El don de sanidad (Parte 2)

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Siempre he tenido la intención de volver y continuar hablando del Espíritu Santo, de que la vida cristiana es una vida de poder. De hecho, la temática devocional, como dijimos esta tarde, ha sido poder, el poder de Dios y su intervención. Me encantó lo que decía allí, es un poquito más complicado, dice, ‘.... no es con fuerza ni poder sino con tu santo espíritu..’

Lo que habla de fuerza y poder es la fuerza humana. No es con espada ni con ejército, dice otra versión. No es con caballos, no es con los recursos humanos, es en el espíritu que el pueblo de Dios pelea sus batallas.

Y por eso es tan importante que nosotros sepamos cómo utilizar los recursos del Espíritu Santo en nuestras vidas, porque Dios ha provisto su espíritu para ayudarnos a navegar todas las situaciones de la vida. Por eso se habla de dones del Espíritu Santo, carismata en el griego original, quiere decir, es como regalos, provisiones que Dios le ha dado a sus hijos para que ellos puedan llevar a cabo las tareas de la vida y se lo ha provisto también a su iglesia para que la iglesia pueda llevar a cabo todas las tareas que Dios le ha encomendado.

Por ustedes recordarán que cuando Cristo envía a los discípulos, a los 70 a ir a las diferentes aldeas y predicar el Evangelio del Reino, ¿qué hace él primero? Dice que les dio poder sobre los demonios, les dio poder para sanar enfermedades, y les dio poder para declarar el shalom, la paz de Dios dondequiera que entraran. Ese es el poder que nosotros tenemos.

Si el Señor te da una tarea, él te da también los recursos para que la puedas alcanzar. Recuerda eso siempre. Si él te dice, ‘id por todo el mundo uy predicad el Evangelio a toda criatura’, él dice también, ‘todo poder me es dado en la tierra y en el cielo, por tanto vayan’.

En otras palabras, ese poder lo tienes tu también. Y la vida cristiana es una vida de poder, por eso a Dios le interesa tanto que nosotros nos grabemos eso. La vida cristiana no es solamente de rutina, de venir a la iglesia, escuchar un sermoncito, cantar dos himnitos y leer una palabrita y entonces irse tan deshechos y tan deprimidos y destruidos como entramos.

No, la vida cristiana es una vida para fortalecernos en el espíritu de Dios y para descabezar gigantes, para derribar muros, para escalar montes y para subir las alturas más excelsas. A eso es que Dios nos ha llamado. Los dones del Espíritu Santo son para eso y mi deseo, mi propósito en estas semanas ha sido, de nuevo, renovar nuestra mente, renovar nuestra visión. Yo veo aquí, veo mucha gente nueva, veo gente que han conocido al Señor recientemente, veo gente que está buscando de Dios, estamos en diferentes etapas de cocción. Algunos están ya well done, y otros están rare, eso quiere decir que están todavía sangrando, todavía el viejo hombres está vivito y coleando, no es tan viejo, es jovencito, de paso.

Pero no, estamos en diferentes etapas, pero para todos, hermanos, yo deseo en el nombre del Señor que ustedes y yo sepamos que la vida cristiana es un asunto sobrenatural y que lo que la hace sobrenatural es la presencia del Espíritu Santo en nosotros, el ministerio del Espíritu Santo en nosotros. Por eso estos sermones están calculados en el espíritu para infundir en nosotros una mentalidad sobrenatural.

Hay mucho evangélico que tenemos una mentalidad más bien como genérica, creemos en la Biblia, creemos en Cristo cada Señor, pero hay cantidad de textos que no nos hablan, porque los hemos neutralizados. Y como que subconscientemente decimos, no, eso no es para mi, eso es para hace años atrás cuando se hacían estas cosas. Pero no, la vida sobrenatural es para ti y para mi.

Yo pensaba, esta es una larga introducción, pero está bien, ya estoy en el sermón. De paso, miren, para que ustedes sepan donde me estoy anclando, Primera de Corintios, Capítulo 12. Recuerden que los últimos sermones que prediqué estaba yendo a través de los diferentes dones del Espíritu Santo. Y en el versículo 7 del Capítulo 12 de Primera de Corintios, Pablo dice:

“.... pero a cada uno le es dada la manifestación del espíritu para provecho....”

Pongan atención, dice ¿a quién? ¿A algunos? A cada uno. Es decir, pon tu nombre allí, a cada cristiano, a cada persona que tiene el Espíritu Santo dentro de él o de ella, le es dada una manifestación del Espíritu Santo, de alguna manera el Espíritu Santo encarna en ti con su poder, y Dios ha puesto en ti una gracia, Dios ha puesto en ti un recurso, Dios ha puesto en ti algo especial.

Yo veo aquí a mi hermana Miriam asintiendo, no te quiero poner on the spot ¿verdad? pero está bien, tu estás acostumbrada a estar on the spot. Porque yo veo aquí a mi hermana que yo la he visto activarse en el espíritu. ¿Si o no? Amen. En los últimos meses, ¿cuántos años tu tienes aquí viniendo a la iglesia? 4 años y pico, tu y tu familia. Como el Señor, yo no hubiera pensado que te iba a ver haciendo las cosas que tu estás haciendo ahora con los jóvenes y llena del fuego del espíritu, y aquí haciendo desorden con Janette también al lado, y ministrándole a personas, y ministrando sanidad, aconsejando.

Pero lo que en el llamado de Pablo a Timoteo, ‘te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti..’ El don de Dios está en nosotros, el problema es que no lo activamos muchas veces, lo dejamos ahí adormecido, we don’t click on it. No lo activamos, pero ¿saben qué? hay que comenzar a moverse por fe.

Ahora, muchas veces los cristianos si no nos alertan a estas cosas desde el púlpito o desde el salón de enseñanza, no entendemos entonces vivimos una vida cristiana muy limitada en poder y en su alcance. Pero yo quiero que tu sepas que dentro de ti hay una chimenea con un fuego muy poderoso. Hay una reserva de poder más que nuclear dentro de di.

La pregunta es ¿qué vas a hacer con eso? ¿Lo vas a dejar ahí contenido o lo vas a comenzar a manifestar? Solo necesitas que tu creas que cada uno, yo y comienza a manifestar el poder de Dios en tu vida. Entonces, eso es lo que tenemos que hacer y por eso es que estos sermones los estamos predicando en ese sentido.

Entonces Pablo dice: “... a cada uno manifestación del espíritu para provecho...”

Digan todos, ‘provecho’. Usted sabe para qué es el poder de Dios en su vida. Para que usted tenga provecho. ¿Provecho para qué? Bueno, provecho para su vida financiera, provecho para su vida matrimonial, provecho para su vida familiar en total, provecho para su vida física, su sanidad física, provecho para su salud emocional, provecho para predicar el Evangelio, provecho para ministrarle a otros, provecho para ser un maestro en la congregación, provecho para aconsejar a alguien cuando tiene necesidad, provecho para cuando el diablo quiere destruir tu vida, tu ponerte de pie y decir, lo siento, por aquí tu no pasas, provecho para hacer las obras de Dios para provecho.

Los dones de Dios son dados para que nosotros podamos aprovecharlos y hacer el trabajo de Dios aquí en la tierra. Por eso yo no comulgo con aquellos que a veces muy bien intencionadamente dicen que ya los dones del Espíritu Santo cesaron. Hay una doctrina evangélica en muchas iglesias, que se llama el cesacionismo que quiere decir que ya los dones cesaron de operar, porque ya no se necesitan. ¿Dónde se engendró un mamarracho de ese tipo?

Como no vamos a necesitar en el siglo XXI necesitamos más el espíritu que en el siglo I, este siglo está más empedernido que el siglo I y si hoy en día la iglesia de Jesucristo no usa los dones del Espíritu Santo, no vamos a alcanzar jamás lo que necesita alcanzarse en este tiempo, más que nunca.

No hay lógica en la idea de que Dios ahora ya dice, no, ustedes no necesitan de los dones del Espíritu Santo. Una locura. Más que nunca la iglesia hoy en día está necesitada de las manifestaciones del poder de Dios para provecho nuestro y provecho del Reino de Dios.

Entonces Pablo dice, habla de diferentes dones, “.... a uno le es dada palabra de sabiduría,.... –ya hablamos acerca de eso, no voy a entrar en mucho detalle. De nuevo, consulte los sermones que están en el Internet- “.... a uno le es dada palabra de sabiduría, a otro palabra de ciencia o conocimiento,... – gnoseos como dice en el griego original. Ya hablamos acerca de lo que más o menos entendemos por el don de ciencias o conocimiento- “..... según el mismo espíritu, a otro fe por el mismo espíritu....”

Esa fue la última intervención que yo hice acerca de los dones. Discutimos tres dones: ciencia o conocimiento, sabiduría y fe. Y ahora el Apóstol Pablo dice:

“.... y a otro dones de sanidades.....”, carismata iamaton en el griego original.

Digan todos, carismata iamaton. Ya son unos expertos en griego imagínense. Impresione a sus colegas en el trabajo mañana y dígale ‘yo tengo el carismata iamaton’. Y le van a decir, ‘¿con qué se come eso?’

“.... y a otro dones de sanidades por el mismo espíritu....”

Sabe, mi hermano, que Dios le ha dado a su pueblo dones de sanidades. Ahora, los dones se pueden manifestar en dos maneras. Los dones se pueden manifestar en una forma muy concentrada y muy especializada en una persona que decimos tiene el don de sanidad, por ejemplo, un Benny Hinn, con todas sus arrugas y todos sus problemas y defectos, yo creo que es un hombre que se mueve en la unción sanadora de Dios. Un Yiye Ávila, jibarito, ex jugador de baseball y levantador de pesas, pero un hombre lleno del Espíritu Santo, ochenta y pico de años tiene ya, una carrera preciosa de sanidad. Nadie puede negar que estas personas tienen algo extraordinario en sus vidas. Y hay personas que se mueven en el don de sanidad y a veces Dios da esos dones en una forma concentrada en una persona para que lleve a cabo un apostolado, para que lleve a cabo una obra de evangelismo, etc.

Pero también, ¿saben qué? Yo creo que el don de sanidad se puede manifestar en la vida de cualquier creyente, en cualquier momento también. Dios te puede usar a ti, no te escondas detrás de la idea de que el don de sanidad es solamente para un grupo escogido de personas. No, lo bello de esta administración del Espíritu Santo en que vivimos, es que Dios distribuye sus dones a su pueblo, y que dice aquí a uno le da una cosa, a otro otra.

¿Quién sabe si un día tu eres uno de esos otros, o ese uno que Dios usa para sanar a alguien en el nombre de Jesús? Y por eso es que nosotros no podemos desperdiciar cualquier oportunidad para ministrarle a alguien en el nombre de Jesús sanidad. Porque tu no sabes en el momento en que Dios te va a usar a ti. Yo se una cosa, que el Espíritu Santo mora en mi y que cuando el Espíritu Santo quiere manifestarse en sanidad o en palabra de sabiduría o palabra de conocimiento, él lo puede hacer. Lo que necesita es una persona disponible.

A mi me encanta, por ejemplo, aquí había un grupito de hermanas, y había una hermana visitante encinta y estaban orando por ella, y yo creo que la llenaron de.... a la pobre, ella no sabía que iba a meterse en tanto lío aquí. Alguien vino una vez, sacó.... ¿dónde pusieron el aceite? No se lo vayan a llevar para la casa, ¿sabe? Ah, bueno, está ahí, ok. Cuidado, eh. Pero estaban orando, le cayeron encima como tres o cuatro ministrándole a la hermana porque Dios es un Dios sanador, porque podemos orarle al Señor para fortalecer nuestras vidas.

Podemos orarle al Señor no solamente para que nos sane, sino para que nos mantenga en salud, para que mantenga alejada la enfermedad de nuestras vidas, para que nos de vidas saludables. ¡Aleluya! Tu puedes orarle al Señor por tu salud. El don de sanidad es un don para el pueblo de Dios y cómo vamos nosotros a abandonar ese precioso recurso que tenemos en nuestras manos.

No permitamos que la ciencia nos arrebate el llamado de orar para sanidad sobrenatural. Yo amo a los médicos, déjenme decirles. Me apresuro a decirles que yo le doy gracias al Señor por los médicos. A veces somos muy mal agradecidos con los pobres médicos y vamos al hospital, rengueando y nos dan una medicina y salimos bien, y después decimos, yo no le doy nada de crédito a los médicos. Que mal agradecido somos. Dele aunque sea un poquitito de crédito y dale gracias al Señor también. Pero a veces queremos ser más santo que el Papa, no más católico que el Papa. Hay que darle gracias al Señor por la ciencia.

Pero habiendo dicho eso, les quiero decir también, hermanos, que porque vivimos en un siglo donde la ciencia ha hecho muchos avances, no podemos dejar de creer y practicar en el don de la sanidad sobrenatural también. Tenemos que renovar nuestra mente en ese sentido. Dios quiere moverse para sanar a los enfermos. Y yo les digo, hermanos, que yo vivo continuamente como el criado de Elías, cuando Elías lo envía a ver desde la montaña si venía la lluvia que había sido prometida. ¿Usted recuerda eso? Años sin llover y Elías dice, ‘ahora ya puede llover porque están todas las cosas arregladas’.

¿Sabe lo que pasa? Déjenme decirle una digresión aquí también. Nosotros estamos... no llueve espiritualmente porque Baal está sentado donde no debe estar sentado. Hasta que Baal no sea cortado y quitado, la iglesia de Jesucristo no va a ver la lluvia que tiene que ver. Baal necesitaba, y sus profetas tenían que ser desterrados de Israel para que cayera la lluvia.

Nosotros muchas veces cantamos, clamamos, manda la lluvia. Yo creo que la lluvia viene. Yo creo que la lluvia viene. Yo puede casi oír el ruido de la lluvia que viene, pero creo también que primero hay que poner la casa en orden. La iglesia necesita poner la casa en orden. Baal tiene que ser quitado de las calles de Israel. Dios necesita enviar sus profetas para que pongan en orden. Antes de Dios hacer liberación siempre tiene que derribar el ídolo.

Cuando Gedeón es llamado a liberar a Israel de la opresión de los madianitas, lo primero que se le manda hacer es cortar el ídolo de Acera y cuando se corta el ídolo entonces viene la bendición de Dios y la liberación. El caso es que cuando Elías manda a su criado, lo mandó varias veces, porque Elías había dicho, ‘Va a llover’, y lo manda muchas veces a ver y finalmente el criado dice, ‘si, veo una nubecita del tamaño de un puño’. Y entonces Elías dice, ‘pues, prepárate porque la lluvia ya viene’.

Y yo creo asimismo, hermanos, yo estoy esperando el derramamiento del poder del Espíritu Santo sobre la iglesia en este tiempo. Yo estoy esperando avivamiento. Yo estoy esperando la renovación de los dones del espíritu porque yo creo que eso es necesario para que se pueda dar la cosecha que Dios quiere dar en este tiempo, para que podamos corregir un poco lo que está pasando en este mundo. Yo creo en eso.

Y por eso es que tenemos que orarle al Señor, ‘Padre, renueva tus dones’. Tenemos que desarrollar el hambre, el apetito en nuestro espíritu, porque si una iglesia no clama, si una iglesia no tiene hambre de las manifestaciones sobrenaturales del poder de Dios, el poder de Dios no va a descender sobre su pueblo. Y por eso es que la iglesia tiene que estar deseando, anhelando como la mujer encinta deseando ya dar a luz.

‘Señor estamos necesitados de una visitación tuya. Queremos que tus dones de sanidad se manifiesten para nosotros poder hacer la obra del Espíritu Santo’.

Yo quiero obrar una iglesia que pueda orar, imponer manos y que los enfermos sean sanados, porque eso está en las páginas de la Escrituras. Y por eso es que dice “... dones de sanidades....”

Y tenemos que entender que desde el principio mismo de la historia Dios se ha identificado como el Dios que sana nuestras enfermedades. Vaya conmigo un momento al libro de Éxodo, Capítulo 15, yo no se si voy a poder terminar todo lo que me proponía. Este sermón está resultando ser muy diferente al de la mañana, pero es el tema mismo de la sanidad. Y esta mañana, sentado allí, el Señor me recordó antes de comenzar el servicio este bello texto.

Éxodo 15, versículo 22, dice “.... e hizo Moisés que partiese Israel...” – los israelitas están en el desierto, están en lugares secos, desérticos, no hay agua por ninguna parte. Están dando vueltas en el desierto. Dice, “... y salieron al desierto de Shur y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua, y llegaron a Mara – Mara quiere decir amargo- “... legaron a Mara y no pudieron beber las aguas de Mara porque eran amargas, por eso le pusieron el nombre de Mara. No son las maras esas de por allá de Centroamérica, de paso.

Dice, “... entonces el pueblo murmuró contra Moisés y dijo, ‘¿qué hemos de beber?’ Y Moisés clamó a Jehová....”

Para que se de la sanidad, hermanos, lo primero que tenemos que hacer el clamar al Señor. La palabra dice, ¿por qué no reciben? Porque no piden. Moisés era un hombre que sabía lo que había que hacer cuando había una necesidad. Esta agua estaban enfermas.

Miren la conexión aquí. No se trata de sanidad de un cuerpo enfermo, pero se trata de la sanidad de aguas que necesitan ser sanadas. Dios es el Dios de la sanidad para cualquier situación, no hay límites a lo que Dios quiere hacer. Tu sanidad puede ser de naturaleza emocional y Dios quiere sanar tus emociones. Tu sanidad puede ser de naturaleza espiritual, hay quizás alguna opresión en tu vida, alguna adicción de algún tipo, alguna opresión demoníaca.

Mira, Dios quiere sanarte en esa necesidad también. Y quizás tu necesidad sea de sanidad física, en alguna parte de tu cuerpo. Dios dice ‘yo puedo intervenir en ese aspecto de tu vida’. No importa cuál sea.

Para mi esta aguas amargas son símbolo de algo que nosotros necesitamos. Las aguas han sido hechas para refrescar, para saciar la sed, para dar vida, pero muchas veces esas aguas están amargas, como muchas veces, yo creo que Dios ha llamado nuestra vida para experimentar salud, vigor, energía, pero nuestras aguas físicas, o emocionales, o mentales, o espirituales están amargadas e impiden que nosotros podamos disfrutar de algo que Dios ha creado para nuestra bendición.

Pero muchas veces ¿qué hacemos nosotros? Nos quejamos como se quejó el pueblo. Y entonces simplemente decimos, ‘oh, Dios tu no estás siendo fiel’. Hermano, ¿qué decíamos el domingo pasado? Por nada estéis afanosos sino sean conocidas vuestras peticiones.

Cuando tu tengas una necesidad de sanidad, o cuando haya alguien en tu familia, o en algún sitio cerca de ti, bajo tu influencia que necesita sanidad ora en el nombre del Señor, unge con aceite, ejercita el don que está dentro de ti. Pon a desarrollar el don en tu vida. Seamos, hermanos, que siempre andemos con nuestra botellita de aceite Goya en la cartera o en el bolsillo. Siempre listo.

A mi me encantan esas viejitas pentecostales que nunca les falta un poquito de colorete y una botellita de aceita para ungir a los enfermos. Eso es lindo, hermanos, eso es precioso y nosotros tenemos que usar la unción y los dones que Dios ha puesto en nosotros. Es la única manera que vamos a ver los milagros que Dios quiere que se den, que gracias a Dios que Moisés sabía lo que tenía que hacer, en vez de quejarse él clamó a Jehová. ¿Y qué dice aquí? Dice que:

“... y Jehová le mostró un árbol – esta es una de las imágenes más poéticas que hay en toda la Escrituras, aguas amargas y venenosas y Dios le muestra un árbol. Un árbol es algo como que sugiere vida, sugiere belleza, sugiere nutrición, sugiere ministerio. Le mostró un árbol, y cogieron ese árbol, interesantemente lo arrancaron, quizás era un arbusto de algún tipo o algo, arrancaron ese árbol que manifestaba vida y lo echaron en las aguas. ¿Y qué pasó con las aguas? Las aguas se endulzaron, perdieron su calidad mortífera, dañina.

Ese es el poder de Dios cuando entra, es el poder sanador de Dios, cuando entra a cualquier situación. Hay mujeres que su vientre está amargado, no dan vida. Hay hombres cuya mente está amargada y no dan vida. Hay jóvenes cuya sensibilidad está amargada y no hay vida que sale de ellos, no pueden funcionar, no pueden salir adelante, están atorados y se necesita que la vida de Dios venga y sane esos lugares.

Yo se que habla de sanidades en el sentido físico. Pero, no, el don de Dios para sanar es multifacético, dondequiera que hay enfermedad de cualquier tipo, el poder sanador de Dios pueden entrar. Recuerda eso siempre. Tu eres un árbol, tu eres un agente sanador. En esta ciudad se necesita gente sanadora, gente con el espíritu de Dios, gente llena del Espíritu Santo, gente con una visión guerrera, gente que sepa que tenemos dentro de nosotros el poder vivificador de Dios. Tu tienes la vida de Dios dentro de ti, tu puedes sanar las aguas de esta ciudad. Esta ciudad necesita sanidad.

Dice, “... y las aguas se endulzaron y allí les dio estatutos y ordenanzas y allí los probó...”

Y miren la conexión, mire lo que dice Dios, “... y dijo, ‘si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad.....”

Por eso es que yo se que la mente de Dios hizo la conexión entre esas aguas que se sanaron y la sanidad física, porque Dios una vez le dijo ‘esto que ustedes han visto, esto no es nada. Yo les quiero decir algo, si ustedes caminan en mis mandamientos y se ordenan según mis estatutos y me obedecen, yo les voy a dar sanidad a todo lo que tenga que ver con sus vidas.’

Entonces, le dijo “.. si ustedes hacen esto ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti porque yo soy Jehová, tu sanador...”

Ese es uno de los nombres de Dios, Jehová rafa, Jehová el sanador. Dios, la esencia de Dios es sanar, así como Dios es amor, también es sanador. Dios no es sanador en términos genéricos, sino es ‘Yo soy Jehová, tu sanador’. Recuerda eso siempre.

Dios siempre se identifica como el sanador por eso es que nosotros no podemos estar contentos o mejor dicho conformados con las enfermedades que hay en nuestra vida. Nosotros tenemos siempre que estar clamando y tocando al Señor, cualquier situación que haya en tu vida, cualquier enfermedad de cualquier índole, mira, sigue tocando tu al Señor, no te conformes, sigue clamando al Señor y pidiendo, ‘Señor, yo necesito esa sanidad’. No te conformes con un estado de ansiedad, de depresión, con una enfermedad física, con cualquier tipo de enfermedad, sino recuerda que Dios ha dicho ‘Yo soy tu sanador’.

Recuerda esa imagen de ese árbol cayendo sobre aguas amargas, y recuerda que eso es, cuando el Evangelio entra a tu vida, donde el Espíritu Santo entra a tu vida es para sanar tu vida, y es para que tu seas un agente de sanidad a otros también. Yo soy Jehová, tu sanador.

Miren en Éxodo, Capítulo 23, versículo 25 también, dice allí “... más a Jehová vuestro Dios serviréis y él bendecirá tu pan y tus aguas y yo quitaré toda enfermedad en medio de ti....”

Esa es una promesa; o Dios exageró o mintió o no sabía sus limitaciones, o estaba diciendo la verdad, toda enfermedad. Dios quiere un pueblo, yo creo que Dios quiere un pueblo sano, hermanos. Ahora, yo entiendo bien que hay enfermedades y hemos orado y hemos hecho todo lo que está de nuestra parte. Pero lo que yo quiero decir, está bien, eso no te impide vivir una vida feliz, si tienes una condición pero sigue clamando al Señor, pon tu mente en la intención de Dios, pon tu mente en esas promesas.

¿Por qué mirar las promesas negativas si hay tantas promesas positivas? Yo soy Jehová tu sanador. Yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti.

Mire otro pasaje, Deuteronomio 7:15, y fíjese que todas estas cosas están condicionadas a vivir en el Señor. Hermanos, yo creo que si la humanidad pusiera en práctica la palabra de Dios, hace tiempo que se hubiera desterrado la enfermedad de la tierra. El problema está en que la hemos contaminado con el pecado, y aún la iglesia como comunidad no vive a la altura que Dios pide. Yo se que hay otros misterios que intervienen también en la vida humana.

Pero continuamente Dios le dio a los hebreos... yo creo que si los hebreos hubieran caminado con el Señor siempre, como comunidad, como pueblo, Dios hubiera cumplido esa promesa y hubiera desterrado completamente la enfermedad. Pero claro, cayeron, se corrompieron y desobedecieron al Señor.

Deuteronomio 7:15, dice: “.... y quitará Jehová de ti toda enfermedad y todas las malas plagas de Egipto que tu conoces, no las pondrá sobre ti, antes las pondrá sobre todos los que te aborrecieren....”

Promesa de sanidad, dones de sanidad. Y uno de mis favoritos es el salmo 103, versículo 3, lo se de memoria, pero lo voy a buscar de todas maneras por si acaso. Dice, “... bendice alma mía Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios, él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias....”

El que sana ¿qué? Todas tus dolencias. Usted ve que una y otra vez el Señor habla en términos abarcadores, completos. El que sana todas tus dolencias. Yo veo una y otra vez, hermanos, esa idea de un Dios que quiere que el don de sanidad corra a través de su pueblo y Dios quiere activar nuestra mente para creer en eso y para que nosotros tengamos la expectativa de sanidad.

Yo creo que si nosotros logramos abrirnos como se abre un radar o un satélite para emitir ondas y recibir ondas, si nosotros abriéramos nuestra fe y nuestra expectativa al Dios que quiere sanar, y pudiéramos remover, quitar la membrana de incredulidad que hay en nuestros corazones y nuestras mentes, que hay crecido y se ha endurecido por la ciencia y la crítica que hemos absorbido en tantas maneras, este mundo continuamente está bombardeándonos con incredulidad. Y se hace difícil cuando un hombre, una mujer quiere despertar de ese sueño pesadillezco y entrar en la capacidad para creerle a Dios, descubrimos que tenemos una banda de metal alrededor de nuestra mente que no nos deja creer y queremos creer, pero hay algo que nos tropezamos con una pared de vidrio. No podemos entrar en la medida de la fe que Dios quiere, y así está la iglesia actualmente.

Por eso la palabra dice que nos transformemos por medio de la renovación de nuestro entendimiento para que podamos comprobar la buena voluntad de Dios. Yo creo que tenemos que pedirle, ‘Señor, renueva nuestra mente, quita la mente incrédula, quita la mente crítica, quita la mente demasiado lúcida para que como niños podamos creer que tu puedes sanar nuestra vida, y usarnos como agentes de sanidad también; que tu me puedas usar como un instrumento de sanidad.

Nuestro problema no es que somos ignorantes, nuestro problema es que sabemos demasiado. Y Cristo dijo “... si no hicieres como niños no entraréis, no veréis el Reino de Dios...”

Yo creo que lo que tengo que pedirle al Señor, ‘Señor, hazme inocente y quita esta lucidez diabólica que ha sido inducida en mi mente y hazme capaz de creer que Caperucita Roja todavía puede caminar en medio del mundo y que tu puedes hacer los milagros que tu dices en tu palabra que tu vas a hacer, y que podamos como niños creer en la magia, creer en el milagro, creer en el brote de lo sorprendente y lo raro y lo mágico.’

Esa mentalidad estéril del hombres moderno, con toda su ciencia y toda su razón tiene que ceder a la mentalidad del niño que puede creer cualquier cosa, que si Dios le dice, ‘mira no solamente la ballena se tragó a Jonás, sino que Jonás se tragó a la ballena’, que se lo pueda creer y decir ¿por qué no? En vez de estar buscando por allí explicaciones vanas a los milagros de Dios.

Y eso es lo que tenemos que creerle que Dios quiere sanarnos. El pueblo de Dios necesita abrirse, que se abra el satélite como se abren los brazos cuando está en el espacio para recibir las ondas divinas y entonces canalizarlas hacia la tierra, canalizarlas a un mundo que necesita hombres y mujeres que crean.

Hermanos, nosotros tenemos que movernos en esa mentalidad sobrenatural y tenemos que decir, de nuevo, esa idea de que toda situación Dios la puede controlar, en toda enfermedad Dios puede ministrar, no importa cuál sea.

Mire el ministerio de Jesucristo, estamos hablando en el Antiguo Testamento. Vamos ahora al Nuevo Testamento donde el Señor Jesucristo muestra lo que es su naturaleza personal. En el Evangelio según San Lucas, antes de el Señor comenzar su ministerio, él se identifica de esta manera.

Lucas, Capítulo 4, versículo 18. “...El espíritu del Señor está sobre mi por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres, me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor...”

En otras palabras, miren la naturaleza misma, la esencia misma del ministerio de Jesús es sanar. La naturaleza misma del ministerio de Jesús es libertar a los cautivos del diablo, sanar a los oprimidos, sanar a las personas que necesitan liberación. No importa cuál sea la condición, no importa cuál sea la situación, Dios tiene el poder para hacer esto.

Mateo, Capítulo 4, ver 23, dice; “... y recorrió Jesús toda Galilea enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo..”

Toda enfermedad, toda dolencia, el Señor la sanó. Una de las cosas que a mi me impresiona del ministerio de Jesús es que cuando alguien se acercaba a él, él lo sanaba. Yo nunca he visto a Jesús alguien acercase a él y decirle, ‘lo siento, no te puedo sanar’, y seguir su camino. A veces el Señor detenía por un momento su obra sanadora, pero siempre terminaba sanando al enfermo. Y sanó a paralíticos, sanó a ciegos, sanó a muertos, sanó a personas con flujo de sangre. No importaba cuál fuera la situación el Señor Jesucristo la sanaba. Y en ese mismo versículo aquí dice:

“... y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos y a todos los sanó..”

Hermanos, entendamos eso, es a cualquier enfermedad el Señor la quiere sanar. Yo creo que ese es el enfoque central de lo que Dios está diciendo a este grupo que está aquí en esta mañana, porque el Señor me ha dirigido en otra dirección y es, no importa cuál sea la situación en tu vida, no importa cuál sea la naturaleza de tu enfermedad, el Señor Jesucristo tiene poder para sanarte. El Señor Jesucristo tiene poder para ministrar a tu vida. El Señor Jesucristo quiere sanar cualquier condición de enfermedad que haya en ti. Y el Señor Jesucristo quiere que tu te actives a ti mismo como un instrumento de sanidad, que tu nunca pierdas esa idea de que los dones de sanidad todavía están en función y que Dios está buscando un pueblo hambriento, un pueblo deseoso para él hacer canalizar la bendición, a todos nosotros, a cada uno de nosotros Dios quiere sanar y también hacer un sanador.

Y yo creo que esto es el gran avivamiento que Dios tiene para el futuro de la iglesia, va a venir a través de esas manifestaciones de los dones de sanidades, los dones de milagros, los dones proféticos, vamos a hablar de todos estos dones más adelante, pero yo quiero que recuerden eso, hermanos, nosotros tenemos que comenzar a hambrear, comenzar a sentir deseo, hambre y sed y comenzar a creer que Dios puede hacer esa obra a través de nosotros, que Dios quiere que Reino de Dios avance con poder como avanzó en el ministerio de Jesucristo, como avanzó en la primera iglesia en el primer siglo, en el siglo XXI Dios quiere también manifestar su poder sanador en nuestras vidas. Amen.

Vamos a ponernos de pie. Yo voy a pedir que los hermanos del ministerio de alabanza vengan por aquí y vamos a ministrar fe al pueblo de Dios en esta tarde, vamos a creer que Dios tiene poder para hacer cosas maravillosas. Vamos a orar por esa hermana ahora mismo y vamos a pedir, que tuvo ese accidente aquí, vamos a pedir que el Señor ponga su mano precisamente.

Padre, en el nombre de Jesús enviamos tu poder sanador sobre tu hija y pedimos, Señor, que tu pongas tu mano de salud sobre ella, cancelando cualquier daño, Padre, que ella haya recibido, en el nombre de Jesús. Bendice, Padre y pon tu gracia sobre ella ahora mismo, Señor, y que esto que hemos predicado, Padre se manifieste en su vida. Tu neutralizando cualquier mal, Padre que pueda haber resultado en el nombre de Jesús.

Padre, nosotros creemos que tu quieres hacer obras de poder en medio de tu pueblo. Nosotros confesamos que los dones que tu has derramado sobre tu iglesia son para ayer, pero también son para hoy. Padre, nosotros desterramos la incredulidad de nuestras mentes, nosotros desterramos ahora mismo la nube que cubre nuestro entendimiento y que nos impide creer en un Dios de poder, un Dios sanador, un Dios vivificador.

Padre, yo pido que en el nombre de Jesús los dones de sanidad se manifiesten con más claridad en esta iglesia, en esta mañana, Padre, quitamos toda incredulidad, ponemos a un lado toda negación de tu deseo de manifestarte como el Dios sanador que tu registras en tu palabra. Y Padre, declaramos en el nombre de Cristo, sanidades haciéndose en esta iglesia de hoy en adelante con más poder que nunca, Señor, y pedimos que tu unción sanadora descienda sobre tus hijos. Desciende con poder, Señor, descienda tu unción sobre este pueblo en esta tarde.

Padre, ayúdanos a caminar rectamente delante de ti, ayúdanos a quitar todo obstáculo, Padre, ayúdanos a arreglar nuestras vidas de manera que tu poder pueda asentarse sobre nosotros. Ayúdanos a ser una comunidad, Señor, que camine rectamente delante de ti para que todas esas plagas de Egipto puedan ser echadas a un lado, y podamos disfrutar de esa sanidad que promete tu palabra. En esta tarde nosotros por esa palabra declarada, Señor, anunciamos sanidad sobre tu pueblo, sobre las enfermedades.

Yo quiero que levantes tu mano si estás enfermo, si hay alguna enfermedad en tu vida y te está acosando y te está quitando el gozo, hermano o hermana, levanta tu mano derecha ahora mismo en el nombre de Jesús donde tu estás allí, y yo voy a usar esta palabra que he declarado tan detalladamente como un proyectil enviado a la vida de mis hermanos ahora.

Recibe en el nombre de Jesús la unción sanadora de Dios. Padre, yo declaro milagros haciéndose en esta tarde, milagros sanadores en esta tarde, Señor, en el nombre de Cristo. Cancelamos la enfermedad, cancelamos el cáncer, cancelamos enfermedades de los huesos, enfermedades neurológicas, cancelamos esterilidades, cancelamos crecimientos de tumores y de durezas donde no deben existir, fibromas de diferentes tipos, obstrucciones en los canales circulatorios, en las venas, colesterol y otras cosas que quitan la salud de tu pueblo en el nombre de Jesús.

Señor, neutralizamos, dolores, dolencias de la espalda y problemas con la columna vertebral, Señor, en el cuerpo de tus hijos. Señor, neutralizamos dolencias de diferentes tipos, Padre, en el nombre de Jesús. Y declaramos, Señor, asimismo en el sistema digestivo de tu pueblo sanidad y poder.

Padre, declaramos también que problemas hormonales y químicos son resueltos en esta tarde en el nombre de Cristo. Declaramos sanidad en el nombre de Jesús en esas áreas de la vida y el cuerpo de tu pueblo.

Hemos dicho que tu eres nuestro sanador. Padre, tu mismo dicho, yo soy Jehová, tu sanador, y lo creemos en esta tarde, Señor. Activamos esa encarnación de tu nombre en esta iglesia. Oh, Dios envía tu poder sanador, envía tu poder sanador, Señor. Activa el poder sanador ahora, en el nombre de Jesús, declaramos sanidad sobre el cuerpo de tu pueblo en el nombre de Cristo, reprendemos enfermedades, reprendemos malignidades en el nombre de Jesús y asimismo desatamos la obra sanadora de Dios.

Y, Padre, ahora también recibimos aceite para compartir con otros y activamos dones de sanidad para que tu pueblo ministre sanidad y salud a otros en el nombre de Jesús. Recibe ese poder sanador, y yo te aconsejo que cuando veas alguna situación donde hay que orar por alguien, ora en el nombre de Jesús y cree que tu puedes ser usado, tu puedes recibir ese don de sanidad, tu puedes ser utilizado como un canal de sanidad a otros. Gloria al Señor.

Padre, recibimos eso, recibimos doble porción. El don de sanidad está activado en medio de tu pueblo. Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti, dice la palabra del Señor, aviva el fuego del don de Dios que está en ti. Fluye, fluye en sanidad, fluye en unción para sanar. Amen. Amen. Gloria al Señor.

Hay algún coro que tu tengas sobre sanidad específicamente, tenemos algún coro sobre sanidad que menciones.... ¿No tenemos ‘Yo soy Jehová tu sanador’? Ese no está. Ok.

Vamos a dirigirnos en un coro que habla acerca del poder milagroso de Dios. Yo se que estás aquí, veo tu caminar, te mueves entre el pueblo trayendo sanidad, de hecho, gloria a Dios. Amen.

Vamos a usar ese coro como una confesión, vamos a usar ese coro como una confesión de todo lo que hemos hecho. Vamos a ponerle el punto y aparte, el punto final a ese párrafo que hemos predicado en esta tarde.

Yo se que estás aquí, siento tu caminar, te mueves entre el pueblo trayendo sanidad.

Y la segunda estrofa, Bruce, ¿qué dice? Con mi fe te alcanzaré, con mi fe te tocaré, mi milagro recibiré y se que transformado yo seré. Gloria al Señor. Amen. Amen.

Vamos a confesar eso. Denle un gran aplauso al Señor. Gloria a Dios.