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La Palabra se encuentra en el Libro de los Hechos, Acts, chapter 2, Hechos, Capítulo 2, versículo 22 en adelante. Escuche conmigo o léalo, creo que está ahí, perfecto en la pantalla o sino, si tiene su Biblia, esa es la mejor manera. ¿Cuántos creen en eso de leer la Escritura directamente? Pero también no hay problema puede hacerlo a través de la pantalla. Hechos 2:22 El Apóstol Pedro está dando un discurso, una conferencia, está predicando, está dando un sermón, su primer sermón en realidad registrado en la Biblia a una multitud y son hebreos, y él les dice:

“... Varones israelitas, oíd estas palabras, Jesús Nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos cruciándole, al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Porque David, dice de él, yo veía al Señor siempre delante de mi –esto es una cita de un salmo que David está escribiendo, dice- veía al Señor siempre delante de mi porque él está a mi diestra, no seré conmovido, por lo cual mi corazón se alegró y se gozó mi lengua y aún mi carne descansará en esperanza, porque no dejarás mi alma en el hades, no permitirás que tu santo vea corrupción. Me hiciste conocer los caminos de la vida, me llenarás de gozo con tu presencia....”

Y el Apóstol Pedro, entonces vuelve otra vez a su sermón y dice: “..... Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy, pero siendo profeta y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono, viéndolo antes en profecía habló de la resurrección de Cristo que su alma no fue dejada en el hades, ni su carne vio corrupción. A éste Jesús resucitó Dios de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado sobre vosotros esto que veis y oís, porque David no subió a los cielos, pero él mismo dice, ‘dijo el Señor a mi Señor, siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa pues, ciertísimamente toda la casa de Israel que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo....”

Bendiga el Señor su santa palabra. Denle un gran aplauso al Señor. Eso merece. Gloria a Dios. Este día, hermanos, que nosotros celebramos es un día como ningún otro en la historia, en el calendario de la cristiandad en toda la tierra.

La iglesia de Jesucristo se da cita en todos los países del mundo, ahora mismo quizás en Roma, allá en el Vaticano están sonando las campanas y en la India hay lugares también donde la gente está adorando al Señor, en Latinoamérica, en las plazas de nuestras grandes ciudades y de los pueblos pequeños también, la gente está recordando la resurrección de Jesucristo; en el África, en Australia, en diferentes países de Asia, aquí en Norteamérica, en Canadá, en Alaska, en Rusia, todas las naciones hoy se han dado cita según su zona de tiempo donde se encuentran, y todo el día, 24 horas se ha estado celebrando y se continuará celebrando al Cristo resucitado.

Porque para el cristianismo la resurrección de Jesús es un evento absolutamente importante, significativo. A través de la resurrección de Cristo nosotros recibimos esperanza, liberación, bendición. A través de Cristo y su resurrección la muerte, el mayor enemigo de la raza humana fue derrotado. Y Cristo abrió una zona de gran, gran gozo para todos nosotros.

Ciertamente los otros eventos de la vida de Cristo son importantes, su encarnación, muy importante, nacimiento, su crucifixión, nos compró redención y perdón de nuestros pecados, pero la resurrección de Jesús tiene un significado especial. Hay gozo asociado con la resurrección de Cristo. No hay allí nada que matice, ni que le ponga sombras a ese momento cúspide del ministerio y la vida de nuestro Señor Jesucristo.

Y por eso nosotros estamos aquí en esta tarde, y el cristianismo siempre ha reconocido esto: la importancia de la resurrección. Si usted mira en Primera de Corintios, Capítulo 15, el Apóstol Pablo allí señala que como cristianos no podemos jugarnos con el asunto de la resurrección, no podemos tolerar a nadie que cuestione ese aspecto, ninguna persona se puede llamar cristiano, verdaderamente, bíblicamente y negar la resurrección de Jesús.

De paso, el mismo Apóstol Pablo dice que si nosotros confesamos a Cristo con nuestra boca y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos, somos salvos. Guau, eso es una gran declaración. Dos cosas allí: confesarlo con la boca, que él es el Señor y también creer en el corazón de que Dios lo levantó de los muertos. Es como diciendo estas dos cosas están extremadamente unidas y por eso es tan importante que nosotros los creyentes no dudemos acerca de la resurrección de Jesús.

El Apóstol Pablo le pregunta a los Corintios, en Primera de Corintios 15:12, dice:

“.... Si se predica de Cristo que resucitó de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros.... –ve, había cristianos que estaban dudando y estaban negando que Cristo hubiera verdaderamente resucitado-..... ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó, y si Cristo no resucitó vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe....”

Sin un Cristo resucitado el armazón, toda la estructura del cristianismo se viene abajo porque eso es lo que legitima a Jesús, eso es lo que valida a Jesús como el hijo de Dios. Si Cristo no resucitó de los muertos entonces nosotros somos simplemente una religión más entre muchas otras religiones. El cristianismo siempre se ha distinguido por esta insistencia atrevida, osada de que nuestro fundador resucitó de entre los muertos.

No hay ninguna otra religión que yo conozca que plantee tal cosa de un fundador que haya resucitado de entre los muertos. Y eso es algo tremendamente distintivo de nosotros. el budismo no pretende que su fundador, el Buda, fuera resucitado. Los budistas datan específicamente cuando murió inclusive el Buda en su manifestación carnal, según ellos dicen, pero no se habla de que hubiera resucitado.

Confucio, el fundador de una gran religión asiática, por igual también se sabe que murió y no resucitó. Mahoma, el fundador de la religión musulmana, también los musulmanes peregrinan y van al lugar donde está su tumba. Solamente el cristianismo declara que su fundador, Jesús, resucitó de entre los muertos. Y eso es algo atrevido, porque fíjese, los primeros cristianos comenzaron a proclamar la resurrección de Jesucristo, inmediatamente que Jesús murió, o inmediatamente que él resucitó, a los pocos días. Aquí Pedro le está predicando a una multitud que apenas hace unos días sabe..... la muerte de Jesús conmovió a todo Israel, todo Jerusalén, una conmoción tremenda. Las multitudes fueron estremecidas por la crucifixión de este hombre, todo el pueblo judío fue polarizado. Y esto es histórico, se sabe que Jesucristo fue un ser histórico y que fue crucificado. Eso es uno de los eventos de la antigüedad más documentados en la historia humana. Ni la existencia del César, ni de Nerón, ni de muchos otros, Platón o Sócrates o muchos de los grandes filósofos de la historia tiene tanta documentación histórica que respalde su existencia como la de Jesús.

Y esos primeros cristianos se atrevieron a decir que Jesús había resucitado mientras todavía vivía una cantidad de gente que hubiera podido desmentir su mensaje. Y estos cristianos estuvieron dispuestos a ir a la muerte.... si hubieran estado mintiendo, gente mentirosa, gente que se inventara las cosas, a menos que no fueran colectivamente delusionales y locos, iban a ir a la muerte. El Apóstol Pedro fue crucificado, el Apóstol Pablo también fue martirizado. Muchos de los demás discípulos y Apóstoles fueron martirizados y todos murieron confesando que Jesucristo había resucitado.

Y si hubiera habido alguna manera de probar y de señalar que Cristo no había resucitado, esos judíos que odiaban a Jesús como el Mesías, hubieran podido producir evidencia de alguna manera. Dice la Escritura que Jesús fue custodiado, su cuerpo, por soldados romanos que fueron luego puestos a muerte porque no pudieron dar cuentas de por qué se había escapado ese cuerpo de su custodia.

Y el cristianismo ha existido siempre. Jesucristo resucitó de entre los muertos. Y todavía nadie ha podido en realidad darle el mentís a esa aseveración del pueblo de Dios, e incontables multitudes a través de la historia pueden decir, ‘yo conozco al Cristo resucitado’. Quizás no lo hemos visto cara a cara, pero hemos sentido el impacto de su vida en nuestra vida, ¿si o no?

Cuando invocamos el nombre de Jesús, eso desata poder en nuestras vidas. ¿Cuántos de nosotros hemos estado a veces llenos de temor y de angustia y hemos hecho una oración al Padre en el nombre de Jesús y ha venido la paz de Dios sobre nuestros corazones? Amen.

¿Cuántos aquí no pueden testificar de que han recibido sanidad orando a Dios en el nombre de Jesucristo? Amen. Y ¿cuántos más en este lugar pueden decir ‘mi vida cambió cuando yo la entregué a Cristo Jesús? ¿Cuántas familias han sido sanadas y transformadas, hermanos?

Yo, en el poco tiempo en que he tenido de ser pastor, relativamente hablando, he podido ver vidas transformadas cuando han tomado en serio la persona de Jesucristo y las enseñanzas de Jesús. Hemos vistos jóvenes sus vidas cambiar. Samuel hablaba de 16 jóvenes que a través del ministerio de esta iglesia, así como también en Lawrence, el ministerio de HERC allá, de otra iglesia, la iglesia Evangélica Hispana de Lawrence, han sido cambiados y han sido bendecidos por cosas que Cristo inició a través de su palabra y que nosotros hemos tomado en serio y hemos hecho correr la bondad de Cristo a través de los ministerios de esta congregación.

La humanidad ha sido transformada, hermanos, por la vida de Jesucristo. Ningún otro personaje en toda la historia de la humanidad ha tenido tanto impacto como Jesús, ese ser solitario, nacido en una aldea oscurísima de un país pequeñísimo en la geografía del mundo, hace 2000 años, todavía sus reverberaciones y su impacto se dejan sentir en todas las naciones del mundo, todavía el nombre de Jesús provoca intriga en la gente, y todavía divide y causa estremecimiento en la sociedad. Todavía usted menciona el nombre de Jesús en algunos ambientes aquí en la ciudad de Boston y hay como un remecimiento de la gente, o se alinean o lo rechazan o se ponen tensos, pero el nombre de Jesús causa algo en el corazón de la gente, porque no es un hombre neutral.

No se puede ser neutral ante el nombre de Jesús. Usted tiene que, o decirle sí o decirle no, pero no se puede ser neutral ante Jesucristo. Hay poder en la persona de Jesús. Hay fuerza en el nombre de Jesucristo. Y ese Cristo resucitado quiere revelarse a nuestras vidas y nosotros tenemos que proclamarlo.

Los primeros discípulos, lo que vemos aquí en este pasaje es que la predicación de los primeros discípulos fue centrada en la resurrección de Jesús. El Apóstol Pedro en su primer sermón, lo primero que hizo fue decirle, ‘miren señores, a ese Cristo, ese Jesús humilde que ustedes crucificaron y que ustedes mataron, ese Jesús, Dios lo ha constituido en su representante aquí en la tierra, lo ha constituido en Señor de todo lo que existe, y ustedes miren qué van a hacer con él, lo rechazan o lo aceptan, pero algo tienen que hacer con Jesucristo.’

La iglesia tiene que ser agresiva, hermanos, en la predicación de Jesús. Nosotros tenemos algo que eso es atómico, hermanos, eso es transformador, eso cambia los corazones, cambia las vidas. Yo sirvo a Jesús porque yo se que no hay ninguna otra profesión como la predicar la palabra y facilitar el encuentro de la gente con Cristo, que pueda hacer los cambios tan rápidos en la gente y tan totales como cuando la gente entrega su vida a Jesús.

Los psiquiatras, Dios los bendiga, qué necesarios son, los trabajadores sociales, los maestros, los médicos, gloria a Dios por gente entregada que sana cuerpos y que bendice la gente, pero óigame, hermanos, no hay nada como uno bendecir a alguien diciéndole ‘mira, Cristo te ama y puede transformar tu vida. Recíbelo y acéptalo’. No hay nada como el ministerio de la iglesia que pone la mano de la gente en la mano de Jesús y le dice, ‘camina con él porque él nunca te va a fallar, nunca te va a traicionar, lo único que te va a hacer es bien. Te va a bendecir, va a cambiar tu vida, va a traer transformación a tu vida, te va a unir al Padre, te va a dar acceso directo al trono de Dios.’

Nosotros tenemos a ese Cristo resucitado y tenemos que ser militantes y celebrar lo que él ha hecho en nuestras vidas. Pedro no tuvo temor de anunciar a Jesús ante una multitud escéptica, una multitud que hace unos días había gritado, ‘Crucifícale, crucifícale’, cuando le dieron la oportunidad de soltar a Jesús. Y nosotros como cristianos tenemos que ser seguros de nuestra fe.

No hay cristianos encubiertos, hermanos. Yo siempre lo he dicho, no hay cristianos que anden por allí escondiendo a Jesús y hacen así, y vuelven y lo cierran otra vez y como que se escabullen entre la gente, no están seguros de si son, si no son. Hermanos, cuando uno recibe a Cristo, uno tiene que ser militante en su fe, uno tiene que anunciar a Jesús dondequiera que uno vaya. Lo que nosotros tenemos es algo excepcional. Nosotros tenemos el poder de abrir y cerrar las bendiciones del cielo.

El Señor nos dijo que el nombre de Jesús lo que nosotros atemos en la tierra, será atado en el cielo, lo que desatemos en la tierra, será desatado en el cielo. En el nombre del Cristo resucitado nosotros podemos bendecir vidas, transformar naciones. Yo creo que si la iglesia de Jesucristo fuera más segura de lo que tenemos y más generosa en compartir el mensaje del Evangelio, tendríamos mucha más gente que hubiera entrado ya a una vida transformada, una vida cambiada.

Necesitamos anunciar el Evangelio en todas las formas posibles. Necesitamos anunciar al Cristo resucitado en cualquier manera. Hay formas bien creativas de hacerlo. No es solamente viniendo aquí a la iglesia y escuchando a un predicador. Yo les decía a los hermanos esta mañana, Meche y yo fuimos a comer a un restaurante brasileño, muy buena comida. Si hay algún brasileño aquí, de paso, muy buena comida, la comida brasileña.

Fuimos a comer a un restaurante brasileño y había un señor que después pensamos que era coreano, porque los coreanos son gente muy fogosa en el Señor y Dios ha hecho grandes cosas en Corea del Sur. Y este señor estaba sentado muy cerca de nosotros, es un restaurante pequeño, en una mesa al lado, estaba solo y cuando llegó la comida él bajó la cabeza y se puso a orar y yo notaba la gente alrededor mirando de vez en cuando hacia su mesa. Y sin exagerarles, él estuvo allí orando unos 4 minutos, quizás hasta 5 minutos en reverencia al Señor. Y yo no creo que fuera porque fuera tanta comida y que tuviera que orar mucho para bendecirla toda, yo creo que este hombre estaba orando porque para él era como una forma de hacer evangelismo, y de declarar su fe ante los que estaban allí, y de intrigar a la gente y que la gente se cuestionara ¿por qué estará este hombre haciendo eso?

Y ¿saben qué? Yo he notado que cuando uno ora en los restaurantes, por ejemplo, la gente respetuosamente observa y los corazones son tocados. Hace un tiempo estábamos en ese mismo restaurante de hecho y nosotros oramos antes de comer, y una pareja afro americana que estaba al frente de nosotros, nos dijo ‘nos ha bendecido verles orar’.

Son formas de proclamar el Evangelio. ¿Por qué tenemos que tener vergüenza, hermanos, de anunciar a un Cristo resucitado? Muchos de nosotros oramos y lo hacemos bien rápido para que nadie se de cuenta. Cumplimos pero salimos del paso y ya seguimos adelante. Hey, tómese su lindo tiempo. Déjele saber a la gente, ‘Yo soy cristiano, ¿y qué? Me va a saber mejor la comida porque le oré y le di gracias al Señor.’

En nuestros trabajos compartamos al Cristo resucitado, compartámoslo generosamente. No tenemos que ser irrespetuosos con las demás religiones pero sí podemos decirles, ‘sabe, yo he creído en Jesús y ese Cristo me acompaña todos los días. Ese Cristo está conmigo cuando me monto al autobús, está conmigo cuando me levanto por la mañana, cuando me voy a acostar, cuando estoy cocinando me inspira y sabe mejor la comida que hago. Ese Cristo me sana, ese Cristo me salva, ese Cristo me va a recibir en la eternidad, y yo quiero que tu lo conozcas también, que no te pierdas esta gran oportunidad.’

Seamos activos. Cargar una Biblia es una forma de anunciar al Cristo resucitado. Yo se que en este ambiente muchas veces nosotros no queremos que la gente sepa nuestras cosas privadas, pero qué lindo es cuando la gente allá en la calle ve a un cristianos con una Biblia, esas pentecostales de 6, 8 libras al lado de su brazo, ¿no?, y como un maletín cargándola ahí con sus asitas, que a veces le hacen los hermanos y su cobertura y todo eso. Eso es lindo. Eso les recuerda a la gente que todavía no nos hemos puesto tan modernos que nos olvidemos del Cristo que nos salvó.

Seamos agresivos, hermanos, en el sentido positivo de la palabra. Celebremos a un Cristo resucitado. El Apóstol Pedro hablaba también de que Cristo había hechos señales y milagros, y prodigios. ¿Por qué él estaba predicando? Porque había caído el Espíritu Santo sobre los discípulos y esos discípulos estaban hablando en diferentes idiomas, diferentes lenguas. Hablaban en todas las lenguas del mundo en ese momento. Ese día de Pentecostés había peregrinos de todas partes de la tierra, judíos que había venido a Jerusalén a adorar al Señor en su templo durante esa época sagrada del calendario hebreo.

Y el Señor escogió ese día en particular, había gente de todas las naciones allí, y el Señor derramó de su espíritu y al hablar esos cristianos en diferentes lenguas estaba diciendo algo, y es que Cristo es para todas las naciones. Cristo es universal. Cristo es para el pobre. Cristo es para el rico. Cristo es para el europeo y para el caribeño. Cristo es para el afro antillano y es para el blanco. Cristo es para el rico y para el pobre, para el de ojos azules y el de ojos negros o marrones. Cristo es para todos, todo el que quiera, los que están lejos, los que están cerca. El Señor es para toda nación, toda lengua, toda cultura. El Señor es universal, él es el Señor de toda la tierra.

Y nosotros tenemos que anunciar el Evangelio. Yo creo que Dios está preparando un gran cosecha en este tiempo de la historia. Y Dios quiere que todos, dice, procedan a salvación, que nadie se pierda. ¿Cómo van a conocer del Evangelio si nosotros no lo anunciamos? ¿Cómo van a conocer del Evangelio si nosotros no proclamamos lo que Cristo ha hecho en nuestras vidas? Y ¿cómo van a creer en Cristo si nosotros no respaldamos nuestra predicación con una vida vivida victoriosamente?

¿Y cómo se vive una vida victoriosa? Bueno, llenándose del poder del Espíritu Santo. Estos discípulos hablaron en lenguas y profetizaron porque el Espíritu Santo cayó sobre ellos y sus lenguas fueron sueltas y milagrosa y sobrenaturalmente hablaron en otros idiomas. Y eso intrigó a la gente, y ellos se preguntaron ¿cómo es posible que esta gente ignorante pueda de momento hablar en otros idiomas? Y eso fue la entrada que Dios hizo para que el Apóstol Pedro entonces pudiera proclamar el mensaje y traer tres mil almas al conocimiento de Jesús.

Hermanos, la resurrección de Cristo abrió una zona de poder para todo cristiano. Cuando Cristo resucitó, él le dio un golpe mortal a la muerte. Él mató a la muerte en un sentido y la muerte es símbolo de todo lo terrible en la humanidad, de todo lo que es negativo, todo lo que afea, todo lo que empobrece, todo lo que debilita al hombre, fue como consecuencia de la muerte que entró a la creación humana. Y cuando Cristo murió en la cruz y fue levantado por el Padre de entre los muertos, él canceló esa ponzoña de la muerte.

Por eso Pablo dice en otro pasaje, “...¿dónde está, oh muerte, tu aguijón, dónde, sepulcro, tu victoria? Sorbida es la muerte en victoria.....”

La muerte fue derrotada, hermanos. Y cuando nosotros entramos en la economía de ese Cristo resucitado, ¿sabe qué? Nosotros entramos en una vida de victoria también, una zona de victoria donde Dios nos da poder sobre toda la negatividad del mundo. Dios nos da poder en potencial para vivir vidas victoriosas.

Si tu estás viviendo una vida de dificultades, de tribulación, de derrota, hermano, yo te quiero decir, hay esperanza para ti, Cristo Jesús tiene la respuesta. Busca, acércate más a él, llénate de él. Ora más, ayuna más, busca la llenura del Espíritu Santo porque el Señor ha prometido darte victoria en toda situación de tu vida. El que resucitó de entre los muertos te dice, ‘Tu también puedes vencer’.

Cristo dijo, “....en el mundo hallaréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo....”

El Cristo que venció la muerte te dice, ‘tu puedes vencer también a través de mi persona’. Tenemos que pedirle al Señor que nos de a vivir vidas victoriosas. A nuestros jóvenes yo les digo, ‘jóvenes, la manera más poderosa que tu vas a hablarle al mundo de un Cristo resucitado es mostrándole al mundo que un joven cristiano tiene recursos que ningún otro joven puede tener, sacando buenas notas, dándole duro a tus estudios, teniendo éxito en tus estudios, respetando a tus maestros, siendo ambicioso en el sentido positivo de la palabra, viviendo una vida de éxito, viviendo una vida de trabajo, de respeto a las autoridades, siendo prosperado. De esa forma tu le vas a decir al mundo, ‘yo tengo algo, un poder que no tiene el resto de la juventud que no conoce a Cristo’.

A los matrimonios, yo les digo, hermanos, no se conformen con andar cojeando, con matrimonios allí más o menos funcionales y apenas sobreviviendo. Si el Señor los ha llamado a tener matrimonios felices, a ser buenos amigos, a no conformarse con simplemente convivir y pagar biles y criar muchachos, y arrepentirse de lo que hicieron hace 10, 15, 5 años, lo que sea. Dios nos llama a tener matrimonios felices.

El Cristo resucitado dice, mira, yo tengo poder para endulzar tu amargo matrimonio, yo tengo poder para transformar tu matrimonio y convertirlo en algo frondoso, en un jardín que la gente lo mire y diga, ‘guau, ¿quién sembró tantas flores en ese jardín? No te conformes con un matrimonio problemático. Si los dos están en los caminos del Señor y están buscando de Dios, no hay razón por la cual ustedes no puedan tener un matrimonio, el mejor de toda la comarca, hermanos, el mejor de toda la cuadra. Trabajen duro para tener un matrimonio feliz. No se conformen con mera convivencia, hermanos.

El Cristo resucitado dice, yo puedo bendecirles, yo quiero que usted tenga un matrimonio ejemplar, que ustedes se amen, que sean amantes, que sean buenos comunicadores, que sean transparentes uno con el otro, que se respalden, que puedan ser modelos para sus hijos, que puedan apoyarse en los tiempos de prueba y de dificultad. Pídale al Cristo resucitado que le de un matrimonio victorioso para que el mundo diga, ‘guau, ¿cómo esta gente se las arregla? En un mundo donde 50% de los matrimonios terminan en desastre, ¿cómo es que esta gente tiene un matrimonio feliz, de bendición? Dios lo puede hacer, trayendo tu matrimonio al Señor, sujetándote a la palabra de Cristo, siendo obediente a los mandamientos del Señor, y si tu cónyuge no es cristiano, mira, tírale a Cristo encima. Ora por él. Échale el Espíritu Santo detrás. Pídele al Cristo resucitado que traiga a tu esposa, a tu esposo al conocimiento de Dios y él lo va a hacer.

¿Cuántos hemos visto que ni siquiera querían saber del pastor Miranda, y uno los ve aquí ya ahora sirviendo al Señor, y siendo gente que sirve al Señor porque se humillaron y buscaron de Dios. Dios los tocó. Hermanas oraron, hermanos oraron, y sus esposas vinieron al conocimiento de Jesús. Dios lo puede hacer.

Padres, sus hijos por igual. El Cristo resucitado quiere reconciliar a los padres con los hijos. Yo no creo que nuestra comunidad latina, la comunidad afro americana aquí en Boston tiene que conformarse con hijos desobedientes, violentos. La violencia está matando a la ciudad de Boston, hermanos, como nunca antes. Hay una crisis en esta ciudad ahora mismo, déjenme decirles. Hay jóvenes matándose a diestra y a siniestra en la ciudad de Boston. El alcalde no sabe qué hacer, la policía no sabe qué hacer, los maestros no saben qué hacer. La gente camina las calles con temor en sus corazones. Yo sostengo que Cristo tiene la respuesta y que si la iglesia de Jesús se sujeta a la palabra de Dios, si vivimos el tipo de vida que Dios pide que vivamos, si somos humildes y si santificamos nuestros hogares, si arreglamos nuestros matrimonios, si somos padres que abrazamos a nuestros hijos y nos sentamos con ellos y le damos la atención necesaria, si encomendamos a nuestros hijos de noche y de mañana, y pedimos la bendición del Cristo resucitado y del Espíritu Santo sobre ellos, hermanos, nuestros hijos van a ser bendecidos, nuestros hijos van a ser protegidos, nuestros hijos, sus caminos van a ser enderezados, sus mentes van a ser iluminados. Nuestros hijos van a tener éxito.

La palabra dice que nuestros hijos heredarán las naciones, nuestros hijos edificarán las ruinas antiguas, nuestros hijos tomarán muros derribados y los pondrán otra vez como tienen que estar. El Cristo resucitado va a hacer la obra en nuestros hijos.

No nos conformemos. No nos conformemos con el estado actual de las cosas. Los hijos de Dios tenemos derecho a aspirar a las cosas más bellas, más hermosas, a una comunidad bendecida. Yo quiero ver la gloria de Dios estallar en esta comunidad latina por lo menos y en las comunidades que están afiliadas a nuestra iglesia, con el paso de los tiempos, queremos ver más y más jóvenes terminando sus estudios, más y más jóvenes comprando sus casas, como muchos ya lo han hecho, más y más jóvenes recibiendo trabajos de liderazgo en sus corporaciones y en las instituciones de salud, en la ciudad educativas, corporativas, legales, por Dios es un Dios poderoso y el Cristo resucitado ha desatado bendición para todos los que se acerquen a él.

Dios quiere bendecir nuestra iglesia, nuestras comunidades. Cada uno de nosotros aquí es un guerrero disfrazado. Cada uno de nosotros es un revolucionario en potencial. Nosotros podemos bendecir nuestros hogares, bendecir nuestros vecindarios, bendecir nuestras escuelas.

Joven, cuando tu vayas a tu escuela entiende que no va solamente un joven neutral. No, va el poder del Espíritu Santo con él, va el Reino de Dios dentro de ti, va el poder que Dios quiere desatar en tu escuela, en las calles, dondequiera que tu vayas, recuerda al Cristo resucitado que vive dentro de ti, el Cristo que desató poder. Ese Cristo que fue levantado entre los muertos hoy habita entre nosotros.

Les dejo con una porción de la Escritura que yo amo mucho y que siempre me es de inspiración a mi cuando me siento que no tengo lo que necesito para bregar con las luchas y las crisis de la vida, y que nos habla precisamente del Cristo resucitado. Se encuentra en Efesios, Capítulo1, el Apóstol Pablo habla, yo creo que ya ustedes conocen bien esta Escritura porque he hecho referencia a ella en otras ocasiones. El Apóstol dice a los efesios:

“.... No ceso de dar gracias, -versículo 16, 1:16 Efesios-, ..... no ceso de dar gracias por vosotros haciendo memoria de vosotros en mis oraciones.... –él ora por los efesios y ora también por nosotros aquí reunidos en esta tarde- .... para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os de espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él alumbrando los ojos de vuestro entendimiento.....”

En otras palabras, Dios quiere que tu recibas sabiduría y entendimiento para una cosa, mira para qué, dice:

“.... para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado...”

¿Sabes tu que cuando Cristo murió en la cruz, cuando resucitó él abrió las puertas de la esperanza? Ya tu no vives una vida aquí monótona y derrotada. Tu tienes que vivir ahora con la esperanza de una patria celestial donde Dios te ha llamado, resurrección, vida eterna. Ya tu vives en la eternidad, ya no hay fronteras para ti. El hijo de Dios es un hijo de esperanza. Nosotros vivimos... siempre mañana será mejor que hoy. Dios ha desatado esperanza sobre tu vida.

Dice: “..... y cuál es la riqueza de la gloria de su herencia en los santos....”

Hermanos, Dios ha dado riquezas sobre sus hijos, nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales. Yo creo que si nosotros supiéramos cuántas cosas bellas Dios ha puesto en nuestras manos, en nuestra vida, cuánto potencial nos ha dado, cuántos recursos tenemos, estaríamos celebrando como si nos hubiéramos pegado la lotería, porque hay tantas cosas buenas. Cuán rica es la bendición que Dios ha dado sobre sus hijos.

Y dice por último: “.... y cuál la súper eminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos según la operación del poder de su fuerza...”

Dios ha desatado poder sobre tu vida, el poder del Cristo resucitado, poder para vencer cualquier crisis. Yo se que muchos de ustedes están pasando por situaciones difíciles, quizás en tu vida hay dificultades financieras ahora mismo, quizás hay dificultades de enfermedad. Yo se que mis hermanos, algunos están enfermos, quizás hay problemas de documentación, y hay incertidumbre en tu vida. Quizás hay incertidumbre con respecto a viviendo o algún aspecto familiar, pero yo te quiero decir, ‘No abandones la batalla, no tires la toalla, no te desesperes. Dios está contigo, Dios ha declarado poder sobre tu vida, poder para vencer.’

El Apóstol Pablo dice antes en todas estas cosas somos más que vencedores. Dios está trabajando en tu proceso. Quizás no es tan rápida la respuesta como tu quisieras, pero el Señor ha declarado poder sobre tu vida y el Cristo resucitado ha tomado noticia de tu necesidad y él no te va a dejar, él va a estar allí contigo. No te bajes del autobús demasiado temprano, ¿sabes? Quédate ahí metido, con tu Cristo hasta que él de la respuesta. En tu lucha tu vas a ser un vencedor.

Entonces, el Apóstol Pablo dice “... el poder para con nosotros los que creemos según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado, autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero....”

Así que, mi hermano, mi hermana, el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos está dentro de ti.

Di conmigo, ‘Yo tengo el poder, el mismo poder que resucitó a Cristo de entre los muertos, habita dentro de mi. Dios me ha hecho rico y Dios ha derramado esperanza sobre mi vida, y yo caminaré en esa esperanza, caminaré en esa riqueza, caminaré en ese poder y viviré en la autoridad y en el poder del Cristo resucitado. Amen y amen.’

Denle un aplauso al Señor. Gloria a Dios.

Los músicos pasen por acá. Amen. Amen. De eso trata, hermanos, la resurrección. Es las implicaciones que tiene la resurrección para nuestra vida, para nuestro diario vivir. La resurrección no es algo meramente histórico, teológico, algo para interés meramente intelectual o académico. No, es algo que tiene implicaciones cada día, cuando salimos de nuestra casa para el trabajo, cuando regresamos en la noche. La resurrección de Jesús nos recuerda, somos gente bendecida, somos la gente más bendecida de toda la tierra.

Hermanos, una última cosa, quiero que bajes tu cabeza un momentito y vamos a tener un momento de meditación en el Señor antes de irnos de aquí. Yo quiero invitar a mis hermanos y hermanas a renovar su compromiso con el Cristo resucitado en esta tarde. Yo quiero que todos nosotros le digamos al Señor ahora mismo, ‘Señor, yo me comprometo contigo de nuevo. Yo te confieso como mi salvador y creo que tu Padre te resucitó de entre los muertos, no te quedaste en la tumba. La tumba está vacía. Tu eres el Cristo vivo al cual yo sirvo y en el cual yo pongo mi esperanza.’

Renueva tu pacto y tu entrega con el Señor Jesús en este momento. El Cristo resucitado ahora mismo está diciéndote, ‘Yo estoy contigo, no te preocupes, yo voy a caminar contigo todos los días de tu vida aunque tengas dificultades, no te preocupes, yo pasé por dificultades, yo se lo que es sufrir. Yo se lo que es estar solo. Yo se lo que es ser rechazado por mi gente, que yo no esperaba. Yo se lo que es ser perseguido. Yo se lo que es tener la ira del diablo contra mi, pero yo vencí en todo y yo te voy a ayudar a ti a vencer también. Yo te voy a acompañar todos los días de tu vida hasta el final de tus días y no te voy a dejar. Todas tus batallas yo las voy a pelear contigo y no voy a permitir que jamás tu seas avergonzada o avergonzado si tu te mantienes cerca de mi. Yo te voy a proteger y voy a pelear a tu favor como un león y nadie te arrebatará de mis manos, nadie te hará daño mientras tu te cobijes bajo mi sombra.’

Y yo quiero invitar a cualquier persona que esta tarde haya recibido un reto en su vida, y que no haya hecho todavía, no haya dado un paso de fe en su caminar con el Señor y si todavía tu no le has dado al Señor tu alma, tu vida, a ese Cristo resucitado, yo quisiera invitarte antes de salir de aquí hoy, a dar un paso de fe y entregar tu vida al Señor Jesús, y poner tu mano en la mano de él y decirle ‘Señor, yo quiero caminar contigo de hoy en adelante y yo voy a vivir una vida de victoria en ti. No lo he hecho antes pero hoy yo me comprometo contigo, hoy yo me entrego a ti y yo quiero ser tu seguidora, tu seguidor.’

No te estoy pidiendo que te comprometas con León de Judá, ni conmigo, ni con esta comunidad. No se trata de eso. Se trata de poner la mano en la mano del Señor Jesús y hacer lo que han hechos billones de seres humanos a través de la historia, dos mil años llevan los cristianos, desde que Cristo resucitó, diciendo yo echo mi suerte con el Cristo resucitado. Yo apuesto a él y arriesgo mi vida a que él es quien él dice que es.

La palabra dice que al nosotros confesarlo públicamente, al recibirlo en nuestro corazón, al creer que él es el Señor, el hijo de Dios, nosotros somos salvos. Al arrepentirnos de nuestros pecados y saber que él es el mediador, eso nos da acceso al Padre y nos entra en esa zona de esperanza, de poder, de riquezas de la cual hablaba el Apóstol Pablo hace un momento en ese texto que leímos.

Si tu quieres recibir a Jesús, eso es entre tu y el Señor. ¿Te gustaría que oráramos por ti? Levanta tu mano dondequiera que tu estés y queremos orar por ti en esta tarde. ¿Habrá alguien que invite a Jesús a entrar a su corazón y que quiera confesarlo como su Señor y salvador? ¿Quizás allá arriba en el balcón o por aquí en algún asiento? Hoy es un día propicio para que nosotros podamos entrar nuestras vidas, entregarlas al Señor.

¿Habrá alguien? Levante su mano y vamos a orar por ti en esta tarde. Dios te bendiga. Esta hermana aquí levanta su mano, este joven. No hay vergüenza en eso, hermano, no se preocupe. Es de bendición. Allí otra mano se levanta, aquí esta joven también. Alguien más por aquí, esta jovencita también, allí detrás, una hermana veo su mano levantada allí. Amen. Amen. ¿alguien más? No tengan temor, esto no es un compromiso humano que usted hace, esto no es con los hombres, esto no es conmigo, es con Dios. Bendigo esas manos que se levantan. Gloria al Señor. Gloria al Señor.

Hombres, entregan sus vidas al Señor, jóvenes entregan sus vidas al Señor, qué bueno. Varones, mujeres entregan sus vidas al Señor. Gloria a Dios por eso. Dios está haciendo una obra en esos corazones. Amen y amen. Gloria al Señor. Amen.

Es un momento precioso. Pedro le predicó a esa multitud y vinieron tres mil personas a ese primer sermón que Pedro predicó, vinieron a los pies del Señor.

¿Si usted quiere pasar aquí al frente un momentito? Yo quiero orar por usted. No tenga vergüenza y pase aquí rápidamente. No se preocupe, sus hermanos aquí le están acompañando y están respaldándole en oración a usted, y están diciendo, estamos contigo.

Esto lo han hecho millares y millares de gente a través de la historia y ha habido gran bendición. Pase por acá un momentito y no tenga temor y Dios va a tocar su vida. Dios va a confirmar lo que él ha hecho en esta tarde en su corazón.

Hoy, día de resurrección, qué lindo invitar a Cristo a venir a nuestros corazones, hoy es un día precioso. Recuerde este día, yo les decía a los hermanos esta mañana, escriba este día en un diario persona, si usted tiene un diario, o en una Biblia que podremos entregarle si usted desea, escríbalo en un documento ahí importante que usted tiene en un lugar seguro y diga, ‘este día, domingo de resurrección 2007, yo entregué mi vida a Jesucristo’. Y yo le prometo que el Señor va a cambiar su vida.

Me dicen que abajo hay personas que están levantando sus manos y qué bueno, yo les bendigo en el nombre de Jesús. Declaro que la gracia del Señor alcanza tu vida allí donde tu estás también. Gloria a Dios y te bendecimos. Yo se que nunca va a ser lo mismo para ti, ¿sabe? Nunca va a volver a ser la misma o el mismo. El Señor va a cambiar tu corazón hoy. Dios va a hacer una obra, Dios va a hacer una obra especial en tu vida.

No tengas miedo de llorar. Esas lágrimas son lágrimas de bendición. Esas lágrimas son lágrimas de liberación, son lágrimas donde se van todas las amarguras y los dolores. Qué bueno es entregar nuestra vida al Señor y descansar en sus brazos. Todo dolor se va en el nombre de Jesús ahora mismo. Toda tensión se disipa en el nombre de Jesús. Toda amargura, toda culpabilidad, toda acusación del diablo, la reprendemos y la atamos en el nombre de Cristo y declaramos la bendición de Dios sobre tu vida ahora. Recíbela en el nombre de Jesús. Recibe en el nombre de Jesús paz, gozo, bendición, libertad, perdón de pecados, reconciliación con Dios en el nombre poderoso de Jesús.

El Cristo resucitado entra a tu vida ahora mismo. El Cristo resucitado está entrando a tu corazón ahora mismo. Di conmigo ahí, calladamente, para ti, para el Señor, ‘Señor Jesús, te recibo en mi corazón y te confieso como mi Señor y mi salvador y me arrepiento de mis pecados y pongo mi mano en tu mano y te hago mi dueño y mi gobernador, mi consejero y mi amigo, mi respaldo y mi protector, y me entrego a ti para siempre, caminaré contigo paso a paso hasta la eternidad. Gracias Señor por recibirme. Tu eres el Señor, tu eres el hijo de Dios, tu resucitaste de los muertos y moriste por mi y yo recibo tu sacrificio en tu nombre de Jesús. Amen. Amen’.

Tu eres ahora mismo una escogida, un escogido de Dios. Ahora misma el Espíritu Santo entra a tu vida y hace una obra transformadora y yo quiero para terminar pedirle a los músicos que pasen por acá, y mientras cantamos un último coro, yo voy a tocar tu frente con aceite, en símbolo de que tu también recibes hoy la unción del Espíritu Santo. Cuando Cristo entra a nuestros corazones, también entra el Espíritu Santo y el Espíritu Santo se hace tu consejero, el Espíritu Santo estará dentro de ti todos los días de tu vida para guiarte y para protegerte y guardarte. Y yo voy a tomar un poquito de aceite simbólicamente ungiéndote y declarando la bendición de Dios y la habitación del Espíritu Santo dentro de ti.

Recuerda que cuando tu caminas, camina el Espíritu Santo contigo, dondequiera que tu vas, va el Espíritu Santo contigo y él va a ser tu ayudador en toda situación de dificultad. El Señor estará contigo.

Así que, hermanos, sigamos ahí en oración o si usted quiere ponerse de pie y cantar con los hermanos, como sea, pero en este momento solemne vamos a recordar lo que Cristo hizo por nosotros también, el precio que él pagó y cómo nos salvó a través de su resurrección.