El victorioso León de Judá

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Esta escultura se llama El Victorioso León de Judá ( Michael Dudash: The Victorious Lion of Judah ). Muchos años atrás me encontré con esta escultura en una tienda de arte en Orland Florida. Para ese entonces todavía no me había reintegrado a la congregación como hice en el año 1999, el pastor seguía siendo mi pastor ex-oficio como lo es para tanta gente que no viven en Boston, y mi mentor. Y ya para ese tiempo apenas la congregación había cambiado de nombre de la iglesia Bautista Central a la congregación León de Judá, y para mí esa escultura, aún después de verlo por esa primera vez, para mí eso representaba tanto del mensaje del pastor Roberto y el llamado de esta iglesia, que aún en esos entonces teníamos una idea tal vez de algo diferente que Dios iba a hacer. Y oraba de alguna manera que Dios me haría parte de esa visión.

Pero miren bien esta escultura. Tal vez han vista otras imágenes de Cristo. Tal vez un Cristo crucificado, inerte sobre una cruz, o tal vez hemos visto la imagen famosa del humilde pastor de ovejas, pastoreando un rebaño. Esta escultura, por sí Michael Dudash es muy diferente, y a propósito, el artista, el escultor de esta escultura, dice que él muy a propósito quiso representar a Jesús en control. Representar a Jesús como Rey soberano sobre toda la creación y sobre el universo. Con el cielo como declara el profeta Isaías en Isaías 66, el cielo como su trono, y como el artista representa en este detalle, la tierra como el estrado de sus pies.

Un Jesús ya gobernando entre leones con toda autoridad que le había dado el Padre. Ahora, mis hermanos, tal vez nosotros no llegamos a conocer, no estuvimos ese día, no fuimos testigos ese día en que Jesús fué crucificado, no llegamos a ver el Jesús crucificado, el humilde Nazareno o el pastor de ovejas, pero esto sí, toda la palabra está de acuerdo de esto, tanto los profetas del Antiguo Testamento, tanto los Evangelios y casi todos los mensajes de Jesús. El libro de Hechos está de acuerdo con esto, las cartas de Pablo, las cartas de Pedro, las cartas de Juan, y por cierto el libro de Apocalipsis, todos están de acuerdo con esto.

No se apure, todos compareceremos delante de este Jesús y su trono, tarde o temprano nosotros todos dice la palabra, compareceremos delante del tribunal de Cristo, y daremos cuentas por todos nuestros hechos, nuestras palabras, y nuestros pensamientos, y si hoy vemos a Jesús de lejos, ahí lo veremos, cara a cara, ahora mis hermanos, una pregunta, ¿cómo esto te hace sentir?. El hecho que un día estaremos delante de la presencia de este Jesús victorioso, y yo creo que ¿cómo nosotros respondemos, qué imagen forma esto en nuestros corazones, cuáles imágenes esto inspira?. Depende de lo que ese Cristo y ese trono representa para ti. Ahora yo les puedo decir que en estos días son muy pocos los días que yo no pienso en ese trono y en ese Jesús, pero la imagen para mí ha sido dinámica, no siempre ha representado lo mismo, y tal vez es igual para usted.

Yo no se usted, pero hubo un tiempo, en que estar delante de ese trono y dar cuenta de mi vida delante de ese Dios juez me inspiraba terror. Y yo diría esa es la primer opción, me crié en un ambiente muy legalista, y aunque me hablaban de Jesús me hablaban de este Jesús que sí está representado en la palabra en Apocalipsis, hablan de que el Señor se sienta sobre un trono blanco, huye delante de Él el cielo y la tierra, el Hades y el mar entregan sus muertos, los libros son abiertos y todos son juzgados por este Jesús. Y ahora mis hermanos yo no sé de usted, pero en mi juventud yo repartí bastantes tratados representando a Jesús preguntándonos esto: ¿por qué te debo dejar entrar al cielo?.

Y hacíamos nuestro trabajo personal en las calles de Nueva York, y de vez en cuando reflexionaba yo sobre los mismos tratados que yo repartía, sin saber que iba a responderle a Jesús, y sabe, hay una gran razón porque esta pregunta, un secreto, esta pregunta no aparece en la Biblia, aunque aparezca en estos tratados, ¿sabe por qué no aparece en la Biblia?, y esto fué un regalo de parte del Señor, la razón por la que no aparece en la Biblia es porque ya Jesús conoce la respuesta. No hay nada que nosotros le podemos decir en ese momento, ninguna obra heróia que se nos puede ocurrir, que puede convencer a Jesús que nos deje entrar al cielo. Yo nunca he sido muy fuerte con la matemática pero esto es muy fácil: ¿0 + 0 + 0 equivale a? (congregación:cero). Y mis hermanos si usted quiere diezmar un millón de dólares te bendecimos, pero eso no te vá a dejar entrar al cielo. Usted puede recitar dos millones de ave marías, tampoco eso te dará el permiso de entrar al cielo, o sea, no hay nada que podemos hacer para entrar al cielo. Y además, esa decisión no se hace allí, lo que dice el autor de Hebreos, el día de la salvación es hoy. Esa decisión se hace aquí.

Lo que al fin el Señor visitó mi vida con lo que yo espero, si esto, usted se acuesta todavía, y si usted todavía tiene esos temores le tengo buenas noticias, el cristiano ya sabe por qué entramos al cielo. Si uno le dá la vuelta a la escultura y logramos ver el espaldar de la escultura encontramos este detalle que el escultor encuyó, una cruz en el mismo espaldar de la escultura, como si dijéramos que el trono de Jesús literalmente en esta escultura está respaldado por una cruz, su cruz, sí es una estatua bella. Y lo que la palabra nos promete es que es por gracia, ¿sabe usted?, que es por gracia que somos salvos, por medio de la fé, y esto no de vosotros, pues es el don, es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se glorie.

¿Y qué me quiere decir eso?. Yo me puedo preocupar por muchas cosas todavía, me puedo preocupar si mi camisa hace juego con mis pantalones, y mi chaleco. Me puedo preocupar si mi automóvil tiene suficiente gasolina para llegar a la estación de gasolina, me puedo preocupar por el presupuesto del ministerio que manejo, me puedo preocupar por muchísimas cosas, pero ya gracias a Jesús, yo me puedo acostar tranquilo sabiendo que en el momento que llegue ese día, soy salvo. Por su gracia, por su misericordia, y ya no hay condenación para aquéllos que están en Cristo Jesús.

Pero siempre nos toca el trono. Bueno, Samuel, ya no hay más condenación, ¿entonces para qué el trono?. Bueno mis hermanos, tal vez hay otra manera de ver el trono y este día. Véalo como lo que he aprendido a llamar evaluación divina. Así como la parábola de los talentos, declara que el Señor un día nos llamará a cuentas por los talentos que le dió a sus siervos, este Jesús sí nos preguntará ¿qué hiciste Samuel, qué hiciste con lo que te dí?. Y el Señor nos ha dado tantas cosas, y me vá a llamar a cuentas por todas esas cosas que Él me confió en esta vida, porque igual como usted y todos los que estamos aquí, aún antes de nacer, el Señor tenía un propósito y un llamado con nuestras vidas.

Sabe, sigue Efesios en esa cita, "porque somos hechura suya creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." Y en ese día el Señor me vá a dar toda su atención por un momento y me vá a preguntar, "Samuel te dí una buena iglesia, te dí una buena esposa, te dí unos buenos pastores, te permití tanta educación, te dí tantos años de vida, te dí esa salud, te dí esa familia, te dí esa madre, te dí ese padre, te dí esos hermanos que se llevan, fuiste bendecido, te dí tanto, ¿qué hiciste con eso?. ¿Cómo usaste lo que te dí para avanzar la misión que te encargué?. Porque saben qué mis hermanos, sólo las cosas que tienen valor son dignas de ser evaluadas, y le tengo muchas buenas noticias, primeramente, nadie te toma más en serio que Jesús, y esa realidad me llenó de aliento, wow. Si el Señor se preocupa por cada pensamiento y por cada palabra y cada obra, es porque me toma en serio.

Y ¿sabes qué?, no hay nada desperdiciado en su vida, el Señor nos vá a llamar a cuentas porque todo tiene importancia para Él, lo que nos gustó, lo que no nos gustó, nuestros triunfos, nuestros retos, nuestras tragedias, nuestras victorias, todas esas cosas valen. Y son parte de su plan. Y Él en ese día nos vá a evaluar.

Ahora mis hermanos, no sé cómo les hace a usted sentir, pero más y más y más yo he meditado en esto, fíjate yo he llegado al punto que yo estoy loco porque llegue ese día. Yo sinceramente vivo para eso, ¿por qué?, imagínese, si ya no hay más condenación, o sea, si el propósito de esta entrevista con Jesús no es para condenarnos, ¿qué queda?. Si no es que Él nos quiere condenar, ¿qué se trae Jesús con este diálogo?. Y yo lo veo a Él como un mentor divino en este momento. Por un momento en la historia usted tiene una audiencia con no sólo el Creador del universo, su Creador. Toda su atención será sobre ti, y esta escultura Jesús lleva en su diestra una vara, que representa la vara del pastor, y una de las cosas que creo que el Señor quiere que yo descubra en ese momento, que descubramos en esos momentos esto, la manera en que Él ha sido su mentor, nuestro mentor toda nuestra vida, apacentándonos, y revelándonos para qué fué eso.

Samuel tú te acuerdas de ese evento, ¿qué aprendiste de eso?. Bueno Señor tal y tal, bien, pero no sabes tú que Yo tenía este propósito con esto, y esta otra cosa Samuel, ¿qué tal eso?, Señor eso fué un día glorioso, pero ¿qué?, ¿qué Yo quería que sacaras de eso?. Tal cosa Samuel, tal propósito. Samuel ¿y esto?, oh Señor eso fué un fallo, dice no Samuel, eso fué una de las victorias más grandes de tu vida y tú ni siquiera te diste cuenta, si no fuera por eso hubieras sufrido 25 fallos, pero Yo estuve ahí, mi vara y mi cayado guiándote, momento tras momento, evento tras evento, memoria tras memoria, día tras día, el Señor demostrándonos, Yo estuve contigo, y quiero que aprendas porque hay más.

Entonces ¿con qué propósito?. ¿Qué quiere Dios que nosotros saquemos de esto?. El apóstol Pablo, pensando en este día, sabiendo que este día se le acercaba, escribió: "He peleado la buena batalla, y he guardado la fé, por lo demás me está guardado la corona de justicia". Ahora pensemos en esto y creo que esto es lo que más me emociona de este día y yo mi hermano, te invito a meditar en esto también, porque el apóstol Pablo dice: "Esta corona me lo guardará el Señor y no sólo a mí si no también a todos los que aman su venida". Una de mis oraciones es que todos salgamos de aquí amando su venida, ¿por qué?. Si habrán coronas pero no creo que sean las coronas que muchos de nosotros creemos. Para mí, cuando hablamos de coronas, imagínese, una corona de oro, ¿qué vale para nosotros?, una aurora de oro, un pedazo de metal en oro, a propósito, los ladrillos de las calles del cielo son hechos de oro.

Pues para nosotros tal vez el oro no es gran cosa, pero cuando la palabra declara estas cosas yo creo son frases poéticas, tratando de explicar lo inexplicable, ¿qué será tan inexplicable?. Dice la parábola de los talentos que el maestro muy contento con su siervo lo miró, sonrió y le dijo: "Bien hecho, hiciste bien". Ahora hermanos, imagínese tú y Dios a solas, viviendo todas las aventuras de su vida, y al final te dice, ¿sabes qué?, ¿sabes qué Omar, sabes qué María, Roberto, sabes qué Samuel?, no fué una misión fácil, no fué una misión cualquiera, por eso te envié, por eso te lo asigné a ti, Yo sabía que era difícil, por eso te equipé para ese día, por eso envié mi Espíritu Santo para asegurarme que iba a terminar bien, no todo fué perfecto pero ¿sabes qué?, me siento orgulloso de ti, bien hecho.

Hermanos, yo no sé de usted pero un cumplido de los labios de Jesús sí vale algo. Vale tanto, que yo me imagino que eso es irresistible, y cuando la palabra declara que los veinticuatro ancianos se postran delante de Jesús y arrojan sus coronas delante de Jesús, yo me imagino que son las mismas coronas, no me imagino nadie lo suficientemente egoísta o soberbio para poder poderse su corona y decir, sí, gracias Jesús, así fué. Si no, yo creo que nuestro instinto será arrojar esa corona inmediatamente y decir Jesús fuiste Tú, la obra es Tuya, nunca lo pude haber hecho sin ti.

Oremos hermanos: Mi hermano, este día llega, y todo en nuestro corazón, en verdad, tu corazón, tu alma anhela este día, aunque usted no se dé cuenta, pero somos creados para ese día, ese es el propósito, ahí terminamos, y mi primera oración es para aquéllos que todavía miran este día con temor y terror porque hay cuentas que arreglar todavía, mi primera oración es por ti. Si usted está oyendo esto por el internet o si está aquí en la congregación esta noche, y este momento todavía te llena de terror, porque todavía no has descubierto el poder de la cruz, espero que usted reciba ese regalo de la salvación en esta noche, y que comienze a anhelar ese día, y por lo demás, ven Señor Jesús, recibe la gloria y la honra, y guárdanos hasta el día en que te lo demos en persona, en el nombre de Jesús, amén.

Hermanos yo quisiera, quisiera invitarlos a ponerse de pie en esta hora, y seguir la línea de oración que el pastor Samuel hizo. Gran parte del propósito de lo que nosotros estamos haciendo en estas noches es, de nosotros poder recibir precisamente ese mensaje, que nosotros podamos renovar nuestro sentido de compromiso, nuestro sentido de amor con el Señor. De nuevo estos mensajes no son para condenar a nadie, al contrario es para dejarle saber que nosotros somos aceptos delante del Señor. Hay un Señor que te ama, hay un Jesús que te ama, y hay un Jesús que anhela estar en comunión contigo, hay un Jesús que anhela decirte bien hecho, en lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré.

Algo bien interesante que el pastor Samuel no mencionó pero que él lo dijo ahurita en una conversación que tuve con él, esa parte de lo que acabo de decir, cuando llegue ese momento las cosas no van a terminar, cuando lleguemos al cielo cada uno de nosotros vá a tener una tarea que hacer. No es que vamos a estar volando así por las calles de oro disfrutando de la presencia del Señor, no, algo vamos a hacer allá, el Señor dice si en lo poco has sido fiel, aquí en esta tierra, en este mundo, en el presente, si aquí tú has sido fiel, en lo mucho te vamos a poner, ¿qué será eso?, yo no sé, eso solo Él lo sabe, pero por ahora aquí en el presente estamos siendo fieles con lo que Él nos ha llamado a hacer.

Como decía el pastor Samuel, estás siendo fiel con tu esposo, con tu esposa, con tus hijo, con tu hija, tu hermano, tu hermana, el ministerio que tienes en tu mano, el trabajo que tienes, las habilidades, los talentos que Dios te ha dado, la salud que Dios te ha dado, la vitalidad que Dios te ha dado, las palabras que le puedes decir a alguien, los recursos que Dios te ha provisto, ¿los estás usando para ti nada más o los estás poniendo al servicio de otros?, ¿qué estás haciendo?. Así es como nosotros mostramos nuestro amor por el Señor, todo lo que nosotros tenemos, que disfrutamos es una demostración del amor de Dios.

¿Cómo nosotros demostramos ese amor tanto a Él, como lo demostramos a los que están a nuestro alrededor?. Así que ahí donde estás vamos a hacer esta última oración, y dile ahí al Señor, Señor, yo quiero serte fiel con lo que tú has puesto en mis manos, quiero serte fiel Señor con esos dones que tú has puesto en mi vida, en este momento en el cual Tú me permites vivir Jesús, quiero demostrar mi amor por ti al poder ser fiel en mostrar mi amor por aquéllos que están a mi alrededor, desde mi núcleo más íntimo de mi familia hasta los hermanos de la iglesia, y aún aquéllos que están fuera de ese cuerpo Señor, en el trabajo, en la escuela, en la universidad, en el vecindario, donde sea que estemos Señor, ayúdanos a mostrar ese amor, ayúdanos a hacer una buena representación de quién eres, de lo que Tú anhelas, de los deseos de Tu corazón, que nosotros podamos mostrar esos deseos también, a esas personas significativas a nuestro alrededor.

Padre y como iglesia, ayúdanos Señor Jesús a serte fiel en lo que Tú nos has llamado ahora. Ayúdanos a serte fiel con lo que Tú has puesto en nuestras manos ahora, con los recursos que tenemos, los ministerios que tenemos y los que tendremos después, ayúdanos a serte fiel Señor, cosa de que cuando llegue ese momento donde estaremos ante Tu presencia mirándote cara a cara, podamos levantar nuestra cabeza Señor, y poder decir Jesús, aquí está, lo que Tú me distes, lo he duplicado, lo he multiplicado en la forma que pude, aquí está lo traigo ante ti, mi corona Señor la traigo ante ti, pues esto es todo para ti Señor no es para mí, no es para la gloria de ningún hombre, ninguna mujer, es para ti Señor. Esta iglesia Señor la rendimos a tus pies, la corona de esta iglesia la rendimos a tus pies Jesús, no es para la gloria de ninguna persona, es para Tu gloria, todo lo que hacemos, desde los pastores, líderes del ministerio y aún todas las personas que componen esta congregación, nuestras coronas las arrojamos delante de ti, pues Tú eres el único digno de gloria y de honra Señor.

Gracias por el privilegio de servirte en este tiempo Señor, y que siempre podamos continuar trayendo gloria y honra a Tu nombre Señor, traemos ante ti nuestras coronas Señor, te damos a ti nuestra obediencia, así demostramos nuestro amor por ti, gracias Señor, gracias.

Vamos a cerrar este servicio diciendo precisamente esas palabras.