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El Dr Rafael Dunker es un hombre de Dios, es psiquiatra él, educado en España en la escuela de Medicina de allá, es médico pero también ha sido director de varias instituciones académicas en República Dominicana. Es un terapeuta familiar y ha dirigido diferentes instituciones médicas, hospitales y todo esto. Así que tiene una vasta experiencia como psiquiatra, pero sobre todo su fundamento es la palabra del Señor. Es un hombre sencillo que habla con palabras sencillas y que yo se que se necesita hoy en día esa enseñanza sana, la sana doctrina, la sana palabra del Señor.
Nos bendijo muchos escucharlo a él ayer ante los hombres y nosotros vamos a recibir palabra de Dios. Cuántos están deseosos de escuchar la palabra del Señor. Invitamos al Dr Dunker a pasar por acá. Denle un aplauso de bienvenida a nuestro hermano. Dios le bendiga hermano, gracias por estar con nosotros.
Gracias, hermano, Dios te bendiga. Amen. Amen. Bien, agradezco la invitación del pastor Roberto para venir a compartir con ustedes desde República Dominicana. Supongo que hay dominicanos aquí. ¿Quiénes son dominic.....? ¡Oh! Hasta sibaeños hay, ¿verdad? ay, ay, ay. Bueno, yo nací en San Pedro de Macorí pero pasé 20 años en Santiago ejerciendo la profesión y ahora vivo en Santo Domingo.
¿Y de qué otra parte hay gente aquí? ¿Hay otra gente del Caribe? Portorriqueños, si, Puerto Rico. Ay, ay, ay. Somos la misma cosa y.... ¿de Colombia no hay nadie? De Colombia... a ver... Bolivia, ¿dónde están los bolivianos? Amen, amen. Tengo algunos amigos en Bolivia, si, si.
¿Y de Centroamérica? Costa Rica, Panamá, Salvador también, Salvador. Amen. Amen. ¿Qué otro país? Chile. Allá en Chile tenemos nuestro programa de integración familiar que nosotros producimos. Se transmite por 20 emisoras en Chile. ¿No se si algunos han estado allá? Pero llegamos a Chile, gracias a Dios.
¿Hay otro país que se nos quedó? Uruguay. ¿Dónde está Uruguay? Uruguay. Dios lo bendiga, varón. Dios lo bendiga. Venezuela, ¿dónde están? Cuba, ¿dónde están los de Cuba? Dios me lo bendiga hermanos.
Bueno, somos..... México lindo y querido. Que bien. también estuve en México. Allá asistí a un congreso de mi especialidad hace varios años y fue muy bueno estar ahí en la plaza, ¿cómo es que se llama? Donde hay muchas.... la plaza, bueno, no recuerdo, Garibaldi. Estuve por Garibaldi por ahí. Bueno, hermanos, gracias por la oportunidad. Quisiera invitarles a abrir sus Biblias. Creo que vamos a tener el proyector ayudándonos y perfectamente. Vamos a leer en el salmo primero... Si quieren estar de pie, hermanos, y leamos al unísono los tres primeros versos del Salmo Uno. Leamos al unísono los tres primeros versos del Salmo Uno. Leamos todos, así dice la palabra de Dios:
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley de Jehová está su delicia. Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará.”
Cuánto alaban a Dios. Muchas gracias, Padre, por tu palabra, y por estas grandísimas promesas, Señor, a los cuales nos acogemos. Oh, Señor, tu has prometido estar con nosotros, acompañarnos, bendecirnos y darnos esa calidad de vida especial que viene a través de la llenura de tu Espíritu Santo. Usa todo lo que vamos a hacer, Señor, para traer sanidad interior, para que nos apropiemos de la vida que tu nos has prometido en el Evangelio y vivamos, Señor, por encima del nivel de vida común y tradicional. Danos, Señor esa vida. Úsalo todo para tu gloria y nuestra bendición. En el nombre de Jesús. Amen. Amen.
Pueden sentarse. Bien, quisiera hablar sobre 5 reconciliaciones para la sanidad interior. Yo quisiera mostrarles algunos pasos para promover una calidad de vida. quisiera mostrarles, hermanos, por qué enfermamos. Cuál es el proceso que nos lleva a no disfrutar de la vida que Dios tuvo al principio. Y 5 pasos, 5 herramientas que Dios ha puesto en nuestras manos para que tengamos una mejor calidad de vida.
¿Cuántos quieren sanidad interior? ¿Cuántos quiere apropiarse de la vida que Dios tiene para nosotros? Y que no quieren depender solo de los médicos, del sistema de salud, sino apropiarse de las herramientas que Dios ha puesto a nuestro alcance.
Yo quisiera mostrarles en primer lugar un aprendizaje que he tenido, de lo que llamo, la ruta crítica personal. Ese es el camino que nos lleva hacia la enfermedad y la muerte prematura. Quisiera mostrarles en este cuadro la primera... Imagínense unas paradas que vamos recorriendo desde un punto hasta otro y son las paradas que determinan el deterioro de la calidad de vida hasta la muerte.
La primera parada es traumas familiares. La palabra de Dios no permite utilizar esa palabra con propiedad porque hay por lo menos dos situaciones en la Biblia que correctamente pueden ser designadas como traumas. Una es la que se encuentra en Proverbios 29, versículo 15 donde dice, ‘el hijo consentido avergonzará a su madre’. Conocen ese pasaje, ¿verdad?
“La vara y la corrección dan sabiduría más el muchacho consentido avergonzará a su madre”.
Eso es un trauma. Yo recuerdo aquella señora con su esposo que vinieron a verme al consultorio porque el hijo había tomado un mal camino: el camino de las drogas. Y después de hablarme un rato, al final de la entrevista, la madre sollozando dice, ‘doctor, por qué tenía que pasarnos esto a nosotros. Ese hijo lo hemos criado como la niña de nuestros ojos, no le hemos negado nada. Le hemos dado todos los gustos’. Y mientras ella iba diciéndome todo esto, yo pensaba dentro de mi, ahí mismo es que está el problema.
El hijo consentido avergonzará a su madre, a su padre, a la familia, a la iglesia y a toda la sociedad. Dios nos lo dijo antes, por eso podemos decir con autoridad, el consentimiento perjudica a los hijos. Decirles siempre que si, hacerle creer que son los reyes del universo, crearles la fantasía de vivir en un mundo sin límite, sin frontera, le hace daño a los hijos. Eso es un trauma familiar. Algunos de nosotros nos criamos en un ambiente de consentimiento. Fuimos consentidos y eso nos marcó y ese es el inicio de la ruta crítica.
Otro pasaje que nos permite hablar de trauma es Efesios, Capítulo 6, cuando Pablo hablando sobre la familia, dice de la siguiente manera, dice en el Capítulo 6 verso 4:
“... Y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.”
Esto es lo contrario, resentimiento. Criar hijos con una dureza extrema. Cuando viví en San Pedro de Macorí, República Dominicana, tenía un vecino que le llamaban ‘Papachón’. Papachón era un muchacho travieso y le daban lo que allá en República Dominicana antes se llamaba pela con guayo. Guayo es una cosa que sirve para rayar el coco, el que lo sepa lo entenderá mejor. Una pela con guayo significa que a Papachón le caían a fuetazos, a golpes y cuando terminaban de darle todos esos fuetazos, lo hincaban en el guayo, le ponían una piedra en la cabeza, a pleno sol, y él tenía que permanecer así. Si se le caía la piedra, venía otra tunda de fuetazos. Y nosotros al lado veíamos a ese pobre muchacho sufriendo todo eso.
Pero después crecimos y cada vez que yo regresaba a mi pueblo me contaban de las andanzas de Papachón. Papachón se metió en un grupo de izquierda, un grupo militante, comunista y ahí lo entrenaron a poner bombas. Y cada vez que en mi pueblo sonaba una bomba la policía andaba buscando a Papachón.
¿Cómo aprendió Papachón a tirar bombas? No la habrá aprendido con esos fuetazos que le daban cuando él era muchacho. Un muchacho resentido. El resentimiento perjudica. Pasarnos de la raya con el castigo es la otra forma de trauma.
De modo que la ruta crítica comienza con esos traumas. Pero inmediatamente los traumas determinan actitudes perjudiciales. Yo quiero explicarles, hermanos, que cuando nos criamos en ambientes como dice el psicólogo, disfuncionales, ambientes familiares que no son apropiados, eso determina actitudes.
El muchacho que se cría con mucho castigo, él desarrolla un carácter como evasivo, porque siempre está esperando que le van a dar un fuetazo. El llega a grande pero sigue así como esperando que le van dar. El otro, el que lo consintieron demasiado, ese siempre está esperando que lo van a poner en primer lugar porque lo criaron sin límites.
Entonces, esas son actitudes perjudiciales. O sea, el trauma familiar nos daña y determina actitudes perjudiciales. Y son las actitudes con las que vamos a bregar en la vida cristiana. nosotros venimos aquí a la iglesia pero venimos con todos esos traumas que arrastramos de nuestra niñez. Son traumas que determinan, como dice la Escritura, raíces de amargura que luego, como ustedes van a ver, se traducen en malestar físico emocional y social.
A partir de ahí, entonces tenemos que definir que los traumas nos conducen a conflictos. Eso es. En tercer lugar, la tercera parada son conflictos. Como dice el dicho, Dios los cría y el diablo los junta. ¿Verdad? Usted se encuentra con su igual y ahí viene el problema. Yo se que uno lo resuelve muy fácil.
Cuando uno tiene un problema con la gente, ¿de quién es el problema? Por supuesto, de la gente. O sea, yo soy el que cuenta la historia, la cuenta a su manera. Entonces uno dice, los otros se han cogido conmigo, me tienen envidia, los otros. Pero son los otros siempre y yo por supuesto soy la parte más.... pero quiero darle una noticia diferente: somos parte del problema. Porque tenemos actitudes perjudiciales es que nos vemos en problemas con las demás personas. Entonces, esos son problemas son la tercera parada de la ruta crítica.
Entonces, eso determina que nos vemos en problemas que causan estrés. Usted oyeron hablar de esa palabra ‘estrés’, ¿verdad? Es una palabra de nuestro siglo. El estrés viene por conflicto. Usted va a decir, yo tengo problema con mi suegra. ¿Alguien tiene un problema con su suegra? Pero yo no pienso en eso. Oiga, usted no piensa, pero hay una computadora por allá dentro en el cerebro. El cerebro es la magnifica y tremenda computadora que no borra nada y la computadora de nuestro inconsciente si elabora eso, y eso termina causando estrés.
O sea, los conflictos general estrés. Y el estrés causa disfunción. Una parte de nuestro ser funciona mal, hay gente que lo siente en el estómago, desde que se le tranca el juego sienten como una cosa ahí, una acidez, un alivio, un qué se yo, no puede explicar, pero lo sienten en el estómago. Hay otros que cuando tiene estrés les da gripe, a algunos les da gripe cuando están sometidos a estrés. Hay otros que no duermen; a otros se les va el apetito; otros comen demasiado; otros se ponen ..... tienen que estar yendo.... O sea, cada cual reacciona a su propia manera.
Hay alguien que sale a la calle a inventar, a hacer cosas y se intoxica, sexo descontrolado. O sea porque hay un momento en que el organismo se descompensa. El estrés crónico, los médicos nos explican que el estrés inicial es más bien saludable. El estrés es una preparación para la lucha o la huida, para enfrentar situaciones y entonces el organismo nos prepara con la mayor cantidad de energía posible; el corazón late, la sangre se llena de los elementos para producir energía y todo el cuerpo está preparado para enfrentar peligros.
Al principio eso es conveniente pero cuando eso se prolonga por demasiado tiempo, entonces el estrés comienza a hacer los daños, vienen estas disfunciones. Usted va ir al médico y el médico le va a decir, usted tiene la presión alta pero usted no es hipertenso, ¿qué problema? ¿Usted tiene problema?
O sea, el médico se da cuenta al principio cuando hace un electrocardiograma que esa presión es reactiva. Lo que el médico le está diciendo es que usted está en la etapa de disfunción. O le hacen un estudio de su sangre, azúcar en sangre, una glucemia, y le van a decir, tiene el azúcar elevado pero usted no es diabético, ¿qué le pasa? Usted tiene problemas, me decía un colega endocrinólogo que el tenía este paciente bien controlado, sin problema, y tomando su medicina y de repente se le descontrola y cuando él va y averigua dice, es que se le fue la hija con el chofer. Eso le sube el azúcar a cualquiera.
Pero al principio es una disfunción, es una disfunción. El cuerpo comienza a descontrolarse de alguna manera. Si eso continúa entonces, viene lo que yo quiero llamarle etapa de lesión. Ya el daño se hace más estable, el médico le va a decir, usted sufre de la presión, usted sufre de azúcar, usted sufre de tiroides, usted es un deprimido, usted es esquizofrénico, usted es alcohólico. Le pone una etiqueta y sabe lo que eso significa: a partir de ahora, tu vives para mantenerme a mi. Usted contribuye a sostener a los colegas, la mafia blanca. Perdonen los colegas.
El médico no se lo va a decir con toda claridad, pero a partir de ahí, usted deja de ser un objeto pensante, dignidad, y todas esas cosas. Usted es una cosa que en un momento dado llega y lo meten por un, le van a hacer una tomografía computarizada. Y usted es como una cosa que la meten por ahí y la sacan. Y siéntate ahí y lo inyectan y le hacen. Usted ya perdió todo ese orgullo de ser individual, autosuficiente. Usted es una pobre víctima dependiente del sistema de salud.
Y a partir de ahí, tenemos dos paradas más en la ruta crítica. La siguiente es que viene una complicación. Saben lo que es ¿verdad? una complicación. Y finalmente la gente va a decir, tan bueno que era. Porque todo el que se muere era bueno. La gente se pone como, se identifica con el muerto y se olvida de todas sus cosas malas. Cuando usted ve que están hablando bien de alguien en la prensa, en la televisión, diga, ah, ese se murió. Porque mientras uno está vivo lo que le encuentran es defectos. Que problema con la gente. Mientras uno está viva, no le ven las cosas buenas, nada más es atacando todo lo malo y todos tenemos cosas malas. Pero desde que uno se muere, hay, pero tan bueno que era y comienzan a ver la....
Bueno, ese es el cuadro. Y quisiera partir de aquí. Lo que quisiera ver, hermanos es qué podemos hacer, qué podemos hacer. Porque esto es simplemente una radiografía, una ruta crítica de por qué morimos antes de tiempo. Entonces yo quisiera ahora que revisemos esta ruta de abajo hacia arriba, de abajo hacia arriba para ver qué herramientas Dios ha puesto en nuestras manos que podemos utilizar para una mejor calidad y esperanza de vida.
¿Cuántos lo quieren hacer? Diga amen. Vamos a ver entonces, qué podemos hacer. Lo primero es que no podemos hacer nada ante el hecho de la muerte. Dios ha dado a cada persona recursos para proteger su propia salud. No podemos entregar totalmente nuestra salud al monopolio de los médicos. Veremos a continuación 5 reconciliaciones y las medidas que cada persona puede tomar para su sanidad integral.
Bien, en primer lugar yo quiero plantear para enfrentar el estrés, de ahí en adelante sí podemos manejar la situación. Y quiero darles una buena noticia. Tenemos recursos para manejar el estrés. Yo se que ustedes conocen los tranquilizantes. Pero yo quiero darle recursos que están a su alcance para usted cortar esa ruta crítica que conduce hacia la muerte prematura.
Y hay tres cosas que podemos hacer. Y las tres implican una reconciliación con el medio natural. Y Dios dijo que todo era bueno en gran manera. Pero entonces el hombre comenzó a inventarse cosas. Inventarse cosas que nos destruyeron la bondad de la obra de Dios.
En primer lugar, la primera medida, la siguiente es la gimnasia. Dios no nos hizo, hermanos y hermanas, para vivir sentados. Dios nos hizo para movernos. Y cuando nos movemos y sudamos, nuestro cuerpo se sana por dentro. ¿Cuántos dicen amen? Una investigación del National Institute of Mental Health de este país, una investigación que ellos han repetido varias veces, demostró que 30 minutos de ejercicios físicos diariamente, son tan efectivos como tranquilizantes o antidepresivos. ¿Cuántos dicen amen? Les estoy dando una información importante. Si usted hace gimnasia diariamente su cuerpo se libera de las toxinas que nos enferman. Lo que pasa que el sistema está hecho para que no hagamos ejercicio. Usted tiene su carro, ¿verdad? y todo eso, y usted llega a la gran tienda y ahí hay un ascensor que usted se sube y sin moverse, y todo es automático. Los grandes edificios tienen también ascensores y uno casi no se mueve. Uno lo que hace es permanecer estático, pero si nos movemos nos sanamos. Camarón que se duerme se lo lleva la corriente, dice el dicho.
Tenemos que aprender a movernos. Por eso es que usted ve que la gente anda corriendo por la calle porque todos los médicos de todas las especialidades están recomendando a sus pacientes lo que la ciencia médica ha descubierto, que cuando uno hace ejercicio, el cuerpo funciona mejor. Así que vamos, se los estoy diciendo. Si usted lo hace, usted está tratando su cuerpo con cariño. Si usted no lo hace, si usted se deja llevar de la rutina de vida acelerada que caracteriza esta gran nación, usted está descuidando su mayordomía corporal.
Y en segundo lugar, hay otra experiencia que se ha demostrado científicamente, es que cuando uno entra en contacto con la naturaleza el cuerpo de equilibra por dentro. Mire, se ha hecho el siguiente experimento: a una persona se le coloca un monitor, eso significa un aparato que le mide pulso, presión, temperatura, todas las constantes biológicas, así dice el médico. Entonces, esa persona la ponen a ir al trabajo y a atender clientes que vienen, o sea que los clientes son impredecibles, y eso es perder el control. Y cuando esa persona está en su trabajo cotidiano la presión sube, el pulso sube, el estómago se descontrola. O sea, todo el organismo entra en crisis. Y eso se mide en el aparato, el monitor. Cuando esa misma persona hace así, y se dirige al río y mete un pie en el agua del río, y el agua hace contacto con su cuerpo, la presión baja, el pulso se controla. Eso es medido científicamente.
Desde que usted mira la luna, el sol, la montaña, el verdor de la planta, o usted juega con un niño, usted entra en contacto con la naturaleza, el cuerpo se sana por dentro. ¿Cuántos dicen amen? ¿Saben lo que eso significa, hermanos? Que el paraíso es el mundo natural que Dios hizo. Si vivimos en paredes todo el tiempo, dentro de vehículos de motor, en estructuras humanas, nos enfermamos. El estilo de vida normal debe incluir volver al mundo que Dios creó, volver al río, al mar, a la montaña, a los animales. Y de esa manera nos sanamos por dentro y el estrés se desaparece. ¿Cuántos alaban a Dios?
Finalmente, está también demostrado que un régimen alimenticio natural contribuye a bajar el estrés. Miren, el sistema nos ha engañado. El sistema en que vivimos nos ha engañado. Tenemos ya las herramientas para construir el paraíso sobre la tierra, pero el sistema mercantil, sociedad de consumo en que vivimos nos ha hecho un fraude y nos ha metido cosas que hacen más daño que bien.
En primer lugar les menciono el agua. Hermanos, nuestro cuerpo necesita agua. Pero el hombre se inventó la Coca Cola. Entonces usted no tiene sed de agua, sino de tomar Coca Cola. Todo lo que tiene la Coca Cola hace daño, excepto el agua que es la base. Entonces usted puede elegir entre tomar Coca Cola o toda esa otra cosa que existe por ahí o tomar el agua que Dios creó. Lo mismo pasa con la fruta. Mire, cuando usted se come una fruta....
Yo estaba en Puerto Rico en una conferencia y me hospedaron en casa de una hermana misionera y cuando estábamos cenando ella me dice, ‘hermano Dunker, estas cápsulas para la diabetes, para la jaqueca, para el corazón, para...’ y me dio como 15 enfermedades y como yo soy médico, yo no quise contradecirla y tomé la medicina y me puse a ver cuál era esa sustancia mágica que podía hacer tantas cosas. ¿Y saben lo que era? Es un producto natural hecho de cáscara de frutas disecadas, pulverizadas y hechas cápsulas, y eso funciona.
Está demostrado que los vegetales tienen una sustancia que se llama residuos fibrosos, que son buenos para todo eso. Usted se come una naranja, por ejemplo, y cuando usted se come no solamente el jugo sino la parte blanca de la naranja, eso es bueno para todo: mejora la digestión, es bueno para la diabetes, para todas esas enfermedades. Dios puso en la fruta elementos para proteger nuestra salud, para desintoxicarnos. Pero el hombres se inventó el jugo de naranja artificial. Y usted va al supermercado, y ‘tengo un jugo de naranja’, es un fraude. No son jugos de naranja en verdad.
Una hermana que trabaja en Nueva York en una fábrica de jugos me dijo, ‘hermano Dunker, si usted ve cómo lo hacen, usted no se lo toma’. No tienen las vitaminas naturales, no tienen los residuos fibrosos, no tienen el tipo de azúcar que Dios puso en el jugo. Tienen azúcar artificial, tiene una serie de sustancias para darle color, para darle sabor y todo eso se está demostrando que hace daño.
Cuando usted vaya al supermercado acuérdese de mi. Y en lugar de comprar toda esa basura, compre frutas. Tenga en su casa frutas para comer. Eso fue lo que Dios hizo. Usted quiere sanarse por dentro, reconcíliese con el universo que Dios creó. Alabe a Dios comiendo lo que él hizo. Y coma productos integrales. ¿Sabe lo que significa eso? Que usted se come el trigo que Dios hizo, el arroz que Dios hizo, y no el que se ha inventado el sistema.
Yo he comentado en otra parte que hubo un momento en este país en que había tal prejuicio contra los negros que ellos querían blanquearlo todo, hasta la comida. Y entonces un sabio de esos descubrió que quitándole la cabecita al trigo hacían una harina blanquita como la quería el sistema. Y ese el pan blanco que usted a veces come. Un trigo desnaturalizado, un trigo al cual le han quitado los elementos nutritivos principales que Dios puso en él para comer.
Nos está engañando el sistema. Lo mismo pasa con el arroz. El arroz no es blanco, pero le quitaron la cabecita y se pone blanco. El azúcar no es blanca, pero le echan un poquito de cal y se pone blanca. Porque el sistema lo quería todo blanco. Así que cuando usted vaya al supermercado acuérdese de mi. Usted puede comer pan negro, pan blanco, bueno, escoja. Pero si usted quiere comer el pan que comía Jesucristo, el pan que Dios esperaba que comiéramos, exija pan integral. ¿Cuántos dicen amen?
Bueno, yo se que ustedes no se van a llevar de mi, porque la costumbre hace ley, pero se lo estoy diciendo. Dios me ha mandado a traerles este mensaje hoy para que ustedes no se dejen engañar del sistema y viva n más de acuerdo con el mundo natural.
En segundo lugar, para enfrentar los conflictos tenemos que lograr reconciliación con personas. Para vivir en paz necesitamos una actitud de reconciliación hacia todas las personas.
Les quiero dar unos pasajes de la Escritura que claramente nos describen esto. Miren este versículo tan hermoso, hermanos, qué hermosa palabra de Dios.
“Si es posible en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”
¿Cuántos dicen amen? Uno a veces lee esto, uno lee la Escritura y uno piensa que ese es un Dios caprichoso, mandando cosas simplemente por mandar. Pero Dios sabe que cuando perdonamos o cuando pedimos perdón, nos sanamos por dentro. Y nuestro cuerpo funciona mejor. Por eso este verso debe ser un reto para nosotros, estad en paz con todos los hombres.
El cristianismo es una doctrina de reconciliación. Los judíos no conocieron el misterio del perdón que viene después que Cristo muere en la cruz por nuestros pecados. Los árabes tampoco conocen la doctrina del perdón, por eso es difícil la guerra del Medio Oriente.
Pero es el Evangelio que nos dice la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado y nos capacita para perdonar y para pedir perdón.
Hay otro pasaje, nuestro Señor Jesucristo en el sermón de la montaña, “...si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele, estando tu y él solos, si te oyere has ganado a tu hermano”. Eso está en Mateo 18, es el discurso sobre el protocolo de Jesucristo para las relaciones interpersonales.
Ve y repréndele, no hagas chisme. No comentes con otro, ve a la persona. Jesucristo sabía que iban a haber problemas. Miren, este grupo que estoy mirando tan hermoso, heterogéneo es muy bonito verlo desde aquí. Pero, miren la convivencia, rozamos unos con otros. Por eso dice en tantos pasajes de la Escritura, “...soportándoos los unos a los otros”.
Yo te soporto a ti y tu me soportas a mi. Y eso obliga a que tengamos que pedir perdón. Hermano, perdóname que lo rocé un poquito. Te perdono. Hay que perdonar y pedir perdón y eso es lo que nos dice el otro pasaje, este si es del sermón:
“...si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano y entonces ven y presenta tu ofrenda”.
Hermanos, todos ofendemos. En toda clase de pecados, todos los pecados tienen el mismo tamaño. La diferencia está en que algunos se arrepienten y abandonan el pecado. Si vas a pararte aquí arriba, antes de subir Cristo te pide, examínate, no hables, no prediques, ni siquiera dejes que el sol se ponga sobre tu enojo, reconcíliate primero con tu hermano. Perdona, pide perdón.
¿Cómo puedes tu orar?, dice la canción, si no estás reconciliado. O sea, Dios nos pide que para acercarnos a él estemos en buena relación los unos con los otros. Que Dios nos ayude entonces a estas recetas claramente de la Escritura que nos muestran el camino de la reconciliación.
En tercer lugar, uno de los problemas más difíciles es revisar nuestras propias actitudes personales. La anterior.... exactamente. Miren las palabras de Jesucristo en el sermón del monte. Jesucristo es el gran conocedor de la naturaleza humana y dice Mateo 7:25
“... por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo”
O cómo dirás a tu hermano, déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí en el ojo tuyo. Hipócrita. Saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
Muchas veces viene a mi consultorio una hermana, a veces casada con un esposo inconverso, y está delante de mi y comienza a decirme, ‘ay, hermano Dunker, usted tiene que ayudarme con mi esposo. Mire, lo tengo ahí afuera. Ese hombre...’, y comienza a decirme las maldades de ese esposo y yo escuchando, y ay pero.... hermana, que pena que tenga un hombre tan..... déjeme ver a su esposo. Y entonces entra el esposo. Y esto me ha ocurrido varias veces cuando él está delante de mi entonces me dice él, ‘mire doctor, yo no quería venir a esta entrevista, pero ya que yo estoy aquí, déjeme decirle quién es esa mujercita que acaba de pasar por ahí...’ Y comienza este hombre a decirme de su mujer, a veces una esposa cristiana, y al final yo me digo a mi mismo, pero quién es el malo o la mala de esta película. ¿Qué piensan ustedes? Los dos, ni Juan, ni Juana, sino Juan y Juana.
¿Saben ustedes como yo me gano el dinero en mi consultorio de terapia familiar? Se los voy a decir aquí porque ustedes no van a Santo Domingo a decírselo a la gente. Pero a ustedes le voy a decir el secreto. Miren cómo yo me gano el dinero. Viene una pareja con problemas en su matrimonio entonces yo hablo con uno primero, el que está más ansioso y cojo todos los datos: ah, él hace esto, él hace esto, él hace lo otro. Y yo lo apunto, porque ya la experiencia y mi formación me han confirmado que todo lo que una mujer me dice de su marido es verdad. Eso escríbalo y después entra el marido y yo voy anotando todo lo que me dice de su mujer, y yo se también que todo lo que un marido me dice de su mujer es verdad. No se equivocan, saben más que cualquier psicólogo, pero de lo otro, entonces cuando yo tengo todo eso ahí, todo esos datos yo ya se que es lo que yo tengo que trabajarle en las siguientes citas.
Entonces la próxima cita yo sencillamente trabajo lo que ellos me han dicho. No hay ninguna magia. Yo trabajo lo que ellos me han dicho. Ellos vienen a consultas sucesivas, pero cada consulta me la tienen que pagar, usted ve. Pero yo estoy trabajando la misma cosa que ellos me han dicho. La moraleja de todo esto es que si un hombre escucha a su mujer y una mujer escucha a su marido, no necesitan terapeuta familiar.
Si usted aprende a escuchar, mire, yo le doy gracias a Dios porque he aprendido a escuchar a Fiorda Lisa. Yo antes pensaba, ‘pero Señor, si esta mujer como que no...’ pero después descubrí que es que la mujer tiene una manera diferente de ver las cosas. Precisamente lo que yo no veo es lo que ve Fiorda Lisa. Entonces si yo escucho a Fiorda Lisa nadie puede contra mi.
Entonces, así me gano yo el dinero. Yo se que ustedes no me van a hacer caso, por suerte, y que van a seguir viniendo al consultorio a pagarme la consulta, porque no van a escuchar a su pareja. Ustedes van a seguir diciendo, hay que cambiar a mi esposo, hay que cambiar a mi mujer. Doctor, mire, aquí se la traje. Esta mujer yo no la soporto. La culpa está en ella. 50, 50, mitad y mitad. Tenemos que aprender a ver la viga que está en nuestro propio ojo.
Yo apliqué eso en mi matrimonio y en una ocasión estelar que las cosas no funcionaban yo me fui a un sitio e hice esa oración. Le dije a Dios, ‘examíname, oh Dios, Fior dice que yo soy el malo. Examíname oh Dios y ve si hay en mi camino de perversidad’. Porque hasta ese momento yo solamente decía, Señor cámbiale el corazón a Fior. Yo pensaba que con eso se arreglaba el juego, porque ella era a la que había que cambiar. A partir de esa oportunidad Dios comenzó a mostrarme que habían unas cositas, no muy grandes, ustedes ven, pero algunas cositas.... algunas cositas que yo tenía que cambiar. Y con esa brecha Dios salvó mi matrimonio.
Hoy yo tengo un matrimonio feliz por la gracia de Dios. No por mi psiquiatría ni mi psicología, ni mi medicina, sino por la gracia de Dios. Porque él me enseñó a ver este camino abierto en el cual uno participa igual que su pareja de la crisis.
Entonces esa es la manera de combatir las actitudes perjudiciales. Cuando usted aprende a cambiarse, a observarse, no diga ‘yo soy así’. Usted puede cambiar. Eso es lo que hace el Evangelio, cambiar nuestras actitudes, crecer, santificación. Todo eso lo que implica es que usted se va asemejando a la persona de Cristo, a la madurez, a la estatura de Jesucristo. Un cristiano no puede decir ‘yo soy así y hay que aceptarme de esa manera’. Usted puede cambiar, que Dios le ayude hacerlo. ¿Cuántos dicen amen?
“Barro soy, moldéame Señor”, dicen tantas canciones. Que el Señor lo haga con nosotros.
Y en cuarto lugar, llegando a lo que para el psicólogo es la raíz del problema, los traumas familiares, yo quiero decirle que la clave para esto está en este versículo de la Escritura, y es lo que leemos en Efesios y en los 10 mandamientos, “honra a tu padre y a tu madre para que tu día se alargue, en la tierra que Jehová, tu Dios te da”.
Y luego, Pablo repite esto cuando dice “....honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y sea de larga vida sobre la tierra”.
Miren, hermanos, es una palabra que es una palabra dicha con toda la mayor inteligencia del mundo. El que inspira a Pablo a decir esto es un Dios que nos hizo y nos conoce. Y la verdadera raíz del trauma está en este versículo. El mandamiento es “honra a tu papá y a tu mamá”, tenlos en un pedestal. Y la promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra.
Recuerdan la ruta crítica que les presenté al final, que termina con la muerte prematura, pero comienza con el trauma familiar. Cuando usted se sana con papá, con mamá, sana la raíz que los psicólogos ven en el problema, y usted resuelve el problema de los traumas familiares.
Yo hablaba de esto en una reunión de jóvenes en la playa, en Boca Chica, República Dominicana y cuando termino de hablar, uno de los jóvenes, líderes del grupo se pone de pie llorando y me dice, ‘hermano Dunker, usted me dice que honre a papá y a mamá, pero papá fue un vagabundo, nos abandonó. Mamá se quedó con nosotros, nos echó para adelante y llegamos a ser personas por mamá. Y usted me dice que honre a papá como yo honro a mamá.’
¿Qué piensan ustedes? Es lo que dice la palabra de Dios. Honra al papá que yo te di, honra a la mamá que yo te di. Yo he tenido ese papá irresponsable, abusador en mi consultorio, y ¿saben lo que pasa cuando uno conoce la historia de ese papá? Que él también fue abusado en su niñez. Y ese hijo, sino se sana, va a seguir la cadena y va a reciclar el mismo abuso con sus propios hijos.
Por eso Dios dice, ‘tenemos que parar esa cadena de maldición’. Al papá que yo te di, perdónalo, hónralo y tenlo en un pedestal. ¿Cuántos dicen amen? A la mamá que yo te di, hónrala y tenla en un pedestal. Miren, y todo el psicólogo habla de psicoterapia en el fondo se reduce a eso, a una reconciliación con papá y a una reconciliación con mamá. Eso, a veces es un camino tortuoso y difícil, pero cuando usted lo hace se sana por dentro. Que Dios le bendiga y le ayude a hacerlo.
Finalmente, tengo que añadir un punto, porque aquí termina el psicólogo, pero nosotros tenemos que añadir un punto adicional y es la reconciliación con Dios. Hemos visto la reconciliación con el mundo natural, la reconciliación con uno mismo, reconciliación con la gente, la reconciliación con los padres, de todo eso habla la psicología, pero hay un punto que es la raíz del problema, y es la muerte espiritual del hombre, la separación de Dios.
Es por eso que nos apartamos de su propósito santo y vienen todas las consecuencias, como es la enfermedad. Y qué interesante que un hombre como Pascal se le atribuye esta expresión. El dijo “nuestra alma tiene un vacío con la forma de Dios y mientras Dios mismo no llena ese vacío estamos insatisfechos.” ¿Cuántos dicen amen?
Dios nos hizo para él. Y nuestra alma mientras no se llena de él, se llena de diocesillos substitutos que buscamos en el mundo, pero que no logran satisfacer el alma humana. Como dijo Jesucristo a la mujer samaritana “...el que bebiere de esa agua volverá a tener sed, más el que bebiere del agua que yo le daré será en él como una fuente que salte para vida eterna”. ¿Cuántos alaban a Dios? Bendito sea su nombre.
Por eso una investigación médica realizada en California, esto salió en una revista Selecciones, con una población de varios miles de personas, ellos demostraron que las personas que van a la iglesia como ustedes que vienen cada domingo a la iglesia, se enferman menos que los que no van a la iglesia. ¿Cuántos dicen amen?
Y cuando se enferman les va mejor en su enfermedad que la gente que no tiene fe. Y viven más años. ¿Cuántos alaban a Dios? ¿Cuántos quieren dar un aplauso a Dios? Un aplauso.
Porque, hermano, usted dice venir aquí, alguna gente dirá, perder el tiempo, pero le voy a dar una buena noticia. Mire, cuando ustedes vienen aquí, esto vale, hermano, venir al culto, ustedes creen que tiene valor emocional y del punto de vista sanitario, esta oportunidad de encontrar gente, saludarla, abrazarla. Dios te bendiga. ¿Ayuda eso? Ayuda.
Cuando usted está de pie y comienza a alabar a Dios y levanta sus manos, se entrega a la alabanza. ¿Tiene que ver eso algo con la vida interior? Eso es igual que gimnasia aeróbica, se va todo el estrés. Y cuando usted se para a escuchar la predicación para ayudarle a vivir una vida más ordenada, ¿cuál es la diferencia? La diferencia es que usted el domingo diga, ¿qué voy a hacer? ¿qué hago hoy? Entonces se pone a inventar cada domingo y se inventa cosas que terminan haciéndole daño. Por eso esta estadística nos muestra que venir aquí a alabar a Dios, repercute sobre toda nuestra salud interna.
Sea bendito su nombre. A él sea la gloria. A él sea la gloria. Por eso podemos concluir, las 5 reconciliaciones, como combatir el estrés, reconciliación con el mundo natural. Cómo combatir los conflictos siguiente, reconciliación con la persona, perdonar y pedir perdón. Cómo combatir las actitudes perjudiciales, reconciliación con uno mismo, un espíritu de autocrítica. Cómo combatir los traumas familiares, reconciliación con papá y mamá. Y finalmente cómo combatir la muerte espiritual, reconciliación con Dios.
Y esto nos lleva al pasaje que tuvimos al principio. Miren hermanos, qué hermoso. Amen. “será, -esa es la promesa. Agárrese de ahí, hermanos,- como un árbol plantado junto a corriente de agua que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae y todo lo que hace prosperará”. Bendito sea su nombre. Amen. Amen.
Vamos a orar. Vamos a orar. Quisiera invitarles a orar y si usted quiere hacer una oración especial, póngase de pie en este momento. Y yo espero que algunos de ustedes van a hacer decisiones en su corazón, van a hacer decisiones en su corazón, decisiones para cambiar su estilo de vida, para cambiar su estilo de vida. Algunos van a tomar decisiones para perdonar o pedir perdón a su pareja, o a alguna otra persona. Algunos van a perdonar a papá. Usted va a tomar la decisión de perdonar a papá. Eso es sanidad interior. Y es posible que haya alguien aquí también que no ha recibido a Jesucristo como su salvador personal, y que en esta mañana quiere decir, yo recibo a Jesucristo como mi salvador personal.
Yo quisiera invitarles, si alguno quiere venir aquí al frente, yo quiero hacer una oración por usted, porque usted va a hacer cambios en su vida. Yo quiero dar esa oportunidad de que venga aquí al frente para que podamos tener esa oración. Amen. Ventan aquí al frente. Si usted quiere hacer cambios en su vida, cambio en su estilo de vida, si usted está decidiendo perdonar, si usted está decidiendo pedir perdón, si usted está decidiendo recibir a Jesucristo como su salvador persona, si usted quiere que esta palabra llegue a usted y que este domingo signifique un cambio de dirección en su vida, yo le invito a venir aquí al frente para que participemos de esta oración.
Padre nuestro, muchas gracias por tu palabra. Gracias porque es una lámpara que nos alumbra en medio de las tinieblas de este mundo. Señor, el mundo tiene mucha tecnología, muchos conocimientos, pero no tiene la luz de la vida. Eso se encuentra en tu palabra. Muchas gracias, Señor, porque no estamos perdidos en el mundo. Gracias porque hay un camino, una orientación que podemos seguir.
Yo quiero pedirte, Señor, por mis hermanos en esta mañana, especialmente por los que han venido al frente. Señor, algunos de ellos han decidido perdonar, otros han decidido pedir perdón, dales la voluntad de hacerlo tan pronto sea posible, Señor. Perdonar a papá, perdonar a mamá, a los hermanos, a los tíos, al esposo, a la esposa, al amigo, al compañero de trabajo, oh Señor, da espíritu de perdón, de reconciliación en tus hijos para que haya sanidad interior.
Señor, y algunos también han venido para recibir a Jesucristo como su salvador personal, tu lo conoces. Señor, que no salgan de aquí sin esa decisión que es el boleto a una nueva vida, Señor.
Oh, Señor mira sus corazones. De cada una de estas personas que toma decisión en este momento que este día marque un nuevo rumbo en sus vidas. Oh Señor, yo los bendigo en tu nombre, los bendigo para que disfruten la vida abundante que tu prometes en el Evangelio para que les vaya bien en su salud, en sus cuerpos, en sus emociones, para que les vaya bien en sus matrimonios y para que sean ciudadanos efectivos y responsables en medio de esta sociedad corrupta. Los bendigo en tu nombre, Señor. gracias, porque tu lo harás en el nombre de nuestro Señor y salvador Jesucristo. Amen. Amen. Gracias, hermanos, Dios les bendiga.