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El ángel les dijo, ‘No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy en la ciudad de David un salvador, que es Cristo, el Señor. Esto servirá de señal, hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales que alababan a Dios y decían, ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres’.
Vamos luego al relato allí en el versículo 25 de cuando el Señor es presentado en el templo. Han pasado ya unos días, 8 días para ser específico, al octavo día el niño varón se circuncidaba y se llevaba al templo para ser presentado. Y ellos llegan al templo en Jerusalén y allí se da algo muy interesante.
Dice en el versículo 25: “....y he aquí, había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre justo y piadoso esperaba la consolación de Israel. Y el Espíritu Santo estaba sobre él, y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viese al ungido del Señor”.
¿Qué quiere decir eso del ungido del Señor? Por eso es la palabra Mesías, Cristo quiere decir ungido.
“...Y movido por el espíritu vino al templo y cuando los padres del niño Jesús le trajeron al templo para hacer con él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, -y mire cómo él bendice a ese niño y qué dice- ...y bendijo a Dios diciendo, ‘Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos. Luz para revelación a los gentiles y gloria a tu pueblo, Israel.’
En el versículo 36 dice “....que estaba también allí Ana, profetiza, hija de Fanuel de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido 7 años desde su virginidad y era viuda hacía 84 años.”
Es decir que era una mujer ya de 90 y pico, quizás hasta más.
“... y no se apartaba del templo sirviendo de noche y de día, con ayunos y oraciones, y ésta presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.”
Es decir, como ustedes ven, el carácter especial de ese niño, su función extraordinaria, un salvador, iba a traer paz a la humanidad, muchas cosas importantes que se estaban dando y si nosotros solamente tuviéramos los relatos de los Evangelios, los 4 Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Si eso fuera todo lo que tuviéramos, en realidad, imagínese, uno no podría entender en realidad qué querían decir estas gentes, con eso de que era el salvador, que era el Mesías ungido. Los judíos mismos, según sus Escrituras no entendían bien cuál era la función de este ser misterioso que había sido predicho por los profetas siglos antes.
Ellos pensaban que era un rey que iba a venir a salvar a Israel de sus opresores, e iba a volver a darle a Israel el señorío sobre las naciones. Veían al Mesías en términos políticos, en términos puramente militares, gubernamentales. Eso era todo lo que entendían. Ellos no sabían exactamente qué iba a hacer este ser que había sido predicho por los profetas y que Dios desde el inicio mismo allá en la creación, en el huerto del Edén, ya había predicho que vendría un ser que pisaría la cabeza de la serpiente y quitaría la maldición.
Pero en realidad la gente no entendía, cuál era el significado, cuál era la función de este ser, y aún nosotros leyendo esos relatos del Evangelio no podemos entender cabalmente qué era lo que se suponía que ese ser hiciera. Y si leemos los relatos de los Evangelios aún durante la vida de Jesús, usted se da cuenta que hay muchas cosas que quedan no dichas, no explicadas exactamente. Nosotros entendemos los Evangelios porque ya hemos leído los pasajes de las cartas de Pablo y todas estas cosas, pero solamente leyendo los relatos y la narrativa, no podemos entender cómo era que Jesús, cómo era que él salvaba a la humanidad. ¿Qué quería decir eso? ¿Cuál era su función? Etc.
Eso, le toca a esas epístolas, a esa segunda parte del Nuevo Testamento que son las epístolas de Pablo, de Pedro, de Juan, Santiago y todas estas cosas. Eso completa la revelación que leemos en los Evangelios.
Por ejemplo, Romanos es maravilloso en ese sentido, porque Romanos es una explicación de cuál es la verdadera función de ese Mesías que es anunciado a los pastores y por qué los pastores dicen ‘Paz a los hombres de buena voluntad’. Y por qué Ana y Simeón hablan de un salvador que va a traer redención a la humanidad, etc. Eso es lo que Pablo relata en su carta a los Romanos.
Vamos al Capítulo 5 ahora de Romanos para entender un poco más algunas cosas. Recuerden que el domingo pasado discutimos el Capítulo 4 donde Pablo señala finalmente que es por fe que el hombre es salvo, y es por fe que el hombre tiene tratos con Dios. Es por creerle a Dios lo que Dios dice, es por creerle a Dios. Cuando Dios dice, por ejemplo, el día en que Cristo es bautizado dice, ‘Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia, a él oíd...’
En otras palabras, pónganle atención a él. Él es mi Hijo amado, es la persona que yo he escogido para que desarrolle y revele mi voluntad a la humanidad. Si uno le cree a Dios lo que él dice, entonces uno entra en ese mandato de Dios. Entonces oigo lo que dice Jesús, las palabras de Jesús.
El Señor dijo, ‘El que oye mis palabras y las hace, ese será salvo’. Entonces es creyéndole a Dios lo que él dice acerca de su Hijo, que él es el mediador entre él y los hombres que nosotros podemos ser salvo. Esa es la salvación que Pablo desarrolla en el Capítulo 4 cuando dice, por ejemplo, vamos al versículo 24, dice que “... sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones y resucitado para nuestra justificación.”
Eso es lo que nosotros tenemos que creerle a Dios, lo que él dice acerca de su Hijo. Y nosotros tenemos que entrar en esa revelación de Dios por fe. Entonces en el Capítulo 5, Pablo desarrolla esa idea, de que así como Abraham le creyó a Dios y eso le fue contado por justicia, para salvación de Abraham, entonces ahora, nosotros también siguiendo el ejemplo de Abraham, también le tenemos que creer a Dios acerca de Jesucristo.
Entonces, dice el Capítulo 5, “...justificados pues por la fe...” ¿Qué es ser justificados? Justificados quiere decir que nosotros teníamos una deuda muy grande para con Dios, éramos culpables por nuestros pecados. Éramos reos de muerte, estábamos condenados a muerte. Estábamos en la cárcel esperando para ser ejecutados, pero viene Cristo y dice, ‘esa persona no tiene que morir, yo voy a morir en su lugar’. Entonces él paga el precio de mi culpabilidad y entonces yo vengo a ser salvo por el sacrificio de Jesús. Y yo creo eso, y entonces eso se hace una realidad en mi vida y Dios me justifica a mi.
En otras palabras, él anula el pecado que hay en mi y me dice, ‘ahora yo te considero justo a ti’. Por eso dice, “justificados pues, por la fe, fe en ¿quién? En ese niño nacido en Belén, en esa criaturita frágil, totalmente impotente, requería un salto muy grande de la mente para creer que ese niñito, nacido en un pesebre que ni siquiera tenía dinero para un hotel, que esa criatura, ahí está Dios.
Ayer, Stephen Johnson predicaba acerca de lo absurdo de la navidad. Y es cierto porque era imposible pensar que ese niñito nacido de dos personas pobrísimas, en una aldea insignificante.
Hermanos, si usted va a Israel, una de las cosas que uno descubre en Israel cuando uno viaja es que todo es pequeñito. Israel es más pequeño que el estado de Rhode Island, que es el estado más pequeño de Nueva Inglaterra, y allí todo es pequeño. Y a veces uno va a esos lugares como Capernaún, por ejemplo, a veces cuando lee la Biblia uno piensa que Capernaún es una aldea y uno ve mucha gente caminando y uno piensa casi como la Quinta avenida aquí en Nueva York. Mire Capernaún es un hoyito, ahí en medio de un desierto prácticamente y lo que hay es unas ruinas pequeñitas, y uno dice, ¡Guau, eso es todo! Y uno está como que está buscando algo más, más grande, ¿no?
Y Belén era todavía más pequeñito. Belén era una aldea insignificante para el tiempo en que nace Jesús en ella. Y pensar que allí en esa aldea, en un pesebre de vacas y de animales malolientes, un niñito envuelto en telas que ese era el Hijo de Dios, el Salvador de la humanidad, eso requiere un salto de la imaginación muy grande y eso es lo que Dios nos pide.
Él dice, ‘esa criatura, imposible allí de pensar, ése es mi Hijo amado’. Y el que quiera creer eso es salvo por creerle a Dios. ¿Ve? Eso es lo que Pablo está diciendo aquí:
“...justificados pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Usted entiende por qué el ángel le dice a los pastores, ‘No temáis, porque os doy nuevas de gran gozo que será para todo el pueblo, que os ha nacido hoy en la ciudad de David un salvador que es Cristo, el Señor.’
Y dice que ‘cuando las huestes celestiales alaban a Dios dice, ‘Gloria a Dios en las altura y en la tierra, ¿qué? paz, buena voluntad para con los hombres.
Es decir, y Pablo dice, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por eso es que la Biblia llama a Jesús, el Príncipe de paz, porque Cristo vino a traer paz y reconciliación a una creación que estaba dividida y en conflicto. La caída, el pecado cuando entró en la creación rompió la armonía que Dios había establecido cuando creó el mundo perfecto. Todo entró en una relación de conflicto. El hombre con la mujer, el rico con el pobre. La tierra ya no le daba al hombre su fruto a menos que no fuera cavándola e hiriéndola y trabajándola. La mujer antes daba a luz sin dolor y ahora tiene que pasar por todos los trabajos y todo el sufrimiento del parto.
Dice el Apóstol Pablo también más adelante en el Capítulo 8 de Romanos, ó 9, creo que es ‘que la creación misma gime con dolores de parto esperando el día de su liberación.’ Y en esa creación angustiada, en conflicto, en guerra, ahí está Cristo Jesús trayendo paz para con Dios, trayendo paz a nuestro interior, trayendo reconciliación al hombre que está dividido dentro de si mismo, en esas luchas que producen ansiedad, agonía en nosotros. Cristo viene a traer paz a todo eso.
¿Y cómo se halla esa paz? Por medio de Jesús, creyéndole a Jesús. Ese Jesús en quien creyó Carlos, el hermano pintor que estaba aquí con nosotros. El se atrevió a creerle. Carlos estaba, el alcoholismo, las drogas, todas esas cosas son formas, trampas en que caen los hombres porque hay algo en ellos que no tiene paz, y están buscando esa satisfacción. Los hombres buscan la paz en el sexo, en el dinero, en la aprobación de los demás, en la fama, en las drogas, en todas esas cosas están buscando algo que necesitan. Y cuando encuentran a Cristo y lo aceptan y lo reciben en su corazón como Señor y salvador, entonces como que todo se reconcilia. Y entonces ese hombre es liberado para que lo que Dios ha puesto en él o en ella pueda salir, en ese caso, ese bello don de la pintura.
Estaba ahí, pero estaba como una cantidad de escombros caen sobre algo bello, una joya, y está perdida entre los escombros, sucia. Y Cristo viene, y cuando ese hombre permite a Cristo entrar en su casa llena de escombros, el Señor viene y comienza a ordenar todo, comienza a armonizar todas las cosas. Quita las vigas sucias y corroídas y quita el polvo y limpia y echa fuera toda la basura, y de momento esa joya que estaba ahí metida bajo todo ese derrumbe, comienza a brillar.
Paz. Usted ve. Eso es lo que Cristo hace posible. Paz entre Dios y el hombre. Cuando el hombre no tiene paz con Dios va a estar en guerra consigo mismo también. La humanidad que no tiene paz con Dios, por eso está en guerra. Hoy mismo seguramente hay decenas de personas muriendo en Irak y en Afganistán porque no conocen, no le han creído a Dios. Aún en este país muchas de las cosas que pasan, las guerras y las cosas que hay es porque en este país los gobernantes no le han creído a Dios. Ellos dicen que creen y de boca dicen que creen en Jesucristo, pero de corazón no creen. Y no tienen suficiente fe para decir si nosotros obramos conforme a los principios del Evangelio, nosotros vamos a tener paz en este país.
No, lo que gobierna la política de los EEUU es el real politic, como se llama en alemán, quiere decir ‘ser realista’. Es velar por los intereses de esta nación, nada de idealismo, nada de moralidad, sino simplemente lo que es práctico, lo que es pragmático. Eso es lo que está rigiendo hoy en día, y a Bush se le acusa de haber sido demasiado idealista. El problema con Bush es que quiso ser idealista, yo creo, pero no tuvo, no lo fue lo suficiente. Es peligroso uno hacer las cosas a medias, ¿sabe? Usted, o la hace completa, usted si se va a meter en ciertas aguas, métase de lleno, pero no se meta a mitad porque entonces no va a estar ni con Dios ni con el diablo, y los dos le van a caer encima.
Y eso es lo que pasa. Pero hoy en día muchos ya están diciendo, ya Bush fracasó. Esa idea de la política idealista de traer la democracia a las naciones, de tratar de defender a las naciones de sus dictadores, eso no sirve. Volvamos a los intereses de nuestra nación, eso es lo que debe... realismo, realismo.
Y Cristo dice, ‘No, no es realismo, es créanle a Dios’. Créanle a Dios que si ustedes ponen a Cristo en el primer lugar, y sus principios en el primer lugar, aunque parezca contradictorio, Dios va a establecer la paz y la prosperidad. Esa es la diferencia. Y eso es lo que pasa con nosotros también, cuando nosotros escogemos por fe creer que los principios de la Biblia producen prosperidad, bendición, éxito en la vida, reconciliación familiar, liberación de las cosas que nos atormentan y ponemos en práctica esos principios, aunque parezca imposible, Dios trae bendición a nuestra vida. Y lo vemos, hermanos, lo vemos, que funciona porque poco a poco todo se va ordenando y viene la paz que Dios promete. Ah, pero que requiere fe.
Porque cuando alguien te dice, ‘mira, haz este negocio. Miente allí, pon que esa leche es pura ciento por ciento, pero nada es 80%, el 20% es agua. Pero no te preocupes porque así tu vas a ganar más dinero. Tienes más leche para vender, y pon que es ciento por ciento pura. Eso suena bien, al hombre real, al hombre material, pragmático, dice ‘claro que si, 20% más eso es todas las deudas de salario y de renta y de luz. Yo lo puedo pagar allí y ya todo lo demás es ganancia para mi. Esa es la mente, ¿no?
Pero el hombre de fe, la mujer de fe que le cree a Dios dice, ‘No, la mentira nunca lleva a bendición. Digo la verdad y Dios me va a bendecir de alguna manera y no voy a robarle a mi prójimo, no voy a engañar a mi prójimo, voy a hablar la verdad a mi prójimo y el Señor se va a encargar de las cosas’. Y ¿sabe qué? Usted lo hace y la gente se va a reír de usted, los que piensan con la mente humana se van a reír, porque usted dice ‘no, yo le voy a creer al Señor, le voy a creer a los principios, a la palabra de Dios’. Y usted a la larga es bendecido. Y lo que usted tiene no lo hecha en saco roto sino que es medida apretada, dice, que permanece, y usted es bendecido. Y Dios se convierte en el defensor de sus finanzas.
Eso es creerle a Dios, es vivir por los principios de fe. Cuando usted le da al Señor su dinero, su tiempo, su energía, la gente dice, ‘No, tu te estás volviendo fanático, le estás dando todo a la iglesia y que esto y que lo otro.’ ‘Estate tranquilo, yo se en quién he creído.’ Usted vive y Dios bendice, Dios prospera, Dios le da mucho más porque es por fe.
Y asimismo pasa con Jesucristo. La mente le dice, ‘Mira, pero hay tantos otros dioses, tantas otras cosas que tu puedes creer y esto y lo otro y nadie ha probado jamás que él existiera ni siquiera, esto .... Usted dice, ‘No, yo voy a creerle a Dios y yo voy a creer que mi justificación está, no en hacer buenas obras, no en portarme bien, no en darle dinero a los pobres, sino en Cristo Jesús que murió por mi en la cruz y me justificó. Ese bebé nacido en un pesebre en Israel hace dos mil años, yo ni siquiera he visto una foto de él, ni siquiera estoy ciento por ciento seguro de que existió, pero yo creo lo que dice la palabra del Señor y yo se que en él voy a poner toda mi esperanza de vida eterna, de salvación, de todo aunque mi mente me diga, ‘es mentira’, yo voy a creer en eso.
Y ¿sabe qué? Cuando usted le cree a Dios entonces usted es justificado y usted recibe vida eterna y recibe paz en su corazón y reconciliación.
“Justificados pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Ese Jesús que nació en Belén y que fue presentado por sus padres allí humildemente nos da paz a nosotros.
“...por quien también tenemos entrada por la fe, dice el versículo 2, a esta gracia en la cual estamos firmes”.
Hay que estar firme en esa fe, hermanos, porque hay muchas cosas que van a desmentir a Cristo, y van a venir cuestionamientos a su vida, y circunstancias, pero usted se mantiene firme y entonces usted tiene entrada a esa gracia que Dios hace posible por medio de Cristo Jesús.
Más adelante dice en el versículo 8, “...porque Cristo cuando aún éramos débiles a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo con todo pudiera ser que alguno osara morir por el bueno, más Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
¿Qué dice la Biblia? Que cuando estábamos nosotros muertos en pecados, Cristo vino al mundo. Cristo vino al mundo, no cuando la humanidad le pidió que viniera al mundo, no cuando la humanidad estaba preparada para que Cristo viniera. Habían ya reconocido que éramos reos de muerte y entonces la humanidad le suplicó a Dios ‘Señor, envía un salvador para que nos saque de nuestras tinieblas’. No, dice la Biblia que cuando estábamos perdidos en nuestros pecados, cuando más enmarañados estábamos, la humanidad, en el pecado, en ese momento fue cuando Dios envió a Cristo a morir.
Es decir, que Cristo muere, no por gente que está buscándolo, sino por gente que no tiene deseo de conocerlo. Los romanos no lo querían, los judíos ciertamente los rechazaron, los griegos tampoco estaban interesados, estaban muy metidos en su asunto de sabiduría humana y de filosofía. Nadie quería a Jesús. Era el paganismo, la sensualidad del mundo, y no hablemos de los aztecas o los mayas, aquí en América, en ese tiempo; o en África. Nadie estaba buscando a Dios. En ese tiempo el Señor envía a Jesús para que muera por nosotros. En ese tiempo Dios envía a Jesús para que nazca en ese humilde pesebre en Israel.
Y por eso es que nosotros adoramos a Jesús, servimos a Jesús. En el Capítulo 5, versículo 12, el Apóstol Pablo, lo que hace entonces es que continua desarrollando esta imagen del Señor Jesús como.... Aquí hay algo que quiero explicarle a ustedes, esto del primer Adan y el segundo Adán.
Es muy importante este asunto, porque cuando ustedes pasan por estos pasajes, yo quiero que ustedes entiendan de qué se trata y de qué está hablando la Biblia. Si nos ayudan, por favor, estoy tratando de.... la bebita... you could just quiet a little bit. Thank you, I’m so sorry, I am having hard time keeping up. Sorry, thank you.
Hermanos, dice aquí “… por tanto como el pecado entró en el mundo por un hombre, versículo 12, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron, pues antes de la ley había pecado en el mundo pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado, no obstante reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aún en los que no pecaron a la manera de la trasgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir”
¿Qué está diciendo aquí la Biblia? Está diciendo, él está desarrollando el ministerio del Mesías, ese niño que vino a nacer en Belén, vino a neutralizar el daño que hizo el primer Adán. El Adán que pecó en el huerto del Edén trajo maldición a la humanidad. Cuando Adán y Eva pecaron allí en Edén destruyeron la obra perfecta que Dios había hecho, la dañaron. Y dejaron un mundo pervertido y distorsionado.
Entonces cuando ese niño nace es como un nuevo Adán. Es una nueva humanidad. Jesús es el primogénito, él es el que representa un nuevo orden en la humanidad, es un nuevo comienzo para la humanidad. Jesús es el primogénito, es decir, es el primero de una raza nueva, redimida, y él representa entonces el anti Adán. Él viene ahora, cada cosa dañina que hizo Adán, él viene a neutralizarla. Pero no solamente viene a neutralizarla sino que viene a rebasarla y a abrumarla con mucho más bendición que la maldición que Adán causó.
En otras palabras, el Señor no solamente neutralizó cada cosa que hizo Adán en su equivalente, sino que fue mucho más allá. La bendición que Cristo suelta sobra la humanidad es mucho mayor que la maldición que el primer Adán dejó. Entonces, por eso que todo esto que está aquí, dice:
“... Pero el don, es decir, Jesús, el regalo a la humanidad no fue como la trasgresión, es decir, como lo que hizo la desobediencia de Adán. Porque si por la trasgresión de aquél uno, es decir de Adán, murieron los muchos, es decir, toda la humanidad que muere como consecuencia del pecado de Adán, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo.”
Por eso es que el Apóstol Pablo habla de un mejor pacto por medio de Jesús. Y yo quiero que entendamos esto, hermanos, que lo que Cristo ha hecho a través de la navidad es desatar sobre todos aquellos que creemos en él, una posibilidad de bendición mucho más grande que la maldición bajo la cual nosotros existíamos antes.
Si tu estás en Cristo por medio de ese pacto que tu has hecho en él, yo quiero que usted sepa, que tu tienes muchas más bendiciones que las que tenían los judíos bajo el pacto mosaico. Porque el pacto de Cristo es un pacto mucho mejor.
Por eso es que Dios les dijo a los hebreos, ‘Si ustedes me siguen, me obedecen, hacen mi voluntad, ninguna de las enfermedades que yo puse sobre los egipcios, la voy a poner sobre ustedes’.
Eso quiere decir, hermanos, según yo entiendo, que nosotros los cristianos tenemos derecho a una vida mucho más saludable físicamente que la que no conocen a Dios por medio de Cristo Jesús, porque la maldición del pecado suelta todas esas enfermedades en las cuales nosotros vivimos en el mundo moderno. Pero a través de Cristo Jesús nosotros podemos aspirar por fe a una vida saludable, a una vida vigorosa, hermanos, a una vida sana, en el nombre de Jesús.
¿Sabe lo que pasa? Es que nosotros no meditamos los suficiente en eso y no hemos hecho de eso una, algo sobre lo cual vivir, la salud de Dios en nosotros, el vigor de Dios en nosotros, la abundancia de Dios en nosotros. No le hemos creído a Dios lo suficiente. Porque lo que Cristo está diciendo, está diciendo el Espíritu Santo a través de Pablo aquí es eso: mire, cuando Adán pecó desató maldición, desató enfermedad, muerte, carencia, violencia, conflicto, pero ahora en Cristo Jesús todo eso está neutralizado. La maldición está neutralizada y nosotros podemos aspirar a vivir una vida saludable, una vida feliz, una vida próspera, una vida bendecida, una vida de prosperidad y de armonía en nuestros hogares.
Ahora, eso hay que creerlo y hay que vivir por la palabra de Dios. Hay que obedecer al Señor. Yo no estoy diciendo que no van a venir enfermedades y luchas a tu vida, lo que estoy diciendo es que si vienen, tu las puedes vencer en el nombre de Cristo Jesús. Hay una gracia especial, hay abundancia. Yo creo que si nosotros pensáramos más en nuestras vidas en salud, prosperidad, bendición, vigor, armonía, paz, y no pensáramos en miedo, desastre, violencia, conflicto, enfermedad, y si pusiéramos nuestra mente más y más en la bendición que hay a través de Cristo Jesús, ese niño recién nacido en la navidad, nosotros podríamos vivir una vida mucho más bendecida y fructífera y productiva.
Pero lo que pasa es que muchos de nosotros no hemos cambiado la estación de la radio. Y estamos recibiendo señales y mensajes de mal, de temor, de angustia, de enfermedad, de soledad. Muchos de nosotros nos estamos preparando antes de llegar a la vejez, para una vejez solitaria, endeble, enclenque, enfermiza, senil. Y claro, si tu eso es lo que estás esperando, despreocúpate que tu fe te va a llevar allí porque hay fe positiva y hay fe negativa.
Pero si tu dices, ‘No, yo tengo un mejor pacto. Cristo es le mediador de un mejor pacto. Cristo neutralizó la maldición del primer Adán. Yo ahora vivo en la bendición del segundo Adán que él hizo posible a través de su venida al mundo. Y tu meditas en eso, y vives en eso, y lo obedeces y vives por fe y pones en práctica sus principios y sus mandamientos, hermanos, la bendición va a acompañar tu vida.
Como dice el salmista en el salmo 23, ‘ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida’. ¡Aleluya!
Eso fue lo que el segundo Adán hizo posible. Eso es la navidad, hermanos, eso es lo que nosotros celebramos en la navidad. Es el mediador de un mejor pacto, es el nuevo Adán, es la nueva creación. Por eso la palabra dice en Segunda de Corintios, creo que es 5:17 ó algo así, ‘si alguno está en Cristo, nueva criatura es’.
¿Ve? Porque somos una nueva creación. Por medio de un nuevo Adán. Es como si Dios estuviera comenzando desde cero otra vez. Nosotros ahora vivimos en nuestro propio Edén creado por el segundo Adán, que es Cristo Jesús. Aún caminando en este mundo, lleno de problemas y de dificultades, estamos en nuestro propio huerto del Edén, donde yo voy está Edén, eso es lo que hay que decir, hermanos, porque el nuevo Adán lo hizo posible.
Eso es lo que Pablo está estableciendo aquí, dice que “....el don, versículo 15, no fue como la trasgresión, porque si por la trasgresión de aquél uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos, la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo”.
Y mire lo que dice el 16, “... y con el don no sucede como en el caso de aquél uno que pecó, es decir, de Adán, porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado, cuando Adán comió de ese fruto que Dios dijo, ‘no coman de él’; un solo pecado trajo maldición a la humanidad.
¿Entiende usted por qué Pablo dice, ‘nadie puede ser salvo por las obras de la ley’? Nadie puede aspirar a salvarse por portarse bien. ¿Por qué? Porque un solo pecado es todo lo que se necesita para que un hombre ya caiga en desobediencia y merezca la muerte, un solo pecado. ¿Y quién me puede decir a mi que no ha cometido un solo pecado en su vida? Todos, todos, y como yo he dicho, lo único que te permite pasar el examen de Dios es un cien perfecto, una A redondita, y nadie puede sacar un cien ante el juicio de Dios. Por eso es que necesitamos a Cristo Jesús.
Porque, fíjense, un solo pecado en el Edén dañó todo el plan de Dios por muchos, muchos siglos y tuvo que venir el nuevo Adán para corregir eso.
Dice, “...pero el don vino a causa de muchas trasgresiones para justificación”.
Si la condenación y la muerte vino por un solo pecado, ahora, el don de Dios, la bendición de Dios vino por muchos pecados que la humanidad había colectado a través de los siglos y los siglos.
“...pues si por la trasgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia.”
Hermanos, ahí está bien, bien claro. Mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia.”
Eso es lo que yo quiero hermanos, reinar en vida, ¿sabe? A mi me gusta la idea de irme al cielo, pero aquí todavía me quedan unos añitos, yo quisiera reinar aquí en vida, ¿no, también? Disfrutar la vida. ¿No les gustaría eso a ustedes también? ¿No le gustaría a usted disfrutar de una vejez saludable, de bendición, de su familia, de un matrimonio bendecido, de hijos que amen al Señor, de una economía línda? ¿Por qué no? Tenemos muchos años aquí en la vida. Y Cristo dijo, ‘Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia’.
El cristiano tiene que aspirar a reinar aquí en vida. Abandone de su mente esa idea de fracaso, una vida, como dicen, del plato a la boca, viviendo allí a cucharita, poquito a poquito. Tenemos que aspirar a una vida abundante, una vida de triunfo, porque eso es lo que Cristo hizo. Cristo se hizo pobre, dice, para que nosotros fuéramos ricos. Él tenía todas las riquezas del universo y de adelgazó, se despojó asimismo, dice Filipenses 2, y se hizo pobre, asumió la forma increíblemente frágil de un bebé pobre. Nació en una aldea de un país insignificante para que nosotros pudiéramos reinar en vida.
Y desgraciadamente los cristianos vivimos como miserables muchas veces, porque hemos escogido no adoptar esa receta de vida que Cristo ha dado. Aún los cristianos, hemos aceptado a Cristo pero no hemos cambiado nuestra forma de pensar. Vivimos conforme a los mismos patrones de antes, de miserable, de gente que siempre está guardando la cuenta a los demás. Me robó un poquito, pues le voy a mantener ahí, el deseo de venganza y lo voy a maldecir, y le voy a hacer esto. Me hizo aquello, y yo le voy a hacer lo otro, en vez de decir, ‘hey, yo soy rico. Voy a perdonar, voy a bendecir, voy a derramar gracia porque yo vivo en abundancia’.
Hermanos, la abundancia es la palabra del cristiano. Abundancia. Porque eso es lo que el nuevo Adán hizo posible. Por eso es que cuando los ángeles se revelan a los pastores, les dicen ‘No temáis, porque aquí os doy nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo que os ha nacido en la ciudad de David un salvador que es Cristo, el Señor’. Y ahí lo dijo todo. Nuevas de gran gozo.
Por eso es que nosotros tenemos que vivir en gozo. Si somos hijos de Dios tenemos que vivir en gozo, en abundancia y si de vez en cuando te da un poquito de depresión y tristeza, tu tienes que moverte rápidamente y azotar eso y echarlo a un lado, como se echa a un perro sarnoso porque ese no es tu estado natural, o tu estado sobre natural es de gozo, abundancia, esperanza, es realización plena en Cristo Jesús.
Tenemos que cambiar el programa, hermanos, en otras palabras, porque eso es lo que es la navidad. La navidad solo tiene sentido a la luz de ese Cristo que hizo posible....
Le voy a pedir a los músicos que pasen por aquí por favor.
Por eso es que yo me rebelo contra la idea, hermanos, de querer tomar la navidad y convertirla en algo puramente secular. A mi eso, de todas las cosas que más me molestan es que nos quieran robar la navidad, porque la navidad no tiene sentido sin la obra que Cristo hizo posible al venir al mundo.
Si quitamos a Cristo de la ecuación esta, lo único que nos queda, hermanos, ¿qué es? Es como yo aspirar a meterme en el cascarón de un carro que le han sacado el motor, la transmisión, los cables y la electricidad, y las 4 ruedas y querer ir de aquí a Nueva York en ese cacharro, esa porquería. Eso es, y eso es lo que la gente quiere, ¿no? Le quieren sorber a la navidad todo su significado espiritual, quita a Cristo, quita los magos, quita a María y a José, quita la cruz, quita todo y déjanos solamente con la carrocería sucia. ¿Para qué sirve eso? ¿Para qué sirve? Simplemente los anuncios y las tiendas y los regalos, si eso lo que causa es más bien dolor en la gente, borracheras y problemas y gastos de dinero.
¿Eso es la navidad? Qué porquería, qué mentira más grande. Lo que hace la navidad posible es Cristo Jesús, lo que él hizo por medio de su sacrificio en la cruz. Y eso es lo que nosotros celebramos, el mensaje de ese Dios que vino y dijo, ‘todo el que cree en mi será salvo. Creed en mi y seréis salvos. Yo he venido para darles mediación entre Dios y ustedes’. Y esa es la navidad. Es el comienzo de esa obra mágica que hace Cristo Jesús a través de los siglos. Todo aquel que en él cree no se pierde sino que recibe vida eterna, vida aquí en la tierra y vida allá en el cielo.
Gloria al Señor. Vida abundante aquí y vida absolutamente inconcebible allá en el cielo. ¡Qué paquete más lindo, qué regalo más lindo! Esa es la navidad, hermanos. Y el que pierde eso de su visión es un miserable.
Hoy en día tanta gente está pensando solamente en la fiesta, en la bebida, y eso es todo. ¡Qué terrible engaño! Es como coger la banana, el guineo, botar la carne que está adentro y comerse la cáscara. Quizás los monos hacen eso, yo no se si lo hacen. Yo creo que ni los monos lo hacen. La pelan, ¿verdad que si? Sin embargo eso es lo que están haciendo tanta gente hoy en día, y creen que están engañando a Dios, se están engañando a si mismos. Es imposible.
El mensaje, lo que Pablo habla en ese Capítulo 5 de Romanos. Eso es “...justificado pues por la fe tenemos paz para con Dios por medio de Cristo Jesús”. Esa es la navidad, hermanos. Y eso es lo que nosotros celebramos en esta mañana.
¿Ha nacido Cristo en tu corazón, ha nacido Cristo en tu vida? Si es así, di amen en esta mañana. Amen. Gloria a Dios.
Y si Cristo no ha nacido en tu corazón, yo te quiero animar en esta mañana de que lo hagas y voy simplemente a hacer la pregunta porque hay que hacerla. ¿Ha Cristo amanecido en tu vida? ¿Te ha nacido Cristo a ti? Y si no te ha nacido yo te invito a levantar tu mano para orar contigo en esta mañana para que Cristo entre a tu vida y tu puedas recibir esa salvación y vida eterna.
¿Habrá nacido Cristo en tu vida? Sino levanta tu mano para orar por ti y para ponerte en ese camino de relación con Jesucristo. ¿Habrá alguien que lo ha hecho antes y que quiera recibir esa salvación hoy por medio de Jesús? Doy un momento para que lo pensemos bien. Amen.
Si no es así, ¿todos aquí estamos claros en nuestra fe en Jesús? Gloria al Señor, tu te vas como tienes que irte y si no sabe que la navidad no tiene significado para ti verdaderamente. No hay navidad para aquel que no está en Cristo Jesús, pero hay navidad, si, para aquel que está en Jesucristo.
Padre, gracias por el mensaje navideño. Gracias por lo que Cristo ha hecho en la cruz del calvario. Gracias por la salvación recibida.
Padre, entregamos nuestras vidas a ti de nuevo. El hermoso mensaje navideño que amanezca en nuestras vidas. Siga orando ahí un momentito.
Señor, que el mensaje navideño nunca salga de nuestros corazones. Aunque lo celebramos hoy, pero la semana que viene y en las próximas semanas del año futuro, 2007, Padre, queremos que esa navidad permanezca siempre allí, cada vez que vengamos a la iglesia, cada vez que estemos en la carretera, en el trabajo, en la casa, que siempre recordemos que ya Cristo nació y nos ha nacido a nosotros día tras día en nuestros corazones, cada día, por fe, cuando lo recibimos, lo aceptamos, vivimos en él, es navidad de nuevo en nuestras vidas.
Gracias porque tu has hecho paz entre Dios y los hombres. Paz, reconciliación, mediación, comunicación. Cristo es el puente, la puerta, es el camino hacia nuestro Padre Celestial del cual estábamos apartados y enajenados. Celebramos tu nacimiento Señor Jesús. Gracias porque ese niño que le fue anunciado a los pastores, que Simeón y Ana pudieron ver en el templo, hoy nosotros, por los ojos de la fe también lo vemos, ese Cristo resucitado, ese Cristo de poder, ese Cristo que se hizo pobre para que nosotros fuésemos ricos por su pobreza. A él celebramos en esta mañana, Señor. Y al él damos toda la gloria y toda la honra. Te bendecimos, Padre. Gracias, en el nombre de Jesús.
Denle un gran aplauso al Señor.