Soltar para recibir

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Lucas capítulo 9, versículos 1 al 6, dice la Palabra: "Habiendo reunido a sus doce discípulos les dió poder y autoridad." El Señor Jesús les dió a sus discípulos poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades, y los envió a predicar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos. Bien importante esta dotación de poder.

Pero yo quiero hablar de otras cosas más importantes todavía, yo pienso. "Y les dijo a los discípulos: no toméis nada para el camino; ni bordón ni alforja, ni pan ni dinero, ni llevéis dos túnicas. Y en cualquier casa donde entréis quedad allí y de allí salid. Y donde quiera que no os recibieren salid de aquella ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Y saliendo pasaban por todas las aldeas anunciando el Evangelio y sanando por todas partes." Bendiga el Señor su Palabra.

Yo quiero hablar acerca de una actitud. Una disposición mental, espiritual que nosotros necesitamos cultivar y que el Señor quiere que nosotros cultivemos y adoptemos para poder ser siervos efectivos del Reino de Dios. El Señor quiere que tú y yo adoptemos una mentalidad, una forma de ver el mundo, la vida que es extremadamente importante para poder llevar a cabo las tareas, las labores que Él quiere que nosotros llevemos a cabo. Y de eso se trata este pasaje.

Normalmente uno tomaría este pasaje y lo enfocaría desde la perspectiva de el poder y la autoridad que recibieron los discípulos, y ciertamente eso es tremendamente importante. Porque nosotros que creemos en el Espíritu Santo y su vigencia para nuestros tiempos, sabemos que cuando nosotros entramos al Evangelio y somos llenos del Espíritu Santo y cultivamos los dones del Espíritu, recibimos poder, recibimos autoridad. La vida cristiana es una vida de poder y de autoridad como muy bien señalaba ese video.

Nosotros no somos llamados al Evangelio para seguir ahí soportando y aguantando, y apretando los dientes mientras recibimos golpes del diablo y de la vida. Hay muchos enfoques del Evangelio, que como que enfocan esa capacidad de los hijos de Dios para resistir, aceptar lo que Dios nos envía y simplemente vivir la vida obedientemente, mansamente, con las enfermedades, los sufrimientos de la vida y como que enfocan que en eso consiste verdaderamente el poder de la vida cristiana. Poder para resistir y aguantar.

Pero lo que yo veo en la Palabra es que Dios nos llama a una vida de poder para vencer y para avanzar, ¿amén?. Para conquistar y para sobreabundar. El apóstol Pablo dice que antes en todas estas cosas somos más que vencedores. Amén. Eso es tan cierto. Y es importante que nosotros entendamos esto: cuando Cristo nos llama al Evangelio, nos llama para vivir una vida de victoria sobre las circunstancias. Las carencias, las enfermedades, las necesidades, las ataduras de la mente y las emociones, el pasado que nos quiere asediar, todas estas cosas. Cuando tú entres al Evangelio entra con la expectativa de ser bendecido y prosperado.

Pero hay algo que el Señor quiere que tú pongas como el fundamento de esa vida de poder y de autoridad. Hay una condición, hay una infraestructura que está debajo de ese poder que Él quiere darte. Y eso es verdaderamente lo que yo veo en ese pasaje. Los tres pasajes, las tres versiones en los Evangelios donde está este primer envío de los discípulos. Porque según la Escritura, es el momento en que el Señor le dice a los discípulos: ahora es tiempo de que pongan en práctica lo que ustedes han sido enseñados, lo que han recibido de Mí, las instrucciones. Y ahora Yo los voy a mandar para que ustedes aprendan a cómo se hace el ministerio, cómo se lleva a cabo el trabajo de la evangelización de las naciones.

Y Él los manda a un practicum. Un experimento para que ellos puedan aprender algunas cosas. Él los envía a que pongan en práctica los valores del Evangelio, lo que han recibido. Y dice que los capacitó, les dió poder, autoridad para sanar enfermos, para liberar cautivos y para proclamar el Reino de Dios. Hay una tarea grande que el Señor quiere para nosotros. Y yo sé que el Señor quiere poder y autoridad para nuestras vidas. Pero hay una precondición, hay una actitud que Él quiere cultivar en nosotros y que yo quiero marcarles antes de salir de aquí esta tarde, con lo que verdaderamente este pasaje nos quiere enseñar.

Este pasaje nos muestra que hay una actitud fundamental que debemos cultivar a fin de poder llegar a ser verdaderos siervos de Jesucristo. ¿Dónde encuentro yo ese sustrato, esa base que tiene que tener el poder de Dios en nuestras vidas para que el poder de Dios se pueda manifestar legítimamente, auténticamente de manera que el diablo no lo pueda resistir ni pueda subvertirlo, ni dañarlo, ni afearlo. ¿Qué se necesita para que tú y yo podamos verdaderamente usar el poder y la autoridad de Dios como Dios quiere que lo usemos, a la manera del Reino?.

Está en el versículo 3, donde el Señor les dijo a los discípulos: "No tomen nada para el camino. Ni bordón ni alforja, ni pan ni dinero, ni lleven dos túnicas." Ahí está lo que el Señor quería que estos hombres y mujeres adoptaran como su modo de operar. Para recibir poder y autoridad, para poder anunciar el Evangelio auténticamente, para poder hacer el trabajo del Reino de Dios en una forma sostenida sin que el enemigo pueda venir y dañar lo que nosotros estamos haciendo. Sin que él pueda venir y entonces distorsionar la manifestación del poder y la autoridad que hemos recibido, se requiere algo.

Y antes de yo decirles qué es, si usted ya no lo ha descubierto, déjeme decirle algo. A través de la historia la Iglesia de Jesucristo ha recibido poder muchas veces. Ha recibido dominio sobre las naciones muchas veces, y cada vez se ha corrompido y le ha entregado su autoridad a Satanás. El diablo la ha podido engañar y ha subvertido esa autoridad que ha recibido. Cuando la Iglesia se ha movido en el poder y en la Gracia de Dios, ha habido bendición.

Cada vez que la Iglesia obra en una forma legítima y usa los valores del Reino de Dios recibe poder, autoridad y gracia. Pero el problema está en que cada vez que la Iglesia recibe ese poder con el poder vienen propiedades, riquezas, influencia, las masas vienen. Vienen la gente poderosa del mundo. Acuden los profesionales, acuden los reyes y las autoridades, vienen, entran a la Iglesia porque Dios le da ese poder a la Iglesia. Pero si la Iglesia no está preparada en su configuración interior y en sus actitudes, y en sus valores, esa misma autoridad y ese mismo poder, y esa misma influencia y prosperidad se convierten en una maldición para la Iglesia. Y entonces la Iglesia pierde su sabor. Como la sal entonces dice el Señor que ya no sirve para nada excepto para ser botada si pierde su sabor.

¿Cómo ha sido eso?. Por ejemplo los historiadores claramente reconocen, más o menos en el siglo IV de la época después de Jesucristo. Constantino, el gran emperador Constantino se convirtió, y la Iglesia cristiana pasó de ser una Iglesia perseguida, pobre, aunque creciente pasó a ser la religión oficial de Roma. Constantino se convirtió al Señor y con él se convirtió toda su corte, todos sus soldados, la gente importante del tiempo se convirtieron. Y la Iglesia pasó a tener autoridad. Pero con esa autoridad, con esa prosperidad vino también la corrupción.

Vino la pérdida de la legitimidad y de los valores del Reino de Dios. Y entonces la Iglesia comenzó a corromperse. Vino la gente poderosa, vino la gente culta, y la Iglesia para poder darle lugar a esa gente comenzó a cambiar los valores del Reino de Dios. Y esa Iglesia se convirtió en una Iglesia muy influyente pero una Iglesia corrupta que no reflejaba los valores del Reino.

Y a través de la historia todos los movimientos monásticos de la Iglesia, los franciscanos, los dominicos, los histercienses, todos estos eran grupos de avivamiento que venían a la Iglesia Católica con valores viejos de la Palabra para renovar y entonces Dios los bendecía con prosperidad, porque donde está el Evangelio hay poder. Pero también con esa prosperidad se iban corrompiendo también. Muchos de estos monasterios se hicieron sitios poderosísimos, riquísimos, mucho arte, mucha cultura, pero perdieron la visión original.

El Evangelio siempre se ha nutrido, el ministerio siempre se ha nutrido de gente nueva que viene y renueva a los que se han corrompido. Pero yo creo que el problema está en que no ha habido una formación adecuada del liderazgo de la Iglesia que esté capacitado para resistir ese proceso de seducción que se desata cuando el mundo llega a nosotros como producto del poder que Cristo nos da. Yo creo que lo que pasa es que no hemos sido preparados en nuestro interior primeramente. No hemos sido sellados con la actitud que conviene a un siervo de Dios con respecto a las cosas materiales y a las cosas de este mundo, y a los valores de este mundo, y a la seguridad que nosotros buscamos, y al apetito por las riquezas y las cosas del mundo.

Y entonces muchas veces usted ve que los siervos de Dios y las Iglesias están predicando el Evangelio pero desgraciadamente es un Evangelio corrupto que tiene sabor a carne y a mundo. Y por eso es que usted ve tanto de este Evangelio de prosperidad fácil, dame tu dinero y Dios te va a dar una casa grande, y te va a dar un carro y un trabajo. Hemos falseado la verdadera prosperidad del Reino de Dios y yo creo en un Dios que prospera y bendice hermanos. Lo he visto en mi propia vida, en mi familia, y yo creo eso. Cuando el Reino de Dios viene es para bendecirnos y prosperarnos. Pero lo importante es lo que está dentro de tu corazón.

Si tu corazón se apega a las cosas materiales. Si en tu corazón no ha habido una muerte a los afectos del mundo tú estás crudo todavía. Entonces cuando venga la bendición a tu vida y venga la prosperidad a tu vida, y vengan las propiedades a tu vida, y vengan las bendiciones materiales esas posesiones te van a poseer a ti en vez de tú poseerlas a ellas.

Yo creo que el Hijo de Dios debe haber pasado por un proceso. Que si viene la prosperidad a su vida, vienen los logros académicos o la influencia o el poder gubernamental o lo que sea, esa persona debe haber pasado por un proceso en que Dios haya matado en él o en ella el apego a esas cosas. Y entonces esa persona las usa y las disfruta pero como si no fueran de él, sabiendo que no le pertenecen y sabiendo que así como vinieron, así también se pueden ir. Uno las usa y las aprovecha pero livianamente sin posar su afecto sobre ellas.

Entonces si Dios te da una casa linda como la que vimos allí en el video, tú la disfrutas. Pero si un día pasa algo y tú pierdes esa casa, tú sabes que Dios sigue sentado en Su trono amándote como te amó cuando te la dió. Y tú dices como dió Dios, Dios quitó, sea hecha la Voluntad del Señor.

Si Dios te da un trabajo extraordinario tú lo disfrutas, tú inviertes en él, inviertes tu creatividad en él. Aprovechas el beneficio que ese trabajo te da. Pero tú sabes que si un día el Señor te dice: ¿sabes qué?, ahora te necesito para que me sirvas a tiempo completo. Ese trabajo tú tienes la suficiente distancia de él emocionalmente que tú puedes decir: ok Señor, ¿cuándo me quieres?, listo. Y si tienes que dejarlo lo dejas, si tienes que reducir tu estilo de vida a lo básico lo haces, porque tu trabajo no te posee a ti, tú eres dueño de tu trabajo. Y si el Señor te lo pide tú se lo das.

Porque tú sabes que este mundo es pasajero y tú has pasado por un proceso donde tú estás viviendo aquí pero no eres de aquí, tú estás viviendo en el mundo pero no eres del mundo. El mundo no te controla, no te posee. Tú eres señor del mundo y te mueves en él, disfrutas de la creación, pero la creación no te gobierna a ti. Y eso es lo que el Señor quiere en nuestras vidas.

Dios quiere una postura donde las bendiciones vienen pero nosotros no nos apegamos a las posiciones y a las bendiciones que vienen de Dios. Y yo veo siempre en la Escritura que Dios quiere siempre llevarnos a ese punto de despojamiento y de despegue de las cosas materiales. Y eso es lo que yo veo. ¿Por qué el Señor les da autoridad?.

Mire, Dios le puede dar autoridad y poder a su Iglesia porque eso viene de Él y Él se lo cede y se lo transfiere a sus siervos, y Él lo hace por decreto casi por así decirlo. Los discípulos en un momento cuando el Espíritu se posó sobre ellos el día de pentecostés instantáneamente fueron cambiados. De ser gente cobarde y pequeñita, y asustada y huyendo de los que crucificaron al Señor, de momento se convirtieron en leones. Y el mismo Pedro que negó a Jesucristo tres veces ahora anuncia y le dice a todo el mundo: es mejor obedecer al Señor que obedecer a los hombres. Así que si no les gusta too bad, yo voy a predicar el Evangelio de todas maneras.

Y se llena de coraje y de valor, y la Iglesia se convierte en una fuerza arrolladora, ¿por qué?. Porque Dios les transfirió poder a través del bautismo del Espíritu Santo. Pero hay algo que yo creo que Dios no lo hace de esa manera, Él escoje no hacerlo así, y es propiciar en nosotros la actitud de un siervo despegado de la materia y de las cosas del mundo. Y eso tiene que darlo a través de un proceso de formación en nosotros que con el paso del tiempo, nosotros cada día vamos despojándonos cada vez más y más de esa actitud que tiene el hombre típico, común y corriente, la mujer, que creemos que las posesiones son todo, mi vida es todo, los amigos, el dinero, el disfrute de las cosas materiales y sensuales, la ropa, ya dije las amistades, las cosas, sociales, el prestigio, el buen carro, la casa bien adornada, la ropa fina.

Tiene que llegar el día en que todas esas cosas pierdan su fascinación para ti. Las puedes usar, puedes disfrutar de ellas, pero sabes que eso no tiene vida, eso no eres tú, tú eres más que esas cosas. Y si no las tienes amén, puedes ser feliz. Si las tienes estás dispuesto a entregárselas al Señor cuando Él quiera. Y yo veo a través de la Escritura una y otra vez que Dios quiere pasarnos a través de procesos que vayan diluyendo y adelgazando esos hilos que el mundo tiene amarrados alrededor de nosotros, una y otra vez.

Para que un hombre o una mujer pueda ser usado con autoridad, necesita primero pasar por un proceso de crucifixión, de despojamiento, del yo, del apetito a las cosas materiales, de poner sus tesoros donde tienen que ir, de amar más el Reino de Dios y la eternidad que las cosas del mundo y de la materia.

Piense por ejemplo en Abraham: Dios le dió a Abraham un hijo. A los 100 años de edad le da un hijo. Después de 25 años de prometérselo. A los 75 años este hombre cree que se va a ir a la tumba sin heredero, y su esposa por igual. Y les dice te voy a dar un hijo, y lo pone a cocerse 25 años a fuego lento antes de dárselos a los 100 años. Y después que se los da, cuando este hijo es un adolescente, que ha aprendido a amarlo bien con el amor de un viejo, le dice: ahora dame tu hijo y mátamelo, y sacrifícamelo. ¿Usted se imagina la atrocidad, qué pasó en el corazón y la mente de Abraham cuando él tenía que llevar a su hijo a ese monte para sacrificarlo y matarlo él?.

Pero Abraham dijo: bueno Señor, si eso es lo que Tú quieres, no lo puedo entender pero si eso es lo que Tú me pides yo te lo voy a dar. El Señor quería llevar a Abraham hasta ese punto de estar dispuesto a darle lo que él más amaba. Toda su vida estaba cifrada en ese hijo, su afecto, su descendencia, las promesas que el Señor le había dado a Abraham, todo eso estaba cifrado en ese joven y Dios le permitió pasar por ese proceso. Hasta que en el mismo momento de meter el cuchillo a su hijo, Dios envía a su ángel y le dice a Abraham: detente. Como estuviste dispuesto a darte tu hijo, tu único hijo, Yo te daré una descendencia que si se pueden contar las arenas del mar y de la playa se podrá contar tu descendencia.

Y Yo te voy a dar influencia, y vas a ser de bendición a las naciones. El que te maldiga Yo lo voy a maldecir, el que te bendiga Yo lo voy a bendecir. Y las naciones se gozarán en llamarse descendientes tuyas como nosotros aquí hoy, qué bueno que somos descendientes del padre de la fé, Abraham, a través del cual vino Jesucristo. Pero todo comenzó con un momento de muerte donde Abraham tuvo que darle lo que él más apreciaba a Dios, en su corazón, en su mente, porque es allí donde se tiene que dar ese proceso. No necesariamente en la materia.

Es que en nosotros tiene que haber ese despegue, desde adentro. Y yo veo eso en toda la Escritura. Mire el joven rico. Cuando ese joven, que es un hombre de influencia, habrá tenido 30, 35 años en esos tiempos no era nada, como yo ahora veo a la gente de 35 años y digo qué joven está. Uno se pone más viejo y más joven se ve la gente, ¿no?. Pero este hombre tenía, nosotros decimos el joven rico, tenía quizás 30, 35 años, en una época como esa, 30, 35 años era una persona jovencita porque era una sociedad que miraba más hacia los ancianos.

Entonces este joven en la plenitud de su influencia, su carrera, su prestigio. Porque era un hombre de dinero y de influencia social. Algunos creen que era miembro del sanedrín religioso. La gente lo veía como una persona de prestigio. Y ese joven hombre en la plenitud de su hombría se acerca a Jesús con una necesidad imperiosa, lleno de ansiedad. Dice que vino corriendo y se tiró a los pies de Jesucristo y dijo: Señor, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?. No sabía qué debia hacer, estaba abrumado por la incertidumbre acerca del futuro.

El Señor lo mira, y como el Señor tiene unos ojos de taladro, enseguida fue al centro de su corazón, donde Él sabía de qué pie cojeaba este joven. Y le tendió una trampa. Y le dijo: bueno, no hay problema, qué bueno que estás interesado en las cosas del Reino. Mira lo único que tienes que hacer es: guarda los mandamientos. Guarda los mandamientos, pórtate bien, y estudia la Biblia y ve a la Iglesia. Y le dice: pero Señor si eso yo lo he hecho desde que era chiquito. Es más: yo soy pastor, soy predicador, soy miembro del Concilio de Iglesias de la Asamblea de Dios. Eso yo lo he guardado desde mi juventud dice él, y no me ha dado satisfacción.

Porque es lo que yo les digo hermanos: usted puede venir todos los domingos a la Iglesia. Saltar, dar dinero. Pero es lo que se da en la mente, en el corazón, en las emociones, en la voluntad, eso es lo que cuenta. Para el Señor no es tanto el hacer como el ser. El ser nace del ser. Lo que tú obras nace de lo que tú eres y de las obras que Dios ha hecho dentro de ti. El trabajo más difícil de la vida cristiana es lo que se da dentro de mí. Lo que nadie ve. La formación de mis estructuras de mi cerebro, mi mente, mi voluntad, mis emociones. Eso es.

Porque de ahí es que nace todo lo demás, esa es la fuerza motriz del ser humano. Si tus emociones están bien, si tu espíritu está bien, si tu mentalidad está alineada con el Reino de Dios lo que salga de ti va a ser bueno. Dice el Señor que del tesoro del corazón habla la boca. Y dice de lo que está en el corazón es que nacen todas las cosas. Los homicidios, los crímenes, la opresión, el robo, todo nace de lo que está dentro del ser humano. Por lo tanto lo primero que Dios quiere trabajar con nosotros es nuestro ser interior. Nuestros afectos, prioridades, apetitos, a qué le damos importancia, qué es lo prioritario en nuestra vida.

Entonces cuando el Señor le dice al joven este y el joven le contesta: yo hago todo eso. Todos los domingos voy a la Iglesia, yo dirijo la alabanza en la Iglesia. Yo predico de vez en cuando, yo soy miembro de la junta de diáconos. Y el Señor le dice: ah bueno, gracias por informarme. Entonces una sola cosa te falta, ¿sabes qué?, no hay problema, como ya tienes todo eso hecho, solo una pequeña asignación te voy a dar. Toma todo lo que tienes, todo tu dinero, y todas tus posesiones, las casas que tienes, los carros, véndelo todo. Haz una gran subasta o véndeselo al banco, lo que sea, y todo el dinero regálaselo a los pobres. Y entonces ven y sígueme, y hallarás la paz y la respuesta que tú necesitas.

Le dió exactamente en el centro de su corazón. Lo alcanzó en su mente, donde estaba su tesoro. Él le dirigió ese cohete, ese misil directamente ahí, a la esencia misma de sus apetitos y lo que él más valoraba, su dinero. Y esta es la cosa hermanos, que hasta que Dios no llega a instalarse en lo que nosotros más amamos no podemos verdaderamente decir que somos discípulos de Jesucristo.

Dice la Palabra que este joven al ser confrontado con esa asignación que Dios le daba, dice que se volvió a su casa cabizbajo y triste porque no tenía el valor para hacer lo que Cristo le decía que hiciera. El Señor mientras lo veía regresar a su realidad decía: ah, qué difícil es para un rico entrar en el Reino de los Cielos. ¿Por qué?. Porque usted tiene algo que. Usted no tiene que ser rico en dinero, uno puede ser rico en belleza, rico en amigos, rico en talentos, rico hasta en ritmo. Usted puede ser rico en ritmo y bailar como un trompo, y eso es lo que le gusta a usted, y usted quiere irse a las discotecas todos los sábados en la noche, y no es que sea malo en sí, pero no es el mejor lugar, y todo lo que viene. Y como el ritmo es lo que más le gusta el Señor le dice: sabes que quiero que me entregues tu ritmo. Y tú dices: Padre, ah, pero ¿por qué no me pediste otra cosa?.

Usted puede ser rico en energía de cualquier tipo. Buen humor, un humor de esos picante que a la gente le encanta cuando están en las fiestas pero no es lo que a Dios le place, y usted no quiere entonces Dios dice: ok, no hay problema. ¿Dónde está nuestra riqueza?. Eso es lo que leímos, donde está tu tesoro ahí está tu corazón. Y el Señor quiere ir a tu tesoro y que le firmes un vale donde diga: eso me pertenece a Mí. Y entonces cuando usted hace eso, le entrega a Dios lo que más ama, el Señor dice: ahora tú y Yo podemos trabajar, ahora Yo te puedo usar. Ahora el diablo no va a poder hacer estrago en tu ministerio y en tu vida. Yo creo que esa es la manera legítima de emprender un ministerio y un servicio al Señor. O en cualquier aspecto en nuestra vida.

Puedo de Dios, Dios quiere formarte. Entonces, ¿por qué le dijo el Señor: no vayan?. Si ustedes van a servirme en este viaje misionero, no lleven dos túnicas. No lleven dinero, lleven lo absolutamente necesario. No lleven comida ni dinero, ni alforja ni bordón para el camino ni nada. ¿Por qué dos túnicas?. Porque dos túnicas reflejan como la seguridad que uno tiene.

Hermanas, cuando ustedes viajan, ¿cómo están esas maletas?. Se van a un viaje de fin de semana y parece que se van al África o al Asia por 10 años. Necesitan dos o tres personas que empujen la maleta esa llena de diferentes carteras para cada momento, y zapato de diferentes colores y los aretes que vayan con el zapato, y con el collar y todas las cosas. Porque uno está pensando en la conveniencia, en todas las cosas que pueden surgir. Y el Señor les dijo a los discípulos ¿saben qué?, yo quiero que ustedes se despojen de todos los andamios de seguridad que uno usa en la vida.

Y Yo quiero comenzar a forjar en ustedes un aprecio por la simple dependencia de mi provisión. Yo quiero que ustedes aprendan a confiar en mí, y a confiar que si Yo los mando a algo y ustedes dependen de Mí no les faltará nada en el camino. Así que no me lleven nada. Váyasen y confíen en mi provisión para el camino.

Y así es que nosotros tenemos que hacer. La vida es un camino. A ti te faltan todavía 20, 30, 40 años todavía por vivir, y tú tienes que creer que Jehová es Tu proveedor. No te faltará para el camino. Y entonces tú tienes que vivir, no dependiendo de la cuenta del banco, de las amistades, de tu astucia, de tu preparación. Tú depende del Señor, tu confianza está en el Señor. Él es quien te va a proveer para el camino. Y yo te digo algo, si tú aprendes a vivir con una dependendia feroz y militante para con Dios, el Señor no te va a faltar ni un sólo segundo de tu vida. Cultiva esa dependencia del Señor.

Y cuando el Señor te diga: despójate. Porque Yo tengo otros intereses, y dame tu propiedad, y dame tus dones, y dame tu talento, lo que sea, entrégaselo al Señor, lo que sea, porque Dios es tu Proveedor. Y de donde eso vino vendrá más. Dios te puede proveer.

Vamos a terminar un momentito, pido a los músicos que pasen por acá rápidamente y les pido que se esperen un par de minutos más si usted puede, ¿ok?. Entonces es importante. Dios quiere crear un pueblo usado por Él. Yo creo que Dios tiene cosas verdaderamente extraordinarias para ti y para mí en el futuro. Pero Él quiere forjar en nosotros una mentalidad de discípulo. Una mentalidad de una persona que ha muerto al yo, a la necesidad y que vive para el Reino de Dios. Mira, la misericoridia de Dios, las provisiones de Dios no tienen fin, no tienen término.

No sé si he usado esta ilustración de nuestra propia vida. Años atrás cuando Mecha y yo nos casamos, y yo todavía estaba haciendo mis estudios graduados, Mecha estaba apenas comenzando su trabajo, yo recuerdo una vez. Nosotros inclusive ya habíamos comprado nuestra casa en Summerville, y el dinero estaba escaso. Y Dios siempre como que ha permitido que a veces el dinero y la alforja lleguen en un par de moneditas solamente. Y Dios permite que llegue a ese punto para mostrarnos: Yo soy tu Proveedor, Yo soy el que te puedo renovar eso.

Yo quizás les he dicho esto: yo recuerdo que estaba por Union Square ahí en Summerville, no sé por qué recuerdo claramente dónde era el sitio. Y Dios siempre me ha provisto hermanos, yo le puedo dar historias de cómo siempre he tenido que caminar creyendo en el Dios que es mi Proveedor, y me ha permitido vivir como un rey, como un príncipe hermanos, les digo, siempre me ha dado lo mejor, pero ha sido siempre así, yo dependiendo de Él. Y Él añoñándome como decimos nosotros los dominicanos. Sinceramente, dando lo mejor de lo mejor siempre.

Entonces estoy yo ese día caminando un poquito atribulado porque hay cosas que pagar, cuentas que pagar. Y por alguna razón abrí la cartera y allí había una tarjetita, que yo les digo que nunca he sabido de dónde vino esa tarjetita ni cómo llegó a mi cartera. La puso un ángel allí, no lo sé, la creó Dios de la nada, no lo sé, lo que pasa es que yo ya no uso cartera, todo en el bolsillo, muy bíblico, ¿no?. No sé por qué pero en algún momento dejé de usar cartera. Pero está ahí, la cartera está ahí en alguna parte, y un día la voy a buscar, la cargué conmigo muchos años en mi cartera.

Y había ahí una tarjetita chiquitita del tamaño casi de la cartera que decía lo siguiente: live it to the Lord, déjaselo al Señor. No decía más nada. Y me sorprendí de verla dentro de mi cartera, pero a la luz de mi necesidad, de mi condición, yo sabía que Dios me estaba diciendo: hey, Yo nunca te he faltado. Nunca te he dejado. Déjame, échame tu carga a Mí y Yo me voy a encargar de tu necesidad. Yo creí y recibí esa Palabra del Señor, y sobra decirles que Dios proveyó, me bendijo, yo ni me recuerdo cuál era la situación ni cómo se resolvió pero les aseguro que se resolvió, y vino la bendición y la provisión. Porque Dios quiere que aprendamos a vivir así.

Y en otra ocasión Dios me dió un sermón que yo sentí que era de bendición, rico, y que fue bien apreciado por mis hermanos muchos años atrás. Usted va a mi casa y hay dos cajas de sermones, que yo los fui almacenando allí durante años y años. Yo escribí a veces 12 y 18 páginas de notas para predicar. Dele gracias a Dios que ya esos tiempos pasaron. Y así eran de largos los sermones también. El caso es que ese día el Señor me dió una Palabra que yo no la había escrito. Y sabe lo que yo había pensado: qué bueno que yo estoy escribiendo todos estos sermones, porque llegará el día en que yo tendré 100, 150 sermones y ya no tengo que hacer más sermones nuevos, ya lo único que hago es que saco sermones de allí y los predico, los recaliento y vuelvo y los predico y ya. No tengo que trabajar más para hacer sermones.

Mire dónde estaba mi fé y mis ambiciones en ese tiempo. Entonces yo predico ese día ese sermón, y estaba lamentando que no lo había escrito, no tenía nota para el bendito sermón. Qué bueno está ese sermón, lo voy a perder, lo voy a desperdiciar. Y mi deseo era llegar a la casa y ponerme a escribirlo enseguida. Y el Señor me dijo en mi interior: de donde salió ese, van a salir muchos más. El Señor me dijo: Yo no tengo límites, así como te di ese te puedo dar otros sermones. No te preocupes por plasmarlo allí y ponerlo en bronce, si Mi creatividad es infinita.

Preocúpate mas bien por hacer una conexión con Mi Espíritu, porque si tú estás conectado con Mi Espíritu, Mi Espíritu es infinitamente creativo y tú siempre vas a ser creativo con Mi Palabra, no te va a faltar Mi Palabra. Eso es lo que tú tienes que asegurarte. Y el Señor nunca ha faltado, esa agua para gloria del Señor siempre ha fluído.

Y por eso es que yo te animo en esta tarde mi hermano, mi hermana, pégate a la fuente, y asegúrate de que si el Señor te pide algo tú se lo des, y que tu afecto esté en el Señor, en Su Reino y en las cosas de la eternidad. Hazte un instrumento en las manos de Dios, pon tu afecto en el Reino y el Señor nunca se cansará de bendecirte.

Yo termino con esto: ¿qué pasó con la historia de los discípulos al final de todo, cuando ellos fueron a su trabajo?. Predicaron el Evangelio, hicieron como el Señor les dijo, no llevaron dinero, no llevaron nada. Mire lo que pasó: días después, en Lucas capítulo 22, versículo 35, vemos al Señor otra vez con sus discípulos, y dice aquí: "Y les dijo a ellos: cuando Yo los envié sin bolsa, sin alforja y sin calzado, ¿les faltó algo?." Mire la pregunta.

Cuando Yo los envié sin dinero, sin tarjeta de crédito, sin Master Card, sin cash, sin una computadora donde tú puedas transferir dinero o lo que fuera, cuando Yo los envié solamente dependiendo de Mi misericordia, Mi Gracia y Mi provisión a hacer el trabajo del Reino, ¿les faltó algo?. ¿Fallé algo en mi promesa?. Y ellos dijeron: nada, no nos faltó nada.

Hermanos, si el Señor te promete una vida bendecida, no titubees, no dudes. Lánzate a vivir la vida y a trabajar para el Reino y ser un instrumento, un canal de la Gracia de Dios. Vende, regala, presta, invierte, despójate, da, a derecha y a izquierda, reparte a siete y a ocho porque el Señor no se cansará de bendecirte. Nuevas son sus misericordias cada mañana, aleluya.

En esta tarde yo te invito: adopta la mentalidad de un siervo, una sierva de Dios. Vende lo que posees, entrégalo todo al Señor, despójate dentro de ti. Cierra tus ojos un momento y concéntrate en el llamado del Señor. Ahora mismo tú eres el joven, la joven rica y el Señor te dice: véndelo todo, despójate de todo, muere a ti mismo, ¿qué es lo que más amas?. Muere a tus sueños, muere a tus apetitos, muere a lo que tú más amas y aprecias, y atrévete a ponerlo a Mis pies. Inclusive el deseo de hacer cosas para Mí, entrégame eso. El deseo de ser usado inclusive, mira, hasta eso entrégamelo, y simplemente ámame y valórame por lo que Yo soy.

Apréciame desnudamente en lo que Yo valgo por Mí mismo, piérdete en Mí. Pierde tu vida y la ganarás. Muere y vivirás. Desgránate y deshazte en la tierra y darás fruto en abundancia para Mi Gloria. Adelgázate y tendrás muchos hijos espirituales, y tendrás bendición, y tendrás gloria en Mi Reino. Vive como un peregrino, estás de paso en el mundo. Tú eres un extranjero, no te apegues a nada del mundo, no ames las cosas del mundo, no ames lo que está en el mundo, porque amar algo que está en este mundo es enemistad con Mi Reino y enemistad conmigo. Ama a Mi Reino y ámame a Mí por lo que Yo soy.

Despójate, suelta todo lo que tú amas ahora mismo. Y que los próximos años de tu vida sea eso, entregarle al Señor todo lo que Él te pida, una cosa a la vez, una cosa a la vez, una cosa a la vez. Tu carácter, tu temperamento, tu personalidad, tus actitudes, tu forma de ser, tu forma de hablar. Dile Señor: yo quiero ser como Tú. Yo quiero amar como Tú, hablar como Tú, caminar como Tú. El Hijo del Hombre no tiene lugar dónde recostar su cabeza dice el Señor, y yo quiero ser como Tú en mi espiritu, y si Tú me llamas a ser un peregrino que no tenga dónde recostar su cabeza, yo lo haré para gloria de Tu nombre, porque mi deseo es que Tu nombre sea enaltecido y glorificado.

En el nombre de Jesús, en el nombre de Jesús. Pueblo de Dios adopta la actitud de un discípulo. Y si hay alguien que no ha dado ese paso de fé, de adoptar la mentalidad de un discípulo, yo espero que no estemos demasiado apresurados en nuestro espíritu para entregar nuestras vidas al Señor ahora mismo.

Habrá alguien que no ha dado ese paso de fé todavía, entregar su vida a Jesús, y que lo quiera hacer antes de irnos de aquí como presentamos esos niños. Quizá tú te sientes llamado a presentar tu vida al Señor y entregarte a Él en esta tarde. Yo quisiera bendecirte y ponerte en las manos del Señor Jesucristo. Si hay alguien que no lo ha hecho todavía y quiere hacerlo en esta tarde, yo quiero tener esa oportunidad y bendecir tu vida.

Amén. Entrega tu vida sin embargo al Señor aquí dentro de tu corazón. Esta Iglesia se entrega a ti. Te entrego todo lo que tengo, todo lo que soy Señor. Que Tu Nombre sea entronado en mí, en nosotros, en esta Iglesia. Instala Tu bandera en el centro mismo de Congregación León de Judá. Instala Señor el símbolo de Tu Reino en nuestros corazones. Que no se vea León de Judá, se vea la cruz del cordero inmolado. Se vea la bandera del Reino de Dios, se vea el nombre de Jesucristo.

Ningún otro valor, ningún orgullo, ninguna reputación, solamente el nombre de Jesús, nada más Señor, Los valores de Tu Reino estableciéndose en esta Iglesia. Tenemos hambre y apetito de ver Tu agenda establecida Señor, por medio de esta comunidad. Que Tu Gloria sea vista y conocida en las naciones. Establece Tu propósito, aduéñate de nosotros Señor, te entregamos todo. Te entregamos todo, gracias Señor. Te adoramos, te bendecimos. Gracias Señor, alabado sea Tu Nombre.