El que cuida la higuera comerá su fruto. Proverbios 27:18
Ustedes, puesto que anhelan dones espirituales, procuren abundar en ellos para la edificación de la iglesia. 1 Corintios 14:12
Dios habla hoy sobre los dones: Honrosa es la iglesia que, guiada por las Escrituras, celebre y ponga en práctica la diversidad con que el Espíritu Santo se manifiesta en todo el cuerpo del Mesías en las diferentes congregaciones. Y honroso es el siervo que es capaz de explorar las particularidades que hacen distintivas a estas comunidades, y tiene la sabiduría de retener lo bueno de cada una de ellas.
Un hermano pastor apuntaba en una ocasión: los dones siempre deben expresarse en el espíritu de Jesús. Ahí está la clave. Los dones expresados en el espíritu del Señor son aquellos que se basan en “los unos a los otros”, son los que se despojan de la egolatría, la presunción y la vanidad del creyente inmaduro -el que busca ser apreciado a través de expresiones públicas de su individual espiritualidad -para entregarse a los demás, y entonces poner en práctica una comunión sana, gozosa, poderosa, contagiosa y centrada en la comunidad de creyentes.
Porque Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. (2Ti 1:7). Poder, amor y dominio propio, una mezcla definitivamente explosiva de dones y fruto. Poder del Espíritu para ministrar a los demás y ganar almas, amor del Espíritu como catalizador y vínculo perfecto entre ese poder sobrenatural y nuestra propia humanidad que busca “lo suyo”, y dominio propio como resultado de la obra transformadora y educadora del propio Espíritu. Los dones del Espíritu son herramientas para el progreso del Reino y del evangelio y son fundamentales para la vida de la comunidad de fe.
Faustino J. Zamora