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Primera de Crónicas, capítulo 16. Vemos a David que acaba de entrar el arca de nuevo a Jerusalén después que el arca había sido capturada por los filisteos y David declara una ofrenda especial al Señor en gratitud. Cuando David finalmente logra traer el arca del pacto de nuevo, símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo David declara una ofrenda especial, un día especial de gratitud al Señor. En el capítulo 16 dice:
“…Trajeron el arca de Dios y la pusieron en medio de la tienda que David había levantado para ella y ofrecieron holocaustos y sacrificios de paz delante de Dios. Y cuando David acabó de ofrecer el holocausto y los sacrificios de paz bendijo al pueblo en el en el nombre de Jehová y repartió – es interesante esto – a todo Israel, así a hombres como mujeres a cada uno una torta de pan, una pieza de carne y una torta de pasas. Y puso delante del arca de Jehová ministros de los levitas para que recordasen y confesasen y loasen a Jehová, Dios de Israel….”
Vemos esta santa convocación que hace David como expresión de gratitud por el favor recibido de parte de Dios, de poder tener el arca que es el símbolo de la presencia activa de Jehová en medio de su pueblo.
Vemos entonces este acto de bendición de parte de Dios y una reacción de gratitud al Señor de parte del rey y de parte del pueblo de Dios. La semana pasada yo hablé con la congregación hispana acerca de la gran comisión y del papel, el rol que juega la generosidad en el llamado del Señor Jesucristo a discipular a las naciones durante esa gran comisión.
El pueblo de Dios tiene que ser un pueblo generoso para que esta gran comisión de alcanzar a las naciones, de bendecir las ciudades, de llevar a cabo actos de misericordia, actos de evangelismo, actos de construcción de edificios, actos de poder soportar y apoyar a los serivos de Dios y las siervas de Dios en toda la tierra, es necesario un pueblo que respalde esos proyectos y sin un pueblo generoso no hay gran comisión.
El pueblo de Dios es un ejército, es un ejército de misericordia, de amor y de gracia pero es un ejército, y también es una corporación que requiere liderazgo, requiere organización, requiere inversiones, requiere disciplina, requiere visión, requiere soporte de los que trabajan, inversiones de todo tipo, publicidad, etc., todas esas cosas y más son requeridas y todo eso solo puede darse, según Dios lo ha establecido, por medio de la generosidad del pueblo de Dios. Se requiere un pueblo generoso.
Todo lo que disfrutamos como iglesia en este tiempo, esta maravillosa reunión y un lugar para tenerla, nuestra planta física, los demás recursos que tenemos, pastores que apoyan diferentes familias en sus tiempos de necesidad y de celebración, maestros, todo eso lo debemos primeramente a un Dios generoso, y luego a un pueblo generoso que comparte sus bienes para el avance del Evangelio. Amén. Denle un gran aplauso al Señor.
Mi deseo mayor, hermanos, es que con el paso del tiempo nuestra iglesia llegue a ser un pueblo que no tenga límites en su generosidad para con el Señor, que le de al Señor siempre generosa, alegremente, sabiendo que así como dan así también reciben, y que si dan es porque ya ha recibido y porque no le faltará nada bueno a aquellos que son generosos para con Dios.
Yo quiero señalar también otro valor, aparte de la generosidad, que es el valor de la gratitud. Digan todos gratitud. Sin gratitud no puede haber verdadera generosidad porque si tu le das al Señor simplemente mecánicamente, externamente, pero no hay un sentido de deuda, de gratitud al Señor por lo que tu has recibido, entonces tu ofrenda no tendrá sentido.
Y recuerda las palabras del profeta en el capítulo 12 de Hebreos, dice:
“…Así que recibiendo nosotros un reino inconmovible tengamos gratitud y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia…”
Lo que yo veo aquí es eso de que habiendo recibido del Señor tantas grandes bendiciones, un reino inconmovible, una esperanza eterna, una salvación que no tiene medida, nosotros entonces de ese sentimiento de endeudamiento con Dios servimos al Señor, le damos al Señor, y avanzamos el Reino de Dios. En el contexto de este día de Acción de Gracias, nos congregamos como un solo pueblo para expresar nuestra gratitud al Señor.
Dios nos ha bendecido como congregación, nos ha bendecido en formas extraordinario y en este fin de semana de Acción de Gracias Dios me ha hecho recordar como nunca antes, todas las bendiciones que él ha tenido para con nosotros. Yo jamás pensé cuando nos mudamos a Boston hace 18 años, y cuando compramos este edificio hace 20, 21 años, jamás pensé que veríamos tantas bendiciones como las que hemos visto en estos años.
Yo nunca me imaginé, vine simplemente en obediencia, vinimos en obediencia a una visión que Dios nos había dado de ir a la ciudad y comenzar el ministerio en la ciudad y ser de bendición a la comunidad alrededor de nosotros. Y mi visión era muy estrecha aún dentro de lo amplio que era ya por lo que Dios me había dicho que quería hacer. Pero nunca pensé que veríamos tantas bendiciones y que hoy, por ejemplo, tendríamos un servicio como el que estamos teniendo. Yo estoy lleno de gratitud al Señor por todas sus bendiciones y sus bondades.
Yo recuerdo que cuando llegamos aquí un poco cansados y tuvimos las actividades de inauguración tuvimos unas proyecciones de diferentes momentos del proceso de la construcción y Dios me dio el pasaje de Salmos 126, los versículos 1 al 3, y cuando lo leímos en ese tiempo yo no pensaba que todo lo que Dios tenía en mente para nosotros. Dice el Salmo 126:
“…Cuando el Señor, cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión seremos como los que sueñan… – en esa cautividad de Sión para nosotros en aquel tiempo era salir de Cambridge, que no quiero decir que fuera una cautividad, pero era como un desierto preliminar donde Dios nos tenía allí, nos estaba formando, nos estaba disciplinando, estaba tratando con nosotros, enseñándonos muchas cosas y entonces él había de sacarnos de Cambridge, cruzar el Río Charles, como lo hicimos. La iglesia literalmente marchó desde Cambridge hasta Boston, ¿cuántos recuerdan eso? yo sé que hay algunos hermanos que recuerdan ese tiempo. Era como que Dios nos estaba sacando de Egipto y del desierto y finalmente nos hacía cruzar el Río Jordán y nos entraba a nuestra identidad como congregación aquí en la ciudad de Boston.
Y el salmista sigue diciendo, “…seremos como los que sueñan, – y yo sentía eso acerca del futuro de nuestra congregación, que cuando el Señor nos hubiera sacado del Cambridge para venir a Boston todo el trabajo de la primera construcción que fue tan arduo y tan difícil para una pequeña congregación, entonces nuestra boca se llenaría de risa, nuestra lengua se llenaría de alabanza, entonces dirían entre las naciones, en la comunidad, que vieran nuestra bendición, grandes cosas ha hecho Jehová con éstos, grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros, estaremos alegres.
Hemos visto cómo gente en la comunidad dice, Dios los ha bendecido como iglesia, los ha bendecido como pueblo. Y eso en parte es por la obediencia que hemos tenido al Señor. Dios bendice la obediencia y nosotros no vinimos a Boston buscando propiedad, vinimos a Boston, al contrario, con temor y temblor porque esta área de Boston era un desierto, peligrosísimo todo esto por acá, áreas llenas de basura y de escombros y Dios ha bendecido esta comunidad y nos ha bendecido a nosotros también. Y por eso bendecimos al Señor de esta manera.
En este pasaje que leí de Primero de Crónicas, vemos a David así mismo, bendiciendo al Señor porque ha sido fiel con su pueblo. David da gracias al Señor, convoca a todo el pueblo por la bendición de haber traído el arca al tabernáculo de nuevo. Y él quiere marcar esa gran ocasión con un tiempo de adoración extraordinaria.
La manera en que él decide honrar al Señor es ofreciendo holocaustos y sacrificios de paz. Yo me tomé el trabajo esta semana de explorar un poco acerca de los rituales de sacrificios y ofrendas especiales y hay una cantidad de ofrendas a lo largo del año que Dios ordenaba al pueblo que tuviera en mente.
Vemos aquí que David lo que hace es que convoca al pueblo y entonces declara sacrificios y holocaustos, y como yo decía, esta semana examinando veo, se me hizo claro una serie de ofrendas especiales a través de todo el año, aparte de los diezmos y las ofrendas que se supone que el pueblo trajera al Señor, había también momentos en que honraban a Dios y como que le traían un regalo al Señor. Venían a la casa de Dios y le traían un animal, se ofrecías bueyes, se ofrecían ovejas, se ofrecían pájaros también, se ofrecían vegetales de la cosecha, se ofrecían también tortas de diferentes tipos, libaciones también, aceite también se ofrecía al Señor. Todas esas cosas se derramaban delante de Dios. Los sacerdotes tomaban estos ofrecimientos de parte del pueblo y en algunos casos los mecían, los presentaban delante del Señor simbólicamente para que el Señor los recibiera y entonces o lo comían los sacerdotes o lo comía la familia después de dejar una parte como sacrificio y así puntualizaban su vida como congregación y como pueblo a lo largo del año.
Porque muchas veces nosotros hemos tenido tantas ofrendas a través de los años y la gente como que dice, bueno, ¿por qué tantas ofrendas? Bueno, es una tradición bíblica, a través de los siglos el pueblo de Dios siempre ha sido convocado para traer ofrendas al Señor, en diferentes momentos y honrar al Dios de Israel.
En el versículo 11 del capítulo 7 de Levíticos dice:
“…Y esta es la ley del sacrificio de paz que se ofrecerá a Jehová. Si se ofreciere en acción de gracias ofrecerán por sacrificio de acción de gracias tortas sin levaduras amasadas con aceite, hojaldre sin levadura untadas con aceite, flor de harina frita en tortas amasadas con aceite, con tortas de pan leudo presentará su ofrenda en el sacrificio de acciones de gracias de paz…”
Léase los primeros capítulos de Levítico y usted verá cuántas diferentes ofrendas que requerían una inversión de material hogareño para honrar al Señor.
“…Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová, tu Dios, en el lugar que él escogiere en las fiestas solemnes de los panes sin levadura y en la fiesta solemne de la semanas y en la fiesta solemne de los tabernáculos, y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías…”
Es importante lo que David hace y lo que el pueblo de Israel siempre hacía. Antes de ofrecer ofrendas de paz, bendiciones y alabanza al Señor, lo que vemos aquí en este pasaje, es que David primero ofrece sacrificios y holocaustos por el pecado, por la purificación. Y cuando nosotros traigamos nuestras ofrendas al Señor en esta tarde, yo quiero que tu lo hagas con un corazón contrito y humillado. Gracias a Dios que no tenemos que ofrecer hoy en día machos cabríos ni bueyes ni nada, porque ya Cristo completó esa parte. Nosotros podemos simplemente remitirnos a la gracia del Señor y a su sangre preciosa y decir, Señor, hemos pecado contra ti, hemos pecado contra nuestros hermanos y ahora purifícanos, límpianos, sánanos y entonces acepta nuestra ofrenda.
Y eso es lo que yo quiero que tu hagas ahí en tu corazón. Si hay algo que tu sientes que tiene que ser arreglado con Dios quiero que tomemos un momento para arreglar cuentas con Dios, presentar cualquier ofensa que hayamos traído, que haya ofendido al Señor en alguna manera durante este año, presentar al Señor nuestro arrepentimiento. La palabra de Dios dice que al corazón contrito y humillado Dios jamás lo rechazará.
Yo quiero que te tomes un momento para reconocer, que nosotros como iglesia, más allá de la ofrenda, como iglesia en nosotros no hay nada bueno excepto lo que Dios pone en nosotros. Nosotros no somos mejor que nadie allá afuera en la calle, excepto que nos cubrimos con la sangre de Jesús y reconocemos nuestros pecados delante de Dios. Y como iglesia yo quisiera que hoy que estamos juntos hagamos un pacto con Dios de vivir en todo lo que el Espíritu Santo nos permita, en santidad delante del Señor y agradar al Señor en todas las cosas y que pidamos perdón por toda ofensa.
Tome un momento ahí donde usted está y si usted ha ofendido a su esposa, a su esposo, quizás ha ofendido a uno de tus hijos, quizás no has sido todo lo que Dios quiere tu seas como padre o como madre, quizás en alguna manera tu has ofendido al Señor en este año, toma un momento porque queremos ofrecer nuestra ofrenda al Señor con limpieza de corazón.
Vamos a comprometernos como iglesia, caminar en obediencia al Señor y cuando fallemos abogado tenemos para con Cristo Jesús, dice la palabra. Pero comprométete con el Señor y dale a gracias a Dios por la manera en que te ha bendecido este año, que ha bendecido tu familia, quizás Dios ha bendecido tu familia que está en otro país, quizás tu estás solo, quizás eres soltero, dale gracias a Dios por su misericordia, su compañía, su bondad para contigo. Quizás eres un trabajador y has sido prosperado en alguna manera, dale gracias al Señor por las bendiciones recibidas, por la salud que tienes, por conocer a Cristo Jesús como Señor y salvador.
Dale gracias a Dios aun si no estás donde tu quisieras estar y donde todavía hay cosas que tienen que ser arregladas en tu familia, en tu carácter, en tus finanzas, en tu salud. Recuerda la palabra del Señor, yo sé los pensamientos que tengo para ustedes, pensamientos de bien y no de mal para darles el fin que ustedes desean. Y mira hacia adelante con gran esperanza por lo que Dios va a hacer en tu vida y honra al Señor.
Nosotros damos gracias al Señor. Y aún cuando Dios no hubiera bendecido a nuestra nieta, como la ha bendecido, aún así tendríamos a darle gracias a Dios porque no siempre las cosas resultan como uno quiere, pero sabemos que siempre sí resultan como Dios quiere y lo que Dios quiere es bueno y siempre resulta para bien, a largo plazo el Señor arregla todas las cosas. Yo bendigo esa familia, por eso digo, esa familia que ha perdido su hijita no podemos entender a veces todo el significado de las cosas, pero con el tiempo si somos pacientes y humildes, Dios nos revela la coherencia y el propósito de lo que él hace.
Sosténgase allí mientras tanto y bendigan al Señor y crean que Dios en su momento les dará la paz y la conformidad que ustedes necesitan. Te damos gracias, Señor, bendecimos tu nombre Señor, alabado y glorificado sea tu nombre. Gracias Señor Jesús. Aleluya! Amén. Gloria al nombre del Señor.