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Podemos abrir la Biblia en Primera de Colosenses 1:13. La palabra se lee en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Dice así, “…el cual nos ha liberado de la potestad de las tinieblas y trasladado a reino de su amado hijo…”
Gracias, Padre, por esta palabra tan hermosa, Señor. Bendito sea tu santo nombre. Quiero que me dirijas en esta noche, Señor, y que todo lo que yo pueda decir, Señor, sea para levantar tu santo nombre, Padre, no somos nosotros, eres tu, Señor, por eso estamos aquí reunidos para adorarte, para aclamarte, Señor, para pedir que nos guíe por el camino correcto. Gracias por este día, Señor. Gracias, Padre, por la palabra.
Quería explicarle antes de entrar en el versículo cómo Dios me dio esta palabra. Hace unos miércoles Vanesa, mí líder, Vanesa Santos, me dijo, “Jorge, recuerda que vas a traer la palabra el miércoles,” y yo le he respondido de una forma como segura, “Vanesa, no te preocupes, yo tengo ya el mensaje preparado para el miércoles. No te preocupes,” con un poco de seguridad se lo dije. Eso fue el miércoles, el jueves, mi esposa, tenemos una rutina, le estoy explicando cómo el Señor me dio el versículo, mi esposa y yo tenemos una rutina los jueves. Ella va a una emisora que trabaja en la mañana y usualmente ella me deja en el trabajo y ella después viene más tarde, desayunamos y estamos juntos. Ese día le dije, “No me dejes en el trabajo, voy a montar bicicleta.” Bueno, me preparé para montar bicicleta, ella se fue para la emisora.
Cuando yo estoy orando, antes de salir a montar bicicleta, el Señor me muestra cuando yo estoy orando, un accidente de un carro que me está atropellando y me dice, “No quiero que vayas a montar bicicleta hoy.” okay, Señor, ¿qué hago? Y el Señor me dice, “Dedícame más tiempo.”
Este tiempo que yo iba a montar bicicleta, se lo dediqué al Señor, y acordándome de las palabras que me dijo Vanesa, dije, “okay, déjenme orar por el mensaje para entregarle el mensaje al Señor, que él siga guiándome y que sea lo correcto, lo que yo tenga que hablar.”
Y el Señor me dijo, “Eso no es lo que quiero que hables. Quiero que hables esto,” y eso es lo que voy a decir hoy, lo que el Señor me dije que dijera.
Yo creo que Vanesa se puso de acuerdo con el Señor para cambiar mi mensaje. Reconozco que me asusté un poquito, porque no estoy acostumbrado a preparar mensaje sino que yo lo tenía ya listo. Pero cuando el Señor me da este versículo me doy cuenta, en la primera parte del versículo, que me identifico mucho con él o todos nos identificamos con él, porque el Señor habla de dónde nos sacó y dónde nos tiene.
Qué vida teníamos anterior y qué vida tenemos ahora. Yo puedo decir, de parte mía, que mi vida anterior era una vida miserable. Y lo puedo decir con todo orgullo porque mira dónde el Señor me tiene en este momento, no me quedé allá, sino él me sacó y me puso en la luz admirable, en esta iglesia hermosa. Él me puso en esta iglesia hermosa, por eso yo le doy siempre gracias a Dios por mi iglesia. Iglesia, significa en el diccionario bíblico, dice que somos un grupo de creyentes en Cristo regenerados por su sangre y llamados fuera del mundo. Eso es lo que dice iglesia, nosotros somos llamados fuera del mundo, y a la vez, llevados al mundo para llevar su mensaje, enviados al mundo para llevar su mensaje.
Hay un gesto, yo no sé dónde Señor usted lo sacó? Pero yo sé dónde él me sacó a mí, dónde yo estaba. Hay un gesto que nuestro pastor hace cuando dice que nos trajo del mundo, el pastor hace esto, él se echa un poquito hacia delante, nos sacó del mundo. El pastor es una buena persona, es una persona decente, porque yo estoy seguro que dónde Dios me sacó, él hizo así donde yo estaba, metió la mano hasta lo último para sacarme de donde yo estaba.
Nuestro pastor es una persona decente. Ojalá que yo estuviera ahí. Hasta guantes se puso Dios para no contaminarse de donde yo estaba. El pastor es una persona decente. Mira, mi vida tan miserable que no me da pena decirle, porque mira dónde estoy. Mi vida era tan miserable que yo soñaba con unos demonios cada noche, soñaba con demonios, de hecho, sé que se llama demonio ahora, antes eran objetos no identificados, yo no sabía qué era, porque no era cristiano.
Y esos demonios me atacaban a mí en la noche, me atacaban, con este tamaño que yo tengo y me asustaba, imagínate. Salían esos demonios como con 10 cabeza para arriba de mí, y salía yo corriendo, y los demonios atrás de mí, y yo corriendo. Y me quedaba en aquel mismo sitio y yo corriendo. Y ya cuando me iban a atrapar, me despertaba yo gritando, todo sudado, las sábanas empapadas en sudor, como si hubiese hecho esfuerzo físico real. En ocasiones tenía que hasta cambiar la sábana y cuando volvía y me acostaba, ahí me estaban esperando los demonios de nuevo. Volvían y me atacaban.
Y eso era 2 y 3 veces en la noche. Yo no tenía paz ni durmiendo por eso es que estoy contento donde el Señor me tiene, de dónde me sacó. Estoy contento, estoy agradecido con Dios dónde me tiene. ¡Aleluya!
Un año después de convertido me puse bravo con el Señor, dije, no voy más a la iglesia, esto no es para mí. Olvídate de eso. No te voy a servir más, Señor, lo siento. Esa misma noche, un año después de convertido, me acosté a dormir y ahí estaban los demonios. Gloria a Dios. Ahí estaban esperándome. Caí yo en el piso, arrodillado pidiéndole perdón a Dios y el Señor me dijo, “De ahí te saqué, si quieres regresar…”
Y decidí servirle a Dios hasta que me muera. Nada ni nadie me va a remover de glorificar a Dios. No importa lo que pase alrededor mío, yo le voy a dar siempre gracias a Dios y voy a poner su mirada siempre en él, porque él es el camino, la verdad y la vida. Gloria a Dios.
Nada me va a remover a adorar a Dios, nada. Por eso estoy agradecido con Dios, de dónde me sacó. Lo puedo decir con orgullo, quién yo era. Aquí podemos estar hasta mañana, yo explicándolo quién yo era. Lo importante es que mira dónde estamos, mira lo que estamos disfrutando, miren lo que nos espera. Un templo hermosísimo nos espera. Somos el pueblo de Dios, tenemos que estar todos unidos adorándole, clamándole, pero todos unidos porque somos el cuerpo de Cristo y Cristo es la cabeza.
Tenemos que unirnos todos, clamar todos juntos. Voy a seguir para no demorarme mucho. El Señor me da otro versículo que está en Gálatas 2:20. Dice la palabra;
“…Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo más vive Cristo en mí y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí…”
Ya los ojos me están fallando. Tengo que ponerle más aumento a estos. El Señor dio la vida por nosotros. El Señor nos ama. En una ocasión… el tema es responsabilidad de todos, esto es responsabilidad de todos. Somos el pueblo de Dios, somos la iglesia y es responsabilidad de todos lo que hacemos aquí.
En una ocasión, mi esposa y yo, los lunes lo cogemos para limpiar la casa, lavar la ropa, hacer aseos en la casa, vemos televisión, compartimos, es el día que tenemos de descanso, que no es descanso, pero es el día que cogemos para estar en el hogar, para atender nuestro hogar. Un día yo estaba, un lunes en la mañana estaba viendo televisión cuando mi esposa se levantó orando, clamando, echando aceite en el cuarto de los muchachos, echando aceite. Yo escuché que ella estaba orando y yo bajé el televisor para no interrumpir porque yo dije, “Eso es ella con Dios, ella está tratando con Dios, pues yo me quedo sentado aquí esperando que ella termine.”
Ella sigue echando aceite por toda la casa. Ella quería saber qué iba a predicar pero no le dije, le dije, “Tienes que ir para que escuches el mensaje.” Ese día empezó a echar aceite por toda la casa. Yo estaba sentado viendo televisión, bajé el volumen, como les dije anteriormente, y cuando ella pasa por al lado mío, caemos los dos al piso llorando, llorando, llorando. Había una unción tremenda ese día. De hecho, el Señor hizo un milagro, nuestro hijo Juan tuvo un accidente en esos días, el carro fue pérdida total y a él no le pasó nada. Y el Señor le regaló a mi esposa, que por esa oración que ella hizo, lo cubrió con su sangre.
Pero no era todo lo que el Señor quería en ese día. El Señor, voy a decir cómo el Señor me dijo lo voy a decir, el Señor me dijo, eso fue hace poco que me lo dijo, “Cuando mi hija me clame, párate y clama con ella, porque el problema de este hogar es de los dos, no es de ella sola, clama con ella, no te quedes sentado,” mejor dicho, me dijo eso, “viendo televisión y baja el volumen viendo televisión sin volumen. Párate y clama con ella. El problema de tu hogar es problema de los dos.” La próxima vez que pase yo suelto lo que estoy haciendo y voy a clamar con ella. No me voy a quedar sentado.
Y el Señor me dijo después, y lo voy a decir como el Señor me lo dijo, “El problema de la iglesia, Congregación León de Judá es de todos, no es solamente de nuestro pastor Roberto. El problema de la iglesia es de todos,” así me lo dijo Dios, así lo digo.
No le dejemos toda la carga a nuestro pastor, así dice el Señor, yo no sé, así me lo dijo y yo lo estoy diciendo. Dice el Apóstol Pablo, “junto con Cristo estoy crucificado.” Usted ve la parte de atrás de la cruz, que es plana, esa es para que nosotros nos crucifiquemos con él, nos pongamos junto con Cristo y verán que al tercer día vas a resucitar. No te vas a quedar ahí. El Señor no quiere que te quedes ahí, junto con él vas a resucitar. El primer día vas a soltar envidia, segundo día odio, rencor, todo eso lo vas a dejar en la cruz, y cuando pase el tercer día, que tu resucites vas a mirar con los ojos de Cristo, vas a ver por los lentes de Cristo, vas a ver todo diferente, te vas a dar cuenta de muchas cosas porque estás mirando por los lentes de Cristo, que él es el camino, la verdad y la vida. No le dejemos, dice el Señor, toda la carga a nuestro pastor. No dejemos a nuestro pastor crucificado en la cruz.
Es responsabilidad de todos, somos el pueblo de Dios. Así dice el Señor, yo lo digo. Yo no sé qué está pasando, no sé explicarle, pero así el Señor me lo dijo, así lo estoy diciendo. No dejemos que nuestro pastor lleve la cruz solo. Ayudémoslo que va a ser más ligera la carga. Gloria a Dios.
Nos espera un largo camino. Este es el comienzo, este es el principio, tenemos mucho que hacer cuando venga ese templo nuevo, pero lo tenemos que hacer entre todos unidos, clamando a Dios. Cuando el pastor clame por una necesidad, clamemos con él, clamemos, unámonos.
Gracias Señor. El Señor es bueno, tiene grandes cosas para nosotros pero tenemos que unirnos. Somos el pueblo de Dios, llamados para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó a la luz. Algo para finalizar ya, por qué estoy aquí? Porque yo hablé con mi líder y yo le pregunté qué se necesitaba. Pregúntele a su líder qué se necesita, en la iglesia tenemos muchas necesidades. Necesitamos obreros, la miel es mucha y los obreros son pocos. Necesitamos obreros. Si no tiene un líder, busque un líder. Pase el curso de discipulado, únase a nosotros si es nuevo, únase a nosotros y caminemos todos juntos, unánime, clamemos a Dios.
Gloria a Dios. Yo no tengo más nada que decir, eso fue lo que el Señor me dijo.