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Yo no cambiaría donde el Señor me ha puesto y el tiempo que el Señor me ha puesto. Yo no se de usted hermano, pero yo siento que es un privilegio ser un cristiano en la ciudad de Boston en esta época, es un privilegio que el Señor nos confíe en nosotros la responsabilidad es más, de nuevo, perdonen la palabra privilegio de nuevo, pero el privilegio de ser aquellos que se paran en la brecha y que levantan el estandarte del Señor y que proclaman que la ley de Jehová será nuestra ley y no serviremos a otro Dios y proclamar su palabra por toda una nación. Eso es un privilegio, y ese es el privilegio que estaremos ejerciendo esta semana, de miércoles a miércoles.
Ahora, habiendo dicho eso, si ustedes se dan cuenta, en las últimas dos semanas las palabras que el Señor ha traído a través de nuestro pastor y a través del psicólogo que predicó a esta hora la semana pasada, han sido mensajes de enfoque interior, ¿Se han dado cuenta?, estamos entrando en una época de guerra espiritual a nivel social, de estructura social, pero el enfoque de la palabra del Señor ha sido dirigida a nuestros corazones, a nuestra constitución espiritual, a nuestro interior, ¿Saben por qué? Porque creo hermano, que las batallas más decisivas que se van a realizar en estos días, se realizarán a nivel de nuestros corazones. Las batallas más determinantes, las batallas más decisivas que nosotros vamos a confrontar en esta época y hasta que Cristo venga, se realizarán en su corazón, por su corazón y a través de su corazón, el campo de batalla más decisivo es su corazón. Y hay un texto de la palabra que enfoca una batalla en particular, y enfoca a una batalla para nuestra fe, y también tiene en ella una promesa hermanos, que si nosotros lográramos abrazar esa promesa, fuéramos cristianos prácticamente indestructibles, prácticamente invencibles, ese texto es Isaías capítulo 49.
Vamos a Isaías, capitulo 49 versículo 14, ( Isaías 49 verse 14) leemos del versículo 14 al 16. Y hermanos, mientras buscan el texto, les compartiré cuál es esa promesa, esa promesa que le invito a que reciban y que abracen y que nombren y vivan en ella, esa promesa es esta: si no oyen ninguna otra cosa esta tarde, si no oyen nada más, vayan con esta, reciban esta promesa, nos dice el Señor, mira hermano:
“Ama a tu Dios, ama a tu Dios sin límite, ama a tu Dios sin freno, ama a tu Dios sin barrera, ama a tu Dios sin temor, si logras amar a tu Dios de esa manera el Señor te promete jamás abandonar, jamás se olvidará el Señor de ti, jamás te abandonará”.
Vamos a la palabra del Señor, Isaías 49 versículo 14 “Pero Sión dijo: me dejó Jehová y el Señor se olvidó de mi”, ¿Ustedes han oído esa queja tal vez? ¿Ustedes tal vez han repetido esa queja? (guilty), yo, yo se que yo, en mis momentos he dicho: “Guauu ¿Dónde esta el Señor?, ¿Se olvidaría el Señor de mi? ¿Me dejaría el Señor?, y el Señor responde con una pregunta retórica en el versículo 15, “se olvidará la mujer de lo que dio a luz para dejar de compadecerse del hijo de su vientre, aunque olvide ella, dice él, yo nunca, yo nunca me olvidaré de ti, he aquí, en las palmas de las manos te tengo esculpida, y delante de mi están siempre tus muros, yo nunca me olvidaré de ti.”
Hermano, estos tres versículos, imagínense que ésto es un diálogo entre el Señor y Sión, como si fuera el Señor aconsejando a Sión. El Señor en este capítulo, en el capítulo 49 de Isaías, le acaba de dar a Sión una larga lista de promesas bellas, y le dice a Sión, tal vez como le dice a los otros, y a propósito, iglesia, congregación León de Judá, ¿Sabe usted que nosotros somos hijos y hijas de Sión?, ¿Sabe usted que estas promesas son suyas hermanos? En el momento que nosotros somos…en el momento que nosotros confesamos a Jesucristo como nuestro rey y como nuestro Señor, nosotros llegamos a ser parte de ese pacto eterno con Israel, nosotros somos hijos y hijas de Sión y él dice aquí, pero Sión dijo, me dejó Jehová. Sabe aun después de oír todas estas promesas, te voy a bendecir, restauraré tu lugar, abriré de nuevo la tierra que se ha cerrado, devolveré a usted… te devolveré hijos que se te han perdido, te voy a bendecir, Sión, estoy a punto de abrir los cielos y bendecirte, aun oyendo todas esas promesas, resisten recibir las promesas del Señor, resisten creer que el Señor les esta hablando a ellos, resisten pensar que tal vez el Señor le estará a punto de bendecirlo usted.
Hermanos, no se si eso le ha pasado a usted, aun el Señor prometiéndonos bendición, hay algo dentro de nosotros que dice: “no puede ser, no puede ser que el Señor me va a bendecir, no puede ser… por más que él me prometa bendecirme, se que el Señor me dejó ya, el Señor se olvidó de mí”. Hermanos, ¿de dónde sale esa queja? ¿De dónde sale? Sabes lo que hace el Señor, como el consejero eterno, como nuestro padre eterno, como nuestro pastor eterno, él toma a este Sión, y él toma a los hijos de Sión, te toma a ti, habiendo oído esto, que tal vez tu no lo has dicho en voz audible, tal vez esto salió de su corazón, pero el Señor..., nosotros servimos a un Dios que le importa como nosotros nos sentimos, nosotros servimos a un Dios que le importa que creemos de él.
Y él toma a Sión aparte, ¿no ven esta escena?, lo toma aparte y le dice: “Sión, yo te oí decir, Jehová se olvidó de mi, yo te oí decir, me abandonó… esta vez si me abandonó Jehová” y le hace la pregunta, ¿se olvidará una mujer de lo que ella engendro?, una pregunta retórica y uno tal vez en la ciudad de Boston en el año 2006 y de eso vamos a hablar, tal vez la respuesta es “bueno somos muy capaz de eso” y ese es el problema.
Por qué, ¿de dónde nace esta queja del Señor me abandonó? ¿Sabes qué? El reino de Dios es un reino raro, el reino de Dios es un reino que consiste del amor…Dice la palabra de Dios, dice el Señor que es con cuerdas de amor que él los ha llamado, aquí hermano, si usted está aquí no es porque un ángel se le presentó esta mañana con una escopeta y lo obligó a que llegara a la casa de Dios. Si usted está aquí es porque usted llegó de su libre albedrío, porque hay algo dentro de usted que dice: “tal vez esta palabra es verdad, y tal vez este Dios que ellos predican, tal vez eso es verdad”, es más si me estás mirando en el Internet y estás tomando este tiempo de verme de su país donde estás, de todas las opciones que tienes en el Internet estás sintonizado aquí, porque tu crees que tal vez esta idea de un Dios poderoso y amoroso es verdad, y tal vez se aplica a ti…Tal vez este Dios eterno puede ser tu Dios si es capaz de sacarte a ti de tus apuros, son con cuerdas de amor que nos trae, es con cuerdas de amor que él nos llama.
Y hermano, lo más que le interesa Satanás hacer y por eso es que la batalla se trata de su corazón, por eso es que el campo de batalla más sensible es su corazón, porque a Satanás es necesario cortar esas cuerdas, cortar esos vínculos, separar tu corazón del corazón de Dios. Esa es su estrategia, por eso el te susurra, por eso el te repite: “tal vez esta vez te dejó Jehová, es necesario separarte de ese amor”.
Y el problema es éste, el Señor los ama, pero como en cualquier relación de amor, él espera que nosotros también le amemos a él, y le amemos de la misma manera que él nos ama a nosotros.
Hermanos, como predicaba el pastor la semana pasada y la semana anterior, no podemos sobornar a Dios, en muchos de nosotros preferimos cantar o danzar o servir, o estar activo de una manera, pero lo más que nos atemoriza es como decimos en la clase de discipulado, lo más que nos atemoriza es una entrega total y el dilema es esto, el Señor no estará conforme, y Satanás sabe que el Señor no estará conforme, hasta que nosotros no ofrezcamos al Señor una entrega total.
Uno de los primeros mandamientos que el Señor le da a Israel antes de que ellos entraran en la tierra prometida, y eso es repetido en una casa ortodoxa judía aun hoy. El niño judío es las primeras palabras muchas veces que ellos aprenden es este versículo en Isaías capítulo 6, “amarás a tu Dios de todo tu corazón y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. En otras palabras, ¿Qué es una entrega total? Cada rincón, cada escondite, cada closet, cada esquina, casa célula, todo lo que somos, cada átomo de nuestra existencia es de él, se lo entregamos a él, él es el rey de ella, él toma posesión de ella.
Ahora, si nosotros somos sinceros hermanos, cuando nosotros intentamos amar a Dios de esa manera, nos confrontamos con barreras, todos, nos confrontamos con fronteras. Hermanos, yo estoy seguro, que si usted está aquí no es por indiferencia, usted está aquí, yo estoy seguro que la mayoría de los hermanos, tal vez yo estoy siendo demasiado de generoso, pero yo sinceramente creo esto, que si usted está aquí es porque dentro de usted… tu quieres amar a Dios, tu lo quieres amar, tu quieres responder al amor de Dios de la misma manera que él te ha respondido a ti. Tal vez tu has luchado, y esas para muchos son luchas más públicas que otras, y tal vez has resbalado y has tenido tus luchas, pero su deseo es agradar a este Dios, su deseo es amarlo. Pero cuando intentamos amar a Dios de esa manera, de una manera total, una manera sin límites, una manera que no conoce barrera, nosotros confrontamos, tarde o temprano, lo que Colón llamaba una tierra incógnita, confrontamos un lado oscuro, una frontera, que nosotros mismos tememos pisar, y puede ser algo muy sencillo. Tal vez su frontera es el diezmo, el tiempo de diezmar, de ofrender, y es un drama cada vez que diezmas, ofrendas, porque tal vez piensas que su presupuesto no va alcanzar hasta esa semana, sabe el diezmo es la ofrenda, es…
Dios es un genio porque él crea, cada semana un ejercicio de fe, un símbolo de nuestra entrega total al Señor y tal vez esa es nuestra lucha. O como predicaba el psicólogo la semana pasada, tal vez su frontera, es una herida que hiere y te ha tardado en perdonar, ha sido incapaz de poder perdonar esa herida, y sigue hiriéndote esa herida, y está allí y esa es su frontera. Todos nosotros tenemos nuestras fronteras, que nos pesa cruzar, ¿y, por qué? ¿Por qué se nos hace tan difícil cruzar esas fronteras, hermanos? Yo sugiero esto, tememos entrar en ese lugar temeroso y entregar al Señor esas áreas y confiar en el Señor esas fronteras, porque algo dentro de nosotros nos dice: “Eso es muy peligroso, nunca he entrado allí, y si yo entro en ese lugar tal vez el Señor a mitad del camino me abandonará. Si yo experimento entregándole al Señor mi amor en esa área, tarde o temprano él, como muchos otros, se olvidará de mí, me dará la espalda”. Tememos que si brincamos del trampolín el Señor al último momento no va a quitar la red. Tememos que si el Señor nos manda a salir de la seguridad de nuestra barca, en mitad del camino aunque lo vimos caminar sobre las aguas y vimos que él tiene dominio sobre el viento y la marea, tememos que…, eso es él, pero si nosotros salimos de la barca nos vamos a hundir, nos vamos a ahogar y él será incapaz de rescatarnos.
Esos temores existen, ¿Y por qué? Now, this is really getting deep. ¿Por qué existirán esos temores? ¿Sabes por qué? La franca verdad hermanos, es que no sabemos amar al Señor de esa manera. No sabemos como hacerlo, cada uno de nosotros hemos experimentado en nuestras vidas, el amor que nosotros conocemos ha sido un amor contaminado, un amor imperfecto, hemos recibido el amor como lo hemos recibido en nuestras vidas.
El autor de este libro, el profeta Isaías, relata en el capítulo 6 que cuando él primero se encontró con la gloria del Señor, la belleza del Señor, oyó el cántico de los Serafines, se vio delante de la presencia del Señor como pocos hombres, su primera reacción, lo primero que le vino a la mente, fue lamentarse delante del trono de Dios y declarar: ‘Ay de mí, porque soy qué, hombre de labios inmundos, y de un pueblo de labios inmundos’. Y sabe hermano, ese soy yo, ese era usted, esos somos nosotros, todos nosotros somos hombres de labios inmundos, un pueblo de labios inmundos, nos crió un hombre de labio inmundo, o una mujer de labio inmundo, caminamos las calles repleto, poblados por hombre y mujeres de labios inmundos. Eso es lo que somos nosotros, y el Señor nos tiene que enseñar como amar, el Señor nos tiene que instruir en como amarlo.
Y tal vez hermanos, tal vez, nos impide lo más que, nos impide amar al Señor de esta manera, porque el amor que nosotros conocimos es, ha sido tan imperfecto, que tal vez las heridas que más le han lastimado hermanos, han sido a través de aquellos de se supone te amaran más. Las heridas que más lamenta son aquellas que tal vez tu has recibido de parte de personas que han estado en su vida, se supone para que usted sea protegido, su mamá, su papá, su hermano, su cónyuge, su amigo de años, no es un particular quien nos hiere, es la persona que se supone quote ‘amamos más’.
Y el Señor sabe eso, y el ve eso, y por eso el hace esa pregunta retórica, “Hijo de Sión en esta noche, en esta tarde, hija de Sión ¿Podrá una mujer olvidarse de lo que dio a luz?” Y nosotros, yo no se de Nazaret, yo no se de Nazaret en el primer siglo, o no sé en el tiempo de Isaías, pero en Boston, en el año 2006 podríamos nosotros responder: “si, absolutamente si. Si, puede una mujer olvidarse de lo que engendró.
Sabe, en 47 estados existe una ley de abandono legal, en que una mujer puede entregar sus hijos recién nacidos a un cuartel de policía o a una sala de emergencia del hospital, dejar a ese bebé ahí, seguir caminando y… y es completamente legal. Ahora, ¿por qué existe esa ley? Sabes qué, existe esa ley porque sin esa ley tuviéramos incidentes como lo que pasó en Rosindale un par de semanas atrás, a donde un bebé, la cuna de ese bebé fue un cesto de basura en que una mamá lo enrolló en una toalla, lo dejó a los elementos, como si fuera una basura, sabes lo que le llamaron ese muchacho…Jordan.
Los médicos le pusieron el nombre Jordán, el río a donde la mano limpió su lepra, a donde Jesús fue bautizado, esperanza, sanidad, un bautismo de poder. Y hermanos eso es lo que el Señor quiere para ti, esperanza, sanidad, un bautismo de poder en su nombre, aunque eso es el amor que nosotros hemos conocido.
Sabes, si este es el amor de madre, nosotros diríamos que es el amor más instintivo del ser humano, es el amor más natural que conoce un ser humano, si eso es el amor de una madre en nuestra sociedad, que no será el amor de un particular, que no será el amor de un amigo, que no será el amor de un cónyuge. Con razón tememos entregarnos a cualquiera, con razón nos cuesta darle…, mostrar nuestro lado frágil a cualquiera.
Y sabes, yo lo veo así, no me escandalizo, ¿sabes porqué? Yo veo esto como una señal más de la venida de Cristo, en Mateo capítulo 24 declara la palabra: “por haberse multiplicado la maldad -en el versículo 12-, por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”. Ustedes no han notado hermanos el esteticismo general que existe ahora, y no es solamente en Nueva Inglaterra, yo creo que por donde quiera que uno va, uno ve que nadie en verdad cree en nadie, y por más educado que uno es, por más élite que sea la universidad, menos confianza hay.
Y más cierto somos nosotros que el ser humano te va a traicionar, te va a dar la espalda, guarda tu espalda porque te pueden enterrar la puñada en eso. No confiamos en nadie, ni …bueno como dice la palabra , ni en su madre, ni en su madre. Y el Señor oye esto y el Señor nos conoce, el Señor conoce nuestro trasfondo, y el Señor se nos acerca y dice: “ yo oigo, yo oigo de ti, yo oigo estas palabras, Jehová me dejó”, ¿De dónde sale esto?. Mateo, el próximo versículo, Mateo 24.13 a propósito dice “el que persevera hasta el fin será a salvo”.
¿Sabes por qué perseverar hasta el fin? Porque su fe hermano será acechado, su fe hermano será bombardeado por el enemigo, y el enemigo sabiendo usted en la condición que usted vive y el enemigo sabiendo usted que esta viviendo por fe, el enemigo, el enemigo, en su momento… cuando el enemigo está a su alrededor, cuando parece que está en pura batalla y no tiene salida, cuando menos esperanza parece que tienes, es precisamente en ese momento en que el enemigo se te va a acercar al oído y te va a susurrar “olvídate de tu Dios” como le dijo a Job, niega tu Dios y muérete. Olvídate de eso, eso fue un fracaso, eso fue un experimento, eso fueron unas emociones, niega… ¿Dónde está?… ¿Cómo te va a sacar Dios de este lío? ¿Dónde está tu Dios?
Me dejó Jehová, el Señor se te acerca y dice: “Mira, yo no soy así, Satanás es un mentiroso, ¿Tu no has oído que él es un mentiroso?, él es un mentiroso, yo no amo así, yo nunca me olvidaré de ti, yo nunca te abandonaré”. Y nosotros respondemos: “Bueno Señor, yo quiero creer eso, yo se lo que me dices, pero francamente Señor se me hace difícil creerte, porque no he conocido un amor que no me ha traicionado. No he conocido eso, no conozco lo que me estas diciendo, lo que me estas sugiriendo, este amor que me ofreces, es algo raro para mí, nunca lo he visto, nunca lo he experimentado, no se lo que es eso, no se que con que se come eso, yo no se amar de esa manera. Perdón Señor, pero se me hace difícil creer que jamás me abandonaras”
Y el Señor sabe, sabiendo ésto, el Señor nos deja dos señales, dos señales, la primera señal es esta:
“He aquí en las palmas de las manos, te tengo esculpida,” la primera señal es de ésta mira… el Señor toma a Sión, te toma y te dice: “Mira, yo nunca jamás me olvidaré de ti” y luego te dice: “Hijo, hija, mira estas manos, mira estas manos, estas son las mismas manos que pusieron las estrellas en su lugar, estas son las mismas manos que detuvieron el mar y permitieron que Israel pasara en seco, estas son las mismas manos. Estas son las mismas manos que te formaron en el vientre de tu madre. Fuiste formado, yo estuve ahí el día en que fuiste entretejido en el vientre de tu madre y cada cabello lo puse en su lugar con estas manos. Tu eres mi creación, yo te formé, tu no eres un experimento, tu llegaste a este mundo con un propósito, yo sé, porque yo te puse en tu lugar. Estas manos, dice el mismo Isaías capitulo 49, que sus manos… “Me cubrió con la sombra de sus manos”, declarar el Señor, esas manos son tu protección.
Ahora sabes que Sión, tu ve estas heridas, ¿ves estas heridas? En las palmas de mis manos tu nombre esta esculpido. Estos clavos fueron dirigidos hacia ti y yo no permití que te traspasaran, porque tu vales demasiado. Estas manos, cada vez que veo estas manos, yo me recuerdo de ti y de lo que vales y lo que eres, estas manos declaran que tu vales mucho para tu Dios.
Y la segunda señal hermanos, “tus muros están delante de mi”. Ahora, ¿por qué muros? dirigiéndose él a Sión, ¿Por qué muros? Sabes, Sión levantaba muros para proteger lo que más valoraba, sus casas, sus templos, sus fincas, su ganado, su economía, y estos muros a través del tiempo, si leemos toda la historia de Israel, leemos la historia de David y Salomón, leemos Neemías, leemos toda la historia de Israel. Esos muros fueron edificados, fueron acechados, fueron quemados, fueron reconstruidos, y es así con nuestras vidas. A través de todas nuestras vidas hermanos, tu y yo hemos estado levantando muros. A través de todas nuestras vidas, como compartía el psicólogo la semana pasada, él los llamaba mecanismos de defensas que nosotros levantamos para proteger las cosas de nuestras vidas que nosotros más atesoramos: nuestras vidas, nuestra salud, nuestra autoestima, nuestra economía, nuestros hijos, nuestros días, y nosotros hemos levantado muros a través de los días de nuestra vida para proteger nuestro interior y para proteger esos tesoros.
Y así como Israel, así como Sión, los muros de nuestras vidas también han sido acechados, y tal vez también han sido quemados y tal vez de vez en cuando han sido devastados. Los muros de nuestras vidas han sufrido pérdida, y tal vez lo que han protegido, lo interior, lo que hay dentro de usted, tal vez tu has perdido algo precioso y ha estado a punto de perderlo todo y el Señor te promete en este día, el Señor te dice: “Sabes, tus muros, todos tus muros están delante de mí, yo estaba allí, yo estaba allí cuando tu esposo te dejó, yo estaba allí cuando tu matrimonio se deshizo, yo estaba allí cuando tu padre te rechazó, yo estuve allí cuando te quedaste sin trabajo por un año sin saber de donde iba a salir la comida para tus hijos, yo estuve allí cuando todos tus amigos cayeron muertos en la calle y tu fuiste el único que sobreviviste, yo estuve allí cuando el doctor te dió ese diagnóstico sin esperanza, ¡yo estuve!, yo estuve allí todos tus muros están delante de mi.
Y sabes que, a pesar de todo eso ¿Ustedes se dan cuenta? Estas aquí, tu estás aquí, nosotros estamos aquí ¿Por qué? ¿Por qué? Aunque se levantaran esos muros, se quemaran esos muros, cayeren esos muros, el Señor es nuestro muro, él es nuestra protección, y eso es lo que él te dice hoy: “Hermano no te preocupes por lo que vas a perder, tus tesoros, yo soy capaz de guardarlas, yo seré tu salvación. Hijo, hija de Sión, yo seré tu sanidad, hijo, hija de Sión, yo seré tu fortaleza, hijo, hija, del Sión, yo jamás me olvidaré de ti, jamás me olvidaré de ti. Tus muros están seguros delante de mí, yo soy tu protección.
Hermanos, nosotros vamos a entrar, estamos entrando en tiempos decisivos, y tenemos que entrar en estos tiempos con corazones seguros que el Señor nos va a respaldar, ¿Sabes qué? cruza la frontera, cruza la frontera, el Señor te va a respaldar y jamás te abandonará.