pueden nacer ánimos de venganza, y somos estorbo por no perdonar. No podemos dejar que la raíz de amargura nos estorbe en nuestra relación y cercanía con el Dios y Padre que está en los cielos. Aquél que nos proveyó del instrumento de salvación, a nuestro Señor Jesucristo. Así que si hay alguna raíz de amargura en su corazón, quiero invitarle a que cierre sus ojos ahora, perdonar a otros nos hace grandes, fuertes, ¿y sabe lo mejor?, que el beneficio es para nosotros mismos. Oremos.
Y comienze a declarar perdón, sobre quien usted crea que necesita perdonar, aún nosotros los pastores que estamos expuestos a hablar todas estas cosas, aún en el silencio de nuestro hogar, cuando usted nos vé predicando, muchas de estas cosas que también han afectado en nuestra vida, necesitamos sentirnos perdonados, necesitamos perdonar muchas veces las ofensas de otros. Aún nosotros debemos confesar que no somos perfectos, que aún hay heridas en nuestro corazón que tienen que ser sanadas, porque ya el Señor lo hizo, ¿qué fué eso que te ha marcado toda tu vida que hoy día necesita sanidad?. ¿Qué fué esa situación, quién fué esa persona, cuál fué esa circunstancia que aún el día de hoy cada ciertas horas o cada ciertos días del mes viene a tu mente, y te trae amargura, y te trae tristeza?.
Hoy día es el día que el Señor creó para que tú te libres de eso, para que tú te sanes de eso, para que le digas al Señor, Señor, saca toda raíz de amargura de mi corazón, saca toda palabra de maldición de mi boca, saca todo aquéllo que ha herido mi vida o aquéllo con lo cuál yo he herido a otros, enséñame a perdonar así como Tú me perdonaste, a pesar de la condición de mi vida. Enséñame Señor a llegar con manos limpias, con un corazón puro, con un olor grato delante de ti, porque Tú ahora habitas en mí, porque Tú habitas en nosotros, ya no habitas en templos por manos de hombres, si no que nosotros somos Tu templo vivo Señor. Señor yo oro por esa situación puntual en el corazón de mis hermanos, de violencia, de infidelidad, de malos tratos, a veces de palabras de maldición que fueron traspasadas desde la infancia, Señor yo oro para que Tu perdón se complemente Dios mío y fortalezca mi corazón para que aún entendamos, que debemos aprender a perdonarnos, y debemos aprender a perdonar a otros, gracias Señor, porque Tu palabra es viva, porque Tu palabra es eficaz, porque Tu palabra es cortante y penetrante como una espada de doble filo, que penetra hasta partir el alma y llega hasta la médula de los huesos.
Y yo te pido que esta palabra penetre en el corazón de los que necesitan hoy día, que se introduzca esta palabra en la médula de cada hueso Señor, y que Tu Espíritu Santo haga fluir, haga correr sangre nueva, la sangre de Jesucristo en cada una de sus vidas, gracias Señor, gracias Jesús.