Porque permite Dios a Satanás que te moleste?

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Dios, gracias una vez más por la oportunidad que me concedes de poder compartir una palabra con mis hermanos y hermanas en este día tan particular que tu nos das. Dios, como te pedí esta mañana vuelvo a decirlo, Señor, que las palabras que salgan de mi boca, la meditación que esté en mi corazón sea para traer honra y gloria a tu nombre, sea para traer convicción a los corazones de tus hijos e hijas, y como bien confío en ti, Señor, esta palabra no va a volver atrás vacía sino que va a cumplir aquello para lo cual tu lo estás enviando. Así que, Señor, me pongo en tus manos y que tu Espíritu Santo hable a cada uno de nuestras vidas. Gracias, Señor. Amen y amen.

Bien hermanos, les invito a que busquen sus Biblias, vamos a entrar en el libro de Lucas, Capítulo 22 y antes de entrar de lleno en el mensaje quisiera solamente resumir acerca de algunas de las palabras que el pastor Roberto Miranda compartió con nosotros el domingo pasado. ¿Cuántos de ustedes se acuerdan de ese mensaje del domingo pasado? ¿Cuántos de ustedes se fueron de aquí sintiéndolo? Deja ver las manos, ¿cuántos lo sintieron? Y cuando digo lo sintieron, que es como que alistaos, alistaos, ese tipo de sentir, no como que guau, que lindo. No es eso, sino como que esas palabras como que cuando llegan son como que guau, esos jalones de oreja que verdaderamente hay que prestar atención por así decirlo.

Y por si acaso si usted no se recuerda, el pasaje clave que se usó ese domingo pasado, fue el de Apocalipsis, Capítulo 12, versículo 11 y ese verso dice: “... ellos lo han vencido por medio de la sangre del cordero, la palabra del testimonio de ellos y por el hecho que menospreciaron sus vidas hasta la muerte...”

Claro está, cuando está hablando de ellos, se refiere a la iglesia, al pueblo escogido de Dios y al que vencieron está hablando de Satanás, del enemigo principal de la iglesia de Dios, de ese es que está hablando.

Y esas fueron las tres armas de las cuales el pastor estuvo reflexionando, que yo les digo, mis hermanos, yo todavía me pongo a pensar en esas palabras y algo me tiembla por dentro, porque fue un mensaje de un reto bien grande que nosotros no podemos mirar o tener por desapercibido, sino que tenemos que tenerlo bien claro en medio de nuestras vidas, y cómo nosotros vamos a responder al mismo.

Ahora, mientras yo reflexionaba en esas palabras, justamente cuando yo estaba ahí sentado al frente, hubo un texto bíblico que llegó a mi corazón y ese era el texto bíblico que yo quiero compartir con ustedes, que se encuentra en Lucas Capítulo 22, versos 31al 32 y la palabra del Señor dice así:

“.... dijo también el Señor, Simón, Simón,....”

Déjenme personificarlo un poco más, dice “Simón, Simón he aquí Satanás los ha pedido para zarandearlos como a trigo, pero yo he rogado por ti que tu fe no falte y tu una vez vuelto, confirma a tus hermanos....”

Ahora, yo encontré este pasaje en otra versión que me gustó más como lo disminuyó a un nivel y el pasaje está aquí en la pantalla, ustedes lo pueden leer. Dice el pasaje, este es la Biblia de lenguaje sencillo, es como la diosa ......, por algunos tal vez la conocen así, dice:

“... después Jesús le dijo a Pedro, Pedro, escúchame bien – ese fue mi acento boricua que le quise poner ahí-, dijo, Pedro, escúchame bien, Satanás le ha pedido permiso a Dios para ponerles pruebas difíciles a todos ustedes y ¿sabe qué, mi hermano? Dios se lo ha dado. Pero yo le he pedido a Dios, le he pedido a Papá, que te ayude para que te mantengas firme. Por un tiempo vas a dejarme solo pero después cambiarás. Cuando eso pase ayudarás a tus compañeros para que siempre se mantengan fieles a mi....”

Déjenme romper este pasaje un momento, mis hermanos, yo puedo decir con toda certeza que de los 4 evangelios, Lucas es el único que hace énfasis en esas palabras de Jesús a Pedro. Esto se da dentro del contexto en el cual Jesús está dándole esta predicción a Pedro de que él lo iba a negar, y de cómo lo iba a negar. Y todo esto se da dentro del momento en el cual Jesús está compartiendo su última cena con sus discípulos, les está revelando de las cosas que van a suceder, de las razones por las cuales él tiene que morir, está revelando quién iba a ser la persona que lo iba a traicionar, y dentro de todo esto, hay una promesa que Jesús también comparte con sus discípulos. Si ustedes se fijan un poco más adelante en el verso 28, ahí mismo de Lucas 22, el verso 28 dice:

“... pero ustedes han permanecido fieles conmigo en mis pruebas. Yo pues les asigno un reino como mi Padre me lo asignó a mi para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y se sienten en tronos juzgando a las doce tribus de Israel...”

Miren esto que interesante. Aquí Jesús le está como quien dice aplaudiendo a sus discípulos, muchachos muy bien, ustedes se han mantenido fieles conmigo por estos últimos tres años, no importando qué ustedes pensaban que no podían alimentar a cinco mil personas, más sin embargo lo han hecho porque han confiado en mi. Ustedes han aguantado estropeos, han aguantado ayunos, han aguantado largas caminatas, sol, sed, hambre, todo eso por mí, y yo les aplaudo eso, y por eso yo les doy la promesa de que ustedes se van a sentar conmigo en ese reino cuando yo venga.

¿Cómo usted se sentiría si Jesús les habla de esa forma a ustedes? Usted se sentiría como que, se siente bien, gracias Maestro, I’m not worthy. No soy digno, Maestro. Pero ¿saben qué? Justamente después de esas palabras Jesús viene y les tira este balde de agua fría por encima. Les dice, asimismo como yo reconozco su fidelidad en la misma forma les digo que todos ustedes me van a abandonar. Ah, pero cómo va a ser Maestro, como va a ser eso posible, no podemos hacer cosa igual. No. Salen los ches ahí rápido. Y uno de esos fue Pedro, le dijo, no, Maestro, yo pongo mi cabeza por ti, contigo voy a estar a muerte y ahí fue donde le dijo: Ay, Pedro, si tu supieras muchacho que tu vas a ser de esos que me va a negar tres veces. Otros se van a ir asustados, pero tu me vas a negar.

Y entonces ahí le dice esas palabras mis hermanos, aquí es donde yo quiero llegar al meollo de las cosas porque hay algo que yo entiendo que Dios quiere comunicarnos a nosotros como iglesia. Estas palabras, Pedro escucha bien. Es más yo digo, iglesia escucha bien, porque Satanás ha pedido permiso a Dios para ponerles pruebas difíciles a todos ustedes. Podrá sonar un poquito medio asustosos, ¿verdad? Pero ¿saben qué? No se asusten, les voy a decir por qué.

Yo me fijo, mis hermanos, que cuando alguien pide permiso para hacer algo o para entrar en algún lugar, es porque no tiene permiso para entrar o hacer lo que quiere hacer, ¿verdad? si usted castiga a uno de sus hijos y le dice, no vas a jugar más con el Playstation, no vas a ver televisión por qué se yo cuantas horas, si quieres salir me tienes que pedir permiso. ¿Qué es lo que tiene que hacer ese hijo? Tiene que venir, pedirle permiso a su papá, a su mamá para poder hacer algo que se le fue prohibido hacer. Si usted va por algún campo y usted se encuentra con digamos una finca de un árbol de manzana por así decirlo, y esas manzanas se ven súper ricas, que usted saliva por comerse una de esas manzanas. Pero obviamente dice esto es terreno privado, usted no puede entrar aquí. Si usted quiere una de esas manzanas, ¿qué tiene que hacer? Tiene que ir, hablar con el dueño, pedirle permiso para poder entrar y poderse comer una manzana, ¿verdad?

¿Acaso ustedes no encuentran interesante el hecho de que Satanás tiene que pedir permiso para molestar a los escogidos de Dios? Y hermanos, y esto a mi me llena de tanta confianza porque eso significa que nosotros obviamente somos pertenencia de Dios y si el enemigo quiere molestar con nosotros tiene que pedirle permiso al dueño de nuestras vidas. No se puede meter así porque sí, tiene que pedir permiso.

Ahora, pero soy bien claro porque esto es algo que se aplica a aquellas personas que han sido escogidas por Dios, que han sido marcadas, selladas con su Espíritu Santo y yo creo que yo estoy aquí parado delante de un grupo de personas que han sido escogidos, marcados por el poder y el espíritu de Dios.

Miren algo, yo me pongo a pensar, hermanos, yo estaba comiéndome este pasaje de rabo a cabo, yo me decía, guau, por qué se hace énfasis en todas estas cosas y asimismo como vi el hecho de que Satanás tuvo que pedir permiso, me puse a pensar en las palabras de Jesús que el mismo Jesús estaba diciéndole a sus discípulos, muchachos esto es algo que va a pasar. Y obviamente cada uno de los discípulos estaba diciendo, no, Jesús, eso es imposible, nosotros no te podemos dejar a ti solo. No, no podemos hacer eso, si hasta aquí hemos estado contigo, yo me imagino que ellos habrán cantado, Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás. Nos trajo aquí a quedarnos contigo. No, no. si los discípulos se hubiesen quedado con Jesús en el momento de su arresto, ¿qué hubiese pasado con los discípulos? Los hubiesen arrestado a ellos también y si los hubiesen arrestado a ellos yo me imagino que tal vez a ellos también los hubiesen puesto a muerte.

Y ustedes se creen que eso estaba en el plan de Dios. no, por algo Jesús se sacrificó tanto por estar con esos muchachos por tres años para que ellos se encargaran de continuar regando ese mensaje de Dios a todas las naciones. Así que un anuncio de Jesús que tal vez en el momento podría haber sonado como algo tan fuera de este mundo, como que por qué tu estás diciendo que te vamos a negar, que te vamos a dejar solo. Yo me imagino que Jesús estaba diciendo dentro de su corazón, ¿saben qué, muchachos? That’s for me and God to know and for you to find out later. Eso es para yo y Dios saberlo ahora y ustedes lo van a saber después.

Pero tiene que pasar así. y ahí es donde viene toda esta dinámica de que Satanás tiene que pedir permiso. ¿A qué otro personaje se les recuerda esto? A Job. Job fue otro personaje que tuvo que pedir permiso para molestar, porque era un hombre escogido, íntegro delante de Dios y ahí fue e hizo la primera ronda, como quien dice, trató de quitarle la familia, de quitarle sus posesiones y después cuando se dio cuenta que Job todavía estaba ahí firme, volvió otra vez delante de Dios y le dijo, mira, Dios, ok, tu me has dejado quitarle su familia, sus pertenencias, sus hijos, la reputación que tenía con sus amigos pero ¿sabes qué? Déjame molestarle un poquito más. Ataca su piel, ataca su salud y tu verás como él te va a negar a ti. Y Dios en su soberanía saben lo que dijo, mira, haz todo lo que tu quieras, pero no molestes su vida. Y ahí está diciendo, no molestes lo que está en el centro de él porque eso me pertenece a mi. Y ahí fue cuando vinieron todas estas enfermedades sobre Job, esas llagas que le salían en su piel, en su cuerpo, que se desesperaba por rascaba y esa desesperación y Dios, pero siempre se mantuvo ahí, firme hasta llegar al punto de decir, de oídas te había oído, más ahora mis ojos te ven.

Hermanos, yo no sé ustedes, pero esto es algo que a mi me llena de esperanza porque si Satanás se atreve a venir delante del trono de Dios a pedir permiso para molestar a algunos de sus escogidos y si Dios accede en dar ese permiso, ¿saben por qué es? Porque Dios sabe de qué nosotros estamos hechos. Nosotros estamos hechos de él. Nosotros somos hechura suya, cada uno de nosotros tiene algo de Dios en sí. Y saben, es como si Dios le dijera, sabe qué, go ahead, molesta. I know what they are capable of. Yo sé de qué ellos son capaces de hacer. Yo sé lo que yo he puesto en medio de ellos y ¿saben qué? Lo que sea que tu hagas va a funcionar para el propósito que yo tengo en medio de sus vidas.

¿qué es lo que dice el pasaje? ¿Él pide permiso para hacer qué? Dice, para zarandearlos como a trigo. Zarandearlos como a trigo, ahí está el ejemplo. Ahí hay una foto de trigo, una montaña de trigo. ¿Pero saben cómo se zarandea, cómo se agita el trigo? Hay distintas, hay una forma bien tradicional que es la que está la persona tirando el trigo hacia el aire para que se separe lo que se tiene que separar, y hay otra que es como la que se usa una bandeja grande que tiene como una malla, un screen, entonces uno agita eso, cosa de que lo malo se quede afuera y lo que verdaderamente se usa pueda ser usado. Y esa es la idea, mis hermanos, de zarandear, esa es la idea de agitar, esa es la idea de que nosotros necesitamos ser zarandeados como a trigo, necesitamos ser agitados como el trigo para que las asperezas y las cosas que no sirven en nosotros se puedan echar a un lado y lo que verdaderamente es bueno, lo que verdaderamente es útil, lo que sí sirve, entonces pueda ser usado para la honra y la gloria de Dios.

Ahora, la tendencia de nosotros es pensar, ok, si yo le pertenezco a Dios, como Dios me ama tanto, como yo soy el niño, la niña consentida de Dios pues Dios no va a permitir que el diablo me moleste tanto. Eso es lo que nosotros queremos pensar. Pero Dios ve mucho más allá que esa cosa que nosotros pensamos, mis hermanos, porque Dios sabe lo que quiere hacer en medio de nosotros. Y él puede usar cualquier instrumento que él quiera hasta el mismo diablo, para que su propósito se cumpla en nosotros. Dios lo que quiere hacer es movernos a una nueva dimensión. Dios lo que quiere hacer es formar en nosotros el tipo de persona, el tipo de hombre, el tipo de mujer que él quiere que nosotros seamos para poder verdaderamente reflejar toda su gloria y todo su poder en el momento en el cual nosotros estamos viviendo ahora.

Y aquí es donde yo veo que mucha gente hay veces que tiene problemas en aceptar esto. Porque no tenemos los ojos para vernos en la forma en que Dios nos ve a nosotros. No tenemos la capacidad de poder verdaderamente decir como que si Dios quiere que yo me mueva en una nueva dimensión, ¿sabes qué? Hay una parte de mi que anhela y desea eso, pero hay otra parte en mi que lo que ve son todas estas asperezas todavía que yo no creo que yo sea digno de tal llamado. Y ¿saben qué? Eso es mentira del diablo, yo reprendo eso en el nombre de Jesús porque a todos y cada uno de ustedes yo estoy seguro que Dios quiere hacer algo en medio de sus vidas, desde algo tan simple y sencillo como darle un vaso de agua a un desconocido como algo tan grande de dirigir una multitud completa por las calles para anunciar que Dios es real, que Dios vive, sea lo que sea que Dios quiere hacer con usted.

Y ¿saben qué? Muchas veces la gente se le hace difícil aceptar esto porque luchamos con cosas internas, tenemos hábitos que nosotros tenemos ahí tan y tan agarrados que pensamos como que yo no puedo ser de esos llamados o escogidos porque tengo estas cosas dentro de mí. Y hay veces que se les hace difícil recibir o aceptar el hecho de que Dios tiene un propósito con ellos. Y ¿saben qué? Yo me crucé con un CD que me prestaron de un predicador argentino, el se llama, Dante Guebel, lo más seguro ustedes han escuchado de él, fue una predicación intensa de verdad que ese hombre estaba ahí, me tenía al palo. Cuando yo puse ese CD en el carro me, guau. El asunto fue que él llegó a un punto en su mensaje donde empezó a reflexionar precisamente en estas palabras donde la gente muchas veces no cree que pueden llegar a ese nuevo nivel que Dios tiene para ellos porque sienten que están luchando con pecados escondidos que se les impide alcanzar esas cosas que Dios tiene para ellos.

Y él hizo referencia al Padre Nuestro en medio de esa reflexión. En esa reflexión, en el Padre Nuestro, ustedes recuerdan que el Padre Nuestro dice, el pan nuestro de cada día danoslo hoy y después dice, y perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores... el hermano Guebel estaba diciendo que si él hubiese escrito esa oración, él hubiese puesto primero, perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y después hubiese dicho, y danos el pan nuestro de cada día. Y él decía porque decía esto porque muchas veces la gente tiene esta impresión que para poder recibir algo de Dios necesitamos ser perdonados primero, necesitamos experimentar un perdón primero para poder recibir algo que Dios tenga para nosotros. Y ¿saben qué? La corrección que él hizo fue precisamente eso, Dios como Padre no negocia su pan con sus hijos. Si usted es papá, si usted es mamá, no importa lo que su hijo o su hija haya hecho, si le cogió 20 dólares de su cartera y usted se dio cuenta pero no le dijo nada, si le metió una patada a alguien en la escuela, o si se robó algo de algún lugar, usted no va a negociar su pan con su hijo.

Usted siempre va a tener su mesa preparado, y usted va a decir, venga, vamos a comer primero y después arreglamos cuentas. Comemos ahora en la mesa, tal vez vamos a tener una cara larga de molestia, pero vamos a comer, el pan no se niega, y después nos vamos a la sala y hablamos. ¿Saben qué? Dios hace igual con cada uno de nosotros, Dios no negocia su pan con ninguno de sus hijos y sus hijas. Si hay algo que está ahí que molesta, si hay algo que está ahí que impide que nosotros podamos recibir esas cosas que Dios tiene para nosotros y nosotros nos creemos indignos de, ¿saben qué? Dios no negocia su pan contigo, lo que él tiene para ti, está para ti. Las promesas que él tiene para tu vida están ahí sobre tu vida. Él las da, él las reparte a cada uno sin ningún prejuicio, él las da. Él las da pero ¿saben qué? Yo quiero que aplaudan ahora en esta parte, aplaudan, por favor aplaudan. No, pero déjenme decirlo primero, pueden aplaudir a eso, el pan Dios lo da sea como sea, pero después Dios te va a decir, pero tenemos que arreglar cuentas. Aplaudan ahora eso.

Oiga, ¿saben lo que usted está aplaudiendo, están bien claros en lo que están aplaudiendo? Ustedes saben que yo soy así, yo soy bien right through, yo se los digo. O sea, si a mí me dicen aplaudan a eso, yo como que ay, vamos a arreglar cuentas con Dios. Pero ¿saben qué, mis hermanos? La forma en que Dios arregla cuentas con nosotros no es la misma forma en que nosotros arreglamos cuentas entre nosotros mismos. Hay un verso de la Biblia que a mí me gusta mucho que es bien fuerte también pero dice, es hora de que el juicio de Dios comience y que comience por la casa de Dios.

Y cuando habla de ese juicio no significa que Dios va a venir con una correa de cuero de 3” a meternos un azote, o tal vez en el caso de algunos, un cable de electricidad o algo como tal vez fue el caso de algunos, esos traumas que tienen en su vida pasada. Ay, no. Pero cuando yo pienso en eso mis hermanos, que Dios quiere bregar con sus hijos, Dios quiere bregar con cada uno de nosotros, Dios tiene una intención en su corazón, Dios está empecinado por así decirlo, Dios cuando quiere hacer algo contigo, Dios se va a buscar la forma de hacerlo. Y ¿saben qué? Dios puede usar cualquier situación en tu vida para asegurarse de que su plan y su propósito se cumpla en ti. Dios va a usar cualquier cosa aún si el mismo diablo se acerca y quiere dañar tu vida, Dios tiene el poder para decir, tu sabes qué, ¿tu quieres molestar a mis hijos y a mis hijas? Go ahead, do it. Yo sé lo que va a salir de ahí. Yo sé lo que va a salir de ese zarandeo de trigo. Yo sé lo que va a salir de ese agite. De ahí va a salir algo que yo lo voy a usar aún más con gran poder.

Así que, hermanos, yo quiero pensar en algo ahora. Si estas son las cosas que muchas veces Dios permite, y yo no estoy diciendo que esto sea la mayoría de los casos, no se vaya a poner a pensar ahora, como que ay, Dios ¿por qué tu le das permiso al diablo que me moleste? Cualquiera sea su situación, usted la sabe mejor que yo, pero cualquiera sea su situación, ¿por qué le das permiso al diablo? Hey, Dios lo sabe, Dios la sabe, confía en él y no en el diablo. Así que pon tu confianza en él.

Pero ¿saben qué? Aquí es donde yo hago referencia a ese mensaje que el pastor compartió con nosotros el domingo pasado. Esas tres herramientas de las cuales habla, esa sangre del cordero que nos cubre y que nos limpia de todo pecado; esa palabra de nuestro testimonio, mis hermanos, que el testimonio de su vida está en un continuo y pleno desarrollo, el drama de su vida, esa novela que ponga usted el título de cómo se llame, mi novela se llama ‘Kathy’, o mi novela se llama ‘Juan Pablo de las Casas’, sea como sea que se llame su novela, póngale hasta la canción tema que usted le quiera poner a su novela, Dios está en acción en esa novela, y esa novela es la palabra de su testimonio, de cómo Dios obra y opera en usted, de cómo tal vez, en algún Capítulo usted se encontró con una parte que dice, como que guau aquí yo metí las patas bien feas, pero Dios se encargó de restaurar mi vida como yo nunca jamás lo pensaba y ahora aquí estoy sirviéndole a él.

Esa es la palabra de nuestro testimonio y entonces está ese hecho de menospreciar nuestras vidas hasta la muerte, que nosotros no cogemos nuestras vidas como algo a lo cual nos aferramos tanto sino que ponemos primero los deseos de Dios por encima de los deseos nuestros, ponemos lo que él quiera para nuestras vidas por encima de lo que nosotros querramos para nuestras propias vidas y cómo Dios se manifiesta y se glorifica en medio de cada uno de esas cosas. Y ¿saben qué, mis hermanos? A eso yo le añado una herramienta más y es la herramienta de la oración.

Y aquí yo quiero hacer un paréntesis. Yo siento en mi corazón hacer un paréntesis aquí mis hermanos. Saben, cuando yo veo que Jesús mismo le dice a Pedro, Pedro, ¿sabes qué? Yo he orado por ti, yo he hecho una conexión directa mucho mejor que Verizon, .... Internet whatever, mucho mejor que eso y yo he hecho una conexión directa con Papá para interceder por ti.

¿Saben qué? A mi me llena de ánimo el saber que yo tengo a Jesús que está intercediendo en parte mío, que yo tengo un Jesús que está intercediendo en parte de cada uno de ustedes. Y eso me deja a mi un ejemplo de que yo tengo que buscar a Dios en oración aún más, que yo no puedo, mis hermanos, tomar livianamente el aspecto de la oración en medio de mi vida.

¿Saben qué? Yo me imagino que ustedes se acuerdan, el domingo del día de los padres, hace casi un mes atrás, y yo cuento esto como testimonio que estaba ahí en esa esquina, yo estaba orando, hermanos, y yo les puedo decir que el espíritu de Dios descendió sobre mí en una forma que hace tiempo yo no lo había experimentado. Y yo quería pararme del piso pero no podía, mis hermanos. Mis piernas no me aguantaban. Hace tiempo que yo no experimentaba algo así. y yo sí recuerdo vislumbre de cosas, yo recuerdo que el hermano Gonzalo en una dijo, vamos a orar por el pastor Omar que está ahí borracho en la presencia, y yo no sabía si estaba borracho en la presencia de Dios o qué, lo que yo sé, mis hermanos, es que Dios estaba sacando una serie de cosas delante de mi y yo se los puedo decir, y me lo dijo, Omar, yo quiero restaurar tu vida, yo quiero usarte grandemente pero estas cosas hay que lidiar con ellas. Por eso era que yo estaba llorando ahí en ese altar, porque las cosas que Dios comenzó a sacar de frente a mi, muchas de ellas me causaron dolor, muchas de ellas puedo decir que hasta me causaron vergüenza pero yo podía seguir escuchando el susurro de Dios, quiero restaurarte para usarte.

Y ¿saben qué, mis hermanos? Yo estoy seguro que Dios quiere hacer lo mismo con mucha gente aquí. Pero nosotros tenemos que abrirnos a ese toque de Dios en medio de nuestras vidas. ¿Saben qué? Ese fin de semana fue algo glorioso. El pastor hizo una convocatoria de oración para llegar aquí el lunes a orar. Hermanos yo les puedo decir, yo me quedé sorprendido de cómo un lunes por la noche se llenó este santuario como está ahora mismo de lleno. ¿Cuántos estuvieron aquí ese lunes? Mira que bien. Los que no estuvieron pues se tienen que coger la bendición de otros.

Pero ¿saben qué, mis hermanos? Eso fue un lunes glorioso y mi corazón estaba tan alegre y tan contento de ver que la iglesia hiciera un sacrificio como ese de venir un lunes por la noche para sacar tiempo para buscar a Dios en oración, para interceder, para alabarle, para glorificarle. Yo estaba a fuego esa noche. Yo estaba encendido esa noche. Yo me veía, Señor, danos más de esto, danos más.

Pero ¿saben qué? Así tan franco como soy diciendo eso, yo también me digo, iglesia que nos pasa que no se está dando eso más a menudo. Por qué tenemos que esperar que una convocatoria de oración especial un lunes por la noche, cuando nosotros sabemos que todos los miércoles por la noche tenemos tiempo de oración aquí en la iglesia, que no tenemos que esperar que se haga una convocatoria especial, vamos a orar el lunes por la noche para que el espíritu de Dios venga aquí sobre nosotros, sino que todos nosotros tenemos esa oportunidad en un día que ya está establecido, por decirlo así, por el programa de la iglesia.

Y hermanos, no es que les estoy tirando un balde de agua fría pero en parte sí lo hago a veces. Pues que hermanos, nosotros tenemos que entender que Dios nos está llamando como iglesia grandes cosas y nuestra búsqueda de él, no tan solamente en nuestro tiempo individual. Ah, pero pastor Omar, usted no sabe, yo oro todas las noches en mi casa. Fantástico, mi hermano, sigue orando todas las noches y acuérdese de mí en sus oraciones también, por favor. Pero como iglesia, como cuerpo necesitamos buscar a Dios. No nos podemos conformar con lo que ocurre aquí solamente los domingos, nosotros tenemos que sacar ese tiempo. Esos son los tiempos, mis hermanos, que cuando hacemos ese sacrificio Dios lo recompensa en formas que solamente él sabe cómo hacerlas.

Y miren, mis hermanos, yo no quito el hecho de que yo sé que aquí hay gente que trabajan por la noche, que tienen dos, tres trabajos a veces, que se les hace difícil conseguir a alguien que cuide sus niños y todo eso, miren yo reconozco eso. Pero a la misma vez, mis hermanos, yo me atrevo a decir, y tenemos que hacer el sacrificio, tenemos que hacer el esfuerzo de buscar a Dios en esos momentos, si verdaderamente queremos ver su mano obrando en medio nuestro.

Hermanos, no podemos dejar de orar. Así como Jesús no dejaba de orar por sus discípulos, nosotros tampoco podemos dejar de orar para ver esas cosas que Dios tiene establecidas para cada uno de nosotros como iglesia, para cada uno de ustedes como individuos, como familia, tenemos, tenemos que darle eso al Señor y usar esos tiempos de oración, mis hermanos, como una de esas herramientas, como una de esas armas para no dejar que el enemigo se salga con la suya en medio nuestro, sino que ese zarandeo que se de, se de para la gloria de Dios en medio de nuestras vidas.

Miren, hermanos, yo digo esto, y este es el título de mi sermón, lo digo al final, yo quiero una iglesia que sea zarandeada como trigo para la gloria y la honra de Dios. sea cual sea el instrumento que Dios quiera usar, puede ser el perro mío, puede ser un vecino, puede ser el pastro Greg, puede ser el mismo diablo que Dios quiere usar, que Dios permita que eso ocurra, pero yo sé, si yo confío en la voluntad de Dios, si yo confío en sus propósitos, si yo confío y creo en su soberanía de que él puede ver más allá de mis narices, entonces, mira, que se dé, que se dé el zarandeo, por más difícil que sea, mis hermanos.

Y hermanos me están temblando las rodillas al decir esto, no les miento, porque yo sé que no es fácil decir lo que estoy diciendo. Ese refrán que dice, easier said than done, más fácil decirlo que hacerlo o vivirlo. Yo reconozco esa realidad y yo sé, yo miro aquí a mi alrededor y yo sé que aquí hay gente que lucha con cosas graves, fuertes, dolorosas, que no se las quieren desear a nadie en su vida, al menos espero que no se la quieran desear a nadie en su vida. Pero yo sé, yo sé, yo sé que aquí hay gente luchando con cosas bien difíciles, pero mi hermano, recibe esta palabra de parte del Señor, ese zarandeo va a funcionar para la honra y la gloria de papá que te ha escogido a ti, va a funcionar para la honra y la gloria de Dios manifestándose en medio de tu vida para que entonces tu puedas llegar a ese nuevo nivel al cual él te está llamando a que tu llegues.

No nos podemos conformar con lo que estamos viviendo ahora, esos pensamientos que muchas veces nos neutralizan, esos pensamientos de que si mi vida no vale nada, me voy a tirar del .... Bridge y que ahí se acabe todo. No, no, no, no, no, precisamente ese pensamiento si tu lo entregas a Dios puede funcionar para tu edificar la vida de otra persona que está pasando tal vez por lo mismo y quien sabe si peor.

Yo le invito a que usted se ponga de pie, mi hermano, y yo quiero hacer una oración bien breve aquí y ahora, porque yo sé que tenemos la santa cena y la queremos compartir, pero yo quiero que usted piense en eso. Yo quiero que usted cierre sus ojos y se imagine a Jesús delante de usted, imagínense a Jesús delante de usted diciéndolo, mi hijo, mi hija tu has sido fiel, tu te has mantenido ahí en el camino, has aguantado, has resistido y yo tengo grandes cosas para ti. Pero a la misma vez te digo que el enemigo está pidiendo permiso para molestar tu vida. El enemigo está buscando la forma, como un león rugiente, de cómo destruirte, de cómo eliminarte, de cómo buscar la forma que tu no creas en las promesas que Dios tiene para ti. Y ¿sabes qué? Dios le da ese permiso porque sabe lo que ha puesto en ti. Dios sabe que él es fuerte, Dios sabe que más es el poder que él tiene que el poder que tiene el enemigo tuyo de tu vida. Dios sabe que cualquier trama que el enemigo haya tratado en contra tuya, Dios la puede usar para tornar tu vida en bendición. Que tu vida pueda ser de bendición a otros, pero que tu puedas experimentar esa misma bendición en ti.

Hermanos, por favor, recibamos esta palabra, no la tomemos por sentado, que no entre por un oído y se vaya por el otro. Pensemos profundamente en estas palabras, en este reto, esto es un reto que viene directamente de Jesús, es una advertencia que él trae sobre nuestras vidas. El Señor nos lo dice así, la vida cristiana no es un valle de rosas, no es todo perfume, no es todo peaches and carrots, no es todo cheescake. La vida cristiana no es así, la vida cristiana también tiene sus luchas. Si tu has decidido ser un discípulos o una discípula mía, mía, del Señor, prepárate porque en el mundo vas a tener aflicción pero el Señor te dice, que él ha vencido al mundo y esa victoria que él ha tenido sobre el mundo, él te la da a ti, la comparte contigo, te permite a ti que tu puedas vivir en esa misma victoria. Cree esa palabra, mi hermano, hazla parte tuya. Recíbela, vive, levántate respirando esa palabra día tras día, no la tomes por sentado, no tomes tu vida por sentada, tu eres un cristiano cuando estás caminando por Massachussets Avenue en dirección a la escuela, tu eres un cristiano, tu eres un hijo, una hija de Dios. cuando te están invitando los friends tuyo para ir a un party sabe Dios a qué discoteca, y sabe Dios a lo que se da allí, Dios está contigo en el momento que tu tomas esa decisión y aún si decides llegar al party, ¿sabes qué? Dios va a estar contigo también porque él no te deja, él no te desampara, él está contigo dondequiera que tu vas.

Dios está contigo cuando tu oras en la intimidad de tu casa y también está contigo cuando tu oras aquí en congregación también. Dios ha visto tus luchas y el Señor se ríe en medio de tus luchas porque él sabe lo que va a salir de ahí, él sabe que de ahí va a salir un hombre, una mujer, formado de acuerdo a la imagen de él. Él sabe que de esas luchas va a salir un hombre firme, una mujer firme en los propósitos que Dios tiene para tu vida. Podrás estar luchando con algo sea lo que sea, una adicción, podrás estar luchando con un aspecto de tu carácter, una ira descontrolada muchas veces, que no puedes tolerar, no puedes soportar a ‘x’ o ‘y’ persona, podrás estar lidiando con muchas cosas, pero ¿saben qué? Entrégalas, entrégalas, suéltalas, no cargues tu con ellas. El Señor no quiere que tu cargues con ellas, suéltalas a él y tu verás como él va a obrar en medio de tu vida. Entrega tus cargas al Señor, suéltalas, respíralas, vomítalas delante de la presencia de Dios y no las tomes, no las vuelvas a tomar una vez más, deposítalas en él.

Señor Jesús, en este momento yo te pido que tu Espíritu Santo, Señor, selle estas palabras en los corazones de mis hermanos y hermanas. Padre, que no miremos con liviandad el reto que tu nos das a nosotros, Señor, la advertencia que tu nos das. Tal vez habrá algunos de estas palabras que no suenan muy bonitas a nuestros oídos, Señor, pero yo creo que son palabras que provienen de ti y de tu corazón porque tu quieres alentar a tu iglesia, tu quieres mantener a tu iglesia prevenida, Señor, tu quieres mantener a tus hijos prevenidos de los males que puedan acercarse a ellos a la vuelta de la esquina, Señor, y yo aprovecho esta oportunidad y reprendo mi Dios cualquier acción del enemigo, Señor Jesús, que quiera derribar a mis hermanos y hermanas, Señor, a un nivel que no puedan aguantar, porque yo también declaro lo que dice tu palabra, que tu no nos das carga demasiado pesada que no podamos llevar, Jesús. Tu sabes cuánto podemos aguantar, Jesús. Y tal vez ahora mismo aquí hay hombres y mujeres que están diciendo, guau, Señor, te pasaste de la línea porque esto está demasiado pesado ahora mismo.

Pero mi hermano, mi hermana, el Señor sabe cuánto te deja pasar. El Señor sabe cuánto te deja soportar, el Señor quiere que tu sepas que él está contigo, que su amor no se ha alejado de ti, no se ha alejado de tu corazón, que él está dispuesto para levantarte cuando más tu lo necesitas, todo lo que tienes que hacer es clamar a él, y él te responderá.

Padre, afirma el corazón de mis hermanos y hermanas en esta tarde, afírmanos en la verdad de tu palabra, Señor, y así como tu dijiste, yo repito esas mismas palabras, que la fe de mis hermanos y hermanas no falte, que no falte su fe, Señor, que su fe no se desagote a un nivel total, mi Dios, que se vayan a olvidar por ti por completo, sino que ellos una vez que se hayan salido puedan regresar a ti otra vez y puedan funcionar en la edificación y la restauración de otras vidas a su alrededor. Ese es el tipo de fe que tu depositas sobre ellos hoy, es una fe restauradora, es una fe que afirma, es una fe que nos lanza a esos nuevos niveles que tu tienes para nosotros.

Y Señor, si somos zarandeado como a trigo para la honra y la gloria de tu nombre es. Que sea como tu quieras. Gracias, Señor. Amen.