Una fé violenta

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Libro de Marcos, Capítulo 10, versículo 46. Obviamente nuestro pastor principal, el Dr. Roberto Miranda no está con nosotros este domingo, volverá a estar con nosotros el domingo que viene. Pero, hermanos, mientras buscamos esta cita bíblica, Marcos Capítulo 10, comenzando con el versículo 46, mientras los buscamos, hermanos, les quiero dirigir a otra cita, pero esta no es en una Biblia.

Hermanos, yo no se cuánto ustedes han buscado el Internet, para un mensaje o el mensaje, pero hay un mensaje que predicó el pastor Roberto el día 2 de diciembre, y hermanos, si usted no estuvo ese día, aún si usted estuvo ese día 2 de diciembre, yo les recomiendo, hermanos, que vayan y busquen ese mensaje. Es uno del.... hermanos, siempre el Señor usa al Pastor Roberto, pero hay mensajes, hermanos, que son en su carácter profético linderos que marcan una nueva etapa de la iglesia, que inician algo en los profético y desatan un poder increíble sobre la vida de la iglesia, y el mensaje que el pastor predicó el día 2 de diciembre del 2007 es uno de esos mensajes, que he titulado el don de fe.

Fue uno de los mensajes que inició esta serie acerca de los dones del espíritu, al cual el pastor ha estado predicando todos estos meses, desde de diciembre. Fue uno de los mensajes que lo inició. Yo no sé si ustedes se acuerdan, como unos tres o cuatro semanas atrás, que en otro mensaje del pastor Roberto, que él declaró que él preparándose para predicar esa mañana buscó por el Internet, tropezó con uno de sus propios mensajes y él mismo fue bendecido por ella. Él hablaba de este mensaje, y entre nosotros, hermanos, este mensaje es como un sub-tema, un andamio que ha levantado toda esta serie y que es un tema que está detrás de toda esta serie acerca de cómo el Señor usa los dones del espíritu aún en este día en la iglesia, y hasta que Cristo venga, estará usando su iglesia, usando vidas, transformando vidas en una forma especial, pero comienza con la fe.

Declaró el pastor, en esa mañana, “.... porque muchas veces Dios nos está dotando de fe pero nosotros no nos atrevemos a creerle al Señor y dejamos que una cantidad de obstáculos se interpongan en nuestro camino...”

Él declaró “... hay principios que operan y su usted se pega a esos principios usted recibe la fe y recibe el poder de Dios a través de la fe y Dios tiene que respetar esos principios porque Dios es un Dios de principios, y si usted opera conforme a principios de fe....”

Fíjate, el hermano Gonzalo, y hermanos francamente nosotros aquí no nos combinamos, no llamé a Gonzalo, no le dije de qué iba a predicar, de qué se trataba, pero mucho de la alabanza y la adoración trató, de nuevo, resaltó el tema de la fe en esta mañana e incluso Gonzalo trajo un ejemplo precisamente uno de los ejemplos que trajo el pastor Roberto el día 2 diciembre, acerca de la mujer del flujo de sangre. Hermanos, es porque hay una consistencia y una coherencia en la palabra del Señor.

Y dice, “.... y si usted opera conforme a principios de fe, mire hermano, yo creo que Dios va a bendecir, Dios va a honrar su fe....”

Y hermanos, yo llamaría esa fe de la cual predicaba el pastor, una fe violente. Es así. Si usted está aquí en esta mañana, si el Señor lo ha convocado para estar con nosotros o si nos has sintonizado al Internet y estás oyendo este mensaje, es porque el Señor con su gracia le ha dotado con un nivel de fe.

Es más, la palabra declara que es imposible, declara en el Libro de Hebreos que es imposible agradar a Dios sin fe. ¿Por qué? Ese mismo versículo declara que es necesario, lo básico, es esencial. No hay manera que aún te acerques, al Señor, no hay manera ni siquiera hermanos, que usted esté aquí atento a este mensaje o que usted en cualquier momento de su vida, que le ore a un Dios invisible, intocable, por lo menos por maneras naturales, es imposible que usted se acerque a ese Dios sin primero que él existe, que hay un Dios, que no estás orando a un vacío, pero hay un Dios poderoso que está sentado en un trono, con autoridad, listo para oírte, listo para recibir tu oración, listo para extender su cetro hacia a ti, como el rey se lo extendió a Ester, Y recibirte en su presencia.

Y al acercarte a la presencia de ese Dios poderoso, es necesario creer que él es galardonador de aquellos que lo buscan. En otras palabras, que vale la pena. Hay algo en ti, hermanos, por lo menos en la básico, tiene que haber algo en ti, si estás aquí, o si me estás oyendo desde donde sea, que te dice, ‘¿sabes qué?’ Tal vez las cosas no me han ido como quisiera que me vayan, tal vez no he vivido de la manera que yo quisiera que viviera, tal el rollo de mi vida no me ha ido como yo quisiera, pero esto yo sí creo, aún sus familiares más resistentes al Evangelio a veces te echan esto, ¿no? Yo creo en un Dios. Y yo creo que Dios es bueno. Y hay algo en ti que te dice, ‘yo creo en un Dios y que vale la pena buscarlo, vale la pena traer mis oraciones a él, vale la pena buscar su presencia.’ Esto es esencial.

Hermanos, hay una diferencia entre esa fe básica y una fe que produce resultados poderoso en nuestras vidas, que resultan en transformaciones, que resultan en milagros, que resultan en derramamientos de dones, que resultan en muros desaparecerse, que resultan en victorias.

Hermanos, y estás aquí porque estás esperando eso de parte del Señor. Pero sepan algo, hermanos, el Señor también tiene una agenda, el Señor nos bendice, el Señor se mueve entre nosotros, como declaraba es himno, el Señor hace milagros porque sobre su vida, su vida, el drama de su vida es una esquina de una gran batalla que se está librando en el mundo espiritual. Usted es un soldado que lo ves tal vez es el tumulto de la batalla a su alrededor, pero no se da cuenta que sobre esto, esta es la manera, el drama de su vida, y la operación de Dios en su vida, sus angustias, sus pruebas, sus necesidades, todas las cosas que tu derramas delante del Señor, y todo lo que usted desea de parte del Señor, es parte de un patrón gigantesco y lo que Dios ve de la perspectiva de Dios, él lo que ve detrás de cada oración detrás de cada lucha, detrás de cada alma que pasa el altar, él ve una cosa: que el Reino de Dios está avanzando, que el Reino de Dios está comenzando a quitar poco a poco autoridad de Satanás sobre esta tierra y afirmándose más y más y más sobre una tierra que necesita este Dios poderoso y almas que claman por él.

Jesús declaró, ‘el Reino de los Cielos se hace fuerte, sufre violencia y los violentos, la arrebatan...’ Es más, hermanos, esa palabra clave ‘sufre violencia el Reino de Dios’, son los violentos que la arrebatan.

Hermanos, esto fue una palabra muy particular, muy adrede que el Señor use esta palabra. La palabra en el griego original ‘biazo’, es la misma palabra que usaban los griegos para describir el sonido que la marea hacía cuando golpeaba contra la playa. Ese sonido insistente y para nosotros que somos del Caribe o vivíamos cerca del mar especialmente en puro febrero, estamos extrañando esas escenas del mar.

Pero, hermanos, Dios ve otra cosa. Esta palabra lo que declara es que el mar está conquistando poco a poco esa playa. Con cada vez que el mar golpea contra esa playa centímetro, por centímetro el mal está conquistando, conquistando poco a poco, poco a poco, insistentemente, consistentemente, conquistando la tierra. Eso es lo que el Señor está haciendo a través del Reino de Dios y eso es lo que el Señor está haciendo a través del drama de su vida.

Hay un propósito tras el drama de su vida. Hay un propósito tras su lucha en oración, su sala de oración es un campo de batalla adonde los principios del reino están en juego. Hermanos, el Señor toma su victoria y su lucha de una forma muy personal, a él le importa que usted gane esa batalla, a él le importa que usted sea bendecido, a él le importa que usted disfrute de la victoria porque con cada vez que un hijo de Dios se acerca a él, más terreno le quitamos a Satanás, más sube la marea de la palabra.

No es por nada que el profeta declaraba, ‘se llenará la tierra de la gloria de Jehová como las aguas cubren el mar’.

Ahora, cómo es que se desata esa fe. ¿Por qué es? ¿Ustedes se han dado cuenta, hermanos, que Dios no es una máquina vendedora, no es una máquina de vender Coca Cola, usted no le echa a Dios una peseta y pum..... o un dólar y pum... ahí está su bendición? Padre, necesito un milagro financiero, pum.... ahí está. Padre, necesito una sanidad milagrosa, pum..... Necesito esta respuesta, pum.....

Hermanos, la razón para eso es que al Señor le interesa mucho más el proceso por el cual él nos está llevando que aún el resultado. Al Señor le importa más la persona, el guerrero, que él está creando en nosotros que aún la bendición que nosotros pudiéramos recibir a través de nuestra oración. Esto es un proceso. Y el proceso vale aún mucho más que la petición que nosotros levantamos al Señor.

Y yo creo que un ejemplo bíblico, uno de los ejemplos bíblicos que más me ha inspirado, que me sigue inspirando acerca de esta guerra espiritual, es esta persona, el ciego Bartimeo, que vemos Marcos, Capítulo 10, versículo 46. Hablábamos, hermanos, igual podríamos aplicar esto a la mujer del flujo de sangre, así como lo hizo el pastor o la mujer sirio fenicia, también.

Hermanos, todas estas personas vivían por estos principios del cual declaraba el pastor, y si nosotros conocemos estos principios, y los ponemos en práctica, esto dará contexto para su drama, esto aumentará nuestra fe y nos hará mucho más efectivos en nuestras intercesiones, en nuestra oración y nos hacen más efectivos guerreros en el campo de batalla del Señor que es lo que más le interesa al Señor.

Y me gusta el hecho, hermanos, en la Biblia Reina Valera, por ejemplo, comienza este relato con un título que le dieron los editores de la Biblia Reina Valera a este relato. Esto no lo escribió el Apóstol Marcos, esto lo escribieron los editores, pero dice aquí:

El ciego Bartimeo recibe la vista.

¿Saben por qué me gusta? Por la ironía. Es como si esto ni siquiera comienza a describir la batalla que se libró para que este ciego recibiera esta bendición. De una forma muy conclusa declara esto, sin decirnos toda la resistencia que tuvo este hombre que superar para llegar al punto de recibir su vista.

Y hermanos, lo que vamos a hacer en este momento es desempaquetar esta batalla poco a poco y aprender tras cada faceta y cada obstáculo que este hombre contra el cual este hombre luchó, nosotros en el nombre de Jesús y declaro en el nombre de Jesús que esos mismos obstáculos caerán en su vida y la misma victoria que el Señor le dio a este hombre en el nombre de Jesús, nos dará a nosotros en este día.

Hermanos, yo veo el primer obstáculo en el primer versículo que comienza:

“...Entonces vinieron a Jericó y al salir de Jericó él, o sea Jesús, y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando..”

Hermanos, ¿qué veo ahí? Yo veo el primer obstáculo y para muchos esto es un obstáculo determinante e insuperable, y es el obstáculo del tiempo. Como así, dice la palabra, por lo menos en la versión de la Epístola de Marcos, declara que el Señor salía de Jericó. Al salir de Jericó. ¿Qué le dice eso a usted? ¿Sabe lo que me dice eso a mí? Que ya la campaña había terminado, ya el evangelista estaba rumbo al aeropuerto, ya los músicos estaban guardando sus instrumentos y lo que Jesús iba a hacer en Jericó, uno podría concluir, ya lo hizo. Hizo cosas grandes en Jericó en esos días. Saqueo, tuvo su encuentro con Dios en ese momento, fue en ese día que él lo tuvo. Y uno diría, bueno, ya el tiempo del Señor ha pasado.

A propósito, acerca del papel de estos obstáculos. Hermanos, como declaró el pastor, el día 2 de diciembre, y yo resalto hermanos, esta fe crece de la manera que cualquier cosa que vale la pena sobre esta tierra crece, y es a través de resistencia. Si usted es un estudiante universitario y quiere crecer, no hay quien escape el dolor del estudio. El pueblo de Dios que ha estudiado discipulado puede decir amen. Eso de ensayar y fallar y tratar de nuevo y seguir, y no darse por vencido, pero uno sigue, y dale, y dale, y dale hasta que su ‘C’ se convierte en una ‘B’ y su ‘B’ se convierte en una ‘A-‘ y tú eres transformado. Y lo que usted recibe es mucho más que meramente una A en su clase. Usted recibe la capacidad de luchar académicamente y su vida es estirada.

Si usted comienza una clase de inglés como segundo idioma, y usted se da y contra viento y marea usted llega a esa clase, o llueve, estoy mirando a la hermana Elizabeth, porque yo le doy gloria a Dios, ustedes son unos luchadores, ¾ parte de la clase llegó el miércoles pasado aún con unos vientos y un agua tremenda.

Hermanos, por qué el curso es tan importante. Hermanos, no es por la clase, es por usted. Usted está aprendiendo a luchar. Usted está aprendiendo a sobrellevar todas las resistencias y los obstáculos.

Es igual en gimnasio, hermanos. Dígame cualquier hermano que está ahora tratando de rebajar las libras con las cuales nos bendijeron en las navidades, no es tan fácil que eso se derrita, ¿verdad? Que lindo sería, y hermanos, no se dejen engañar por las pastillitas o los anillos mágicos, nada de eso resultará. Por el sudor de tu frente, dice el Señor, caerán esas libras, por el sudor. Requiere, hermanos, es el mismo principio, el principio de la resistencia.

Y es a través de la resistencia que el Señor estira nuestra fe, es el mismo principio que gobierna todo crecimiento, gobierna nuestro crecimiento espiritual. En este caso, el primer obstáculo que este hombre se vio obligado a resistir, era el obstáculo que le dice, ‘bueno, ya tu tiempo pasó. Es tarde ya. Tu tiempo para este milagro pasó, ya Jesús se va, la próxima vez que venga Jesús tal vez.....’.

Yo diría que la mayoría de la gente que confrontaron este obstáculo, se quedaron allí. Hay tantos que se quedan allí, hay tantos que dicen, ‘tal vez para otro Dios los podrá bendecir bajo estas situaciones, pero eso no se aplica a mí. Mi caso es demasiado avanzado, mi dolor es demasiado profundo, este matrimonio es un caso perdido, mis finanzas son un caso perdido, mi salud es un caso perdido, es tarde ya para mí. Es tarde ya para mí.

Sepan, hermanos, que eso es una mentira de Satanás. Uno, y dos, hermanos, lo primero que tenemos que aprender de este hermano es que al ver él la oportunidad de agarrar del Señor un milagro, una bendición, él luchó y él lo conquistó.

¿Saben por qué? Uno nunca sabe, y esto sí, ahora siempre sale algo del pentecostal en el predicador pentecostal. Usted no sabe si es su última oportunidad y en el caso de Jericó, así fue. ¿Saben qué? Este hombre fue sabio porque Jesús por lo menos, Jesús nunca jamás regresó a Jericó en su ministerio terrenal.

La palabra registra que al salir él de Jericó él iba rumbo a Jerusalén. En el próximo Capítulo describe la entrada triunfal, dentro de una semana, Jesús lo crucificarían, dentro de 40 días él iba a resucitar al tercer día de la tumba y luego ascender al cielo. Por lo menos en la tierra, un día él regresará en toda gloria, en toda pompa, como rey de reyes a Jericó, pero ese Jesús evangelista en la carne, jamás regresó a Jericó. ¿Y qué si este hombre hubiese pensado, ‘bueno, la próxima vez entonces. No quiero molestar a Jesús en este momento, no quiero hacer el ridículo.’

Hermanos, nunca es tarde. Nunca es tarde, es más, declara, le digo a usted, le declaro a usted como declaró el salmista, hoy, es el día de la salvación. Hoy, usted sabe de hoy. Nosotros sabemos que el Señor está aquí hoy, nosotros sabemos como declarábamos ahora que el Señor se mueve entre su pueblo hoy. Nosotros sabemos que hay unción para recibir gracia de parte del Señor, hoy. Sabemos que el Señor tiene autoridad para su vida, hoy, y estás escuchando la palabra de Dios en este momento, hoy. Hoy es tu día. It’s today. Es hoy.

Hermanos, cuando el Señor te da, cuando el espíritu te da testimonio que es tu día, aprovéchelo. Y este hombre, como un buen guerrero la aprovechó. Ese es el primer principio, la fe violenta aprovecha las oportunidades. La fe violenta es una fe presente, lista para aprovechar las oportunidades que nos da el Señor.

Segundo, hermanos, la fe violenta requiere la visión suficiente de ver más allá de la realidad negativa que le rodea. O sea, su fe se mueve de lo esencial a lo violento en el momento que usted comienza a tener una visión de lo que Dios puede hacer en su vida si solo te tocara, si tan solo el Señor se moviera a tu favor, si tan solo el Señor se recordara de ti y extendiera su mano y te bendijera.

¿Sabe? Este hombre ciego es uno de los hombres... yo lo admiro, porque yo lo veo como uno de los hombres que más visión tiene toda la palabra. Que ironía no. Un ciego con visión. ¿Por qué yo digo esto? Para poder él aún clamar al Señor, era necesario que él viera los ojos del espíritu, los ojos del corazón de los cuales el Apóstol Pablo declaraba, y yo hermanos, yo también, el nombre de Jesús, yo le pido al Señor que en este día él abra los ojos de su entendimiento y que el nombre de Jesús el Señor comience a revelarle qué puede ser su vida si tan solo el Señor se moviera a su favor, qué puede ser su vida si tan solo el Señor te extendiera el milagro que tú pides, qué puede ser su vida si usted recibiera en este día una dotación especial del poder y la fe del Señor, ¿qué puede ser? Se puede imaginar lo que sería su vida. Se puede imaginar qué cambios haría Dios, se puede imaginar usted como su vida puede cambiar si tan solo el Señor te visitara.

Este hombre lo veía. Sabe, él tenía mucho contra lo cual luchar. ¿Cuál era su realidad, su papel? Era el ciego mendigo, imagínese eso en su tarjeta de negocios. El mendigo ciego. Su pueblo Jericó, y Jericó tenía una reputación, mis hermanos, no muy buena. En cada pueblo, hermanos, esté donde esté, en la nación que uno esté, ¿qué hace uno? Primero antes de salir al mercado o algo, uno le pregunta a uno, ¿y por acá es seguro? Y muchos te dicen, saben si el buen huésped te dice, ‘ni te metas, pastor, por esa esquina o ese vecindario, ni siquiera, nos dijeron en algunos países, ni siquiera la policía se atreve a meterse allí. Y Jericó era un lugar así, que las calles, especialmente este vecindario de Jericó, las calles que daban entrada y salida a Jericó estaban poblados por ladrones y mendigos, entre ellos, Bartimeo. No era un lugar muy deseable. Ese era su pueblo, y su propio nombre, hijo de Timeo, hijo de inmundicia es lo que eso representa en el hebreo, hijo de suciedad. Imagínate.

¿Quién eres tú? Oh, yo soy el hijo de estiércol, yo soy el hijo de suciedad, mendigo de Jericó. Gusto en saludarle. Eso era su realidad. Pero ahora al oír que Jesús pasaba por allí, para él alcanzar su bendición tuvo que ver algo en su corazón que decía, ‘tal vez Dios no me hizo para esto. Tal vez esto no es mi fin, tal vez esto no representa el propósito de Dios para mi vida. Tal vez yo se que yo veo cosas negativas, yo se que no tengo nada que me recomienda, yo se que todo anda mal pero hay algo dentro de mí, no entiendo por qué, pero hay algo que me revela el Espíritu Santo que me dice que es posible que mi vida cambie, es posible que las cosas anden mejor, es posible que si tan solo Dios me visitara todo puede cambiar’.

Hermanos, pídanle ahora esa visión al Señor. En los momento, hermanos, que ustedes se vean atrapados, en los momentos en que el enemigo se levanta para deprimirte, en el momento que el enemigo te convence que su vida es una causa perdida, sepan, hermanos, que ustedes están rodeados en este momento, a su alrededor, esta iglesia está poblada de casos perdidos, sepa, casos, hermanos, que al ellos entrar por las puertas se veían imposibles, matrimonios imposibles de sanar, los veo juntos en el nombre de Jesús, adorando al Señor, más de uno, más de uno; alcohólicos, casos perdidos, yo los veo sirviendo en su juicio cabal. Es más, sirviendo como voces proféticas en su pueblo. Casos perdidos.

¿Quiere un caso perdido? Yo veo gente aquí que ni siquiera de acuerdo a los doctores, ni siquiera tienen derecho a vivir, con un diagnóstico imposible. Yo veo a mi hermanos, Wojtek, que en el nombre de Jesús está aquí porque él apeló a una autoridad mucho más alta y sublime que la realidad médica que estaba definiendo su vida.

Hermanos, pídale esa visión al Señor. ¿Padre, cómo puede mi vida cambiar? Y este hombre sabía que su vida podía cambiar y también sabía que la única respuesta para cambiarle esta vida era Jesús. Y la fe violenta, también hermanos, se basa en esto. Hermanos, no es por fuerza de su voluntad, no es porque lo merezcamos, hay una parte que nosotros jugamos, y ¿sabe lo que es? Clamar a Jesús. Esa es su parte, apelar a Jesús, rendirte a Jesús y decir, ‘Jesús, si hay una manera de salir de este lío, eres tú.’

Hermanos, eso era lo que este hombre estaba declarando cuando él gritaba a toda voz, ‘Jesús, hijo de David ten misericordia de mí’. Hermanos, y aún cuando lo mandaban a callar, con más empuje, con más ánimo, con más energía gritaba aún más, oh sí, Jesús, hijo de David, aquí estoy. Ten misericordia de mí, no me pases por alto.

¿Sabe por qué él estaba declarando dos cosas? Podemos aprender dos cosas de ese clamor. Primeramente, hermanos, no tienen que ser muy elocuentes. En este clamor Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí, él estaba declarando todas estas cosas a la vez. Él reconoció quién era Jesús, el Mesías, él reconoció su autoridad, él reconoció su misericordia, su poder, también él reconoció que esto no es un momento para jugar de religión de costumbre.

¿Usted necesita algo de parte del Señor? Usted necesita un milagro, usted quiere, estamos en serio que el Señor desate esta fe sobre nuestras vidas. Usted desea que Dios se mueva en su vida de una forma milagrosa, entonces, hermanos, si ese el lugar a dónde usted está le tengo una revelación, ya no es tiempo entonces, si esa es su situación, no es tiempo para jugar de religión de costumbre, no es tiempo de alabar al Señor de una forma casual.

Hermanos, si esa es su lucha, es tiempo de hacer cosas extraordinarias que tal vez te incomodan, tal vez te humillan. Pero, hermanos, es el tiempo de experimentar nuevos horizontes en la alabanza y la adoración al Señor, y dejar que el Señor nos humille y declarar, sabe, tú eres mi redentor, mi salvador, yo soy el mendigo. Yo necesito de ti, y si para eso tienes que gritar, grite, si para eso tienes que saltar, salte. Si para eso tiene que levantar sus manos por primera vez en su vida, levanto mis manos. Si para eso tienes que ir al altar por primera vez en su vida, atrévase. Si para eso tienes que llegar a cada una de las noches del ayuno en oración, Padre, si la primera vez que me hundo como Naamán en las aguas del Jordán no veo la sanidad, me hundiré la segunda vez. Si la segunda vez no veo que mi piel es como la de un niño, me hundo la tercera vez. Si la tercera vez no resulta, me hundo la cuarta vez. Si la cuarta vez no veo nada, hasta que yo no vea el milagro, hasta que yo no vea tu liberación seguiré gritando ‘ten misericordia de mí’.

Olvídate de lo que está a tu alrededor, de tus costumbres, de lo que aprendiste. Mira, el Señor, uno de los propósitos del Señor con esto es reducir su religión a una cosa sencilla que depende de una relación entre tu Padre Celestial que te ama y te quiere bendecir y un hijo que lo necesita en todo y por todo. Y el Señor está reduciendo nuestra religión a esa realidad.

Y, hermanos, aquí declara que muchos le reprendían para callarse, en el versículo 48. Hermanos, parte de este proceso, no se sorprendan, que si usted recibe resistencia. Esta gente que estaba alrededor de él, en vez de animarlo lo que hacían era decirle, ‘Cállese, qué está haciendo el ridículo...’

Hermano que me está escuchando de dónde sea, en su iglesia de la tradición que sea, el momento que su pastor allá le oiga diciendo, ‘Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí’ tal vez te quiera echar de la iglesia, entonces búsquese usted una iglesia donde mitad de la iglesia está clamando de esa manera. No tengas pena.

Hermanos, la gente y las circunstancias te recorrerán de tu lugar. Usted llegó, tuvo un encuentro con Dios, yo he visto muchos casos así. Tuvimos un encuentro genuino con el espíritu de Dios pero se sube al mismo coche, con una llanta casi por caerse del carro, van al mismo apartamento y esta vez ven una nota de parte del dueño que le faltan ciertos días para la renta, va y entra y encuentra la misma guerra. Y usted dirán, ‘¿y dónde está ese Jesús?

Hermanos, hay circunstancias que te recordarán de tu lugar. Hay circunstancia que te recordarán que eres el mendigo del camino y te dirán tu no tienes el derecho de esperar nada de parte del Señor; que te recordarán de la futilidad de esperar algo bueno de parte del Señor. Hermanos, ¿saben qué? Yo les receto, hermanos, la actitud de este ciego. Busca aún con más afán al Señor.

Hermanos, esto no se trata de ti, esto se trata de él, esto se trata del dador de los milagros. Hermanos, de la manera que usted encuentre, hermanos, en ese momento usted abre hoy, esta tarde, la puerta de su apartamento, o usted llega a ese trabajo o usted llegue a donde llegue, adonde quiera que sea su campo de batalla y hermanos, de una forma proactiva declare una y otra vez a voz alto, si es necesario, ‘Señor tu eres bueno, tu eres bueno, tu eres bueno. Yo espero tu galardón. Yo te busco porque sé que tu existes y yo espero tu galardón de tu parte. Tu eres bueno y para siempre es tu misericordia.’

Hermanos, esa era el arma más poderosa que tenía el pueblo de Israel. El arca del pacto, hermanos, no era la esperanza de ellos. El arma poderosa de Israel era la alabanza. Un ejército raro, con un batallón de sacerdotes en la vanguardia, adelante con banderas que declaraban que su general era el león de la tribu de Judá, con yofares, trompetas que sonaban y soldados se supone, que declaraban con cada paso ‘bendito sea Jehová que es bueno y para siempre su misericordia. Bendito sea Jehová’.

Hermano, esa es tu arma también. Esa es tu arma también. Y ¿sabes qué? El Señor te escucha. Así como el Señor se detuvo, dice la palabra del Señor, “... entonces Jesús, deteniéndose mandó llamarle, llamaron al ciego diciéndole, ‘Ten confianza, levántate, te llama...’.

Hermanos, ven cómo ellos cambian su tono. ‘...Ten confianza, te llama. Él entonces arrojando su capa se levantó y vino a Jesús..’

Hermanos, enfócate en él. Tarde o temprano lo primero que vas a hacer, va a ser el Señor, aún antes de sanarte, aún antes de traerte la bendición que usted le busca, él te va a admitir a su presencia. El Señor pedirá audiencia contigo, te reconocerá entre la multitud, te llamará por nombre, te señalará y buscará intimidad contigo. Entre toda esa multitud, ese hombre para Jesús era especial. Ese hombre para Jesús era.... es más, ¿por qué? Ese hombre se paró, no en la crítica que estaba a su alrededor, no se dejó influenciar por ellos, no se dejó influenciar por sus circunstancias negativas, pero algo de la palabra del Señor resonaba en él y él oía esas promesas sublimes que declaraban, ‘¿saben qué? La palabra declara, ‘clama a mí, te responderé y te enseñaré cosas grandes que tu no conoces.’ Eso se me aplica a mí.

Él declaraba, como declaraba la palabra del Señor, el que a mí se acercare, jamás, jamás lo echaré fuera. Párate sobre esas promesas. No escuche la crítica, no escuche las circunstancias, escucha las promesas del Señor. Llénate de las promesas del Señor, vive clamando y parándote sobre las promesas del Señor.

Entonces el Señor le hace una pregunta que parece un poco, ¿no es obvio esto? Respondió Jesús, le dijo, “...¿qué quieres que te haga?...”

¿Cómo respondería usted? Hello, Jesús.... Hello, ¿quién es el ciego aquí? Jesús, tu.... yo... ¿no es obvio Señor lo que necesito? Saben, hermanos, yo veo dos cosas aquí. Lo primero que yo veo es esto: el Señor le encanta que nosotros comencemos a pronunciar con nuestros labios el cambio que nosotros deseamos de parte de Dios. ‘Señor, yo sé lo que dice Mecha que era, pero en el nombre de Jesús yo pido Padre que tu tomes control sobre mis finanzas en el nombre de Jesús. Padre, tu ves ese muchacho, tu ves ese hijo rebelde, Señor, tu no has terminado con él, en el nombre de Jesús yo te lo encomiendo, Maestro. Sánalo, sana su mente. Yo declaro un joven, Padre, yo declaro un joven que te ama, que crecerá en tu presencia. Señor, yo sé lo que me... este es el diagnóstico que me dio el doctor, ¿qué opinas tu, Jesús? Sáname.

Que usted comience a confesar, es más, escríbelo, hermano, escribe la visión que acabas de declarar, ¿qué cambio quieres tú de parte del Señor? Ponlo allí. Señor mi esposa y yo no hemos hablado ni siquiera en cinco años, pero yo declaro en el nombre de Jesús que tu nos unirás de nuevo, que tu sanarás toda herida...’

Hermanos, el Señor es grande y el Señor es gentil y cuando toda esta multitud estaba mandando a callar a este hombre, Jesús fue el único que le prestó atención y que se molestó en oírlo. El Señor te toma en serio. A el Señor le encanta oír tu necesidad. Tal vez fue la primera vez en la vida de este hombre, que alguien le preguntó a él qué era lo que él quería. El Señor respeta tu dignidad porque eres una criatura de él y él tienen propósitos contigo.

La palabra declara, ‘Señor, quiero recobrar la vista, Maestro...’

Y eso me da a entender, que este hombre tal vez fue vidente, hubo un tiempo en que este hombre veía. Tal vez tu estás aquí por eso mismo. Tal vez usted se acuerda un tiempo en que usted veía mejor. Tal vez se recuerda un tiempo a dónde Dios se movía tal vez con más poder en su vida. Tal vez usted está aquí porque está siendo animado por recuerdos de un pasado y creerás que tal vez, también para usted su tiempo ha pasado.

Hermanos, Dios le recobró la vista a este hombre, pero ¿saben qué? Los planes para Dios eran más grande que eso, y es así para ti. El Señor no solo le recobró la vista a este hombre, pero ¿saben lo que declara la palabra? Declara que este hombre lo siguió en el camino.

Pongámonos de pie y pido que los músicos me acompañen. Ahora, escuchen esto, hermanos, porque este es el punto que creo que más importa que nosotros recibamos. Usted sabe lo que usted desea de su Dios, usted sabe el milagro que usted desea de su Dios, pero ¿sabe qué? Para Dios su necesidad, su petición, su oración, su lucha para él, es meramente la antesala para algo más grande todavía que tiene Dios para ti. Y la cosa es esta hermanos, es imposible que usted vea esto ahora en nuestra naturaleza.

Hermanos, es imposible que nosotros veamos la gloria que hay para nosotros, pero cuando el Señor te vea a ti, cuando vea a tu hermano que está alrededor, cuando vea aunque sea la primera vez que llegue y llegue ese hombre, y Dios solo sabe por lo que él ha pasado, el Señor ve ese hombre, ve esa mujer y él ve oro, oro encerrado en una mina de carbón, y es su vida.

Y Dios cuando ve su vida, tal vez el espejo te diga que eres carbón, pero dentro de ti el Señor ve un tesoro. Y el Señor tiene una gloria reservada para ti. Dice la palabra que ojo no ha visto, oído no ha oído, corazón no ha contemplado lo que Dios ha preparado para aquellos que lo aman. El propósito de Dios para tu vida es mucho más allá que meramente que abra tus ojos y recobres la vista y que te de la bendición que busques.

Dice la palabra que él siguió a Jesús en el camino, ¿camino hasta dónde? Yo sé que eso es una proyección de parte mía, permítanme. Pero el Señor iba en ese momento camino a Jerusalén. Lo que esperaba a Jesús en ese momento era la entrada triunfal y dice la palabra que en Jerusalén a las puertas de Jerusalén, había unos locos que gritaban a toda voz, ‘Este es el Hijo de Dios, bendito el que viene en el nombre de Dios. Hosanna, hosanna, al Hijo de David...’

¿Saben qué? Mis hermanos, yo estoy convencido que uno de los que más gritaba ese día era ese hombre. Hermanos, yo me imagino ese hombre entre esa multitud, el Señor lo movió de una calle perdido como una alfombra a unos que era un heraldo de la gloria de Dios, un anunciador de la entrada triunfal.

Hermanos, es incomparable. Dice el Apóstol Pablo que jamás podemos nosotros... jamás podemos reconciliar nuestras luchas con la gloria venidera. Hermanos, Dios está forjando algo en ti. Dios está haciendo algo grande en ti y tu proceso de dolor y búsqueda y lucha es parte de su proceso de glorificar su nombre en ti.

Hermanos, lo que eres en los ojos del Señor es indescriptiblemente bello y resplandeciente. Y el nombre de Jesús Dios quiere desatar esa gloria, ese poder, esa belleza, esa energía, ese potencial que hay en ti y que estalle sobre esta ciudad, sobre esta iglesia, sobre su familia, eres una bomba nuclear espiritual a punto de estallar. Dios conoce la combinación a lo explosivo que hay dentro de ti. Satanás te teme las manos de un Dios poderoso ejercitando una fe poderosa porque él sabe que él ni siquiera tiene autoridad de pararte a las puertas del infierno.

El Reino de Dios va avanzando, va avanzando el Reino de Dios. Milagro tras milagro, transformación tras transformación, vida tras vidas, va avanzando. Con cada gloria a Dios que elevemos al Señor, con cada ‘Cristo me sanó’, que gritamos al Señor, con cada Jesús es mi redentor y yo esperaré a él y no me fatigaré, con cada acto de fe, pierde autoridad Satanás sobre tu vida, sobre esta iglesia, sobre esta región. ¡Aleluya!

Padre, queremos lo que te hemos pedido, pero queremos más, Maestro. Queremos más. Padre, hemos oído tu voz, hemos oído tu invitación y sabemos que tu cruz roza nuestra realidad, Señor reconocemos que tu estás aquí como declarábamos ahora, que tu presencia es poderosa y decimos, Señor, ábrenos los ojos, ábrenos los ojos. Padre, que podamos ver la obra que tu has comenzado en nosotros, que podamos ver, Señor, el propósito por el cual tu nos has creado, que podamos discernir, Maestro, qué es lo que tu quieres a lo largo con nosotros. Y Señor, sí necesitamos de ti. Padre, tu pueblo necesita milagros y en el nombre de Jesús yo pido, Padre, que tu nos des una dotación especial de fe.

Padre, yo declaro, Señor, que tu pueblo está listo para recibir, Señor, la unción necesaria para tener la libertad que ellos anhelan, para tener la sanidad que ellos anhelan, para tener la victoria que anhelamos, Maestro, pero más allá, Padre, cumple tus propósitos en tu pueblo, Señor.

Padre, has con nosotros lo que tu deseas Maestro y úsanos, úsanos, Padre, úsanos para avergonzar a Satanás, úsanos, Maestro, para abrir las puertas de la prisión, las puertas del ceol, para sacar cautivos, Señor, santo, úsanos Señor para avanzar tu Reino. Glorifícate, glorifícate, Maestro en el nombre de Jesús. Dale gloria a Dios. Dale gloria a Dios. Dale gloria a Dios. Dale gloria a Dios.