TRANSCRIPT
Vamos a ir del versículo 1 hasta el 14 más o menos, si ustedes me siguen por favor.
Dice la palabra del Señor: “.... aconteció después de estas cosas que probó Dios a Abraham y le dijo: Abraham, y él respondió “heme aquí”, y dijo: “toma ahora tu hijo, tu único, Isaac a quien amas, y vete a tierra de Moría y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.” Y Abraham se levantó muy de mañana y enalbardó su asno y tomó consigo dos siervos suyos y a Isaac, su hijo, y cortó leña para el holocausto y se levantó y fue al lugar que Dios le dijo. Al tercer día alzó Abraham sus ojos y vio el lugar de lejos, entonces dijo Abraham a sus siervos: “esperad aquí con el asno y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos y volveremos a vosotros”. Y tomó Abraham la leña del holocausto y la puso sobre Isaac, su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham, su padre, y dijo: “Padre mío”, y él respondió: “Heme aquí mi hijo”, y él dijo: “he aquí el fuego y la leña, ¿más dónde está el cordero para el holocausto?” y respondió Abraham: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío”, e iban juntos. Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar y compuso la leña, y ató a Isaac, su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo y dijo: “Abraham, Abraham”, y él respondió: “heme aquí”, y dijo “no extiendas tu mano sobre el muchacho ni le hagas nada porque ya conozco que temes a Dios por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único”, entonces alzó Abraham sus ojos y miró y aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos, y fue Abraham y tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo, y llamó Abraham el nombre de aquél lugar Jehová proveerá. Por tanto se dice hoy en el monte de Jehová será provisto.”
Gracias Señor por tu bendita palabra. La encomendamos a ti ahora para nuestro alimento, Padre, nuestra instrucción. Usa todos los recursos que tu quieras usar Señor para llevar este mensaje a nuestros corazones. En el nombre de Jesús. Amen.
Decíamos que el domingo pasado se nos quedaron una serie de pensamientos bien importantes y no quiero dejar este hermoso y rico texto a medio trabajar así que vamos a continuar con nuestro estudio en esta mañana.
Hemos dicho, hermanos, en el contexto de nuestra campaña financiera acerca de la importancia de vivir una vida de dar, una vida de generosidad, una vida de entrega al Señor. Decíamos que el cristiano tiene que dar en la zona de la incomodidad. Cuando nosotros damos solamente lo que nos es cómodo, lo que no nos fuerza, lo que no nos pone incómodos, en realidad no honra al Señor como Dios se merece. Lo que honra al Señor es el holocausto, el sacrificio, es la vida que se quema, la vida que arde, esa es la idea del sacrificio y del holocausto. Es el sacrificio de algo precioso, valioso, que se libera y que asciende hasta la presencia de Dios como una ofrenda y Dios entonces la recibe. Pero esa idea de muerte y de crucifixión que hay en todo acto de dar que vemos desde Génesis hasta el mismo Apocalipsis, que es un libro de gran adoración y holocausto ofrecido al Señor.
Hablamos acerca de las ilustraciones que hay en la Escritura, la más elocuente y más breve es la de la viuda que dio todo lo que tenía. Cuando esta mujer dio todo lo que tenía estaba sacrificando sus esperanzas, poniendo toda su esperanza en el Señor, en otras palabras. Así es que nosotros tenemos que dar muchas veces tenemos que dar poniendo nuestra esperanza en que el Señor nos suplirá, el Señor nos dará más. Y es interesante algo que después vamos a ver; cuando Abraham da él dice en todo momento: “El Señor proveerá”. Isaac no entiende: “de donde va a venir el sacrificio.”Abraham le dice: “no te preocupes, hijo, Dios proveerá”. ¿Recuerdan lo que decíamos también que cuando damos al Señor, otro principio bien importante en cualquier zona de la vida, de hecho, tenemos que confiar en la provisión del Señor. Tu esposa o tu esposo te va a decir: bueno, pero vamos a dar este dinero para este proyecto, pero de dónde va a venir esto, de dónde va a venir lo otro? Y la respuesta es: Dios proveerá. Esa es la postura básica del creyente, siempre: Dios proveerá. Y vamos a ver de que Abraham estaba pensando en esos términos en una forma muy, muy profunda.
Así que, hermanos, darle al Señor en la zona de la incomodidad implica crucifixión y muerte al yo. Había mucha muerte que estaba sucediendo en la vida de Abraham. Abraham estaba muriendo, es decir, hermanos, hubo mucha muerte allí en ese drama: murió Isaac, figurativamente, como dice el escritor de Hebreos 11. Isaac murió espiritualmente murió, no murió físicamente pero, en ese momento en que Abraham iba a meter el puñal hubo muerte, una muerte espiritual, figurativa. Pero también murió Abraham a su sueños, a su imagen de un Dios coherente, amoroso, porque le estaba pidiendo que matara a su hijo como cualquier otro Dios pagano, a sus sueños de preservación espiritual que Dios le había dicho: tu descendencia bendecirá las naciones. Y ahora en este momento Dios le estaba cortando cruelmente esa esperanza y Abraham murió muchas muertes mientras ascendía al monte de Moría, que he dicho que es un juego de palabra en español muy interesante.
Ahora bien, nosotros tenemos que morir también, hermanos. Darle al Señor es morir. Tenemos que morir continuamente. Hemos dicho que hay otros principios adicionales aquí. Dice en el Capítulo 22, versículo 1 que “Dios probó a Abraham”, y hemos dicho que Dios nos prueba. ¿Cuántos saben que Dios nos prueba? Dios nos prueba. Hemos dicho que Dios prueba los corazones y yo esta mañana hice rápidamente, no toqué eso el domingo pasado. ¿Por qué Dios nos prueba? Miren, hay varias razones: nos prueba para su gloria, simplemente para glorificarse El. En el caso de Job versus Satanás, Dios quería su gloria sea manifestada, estaba siendo puesta en duda por el diablo. Dios dijo: está bien, vamos a ver qué pasa. Dios fue glorificado.
Dios nos prueba para sacar a la luz lo que hay en nosotros. Dios nos prueba también para mostrar lo que hay escondido en nosotros como en el caso de Israel que dijo: “te probé para saber lo que había escondido dentro de ti”.
En tercer lugar Dios nos prueba para fortalecer nuestra fe. Nos prueba para fortalecer nuestra fe como en el caso de Abraham. Al final de esa amarga prueba, la vida de Abraham estaba mucho más fuerte.
Dios nos prueba también para establecer principios espirituales que han de ser de edificación para futuras generaciones. También Dios nos prueba para establecer principios espirituales como en el caso, digamos de Pedro, fue probado en esa amarga prueba de negar al Señor. Pedro fue edificado pero también nosotros también hemos sido edificados a través de los siglos leyendo de la prueba que Pedro experimentó.
Finalmente Dios nos prueba para promover nuestro crecimiento. Volvamos al caso de Pedro, la prueba, el negar el Señor engendró en él un sentido de quebrantamiento, de humildad y de dependencia de Dios y de conocerse mejor a si mismo. Virtudes cada una de ellas que son esenciales para alguien que va a servir al Señor. Fue amargo, el precio fue grande, pero Dios tenía un propósito, entonces lo probó para edificarlo y fortalecerlo. El diablo te tienta, Dios te prueba. El diablo te tienta para que falles el examen. Dios te prueba para que seas fortalecido y bendecido y seas más fuerte para su gloria. Amen.
Hay tienen algunas ideas. Dios probó a Abraham. No lo probó porque Dios es un Dios cruel, sino porque Dios es un Dios tierno pero también un padre severo y fuerte que quiere crear guerreros, no gente débil y dependiente, solamente en una manera negativa.
Pero ahora, Dios nos prueba muchas veces, hermanos, en la Biblia, yo veo algo, que Dios nos prueba nuestro corazón por medio de nuestra actitud hacia las posesiones y los tesoros. Dios nos prueba muchas veces en afectos para ver donde está nuestro corazón y Dios dice: bueno, ¿estás tu dispuesto a sacrificarme esa lavadora nueva?, que nunca en Guatemala tenías una pero aquí está y la quieres tener, ok. Y Dios dice_ ¿bueno, estas dispuesto a seguir lavando tu ropa allá en el laundry por un tiempo? Y si usted mira las manos y dice: guau, no se Señor. Pero si tu estás dispuesto a hacerlo, ahí viene la bendición. Porque a veces nuestro afecto está ahí en esas cosas materiales y es importante que Dios nos prueba muchas veces como probó a Abraham. El tesoro de Abraham era su hijo. Hermanos a los 130 años si usted le importa su descendencia, un hijo va a importarle mucho, y Dios le dijo: ok, lo que más tu aprecias, esa posesión que tu más amas, estás dispuesto a dármela? ¿Me amas tu a mi más que esa posesión, Isaac, esa que yo te he dado?
Hay algo que Dios tiene un deseo de que sus hijos lo honren. Y Dios es como un padre que ha sufrido tantas violaciones de parte de hijos ingratos que cuando un hijo le resulta bueno y noble, su corazón es agradado. Hay un poquito de sanidad en su corazón, por así decirlo, aunque Dios no necesita sanidad. Dios es perfecto y autosuficiente totalmente, pero hay algo allí, hay un drama que es importante no olvidarlo.
Yo voy a saltar ahora rápidamente y vamos a enfocar ahora bien específicamente la actitud de Abraham cuando Dios le pide el sacrificio final. Vamos a ver a Abraham ahora como un ejemplar y vamos al verlo a él reaccionar y aislar los aspectos de su reacción, nosotros vamos a aprender cómo nosotros cuando se nos pide algo grande debemos también actuar.
Lo primero que yo veo es que Abraham obedece inmediatamente. Vemos que Abraham obedece inmediatamente. El no negocia con Dios. El no le dice, por ejemplo: bueno, Señor que te parece si en vez de darte a Isaac te doy a Ismael que no es el legítimo? El no va donde Sara y le dice: bueno, Sara yo se que tu tienes algo que decir en este asunto, porque después de todo tuviste algo que ver con el nacimiento de Isaac, así que te parece, le damos a Isaac? No, él simplemente dice: sí, Señor. Quizás en su corazón había duda, había lucha, había un hervidor de emociones pero él obedece inmediatamente. Está dispuesto. Esa es la postura básica, hermanos del creyente. Nosotros debemos estar disponibles todo lo que tenemos. Si el Señor te lo pide entrégaselo. No lo cuestiones. Es una de las cosas más bellas que yo veo en la Escritura una y otra vez. Los grandes hombres y mujeres de Dios siempre estuvieron dispuestos a darle al Señor cualquier cosa en el momento en que Dios se lo pidió.
Así que es importante que cuando Dios nos pide algo..... Corrie Ten Boom, una gran escritora cristiana decía, “Yo he aprendido a aguantar todas las posesiones livianamente en mis manos para que si Dios me las arranca, no me duela”.
Así que Abraham obedece inmediatamente. Lo segundo que yo veo aquí es que Abraham tiene buena disposición. ¿Dónde vemos esto que Abraham tiene esa buena disposición? Mire, dice en el versículo 3: “y Abraham se levantó ...” a las 12 del día pensando que quizás Dios se iba a arrepentir y entonces ya se le iba a olvidar lo que le había pedido, a regañadientes. ¿Cómo se levantó Abraham? Dice que “...se levantó muy de mañana”. Aquí yo veo un principio y es que la Biblia dice que Dios ama al dador alegre. Muchos de nosotros damos como rezongando: bueno, si me lo está pidiendo lo voy a hacer porque qué más me queda. Para que no digan. Pero Dios ama a la persona que dice: amen, hay una necesidad en el pueblo de Dios, aquí estoy yo Dios primero. Eso es de gran bendición.
Esta semana alguien nos bendijo en una conversación diciendo: pastor, hemos estado pensando mi esposo y yo y hemos decidido que Dios nos está llamando y vamos a hacer una promesa de 20.000 dólares y estas personas, de la jubilación, no quieren que se sepa su nombre, han decidido hacer un donativo de 20.000 dólares como parte de esta campaña. Y eso yo llamo, dar alegremente. Esta personas decían: pastor, el Señor nos ha bendecido en tantas maneras y hemos visto la bendición de Dios y han sido prosperados que queremos darle al Señor más allá de lo que nosotros nos sentimos cómodos haciendo.
Hermanos eso es un dador alegre. Esa es una persona que está dando más allá de la línea de la comodidad. Una de mis imágenes favoritas en la Escritura es la imagen de Jesús, cuando iba hacia Jerusalén camino a ser crucificado. Y si fuera yo que fuera a ir sacrificado, yo iría al final de la línea, para que quizás no me vieran, ¿verdad? Pero ¿qué dice la Biblia?, que el Señor iba delante de sus discípulos. Búsquelo. Dice que iba delante de sus discípulos hacia Jerusalén sabiendo que iba a ser sacrificado, porque ahí es donde está la persona..... el Señor no iba tratando de escabullirse. El dijo; no, bueno, mi padre pide este sacrificio de mi, yo lo voy a dar y voy a ir delante, encabezando la línea. Eso es darle al Señor alegremente.
Lo tercero que yo veo aquí; entonces hemos visto que obedece inmediatamente, muestra buena disposición. Lo tercero aquí es que fue al lugar que Dios le dijo que viera. Aquí en el versículo 2, Dios le dice: “ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. En el versículo 3, en el final del versículo 3 dice: “y se levantó y fue al lugar que Dios le dijo”. Aquí hay algo importante y es la obediencia específica. Nosotros tenemos que darle a Dios donde Dios dice que le demos y en la manera en que Dios dice que le demos, no en la manera que nosotros creemos más conveniente, o que queremos ajustar.
Hermanos la Biblia habla, dice la Biblia que llevemos los diezmos al Alfolí. ¿Sabe dónde usted ofrenda, donde usted diezma? En el lugar donde usted adora, en la iglesia donde usted se alimenta. Y la Biblia dice que allí es donde nosotros traemos nuestro diezmo, nuestras ofrendas. No es necesariamente enviándoselo a un evangelista por televisión o lo que sea, eso es en adición a nuestro diezmo y nuestras ofrendas aquí en nuestra iglesia. Ahora si usted quiere darle y debe ser así para otras obras y adoptar un niñito en Honduras, Gloria a Dios, ¡hágalo! O en República Dominicana. Amen. Pero su diezmo, su ofrenda debe ser en el lugar donde Dios le bendice a usted. El diezmo, la ofrenda se trae a la casa del Señor.
Nosotros tenemos que darle al Señor allí en el monte Moría, donde Dios dijo que se le diera, nosotros no hacemos ajustes. Allí es donde tenemos que llevar. Dios le pidió a Abraham que hiciera algo en ese lugar y Abraham lo hizo.
Otro principio bien importante, ejerció fe. Ejerció fe y la declaró verbalmente. Miren lo que dice en el versículo 5, Abraham le dice a sus siervos “esperad aquí con el asno y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos y volveremos a vosotros”. ¡Guau! ¿Qué está Abraham implicando aquí? Que él va a volver con su hijo, que él no sabe por qué Dios le está pidiendo este gran sacrificio, él no sabe todas las minucias y los detalles del proceso, pero él sabe que al final Dios es fiel y Dios es coherente y que él podrá regresar con su hijo. ¡Aleluya! Eso es fe, hermanos. Eso es fe.
Y hermanos, por eso es que el diezmo y el darle al Señor financieramente es tan importante porque es una forma de uno declarar y evidenciar fe aún cuando muchas veces dentro de uno, uno tiene dudas. Esa cosa de que cuando usted le da al Señor así, en fe, contrario a lo que usted está sintiendo en su carne y en su mente, porque usted dice: no, pero mi Dios es fiel, mi Dios es bueno, mi Dios es coherente, El ha prometido, El ha de cumplir, y eso es algo que fortalece nuestra vida, hermanos, y eso se convierte entonces en un sentimiento consumidor dentro de nosotros. El ejerció fe y la declaró.
El último principio, el confió en la provisión divina, confió en la provisión divina, en una forma muy específica. ¿Dónde veo yo esto? Cuando Isaac le pregunta: ¿Quién proveerá el sacrificio?, Abraham responde: Dios se proveerá de cordero, hijo mío. Hermanos, lo bueno es que la Biblia misma nos ha provisto un entendimiento aún mucho más profundo de lo que había en la mente de Abraham cuando el decía: Dios proveerá, en Hebreos Capítulo 11.
Vamos a Hebreos 11:17. Dice aquí: “... por la fe Abraham cuando fue probado ofreció a Isaac y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho “en Isaac te será llamada descendencia.” Miren el versículo 19, dice: “pensando él que Dios es poderoso para levantar aún de entre los muertos”. ¡Aleluya! Eso es lo que había en la mente de Abraham. Abraham estaba pensando, lo que nos sugiere el escritor de Hebreos que es el espíritu santo y que conoce todos los pensamientos que había en la mente de Abraham tres mil años atrás, Abraham estaba diciendo: aunque Dios me pida que mate a mi hijo, yo se que El es poderoso para resucitármelo. El estaba dispuesto a matar a su hijo, él no sabía que Dios tenía otro plan más benévolo y era que no tenía que sacrificarlo. Pero él dijo, aunque Dios me está pidiendo que lo mate, yo se que El es poderoso para levantármelo, para que yo pueda regresar con él y que la promesa de Dios pueda cumplirse. Hermanos, eso es fe en la provisión divina. Gloria a Dios. Eso quiere decir, mis hermanos, que habrá momentos en que Dios te va a pedir algo y tu no vas a ver la salida, y van a pasar días y tu no vas a poder entender de dónde va a venir la solución, pero tu tienes que creer que Dios de alguna manera que tu no ni siquiera te imaginas, El va a sacar el conejo del sombrero y El sabe cómo lo hace. Dios tiene métodos que tu jamás podrás entender. La creatividad de Dios no tiene límites. La manera de El bendecir a sus hijos son ilimitadas. Las maneras de El mostrarse fiel, coherente, justo son incontables. Nuestra parte es creer que El puede hacerlo, y déjale los detalles al Señor. Esa postura de fe es difícil para todos incluyendo el que les predica pero yo se que ahí es donde Dios me quiere. Y aunque yo no sepa todos los detalles yo se que mi Dios es poderoso y que lo que El quiere es simplemente que yo pase por ese proceso y aprenda ciertas cosas.
Hermanos las respuesta de Dios, la bendición no se dejó esperar. El ángel de Dios le dijo: detente por cuanto me has mostrado tu fidelidad yo te voy a bendecir, te voy a dar no solamente a Isaac, te voy a dar otros hijos, te voy a dar descendientes que si tu pudieras contar las arenas del mar, podrás contar tu descendencia. Dios le dijo: Abraham tu descendencia será tan grande que no la vas a poder contar. Mire, tres mil y pico de años después aquí hay doscientos y pico de esos descendientes de Abraham, aquí en Boston, en Roxbury. Imagínense. ¿Qué era Roxbury cuando Dios le dio esa promesa a Abraham? Yo creo que era un pedazo de piedra solamente. Mire hoy hay una ciudad aquí y los descendientes de Abraham están exponiendo esa historia. Se cumplió la bendición porque Abraham estuvo dispuesto a abrir esa zona de déficit, entrar en esa zona de incomodidad, sacrificarse a sí mismo, morir en el holocausto y Dios le dijo: ahora, de ese holocausto yo voy a sacar bendición para ti y para muchos también que serán parte de tu drama.
Que esta sea nuestra herencia, hermanos y que podamos honrar la vida de este hombre al nosotros darle al Señor en todos los aspectos de nuestra vida. Amen. Gloria al Señor.
Vamos a ponernos de pie. Vamos a tomar un momentito solamente para ofrecer nuestras vidas, consagrar eso allí en nuestros corazones, esa actitud de Abraham. Vamos a absorberlo en nuestros corazones. Vamos a decirle: Padre, yo quiero ser como Abraham. Que si tu me pides lo que yo más amo, lo que más me da comodidad, lo que más me gusta, lo que más placer me trae, eso Señor yo estoy dispuesto a dártelo si tu me lo pides, y al yo honrarte de esa manera, yo se que tu me vas a bendecir. Gracias Señor. Te adoramos, Padre. Nos entregamos a ti. Señor, ayúdame a mi primero a poder absorber esa postura de Abraham en mi vida. Ayúdanos a cada uno de nosotros. Espíritu santo sabemos que solo tu puedes darnos ese nivel de nobleza. Sabemos Señor, allí hay vida, hay riqueza, hay bendición. El que muere, vive. El que se entrega, recibe. El que se entierra, asciende. El que se niega, es afirmado. El que se empobrece, es enriquecido. El que se abre es llenado. Queremos así, Señor, tener ese espíritu. Gracias Señor. Gracias en tu nombre Jesús. Gracias Señor. Amen. Amen.