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Esta mañana yo voy a compartir acerca del Dios de pactos. ¿Cuántos de ustedes se les movió el corazón y el espíritu cuando cantaban Dios de pactos hace un ratito? Que bello, ¿verdad? Nuestro es tan precioso. Es un Dios verdaderamente de pactos. Desde el principio que él creó el ser humano, él nos creó no como piensan algunos para estar en el cielo como un juez, serio, acusador, punitivo, sino todo lo contrario. El plan de Dios para la humanidad, la razón por la cual él creó a la humanidad es para sustentarle y amarle todos los días. Y eso es no solamente para los que él creó al principio sino que es para nosotros hoy, y es para todo el resto de la humanidad que queda por delante.
La Biblia en realidad es un registro de los pactos de Dios con su pueblo. Y es muy interesante que la palabra pacto ocurre en toda la Biblia de Génesis a Apocalipsis, ocurre 300 veces, o sea, lo que es palabra específicamente pacto, también hay otras palabras como juramento, promesa que quieren decir algo similar, pero la palabra pacto es una palabra importante para el Señor y está registrada ahí en muchas maneras.
Y la primera vez que aparece esa palabra pacto en la Biblia es en el Capítulo 6 de Génesis, en ese Capítulo describe la terrible situación de la humanidad en ese momento que había caído en violencia, en perversión y dice que por ese gran pecado, que ustedes saben, nos parece que saben la historia, Dios declaró un juicio contra esa generación, un juicio de destrucción por un diluvio y por su gran pecado Dios declaró ese juicio de destrucción y Dios que conocía el corazón de ese pueblo, también estaba atento al corazón de un hombre en esa generación, y Dios le hizo un acercamiento a Noé, quien de acuerdo a Génesis 6:9 mire lo que la palabra dice acerca de quién era Noé. Dice que fue un hombre que halló gracia ante los ojos de Jehová porque era un varón justo, perfecto en sus generaciones y que caminó con Dios. Ese es quien era el recipiente del pacto del Señor en ese momento.
Dios le extendió la oportunidad a él, a Noé, de salvarse del diluvio, no solamente él sino a su esposa, sus hijos, las esposas de los hijos y también sabemos que el resto de la historia, a un par de cada animal de cada especie que había en ese momento en el mundo. Y le dio también instrucciones específicas para construir una gran embarcación. Así que de esa manera, en la Biblia, en el libro de Génesis, Dios comienza una relación especial con Noé, y le dice en el Capítulo 6, en el versículo 18, dice, “… más estableceré mi pacto contigo y entrarás en el arca tu, tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos…”
Dios fue el que tomó la iniciativa de establecer este pacto. El pacto fue para el beneficio de Noé y sus descendientes, y Noé por su parte entró en pacto con Dios. La parte de Noé fue simplemente creerle a Dios y construir el arco. Eso fue todo lo que Noé hizo, y Noé aceptó el regalo que Dios le dio, un regalo de gracia y misericordia inmerecida. Noé la aceptó.
En el Antiguo Testamento nos dice también que Dios estableció pacto con otras personas, por ejemplo, con Abraham, con Moisés, nos habla acerca del pacto que hizo con David, y muchas veces vemos en el Antiguo Testamento que a través de los profetas también le habla al pueblo de Israel acerca de su pacto con ellos.
Y la Biblia no solamente habla acerca de pactos entre Dios y los hombres, sino que también cuenta la historia hermosa de pactos entre dos personas. Y dos ejemplos de esto, dos ejemplos preciosos en la palabra de esto son el pacto de Jonatan y David y el pacto entre Ruth y Noemí. Y no nos cabe duda que también otro pacto entre dos personas, es el pacto del matrimonio, según la palabra y de hecho en Malaquías, en el libro de Malaquías que es el último libro del Antiguo Testamento dice en el Capítulo 2:
Dios expresa un profundo dolor por el divorcio y él lo que dice es que en esos versículo que declara que el divorcio es una violación del pacto, de un pacto entre dos personas.
Así que nosotros vemos que desde los comienzos Dios le ha comunicado al ser humano sus intenciones de pactar con él, y eso sigue hoy en día todavía, Dios hace pactos con cada uno de ustedes, hace pacto con hombre, mujer, soltero, casado, niños, él no tiene acepción de personas para establecer pactos.
Así que en un momento de la historia sucedió que el pueblo de Israel por muchos siglos desobedeció la ley de Moisés, por muchos siglos cometió adulterio con su marido, su hacedor, Dios. Eso es parte de la historia y vemos en la palabra también que aún a pesar de el pecado tan grande que había en la humanidad, Dios no disolvió, no decidió disolver el pacto que tenía con el hombre, que era lo que merecía por el pecado tan grande que había, sino que por el contrario por su amor y su misericordia estableció un pacto aún mejor, así que no castigó, no quitó sus ojos de amor sobre la humanidad, sino por el contrario, hizo un pacto aún mejor con la humanidad.
Y sabemos que el que logró, el que consumó ese pacto es Jesucristo, ¿verdad? Por su sacrificio en la cruz. Y la palabra nos dice en Hebreos 10 que por ese nuevo pacto, que fue sellado por la sangre de Jesucristo, Dios ha escrito en nuestros corazones y nuestras mentes sus leyes, y por ese pacto también nos ha dado acceso, o cercanía a él, cuando vamos a él con un corazón sincero. Uno de los cánticos anteriores hablaba de esa capacidad nuestra de acercarnos a él por el sacrificio de Cristo.
Y así que él nos invita por ese pacto nuevo, él nos invita a acercarnos a él. Nuestro Dios es un Dios totalmente personal y él quiere una relación personal con cada uno de nosotros por eso establece pactos. Y bajo ese pacto él nos ha invitado a relacionarnos con él, no solamente ahora, sino por toda la eternidad, porque sabemos que cuando hacemos pacto con Jesús no morimos y somos enterrados, ahí queda todo, no vamos a un lugar de sufrimiento sino que tenemos un pacto eterno de estar en su presencia por el resto de la eternidad. Y parte del pacto también es poder tener una vida abundante aquí en la tierra, no solamente esperamos una gran recompensa final de nuestros días, algo hermoso, sino que hoy en día tu y yo podemos vivir vidas plenas en nuestras relaciones humanas porque somos de hijos de pacto.
Es algo muy hermoso, ser hijos de Dios y ser hijos de pacto es algo que trae riqueza a nuestra vida. Y quiero compartir ahora 4 características que por las Escrituras yo veo que tienen las relaciones que se basan en pacto, en la mentalidad de pacto, porque no somos hijos de pacto para nada, ¿verdad? Somos hijos de pacto para tener una mentalidad, un enfoque de pacto. Y eso implica obviamente extenderlo a todas las relaciones humanas que tenemos en el día a día.
La primera característica de este pacto, de la mentalidad de pacto, es que se inicia para el beneficio del otro. Ya vimos como Dios irrumpió en la historia en un momento de pecado, de gran pecado, e inició conversaciones con Noé. Noé era un hombre fiel, él quería relación con Dios, pero él no inició este pacto, no tenía el poder para hacerlo. Sin embargo, vemos que Dios lo inició para el beneficio de Noé. O sea, Dios no tenía una motivación escondida en ese pacto. Él no iba a recibir ningún beneficio en realidad, sino su propósito era un propósito genuino, limpio de traer vida a una situación de destrucción inminente para Noé y su familia. Y luego de terminado el diluvio, fue, no solamente lo salvó con la construcción del arca, sino que además le dio algo más, le dio otra prueba más de su misericordia para simplemente alegría de Noé, y para promesa a todas las generaciones.
Y ustedes saben cuál es esa, ¿verdad? Que él le dijo, que como un sello de su promesa, y una señal de que jamás iba a destruir a la humanidad así con un diluvio, era que al final de cada lluvia iba a haber un arco iris y esa promesa todavía la disfrutamos tu y yo. A veces subestimamos, es algo de la naturaleza pero es algo más, hay algo sobrenatural y las historias de la Biblia no son solamente historias bonitas, Dios se alegra cuando nosotros podemos ver más allá y ver lo sobrenatural de las cosas en el mundo. Así que es un ejemplo de esta característica de que Dios establece pactos, o un pacto se establece para beneficio del otro.
Otro ejemplo, ocurre en Primera de Samuel donde nos habla acerca de Jonatan que obró para beneficio absoluto de David. Ustedes saben la historia, David era básicamente perseguido por el padre de Jonatan, quería la muerte de él, y aún desde el principios, aún Jonatan sabiendo que David en un sentido podía ser su competencia en el trono porque él sería heredero al trono, no vio eso, sino que amó tanto a David que hizo por él solamente para beneficio de él, y vemos que en este versículo, en el versículo 4 de Primera de Samuel 18, dice:
“… y Jonatan se quitó el manto que llevaba y se le dio a David y otras ropas suyas hasta su espada, su arco y su talabarte…”
Y de esa misma manera que dio esas cosas tangibles, también le dio su protección y su amistad genuina. Y lo hizo, no para beneficio suyo, sino lo hizo para el beneficio de David. Así que es la primera característica de una mentalidad de pacto, cuando hacemos algo por otro para el beneficio del otro.
La segunda característica que vemos en los pactos es que se establece sobre promesas incondicionales. Y un ejemplo de las Escrituras que ilustra estas características de las promesas incondicionales en las relaciones, es la historia de Ruth y Noemí.
Ruth no pactó Noemí, saben la historia es que el esposo de Noemí, murieron los hijos de sus dos nueras, no había nada que buscar en la tierra donde estaban, había pobreza, hambre, y Noemí decide regresar a su tierra. Y una de sus nueras, Ruth, hace un pacto con ella que ilustra una promesa de pacto precisamente, una promesa incondicional y Ruth no pactó no Noemí diciéndole, Noemí, si tu me aseguras que me va bien en Belén, si tu me aseguras que no te va a molestar que yo vuelva a mi tierra, si yo trato y me doy cuenta que no es lo que yo quiero, no quiero ir a Belén, entonces voy contigo. Ella no le puso condiciones. Vemos que por el contrario Ruth le hizo a su suegra una de las declaraciones de pacto más hermosas de las Escrituras que es tan bonito que se usa mucho en las bodas. De hecho, en la tarjeta de bodas de nuestro matrimonio, de mi esposa y yo, pusimos esa Escritura. Y esa Escritura dice así:
“… no me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque adondequiera que tu fueres iré yo y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios, donde tu murieres, moriré yo y allí seré sepultada. Así me haga Jehová y aún me añada que solo la muerte hará separación entre nosotras dos…”
Eso es una promesa incondicional, ¿verdad? Otra cualidad que las relaciones de pacto se basan en el amor ágape. Entramos en pactos por amor, esa es la razón básica, entramos en pactos porque amamos. Dios entró en pacto con Noé porque amaba a Noé. Jonatan entró en pacto con David porque amaba a David. Y es u pacto que no necesariamente es que carece de la emoción y el sentimiento del amor pero es algo más que eso, es un amor práctico, es un amor basado en fidelidad y en una misericordia que se renueva cada día. O sea no es un amor liviano, es un amor que va más allá aún de nuestro egoísmo y pone su interés en el otro. Es lo que la Biblia llama el amor ágape, que vemos un pasaje precioso en Primera de Corintios 13 acerca de todas las cualidades del amor. Así que en eso se basa el pacto en uno de sus fundamentos es el amor ágape.
Y las relaciones de pacto también se basan en compromisos permanentes. Vimos anteriormente la permanencia del pacto de Ruth. Ella se comprometió con Noemí hasta el fin de sus días, ¿verdad? Decía, donde tu murieres, yo voy a morir, donde tu vivas, yo vivo, a ti te sepulten, a mi me sepultan también. Así que era un compromiso permanente.
Y el compromiso de Jonatan con David también permaneció aún más allá de la muerte de Jonatan porque al morir Jonatan David hizo todo lo posible por buscar al único descendiente que tenía Jonatan para extenderle su pacto. Así que vemos es incondicional y es permanente, va más allá del aquí y el ahora.
Y nosotros vemos repetidamente en la Biblia que los pactos de Dios con su pueblo son de alcance eterno. Por ejemplo en Deuteronomio 7, versículo 9, es uno de mis versículos favoritos en la Biblia, Deuteronomio 7:9 dice:
“… conoce pues que Jehová tu Dios es sí es Dios, Dios fiel que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos hasta mil generaciones..”
Eso es mucho tiempo. Así que a vuelo de pájaro yo he querido establecer dos cosas: una que Dios es un Dios de pactos, esa es la primera, y segundo que aquellos con los que él establece pactos también son llamados a establecer relaciones de pacto en su vida. Y todos tenemos oportunidad para establecer esas relaciones de pacto, tenemos muchas relaciones en nuestra vida. Así que Dios es Dios de pactos y él es parte de nuestro llamado como hijos de pacto es extender esas mismas cualidades de pacto a otros que están en nuestra vida.
Y en nuestra vida nosotros nos enfrentamos diariamente con el reto de escoger entre dos mentalidades diametralmente opuestas: una es la mentalidad bíblica del pacto y la otra es la mentalidad de contrato. Tanto el pacto como el contrato consisten de un acuerdo entre dos personas, eso es básico, ¿verdad? Pero a diferencia del pacto, que ya vimos las características que tiene, se basa el contrato en qué provecho puedo sacar de esta relación. O sea, es mirar hacia mí necesidad y mis deseos.
Eso es lo primero, qué provecho puedo sacar de esta relación. También se basa en qué me va a dar el otro a cambio de lo que yo le de. Otra vez, una mentalidad centrada en mí mismo. Y también se basa en mi derecho de terminar el acuerdo si yo considero que el otro no está cumpliendo con su parte. Eso es una mentalidad de contrato. Claro, en nuestra vida tenemos que hacer contratos, ¿verdad? Usted no va a comprar un carro sin que le den un contrato donde especifique cuáles son los acuerdos. Eso lo sabemos, pero es el día a día de cosas, digamos que no tienen relevancia eterna. Pero cuando estamos hablando de relaciones el tener una mentalidad de contrato es muy diferente a las relaciones que se establecen bajo un pacto. Y otra vez un pacto se establece, o sea, la mentalidad de pacto incluye el beneficio del otro, hacer cosas por el beneficio del otro, en promesas incondicionales, en el amor práctico, ágape, y en el compromiso permanente.
Y el pacto vemos que es todo lo contrario, es algo que yo hago para mí beneficio últimamente, no es por amor, no es por el beneficio del otro sino para el mío propio. Y nosotros como hijos de pacto tenemos que resistir la tentación de obrar en nuestras relaciones con la mentalidad de contrato. Muchos de nosotros hemos adoptado esa mentalidad predominante en nuestra cultura. Si usted mira alrededor, usted ve todas las muchas relaciones humanas se basan en la mentalidad de contrato, y un contrato no tiene los elementos perdurables que tiene un pacto.
Por eso es tan alta la tasa de divorcios, por eso es tan frecuente el adulterio, por eso se establecen distancias y rencillas en las diferentes relaciones, por cosas sencillas y tontas, insignificantes rompemos relaciones con otros, por eso terminamos relaciones de amistad y por eso dejamos de hablarle a alguien cuando nos sentimos ofendidos. Todo es porque está obrando en nosotros una mentalidad de contrato y no una mentalidad a largo alcance, de pacto.
Y Dios quiere algo mejor para sus hijos. Yo creo que es tiempo ya que vivamos vidas miserables en nuestras relaciones, cuando en realidad somos llamados a mucho más y al nosotros tener relaciones de pacto, Dios nos va a bendecir en una manera especial.
Él quiere algo mejor para nosotros, él no quiere que hagamos de decisiones relacionales basadas en contrato. Él quiere que lo hagamos en base a los fundamentos de una mentalidad de pacto.
La iglesia primitiva que estaba en su primer amor creyendo que la venida del Señor estaba cerca, se caracterizaba por un amor genuino y generoso. Era una iglesia de pacto donde compartían la comida, hacían obras de caridad generosamente, ¿y qué pasaba por eso? Porque la gente alrededor veía esa mentalidad de pacto, en la iglesia primitiva por eso se añadían a ella. Estaban atraídos por ese amor y compromiso que ellos veían que se vivía en ese contexto de la comunidad cristiana primitiva.
Tu te has preguntado alguna vez si la manera en que tu te conduces es una manera que llama la atención de otros para que otros se acerquen a ti y deseen tener lo que tu tienes. Te has preguntado si donde tu estás ese lugar, esa relación queda mejor porque tu estuviste ahí. Esa es una buena pregunta que tenemos que, en nuestras relaciones, en todas, sean aún relaciones casuales, digamos, donde no vamos a ver quizás mucho más a esa persona, nuestra pregunta es, estoy conduciéndome con una hija o un hijo de pacto. ¿Los demás ven en mí algo especial que ellos también desearían tener en término de las relaciones? ¿Dejo el lugar mejor porque yo estuve ahí?
Yo tengo la costumbre muchas veces de cuando voy a un lugar y veo, por ejemplo, no sé, en un baño veo que hay papeles tirados en el piso, tengo el hábito de recoger y dejarlo mejor. Eso es lo natural, en lo práctico, ¿pero también dejamos mejor un ambiente, una visita, una interacción con alguien, dejamos un, digamos, un olor agradable, un perfume especial porque nosotros hemos estado ahí? ¿Y que deja a la persona con deseos de saber qué es lo que nosotros tenemos y de dónde lo sacamos?
Eso nos compete a todos, dejar esa estela positiva detrás de cada uno de nosotros. Posiblemente la relación de pacto entre dos personas que tienen mayores repercusiones es la del matrimonio. El matrimonio no es una institución más dentro de la sociedad, todo lo contrario. Dios lo instituyó, uno de los propósitos principales del matrimonio es dar testimonio de su amor en la tierra. Para eso es el matrimonio, no para vivir vidas infelices, no para mi beneficio, no, es para nosotros poder proyectar el amor de Dios aquí en la tierra, por medio de las prácticas que identifican el carácter de Cristo, que ustedes saben que son largas pero algunas son: la paciencia, el perdón, la gracia, y el servicio. Así que eso es uno de los propósitos del matrimonio, dar testimonio de Dios aquí en la tierra, eso se extiende a la familia, a todas las relaciones.
Si nosotros hacemos memoria de los votos tradicionales que se hacen en una ceremonia nupcial, vemos que contiene lenguaje de pacto. Por ejemplo, uno de las ceremonias nupciales puede decir algo, te tomo por esposo o esposa y prometo amarte y serte fiel en riqueza o en pobreza, en salud o en enfermedad, en todo lo que la vida quita, y en todo lo que la vida da hasta que la muerte nos separe.
Eso es un lenguaje clarísimo de pacto. Tiene todos los elementos de pacto. Y hacemos estas declaraciones hermosas, con ese vestido lindo delante del pastor y los testigos, y lo hacemos con emoción y convicción en ese momento. Y lo creemos por un tiempo, pero después la vida nos da una bofetada y llegamos a una realidad, ¿verdad? De que las relaciones no son tan fáciles y se nos olvida cuando llegan esos desacuerdos, los tiempos difíciles, cuando llegan las tentaciones, cuando llegan momentos que nos sacuden porque van exactamente en contra de lo que nosotros deseamos para nuestra vida, y poco a poco lo que hacemos que le permitimos a la mentalidad de contrato tomar control de la relación y peligrosamente vamos desvalorizando, subestimando la relación y dejamos de invertir en ella.
El pacto va muriendo y se va entonces sustituyendo por una mentalidad de contrato. Empezamos a meditar si vale la pena, ya que no estoy obteniendo el beneficio que yo pensaba de acuerdo a mis expectativas, pensamos, bueno, ya esto, ya no estoy obteniendo felicidad. Muchos de nosotros determinamos la salud de un matrimonio en base a si soy feliz o no, y entonces ese proceso que ocurre entra en una relación matrimonial muy poquito a poco, es un proceso paulatino hasta que puede convertirse en el distintivo de esa relación. Ya no es una relación de pacto sino es más bien una relación de contrato. Entonces vamos tomando otra identidad y ya no es lo que originalmente Dios deseaba. Yo te animo, que si ese es tu casa, tu eres casado y ese es tu caso que tu ves que es más la mentalidad de contrato la que está entrando en tu relación, es hora de que revises y vayas al plan original de Dios para establecer un matrimonio que verdaderamente sea de pacto.
No te estoy diciendo que porque tengas un matrimonio de pacto, no va a haber dificultades, no, no estoy diciendo eso. Lo que un matrimonio de pacto te permite hacer es que cuando viene la dificultad, cuando viene el desazón, la traición aún, entonces podemos obrar con la justicia de Dios, no en base a la carne, al contrato, sino en base a la justicia de Dios. De eso te sirve un pacto.
Yo he tenido el privilegio de conocer muchas parejas que han estado al borde, a veces hasta se han divorciado, y al recuperar la mentalidad de pacto ambos, han podido volver a recrear una relación basada en pacto. Así que eso no es imposible, y yo sé que, yo tengo el privilegio de haber escuchado la historia de muchas personas, muchos de ustedes que a pesar de dificultades terribles, terribles, han optado por obrar desde el punto de vista de una mentalidad de pacto. Y veo cómo Dios bendice la vida de una persona que resiste la tentación de tener mentalidad de contrato y de rechazar porque no estoy recibiendo exactamente lo que yo creo que merezco, quiero, porque no soy feliz, sino que han seguido luchando hasta que Dios le ha dado los anhelos de su corazón. A veces cuesta, pero los beneficios que obtenemos a la larga redundan, no son solamente para nosotros, sino para futuras generaciones.
Tu matrimonio de pacto y el mío es crucial para la generación joven que hoy se levanta. Hace unos meses en la radio escuché de un estudio muy interesante que condujo una investigadora social liberal. Ella entrevistó a número significativo de jóvenes adolescentes acerca de si deseaban casarse o no. Y la premisa de ella era que el matrimonio es una institución obsoleta, que ya no tiene mucha validez en este tiempo y que esos jóvenes iban a contestar mayormente que preferían, en el futuro, en vez de casarse, establecer una relación de cohabitar con su pareja. Pero para gran sorpresa de ella, ella no esperaba nada de eso, ella estaba muy, muy sorprendida, lo que descubrió es que la gran mayoría, no puedo decir el por ciento, pero era mucho más, era casi 90% o más de esos jóvenes contestaron que ellos deseaban casarse, que deseaban entrar en una relación matrimonial. Pero esa es la parte positiva, la parte triste es que también expresaron su gran temor, su terror de fracasar en la relación. ¿Por qué? Porque han visto tantos fracasos.
Hay personas que no pueden contar ni siquiera con un matrimonio saludable o sano de pacto en su familia. Así que muchos de estos jóvenes no habían visto cómo se vive un matrimonio de pacto, y por eso tenían temor. Así que eso es una tierra de oportunidades para nosotros, para la iglesia. Vamos a esforzarnos por tener matrimonios de pacto.
Y yo quiero hablar ahora un momentito a las personas divorciadas. A veces suceden cosas, a veces no ha estado en nuestro control mantener el pacto de matrimonio. Por mis palabras no quiero herirles ni mucho menos condenarles, ese no es mi propósito, porque yo sé que el pacto de Dios con su vida todavía está. Hubo un fracaso pero eso no debe determinar el futuro de nuestra vida jamás, y nosotros siempre tenemos que seguir adelante y tener relaciones de pacto dondequiera que Dios nos ponga. Si hemos tenido un fracaso es hora simplemente de aceptar la gracia de Dios y seguir viviendo como hijo de pacto, así que no quiero crearle tristeza porque entiendo muy bien, sé que hay historias tristes y Dios sabe y sé también que Dios aunque estoy enfocando un poco el tema de matrimonio, sé también que Dios es Dios de pacto para la mamá soltera, y para el papá soltero. Eso no me cabe duda. Y de hecho hace un tiempito una hermana muy querida de esta congregación me dijo que Dios le había dicho claramente a ella que no se preocupara por sus hijos porque él era el Padre para sus hijos. Ella no tiene el privilegio de tener un ex esposo cristiano que pueda ser una buena influencia sobre los hijos pero Dios pactó con ella.
Así que en nuestra vida Dios nunca se va hacer ausente. Él siempre, siempre quiere tener un pacto con usted. Pero sabemos también que idealmente es la relación de matrimonio debe permanecer intacta y debe ser una relación para bendición y ya vimos por ese estudio de estos jovencitos que es necesario que haya matrimonios de pacto que le den un testimonio, una aliciente, una esperanza a estos jóvenes de que sí se puede, que sí se puede tener un matrimonio fructífero.
Así que ya sabemos que Dios es un Dios de pactos perpetuos y que Dios es un Dios de pactos generacionales. Se acuerdan que decía que hasta mil generaciones, eso puede ser simplemente un hipérbole. Yo escojo creer que es la verdad, que Dios está para bendecir mi vida y la vida de mil generaciones después de mí.
Y sabes que el vehículo principal para la transmisión de la mentalidad de pacto es tu familia, es ese contexto pequeñito que tu crees que nadie ve, es ahí donde Dios escoge transmitir la mentalidad de pacto. Y tu sabes que tu hogar está llamado a ser hogar de pacto, santo y apartado para el Señor. Es un lugar de privilegio donde Dios enseña a través de las autoridades establecidas en ese lugar; papá y mamá, enseña, o mamá sola, papá solo si ese es el caso, le enseña a los hijos, la mentalidad de pacto. En los genes espirituales que te identifican como hijo de Dios está incluido el cromosoma del pacto que tu tienes el privilegio de transmitir a la actual generación y a futuras generaciones. Así que eso está en nuestro ADN espiritual. No solamente somos hijos de Dios, somos hijos de pacto.
Y el mejor fundamento, y el mejor regalo que tu puedes darle como pareja a tus hijos es manifestar la mentalidad de pacto en el trato dentro de tu hogar, como manejan el enojo, cómo buscan reconciliación a la raíz de un conflicto, cómo se perdonan, cómo se sirven el uno al otro, cómo se mantienen fiel e interesados el uno en el otro. No subestimemos nunca el poder tan grande que tiene eso, cómo nosotros vivimos en el pequeño contexto del hogar, pasan muchas cosas y es ahí donde nosotros transmitimos esta mentalidad de pacto, es en el día a día. A veces nuestros actos van a hablar mucho más alto que nuestras palabras y es cómo tu escoges obrar con tu pareja, con tus hijos, es lo que les enseñas a ellos, pueden absorber como esponjas esa mentalidad de pacto y un día van a poder edificar eso mismo, bajo esa misma mentalidad de pacto porque tu has sido fiel en transmitírsela a ellos. Eso es una gran verdad.
Y muchos de nosotros no le damos importancia a la transmisión generacional de la mentalidad de pacto. Vivimos muchos de nosotros vivimos encerrados en el aquí y el ahora y permitimos que el aquí y el ahora domine nuestras decisiones y nuestras relaciones y mucho malgastamos la vida, la vivimos a veces mediocremente, nos damos a otros con poca generosidad, más bien tacañamente aún aquellos que están más cerca de nosotros. La vida se nos escapa, a veces, si usted toma agua en sus manos no puede retenerla, ¿verdad? Se va y a veces eso nos pasa con las oportunidades que Dios nos da, se nos escapan de la mano así como se escapa el agua de las manos. Y perdemos oportunidades para crecer y para establecer relaciones que traigan honra y gloria a Dios y que hagan a las próximas generaciones receptivos a su pacto. Porque se acuerdan, es ahí, es en el día a día donde enseñamos esta mentalidad de pacto.
Yo te puedo retar en este día a que tu reconozcas que en ti puede haber cosas, comportamientos, patrones de pensamiento que te impiden tener relaciones de pacto plenas, quizás algunos, el cambio no tiene que ser tan grande, otros quizás sí, pero te puedo retar en este día a analizarte a ti misma y ver si tu estás estableciendo relaciones de pacto con los que están más cercanos a ti, mire, hasta con las amistades, hasta con los amigos tenemos que tener relaciones de pacto, porque podemos traer mucha bendición y podemos ayudar a alguien que no conoce al Señor, a entrar en el Reino, por la manera en que nosotros lo tratamos.
Yo te puedo retar a hacer cambios en tu vida que te permitan comprometerte a invertirte tu, a invertirte tu, no dinero, no nada, a invertirte tu en el bienestar de otros a través de un compromiso permanente, solamente por el beneficio del otro. Esas son cosas que tenemos que analizar y examinarnos a nosotros mismos y ver si estamos dando todo lo que Dios quiere que demos.
Recuerda que tu eres un hijo de pacto que has sido, como hemos dicho antes, apartado y señalado ¿por quién? Por Cristo, nada menos, por Cristo para recibir los beneficios de un nuevo pacto. Recuerda que en ti están los mismos recursos para hacer pacto que estaban en Jonatan y David, en Ruth y Noemí, esos mismos recursos que ellos tenían, están en ti hoy en día. Tu puedes establecer esas relaciones si tu lo deseas y tienes a Cristo como tu compañero en ese trabajo.
Y yo te animo a que no te des por vencido en esas relaciones difíciles, a veces lo más fácil cuando viene el desazón, especialmente cuando lleva un tiempo darnos por vencido, no devuelvas jamás mal por mal, sino todo lo contrario. Se fiel y misericordiosos, persiste en amar aún cuando tu no veas un fruto inmediato. Cuantas veces yo no he visto situaciones de otras personas donde el resultado no se veía, no había ningún resultado del amor, del sacrificio de una persona, pero al paso de los años ocurrió un milagro. Pasa tanto con los hijos, ¿verdad? Que se apartan de los caminos del Señor, que entran en rebeldía, pero si usted persiste en tener relaciones de pacto con ellos, usted va a ver algo milagrosos. Yo se lo aseguro, ya lo he visto tantas veces y sé que Dios lo hace, aunque sea el último día de la vida de ese hijo, usted no sabe que Dios puede hacer, y nos compete solamente actuar con ese hijo basado en el pacto.
Aprenda a ser fiel y misericordioso, cuando ores pídele al Señor que le enseña a amar. Todos nosotros necesitamos eso, todos, todos. Ningunos de nosotros ama aquí como Cristo ama a su iglesia, así que es necesario que pidamos que perdón, confesemos nuestras faltas, nuestras limitaciones en nuestra capacidad de amar y le pidamos a Dios que acreciente eso en nosotros de poder amar como un hijo de pacto.
Y también te quiero pedir que acrecientes en ti la visión de tu impacto sobre la presente y las futuras generaciones. No subestimes jamás el impacto que tu puedes tener a través de una relación de pacto con tu esposa, tu esposo, tus hijos, tu familia extendida, tus amigos, tus vecinos, con los hermanos de la iglesia, nunca subestimes la importancia de eso, del beneficio de una relación de pacto.
Y quiero terminar diciendo, hace poco, el 22 de agosto, ocurrió un importante suceso en familia, en mi vida que me abrió los ojos a la importancia de crecer en la mentalidad de pacto. Entendí mejor ese día, el 22 de agosto, que el aspecto sobrenatural que constituye el fundamento de todas las relaciones de pacto. Ese día tuve el privilegio de presenciar el nacimiento de mi primer nietecito, Caleb Jonatan, y cuando yo lo miré fue como que el futuro se me abrió, se abrió delante de mí y después de obviamente de admirar su carita, el cuerpecito, los deditos, de aaaaah, de todas esas cosas que hacemos cuando nace un bebé, después de eso calladamente en mi espíritu yo oré, le hablé a mi Padre celestial y le di gracias porque ese niñito, Caleb nacía en una familia de pacto que tiene mentalidad de pacto.
Le di gracias por los pactos que nos unen unos a otros en nuestra familia, aún con aquellos que se han añadido a nuestra familia recientemente, le di gracias también por sus padres, que tienen convicción de pacto, y que se están preparando y tienen esa conciencia de la responsabilidad tan grande de que ellos tienen de transmitir su fe a esa nueva generación en este caso, a Caleb. Y le di gracias a Dios aún por el nombre, porque ellos se tomaron tiempo para escoger un nombre que también refleja la mentalidad de pacto que hay en ellos. Así que di gracias por todas esas cosas y le pedí, Señor, ayúdame a mí, ayúdanos a nosotros a modelar el amor a este bebito pequeñito que hoy nace, ayúdanos a modelar el amor de manera que él entienda muy bien desde la temprana edad el pacto que Dios tiene con él y la importancia de las rleaciones de pacto, y que pueda llegar a ser la persona que Dios quiere que sea, que nada de lo que nosotros hagamos como padres, como abuelos, como tíos, nada impida o sea un tropiezo para él llegar a lo que en la mente de Dios se ha determinado que él sea.
Y ¿saben una cosa? Caleb no ha nacido en una familia perfecta, no, de ninguna manera como ninguna familia es perfecta. Pero sí ha nacido en una familia que apasionadamente ha adoptado una mentalidad de pacto y que se esfuerza por vivirlo día a día con nuestros errores, sí, pero tenemos esa conciencia del pacto, de la importancia que nosotros tenemos, para esta generación que ahora se está formando y la que se va formar más adelante.
Así que querida hermana, querido hermano, al entrar en pacto con Dios, Dios se compromete contigo para siempre. No es por un tiempo, es para siempre y esa es razón de alegría.
En Primero de Crónicas 16:15 el rey David declara refiriéndose a Dios estas palabras, él dice que Dios hace memoria de su pacto perpetuamente y de la palabra que él mandó para mil generaciones. Hoy en día, Dios hace memoria del pacto perpetuo que él ha hecho contigo y con las futuras generaciones que te seguirán a ti. La respuesta tuya es simplemente apropiarte de ese pacto con agradecimiento en tu corazón, con emoción, como cantamos el canto ese anteriormente de Dios de pactos, que tocó la fibras de nuestro ser, eso es lo que tenemos que hacer, esa es solamente nuestra parte: responder a ese pacto abriendo nuestro corazón con agradecimiento, abrazando el pacto y viviendo como una hija de pacto o un hijo de pacto en todas nuestras relaciones.
Y quiero terminar con una bendición que está en el libro de Hebreos, Capítulo 13, es el final del libro de Hebreos, es una bendición que el autor da a los hebreos que recibieron la carta. Hebreos 13, 20 al 21 y dice así:
“…Y el Dios de paz, eso es para usted, y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo, al cual sea la gloria por los siglos de los siglos…”
Oremos, sellando esta palabra en nuestros corazones en este día. Padre, gracias, gracias por tu palabra, gracias por el pacto que en tu misericordia tu has hecho con esta iglesia, con nuestras familias, con cada uno de los individuos, Señor, que componen esta casa. Gracias, Señor, porque has tenido misericordia de nosotros, nos has visitado, has irrumpido en nuestra historia personal para hacer un pacto con cada uno de nosotros. Señor, al terminar este tiempo de estar en tu presencia, de adorarte, de meditar en tu palabra, Señor, yo te pido que tu selles esta palabra en la mente y en los corazones de mis hermanos y en la mía propia, Señor.
Ayúdanos, Señor a vivir como hijos de tu pacto. Ayúdanos, Señor, a establecer relaciones que traigan honra y honor a tu nombre, Señor. Relaciones donde no las establezcamos para nuestro beneficio, donde no haya rechazo porque no hemos recibido lo que esperábamos, Señor. Ayúdanos a establecer relaciones fundamentadas en tu palabra, Señor, relaciones en que nos entreguemos el uno al otro con generosidad, Señor, relaciones en las que podamos comprometernos con otros, con pactos incondicionales, Señor, y comprometernos permanentemente.
Señor, necesitamos como pueblo, como sociedad, como iglesia, necesitamos Señor, testimonio de que tu eres poderoso para sanar las relaciones, de que tu eres poderoso para permitirnos hacer toda la buena obra que es agradable a ti, Señor, que eres poderoso para darnos todo lo que necesitamos aún cuando en nuestras propias fuerzas creemos que no podemos.
Señor, yo te pido que tu bendigas a cada uno en este lugar, Señor, sin importar en qué situación de vida está, Señor. Yo bendigo, Señor, al padre y a la madre, bendigo al esposo y a la esposa, bendiga a la madre y el padre soltero, bendigo a los hijos, a los solteros, Señor, a los pequeños, a los grandes, a los ancianos, Padre. Y te pido Señor que esta palabra se haga realidad en las vidas nuestras, Señor te entregamos tu día a día, Padre, nuestro día a día, con nuestras luchas, con nuestra aflicciones, con nuestros dolores, con nuestras insatisfacciones, todo eso te lo entregamos, Señor y hacemos hoy en este día pacto contigo de que recibimos tu amor, y recibimos tu poder para hacer aquello a lo cual tu nos has enviado.
Señor, sana nuestra tierra, Señor, sana nuestras relaciones, Padre, sana el matrimonio. Señor restituye el matrimonio a tu diseño original, Padre, y que sea cada uno de nosotros responsable y con gozo y con deseos de agradarte a ti, Señor, sanemos lo que tu nos has entregado, que seamos agentes de sanidad, Padre, en todas nuestras relaciones.
Presentamos las relaciones entre amigos también, Señor, bendice eso también. Todo tipo de relaciones, aquellas que tenemos en el trabajo, en el hogar, en el vecindario. Bendícenos, Señor. Señor, recibimos de ti y sabemos que en fe nos vamos en este lugar, de que tu vas a hacer la buena obra que has comenzado y que nosotros solamente nos compete, Señor, creerte a ti y entrar en tu designio eterno de pacto, Señor. Gracias, por tu amor, gracias por tu palabra, Señor. Gracias, Señor, en el nombre del Jesús. Amen.