Transcripción
Por favor, acompáñenme en esta mañana a Primera de Reyes 18. En esta historia Elías retó a los profetas de Baal. Seguramente se acuerdan de la historia. Israel andaba, el pueblo de Dios andaba muy lejos de los caminos del Señor, se habían ido tras los baales, estaban siguiendo los dioses del Rey Acab y de Jesabel. Y él entonces hace una competencia, él lanza un reto a los profetas de Baal y él dice ahora vamos a ver quién es el verdadero Dios. Él dice, ustedes hacer un altar para Baal y clamar a Baal y pedirle mandar fuego sobre su altar, y yo haré un altar para Jehová y clamaré a Jehová y le pediré mandar fuego. Y entonces así se hace y los profetas de Baal hacen su altar y pasan, dice la palabra, toda la mañana y hasta la tarde clamando a Baal para que mande fuego. Y Elías empieza como a fregarlos, como a decirles, “Griten más duro, tal vez está dormido.”
Entonces él dice, “Ya es mi turno.” Y entonces él manda a construir el altar, construye el altar de Jehová y entonces él clama al Señor. Y vamos a leer ahora de Primera Reyes 18, del 36 al 40.
“…Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo, “Jehová, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tu eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme para que conozca este pueblo que tu, oh Jehová, eres el Dios y que tu vuelves a ti el corazón de ellos.” Entonces, cayó fuego de Jehová y consumió el holocausto, la leña, las piedra y el polvo y aún lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo se postraron y dijeron, “Jehová es el Dios, Jehová es el Dios.” Entonces, Elías les dijo, “Prended a los profetas de Baal para que no escape ninguno,” y ellos los prendieron y los llevó Elías al arroyo de Cisón y allí los degolló.”
En este pasaje vemos el anhelo de Elías y el propósito con el cual el había hecho esto. Él está clamando por un avivamiento nacional. ¿Cuántos aquí quieren ver un avivamiento nacional? Como el pastor Roberto estaba diciendo en esta mañana. Queremos ver un avivamiento nacional.
Entonces él dice esto, “que sea hoy manifiesto que tu eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas para que conozca este pueblo que tu, oh Jehová, eres el Dios y que tu vuelves a ti el corazón de ellos.” Para que la nación sepa quién es Dios, para que la nación vea quién es Dios.
Y el Señor respondió y no de cualquier manera. Él mandó un fuego tan fuerte que consumió el buey, la leña, hasta el agua en la zanja estaba ardiendo con el fuego que él mandó. Él hizo exactamente lo que Elías le había pedido. Y ahora la escena está puesta para un avivamiento nacional. Y ahora Dios hace otro milagro:
“…Entonces Elías dijo a Acab; sube, come y bebe, porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber y Elías subió a la cumbre del Carmelo y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas y dijo a su criado, “Sube ahora y mira hacia el mar.” Y él subió y miró y dijo: “No hay nada.” Y él le volvió a decir, “Vuelve 7 veces.” A la séptima vez dijo, “Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre que sube del mar.” Y él dijo, “Ve, y di a Acab, “Unce tu carro y desciende para que la lluvia no te ataje.” Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.”
Aquí vemos el gran hombre de Dios, un hombre de fe, un hombre que no se movía sin consultarle al Señor, un hombre íntegro, un hombre que amaba al Señor con todo el corazón. Y él allí ora dos veces y el Señor hace dos milagros grandes. Primero el fuego y después ya la lluvia, después de 3 años y medio que no había llovido.
Pero ahora vamos a ver su lado humano. Ahora en el versículo 46, si podemos leer esto en voz alta, al mismo en español e inglés.
“…Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel.”
¿Qué hacía un profeta santo corriendo con un rey pagano y perverso? ¿Por qué se unió con Acab? Cuando nosotros miramos las vidas de los profetas yo no sé por qué en este tiempo todo el mundo quiere ser o Apóstol o profeta. Porque cuando miramos a las vidas de los verdaderos Apóstoles y verdaderos profetas, les costó, no les fue muy fácil. Elías vivía largos tiempos totalmente aislado. Vemos a Elías vez tras vez en el desierto, allí totalmente solo, alimentado por los cuervos. Y él tenía una relación preciosa con Dios pero yo creo que le hacía falta la relación humana también. Y tal vez le hacía falta también la aprobación de seres humanos.
Y aquí él no consultó con el Señor antes de correr. Cuando tu miras la vida de Elías él siempre preguntaba, él siempre esperaba dirección de parte del cielo, y cuando el Señor le hablaba entonces él actuaba. Pero aquí no. y yo pienso conociendo la naturaleza humana que tal vez él pensaba que ahora sí lo iban a aprobar. Había caído fuego impresionante. Había caído agua después de 3 años y medio. Impresionante. Y tal vez él pensaba, ahora sí van a tener que aceptarme. Entonces, él va corriendo con Acab hasta llegar a la ciudad, pero la recepción no es nada buena allí.
Vamos a leer el 19, versículos 1 y 2.
“Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces, envió Jezabel a Elías un mensajero diciendo, “Así me hagan los dioses, y aún me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.”
Ahora él está en una posición difícil pero no imposible. Acaba de ver caer fuego del cielo, acaba de ver caer lluvia del cielo, Jezabel lo amenaza, ¿cómo reaccionará nuestro héroe de la fe? Versículo 3 todos juntos en español y en inglés también.
“…Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.”
¿Y el avivamiento? ¿Y qué del sitio que Dios había hecho para él? ¿El puesto que Dios le había asignado? Si nos podemos poner en los zapatos del pueblo de Israel en ese momento, mirando la escena y este héroe de la fe clama y cae fuego y después clama y cae lluvia, y el pueblo está gritando, “Es el verdadero Dios.” Dice allí que es el verdadero Dios.
Y de repente el gran héroe de la fe se levanta y sale corriendo. El Señor nos ha asignado entornos en esta vida, él nos ha dado posiciones, nos ha puesto en ciertos lugares. Y el propósito de tu presencia en ese lugar es dar luz, pero no siempre son fáciles esos lugares y muchas veces quisiéramos ser como Elías y salir corriendo.
¿Cuántos están en un trabajo difícil? ¿Cuántos están trabajando en el mundo secular, rodeados de oscuridad? ¿Cuántos están estudiando en lugares donde hay mucha oscuridad espiritual? ¿Cuántos están en familias donde honestamente de vez en cuando tu quisieras salir corriendo? Nos puede pasar. ¿Cómo vamos a reaccionar? ¿Para cuántos el Señor ha hecho grandes milagros? Para él también, pero él se olvidó del fuego y del agua. Con las palabras de Jezabel se le fue toda la victoria. Frente al reto grande él no tenía temor pero frente al reto pequeño se derrumba.
¿Cuántos aquí dirían honestamente, fuera todo espíritu de religiosidad, cuántos dirían, eso me pasa a mí también? Y él sale corriendo. Entonces versículo 4.
“…Y él se fue por el desierto un día de camino y vino y se sentó debajo de un enebro, y deseando morirse dijo, “Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.”
Él realmente no quería morir porque de haber querido morir se queda allí y Jezabel le hace el favor con mucho gusto. Él estaba descontrolado emocionalmente. Pero yo creo que aquí él ya había caído en cuenta de la gravedad de su error, porque él había abandonado una posición que Dios quería usar para traer avivamiento nacional. Y por eso él dice, “Basta, Señor, yo no soy mejor que mis padres. Quiero morir, Señor.”
Estaba quebrantado. Estar quebrantado es una buena posición porque cuando estamos quebrantados el Señor viene y nos levanta y nos ministra. Entonces él allí está y él dice esto al Señor, entonces versículos 5 al 7.
“…Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó y le dijo, “Levántate, come.” Entonces él miro y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas y una vasija de agua, y comió y bebió y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó diciéndole: “Levántate y come, porque largo camino te resta.”
Ahora aquí está Elías, le ha fallado en grande al Señor. Y el Señor viene y no lo regaña, el trato de Dios con Elías en este pasaje a mí me quebranta el corazón, viendo su ternura. Una falla grande de abandonar su puesto y ahora el Señor lo pone por versículos a dormir y a comer y manda un ángel para alimentarlo. Y él allí cuida de él físicamente, él estaba agotado. Había corrido a través del desierto en su propia fuerza, estaba agotado emocionalmente y físicamente.
A veces cuando nosotros estamos agotados empezamos a reprender demonios de cansancio. O yo soy la única aquí, alguien más ha cometido ese error? Que no les vaya a pasar lo que me pasó a mí. En mi apartamento hace unos años teníamos un piano muy antiguo y yo estaba sentada en la mesa del comedor, más o menos a 2 metros del piano y yo estaba sola en casa, y el piano empezó a sonar y yo mirando el piano y el piano sonando. Entonces yo pensé, ese es un demonio que me quiere asustar pero yo no me voy a dejar asustar, lo voy a ignorar. Seguí estudiando, seguí preparando y entonces el piano siguió sonando y me cansé y me paré ya para reprender ese demonio toca piano, pero antes de reprenderlo se me ocurrió abrir la tapa del piano, había un ratoncito de este tamaño. Estaba comiendo la felpa y jalaba y sonaba la tecla. Yo estaba por reprender un demonio y era un ratón en avivamiento alabando a Dios con el piano. Dile a alguien a tu lado, Ojo, hay demonios pero no todo es demonio.
Entonces, el Señor aquí de manera muy linda le ministra físicamente. Dile a alguien a tu lado, tenemos que cuidar de este templo. Ahora versículo 8:
“…Se levantó pues y comió y bebió, y fortalecido con aquella comida caminó 40 días y 40 noches hasta Horeb, el monte de Dios.”
Esa sí era una comida que nutría. 40 días y 40 noches y allí dice el versículo 9:
“…Y allí se metió en una cueva donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo, “¿Qué haces aquí, Elías?”
Y cuando él responde, pareciera que hubiera pasado los 40 días y 40 noches caminando, memorizando una respuesta religiosa. Debajo del enebro él estaba quebrantado, reconocía su error, pero ahora ha preparado una defensa ante Dios. El versículo 10 demuestra esto.
“…Él respondió, “He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas y solo yo he quedado y me buscan para quitarme la vida.”
El Señor le dice, ¿qué haces aquí, Elías? Y él dice, “Es culpa de ellos, Señor. Yo no he fallado, todos los demás han fallado.” ¿Cuántos aquí tienen un tendencia y pueden reconocer lo de echar la culpa a otras personas? Estoy con mi mano levantada, ¿hay alguien más aquí? honestidad en esta mañana.
Entonces, él le echa la culpa a los demás, está metido en la cueva con una mentalidad de víctima. Yo soy la víctima de los demás. Si nosotros seguimos con mentalidad de víctima nunca nos vamos a levantar a salir adelante. El Señor le pregunta ¿qué haces aquí, Elías? Y él dice, “No es mi culpa, es culpa de los demás.” Si él tan solo hubiera dicho, “Señor, he fallado. Señor, soy culpable. Señor, corrí por miedo, me asusté aún después de verte mandar fuego y lluvia, me asusté y abandoné el puesto que me había asignado.” Y yo creo que el Señor hubiera movido el cielo y la tierra para volver a ponerlo en este puesto y la historia de Israel hubiera sido diferente. Pero él no hizo eso, él dijo, culpa de ellos y yo soy inocente.
Cuidado. Hay una tendencia en nosotros de meternos en la cueva, de meternos en el desánimo, de meternos en la depresión pensando que somos víctimas de los demás. Pero la palabra dice que somos más que vencedores en Cristo Jesús. Necesitamos romper esa mentalidad de la cueva. Necesitamos ser honestos delante de Dios y delante de los demás, poder bajar la máscara, poder quitar la máscara de religiosidad, de que soy perfecto y tengo todas las respuestas. Dile a alguien a tu lado, yo a veces fallo. Dice, yo a veces cometo errores. Dile a alguien a tu lado, yo no soy perfecto. Y si estás con algún familiar aún mejor. Es más, dile a veces yo no soy fácil. Y ahora dile, es más, a veces yo soy difícil. ¿Para cuántos eso es verdad? Bienvenidos a mi club. El Señor nos está cambiando.
El Señor le pregunta ¿qué haces aquí? y él responde con esta, que pareciera una respuesta memorizada, porque de hecho, la repite otra vez más adelante. Y entonces el versículo 11.
“…Él le dijo, “Sal fuera y ponto en el monte delante de Jehová.” Y he aquí Jehová que pasaba y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová, pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento, un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego, pero Jehová no estaba en el fuego.”
Tres manifestaciones muy fuertes: un poderoso viento, un terremoto y un fuego., pero Jehová no estaba en ninguna de esas manifestaciones. En otras partes de la palabra el sí se manifiesta con exactamente esas 3 manifestaciones. Poderoso viento, Hechos 2. Terremoto, Ezequiel 37 y Hechos 4. Y un fuego en el capítulo anterior. Pero en esta ocasión cuando Elías estaba tan mal emocionalmente, el Señor no le habló en voz fuerte. Dice la palabra:
“… Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.”
Elías fue llamado por Dios de esa manera. Él no habló en voz fuerte, él hizo lo siguiente: Elías! (silbando) él lo llamó con ternura. Lo llamó con voz suave porque él amaba Elías, porque él quería restaurar a Elías. Era una situación para que él pudiera estar muy bravo con Elías pero no.
Y si tu le has fallado al Señor y has tenido temor de acercarte a él, él te llama en esta mañana. Sal de la cueva. Te llama con ternura. Te llama con ternura. Y puede que le hallas fallado bastante pero él quiere restaurarte, quiere levantarte.
“…Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz diciendo, “¿Qué haces aquí, Elías?” Él respondió, “He sentido un vivo celo…” – la misma respuesta religiosa.
Él no se quebrantó con la ternura del Señor. ¿Cómo respondemos tu y yo a la ternura de nuestro Dios? ¿Cómo es tu relación con el Señor? La relación con el Señor debería ser algo maravilloso en la vida de cada quien, que nos despertamos cada mañana anhelando ese día con él, que nos quedemos dormidos sintiendo la presencia de su amor sobre nosotros.
Él quiere una relación tan estrecha, tan cercana contigo. Eso es el anhelo de Dios para ti. Y tantas veces nosotros colocamos allí barreras religiosas, en lugar de bajar las barreras que hemos puesto en el corazón para decirle, “Sí, Señor, así soy yo. He fallado. Ten misericordia. Perdóname.”
Dios tiene propósitos grandes para cada quien en este lugar. Él anhela tenerte en ese lugar que él te puede ministrar directamente sin ninguna barrera, porque su amor por ti no se puede expresar en palabras ni con español e inglés combinado. No se puede. Es demasiado grande su amor.
Y en esta mañana quiero orar por varias cosas. Primero, si tu le has fallado al Señor, te metiste en la cueva y has estado echando culpa sobre otros, y tal vez lo que pasó, pasó hace tiempo, pero tu recuerdas lo que pasó y otra vez das la vuelta de quién tenía la culpa. Te has hecho la víctima, te sientes víctima. Y si hoy tu quieres salir de ese lugar, por favor ponte de pie allí donde estás porque Dios quiere hacer algo en tu vida.
Y si tiendes a echar la culpa a los demás y quieres decirle, “Señor, yo quiero reconocer mis errores delante de ti y delante de los demás. Quiero ser valiente para enfrentar mis errores. Ponte de pie, por favor, y levante sus manos. Esta es una decisión tuya, solo tu puedes hacer esto. Este cambio no puede venir por la oración de alguien más, es una decisión tuya. No voy a seguir así.
Levanta tus manos y reconoce delante de Dios en tus propias palabras, hable con él suavemente, cuéntale, mira honestamente tu culpa y pídele perdón. Y pídele perdón por haber echado la culpa a otras personas. Y ahora dile, Señor, quiero cambiar hoy. dilo en voz alta, por favor. Dile, yo renuncio a la tendencia de echar la culpa a los demás. Ayúdame a ser transparente, a ser honesto, a tomar responsabilidad de mis propias decisiones y mis propias acciones. Perdóname, Dios. Cámbiame, Dios. Yo soy más que vencedora en Cristo Jesús y todo lo puedo en Cristo Jesús quien me fortalece. Yo no soy víctima de nadie. Yo soy miembro del Reino de Dios, yo soy hijo o hija de Dios. Oh, gracias Señor. Gracias Señor.
Gente Dios. Y quiero orar por una cosa más. El llamado de Dios no se cumple automáticamente, requiere de nuestra participación, requiere de nuestro sí rotundo. Elías dejó el llamado de Dios para ese avivamiento y salió corriendo. Y si tu estás en una posición difícil, sea un matrimonio, sea un trabajo, sea estudio, y Dios no te ha dicho salir de allí pero vez tras vez hay un deseo en tu corazón de dejar todo tirado, y en esta mañana tu quieres decirle, Señor, yo quiero ser valiente, quiero permanecer hasta que tu me digas que salga.
Quiero que puedas cumplir tus propósitos en ese lugar a través de mi vida, y si en esta mañana tu quieres decirle, sí Señor, úsame allí hasta cuando tu sepas. Levanta tus manos, por favor, y dile al Señor, Señor, yo tomo la decisión en esta mañana de ser valiente, de permanecer en un lugar difícil. No quiero salir corriendo, ayúdame, Dios. Fortaléceme, Dios. Señor, dame de tu espíritu, dame de tu palabra, Señor, por favor minístrame en ese lugar. Prepárame para conquistar ese terreno en tu nombre, en el nombre de Jesús. Amén.