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Pastor Miranda: Gloria, tú tienes un testimonio de nuevo… Amén, amén
Gloria: Cuando estábamos cantando ‘Que queremos darte gloria y alabanza’ y este es un testimonio de sanidad y yo sentía que era el momento. Yo lo estaba largando porque no es fácil pararse acá a hablar y yo estaba esperando, no se que estaba esperando, pero yo estaba esperando, pero yo había pactado con mi Señor en darle la Gloria y la alabanza cuando sucediera el milagro.
Hace 22 años yo estaba enferma de la tiroides y todos los días me tenía que tomar una pastillita -los que están con esa condición saben que todos los días hay que tomársela- y yo decidí en un momento mientras daba las clases de discipulado que uno tiene que declarar la palabra y declarar sanidad. Y yo empecé a declarar sanidad en mi cuerpo y para la Gloria y Honra del Señor, el Señor me sanó. Ya no tengo que tomarme ninguna pastilla. Y yo había pactado darle la Gloria y la Honra y lo hice en un grupo de hombres que estuvimos por allá en algo misionero y yo estaba con que no sabía como decirlo pero ya estoy aquí. Gloria a Dios. La Gloria y la Honra para mi Señor.
Pastor Miranda: Gloria a Dios. Si alguien ha recibido otro tipo de sanidad o crea sanidad en su vida y quiere testificar, miren vamos a abrir este momento para si alguien más Dios ha hecho una obra de sanidad en su vida en estos días y usted quiere testificar acerca de ello. Ven por aquí primero. Amén. Vamos a darle Gloria.
¿Cuántos están dispuestos a escuchar un momento? El Señor está haciendo todas esas cosas. Amén, amén.
Walter Matute: Dios los bendiga. Mi nombre es Walter Matutes. Ya tengo más de un año de asistir a la iglesia constantemente. El testimonio que tengo no es precisamente mío pero es como que fuera mío porque es de mi hija.
Mi hija hace un año le detectaron un quiste en la rodilla izquierda y los doctores creían que era cáncer al principio. Mi esposa está aquí y ella pues también, no creo que ella pueda dar testimonio porque ella fue la que fue al hospital y ella fue la que trató con los médicos. El rostro de los médicos... y el veredicto de los médicos era al hacer la radiografía, no era alentador. Están hablando de un cáncer en la rodilla y tenía que hacerle más estudios.
Nosotros nos pusimos en oración junto con la hermana Gloria y el hermano Rafael, en casa. Y después de tres días de orar y de todo, pues, de estar ante la presencia del Señor, nosotros fuimos a hacerle los exámenes a mi hija y sólo le detectaron un quiste en la rodilla. Ella ha sido operada dos veces, ya porque el quiste regresó después de seis meses. Pero para la honra y Gloria de Dios ahora ya tiene ella más de ocho meses. La hemos llevado al doctor la semana pasada y todo está perfectamente bien. Ella ahora corre, ella ahora salta y todo sea para Alabanza del Señor.
Pastor Miranda: Amén, amén. Gloria al Señor. Alguien más levantó la mano y creo que, mire, ¿testimonio de Sanidad específicamente? ¿Si? Okay. Mirey es brasilera así que va a tener que hablar bien lentamente para que podamos entenderla.
Meyri: Que Dios los bendiga. Mi deseo como familia, la familia hispana como mi familia. Seis años atrás yo tuve una cosa llamada artritis y estaba ahí y fue al hospital y también apareció la hepatitis C y yo no sabía la gravedad de la cosa. Y era una cosa muy contagiosa.
Entonces yo le dije al médico: “Mi Dios me va a sanar,” cuando ella me dijo. Estaba en la iglesia aquí y vine al frente y pedí en oraciones y me preocupaba más por las personas porque es una cosa tan terrible que usted no puede ni dar la mano a la persona, no puede besar. Es una cosa horrorosa y yo no conocía. En un mes, el día que mi nieto nació yo tenía que ir al hospital. Cuando llegué el médico estaba riendo y dijo: “Tengo una buena noticia para usted. Su caso es diferente. No tiene nada”.
Y continué haciendo los exámenes y desapareció. Y pasaron unos días y me dieron un año yendo al hospital y porque mi dedo no doblaba. Cuando tenía que tomar unas inyecciones para ella dio todo normal. Dio dos meses nuevamente y yo pedí al Señor. Y un día una mañana cuando desperté mi dedo ... El Señor me ha sanado y nunca más para Gloria de Dios.
Pastor Miranda: Amén, amén. Yo creo que alguien más había levantado su mano. Okay.
Mujer: Buen día. Dios les bendiga, hermanos. Primera vez que me pongo de frente aquí a la Congregación pero ya yo soy viejita aquí en esta congregación. Le quiero dar la Gloria y la Honra a mi Dios porque tenía más de 15 años sufriendo de esta rodilla. Y yo le dije al Señor: ‘solamente te voy a pedir esto solo: que me ayudes a subir las escaleras como todo el mundo las sube’.
Y nunca me voy a olvidar de Él, donde quiera que yo fuera, dijera que Él me hizo esa operación y aún siendo cristiana dudaba porque tenía miedo de operarme. Porque nunca había tenido una cirugía. Pero para la Gloria y la Honra de mi Dios eso se acabó en el mismo día dos o tres horas y para la Gloria y la Honra de mi Dios yo estoy aquí.
Los que me conocen saben como yo venía a la iglesia. Me decían: ‘Tú eres fuerte hermana’ y yo les decía: ‘Yo tengo que venir aunque sea arrastrada a la Iglesia’. Y hasta lo último vine y estaba, después que Dios me operó estaba loca por venir de lo bien que me sentía. Pero tuve que esperar un tiempecito. La gloria y la honra se la tengo que dar a mi Dios porque tenía mucha vergüenza de pararme, pero la gloria y la honra de mi Dios y creámosle siempre al Señor, porque Él lo puede todo. Si lo pudo conmigo y esperé más de 15 años, teniendo ese Dios, el de ayer y anteayer y el de hoy es lo mismo. Entonces yo dudaba, aún siendo cristiana, dudaba pero ya yo le dije al Señor:’ Solamente quiero que tú me pongas a caminar como todo el mundo’.
Y la Gloria y la honra se la doy a mi Dios. Dios les bendiga, hermanos.
Pastor Miranda: Amén hermana. Le bendecimos en el nombre del Señor. ¡Qué bueno esos testimonios así concretos, específicos y al grano! Eso nos bendice. Así podemos más de nosotros testificar. Eso es bueno.
Karina García: El Señor les bendiga, mis hermanos. Mi nombre es Karina García y tengo un año y medio congregándome en esta hermosa congregación. Bueno mi testimonio también es bien poderoso y hermoso. Y estoy muy agradecida del Señor de las maravillas que Él ha hecho en mi vida. Hace aproximadamente 4 meses, después que tuve mi última bebé. Pues me diagnosticaron que tenía, pues, aparentemente un quiste que me refirieron a un cirujano para operarme. Me diagnosticaron que tenía problemas muy -aparentemente- serios en el hígado. También que tenía problemas. Me dio un patatús malísimo.
Me llevaron de emergencia al hospital, me hicieron MRI, y de todo. Pensaron que era hasta un tumor que tenía en la cabeza. Bueno, yo estaba muy mareada y creo que era -si el Pastor lo recuerda- ese día yo llegué aquí a la iglesia y había un día de sanidad. Un domingo de Sanidad. Y el Pastor oró por mí. Yo le comenté al Pastor cual era mi problema y yo no podía -incluso yo estaba estudiando- no podía guiar bien, una tontera bien terrible, era algo bien difícil. Duré como cuatro días en cama sin poderme levantar y yo: ‘Señor tú sabes, tengo tres niños. Mi vida… tengo que seguir adelante. ¿Qué es lo que me está pasando? Mi vida está en tus manos, yo soy tu hija’.
Hermanos, sin abundarles mucho, el Señor hizo la obra. Simplemente un día yo fui y volvieron a hacerme todos los análisis. Todo desapareció. Todo. El quiste, no había quiste. Todo. Los problemas del hígado se fueron, los mareos. Y resulta que los médicos, ahora no saben que pasó, ahora dicen que era stress. Que aparentemente era que yo estaba muy cargada de muchos problemas y mucho estrés esos días. Y yo alabo al Señor, porque el Señor es fiel. Miren no hay nada imposible, nada imposible que usted tenga en su vida que Dios no lo pueda resolver. Amén. Dios los bendiga.
Julio Valdez: Muy buenas tardes. Mi nombre es Julio Valdez. Yo el testimonio mío -estoy un poquito nervioso, me excuso, perdonen- yo tenía como dos meses con dolores en el cuerpo, musculares. Fui al doctor. El doctor me recetó unos calmantes y antes de que yo puse mi receta en la farmacia, pero antes de ir a buscarla yo vine el domingo que vino la violinista -la que estaba tocando el violín. Me hinqué ahí y le pedí a Dios que me quitara esos dolores, porque no podía hacer fuerza. Un tipo como yo, saludable, que hace un trabajo de mantenimiento. Entonces ella vino y se pegó delante de mí. Yo sentía como que algo se derretía de mi cuerpo, así como que se iba derritiendo. Después de eso sentí la sanación de mis hombros. Y le doy Gracias y Honra a Dios. Aleluya.
Pastor Miranda: Gloria al Señor.
Mujer: Amén. Hermanos, Dios los bendiga a todos. A mi me pasó algo. Yo tengo problemas, no declaro problema, declaro que yo estoy sana. Pero los doctores dicen que yo tengo problemas en la espalda, hernias y cosas varias. Yo trabajo en un hospital como asistente de enfermera y mi trabajo es bien duro. Tengo que levantar los pacientes, sentarlos, ¿ustedes saben, no? Como se tienen que tratar a los pacientes en el hospital. Hacía varios meses que yo me sentía muy bien. Gracias doy a mi Señor. Pero ¿qué pasó? El lunes yo estaba libre, era holiday, y me puse a limpiar la casa. Y no se que me pasó, de repente, lo que no me pasó en el hospital, me pasó en la casa. De repente, cuando estoy trapeando me quedé completamente doblada de un lado. Así. Y yo no sabía que hacer.
Era un dolor terrible y yo comencé a invocar la presencia del Señor decirle: ‘Padre, ¿qué pasa? Si Tú eres mi padre, Tú eres mi esposo, Tú eres mi amigo. ¿Qué está pasando? Ayúdame’. Yo soy padre y madre de mi casa y yo tengo que trabajar para mi casa, para mi hogar, para mi hija. Y nada. Y con toda mi desesperación seguí orando y como pude me fui arrastrando, agarrándome de las paredes y cogí almohadas, cogí un paño caliente y me lo puse en la espalda. Me bebí dos Ibuprofen. El Pastor… es un poquito largo pero voy a terminar. Nada, seguía bien fuerte el dolor. Entonces decidí llamar al hijo mío y le dije: “Gaby, yo estoy bien mal con la espalda. Yo no me puedo mover, yo no puedo caminar” Estaba bien, terriblemente doblada.
Comencé, seguí orando diciendo: ‘Señor, esto es tuyo, Papá. Yo tengo que trabajar mañana así que ¿yo no se que tú vas a hacer? Pero vamos a pelear porque esto es tuyo Padre. Tú me tienes que levantar. Yo me tengo que levantar y presentar a mi trabajo. Seguí todo el día así, seguí orando e invocando la presencia. Vino el hijo mío y me ayudó y me llevó a acostarme. Me puso en la cama. Al otro día yo dije: Yo no voy a llamar a enferma. Yo no voy a llamar a enferma porque Tú dices que Tú eres mi Padre. Que Tú estás conmigo como poderoso gigante, peleando mis batallas y mis peleas. Y Tú me vas a levantar de aquí’.
Hermanos, yo como pude a las cinco y media de la mañana yo me paré de la cama. Doy fe. Yo me vestí como pude. Salí, cogí mi carro y me fui a trabajar. Y fui ahí caminando al pasito al pasito. Y le doy las gracias al Señor. Nosotros tenemos una situación en el hospital que se llama one-to-one y nosotros atendemos pacientes. Un paciente, sentada todo el día en una silla atendiendo ese paciente cuando son agresivos, cuando tienen problemas de psiquiatría o problemas de que no se pueden mover y eso. Pues nada.
Cuando llegué al hospital, yo tenía más de dos meses que a mí no me ponían a hacer un one-to-one. Yo siempre estaba en el piso, bien duro, en los pisos más pesados del hospital. Así con mi espaldita, le pido fuerzas al Señor que siempre me ayuda. Y nada. Cuando llegué al hospital me dice la supervisora: “Tú vas para one-to-one para psiquiatría”. Yo dije: ‘¡Upa, dé gracias, Señor! Yo venía caminando, yo venía llorando: Gracias Señor porque Tú eres tan lindo”.
Bueno llegué al lugar al lugar donde tenía que trabajar y me senté todo el día, las 8 horas. Como podía me paraba al pasito porque la paciente cuando quería agua o algo. Gracias al Señor era una paciente con problemas… no gracias al Señor, porque la pobrecita estaba bien mala de psiquiatría y se pasó todo el día en la cama con una muñeca pensando que había parido, que había dado a luz. Y yo dije ‘Gracias Padre, por lo menos, Tú me estás permitiendo que yo cumpla con mis 8 horas’. Llegó la hora de irme. Me fui para mi casa. Al segundo día lo mismo, seguí orando, seguía con el dolor pero un poquito mejorcita. Y seguía bien fuerte: ‘Señor, ayúdame, mañana yo tengo que trabajar otra vez. Esto es tuyo Padre’.
Bueno me levanté de igual manera me fui a trabajar y cuando llegó me dicen otra vez: “Tú vas para one-to-one”. Yo digo: ¡Oh, Padre, Señor! Gracias. Yo no sabía ni como darle gracias al Señor por eso. Así pasó. Al tercer día también, hermanos me mandaron para el one-to-one. Y ya al cuarto día que fue el jueves, seguí haciendo one-to-one. Entonces el viernes me mandaron para el piso donde están los viejitos enfermos, el Geriatric. Y nada cuando estuve ahí, el día lo pasé de lo más tranquila trabajando como pude.
Le doy gracias al Señor. Yo pensaba que yo no iba a poder venir hoy a trabajar como ujier. Pero Gracias, yo le doy a mi Señor que yo estoy aquí. Ustedes me han visto moviéndome y todo eso. Gracias a Dios que pienso que él tiene control y ha tenido el dominio mío de mi espalda. Yo les pido que sigan orando por mí porque yo tengo años con este problema. A veces me tumba, a veces me para, pero yo quiero una Sanidad y completa. Que el Señor, definitivamente, el Señor haga la obra en mi espalda. Gracias hermanos. El Señor me los siga bendiciendo.
Pastor Miranda: Bueno, vamos a orar por nuestra hermana. Un momentito, ven, vamos a orar por ti y presentar.
Sí Señor, en el nombre de Jesús, Padre, declaramos sobre tu hija esa Sanidad total que ella necesita, Padre. En este ambiente donde te estamos dando Gloria y donde estamos declarando que Tú eres nuestro Dios sanador. Donde declaramos milagros e intervenciones que Tú has hecho en nuestras vidas, Señor. Nosotros declaramos sobre su espalda, una unción poderosa, Padre. Un toque, Señor, de tu espíritu, deshaciendo toda torcedura, toda imperfección, Señor. Todo desajuste, Padre en el nombre de Jesús. Fortalece lo débil, Señor. Endereza lo que esté torcido, Padre. Quita cualquier obstrucción Señor, cualquier impedimento de que fluya la energía como Tú has diseñado esta espalda, este cuerpo, Señor. Esa cintura.
En el nombre de Jesús nosotros declaramos tu poder sanador sobre esta vida, Padre. Desde la cabeza hasta los pies, desde su nuca, Padre hasta la parte baja de su espalda, señor. Sus piernas, Señor. En el nombre de Jesús todo su sistema neurológico, Padre los regulamos, Señor y establecemos Padre tu normalidad. Dios mío como Tú lo diseñaste este cuerpo Padre, para que funcione, reprendemos todo mal. Gracias Señor, en el nombre de Jesús, en el nombre de Jesús, en el nombre de Jesús declaramos sanidad. Amén, Amén, Amén.
Gloria a Dios. Amén, Amén.
Mujer: Mis hermanos yo también quiero dar, declarar una palabra de victoria y dar un breve testimonio. Al igual que la hermana, en Julio me hicieron un MRI y me detectaron que tenía un disco fracturado y las personas que saben que significa eso, es prácticamente cuando la gelatina del disco se sale y presiona contra los nervios. Y como por un mes yo tenía un dolor horrible. Era tanto el dolor que la mano se me estaba durmiendo y no hay posición que te permita estar sin dolor y era difícil para mí identificar si el dolor era en el músculo o era en el hueso. A tal punto que yo llegaba donde el doctor y le decía: ‘Mire haga algo yo no se que es lo que está pasando’.
Me mandan a que me haga un MRI y detectan que tenía dos discos fracturados. La solución es operarte o darte medicina fuerte como antidepresivos, para que entonces bloqueen la sensación en tu mente. Y cuando me dijeron que esas eran mis opciones, o terapia y cuando me dijeron que esas eran mis opciones, me molestó muchísimo. Porque yo soy una persona que gracias a Dios, no tengo que tomar medicina o sea medicinas fuertes y el hecho que me dijeran que tenía que tomar antidepresivos para neutralizar el dolor, me angustie, porque uno sabe que eso tiene muchos efectos alados.
Pero también, mis hermanos, yo creo que a veces uno tiene que simplemente presentarle esas cosas al Señor. Y decirle: ‘Okay, Padre’ y muchos hermanos Diáconos y los Pastores oraron por mi. Porque no sólo estaba bregando con el dolor, pero estaba bregando con la situación: que si tomo o no tomo la medicina. Y lo que yo sentí es: ‘OK. Señor voy a tomar esta medicina porque si Tú quieres que yo siga este tratamiento por ahora yo se Señor que Tú vas a librar de cualquier otra cosa’.
Y eso me enseñó que también uno no puede irse en contra de las direcciones del doctor. Pero siempre yo decía: ‘Señor, yo no quiero tomar esta medicina un día más de lo que Tú no quieras’.
Hubo un día de oración, yo pasé al frente, todavía sentía dolor pero son esos momentos que uno dice: ‘Señor yo voy a declarar por fe que después de estas semanas yo no voy a tomar esta medicina’.
Me enviaron a terapia y, mis hermanos, tengo ya dos meses de no tomar ninguna pastilla y tengo toda la fuerza en mi mano. No tengo dolor, ya la mano no se me duerme. Y la Gloria y la Honra es para el Señor. Y uno tiene que estar siempre agarrándose de la mano del Señor. Y aunque uno no lo crea, mire mi hermano, hay que declarar la victoria y la sanidad en el cuerpo porque Dios es fiel. Gracias.
Myriam Díaz: Hermanos, que el Señor les bendiga. Mi nombre es Myriam Díaz. Mi hijo Ricardo Antonio Díaz fue diagnosticado con Hutchinson linfoma que es un tipo de cáncer. Fuimos al tratamiento, nosotros nunca aceptamos el diagnostico, siempre dijimos “Ricardo no tiene. Ricardo fue diagnosticado”. Ricardo dio su testimonio y previamente había que hacerle otro examen y cuando le iban a hacer el PET scan, el Señor me había dicho: “Reúne los elders de la Iglesia -los ancianos- y yo había hablado con el Pastor para que ese domingo reuniera a los ancianos pero el señor que canta, el artista que canta estaba aquí -Ron Cannoly- y se tardó tantísimo que se le fue al Pastor de rabal. Entonces el miércoles -pero nosotros tenemos un Dios bien grande- y cuando tú clamas a Dios por encima del Pastor, el Señor lo va a hacer. Entonces el miércoles llegó y yo quería que mi hijo viniera aquí al servicio del miércoles y yo le dije: ‘Pues, Señor, la honra y la gloria para ti. En un servicio pequeño da igual’. Pero el martes le habían dado tratamiento a mi niño y no pudo venir. Y yo estaba un poquito desesperada y la cita de él era el viernes y yo le había dicho al Señor: ‘Entonces me voy para otra iglesia porque los ancianos de la iglesia tienen que orar por él’.
Pues no se pudo, el nene siguió enfermo. Entonces cuando fui a la cita el viernes, en el Children’s Hospital la máquina se dañó y no pudieron hacerle el scan. Ya yo se lo había dicho al Señor, yo le dije al Señor: “Yo hice todo lo que yo pude, todo lo que estuvo a mi alcance. Ahora te toca a ti. Si los ancianos no oraron por él no fue por falta de yo no seguir las instrucciones”. Martes la máquina seguía dañada, miércoles seguía dañada y se vino a arreglar el lunes próximo después que los ancianos de la iglesia oraron por mi hijo. Y para la Gloria y la Honra del Señor, Ricardo no tiene nada.
Pastor Miranda: Amén. Bueno. Yo desaté una -no voy a decir un avispero- algo santo aquí. Voy a decir amén. Este es el sermón que Dios quiere, hay que darle Gloria al Señor. Porque hemos pedido tanto porque Dios haga milagros y sanidades. Hay que darle Gloria a Dios y que nuestra Fe se fortalezca al escuchar estas experiencias de nuestros hermanos.
Mujer: ¡Aleluya! Cuando hay en nosotros un espíritu en nuestro corazón, hermanos, ¿verdad que no podemos callarlo? Yo doy gracias al Señor porque yo he tenido cuatro sanidades. Aquí he tenido dos sanidades. Hermanos, cuando el Señor sana a uno, sana de un todo. No tenemos porque estar sintiendo el dolor o la cosa ¡no!
Yo me vine de Honduras hace dos meses. Yo venía con mi vista roja, roja. Los doctores de allá uno de ellos me dijo: “Su vista va a ser perdida. Su vista va a ser chupadita y ya no” -me dice. Yo fui operada hace tres años y la circulación de mi cuerpo tanto me ha molestado como no hay verdad. Pero yo le dije: “Doctor, yo tengo un amigo. Yo tengo un sanador de arriba que es Cristo”. Me dice: “Mire, aquí tiene una medicina que usted estarla tomando. No le voy a garantizar que usted va a mirar, que usted va a recobrar su vista”. Le dije: “Si, doctor, pero yo es lo que le digo que yo tengo quien va a volver mi vista”. “¡Ah, bueno!” me dice. Yo le avisé a mi familia acá e inmediatamente me mandaron a traer.
Yo doy Gloria al Señor porque yo me sentaba, hermanos, yo no podía mirar mi Biblia. Yo no podía mirar las letras, solo miraba en negrita mi Biblia. Me daba un dolor en mi corazón. No podía dejarla en la casa sino que tenía que traerla. Yo miraba al hermano predicar, yo solo miraba el bulto, no le miraba nada. Y doy Gloria al Señor porque el día de hoy yo miro su rostro. Mi nieta me pidió una Biblia con letra grande. Estuvo como cuatro o cinco días para llegar. Yo estoy leyendo lindamente porque mi… este ojo tengo la córnea de abajo del ojo inflamada y el doctor, pues él me dijo ‘lo tiene inflamado. Le voy a dar unas gotitas’. Pero yo he estado con la fe completamente y estoy mirando completamente, no bien, bien pero ya puedo leer la Biblia. Ya puedo mirar la claridad. Que el Señor sea Glorificado...
Pastor Miranda: Amén, hermana. Gloria a Dios. Amén.
Isabel: Hermano, que el Señor continúe bendiciendo. Voy a ser bien al punto. Tengo tres problemas en la columna: tengo una desviación, tengo artritis degenerativa por los médicos y tengo dos espolones en el medio de la columna en la parte de adentro pero no se puede operar y me ha pillado un nervio. Los dolores son increíbles. Estoy en medicamentos bien delicados. Aparte de eso, últimamente, aparte de que tengo artritis en otras partes de mi cuerpo, son unos dolores que me cogen toda la coyuntura que cuando me levanto se me hacen difícil los dolores en las plantas de los pies.
El Señor siempre -que es lo que yo quiero dejar en los corazones de ustedes porque yo estoy tratando de bregar con esa situación- una de las cosas que el Señor me ha declarado, la palabra de Dios dice: “Por las llagas de Jesucristo hemos sido curados”. Entonces ¿por qué eso no pasa? Entonces es porque nosotros declaramos lo que sentimos, lo que vemos y lo que creemos nosotros, menos la palabra de Dios. Y ahí es que está el key del asunto: declarar lo que dice la palabra de Dios. Y en eso estoy. Porque no es difícil, uno con un dolor fuerte, declarar que yo estoy bien.
Y le doy gracias al Señor porque me da la oportunidad de que nadie cree lo que yo tengo porque Dios me permite arreglarme en medio de toda la situación de dolor y depresión. Porque el dolor me ha dado una depresión fuerte. Así es que lo que tenemos que hacer es un ejercicio que es lo que yo estoy haciendo de que aunque yo esté con todo mi dolor, yo digo: ‘Estoy bien’ por fe y ya los hermanos saben que la situación está pero yo declaro que estoy bien. Y Dios nos da la fortaleza todos los días, para hacer -aún a veces con limitaciones- las cosas más importantes y darle prioridad.
Pero que no olvidemos que si Dios está con nosotros y además de eso el Señor -en medio de eso- algo muy importante me ha bendecido porque cuando yo comencé los problemas el Señor me dijo a mí, me mostró la cruz y me mostró todo lo que pasaba porque yo me ponía más impía que cualquier impío, mis hermanos. Soltaba por la boca veneno. Le pedí al Señor que me preparara y me llevara. Y me ponía con los muchachos bien agresiva y entonces los médicos decían que era por causa del dolor. Y el Señor me mostró todo lo que Él pasó y ¿qué hizo? Y ya yo cuando estoy en medio de esa situación, me meto en mi cama, me tomo mi pastilla y me pongo en comunión con el Señor. Y he sellado mi boca porque Dios me dijo ante el dolor grave, el Señor me dijo: “O te sometes o la prueba será mayor” y a los tres meses la prueba fue heavy. Así que el Señor les bendiga.
Pastor Miranda: Amén. Vamos a orar por ti. Ven hermana. Y vamos a dejarlo ahí, ya. Para el próximo domingo -porque siento ya, este es el tiempo- hemos dado gloria al Señor y sí vamos a tener otros momentos en que vamos a poder darle gloria. Así que resérvese testimonio y vamos a tener otros momentos. Pero siento que ya es el tiempo de terminar con esta parte.
Padre, presentamos a Isabel delante de ti y pedimos Señor que Tú hagas una obra en su espíritu, sus emociones, su mente, así como su cuerpo también que necesita urgentemente un toque tuyo, Padre. La bendecimos. Bendecimos su familia, Padre y pedimos que hagas una obra, Señor en esas áreas que ella señaló delante de tu pueblo, haz una obra de Sanidad, Padre. Lo declaramos así en el nombre de Jesús.
Y te damos gracias por estos testimonios recibidos, Señor. Y creemos que Tú vas a estar haciendo cosas mayores.
Declaramos que estos son simplemente principios de milagro, Señor, que Tú haces en medio de tu pueblo. Declaramos tu poder Sanador, Padre. Pedimos que Tu Gloria se desate, Señor, en medio de tu pueblo. Necesitamos poder dar grandes testimonios, Señor, en este tiempo en que los hombres niegan tu presencia y tu poder.
Declaramos que Tú eres más que poderoso, más que suficiente, Señor y que veremos cosas mayores. Declaramos así: milagros grandes, milagros poderosos, Señor. Milagros que dejen a la gente boquiabierta. Milagros que no puedan ser controvertidos, ni negados, ni contradichos por la persona más escéptica, Señor incluyendo cualquier médico, Padre de esta ciudad.
En esta ciudad hay tanta medicina, Señor, los mejores médicos, mejores hospitales, mejores lugares de investigación médica, mejores maquinarias, Señor en que muchos de esos médicos no te glorifican ni creen en tu poder.
Pedimos que en esta ciudad, Señor, donde la medicina ha llegado a un nivel bien alto, y te damos Gracias por esos médicos, Padre. Te damos gracias por los avances de la ciencia porque son un paliativo pero declaramos, Señor, que en esta ciudad donde hay tanta medicina humana, la medicina de tu Espíritu Santo y el poder de tu palabra y los dones sanadores de tu espíritu, Padre y la palabra profética, la palabra apostólica, la palabra ungida, señor, harán milagros que pondrán en vergüenza todo avance, todo invento, toda técnica, toda tecnología de los médicos y será evidente que Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
Así lo declaramos y abrimos este lugar, Señor, para la manifestación de tu Gloria. En el nombre de Jesús. Nosotros decimos amén, amén. Gloria al Señor, amén, amén.