La verdadera medida del éxito

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¿Qué es el éxito? ¿Qué es ser una persona exitosa en la vida? Y lo que quiero sugerirles a ustedes es que la verdadera medida del éxito estriba en la calidad de nuestro corazón, lo que somos, la calidad de nuestra vida interna, nuestro carácter, nuestra contextura espiritual, lo que somos delante de Dios y cómo Dios nos ve. Esa es la verdadera medida del éxito. Quiero animarlos a pensar en esa idea principal. Y cómo al entender esto eso debe reconfigurar nuestras aspiraciones y nuestras ambiciones para poner nuestras energías donde debemos ponerlas a fin de llegar a ser gente verdaderamente exitosa y entonces sentirnos felices con nuestra vida.

En Primera de Samuel, capítulo 16 nos habla acerca de Samuel, el profeta, y cómo Dios lo dirige a ir a la casa de un hombre en específico que se llama Isaí. Isaí vive en la aldea de Belén, y me imagino que para muchos de ustedes que conocen la Biblia inmediatamente eso dispara una asociación porque Jesús nación en Belén y David es progenitor, es ancestro, es antepasado de Jesús. Jesús vino de la tribu de Judá de donde venía David y hay un linaje directo sanguíneo, que va de David pasando directamente hasta Jesús. Es decir, que él era un antepasado directo en la carne de Jesús.

¿Qué cosa interesante? Que Dios tiene una larga memoria. Mire cómo Jesús había de nacer en Belén mil y pico, casi dos mil años después y aquí tenemos a su antepasado David viviendo en Belén donde él va a ser escogido para algo muy especial. Es que el Señor siempre piensa en largos tiempos. Él es muy intencional en todo lo que hace, él está pensando en términos de miles y cientos de años en cosas que él va a hacer. Y él no ve como nosotros vemos.

Entonces, dice aquí en el versículo 1, el Señor mandó a Samuel para que llenara su cuerno de aceite y lo envió a donde vivía Isaí, de Belén, dice:

“… porque de sus hijos me he provisto de rey – uno de los hijos de Isaí era el hombre que Dios había escogido para que fuera el rey próximo de Israel en sustitución de Saúl, que había desagradado al Señor y no tenía un corazón como el que Dios quería. El corazón de Saúl no era agradable a Dios y de nuevo, hablando acerca del corazón, ¿tu corazón, tu sensibilidad cómo es? Dios lo envía allá y dice en el versículo 3:

“… y me ungirás al que yo te dijere,” es decir Dios tomó eso muy a lo personal. Tu me vas a ungir al que yo te diga. Dios estaba muy involucrado en ese proceso. Entonces Samuel hizo como le dijo el Señor y luego que llegó a Belén los ancianos tienen miedo de Samuel porque Samuel es un hombre que encarna la voluntad de Dios. Me imagino que ellos tenían una consciencia un poquito culpable.

Le preguntas si su venida es pacífica o si viene a crear problemas. Yo deseo el día que la iglesia cree problemas. A veces pensamos que la iglesia solamente está allí para decirle cosas bonitas a la gente y agradar a la gente. Yo creo que cuando la iglesia está llena del Espíritu Santo es peligrosa, eso se lo doy gratis, eso no es parte del sermón, pero lo dejo allí para que usted lo piense también. Los que quieren hacer de la iglesia solamente un gato amaestrado están muy equivocados.

Entonces le dicen, ¿es apacible tu venida o…? Y él le dice, “Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová.” Y entonces dice más adelante que…

“… aconteció que cuando ellos vinieron él vio a Eliab, unos de los hijos de Isaí, y dijo – vio a este muchacho que era guapo, fuerte, grande, fornido, un tipo guerrero, apuesto seguramente y dijo, “Este tiene que ser, no hay duda, este hombre tiene que ser el que Dios ha escogido.”

Fíjate que aún Samuel, un hombre tan entendido en las cosas del espíritu se estaba dejando llevar por valores humanos, carnales, culturales. Y ¿qué le respondió el Señor a Samuel?

“… le dijo, “No mire a su parecer ni a lo grande de su estatura, porque yo lo deshecho.” – Es una palabra fuerte. Yo lo deshecho. – “… porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos pero Jehová mira el corazón.”

Recuerde eso siempre. No se preocupe tanto por lo físico, lo externo, preocúpese por su corazón, ¿cómo está tu corazón? Cuando Dios mira, cuando Dios entra a la habitación de tu corazón, ¿cómo le huele? ¿Cómo se siente? ¿Está cómo él allí en el espacio de tu templo interior o se siente incómodo y no le gusta lo que ve y lo que siente? Por eso es que tenemos que preocuparnos por la habitación interna, porque es allí donde Dios vive y eso es lo que toca y afecta su propio corazón.

“…Entonces llamó Isaí a otro, a Abinadab – era como un concurso de belleza, cada uno de los hijos de Isaí se suponía que comparecieran ante el sacerdote. Imagínense cómo se habrán sentido esos muchachos de que sabiendo de que de ahí iba a salir siendo ungidos. – “…y entonces vino a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel el cual dijo, “Tampoco a éste ha escogido Jehová.” – Samuel esta vez escuchó de parte de Dios, dijo, “No, ese no es.”

“… E hizo pasar luego a Sama y él dijo, “Tampoco a éste ha elegido Jehová.” E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel, pero Samuel dijo a Isaí, “Jehová no ha elegido a éstos.”

Aún el propio padre de todos estos muchachos no estaba sintonizado con el valor de estos muchachos ni tampoco con lo que verdaderamente le importaba a Dios. Es más, Samuel mismo, y eso es algo tan importante porque yo creo que hoy en día en la iglesia de Jesucristo, de paso entrando ya en la materia de mi sermón, hay mucha superficialidad acerca de lo que constituye una mujer de Dios, un hombre de Dios, una persona exitosa, una persona digna de atención. Aún yo creo que en esta nación ahora mismo en estas elecciones nacionales es terrible cómo este pueblo, tanto republicanos como demócratas, yo creo que más los republicanos que los demócratas porque me identifico a veces más con los valores del Partido Republicano, aunque entiendo su corrupción y todas sus cosas más que nunca, pero aún hoy en día en esta nación en las elecciones nacionales nos estamos dejando llevar precisamente por eso, por cosas externas, quién grita más, quién habla más duro, quién es más bocón, quién más parece que es la persona fuerte, la persona que nos va a salvar de nuestra crisis.

Y no estamos mirando los issues, los temas de la justicia, del amor de Dios, la complejidad del hombre que está delante de nosotros, la persona que va a tener que bregar con situaciones, que va a necesitar más bien sobriedad, generosidad, justicia, intelecto, amplitud cultural, entendimiento de todas las diferentes dimensiones morales y espirituales, tan importante es eso, que tienen que ser tenidas en cuenta. Una persona que tenga temor de Dios, sano temor de Dios, no tenemos que pedir un genio espiritual, yo no necesito un pastor evangélico en la presidencia de Estados Unidos, pero sí necesitamos un hombre, una persona temerosa de Dios, a lo mínimo, una persona con sano temor de Dios y cuya vida refleje, por lo menos, una base espiritual. Eso es necesario.

Pero aquí vemos esto que ni el papá mismo de estos muchachos podía entender esos valores, cuando llega el momento de escoger al que va a dirigir una nación. Y entonces, pasan todos los muchachos y no se le ocurre pensar en el que Dios ha escogido. Hasta ese punto llega su ignorancia espiritual. Y Samuel le dice:

“…”¿Son éstos todos tus hijos? – porque Dios le ha dicho, es allí donde está el hombres que tu has escogido, le pasan a todos los muchachos y ninguno es y Samuel dice, “¿Me habré equivocado de dirección? ¿Estos son todos los hijos tuyos?” y mire cómo le responde el padre:

“… Queda aún el menor que apacienta las ovejas… – ah, sí, se me había olvidado, hay uno más. – Y dijo Samuel a Isaí, “Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.” envió pues por él y le hizo entrar y era rubio, hermoso de ojos y de buen parecer…”

Es interesante porque sí Dios también escoge personas, él es muy amplio, pero fíjese que es más bien que era un hombre dulce, era delicado, era una persona que no era en realidad el guerrero que se necesitaba para pelear con los filisteos que estaban oprimiendo a Israel. David era un poeta, un salmista, era un romántico, era un muchacho más bien espiritual, y era delicado hasta cierto punto en su parecer y en su forma. Él hubiera sido un buen candidato quizás para director de la cultura en Israel, pero no para ser el guerrero rey que quería la nación.

Pero Dios miraba la delicadeza de su corazón, miraba la otra parte. Cuando David quiso ponerse la armadura de Saúl, ¿recuerdan la historia? Para pelear con Goliat, le bailaba el cuerpo dentro de la armadura porque no era un hombre inmenso, era un muchacho joven, quizás un adolescente, no estamos seguros de qué edad tenía, pero era una persona delicada más bien, rubio, hermoso de ojos y de buen parecer.

Quizás a las muchachas de la iglesia lo escogerían a él pero no hubiera sido bueno en realidad para un presidente guerrero, que era lo que se necesitaba cuando Isis estaba en el aire haciendo de las suyas.

“…Entonces Jehová dijo, “Levántate y úngelo porque ése es.” Es ese el que yo quiero. “…Y entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos y desde aquel día en adelante el espíritu de Jehová vino sobre David…”

Lo que yo les decía, hermanos, es que esta idea, lo que verdaderamente nosotros tenemos que aprender en la vida a mirar cómo Dios mira las cosas. Yo creo que mucha gente viene a los caminos del Señor, pasan al frente, conocen a Cristo, lo reciben, pero nunca se lanzan en lo que es la verdadera jornada del espíritu, que es la reprogramación de su cerebro, de sus valores y de sus preferencias y de sus aspiraciones. Lo más difícil de la vida cristiana no es dejar de fumar o mujerear o de robar, es el cambio interior, la reprogramación del ser humano, el cambiar los valores, el cambiar los apetitos, el cambiar la forma en que vemos el mundo, en que tratamos a los demás, nuestro carácter interior. Ahí es donde está la verdadera batalla, yo les digo, de la vida cristiana.

Mucha gente piensa con todo lo que nosotros enfatizamos a veces de dar dinero al reino, de servir, piensan que eso es como que queremos sobornar a Dios. Creen que si yo le doy a Dios y yo hago esto, si yo hago lo otro, todo externo, que Dios va a estar contento conmigo, pero no se preocupan por el interior. Su corazón sigue podrido de orgullo, de mal hablar, de tratar mal a la gente, de violencia, rencor, todas esas cosas que son las que en realidad a Dios le interesa que sean tratadas para él poder hacer las cosas que él quiere hacer en nosotros.

Por favor, renuncie ahora mismo a esa idea de que la vida cristiana es quitarse una cantidad de cosas externas. No, es llegar a ser un nuevo hombre, una nueva mujer, un nuevo corazón, un corazón de carne no de piedra. Es valores diferente, el fruto del espíritu, la humildad, el amor, la mansedumbre, la paz, el gozo, la benevolencia, la bondad, la justicia, la generosidad para con los demás, la gracia, esas son las cosas que verdaderamente indican que una persona agrada al Señor y que ha entendido lo que es caminar en los caminos de Dios.

Y eso es lo que define verdaderamente a una persona de éxito. Yo vinculo esto a lo que hemos estado hablando de cómo ser felices en la vida, de cómo tener vidas saludables emocionalmente y cómo estar satisfechos con la vida. Porque muchos de nosotros sentimos como que hemos fracasado y que Dios nos ha fallado, porque no hemos llegado a las aspiraciones externas que teníamos. Yo quería compra una casa y pensaba que ya a los 40 años la iba a tener yu no la tengo, Dios me falló porque he orado, he diezmado, he venido a la iglesia todos los días y no me ha dado la casa.

Yo quería que Dios me diera un gran trabajo o un negocio, no me lo ha dado, Dios me falló. Yo quería casarme cuando tenía 20 años, no me he casado, Dios me falló. Entonces, miramos todo en términos de cosas externas y medimos a la gente por las cosas externas. Y eso nos hace sentir fracasados y nos hace sentir ignorados por Dios o que el Evangelio nos ha fracasado, cuando Dios está interesado en un set muy diferente de cosas y sus prioridades no son como las nuestras, como las del mundo.

Si vamos a vivir en Cristo tenemos que mirar con los ojos del Reino de Dios y nosotros trabajar en nosotros mismos. La clave del éxito, hermanos, es que tu corazón agrade al Señor. Si tu corazón agrada a Dios, si tu personalidad agrada a Dios, tu temperamento, tu carácter, tu forma de tratar a los demás, tu vida interna, tu vida mental, si eso agrada al Señor lo demás vendrá por añadidura.

Dios te va a dar los anhelos de tu corazón en una manera que te va a sorprender, pero primero tu corazón tiene que ser agradable, porque el corazón es la fuerza motriz del hombre o de la mujer. Si tu corazón es bueno va a traer cosas buenas, yo te lo aseguro. Si tu corazón está dañado, aún cuando tienes buenos sentimientos, pero hay rencor, hay heridas que no se han sanado, hay cosas que no están bien con Dios, no tiene que ser odio, no tiene que ser violencia, a veces simplemente sentimientos de rechazo, agendas con Dios escondidas, sentido de victimización, que no nos permite disfrutar de lo que Dios ha hecho, orgullo, todas estas cosas, entonces esos son impedimentos. Nuestro corazón no puede atraer el bien porque en el mundo del espíritu las cosas buenas traen cosas buenas, las cosas malas atraen cosas malas.

El diablo opera donde hay un corazón torcido. El diablo opera en las cosas que se parecen a él que están en nuestro corazón. Cuando hay cosas de Dios el diablo le es muy difícil operar en ese corazón porque él se siente atraído por lo que huele mal en nosotros. Y por eso es que nuestra agenda primordial debe ser limpiarnos de todo lo que no huela a Jesucristo y al Reino de Dios.

Yo conozco mucha gente, aún en nuestra propia congregación y quizás a mí me aplica en parte también, que necesitan entender esta verdad y yo creo que juzgan muy superficialmente acerca de lo que es verdaderamente ser una persona agradable ante los ojos de Dios, y por eso tropiezan y sus ministerios y su vida están limitados. No pueden llegar a todo lo que Dios quiere que lleguen, porque esto no se trata de cuánto tu le das a Dios externamente. No, es tu corazón, cómo tu corazón agrada.

Y lo que yo veo aquí es esto, que David era un hombre, dice la Biblia que “era conforme al corazón de Dios.” No era perfecto, David cometió muchos errores graves como padre, como rey, como guerrero, cometió muchísimos errores, pero había algo en el corazón de David que es lo que yo digo siempre, mira, si en tu corazón tu tienes buenos deseos de agradar al Señor, si tu amas a Dios con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, si tu quieres hacer el bien, si tu eres sencillo de corazón, si te arrepientes cuando ofendes al Señor, yo te juro, voy a usar esa palabra, que Dios no se va a cansar de trabajar contigo.

Dios nunca te va a desechar. Dios nunca te va a golpear con la parte trasera de su mano. Te va a dar una cachetada amorosa pero no te va a desechar porque Dios ama al corazón humilde. Dios ama al corazón que lo ama a él y que está tierno para con él, que quiere hacer el bien, aunque falle.

Y eso es lo que tenía David, él tenía un corazón así. Yo creo que por eso es que David tuvo éxito en el futuro de su vida y era un hombre exitoso en ese mismo momento en que estaba en el anonimato de las ovejas detrás de la casa, en el patio o en el campo. Y nadie lo ve, cuando él pasaba por la aldea, nadie se inmutaba mucho en verlo. Ahora cuando pasaba uno de los otros muchachos guau, las mujeres se quedaban embebidas de uno de ellos. Y David pasaba por allí tranquilito pero era el más exitoso de todos porque su corazón era agradable al Señor. Y Dios tenía un propósito para con él.

Muchos de nosotros queremos que Dios nos use grandemente en la vida pero no dedicamos suficiente tiempo a la calidad interna de nuestro espíritu, nuestras cualidades como seguidores de Jesucristo. Y por eso no tenemos éxito.

Por otra parte, hay gente en una iglesia, como en la nuestra, que quizás nunca han predicado un sermón ni lo predicarán, quizás nunca han dado una clase de escuela bíblica o nunca han ni siquiera hablado en público en esta iglesia, pero son gente que agrada a Dios y que Dios se agrada de ellos. Y cada vez que vienen a la casa del Señor el Señor recibe su alabanza y recibe su adoración y se goza que ellos estén en su templo, porque su corazón es un corazón que ama al Señor.

Y uno ve eso a través de todas las páginas de la escritura. Tenemos, por ejemplo, el caso de la viuda que dio la ofrenda. Había gente daba mucho más que ella, había magnates que venían al templo y daban miles de dólares, de su diezmo o lo que fuera, pero Dios no se inmutaba con ellos. Lo recibía quizás pero no lo agradaban tan íntimamente, pero esa mujer que reveló su corazón dando todo lo que tenía porque amaba al Señor, esa mujer inspiró la atención de Jesucristo y él llamó a sus discípulos y dijo, “Miren cómo los ricos dan grandes cantidades de dinero, pero eso no es lo que a mi padre le interesa.” Esa mujer, esa peseta que ella echó allí que era su última para comprarse un café en Dunkin Donuts, que ni siquiera hoy en día lo puede comprar con 25 centavos, pero esa peseta ante los ojos de Dios es mucho valiosa que un millón de dólares porque ella dio todo su bien.

Es que hay cosas que revelan la calidad de una persona. Y eso era lo que David tenía. ¿Cómo sabemos cómo era el corazón de David? Recuerdan la historia de Goliat, está en el próximo capítulo, ya Dios está obrando en la vida de David, lo está preparando y viene ese momento en que este gigante está continuamente insultando al pueblo de Dios e insultando a Jehová el Dios de Israel. Están reunidos los dos ejércitos en un gran valle, me imagino, y todos los días sacan a este hombre que mide como 8 pies de altura, y todos los días él se para y le grita al ejército de Israel y le dice, “Saquen a uno de los suyos, cobardes que son, ¿Dónde está el Dios ese que ustedes dicen?” todos los días insultaba a Jehová, insultaba al pueblo de Dios y no había un hombre… porque veían, era un guerrero que había descabezado a cientos de personas, tenía una espada inmensa, era un guerrero armado hasta los dientes. Nadie se atrevía a meterle mano.

Pero David por casualidad va un día… sus hermanos que son guerreros, son fuertes, son granes, son poderosos, están en el ejército pero ninguno de ellos tampoco le mete mano. Y a David lo mandan como muchachito de mandados a llevarle unos quesos y una comida a sus hermanos que están en el ejército. Y llega allí David con su cesto de comida y sus cosas y de momento sale el gigante al otro lado y comienza a insultar a Dios, insultar al pueblo. Y David pone sus quesos ahí debajo y pregunta, ¿qué es lo que está pasando? Oh, que hay un gigante que viene todos los días e insulta a los israelitas, insulta a Jehová. Y David pregunta, ¿pero no hay nadie aquí que se atreva a meterle mano a este hombre? No, nadie, es demasiado grande. Sería un problema terrible.

Y los hermanos de David que están ahí al lado reprenden a David, le dicen, mira este pendenciero aquí hablando y diciendo esto. Vete para tu casa, muchacho. Estas son cosas demasiado serias para usted. Fíjense de nuevo, los valores. A David le preocupa la reputación del Señor, le preocupa la reputación de su pueblo, se enardece y se indigna y dice, “Yo lo voy a hacer.” Aunque no tiene ninguna calificación para ser un guerrero. Nunca ha estado en el campo de guerra, pero él no piensa en las limitaciones. Es que su corazón ama tanto a Dios que él no puede soportar la idea de que todos los días estén insultando el nombre de Jehová. Él dice, “Yo lo voy a hacer.”

Y es interesante, este es un detallito muy interesante para complicarle la narrativa, y es que… fíjese que uno no tiene que ser más santo que el Papa tampoco, porque a David le interesaba – y yo digo eso porque hay hermanos que cuando se habla de que Dios te bendice, Dios te prospera, se enamoran tanto… o mejor dicho hay otros que se escandalizan tanto con la idea de que Dios te bendice si tu corazón es adecuado y Dios te prospera, que se olvidan de que no hay nada de malo con desear buenas cosas en la vida, y que Dios bendice al corazón que le agrada.

Fíjese cómo David le pregunta a los hermanos cuando él ve lo que está pasando, dice en el versículo 26, del capítulo 17:

“….¿Que harán la hombre que venciere a este filisteo y quitare el oprobio de Israel?”

En otras palabras, cuál es el premio. ¿Le van a dar algo? ¿Le van a dar un Cadillac, le van a dar una casa, le van a dar un retiro o algo? Él está interesado. Él quiere saber cuál es el premio que le van a dar. David no es un tonto.

Yo creo que no hay nada de malo que tu vengas a la casa de Dios y que esperes que Dios te va a prosperar y te va a bendecir. Pero lo importante es que tus prioridades estén correctas. Lo primero es agradar al Señor. Porque yo veo aquí en el corazón de David estos dos elementos, que por eso es un personaje tan complejo, dice:

“….¿Que harán la hombre que venciere a este filisteo y quitare el oprobio de Israel? Porque quién es este filisteo circunciso para que provoque a los escuadrones del Dios viviente…”

Están las dos cosas en él. Yo creo que podemos, Dios quiere bendecirnos, Dios quiere prosperarnos, Dios quiere usarnos. No hay nada de malo con que tu quieras tener una buena vida, pero tus prioridades tienen que estar correctas y tienen que ser en el orden apropiado. Entonces él se indigna y está dispuesto a confrontar a este gigante y de hecho lo hace, vence al gigante, porque tiene la unción del Espíritu Santo que le vino cuando fue ungido con el aceite en la casa de su padre por Samuel, porque han pasado ya meses desde que él recibió la unción del Espíritu Santo a través del aceite que derramó el profeta sobre su cabeza.

Ahora, en el momento de la crisis el Espíritu Santo surge dentro de él y se llena de ese ardor por la gloria de Jehová, dice, “Yo lo voy a vencer.” Cuando tu corazón es agradable al Señor y el espíritu del Señor está dentro de ti, mi hermano, mi hermana, tu eres invencible. Lo que tu emprendas te irá bien, dice la palabra, serás bendecido. Pero ese es el orden, ama a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Ahí comienza, ese es el bien del hombre.

Deja que Dios obre en tu vida, en tu corazón, en tu mente, en tu carácter, en tus prioridades, deja que Dios reprograme tu mente porque todos los que entramos al Reino de Dios necesitamos que Dios nos reprograme, todos. Y el problema está en que mucha gente no se deja reprogramar cuando vienen al reino. Vienen al reino y se quedan intocados por dentro, no le quieren ceder al Señor su interior y por están siempre patinando en la vida y en el Evangelio. Y usted los ve que no progresan, no reciben los nutrientes, porque su espíritu no es capaz de procesar los valores del reino y las bendiciones que Dios da. Son como esas personas que tienen problemas procesando las vitaminas y comen y siempre están delgados y débiles porque su sistema no puede procesar ciertos nutrientes.

Y así somos nosotros y nuestro corazón, nuestra mente, nuestro espíritu, nuestros valores no están conformes al corazón de Dios, mire, eso es lo que más daña un ministerio, un matrimonio, las finanzas, las profesiones, la carrera de la gente, los hijos, es la calidad de nuestro corazón. Hasta que el corazón no está en sus prioridades correctas, el orden de Dios y eso, yo te voy a decir algo, si tu quieres que tu corazón cambie tu no lo vas a poder hacer por ti mismo. Esa es una operación quirúrgica que solo Dios puede lograr. Tu parte es ponerte en la mesa de la cirugía y soltarte para que Dios a través de los años vaya creando en ti un corazón nuevo, un corazón contrito y humillado.

Recuerda la palabra, pon en mí un corazón nuevo, renueva mi corazón, un corazón contrito y humilde. Eso es lo que David le pide al Señor en el Salmo 51. Y eso es lo que más Dios quiere hacer. Cuando tu entras a los caminos del Señor pídele al Señor que reconfigure tu personalidad.

Por eso Pablo dice en Romanos 12, “os ruego por la misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios…” El presentar nuestros cuerpos, nuestros miembros, nuestra biología, nuestra carne, nuestra mente al Señor es eso. Yo visualizo, cuando yo escucho esa palabra de presentar nuestros cuerpos, yo visualizo una persona llegando a una cámara bien blanca, resplandeciente. En ese espacio no hay nada, absolutamente nada, es puro, perfecto, blanco, blanco, y hay una camilla de operación en el centro y esa persona cuando llega a la puerta, antes de abrirla se desviste completamente, se desnuda, abre la puerta y entra y hay una luz que lo convierte totalmente transparente a esa persona, se ve todo. Y esa persona viene solemnemente y se sube a esa camilla y se tiende allí, y entonces una fuerza sobrenatural comienza a operar y a reconfigurar el interior de ese individuo. Esa es la vida cristiana.

Y eso se toma toda una vida. En un sentido nosotros estamos sobre esa camilla de operaciones hasta el último día de nuestra vida. La vida cristiana tiene que ser una continua intervención de Dios sobre nosotros, cada día. Dios operando con su escalpelo, su bisturí y a veces sus serruchos porque a veces hay cosas que hay que sacarlas a pedazos grandes, todos los días.

Y todas las cosas que tu experimentes en tu vida, los fracasos, las decepciones, las traiciones, las enfermedades, los dolores, todo eso, va a ser parte de esa operación quirúrgica, porque Dios va a usar todos los elementos de tu vida, todo, para ir reconfigurando tu corazón para que tu corazón pueda ser agradable a él. Todo lo que pasa en la vida del creyente tiene un solo propósito y es conformar nuestro corazón según el corazón de Cristo, todo lo que pasa.

Por eso es que podemos ver todas las luchas de la vida como parte del trabajo de Dios en nosotros. No verlo como callejones sin salida, como fracasos. Mira, todo lo que ha pasado en tu vida aún, déjame decirte, antes de que tu entraras en los caminos del Señor, porque no es como que Dios no sabía quién tu eras cuando tu naciste. La Biblia dice que Dios te formó en el vientre de tu madre, él tenía propósitos para ti, y él permite que aún las cosas antes de que tu lo conozcas sean parte de tu preparación para donde él te quiere llevar.

Cuando tu entras en los caminos del Señor es simplemente un momento en que Dios dice, okay, ahora vamos a bregar en otra manera pero ya él está bregando contigo, por eso es que si tu fuiste abusado sexualmente, cuando eras niña o niño, si cometiste errores en la vida, si cometiste crímenes, si lo que fuera que pasara en tu vida, si perdiste fortuna, lo que sea, no vivas tu vida lamentándote lo que te hicieron y lo que te pasó cuando eras niño, o cuando eras niña, y no vivas como una víctima lamentando todo eso, porque aún eso Dios lo puede usar para su gloria. Y aún todo eso es parte de la trayectoria de Dios para tu vida.

Porque no es como que David vino a los ojos de Dios solamente cuando Samuel se le apareció. No, David nació en Belén, Dios tenía un plan milenial y el hecho de que él naciera en Belén era parte de lo que Dios quería hacer en la vida de él. Ahí va a nacer su hijo también, Jesús, y una cantidad de otras cosas. Es decir, que Dios estaba no solamente pensando en David, estaba pensando en miles de años atrás, David era parte.

Yo me imagino a David en el monte de donde lo llamó su papá para que compareciera ante Samuel, pensando, mírame aquí cuidando ovejas, mis hermanos allá en el ejército y exitosos y tan grandes y tan fuertes, y yo aquí cuidando una oveja, yo que quería ir a la universidad, yo que quería ir a la escuela superior. Quizás David se habría sentido fracasado, ignorado, que se le había ido el bus y lo había dejado. Pero no, yo creo que lo que estaba pasando era que Dios lo estaba preparando para reinar en la soledad del campo.

Porque qué interesante que David era pastor de ovejas. Dios ama los pastores de ovejas, la Biblia dice que David era como el dulce pastor de Israel. Yo creo que el pastorado de ovejas estaba preparando a David para ser pastor de su pueblo y también estaba anticipando el gran pastor, el pastor de pastores, que iba a ser su descendiente Jesús. Es que Dios es irónico y Dios es intencional y a Dios le encanta mirar la tierra y sonreírse con cosas que nosotros no vemos que están pasando.

Entonces Dios estaba formándose un rey y los reyes muchas veces no se forman en los concursos de belleza y en los campos de golf, los reyes se forman en actividades que van preparando su carácter para lo que Dios quiere hacer con ellos. Y entonces Dios los esconde y los pone a trabajar en las cosas, para que puedan retener la bendición que él tiene para ellos después. La vida es así de intencional.

Me vino a la mente ahora cuando yo estaba en la Universidad de Harvard haciendo mi doctorado, yo me tomé un año libre después de mi segundo año. Fue una crisis espiritual que yo tuve que Dios estaba trabajando en mi vida, llamándome en una manera muy fuerte y yo dejé la universidad porque también entendía que quizás era otra cosa lo que Dios me estaba llamando pero no estaba seguro de qué era. Y entonces me tomé un año libre y yo estaba pensando entrar en los negocios, dejar lo que… yo vine a estudiar literatura y sí, me voy a morir de hambre estudiando literatura, y había cosas que no me gustaban acerca del Departamento de Literatura también y dije, me voy a tomar un año.

Y entonces comencé a investigar las posibilidades de comenzar a trabajar en el mundo de los negocios y de conseguir un empleo en alguna corporación o algo así. Conociendo un poco del mundo de la universidad yo pensé, va a ser fácil para mí conseguir un trabajo en cualquier agencia de negocios o algo así, así que me voy a tomar un tiempo libre y comencé a buscar y no vi resonancia, se me cerraron las puertas en esa área.

Era un momento clave en mi vida en muchos sentidos porque Dios me estaba preparando para llamarme al ministerio pero yo no estaba seguro de eso. Tenía una idea más o menos pero no todavía no había decidido nada. Jamás se me había pasado de que fuera el pastorado específicamente. Y entonces comencé a buscar, no conseguí nada, me puse a hacer un trabajito allí académico en un lugar y entonces interesantemente eso coincidió con la apertura de esta iglesia que fue fundada en ese año. Ya Dios estaba trabajando en el mundo exterior también y yo comencé a asistir a la iglesia cuando el pastor Vergara la fundó en el ’82 y comencé a asistir a esa iglesia mientras me tomé ese año libre, o un poquito antes de tomarme el año libre fue que yo comencé a asistir.

El caso fue que estaba trabajando allí. Estaba viviendo con mi madre y mi hermana Marina en Lawrence, me fui allá, era como que Dios me cogió y me puso en el exilio. Dejé Harvard, después de estar en Harvard, haber estado en Princeton, años de gloria, de viaje y una cantidad de cosas, me metió a Lawrence a vivir con mi mamá a los 27 años, por ese tiempo. Y me puso allí en el exilio y en el anonimato.

Y un día, mientras yo estaba allá, me llegó una carta del Departamento de Servicios Sociales, en ese tiempo de llamaba Children and Families, me llegó una llamada de la supervisora del Departamento de Servicios Sociales de Lawrence y yo cogí el teléfono y ella me preguntó si yo era Roberto Miranda, le dije que sí y me dijo, “Mira, nosotros hemos recibido un resumé tuyo.” “Yo nunca he enviado un resumé a ustedes.” De hecho, yo jamás se me habría ocurrido trabajar en servicios sociales, ¿qué sabía yo de servicios sociales, de trabajador social? Me dijo, “Hemos recibido tu resumé y aunque yo sé que tu no tienes experiencia en esa área, pero nos interesaría entrevistarte para una posición de Senior Social Worker en el Departamento de Servicios Sociales.

Yo me estaba muriendo de hambre de todas maneras, dije voy a ir a ver. Así que fui, me entrevisté con ella, hablamos de todo menos de servicios sociales, una conversación bien amena. Y yo estaba esperando, ¿cuándo me va a preguntar acerca de qué yo sé acerca de esto y lo otro? Al final de como una hora de conversación me dijo, “Mira, yo sé que tu no tienes ninguna calificación para este trabajo, pero quiero dártelo, si te interesa el trabajo es tuyo.” Y comencé a trabajar en el Departamento de Servicios Sociales como trabajador social. Estuve ahí un poquito menos de un año.

Pero aquí está lo interesante, no es eso lo interesante. Porque de nuevo, mire cómo Dios soberanamente, porque yo les aseguro que yo nunca envié un resumé. Yo no sé jamás, todavía yo no sé cómo llegó un resumé mío al Departamento de Servicios Sociales, yo no me explico. Pero fíjese, Dios sabía que en dos años, después de eso yo iba a terminar pastoreando una iglesia, comenzando a pastorear, él me estaba preparando, porque nosotros comenzamos en el ’84, primavera en un sentido básico.

Y en ese trabajo de trabajador social me encargaron 20 familias latinas de Lawrence, esa era mi iglesita. Dios me dio una iglesia de 20 familias, me dio para que me las pastoree, aprende a ser pastor. Me estaba entrenando. Es como que me estaba diciendo, yo no te quiero a ti haciendo dinero, ganando dinero en negocios, yo te he preparado para pastorear mi pueblo. Y entonces soberanamente me consiguió un trabajo de pastor y me pagaban, qué bueno, en servicios sociales. Me pagaron bien. Y esas 20 familias, Dios me permitió hacer tantas cosas que yo no tengo tiempo para decirles, cómo Dios me usó con esas familias en el tiempo que yo estuve trabajando como trabajador social.

Yo la aprendí a amar, trabajé con jóvenes desorientados, con mujeres alcohólicas, familias que estaban pasando por tribulaciones terribles. Meche sabe porque en ese tiempo nosotros también nos comprometimos y ella fue testigo de una forma grande y poderosa en que Dios me usó con una de esas familias. Y yo creo que si hubiera sido solamente eso lo que yo hice, en todo el tiempo que estuve allí, me consideraría más que justificado en esa intervención.

Pero Dios sabía lo que yo iba a hacer y entonces me puso entre las ovejas a pastorear ovejas porque él quería entrenarme para ser pastor. Y entonces después de eso yo me convertí en ayudante, era la mano derecha – lo digo sin ningún tipo de alarde – del pastor Vergara. Yo serví al pastor Vergara por un año y medio hasta que Dios lo llamó a que regresara a Puerto Rico como tu teniente. Y allí Dios me enseñó a dirigir alabanza, a pastorear jóvenes, dar clases de escuela dominical, todas esas cosas yo las hice en ese tiempo. Y aprendimos y ahí nos casamos y no íbamos a tener hijos por mucho tiempo porque Meche era una mujer profesional que quería terminar… y a los 11 meses de casados ya teníamos a Sonia porque Dios necesitaba también padres que supieran lo que es ser padre.

Es que Dios es soberano. Tu ves cuando Dios está obrando en una vida y cuando Dios tiene un plan Dios trabaja en el micro cosmos, en las cosas pequeñas de la vida. Pero todo está en que Dios lea tu corazón y que él vea que él te puede usar, que él entienda que tu lo amas y entonces Dios no se cansará de intervenir en la forma más minuciosa en tu vida.

Porque yo les digo que si nosotros solamente entendiéramos cuán minucioso Dios es en bregar en la vida de un hombre, una mujer, cuando ese hombre o esa mujer le agrada a él, es que eso cambiaría todo. Pondríamos nuestras fuerzas y nuestro énfasis en esas cosas que nadie ve porque lo único que Dios está viendo es tu corazón, es tu interior, la cámara interna de tu vida. Si eso le es agradable, yo te prometo que todo lo demás va a venir y Dios va a usar tu vida cada día, él va a estar cosiendo e hilvanando el tejido que va a ser tu vida. Y Dios se va preocupar por ti, te va a atender, va a atender tus necesidades, va a atender a los que tu amas, pero la prioridad tiene que ser que mi corazón sea agradable a Dios.

Y si tu te mueres un día y nunca alcanzaste una gran gloria material, déjame decirte que si tu corazón fue agradable a Dios tu eres la persona más exitosa del mundo. Yo iba a leer la historia de Lázaro pero no hay tiempo, porque en la parábola de Lázaro y el hombre rico, el hombre rico tenía todo lo que un hombre exitoso podría desear. Llegó a la cúspide de la gloria, tenía casa, tenía gente que lo respetaba, posesiones materiales pero nunca hizo una cosa buena, nunca hizo una buena obra, no tenía un corazón misericordioso. Pasaba por Lázaro todo el tiempo andrajoso, harapiento, lleno de llagas y Lázaro le pedía 50 centavos y él ni siquiera lo miraba, porque su corazón era todo material, su corazón no era agradable a Dios.

Tenía éxito financiero, y todo lo demás, quizás tenía todo lo que un hombre podía desear físicamente, pero tenía un corazón podrido, o quizás peor, un corazón muerto, un corazón como una tierra seca y dura y apretada, no agradable a Dios. Y Lázaro parece que su ternura y su corazón, aunque era andrajoso y miserable en el sentido humano de la palabra, agradaba al Señor. Y dice la Biblia, cuando murieron el hombre rico se fue al infierno y ese hombre pobre que nunca hizo nada grandioso en la vida se fue al seno de Abrahán, así lo llama la escritura.

Y esa es la clave. Yo creo que cuando nosotros lleguemos allá arriba, al cielo, habrá grandes evangelistas, habrá pastores de iglesias de miles y miles de personas, y van a estar en la cola, atrás, en lo último de la cola, y quizás algunos ni siquiera van a entrar. Y habrá gente en el frente, esperándolos, entrando, teniendo franca entrada, que nunca predicaron un sermón, nunca hablaron en público, nunca hicieron nada tremendamente grandioso para Dios, pero su corazón agradó a Dios.

Yo sé que aquí hay gente así. Yo me agrado cuando veo muchos de ustedes, porque veo su corazón, veo su sencillez, veo su amor a Dios, veo su sana espiritualidad y eso yo digo, gracias Señor, porque esta gente está en esta iglesia, porque para mí eso es una responsabilidad increíble. Ver ese tipo de personas en mi congregación yo entiendo el peso tan grande que es pastorear esas vidas, porque son joyas delante de Dios. No todo lo que brilla es oro, no todo el que hace grandes cosas necesariamente Dios recibe su ofrenda. Es el corazón.

Y por eso fue que Dios llamó a David. Lo preparó primero y David pensando, fracasé. No. tu vida estaba por comenzar entonces, David, y Dios tenía grandes cosas para ti. Tus sueños se iban a cumplir.

Mi hermano, mi hermana, en esta mañana sal de aquí con tus prioridades correctas. Pídele a Dios que te haga un hombre, una mujer exitosa porque tu corazón agrade al Señor, porque tu vida sea un olor suave delante de Dios, porque el fruto del Espíritu Santo se manifieste en tu vida y pelea por eso y sé una ofrenda agradable delante de Dios. Que cada vez que tu camines sobre la tierra tu vida despida un olor que agrade al Señor y bendiga a los hombres.

Eso es lo que es ser exitoso en la vida, todo lo demás es totalmente secundario. Que el Señor te bendiga. Bajemos nuestras cabezas. Pidámosle al Señor que nos ayude a entender estas verdades en esta mañana. Todos tenemos que aprender algo de eso. Señor, ayúdanos a ser como Cristo y cúbrenos con la coraza de tu justicia y tu amor, tu gracia, tu bondad, tu humildad, tu mansedumbre, tu generosidad para con los demás.

Que esta iglesia siempre refleje los mejores valores de tu palabra y de tu reino, Señor. Que ese sea el distintivo de esta comunidad todos los días que esté sobre la tierra. Padre, danos la gracia de ser un pueblo de buenas obras y de amor, de armonía y de preferencia unos por los otros. Te pedimos perdón por las muchas maneras en que te ofendemos con nuestra vida interior, Padre. Y hoy te suplicamos ayúdanos a ser mejores de lo que fuimos ayer. Bendice a tu pueblo y derrama tu dulce ungüento sobre nuestros corazones.

Abrazamos el fruto de tu santo espíritu, Señor. Gracias, Padre, en el en el nombre de Jesús. Amén. Dios les bendiga mis hermanos.