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Vamos a la Palabra del Señor, Lucas capítulo 17 versículos del 7 al 10 y vamos a leer simplemente, y a entrar directamente en la Palabra. Son palabras del Señor Jesucristo, una parábola, una ilustración, un relato que el Señor hace para ilustrar una profunda verdad espiritual que nosotros hacemos muy bien en integrar a nuestras vidas.
Dice el Señor y pregunta retóricamente: "¿Quién de vosotros teniendo un siervo que ara o apacienta ganado, al volver él" es decir el siervo "del campo, luego le dice: pasa, siéntate a la mesa." De paso, digo que es una pregunta retórica porque la respuesta ya se sabe. En este caso dadas las costumbres del tiempo la respuesta era un rotundo: nadie, ninguno, nadie, yo no, ninguna persona, no. La idea era que nadie que tiene un siervo, después que ha hecho su trabajo le dice: oh, ven, siéntate, pasa a la mesa, come con nosotros. Esas eran las costumbres de aquél tiempo y el Señor usa esas costumbres para señalar algo, una verdad espiritual.
Entonces dice: "No, les dice mas bien: prepárame la mesa, cíñete y sírveme hasta que yo haya comido y bebido, y después de esto, solamente entonces después de eso come y bebe tú. ¿Acaso da gracias al siervo porque hizo lo que se le había mandado?" La respuesta de nuevo es ¿qué? no, ¿verdad? no, no lo hace, dadas las costumbres en ese tiempo en que los dueños o patronos trataban muy mal a las personas que trabajaban para ellos.
Dice el Señor: Pienso que no, en otras palabras, por lo que Yo puedo ver no es así, y aquí está la conclusión, la verdad espiritual que esta parábola quiere dejar en nosotros. Dice: "Así también vosotros" diga ahí: yo, ¿ok? "Así también vosotros cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer hicimos." Uno esperaría que dijera: pues lo que debíamos hacer no hicimos, pero el Señor dice: No, di: yo soy un siervo inútil porque hice todo lo que se me dijo que hiciera; una ironía allí pero muy instructiva ¿no? vamos a ver qué está tratando de decirnos el Señor y qué podemos aprender.
Quiero decirles que esta es una de las actitudes, esto es una descripción de una de las actitudes más fundamentales que debe tener un cristiano, un creyente. Este es uno de los reconocimientos más poderosos y más básicos que debemos tener nosotros en nuestra vida cristiana. Esto debe ser una actitud, una convicción, una perspectiva esencial para todo creyente maduro que conoce los principios del Reino de Dios. Es lo que yo llamaría una actitud de extremada sujeción y entrega a la Voluntad del Señor, y de reconocimiento total de que en primera y última instancia no merecemos nada de parte de Dios, y que se lo debemos todo a Él. Y que a pesar de que nosotros hayamos hecho todas las cosas que podamos hacer, y que hayamos dado dinero, servido al Señor, vivido vidas fieles y santas, y piadosas, al fin del día y a fin de cuentas no merecemos nada de Dios en última instancia, somos siervos inútiles y Dios no nos debe ni un centavo ni nada absolutamente.
Eso parece injusto pero cuando analizamos los principios de la Escritura usted verá que es absolutamente válido y justo, y que de ahí entonces, de esa postura, de no merecer nada es que entonces vienen las bendiciones de Dios sobre nuestras vidas. Cuando una persona está consciente de su deuda radical para con Dios, entonces puede recibir de parte de Dios. No podemos acercarnos al Reino de Dios con un sentido como dice en inglés: entitlement, un sentido como de derecho, de merecimiento, de que Dios me debe esto, de que yo tengo derecho a esperar esto de Dios o este trato bueno de Dios, o que Él responda a mis peticiones. No hay ningún derecho que nosotros tengamos en última instancia cuando nos acercamos ante la Presencia de Dios. Si usted ha oído algo diferente se trata de una exageración y de una distorsión de la Palabra de Dios.
Ahora, yo voy a matizar eso un poco más adelante porque sí podemos acercarnos ante el Señor con expectativa de bendición pero no porque lo merezcamos, no porque Dios tenga que dárnoslo, no porque haya una fórmula por ahí que si yo la uso entonces Dios va a tener que darme algo, no, nada de eso, sólo por la gracia y la misericordia de Dios.
Entonces esta parábola como digo, nos habla del Señorío absoluto de Dios y de la actitud de total rendimiento y sujeción a la Voluntad de Dios que debe caracterizar nuestra vida, nuestro comportamiento, nuestra perspectiva cristiana. Jesús usa una parábola aquí y emplea en lo que la poesía y la retórica se conoce como una hipérbole, ¿cuántos han oído la palabra hipérbole? si no la ha oído voy a enriquecer su vocabulario cultural en esta mañana; busque por ahí una ocasión para impresionar a sus co-trabajadores y a su familia usando la palabra hipérbole en algún momento.
Hipérbole en la descripción del diccionario, estoy traduciendo una definición, dice: "hipérbole es el uso de una exageración" esa es la clave de la hipérbole, es algo exagerado, extremado, extremista, "es el uso de la exageración como instrumento retórico" es decir: se usa para la poesía, para la declamación, para un discurso, para la escritura. Es un recurso que se usa para enriquecer lo que uno dice o escribe. "Un instrumento retórico o una figura del habla, y se puede usar para evocar sentimientos fuertes o crear una impresión fuerte, pero que no se supone que se tome literalmente" eso es muy importante. No se supone que usted lo tome literalmente.
Cuando yo digo por ejemplo "me estoy muriendo de hambre" usted no ve que alguien coge y dice: ¡oh, llamen a la ambulancia, llévenselo al hospital! la gente sabe que es una hipérbole, es una exageración ¿no? estoy tratando de crearle a la gente una impresión de que: wow, tengo mucha hambre, será mejor que me den la comida rápido porque me estoy muriendo de hambre, pero no se supone que la gente lo tome literalmente. Si lo toma literalmente es probablemente una persona que necesita un psiquiatra o algo por el estilo, no se supone que se tome literalmente.
Y aquí en esta Palabra de Jesucristo yo veo elementos de exageración, de hipérbole como Él hacía muchas veces ¿no? para ilustrar un principio. Por ejemplo cuando Él dice: "Si alguien no aborrece a su padre, a su madre, a sus hermanos no merece ser Mi discípulo" eso no quiere decir que usted necesariamente tiene que decirle a su padre, a su madre: te odio, no quiero verte, vete de mi casa para poder ser discípulo del Señor Jesucristo, no. Lo que está diciendo es que si alguien no se desprende por amor al Reino de Dios tan radicalmente de su padre, su madre, sus hermanos que parezca como que los aborrece, no merece ser discípulo del Señor Jesucristo ¿usted entiende? eso es lo que quiere decir una hipérbole.
Y por eso es que aquí el Señor está usando una ilustración exagerada de un patrón, un dueño, y de paso aquí se usa la palabra: siervo, pero en el griego original de este texto la palabra es dulos que quiere decir: esclavo mas bien, se refiere a una condición muy típica del mundo greco-romano donde habían cientos de miles por no decir millones de personas que estaban en servitud. No era el tipo de esclavitud tan cruento que vimos por ejemplo aquí en Estados Unidos o en el Caribe, o en Latinoamérica, o en otros países de Europa donde era una actitud totalmente, bueno aunque lo había también, entienda.
Pero la esclavitud en el mundo greco-romano era algo muy prevalente y no necesariamente tan cruento así porque habían esclavos que eran amos de casa, le llevaban las cuentas a sus patronos, eran hasta maestros y tutores de jóvenes y niños, muchas cosas pero eran esclavos en el sentido en que no se pertenecían a ellos mismos, no tenían derecho de hacer lo que ellos querían, no podían mudarse a otro lugar si querían, su dueño, su patrón era su dueño y podía si se escapaba o pretendía romper los lazos de servitud, podía pedir hasta que fueran encarcelados o inclusive posiblemente hasta muertos. Es decir que esa persona no tenía libertad propia.
Y por eso es que Pablo cuando dice: Pablo, siervo de Jesucristo, lo que está diciendo: Parvo, dulos de Jesucristo, esclavo de Jesucristo, es decir que no se pertenecía él a sí mismo sino que pertenecía a Cristo Jesús y él no tenía derecho a decidir qué es lo que él quería hacer, a dónde iba, no, él decía: no, yo sirvo al Señor, yo soy un esclavo de Jesucristo. Es decir que cuando usted lea la palabra siervo en la Biblia entienda que lo que quiere decir es eso: siervo.
Hoy en día por ejemplo nuestros hermanos llaman muchas veces al Pastor: siervo ¿verdad que sí? y hoy en día eso se ha convertido casi como un título de honor para muchos Pastores, siervo, oh, siervo, ya es como. Pero no, si a mí me dicen siervo tienen razón, me están diciendo: esclavo de Jesucristo, y yo creo que muchas veces los Pastores hemos convertido esas etiquetas en como títulos de honor y de gloria, el Señor reprenda ese orgullo ¿no? Somos siervos, somos mayordomos, somos simplemente instrumentos en las manos del Señor. Siervos se ha convertido mas bien en algo como para nosotros glorificarnos pero no.
Entonces aquí hay un elemento de exageración que el Señor usa, la relación entre un patrón que tiene absoluto derecho sobre su esclavo, y el esclavo que no tiene ningún derecho frente a su patrón. Y entonces el Señor usa esta condición social tan prevalente en Su medio ambiente para ilustrar la relación entre un creyente y Dios, el Reino de Dios y nuestra vida de servicio. Pero en ningún momento el Señor está aquí validando la esclavitud, entienda esto. Él no está diciendo: la esclavitud es buena, debe mantenerse, adelante muchachos, no. Simplemente está usando este contexto en que Él se mueve para ilustrar una relación entre el cristiano y el Reino de Dios.
Las parábolas siempre son limitadas ¿no? no se puede aplicar todos los aspectos de ella. Generalmente hay una verdad esencial que quiere enfatizar y esa es la verdad a la que nosotros le ponemos atención; las otras pues puede que sean muy convenientes o no, en este caso lo que importa es esa relación de ningún derecho y todo derecho, hacer todo lo que te piden pero no merecer nada y tener derecho a demandar todo de una persona sin tener que agradecerle nada.
En ese sentido esta parábola se parece a la parábola de la viuda y el juez injusto ¿ustedes saben esa parábola? esta viuda que quería que el juez le hiciera justicia pero el juez era un juez injusto y no le hacía justicia, no la atendía y la mujer venía todos los días y se presentaba ante el juez hasta que el juez ya se hartó de ella y dijo: ok la voy a atender porque me va a colmar la paciencia para que me deje tranquilo, y la atendió, y le hizo justicia, y el Señor quiso ilustrar a través de esa hipérbole la verdad de que si nosotros presentamos nuestras peticiones delante del Señor continuamente Dios es poderoso para contestarlas, que tenemos que orar continuamente, sin cesar como dice la Palabra del Señor.
Entonces allí Jesús nos describe una situación de injusticia para ilustrar algo que es casi lo contrario también, y es que si el juez injusto finalmente le concedió a la viuda su petición por su insistencia, ¿cuánto más Dios que es justo y nos ama nos concederá nuestras peticiones si le pedimos consistentemente, amén? muchas veces tenemos que ver el otro lado de la parábola. Y esta parábola tiene también un lado muy hermoso y muy prometedor que quiero señalar al final de mi presentación.
La injusticia de ese juez hace brillar aún más la justicia y el amor de Dios. Esta parábola por lo tanto nos describe dos dimensiones. Una, nos describe cómo son las cosas en el mundo y en la realidad humana, y la otra dimensión nos invita a recordar que no es así con Dios sino que tenemos un Dios lleno de gracia y misericordia, que nos trata con amor y bondad aunque tiene todo el derecho de hacer lo contrario si a Él le da la gana, ¿usted entiende?
Nosotros tenemos que tener esa mentalidad dual, doble en nuestra mente. Por una parte: yo no tengo ningún derecho delante de Dios, yo no puedo exigirle nada a Dios. Yo no puedo esperar como si me debieran nada bueno en mi vida, yo no puedo exigir ni demandar, ni esperar como si fuera por sentado que todo me va a ir bien, que siempre Dios me va a dar todo lo que yo quiero, que siempre me va a agradecer todo lo que yo hago por Él, no tengo derecho. Yo le firmé un papel cuando entré en los caminos del Señor que dice: yo no tengo ningún derecho delante de Ti, esa es una versión ¿verdad?
Pero lo otro es que Dios me ama, Dios me perdona, Dios me agradece lo que yo hago por Él, Dios me bendice cuando lo sirvo, Dios contesta mis oraciones. Dios me dice: Ven buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, Dios bendice al dador alegre ¿amén? Dios nos da buenas cosas, Dios nos sienta al lado de Cristo como dice la Palabra del Señor. Dios nos ha salvado por gracia y nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales ¿amén?
Pero tenemos que mantener la tensión entre esas dos condiciones continuamente: no merezco nada y Dios me lo ha dado todo, y tenemos que mantener eso en tensión. El primer nivel interpretativo de esta parábola nos instruye en muchas cosas, y ¿sabe cuál es el origen de este mensaje para mí?
En los últimos días me quedé pensando en lo del conector y recordaba que después nosotros de terminar este proyecto de construcción que tanto esfuerzo ha requerido, tanta inversión, tanto dinero y esfuerzo de parte de todos nosotros, nosotros estábamos celebrando como el siervo que hace todo lo que su señor le pide ¿verdad? llega al final del día cansado y sudado, y dice: wow me merezco una buena coca cola, me puedo dar un buen baño y me voy a poner a ver el juego de básquetbol o lo que sea, ya puedo descansar, puedo hasta mañana. O llegó el fin de semana y ahora me quedan tres días por delante, o dos días de descanso ¿verdad?
Estábamos así, ya habíamos terminado ¡gloria a Dios! ya podemos quitarnos el aparejo de burro este y vamos a celebrar ¿no? ahora podíamos como Iglesia, yo como Pastor y los líderes de la Congregación podíamos dedicarnos a celebrar, descansar y disfrutar el fruto de nuestros esfuerzos ¿verdad que sí? Y yo dije: ¡amén, qué bueno! ya no tengo que volver a construir ni nada por el estilo. Pero ¿qué pasó? que Dios tenía otra cosa en mente. Él dijo: No, no, te falta trabajo todavía, nos falta trabajo. Oh sí, tú diste dinero y diste sacrificialmente pero ¿sabes qué? no te ufanes de eso porque tienes que dar más todavía.
Oh ahora sí les duele la parábola esta ¿verdad que sí? qué hermoso, sí, gloria a Dios, aleluya, pero cuando te meten el picaso por ahí por la costilla entonces corcovea como un caballo cuando le meten la espuela ¿no? Porque eso nos toca a todos nosotros, me toca a mí. Yo vengo diciendo: wow, uno que viene tan contento, ya estamos tranquilos, ya podemos celebrar y disfrutar, y entonces el Señor dice: No ¿sabes qué? todavía, cíñete otra vez, tráeme Mi comida, tráeme Mi cena, tráeme de tomar, búscame las pantuflas. Dios tenía otra cosa en mente, teníamos que continuar trabajando. Teníamos que ceñirnos la toalla y la palangana, lavarle los pies a nuestro amo a pesar de que estábamos cansado. Teníamos que empezar el proceso de empezar a construir ese conector.
Y eso fue ¿sabe? un motivo de gran gozo por una parte porque como les digo, nos habíamos resignado a que eso no se iba a hacer y que la condición natural de nuestra Iglesia iba a ser por el resto del tiempo tener que bajar, subir, salir en invierno, en calor, lluvia lo que fuera, pero celebramos. Cuando Dios resucitó esta posibilidad dijimos: qué bueno caramba. Nuestra Iglesia va a poder tener finalmente completado todo lo que se propuso hacer y qué bendición. Pero fue también un motivo de gran peso psicológico, emocional para muchos de nosotros y muchos dijimos: wow pero si ya yo di, otra vez ahora ¿tengo que dar más, tengo que hacer más, tengo que ponerme a planificar para estas comidas y todo este lío, verdad?
Y gracias al Señor de paso, muchos hermanos y hermanas que han estado trabajando arduamente para hacer posible esta recepción allá arriba, oí la risa de Magaly, ¿dónde está Magaly? creo que oí su risa distintiva, el Pastor tiene buen oído pera oír a sus ovejas. Y otros que han trabajado duramente, Sofía y tantos, bueno, muchas personas, Raisa y otros que damos al Señor, personas que donan dinero, tiempo, esfuerzo, han estado trabajando arduamente para preparar algo muy bello, muy bueno. Los que han donado diferentes objetos y cosas para la subasta silenciosa, gloria al Señor por todo eso. Qué bueno que hay gente que fue inclusive hasta el principio mismo.
Esta mañana misma vino un hermano con un sobre con disculpas porque no era un sobre apropiado para entregarme algo para la construcción, gloria a Dios por esas vidas, hermanos y después vamos a pedirles, les voy a decir esto. Yo voy a venir delante de ustedes y prepare ahí su corazón y su espíritu, usted no me está dando a mí, le está dando al Reino de Dios, le está dando a su amo celestial que le dice: cíñete y dame de comer, ponme las pantuflas, prepárate.
Prepare su corazón, somos un pueblo fuerte en el Señor. Al que mucho se le da mucho se le exige. Oh, qué privilegio es darle al Señor. Yo no tengo nada, todo es de Dios, lo que Dios me pida yo se lo daré porque Él me lo ha dado todo allá, envió a Su Hijo Jesucristo por mí, me libró del pecado, de la muerte y del infierno, y me ha dado vida eterna, Él no me debe más nada. Yo estoy eternamente agradecido por Él y todo lo que yo tenga, todo lo que Él me pida yo espero que Él me de la gracia para dárselo con gozo y con gratitud.
Quizás algunos se sientan un poco resentidos al tener que continuar trabajando y dando. Yo les confieso que a veces me he quejado un poquito, pero yo sé bien que después de dar dos o tres pataletas tengo que venir y besarle la Mano al Señor y decirle: Padre, gracias por permitirme ser útil a Tu Reino, eso es así ¿no?
Entonces lo que dice la parábola esta tiene que ver con esa actitud nuestra ¿no? que nosotros damos y servimos, y después decimos: bueno ya yo cumplí, ya yo hice esto, ya hice lo otro y bueno pues ahora que me venga mi recompensa, y es más: muchos trabajan para que les den recompensa, pero esa parábola como que le da un golpe mortal, es una estocada al corazón de esa actitud de merecimiento que muchos cristianos tienen con respecto al Reino de Dios.
Entonces por eso es que Jesús usa esa imagen de un esclavo que no tenía voluntad propia, no tenía derecho, tenía que hacer todo lo que se le mandaba. Aunque el Señor no estaba justificando esa institución horrible estaba empleándola como una ilustración del Dios que así mismo tiene derecho a exigir de igual manera, tratarnos de igual manera pero no lo hace; pero eso no quiero decir que eso cambie nuestra condición real, judicial, ontológica por así decirlo frente a Dios. Eso es lo que verdaderamente yo soy aunque Dios no me trata así, pero yo tengo que recordar que eso es lo que yo soy, que esa es mi verdadera condición. Yo tengo que hacer todo lo que mi amo me mande y yo no merezco ninguna comendación o alabanza por lo que he hecho por el Señor.
Voy a emplear otra ilustración así un poquito más entendible para nosotros. Es como cuando usted trabaja para una corporación o para un hospital, usted es médico y está on call, y lo pueden llamar en cualquier momento de la madrugada o lo que sea para hacer una operación, o usted trabaja para una firma de abogados, o para una compañía de consultoría o algo por el estilo que le paga dinero y le dice: usted no tiene horas acá. Si hay un contrato que arreglar, si hay una construcción que hacer, si hay un juicio que preparar usted tiene que preparar todo lo que se necesite. Si son sesenta horas, si son ochenta horas para eso le estamos pagando su buen salario, y ahí está usted trabajando hasta las doce de la noche un viernes en la noche, o un domingo en la noche porque mañana hay un juicio y usted es abogado para esa firma, y todos los documentos tienen que estar preparados, el caso tiene que ser muy bien presentado el lunes por la mañana ante el juez.
Y cuando usted ha hecho todo eso no es como que el chief executive de la corporación va a venir: ooh, gracias empleado por haber hecho tanto trabajo, no. Usted hizo exactamente para lo que le pagamos, aquí tiene el próximo trabajo. Se espera que usted haga eso, no se le da. El médico que tiene que salir amarrándose los pantalones a las tres de la madrugada porque tiene que hacer una operación porque lo llamaron en el biper, porque es cirujano y está expuesto, ese día es su día de deber. Tiene que salirse de su comodidad de su casa, llegar allí, operar al paciente y nadie le dice: wow qué santo este hombre, qué bueno, miren qué noble cómo se levantó. No, él es médico, le pagan bien, esa es su condición. Se supone que eso es lo que él haga aunque sea sacrificial.
Esa es la condición nuestra hermanos. Nosotros somos soldados del Reino de Dios. Tú eres un siervo de Jesucristo. Dios te redimió, te compró con Su sangre, ahora tú perteneces a Él y se supone que tú estés veinticuatro horas disponible para que el Señor haga contigo, de ti lo que Él necesite. Esa debe ser la actitud fundamental de todo creyente, esto debe fundamentar nuestra mentalidad, nuestras acciones y sobre todo nuestro entendimiento de lo que somos con relación a Dios y Su Reino. Somos siervos somos esclavos del Reino. Dios tiene todo el derecho y nosotros no tenemos ningún derecho delante de Dios. Dios no nos debe nada y nosotros se lo debemos todo a Él.
Yo espero que te estés metiendo eso en tu mente y que lo recibas. Recíbelo en el nombre del Señor y rechaza todo sentido de heroísmo o de excepcionalidad porque estés tratando de servir al Señor y hacer lo que Dios pide de ti. A veces creemos que porque servimos al Señor y le damos Él nos debe a nosotros ¿no? aunque no lo decimos así pero hay una expectativa subconsciente en nosotros. Creemos que Dios tiene que bendecirnos, sanarnos, proveernos. Dios no tiene que hacer nada de eso hermanos, Él no está obligado. Es importante que entendamos esto.
Todo lo que recibimos después de haber servido al Señor es por pura gracia y misericordia si a Él le da la gana. Pura gracia, métase eso en la cabeza ahora mismo, pura gracia, dígalo mil veces: pura gracia. Esa actitud de no merecer nada de Dios y de deberle todo a Dios, de estar totalmente sujetos a Su placer y a Su Voluntad es absolutamente clave en este tiempo en que en unas maneras muy sutiles y a veces no tan sutiles se le enseña a la gente que Dios existe para avanzar nuestros intereses, para agradarnos, para darnos la mejor vida posible, para responder a todas nuestras necesidades. Para asegurarse de que vivamos una vida cómoda, de que lleguemos a ser todo lo que queremos ser, de que seamos entre comillas "felices" y "prósperos" y saludables, y todo esto.
Hermanos: Dios no existe necesariamente para eso y tú no puedes venir al Reino de Dios esperando que esa va a ser tu recompensa o que ese va a ser tu salario. El apóstol Pablo dice que cuando una persona trabaja y se le paga eso no es de gracia, simplemente se le está dando lo que esa persona se ganó, pero cuando es de gracia entonces no podemos ufanarnos de ello ni podemos exigirlo delante de Dios. Nosotros no venimos al Reino para garantizarnos la bendición o la "provisión" entre comillas de Dios, eso es por añadidura y es muy importante que eso quede claro en nuestros corazones.
La Biblia de hecho si usted ve, en muchos pasajes promueve exactamente la actitud y la expectativa contraria. La actitud fundamental del creyente, su punto de partida esencial debe ser el que: no merecemos nada, que somos pecadores, que hemos ofendido a Dios y que ni siquiera merecemos ser salvos. Dice la Biblia que: "Cuando estábamos sumidos en pecado, Cristo murió por nosotros." No fue cuando la humanidad se arrepintió, no. Era cuando estaba más perversa y más hundida en el pecado fue que el Señor dijo: Esta humanidad hay que rescatarla, voy a enviar a Mi Hijo para que muera por ella, ¿no?
Dios en Su misericordia nos rescató, nos salvó dice esa mentalidad y ahora como consecuencia se lo debemos todo a Él, y debemos servirle con todo nuestro corazón, vivir totalmente agradecidos dándoselo todo, sabiendo que no merecemos nada en retorno excepto servirlo en todo lo que Él nos pida. Nuestro honor reside en hacer todo lo que Dios quiera que hagamos y al final decir: ¿qué más quieres que haga yo ahora? eso es lo que tenemos que hacer hermanos.
La actitud fundamental del creyente debe ser una de que: vivimos para Dios. Para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia dice Pablo ¿no? Vivimos para servirlo, para avanzar los intereses de Su Reino, no vivimos por nosotros mismos, somos de Él. ¿Qué dice la Palabra, de nuevo? "Sea que vivamos o que muramos del Señor somos." Lo que pasa es que nosotros decimos eso y lo recitamos como un poeta declamando una poesía para enamorar una muchacha ¿no? pero no entendemos lo que quiere decir eso en términos prácticos de la vida, del Señor somos. Eso quiere decir que tú le perteneces a Dios y cuando tú le perteneces a alguien es para que ese alguien haga lo que quiera de ti. Dios tiene derecho de hacer con nosotros lo que Él quiera.
Pablo expresaba esto por medio de su vida ahí en Gálatas, vamos a ver, Gálatas capítulo 2 versículo 20, Gálatas 2:20 dice: "Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí. Y lo que ahora vivo en la carne lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí Mismo por mí." Lo que ahora vivo en la carne, es decir: lo que ya yo vivo ahora, todo lo que yo tengo, todo lo que soy, mi vida familiar, mi profesión, mi vida de trabajo, todo lo vivo en Él y para Él porque Él se dió para mí.
Y en Santiago capítulo 4 en el versículo 13 el apóstol Santiago nos invita a vivir en esa mentalidad de entrega total y de dependencia total de la Voluntad de Dios. Santiago allá dice retóricamente: "Vamos ahora los que decis: hoy y mañana iremos a tal ciudad y ganaremos, cuando no sabéis lo que será mañana; porque ¿qué es vuestra vida? ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece, en lugar de lo cual debiérais decir: si el Señor quiere viviremos y haremos esto o aquéllo."
Yo por ello digo que esa mentalidad de entrega, sujeción, no esperar nada de Dios, saber que usted no merece nada, saber que todo se lo debe todo a Dios, estar dispuesto para servir al Señor, darle al Señor, hacer todo lo que Dios quiera, avanzar Su Reino, esa debe ser su mentalidad fundamental, eso siempre debe estar en la parte trasera de su cabeza. Todo lo que usted hace debe estar fundamentado en ese reconocimiento. Esa es la actitud fundamental de un creyente maduro.
Por eso Jesús habla en este pasaje de que cuando lo hayamos hecho todo, que hayamos sido perfectos en obedecer a Dios aún así siervos inútiles seremos. Diga esa palabra: inútil, yo soy inútil ante el Reino de Dios, yo no valgo nada excepto lo que Dios me ha asignado ¿no?
El griego; ví a unas hermanas ahí, esposas que le dijeron con mucho entusiasmo a su esposo: inútil (risas), yo no sé por qué pero parece que se le entusiasmaron. Yo no sé lo que hay en el corazón hermanita, cuídese; no, estoy jugando (ríe). Se aprovecharon ahí un momentito. El Señor reprenda al enemigo (ríe), no pude evitar ese chiste barato todo por ganarse una risa de los hermanos.
Siervos inútiles. La palabra: inútil es la palabra acreioi, acreioi queriendo decir: inmerecedor de ninguna alabanza. Inútil es eso también, la idea es que no mereces alabanza. Hiciste lo que tenías que hacer, esa es tu condición. Eres un siervo ordinario, no te jactes de nada ¿ok? no hicimos nada heróico, sólo hicimos lo que teníamos que hacer. No merecemos ninguna gratitud de parte de Dios.
Entonces hemos hablado de esa hipérbole ¿no? el Señor usa una ilustración exagerada. Pero ¿sabe qué? lo que Cristo está diciendo entre letras, le quiero dejar, le voy a dar una paletita ahí, no quiero que se vayan solamente con lo amargo de esta enseñanza ¿no? Lo bello es que hay buenas noticias para nosotros ¿sabe? ese es el punto de partida, esa es la condición legal pero ¿sabe qué? que Dios nos ama y nos trata como Sus hijos, nos bendice constantemente. Nos recompensa, comparte con nosotros, aleluya.
¿Sabe qué? escuche esto. Yo acabo de decirle que somos como esclavos pero le voy a decir algo ahora que le va a complicar la mente: ya no somos esclavos en un sentido, de Dios. Somos hijos adoptados, somos hijos adoptados. Tenemos todos los derechos de un miembro de la familia de Dios.
Cristo dice que ya no nos llamará siervos sino que nos llamará ¿qué? amigos, qué linda esa Palabra ¿verdad? Juan capítulo 15 versículo 14 y 15 dice: "Vosotros sois Mis amigos si hacéis lo que Yo os mando." Dice: "Ya no os llamaré siervos" escúcheme, por eso es que a veces la Biblia parece como que se contradice ¿no? pero lo que pasa es que las cosas en el Reino de Dios son tan complejas que a veces parecen contradictorias, pero son simplemente paradójicas; una aparente contradicción.
Por una parte somos siervos, sin derecho, obligados a hacer todo lo que Dios quiera no mereciendo nada, y cuando lo hemos hecho todo no merecemos nada, no tenemos ningún derecho legal, no podemos demandar nada de Dios, no podemos sorprendernos cuando nos pase algo que parezca que contradice la bondad, la misericordia, la justicia de de Dios, pero por otra parte el Señor nos dice: "Ya no os llamaré siervos porque el siervo no sabe lo que hace su Señor, pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de Mi Padre os las he dado a conocer." Gloria al Nombre del Señor.
La Biblia dice que: "No os atribuléis manada pequeña porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino." Gloria al Nombre del Señor, Dios es mi Padre. Dios nos es mi dueño así estéril, abusivo, malagradecido, Dios es la imagen del padre misericordioso que cuando el hijo viene sin ningún derecho porque ha pecado contra Él, ha desperdiciado todas sus riquezas, se merece ser consignado a comer de las algarrobas de los cerdos de la casa del padre, el padre dice: vístanle con el mejor vestido, pónganle el anillo sobre su dedo porque mi hijo era muerto y está vivo, se había perdido y ha regresado a la casa, gloria al Señor. matemos el cordero gordo y vamos a celebrar, aleluya. Esa es la actitud de mi Padre celestial, aunque yo no lo merezco Él dice: Pero de todas maneras.
Yo me imagino que ese hijo pródigo a través de toda su vida cada vez que se miraba vestido bien y gozando de toda la hacienda de su padre recordaba que una vez él desperdició todo el dinero de su papá, que una vez él ofendió a su padre diciéndole: dame lo que a mí me pertenece. ¿Usted ve? el hijo pródigo viene ante su papá y dice: dame lo que me pertenece como si a él le perteneciera nada ¿no?
Esa es la cosa: que a ti no te pertenece nada y muchos actuamos como que: sí, me pertenece que Dios me bendiga, que Dios me provea, que Dios me dé y me pertenece también la facultad de decidir si sirvo a Dios con mi hacienda, mi dinero o si no, no.
Yo me imagino que ese joven toda su vida recordó que él no merecía nada de lo que tenía. Lo tenía pero no lo merecía y yo me imagino que debía ser muy, muy humilde ante su papá y siempre hacer todo lo que él pudiera para agradecer a su papá porque se había portado tan misericordiosamente con él.
¿Cuántos de nosotros hemos ofendido al Señor en tantas maneras hermanos, ah? ¿Usted cree que nosotros merecemos que Cristo muriera por nosotros? ¿Usted cree que merecemos que el Espíritu Santo more dentro de nosotros? ¿Usted cree que usted merece saber que, cuando usted termine esta vida, lo está esperando una vida eterna, con todas las bendiciones espirituales imaginables, donde no habrá llanto, no habrá dolor, no habrá enfermedad? ¿un retiro completo, un condominio de primera allá arriba en el cielo? ¿ropa que no se envejecerá? ¿todas las comodidades, aire acondicionado natural? ¿luz que no le cuesta un centavo pagarla, wifi, internet gratis? ¿viajes a donde usted quiera, cualquier parte de la galaxia, gratis? aleluya, lo tenemos todo en el Señor, Dios misericordioso.
Pero ¿sabe? la cosa es esto. Nunca olvide: usted no merece nada y se lo debe todo al Señor pero Dios en Su misericordia se lo da todo y lo bendice, y lo ama. Gloria a Dios. Teniendo ese sentido de profundo agradecimiento salgamos de este lugar. Incline su cabeza en esta mañana, dele gracias a ese Dios generoso que le ha bendecido a pesar de que no tiene que bendecirle.
Dígale ahí en su corazón ahora mismo: Señor, yo no merezco nada de Ti. Si algún día yo recibo algo que pienso que no merezco. Si algún día vienen pruebas a mi vida, si algún día yo te pido algo que anhelo ardientemente y Tú decides no dármelo no te voy a acusar de ser infiel, no me voy a quejar contra Ti, no te voy a rechazar, mi ardor por Ti no va a disminuir. Yo te voy a servir y te voy a bendecir todos los días de mi vida, y yo voy a ser como ese hijo pródigo a quien su padre le perdonó todo y le dió su estatus de hijo aunque no se lo merecía, y que vivió probablemente toda su vida agradecido de su papá tratando de reponer, aunque nunca iba a poder hacerlo, toda la ofensa y la pérdida que le había causado a la hacienda de su padre.
Y así yo voy a vivir Señor, así yo te voy a servir todos los días de mi vida, mi vida es tuya Señor Jesús. Te serviré todos los días y te amaré todos los días de mi vida.